por Flory Villalobos » Mié Nov 23, 2011 4:12 pm
Qué es la templanza y cuáles son sus los vicios que la contradicen?
«La templanza –afirma el Catecismo de la Iglesia Católica— es la virtud moral que modera la atracción de los placeres y procura el equilibrio en el uso de los bienes creados. Asegura el dominio de la voluntad sobre los instintos y mantiene los deseos en los límites de la honestidad. La persona moderada orienta hacia el bien sus apetitos sensibles, guarda una sana discreción y no se deja arrastrar “para seguir la pasión de su corazón. Los vicios que se oponen a la templanza son la intemperancia (por exceso) y la insensibilidad (por defecto). El intemperante deja que sus pasiones desordenadas ofusquen su razón. El insensible considera equivocadamente todo placer como algo pecaminoso. Ambas actitudes son contrarias a la naturaleza humana.
¿Qué otras virtudes se racionan con ella y por qué?
—La vergüenza, como temor a un acto torpe, no es propiamente una virtud, sino «una pasión digna de alabanza» que ayuda a evitar los actos contrarios a la templanza y a crecer en ella.
—La honestidad es propiamente una pasión: el amor a la belleza moral que supone obrar de modo templado. «La belleza, en efecto, puede encontrarse en sentido analógico en los asuntos morales, es decir en las acciones humanas
—La abstinencia capacita al hombre para «abstenerse del alimento en la medida de lo conveniente, conforme a las exigencias de los hombres con los que vive y de su propia persona, además de la necesidad de su salud» . El vicio contrario es la gula.
—La castidad a la que se aplica la moderación propia de la templanza está constituida por «los deseos de deleite que se dan en lo venéreo» .
¿Por qué esta virtud es importante para nuestra libertad interior y nuestra capacidad de amar?
La templanza, al moderar la inclinación a los placeres sensibles bajo el orden de la razón, hace posible que la voluntad no quede determinada o esclavizada por el apetito de esos placeres, y pueda amar libremente los distintos bienes que la recta razón le presenta. De ahí que una primera consecuencia de la templanza sea la libertad interior.
Hay que tener en cuenta que las energías que la templanza debe dominar, al ser esenciales para la vida humana, son muy fuertes y, por tanto, capaces de perturbar el espíritu humano en el más alto grado . La ruptura interior de la persona humana, producida por el pecado original y los pecados personales, dificulta aún más el dominio de la razón sobre los apetitos. Pues bien, la templanza humana y sobrenatural restaña la herida de la concupiscencia y elimina la tensión interior entre las exigencias del apetito y el orden de la razón.
Esta armonía entre apetito y razón hace posible un mayor dominio de sí mismo, una mayor libertad y, por tanto, una mayor capacidad de amar a Dios y a los demás apasionadamente. Gracias a la templanza, las energías de la persona se encauzan, potencian y secundan la acción libre dirigida por la razón, comprometiendo en ella a la persona entera, en cuerpo y alma; las fuerzas de la pasión se ponen, entonces, al servicio del amor, de la propia perfección y de la construcción de la sociedad.
Cita algunos ejemplos de cómo un cristiano vive en la vive en la vida ordinaria esta virtud
Expondré algunos ejemplos de la nuestra fundadora la Sierva de Dios Madre Marcelina de San José:
La “Sierva de Dios” ejercitó durante su vida la virtud de la templanza y enseño a sus hijas a vivirla: Era conocida su frugalidad en la comida, dominaba su apetito y se mortificaba: “Cuando te ha tentado el demonio de la gula, ya te viene el demonio contra la pureza” decía.
Renunciaba a cosas apetitosas para dárselas a alguna otra hermana o a los pobres.
Su espíritu de templanza también se manifestó en contentarse siempre con lo que le daban sin reclamar jamás ni exigir privilegios; tanto para aceptar lo incomodo de la vida, como para controlar las inclinaciones del cuerpo.