por OrCaXvi » Lun Jun 04, 2012 4:09 pm
1. ¿Cómo se relaciona la norma moral de Humanae Vitae y la verdad del “lenguaje del cuerpo”?
La norma moral de Humanae Vitae trata sobre las dimensiones inseparables del acto conyugal, esto es, la unitiva y la procreativa; por su parte, la verdad del lenguaje del cuerpo se refiere al amor y a la fecundidad potencial, también de manera inseparable, pues no hay amor sin potencial fecundidad.
La relación está dada por la recíproca donación personal de los cónyuges para su mutuo perfeccionamiento personal en primer lugar, y para colaborar con Dios en la generación de nuevas vidas y en su educación.
2. ¿Cómo se justifica la rectitud de la norma enseñada por la Iglesia y su “practicabilidad”?
Por un lado, como se ha dicho, el amor y la posibilidad de la procreación son inseparables, el uno se realiza a través del otro. Por eso se necesitan dos criterios para la practicabilidad de norma, a saber: el primero, es respecto a las consecuencias procreadoras del acto conyugal, las cuales no pueden ser excluidas por medios artificiales, lo cual es anticoncepción, sino evitadas por medios naturales, lo que es control responsable de la paternidad-maternidad; el segundo, es adecuado uso de estos últimos, no como una técnica útil sino con el sentido ético que conserva y respeta el lenguaje del cuerpo, que no utilice al otro sino que mantenga la dignidad de ambos y promueva y facilite su comunión interpersonal.
3. ¿Cómo pueden los esposos evitar el embarazo y a la vez respetar el verdadero “lenguaje del cuerpo”?
Como se ha dicho anteriormente, el acto conyugal tiene dos dimensiones inseparables que se realizan una a través de la otra, y que para realizar el control de embarazos los ritmos naturales no deben ser considerados como una técnica, sino que hay que mantener el sentido ético del mismo acto conyugal para que exprese la voluntad de que ambos serán una sola carne, no únicamente en el sentido corporal sino en el sentido interpersonal; así me mantiene la totalidad del lenguaje del cuerpo.
4. ¿Cuál es el poder que brota de la “consagración” sacramental conyugal?
Frente a la concupiscencia presente en la actualidad del hombre por el pecado, que impide la unión de vista, corazón y cuerpo; la consagración sacramental de los cónyuges por medio de la decisión personal del compromiso va haciendo posible el dominio de sí, la donación mutua, la recíproca aceptación de cada uno, para que, ayudados con los sacramentos de la Eucaristía que, por la entrega nupcial de Cristo a su Iglesia, forma para la entrega conyugal, y de la reconciliación que, aún reconociendo la exigencia de la moral, se reconoce no estar a su altura, permite volver y perseverar en la misericordia divina y conyugal para progresar animadamente.
5. ¿A qué se refiere la virtud de la castidad y cómo se relaciona con el don de la piedad?
El lenguaje del cuerpo presente en la relación y en el acto conyugal, permite estar siempre relacionados con la fuente de la vida, de las personas, de la comunión entre ellas. A pesar de la desunión interior de cada uno y de la concupiscencia, la referencia al Padre creador y misericordioso, permite la relación sacramental con el Hijo redentor, para que el matrimonio y el acto marital sean un caminar con el Espíritu santificador.