La vocación: un don. Hasta ahí todos de acuerdo. Sí, un don de Dios que de forma consciente e intencional hace que una persona responda "sí" a la misión. El plan de Dios para cada hombre y mujer es la felicidad, en ese marco hemos de entender que aquel llamado que Dios hace al ser humano, es el camino correcto para la búsqueda y encuentro de la felicidad, del sentido de la vida y de la capacidad de entrega. Un don que capacita, un don activo, pero también bidereccional.
¿Todo es de Dios? ¿O será que dentro de ese don Dios cuenta con que el hombre quiera y pueda responder? Sería esta una buena cuestión para comenzar el debate.
Agustinas Descalzas, Benigñanim, España
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