Hoy cuesta encontrar testimonios de matrimonios que se sienten realizados en su misión en la vida. Que llegado al matrimonio por un amor verdadero realizado en el respeto. En la comunicación del dialogo y del complementarse en la ideas. Eso que fue encendiendo en el corazón la llama del amor y que luego pudo realizarse en una vida en armonía donde dos se hicieron uno. Una sola mente, un solo corazón una sola realidad.
Alcazar la madures en las vida matrimonial es saber realizarse como persona. Basados en el amor y en las ideas compartidas se va realizando esa unidad que permite el crecimiento en el amor donde el egoísmo no tiene espacio. Donde todo se hace con la visón de ambos y por ambos y donde se acuerda, se dialoga y se proyecta un mundo más grande, mas hermoso y lleno de felicidad. Cuando falta la felicidad en la pareja, la maduración del matrimonio fracasa, se cae en el hastío, es los reproches, en las discusiones, ignorando aparentemente que cada acto contrario a la felicidad va destruyendo día a día, los lazos que los unían y va despertando el deseo de dominación, de imposición de ideas y de un autoritarismo vacío, que lleva mas de odio que de realidades o propósitos.
Cuanta falta nos hace prepararnos para el matrimonio de manera especial, sin prisa y sin pausa para llegar a el formados y capaces de realizar un matrimonio maduro, feliz y modelo del proyecto divino.