Hemos llegado a la cumbre de las enseñanzas de Juan Pablo II en su teología del cuerpo: el comentario de la Humanae Vitae. Este ciclo de catequesis es justo la aplicación de la "antropología adecuada" que el Papa fue desarrollando durante el tríptico antropológico del hombre original, histórico y escatológico. Estas audiencias se enfocan a la justificación de la enseñanza de las normas éticas del Papa Pablo VI en su encíclica parte-aguas, la Humanae Vitae. Así, el mismo Juan Pablo II considera este ciclo como "la coronación" de todo lo que ya había dicho en su teología del cuerpo, es decir, la culminación de su enseñanza...
Si en el tema de la resurrección de la carne el cristianismo encuentra muchas resistencias, ¡cuánta más oposición encuentra la Iglesia cuando aborda el problema ético del abrazo esponsalicio! ¿Cuántos "católicos de cafetería" conocemos, que escogen las enseñanzas del Magisterio con las que "están de acuerdo" y rechazan abiertamente las que les incomodan y, especialmente, las normas morales del acto conyugal? La Iglesia católica se ha quedado sola, entre todas las iglesias cristianas, defendiendo esta verdad... al punto que algunos autores han llegado a calificar a la anticoncepción como "la herejía moderna del cristianismo".
Espero que el texto complementario nos ayude a situar la enseñanza de Juan Pablo II en el contexto de la teología del cuerpo.
Estamos para servirles,
Effy De Lille.
[LA SEXUALIDAD SEGÚN JUAN PABLO II. YVES SEMEN] 1
El comentario de la Humanae Vitae1
“Ambos, el hombre y la mujer, al alejarse de la concupiscencia, encuentran la dimensión de la libertad del don unida a la feminidad y a la masculinidad, en la verdadera significación esponsal del cuerpo. [...] Por esta vía, dice Juan Pablo II, la vida conyugal se vuelve en cierto sentido litúrgica”. Juan Pablo II2.
Llegamos al final de este recorrido sobre el amor humano al que el Papa sugiere poner como título: “La redención del cuerpo y la sacramentalidad del matrimonio”3. Siguiendo a Juan Pablo II, hemos contemplado, en primer lugar, el esplendor del plan de Dios para el principio, cuando la vocación de los cuerpos era constituir la expresión en la carne de la comunión trinitaria de las Personas divinas. A continuación, hemos tomado conciencia del peso del pecado y de su fruto, que es la concupiscencia. Esta última conduce a los esposos a intentar instrumentalizar al otro y a considerar el matrimonio más como un medio de saciar su egoísmo que como la vía de la entrega de cada uno de ellos. Por último, hemos considerado la redención del cuerpo en la Nueva Alianza, la sellada en el cuerpo y la sangre de Jesucristo, que se desposa con la humanidad en el lecho nupcial de la cruz, y concede a la pareja, por medio de la gracia del sacramento del matrimonio, significar las bodas del Cordero y de la Iglesia, anuncia la resurrección de nuestros cuerpos y proclama nuestra vocación a ser incorporados para la eternidad en la vida misma de la Trinidad divina.
Ahora nos queda por ver en qué condiciones es posible vivir esta redención de nuestro cuerpo en el orden concreto, humilde y ordinario, de la vida conyugal. Al estudio de estas condiciones consagra el Papa la última parte de sus catequesis sobre el amor humano en el plan divino. Tras haberlas interrumpido durante el año santo de la Redención de 1983, las reemprende a partir de mayo de 1984 con 20 audiencias consagradas a “algunas consideraciones que versan en particular sobre la enseñanza de la Humanae Vitae”, la encíclica de Pablo VI publicada el 25 de julio de 1968 y consagrada al matrimonio y a la regulación de los nacimientos. “Me parece, en efecto, que cuanto pretendo exponer en las próximas semanas constituya como el coronamiento de todo lo que he explicado”4.
Debemos observar, no obstante, que Juan Pablo II no entra a bocajarro en el comentario de la Humanae Vitae. Comienza con tres audiencias consagradas a un comentario del Cantar de los cantares en la plenitud de su significación mística y erótica a la vez, una audiencia consagrada a lo que significa, carnal y espiritualmente, el matrimonio de Tobías con Sarra, y una audiencia consagrada a una recapitulación de la perspectiva escatológica del matrimonio en Efesios 5, donde exclama san Pablo: “Gran misterio es éste, lo digo respecto a Cristo y la Iglesia”. Esta pedagogía empleada por el Papa revela claramente su voluntad de evitar situar las prescripciones éticas de la Humanae Vitae en una perspectiva legalista y formalista, y eludir así los reproches y las críticas.
1 La sexualidad según Juan Pablo II. 4a edición. Yves Semen. Desclée De Brouwer, p. 155. 2 Audiencia del 4 de Julio de 1984, 4 y 5.
3 Audiencia del 18 de noviembre de 1984, 1.
4 Audiencia del 23 de mayo de 1984, 1.