El turismo religioso es una actividad muy frecuente a la que se llega, generalmente por curiosidad. Se visitan los lugares sagrados con avidez y en busca de información, se sacan fotos, se filman, se compran recuerdos con el objeto de sentirse parte de ese sitio. Se puede creer o no lo que en el lugar visitado sucedió. La motivación es simplemente turística, como lo es una playa, un parque temático de diversiones, etc. Mucha gente sin suficiente fe o de poca formación puede caer en el turismo religioso con la mejor de las intenciones. Es necesario un gran desembolso económico, generalmente. No es malo, pero solo se cultiva el intelecto.
En tanto la peregrinación responde a una necesidad del alma, a un compromiso espiritual producto de la formación sistemática de la mano de un catequista comprometido, un/una religiosa/a o sacerdote/director espiritual. Puede llegar a hacerse gratuitamente, si se vive bajo votos. Es una práctica de piedad. Se cultiva el espíritu.
Debo confesar que he realizado ambos y nada supera el intercambio con el Señor que puede lograrse en una auténtica peregrinación. Prueba de esto es que en algunas pueden obtenerse santas indulgencias.
¡Viva Cristo Rey! ¡Viva maría Reina!
Marcela