por eduarod » Jue Jul 18, 2013 3:43 am
Estimada en Cristo Pilar Luzuriaga:
Es verdad que si dejas esa amistad simplemente "para complacerle" estaría ejerciendo el una especie de control indebido, y eso él lo percibe y por eso quizá le remuerde la conciencia cuando tu ofreces esa posibilidad, de modo que no la acepta. Pero el que él no lo acepte en esos términos, lo que es correcto, NO quiere decir que necesariamente esa amistad deba continuar.
El asunto en realidad lo debes encarar y decidir con criterios mucho muy superiores a esos.
Conozco gente buena y capaz que está convencida de que la amistad real entre hombre y mujer es imposible, que siempre es un tanto ficticia en el sentido de que, o no es profunda, o necesariamente deriva en "algo más".
Yo no comparto del todo esa visión, pero creo que contiene más elementos de verdad que un ingenuo: "si es posible, no tienen ningún problema, y todos deben respetar" o, peor aún "si me quiere y me respeta debe aceptarme como soy, incluyendo todas mis amistades".
Lo que ocurre en realidad es que la amistad se fundamenta en los elementos comunes que las personas pueden compartir, y cuando las personas comparten cosas importantes, la amistad, cualquier amistad, de la naturaleza que sea, tiende a crecer y desarrollarse, porque las personas naturalmente quieren poder compartir más con quien se dan cuenta que pueden hacerlo de manera fructífera.
El noviazgo, y, sobre todo, el matrimonio, son formas MUY ESPECIALES de amistad, el primero es la preparación, y el segundo es ya la instancia para una ENTREGA TOTAL, en la cual la persona quiere y se compromete a COMPARTIR INTEGRALMENTE todo lo que es y todo lo que tiene con la otra persona.
Ahora bien, otra característica de la amistad es que tiende a ser exclusiva: en la medida en que se comparte algo con alguien, y en la medida en que se comparte de manera fructífera y profunda, las personas tienden a ya no querer compartir eso mismo con otras personas, al menos no de la misma manera.
La unión matrimonial, en ese contexto, es tremendamente exclusiva: simplemente NO HAY lugar para una amistad que, de cualquier manera "COMPITA" con la amistad del cónyuge.
De hecho, tan es así, que la amistad del cónyuge NO ES la amistad más exclusiva que tienen los cónyuges, sino la amistad más exclusiva que tienen los cónyuges es la amistad que tienen cada uno de ellos con Cristo, por eso Dios nos pide que le amemos con todo el corazón, con toda la mente y con todas las fuerzas. Eso no deja lugar a NADIE más. Y por eso Cristo nos dice que, quien prefiera a su esposo o esposa por sobre de Él, ese no es digno de Él. Por consiguiente, ni siquiera la unión matrimonial se puede oponer a Cristo o competir con Él, y es por ello que la Unión Matrimonial para un cristiano tan solo se puede dar EN CRISTO, en el Sagrado Sacramento del Matrimonio del que Cristo es partícipe y en el que los esposos cristianos JAMÁS pueden ignorar Su Presencia.
Asi pues ¿Significa esa exclusividad de la unión conyugal entonces que los cónyuges deben convertirse en entes aislados de la sociedad y encerrados solamente en su unión?
No, no es así. Precisamente asi como ellos pueden unirse en Cristo sin contradecir por ello la exclusividad de su propia amistad con Dios, así también es posible que existan amistades con otras personas EN la pareja.
De este modo, lo que debe ocurrir, es que lo cónyuges pueden tener sus amistades, del sexo que sean, si y sólo si esas amistades PUEDEN SER parte de ese todo que ambos comparten.
Dicho de otra manera y en forma sencilla: en una pareja, en un matrimonio rectamente constituido, NO ES POSIBLE que una amistad sea amiga tan solo de uno de los cónyuges, sino que POR FUERZA, la amistad debe convertirse en amiga DE LA PAREJA, es decir, DE AMBOS CÓNYUGES. De modo que, CUALQUIER amistad que no cumpla con esta condición, EN VERDAD se opone el bien de la pareja, y, por eso, porque atenta contra la exclusividad propia de la amistad matrimonial, es que el cónyuge que mantenía amistad con esa persona, DEBE TERMINARLA POR PROPIA INICIATIVA y NO ESPERARSE a que eso sea siquiera una petición, mucho menos una imposición del otro cónyuge.
Por contraparte, cualquier persona que sea VERDADERAMENTE amiga de alguno de los cónyuges, que REALMENTE se preocupe por la persona Y NO por un interés egoista (estrictamente personal o colectivo) respecto a ella, no fallará en apreciar que el cónyuge ha venido a ser lo más importante (segundo solo a Dios) en la vida de la persona. Por consiguiente, si quiere el bien de la persona, sabrá buscar y encontrar su lugar para que su propia amistad no se oponga, sino sea compatible y enriquezca a la amistad de la pareja.
En cambio, cuando lo que existe es un interés egoista (y, por ejemplo, "mantener el grupito" puede ser un interés egoista o "yo te conocía desde antes, él debe respetar nuestra amistad" puede ser también un interés egoista) entonces en ello mismo esa amistad revela lo poco que realmente vale, pues no existe para enriquecer la vida de la persona, objetivo que ahora necesariamente se traduce en enriquecer la vida de la pareja; sino para de alguna manera "usarla" en su propio beneficio.
Asi pues, insisto, ante la exclusividad y totalidad propias de la alianza matrimonial, simplemente NO HAY "antigüedad" que por si misma tenga valor alguno. Lo único que tiene valor es la amistad que se alegra y regocija en que el amigo haya encontrado algo tan importante para su vida como su cónyuge y que, demostrando que no le mueve un interés egoista, sino la preocupación por el auténtico bien de la persona, sepa buscar y econtrar su lugar en esa amistad con la pareja.
Ahora bien, tener la amistad con la pareja NO significa que ahora tengan que hacer todo todos juntos, es decir, por ejemplo, si la esposa tenía a la amiga con la que le gustaba mucho ir al salón de belleza, entonces eso no quiere decir que ahora el esposo tenga que ir con ambas a discutir de permanentes y alaciados. O, por contraparte, si al esposo le gustan las carreras de coches, eso quiera decir que la amiga de los peinados tenga que ir ahora a de manera forzada a toda carrera que se pueda presentar. El esposo puede seguir llendo "solo" a las carreras con su amigo de las carreras, y la esposa puede seguir llendo "sola" con su amiga de los peinados. Pero no solos en realidad, porque la presencia de uno solo de ellos en realidad IMPLICA la presencia de la pareja completa. Y es que, asi como uno en lo personal puede tener su amigo de las carreras y su amigo de las cosas de Dios en la Iglesia, y tener buena amistad con ambos al compartir eso que tiene en común con cada uno, y no por ello es uno otra persona o se divide a sí mismo; así la pareja puede tener esas "especialidades" en las que una parte de la familia sea la que "atienda preferentemente" esas amistades particulares. Pero la cuestión entonces es que, en todo esto NO haya un "rompimiento", "oposición" o exclusión de la pareja. Es decir, que, por ejemplo, a la esposa le guste que el esposo vaya con su amigo a las carreras y disfrute verlos como se emocionan, les prepare un lunch para la carrera, etc. O que el esposo se "confabule" con la amiga de los peinados para que esta le ayude a la esposa a escoger un peinado con el que ella se vea muy guapa, y él lo comente y se lo reconozca. Pero los problemas comienzan cuando la esposa siente que las carreras se oponen a su vida familiar, y el amigo piensa que la esposa es una aburrida, y al esposo no le importe y aún así se vaya con su amigo a las carreras y en ellas critique con su amigo a su esposa o se queje de ella, o donde al esposo le parezca que la relación con esa amiga fomenta una frivolidad patológica en su esposa, y la amiga piense que el esposo es un "mochilón aburrido" y a la esposa no le importe lo que piensa su esposo y prefiera irse con su amiga, y de paso se ponga con ella a criticar al esposo o quejarse de él. Es ahí donde claramente esa amistad está constituyendo VERDADERA oposición respecto a la amistad conyugal, y, atendiendo al recto orden de las cosas, lo que debe terminar es esa dañina y y egoista amistad Y NO el matrimonio.
Ahora bien, por supuesto que a veces ocurre que una persona se deja "embaucar" y se enamora perdidamente de alguien que por ningún lado le conviene. Y entonces las verdaderas amistades hacen todo lo que pueden para ayudarle a esa persona a darse cuenta de la red en la que ha caido, pero esto lo hacen no por el interés egoista de que no se aleje del grupo, sino por la preocupación que tienen por esa persona que es su amiga y a la que de verdad aprecian y que ven ahora en situación difícil.
Es por ello que, si se da esa oposición generalizada de las amistades (y/o de la familia) es muy prudente que uno revise bien a fondo lo que está haciendo y los motivos que tiene para hacerlo. Y se de cuenta si es esa persona especial la que le está ayudando a ser una mejor persona y dejar un grupo de malas amistades (ante lo que, por lo mismo, aunque ellas se opongan, entonces hay que dejarlas); o bien si, en efecto, uno se está dejando embaucar y es mejor hacer caso de las advertencias de las buenas amistades.
Pero, con todo, esto de dejarse aconsejar por buenas amistades en realidad aplica fundamentalmente al noviazgo, es decir, a la preparación al matrimonio, Y NO, usualmente, al Sagrado Matrimonio mismo, porque ese es un Sacramento en donde se ha realizado esa estrecha unión ante Dios, la que, por eso, en sí misma tienen una prioridad mucho mayor que la de cualquier otra amistad. La única excepción podría ser la de un abuso real y manifiesto, donde buenas amistades puedan recomendar una sana y auténticamente necesaria separación (separación que, de cualquier manera, una persona auténticamente católica debería someter al juicio de su obispo para asegurarse de que sus motivos sean correctos y no exageraciones personales o de quienes le han aconsejado).
Evidentemente todos estos criterios que hemos delineado tienden a oponerse fuertemente a los del mundo actual, donde un número muy elevado de matrimonios son más bien comunidades de egoismo compartido por mutua conveniencia, y NO veraderas comunidades de donación mutua en el amor. Y donde la auto-afirmación de la propia individualidad e interés egoista, se aprecia muchísimo más que el sacrificio y negación de sí mismo en favor del ser amado. Pero, como cristianos que pretendemos seguir a Nuestro Señor que se anonadó a Si Mismo y se Entregó por nosotros en la Cruz, pues esos criterios y consejos del mundo simplemente no nos deben afectar o importar. Sino que, justamente siguiendo a Cristo, con Él y en Él, debemos de hacer lo que es recto a SUS Ojos. Y asi, por esa y con esa convicción hacerlo. NO porque se nos imponga, no por presiones externas, sino por el auténtico Amor que viene de Dios, y que en el Sagrado Matrimonio nos comprometemos ante Él a vivir y compartir con esa persona que hemos elegido... con TODAS sus virtudes y defectos.
Ahora bien, de manera independiente a todo esto, tu esposo, en efecto, puede tener un problema de celos, y aunque, por supuesto, te corresponde muchísimo más apoyarlo en superarlo que ayudar o complacer a otras posibles amistades. Y aunque ya señalamos que ciertamente pueden existir razones independientes para terminar (o no) con amistades que se opongan y en ese sentido sean nocivas a la amistad propia de los cónyuges; por otro lado es verdad que debe evitarse incluso la apariencia de que eso ocurre a causa de los celos, sino debe quedar MUY CLARO que ocurre a causa del amor. Y NO de un "amor" que en realidad se entienda como "subyugación" a esos celos. Sino que es a causa del amor por la propia e interna convicción de que esa amistad no era compatible, sino se oponía a ese amor y, por consiguiente, el amor en sí mismo (y no los celos o su consecuencia) exigía su terminación.
En esto puede haber incluso una ayuda implícita al tema de los celos que ayudará a combatirlos muchísimo mejor que una supuesta "concesión" ante los propios celos. Porque una concesión al vicio suele más fomentarlo que ayudar a terminarlo. Por consiguiente, terminar la amistad tan solo como concesión al asunto de los celos, puede no solo resultar doloroso y opresivo, sino completamente inútil si no es que hasta contraproducente.
En cambio, dado que los celos suelen originarse en alguna forma de inseguridad, el hecho de que el cónyuge tome una decisión tan radical como, por PROPIO CONVENCIMIENTO Y CONVICCIÓN terminar con algo tan valioso como puede ser una amistad en virtud de SU PROPIA percepción de que tal amistad SE OPONÍA al amor que esta persona quiere dar y está dando. Entonces eso, en sí mismo, se convierte en PRUEBA PALPABLE Y PATENTE de ese amor, y, por consiguiente, ayuda mucho a construir esa seguridad de la que la persona celosa carece, y a, si no eliminar, al menos si disminuir los celos de manera importante.
Pero, insisto, para que esto funcione así, debe ser real y debe quedar clarísimo que esa amistad se termina POR PROPIA DECISIÓN Y CONVICCIÓN, y EN DEFINITIVA NO COMO "CONCESIÓN" A LOS CELOS, o por la presión o molestia que esos celos generan.
Y así se debe vivir esto SIEMPRE. En otras palabras, simplemente no cabe una recriminación del tipo "yo terminé esa amistad por ti, ¿y tú que has hecho por mi?" Porque una recriminación así implica justamente una concesión. Pero precisamente estamos diciendo que esto NO DEBE SER UNA CONCESIÓN, sino un acto surgido DE LA PROPIA CONVICCIÓN.
Que Dios te bendiga.