por Mariango » Sab Feb 11, 2012 9:06 pm
Buenas noches.
En primer lugar quiero comentar que ya había enviado la reflexión a esta entrega y no ha salido publicada y sin querer no la había guardado. Lo que escribo hoy es nuevo y está cargado de otras reflexiones que a lo largo de la semana han estado nutridas por conversaciones que he sostenido con amigos, conferencias a las que he asistido y lecturas que he realizado.
El Misionerismo, como filosofía de vida, conlleva a una reconciliación consigo mismo y en esa medida a reconciliarnos con el mundo.
Al conocer quienes somos, de donde venimos y hacia donde vamos no obtendremos otras respuestas que: hijos de Dios, de Dios y hacia Dios, y como lo expresé en entregas anteriores Dios es amor y, por consiguiente, soy, vengo y voy al amor.
Ofrecerse a los demás, vivir al servicio del prójimo, desde el amor cambia por completo el mundo, cambia los estilos de vida, cambia el como nos percibimos. Bien dice el material base que nos llega como entrega 3 que los bienes del hombre no son terrenos, la mayor riqueza del hombre es conocerse a sí mismo, es descubrirse y en ese trabajo hallará una infinitud de virtudes y valores que, otorgados por Dios y reforzados en el seno familiar, son la fuente para una vida plena y gozosa. No hallará otra cosa que amor.
El egoísmo, la atención excesiva a la satisfacción de caprichos y no de necesidades, el individualismo, la actuación desmedida del ego no permite que actuemos desde la esencia misma de nuestro ser, desde nuestra naturaleza innata que es a imagen y semejanza de Dios.
El despertar de nuestra conciencia es un trabajo diario, permanente; es necesario que estemos constantemente desarrollándonos en ello, que nos ocupemos en crecer, en cambiar nuestro comportamiento, en dominar y orientar todo lo que sucede en nuestro interior y esa orientación que sea hacia lo que Dios nos enseña, que no seamos el único objetivo, que los otros son importantes, que estemos conscientes que es necesario que se dé un cambio en nosotros mismos.
El ámbito familiar representa nuestro primer escenario para aprender y para practicar estas cosas, pero en el laboral compartimos, durante la tercera parte del día, con compañeras y compañeros que no siempre están atentos a esto. Aquí la tarea es otra.
Cuando estamos en nuestros trabajos cada uno de nosotros está no solo allí sino que también está en la casa, en el colegio de los niños, en casa de nuestros padres, en la casa de los amigos, y mientras estamos compartimos “a distancia” su dinámica, su problemática. Esto nos limita a ver al otro, al que está cerca de nosotros y entender también lo que le pasa. Diariamente intento y me ocupo en atender estas cosas, en escuchar a las otras personas, en dedicarme a ellos, los de casa y de la oficina y a aquellos que se acercan sin saber yo quien son y piden una palabra, una escucha, un comentario, una mirada; ellos también son importantes.
Con estas actitudes y prácticas creo que impulsamos una filosofía de vida, un comportamiento orientado a los demás. Así el hombre se convierte en el salvador del hombre.
Misionerismo para mí ha sido una oportunidad para saber lo que puedo hacer, lo que quiero hacer, lo que por ser hija de Dios me corresponde: Dar con amor.
Saludos fraternos
Mariango
Caracas - Venezuela