Estimados hermanos en Cristo:
Varios puntos al leer este tema:
1. Aunque evidentemente en la Iglesia existe un significado propio y formal para aplicarle a alguien la palabra "santo"; el que, por cierto NO se refiere exclusivamente a los santos que han sido formalmente canonizados, sino a TODOS aquellos que gozan ya de la Visión Beatífica en la Patria Celestial (simplemente recordemos el sentido de la Fiesta de Todos los Santos del 1ero de Noviembre); por otra parte, la palabra TAMBIÉN tiene un sentido menos propio en el que, por extensión, se refiere a todos aquellos que se han acercado a Cristo y quieren vivir conforme a sus Enseñanzas. La misma Escritura usa la palabra en ese sentido:
Pablo, Apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, saluda a los santos que creen en Cristo Jesús.
Llegue a ustedes la gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.
Efesios 1, 1-2
Y eso, por supuesto, por no hablar de la aplicación que tiene la palabra al referirse a aquellos tiempos objetos, personas y lugares que, por algún motivo, tienen una especial conexión con los asuntos de Dios y de la Fe: el Santo Padre, el santo oleo, el Viernes Santo, el Santo Sepulcro, etc. ¡Resulta especialmente irónico que alguien se sorprenda de que se le llame santo al Santo Padre!
Claro, no hay que decirlo: es obvio que el sentido de la palabra es distinto cuando se le llama Santo Padre en razón de su Ministerio Petrino, es decir, en razón de la misión que Cristo le ha encomendado como Vicario Suyo, que cuando se le llama santo en razón de su desempeño y acciones personales. Pero, además de que lo segundo NO está del todo desconectado de lo primero (por eso hablamos de San Pío X, San Juan XXIII o San Juan Pablo II, y NO de San Giuseppe Sarto, ni de San Angelo Roncalli, ni de San Karol Wojtyla), lo irónico es que SI se entienda y se esté pronto a hacer esta distinción entre Santo Padre y decir que es un santo, y a la vez NO se entienda, ni se haga la distinción entre el sentido en que coloquialmente se dice que una persona viva es un santo, y el sentido fromal en el que se le llama santo a un santo canonizado.
Sinceramente, eso habla mucho más de lo que hay en la mente de quien no logar hacer una distinción tan simple, que de las pretensiones que pudiese tener quien, con una obvia admiración, pero en sentido evidentemente coloquial, llama santa a una persona viva.
2. Respecto a otro punto, y como bien ha demostrado el hermano Iván, la Iglesia claramente nos Enseña que el Magisterio del Sumo Pontífice goza de la asistencia del Espíritu Santo NO SOLO cuando es Extraordinario e Infalible, sino de manera continua. Eso NO quiere decir que CADA palabra del Magisterio Ponitificio venga directamente de Dios, o que el Papa sea estrictamente inerrante en todas sus acciones, pensamientos y palabras personales, o siquiera en todo su Magisterio. Eso haría que TODO el Magisterio Pontificio fuese Infalible. Pero es evidente que solo el Magisterio Infalible posee esa característica, por lo cual, en principio, TODO Magisterio NO-infalible es POTENCIALMENTE reformable. Y, sin embargo, la Asistencia CONTINUA del Espíritu Santo, respecto a la cual el hermano Iván ya citó esa Catequesis de San Juan Pablo II en la que el Santo Padre afirma que el carisma de la asistencia del Espíritu Santo abarca en medida diferente TODO el ejercicio del Magisterio, lo que al menos nos garantiza es que el Magisterio NO se opondrá a la Fe; pero en realidad suele abarcar también mucho más que eso, y hace que la Enseñanza del Magisterio sea, por mucho, la OPINIÓN MÁS CALIFICADA con la que podemos contar.
Asi, pese a NO tener la seguridad absoluta que tan solo el Magisterio Infalible puede darnos, de modo que NO podemos tener la certeza total de que algo que señala el Magisterio Ordinario NO-infalible es completamente cierto y correcto; aún así el agradecimiento a Dios por el Don de esa Asistencia nos obliga a acoger el Magisterio Ordinario con OBEDIENCIA RELIGIOSA, sabiendo que en unión a la Cátedra de Pedro tenemos de cualquier manera una garantía de no ir por un camino que nos aleje de Dios. Y, por otro lado, esta actitud NO es irracional, en tanto NO ES irracional estar de acuerdo con la fuente más autorizada que nos puede dar la apreciación u opinión más probablemente verdadera en algún asunto.
Ahora bien, si nosostros debemos acoger al Magisterio Ordinario NO-Infalibe con obediencia religiosa, y si un Concilio Ecuménico NO PUEDE opinar por encima de la opinión del Sumo Pontífice, ¿cómo puede ser, pues, reformado el Magisterio NO-Infalible en caso de no haber sido del todo certero y preciso? Pues ciertamente NO por la opinión de fieles "de a pie" muy celosos de SU PROPIA interpretación de la Verdad Católica, y ni siquiera por obispos o grupos de obispos en las mismas circunstancias. No, por supuesto que no. La ÚNICA instancia que puede reformar el Magisterio Pontificio es EL PROPIO Magisterio Pontificio. Ya sea dado a título personal por el Santo Padre únicamente, o en conjunto con los obispos en comunión con él como Cabeza del Colegio Apostólico. Eso es lo que nos Enseña la Constitución Apostólica Pastor Aeternus que el hermano Iván repetidamente ha venido citando en este tema, y ha sido también respaldado de manera igualmente Infalible por la Constitución Dogmática Lumen Gentium del Concilio Vaticano II (ya los veo venir con el tan gastado como falso cuento ese de que el Concilio Vaticano II supuestamente no emitió Enseñanza Infalibe
).
3. Es importante fijarnos un poco más en eso de que la asistencia del Espíritu Santo es CONTINUA en diferente grados, y que lo que eso nos dice es que el Papa NO nos llevará por caminos CONTRARIOS a la Fe aún cuando en algún punto en particular su Enseñanza no fuese del todo Verdadera o precisa.
Porque erradamente algunos interpretan la diferencia entre Magisterio Infalible y NO-Infalible como si de un todo o nada se tratase. Pero ya hemos visto que el Sumo Pontífice San Juan Pablo II nos enseña otra cosa. Que NO EXISTE ese "todo o nada" (en cuanto a la Asistencia del Espíritu Santo) sino que SIEMPRE hay ALGO, en diferentes grados, a veces más, a veces menos, pero SIEMPRE hay algún nivel de Asistencia.
Erradamente los que creen en ese falso e inexistente "todo o nada", piensan entonces que el Santo Padre PODRÍA llegar a ENSEÑAR una doctrina tan francamente erronea que llegase a OPONERSE a la Fe, lo que es la ÚNICA manera en que podría constituirse como herética.
Falsamente acuden estos a ese muy mal comprendido y peor interpretado ejemplo de Juan XXII, porque, en su celo de imponer su falsa visión de la Fe, los que este caso tan alegremente citan para inútillmente intentar justificar sus errores, no saben o se les olvida que Juan XXII NO ENSEÑÓ en un acto de Magisterio esas doctrinas erradas; doctrinas que, lejos de proponer de manera Ordinaria, mucho menos de manenra Extraordinaria a la Iglesia, EL MISMO LAS TENÍA por opinables y NO decididas. Por consiguiente, NUNCA ENSEÑÓ el error, sino simplemente planteó una hipótesis
como tal, la que al final resultó ser errada como él mismo lo reconoció. NO existió JAMÁS en este caso, pues, obligación alguna de los fieles de seguir o acoger con obediencia religiosa aquello que el Papa planteó como un tema que podía ser estudiado e investigado por los teólogos.
Pero claro, es fácil ignorar esto cuando lo que intersa es justificar el propio error.
Desde luego que el Papa Francisco TAMBIÉN podría decir MUCHAS cosas que, en una recta interpretación de sus palabras, se debieran entender como meras hipótesis y NO propiamente como Magisterio (vamos, por poner un claro ejemplo, como esa vez en la que habló de la posibilidad de que un marciano de color verde viniese a pedir el Bautismo, lo que, desde luego, NO nos obliga a acoger con obediencia religiosa la posibilidad de que haya marcianos de color verde). Pero entonces sería MUY DISTINTO que alguien justificara debidamente que no tiene la obligación de seguir un dicho del Papa planteado como una mera posibilidad o hipótesis, demostrando que asi fue como el Santo Padre lo expuso; a que nos quieran venir con el cuento de que el Papa puede enseñar doctrinas heterodoxas quasi-heréticas o francamente heréticas en su Magisterio Ordinario.
4. Más inútilmente aún se citan esos textos como el que ha sido citado en el tema de Santo Tomás respecto a la corrección fraterna a los superiores, cuando se citan para pretender aplicarlas respecto al Magisterio Pontificio.
Porque la implicación inmediata de esa afirmación de San Juan Pablo II respecto a al asistencia del Espíritu Santo en diferentes grados en TODO el Magisterio Pontificio, es que tontamente se está queriendo aplicar esos textos del Doctor Angélico y de otros santos, en diferentes grados, en contra DEL ESPÍRITU SANTO.
Parece pues, que, como Lucifer, algunos sienten que fratenalmente pueden intentar corregir a Dios mismo, Quien en estos casos habría juzgado mal respecto al nivel de Asistencia que debía dar, y que, por su pretendida dolosa omisión, y contra las Promesas de Cristo, habría pretendidamente permitido que desde la Cátedra de San Pedro -la que los fieles están OBLIGADOS a acoger con obediencia religiosa- estos mismos fieles fuesen desviados del recto camino de la Fe. Y al parecer piensan estos fieles que solo gracias a ellos mismos y a su "muy superior y ortodoxa interpretación de la Verdad Católica", el Espíritu Santo puede salvarse Él mismo, y salvar a los otros fieles de tan craso error, por lo que entonces esos otros fieles deben seguir la "muy acertada" visión y opinión de tales fieles "iluminados" por sobre la Cátedra de San Pedro. Y de estos fieles "iluminados" existe un largo historial en la vida de la Iglesia, se sabe, por ejemplo, de cierto teólogo que, justamente con la intención de una muy fraterna y respetuosa corrección, clavó en Wittenberg 95 fraternales y correctivas tesis que en realidad NO pretendían oponerse al Papa, sino que de verdad esperaban (un tanto ilusamente, hay que decirlo) que el Santo Padre sabiamente las acogiera, pusiera en órden a algunos y rectificara su proceder. En lo de poner en orden a algunos había algo de razón, y eso lo hizo el Concilio de Trento, pero en lo de rectificar al Papa, nuestro querido y fraternal teólogo corrector, Martín Lutero, derivó de ahí la verdaderamente herética Reforma Protestante.
Habemos otros -al parecer no tan "iluminados"-, sin embargo, que, con San Miguel Arcangel decimos "¿Quién como Dios?" y confiamos en que si Dios Mismo nos obligó a seguir la Cátedra de San Pedro, es porque Él Mismo en diferentes formas y grados (y NO necesariamente siempre mediante el Don de la Infalibilidad) GARANTIZA que, quienes nos acogemos confiadamente a ella, NO hemos de ser confundidos ni apartados del recto Camino de la Fe que nos conduce a Él.
Esto ciertamente NO hace santo al Papa, ni en sentido formal ni coloquial, sino simplemente resalta la Santidad DE DIOS.
La santidad personal del Papa depende de OTROS factores MUY distintos. Factores como el ser congruente entre lo que en virtud de su Ministerio Enseña y en las decisiones sobre lo que hace en su vida personal.
Saludos y bendiciones