MARIA ESTA ENTRE NOSOTROS

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MARIA ESTA ENTRE NOSOTROS

Notapor de la mancha » Jue Sep 20, 2012 3:49 am

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MARIA ESTA ENTRE NOSOTROS
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Que María la madre de Jesús a través de los tiempos ha hecho acto de aparición a determinadas personas de una manera o de otra, pienso que es algo que está confirmado.
A este respecto han sido varias las aceptadas por la Iglesia católica. Guadalupe (México) en el año 1.531. Lourdes (Francia) 1.858, Fátima (Portugal 1.917. Zeinum (Egipto) 1.968. Bosnia 1.981. Ruanda (2.001) y algunas otras que han sido descartadas. Además de un número indeterminado que están en estudio por la comisión correspondiente.

Y esta reflexión la termino de confirmar, al asistir hace unos días, a una residencia de personas de las llamadas “tercera edad” para visitar a un familiar que recientemente fue ingresado en uno de esos centros.

Amablemente me acompañó su directora para que conociera alguna de las dependencias del mismo, encontrándonos por los largos y soleados pasillos algunos residentes que nos saludaban con verdadero cariño.
Nos paramos para hablar con alguno de ellos ya que notamos la necesidad que tenían de hacerlo. Posiblemente motivado porque su comunicación con otras personas se reducía casi exclusivamente al contacto con sus propios compañeros de residencia.
Descubrí a través de nuestro pequeño diálogo con aquellas personas repletas de bondad y amor, que en aquel lugar la mentira y la falsedad eran situaciones totalmente desconocidas.

Algo que difícilmente podré olvidar, fue la visita que hicimos al comedor. En él vimos a Pilar, una señora que colaboraba con el personal auxiliar ayudando a dar la comida a quienes por su incapacidad, no podían hacerlo. Me sorprendió de una manera especial la asistencia que con paciencia y una fuerte dosis de dulzura le proporcionaba a un señor tetrapléjico.
Le pregunté a la directora que me acompañaba, cual era la relación que existía entre Pilar y aquel señor que padecía tetraplejia… ¿acaso su esposo o algún familiar cercano? La respuesta fue negativa. Pilar era sencilla y llanamente otra residente que dedicaba parte de su tiempo a ayudar a otros compañeros (amigos declaraba ella) que no podían valerse por si solos.
También conocí a Pablo de setenta y cinco años que llevaba más de seis acudiendo todas las noches a servir la cena con la mejor de sus sonrisas a sus “amiguetes” como a él le gustaba llamar a los residentes.

Cuando finalizó mi visita y me disponía a volver para casa la directora de la residencia, me presentó en su despacho a Mercedes, religiosa de color de 70 años, que ejercía su catequesis de forma voluntaria en una cárcel en Valencia, donde día a día hablaba con los residentes que cumplían condena animándoles a seguir adelante, esperando la ansiada libertad.

De regreso a casa, reflexionaba sobre los testimonios de servicio a los demás que me habían regalado, Pilar, Pablo, Mercedes y esa cantidad de personas voluntarias que acudían a la residencia a ayudar y ofrecer algo de ellas mismas para de este modo compensar las deficiencias de aquellos seres.

Y comprendí por todo lo vivido en aquel lugar, que no era estrictamente necesario que María se apareciera y que el Vaticano oficialmente lo aceptara o rechazara, simplemente porque María se encuentra entre nosotros aunque nos empeñemos en no verla.

Yo, la había visto en la persona de Pilar cuidando hermanos –como ella decía- y repartiendo todo su amor a los ancianos. Y era María que no entiende de raza ni colores, la que dentro del alma de Mercedes visitaba a los residentes de la cárcel de Valencia. Y se hallaba en el espíritu de Pablo que su tiempo de ocio y descanso lo dedicaba a repartir la cena a sus “amiguetes”.
Y quien duda, que María también se encontraba en la madre Teresa de Calcuta o en esas madres que sufren el látigo de la enfermedad de sida o la droga en sus propios hijos.

Así las cosas, muchas veces me pregunto si no nos habremos encontrado con Ella en cualquier lugar del mundo o en el corazón de nuestras amadas y queridas madres o en el de nuestras propias esposas.
No me cabe ninguna duda, que María está en el amor a los demás, en la entrega sin límites, en el sacrificio y en el sufrimiento. En el amor, en la bondad, en la comprensión, en la tolerancia….en la felicidad.

Ojalá que Jesús de Nazaret nos ofrezca de nuevo a su Madre, como lo hizo en su testamento desde la cruz: “Ahí tienes a tu Madre (Jn.19, 25.27)” y podamos verla y amarla en nuestros días.[/size][/color][/b]
de la mancha
 
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