Estimados hermanos en Cristo:
Si bien creo que es loable e importante el esfuerzo que han querido hacer por invitar a la hermana que abrió el tema a que reconsidere con total seriedad las implicaciones que tiene la decisión que está tomando; por otra parte sinceramente creo que la manera de hacerlo no ha sido la más apropiada y me parece que la falta de respuestas de la persona implicada lo demuestra.
Fue tan evidente la forma en que falló radicalmente en enteder el mensaje que se le quiso transmitir que comenzó su única respuesta con la frase: "Una persona debe ser feliz no creo justo que me digas que debo hacer mi vida con un católico". Y es que lo más curioso es que la advertencia fundamental que se le quiso hacer iba precisamente en el sentido de la dificultad intrínseca que tiene el lograr un matrimonio feliz en un contexto de disparidad de cultos. Pero ella no lo entendió así, por el contrario, al parecer creyó que se trataba de una especie de limitación-imposición artificial por la cual "las mentes superiores" "decretaban" que ella, como católica, solo podía casarse "dignamente" con un católico.
Y, la verdad, es que, sin conocerla, sin averiguar más, fué bastante aventurado "sermonearla" sin considerar la posibilidad de que ella ya hubiese contemplado y aceptado las posibles dificultades que vendrían en su futuro. Claro, puede uno pensar que si de verdad hubiera considerado TODO el asunto a fondo, ya era para que supiera las respuestas a sus preguntas, de donde puede uno especular con buena probabilidad de éxito que en realidad no había terminado de considerar TODAS las implicaciones en su dimensión más profunda. Y es que, por ejemplo, si no sabía si es posible establecer la relación que quiere establecer SIN ofender a Dios y vivir en pecado, entonces, al afirmar que su decisión ya estaba tomada, en ello mismo afirma (tal vez sin darse completamente cuenta de la magnitud de la afirmación y sus implicaciones) que prefiere buscar la felicidad en esta persona que en Cristo, como si esta persona pudiera ser su salvadora y redentora; pueso que, si prefiere buscar la felicidad con esa persona a pesar de que esto pudiera implicar ofender y separarse de Cristo, eso no puede ser sino porque cree que esta persona es más capaz que Cristo de darle la verdadera felicidad.
Evidentemente esta disyuntiva en realidad NO EXISTE, puesto que es perfectamente posible establecer un matrimonio legítimo y grato a los ojos de Dios en la que ella, lejos de apartarse de Cristo, se comprometa a vivir con Cristo, por Él y en Él la tarea de ofrecerle la redención al que vendría a ser su legítimo esposo. Todo lo cual, lejos de apartarla de Cristo, le acercaría mucho más a Él. Pero es evidente que ella no podría haber tomado una determinación de este nivel sin saber siquiera si esta opción realmente podía existir o no. De ahí que, repito, no creo que haya sido malo este intento de invitarle a que profundizara más en su reflexión sobre las implicaciones que su decisión podría tener; pero definitivamente creo que sería necesario buscar una manera, NO digamos "más suave", pero SI más efectiva de transmitir este tipo de mensajes.
Ahora bien, respecto a este tipo de relaciones, creo que el ejemplo más impresionante de cómo SI pueden existir en un contexto auténtico de búsqueda de la santidad me lo platicó un buen amigo sacerdote respecto a lo que le dijo una persona a la que él estaba aconsejando; esta persona, que era un hombre, le dijo: "Padre, es que yo quiero entregarme incondicionalmente a ella en las condiciones en las que está como Cristo se entregó a su Iglesia". Y pues el sacerdote nada más agregó "con ese argumento ni manera de que yo le dijera 'no te cases con ella' ". Sabemos que Cristo se entregó por nosotros a pesar de que eramos pecadores, y sabemos que, si podemos llegar a dejar de ser pecadores, es precisamente A CAUSA de esa entrega. Así pues, no es incorrecto, ni contrario a la Fé, ni cosa que se parezca, sino todo lo contario, el amar tanto a una persona que querramos unirnos a Cristo y ser sus instrumentos para manifestarle esa entrega incondicional de manera más directa y personal. Pero entonces, NÓTESE: lo principal NO ESTÁ en el "YO quiero SER feliz"; sino está en la entrega: "yo quiero que ELLA SEA feliz", esa es la primera diferencia entre un vano idealismo y una entrega seria en el amor.
Pero, con todo, en todo esto NO debe olvidarse que el fin PRIMARIO del Sagrado Matrimonio NO ES el fin unitivo; ya que, si bien el fin unitivo es ciertamente un fin en sí mismo y NO meramente un medio. Es, sin embargo, un fin subordinado al fin PRIMARIO del Sagrado Matrimonio que es el fin procreador por el que los esposos manifestarán la fecundidad de su legítimo amor. Queda claro que no puede haber manifestación fecunda del amor si de entrada ni amor hay. Por eso el fin unitivo es un fin en sí mismo, porque el amor debe existir y debe ser auténtico y real. Pero ciertamente es real el amor de quien se entrega incondicionalmente a ejemplo de Cristo por la persona amada; por lo que jamás se podría decir que en un matrimonio así no hay amor y no se cumple el fin unitivo (salvo quizá que ese amor fuera completamente rechazado y entonces se quedara como un mero ofrecimiento sin frutos, pero entonces es obvio que la otra persona no querría ni casarse y no habría matrimonio ni discusión alrededor del mismo). A lo que voy con esto es que, incluso en una entrega tan generosa NO se debe olvidar que el Sagrado Matrimonio no implica meramente a los esposos que se unen, sino implica también a los hijos que nacerán, y esta generosa entrega puede realizarse entonces tan solo en la medida en que sea razonable suponer que, incluso si la persona no cambia su postura ni un ápice, los hijos no sufrirán consecuencias inaceptables. Por ejemplo, podría considerarse si la persona está dispuesta a que los hijos sean educados en la Fé Católica o no, si, pese a no compartirla, no presenta objeción al respecto, entonces puede considerarse que el bien de los hijos no está inaceptablemente comprometido en este sentido, pues si bien es claro que no tendrán el ejemplo conjunto de los dos padres, por otro lado, el extraordinario ejemplo de generosa e incondicional entrega del cónyuge católico podrá suplir mucho de lo que pudiera faltar de ejemplo del otro padre. Pero si, por el contrario, la oposición del cónyuge no católico es tan agresiva que no consentiría en lo más mínimo ningún tipo de enseñanza de la Fé a los hijos, entonces ahi la cosa ya no es tan sencilla, porque se estaría comprometiendo seriamente el bien espiritual de ellos. De hecho, entre las condiciones que se piden para la celebración de un matrimonio de esta naturaleza, está la de que el cónyuge no católico sea informado sobre el compromiso que tiene la parte católica de hacer todo lo posible para que los hijos sean educados en la Fé (no se exige la aceptación expresa de tal compromiso, pero de alguna manera, si se le informa del compromiso y aún así acepta casarse, pues indirectamente está aceptando que su pareja hará eso):
1125 Si hay una causa justa y razonable, el Ordinario del lugar puede conceder esta licencia; pero no debe otorgarla si no se cumplen las condiciones que siguen:
1 que la parte católica declare que está dispuesta a evitar cualquier peligro de apartarse de la fe, y prometa sinceramente que hará cuanto le sea posible para que toda la prole se bautice y se eduque en la Iglesia católica;
2 que se informe en su momento al otro contrayente sobre las promesas que debe hacer la parte católica, de modo que conste que es verdaderamente consciente de la promesa y de la obligación de la parte católica;
3 que ambas partes sean instruidas sobre los fines y propiedades esenciales del matrimonio, que no pueden ser excluidos por ninguno de los dos.
Nótese cómo también es exigido que las partes entiendan y acepten los fines y propiedades esenciales del matrimonio. Por lo que, si, por ejemplo, la parte no-católica no considera el matrimonio indisoluble, o si quiere un matrimonio en el que los hijos estén expresamente excluidos, entonces no sería posible realizar tal matrimonio con todo y la generosidad con la que la parte católica pudiera querer entregarse. Y ahí si desafortunadamente se entraría en la disyuntiva de o Cristo o la otra persona, y todo católico sabe en qué dirección debe resolverse esa disyuntiva para el bien de TODOS, incluido el no-católico.
Saludos y bendiciones en la alegría de la Resurrección del Señor.