Complemento al tema II: El plan de Dios
Publicado: Mié Abr 25, 2012 6:14 pm
Estimados participantes:
Es probable que hasta ahora, hayamos experimentado dos reacciones ante la explicación que Juan Pablo II hace del principio. En primer lugar, estoy segura de que muchos de ustedes, así como yo, nos preguntamos como los discípulos de Emaús: "¿No es verdad que 'arde' nuestro corazón al dejar que Cristo nos explique las escrituras?". Esto es porque, aunque ya no podemos ver el plan original de Dios más que como por contraste - como el negativo de una fotografía - porque hemos sido heridos por el pecado original, aún queda en nuestro corazón un eco de estas experiencias originales del hombre. ¡Y vaya que nos resuena!
Ahora bien, una segunda reacción también común, es que nos damos cuenta de las limitaciones a las que se enfrenta la razón. Ciertamente, penetrar en el misterio de la "prehistoria teológica" contenida en el Génesis es una tarea imposible para la sola razón, si no se deja guiar por este eco de nuestro corazón y por la luz de la fe. "Misterio" es la palabra que mejor describe la cuestión de la actitud que tenía el hombre original respecto a su cuerpo y la sexualidad... y cómo se contrasta con la nuestra. Por eso, les propongo un texto más que nos ayude a reflexionar sobre la actitud que debemos tener ante este "gran misterio".
Les aseguro mis oraciones,
Effy De Lille.
Es probable que hasta ahora, hayamos experimentado dos reacciones ante la explicación que Juan Pablo II hace del principio. En primer lugar, estoy segura de que muchos de ustedes, así como yo, nos preguntamos como los discípulos de Emaús: "¿No es verdad que 'arde' nuestro corazón al dejar que Cristo nos explique las escrituras?". Esto es porque, aunque ya no podemos ver el plan original de Dios más que como por contraste - como el negativo de una fotografía - porque hemos sido heridos por el pecado original, aún queda en nuestro corazón un eco de estas experiencias originales del hombre. ¡Y vaya que nos resuena!
Ahora bien, una segunda reacción también común, es que nos damos cuenta de las limitaciones a las que se enfrenta la razón. Ciertamente, penetrar en el misterio de la "prehistoria teológica" contenida en el Génesis es una tarea imposible para la sola razón, si no se deja guiar por este eco de nuestro corazón y por la luz de la fe. "Misterio" es la palabra que mejor describe la cuestión de la actitud que tenía el hombre original respecto a su cuerpo y la sexualidad... y cómo se contrasta con la nuestra. Por eso, les propongo un texto más que nos ayude a reflexionar sobre la actitud que debemos tener ante este "gran misterio".
Les aseguro mis oraciones,
Effy De Lille.
[LA SEXUALIDAD SEGÚN JUAN PABLO II. YVES SEMEN] 1
El misterio del plan de Dios1
“Aquellos que buscan el cumplimiento de la propia vocación humana y cristiana en el matrimonio, ante todo son llamados a hacer de esta ‘teología del cuerpo’, de la que encontramos el ‘principio’ en los primeros capítulos del libro del Génesis, el contenido de su vida y de su comportamiento”. Juan Pablo II2.
Ya hemos evocado la cuestión de nuestra actitud respecto a nuestro cuerpo. Se trata de una cuestión difícil, porque nos induce, inevitablemente, a la percepción que tenemos del mal: la fractura que sentimos en nosotros entre las llamadas del espíritu y las torpezas de nuestro cuerpo se nos presenta como una anomalía que no debiera existir, como una contradicción, como un mal. Y tenemos la impresión confusa, aunque profundamente anclada en nosotros, de que la responsabilidad de esta situación anormal debemos atribuirla a nuestro cuerpo. Es el lote común de la experiencia humana.
En esta especie de disociación entre el espíritu y la carne, el cuerpo nos aparece como algo imperfecto, impuro y hasta como un “error” del que deberíamos liberarnos. Encontramos aquí toda la herencia de la filosofía platónica, que considera el cuerpo como una prisión para el alma, y del que conviene liberarnos para recuperar la pureza de nuestra esencia humana, que es espiritual. Encontramos asimismo aquí ciertos aspectos del budismo, que busca permitir al hombre desprenderse de un mundo que es, por esencia, malo y fuente de desgracias. Este desprendimiento empieza por el de las presiones psíquicas y corporales. En pocas palabras, llegamos fácilmente a sentar a nuestro cuerpo en el banquillo de los acusados: el mal de nuestra condición humana procede del cuerpo. Con todo, la cuestión subsiste: ¿por qué tenemos un cuerpo y por qué ese cuerpo nos parece rebelde al espíritu? La filosofía se muestra impotente para responder a esta cuestión, una cuestión que no puede ser resuelta verdaderamente más que a una luz teológica y espiritual.
Por otra parte, esta cuestión es mucho más que un problema, es un misterio. ¿Cuál es la diferencia entre un problema y un misterio? El filósofo cristiano Gabriel Marcel realiza a este respecto una distinción muy iluminadora. Dice que un problema es una dificultad objetiva, cuya solución depende de la técnica. Por ejemplo, un problema matemático: basta con tener la técnica para resolverlo. El misterio es una dificultad que no comporta solución racional, porque no depende de ninguna técnica. No puede ser resuelto como un problema, porque yo mismo estoy implicado, comprometido en él, yo soy parte del mismo, mientras que en el problema sigo siendo exterior3.
Ante un misterio, hay varias actitudes posibles [...]. La única actitud recta, según Gabriel Marcel, consiste en, primero, reconocer el misterio, acogerlo; a continuación, acercarse a él, domesticarlo, más por medio de la experiencia concreta que por la lógica. Por último, reflexionar sobre él mediante un esfuerzo.
1 La sexualidad según Juan Pablo II. 4a edición. Yves Semen. Desclée De Brouwer. p. 63. 2 Audiencia del 2 de abril de 1980, 5.
3 Gabriel Marcel, Être et avoir, Éd. Aubier, París 1933, pp. 143-‐147 (edición española).