Complemento al tema VII: La vida interior
Publicado: Mar May 29, 2012 7:52 pm
Estimados participantes:
Ahora sí hemos llegado al último tema de nuestro curso introductorio a la Teología del cuerpo y nos encontramos al final de nuestro primer acercamiento a esta liberadora enseñanza de Juan Pablo II. Pero, aunque nuestro curso está pronto a concluir, nuestro nuevo camino de la vida interior, ese camino de crecimiento llevado por la gracias de Dios, está apenas iniciando... Ya se nos ha señalado el camino, ahora hay que andarlo. Por eso quisiera proponerles como tema de nuestra última reflexión complementaria unas selecciones del libro Memoria e identidad de Juan Pablo II sobre el tema del camino de la vida interior.
Y es que Juan Pablo II explica que en el "misterio de la Redención" se concede al hombre la victoria de Cristo sobre el mal... como tarea. Esto quiere decir que ya Jesucristo nos ha dado toda la gracia de la redención con su vida, muerte y resurrección, pero está de nuestra parte la tarea de ponernos en camino para que esta gracia actúe en nosotros. Así, el hombre asume esta tarea emprendiendo el camino de "la vida interior", que consiste en un trabajo consciente sobre sí mismo, ese trabajo del cual Cristo es el maestro... Y este camino tiene tres etapas que se han de recorrer: la vía purificativa, la iluminativa y la unitiva.
Espero de todo corazón que este texto sea tan esperanzador para ustedes como para mí.
Effy De Lille.
Ahora sí hemos llegado al último tema de nuestro curso introductorio a la Teología del cuerpo y nos encontramos al final de nuestro primer acercamiento a esta liberadora enseñanza de Juan Pablo II. Pero, aunque nuestro curso está pronto a concluir, nuestro nuevo camino de la vida interior, ese camino de crecimiento llevado por la gracias de Dios, está apenas iniciando... Ya se nos ha señalado el camino, ahora hay que andarlo. Por eso quisiera proponerles como tema de nuestra última reflexión complementaria unas selecciones del libro Memoria e identidad de Juan Pablo II sobre el tema del camino de la vida interior.
Y es que Juan Pablo II explica que en el "misterio de la Redención" se concede al hombre la victoria de Cristo sobre el mal... como tarea. Esto quiere decir que ya Jesucristo nos ha dado toda la gracia de la redención con su vida, muerte y resurrección, pero está de nuestra parte la tarea de ponernos en camino para que esta gracia actúe en nosotros. Así, el hombre asume esta tarea emprendiendo el camino de "la vida interior", que consiste en un trabajo consciente sobre sí mismo, ese trabajo del cual Cristo es el maestro... Y este camino tiene tres etapas que se han de recorrer: la vía purificativa, la iluminativa y la unitiva.
Espero de todo corazón que este texto sea tan esperanzador para ustedes como para mí.
Effy De Lille.
[SELECCIONES DE MEMORIA E IDENTIDAD] 1
El camino de la vida interior1
La observancia de los mandamientos comporta una progresiva purificación interior. A su vez, esto lleva a descubrir los valores. Por tanto, se puede afirmar que la vía purificativa desemboca de manera orgánica en la iluminativa. Porque los valores son las luces que iluminan la existencia y, a medida que el hombre se trabaja a sí mismo, brillan cada vez más intensamente en el horizonte de su vida. Paralelamente, pues, a la observancia de los mandamientos – que tiene un carácter predominantemente purificador – se desarrollan en el hombre las virtudes. Así, por ejemplo, observando el mandamiento de “no matar”, el hombre descubre el valor de la vida en sus diferentes aspectos y aprende a respetarla cada vez más profundamente. Con la observancia del mandamiento “no cometerás adulterio”, practica la virtud de la pureza, lo que significa conocer cada vez mejor la belleza desinteresada del cuerpo humano, de la masculinidad y la feminidad. Precisamente esta gran belleza gratuita se convierte en luz para sus actos...
De esta manera, la etapa iluminativa del camino de la vida interior surge gradualmente de la etapa de purificación. Con el pasar del tiempo, el hombre que sigue con perseverancia al Maestro, que es Cristo, siente cada vez menos en sí la fatiga de luchar contra el pecado y experimenta más el gozo de la luz de Dios que impregna toda la Creación. Esto es de suma importancia, porque permite al hombre salir de una situación interior más sometida al riesgo de pecar – que, no obstante, sigue siempre al acecho, en mayor o menor grado, en la vida terrena – y moverse más libremente por todo el mundo creado. Conserva esta libertad y sencillez ciertamente en el trato con los seres humanos, también con los de sexo diverso al propio. La luz interior ilumina sus actos y abre sus ojos al bien del mundo creado, que proviene de la mano de Dios.
De esta manera, el camino purificador primero, e iluminador después, lleva de manera progresiva a los que se llama vía unitiva. Es la última etapa del camino interior, en la que el alma experimenta una particular unión con Dios. Dicha unión se produce en la contemplación del Ser divino y en la experiencia de amor que surge en ella con creciente intesidad. Se anticipa así, en cierta medida, la condición del hombre en la eternidad, más allá del confín de la muerte y del sepulcro. En efecto, Cristo, como supremo Maestro de la vida espiritual del hombre, y también cuantos se han formado en su escuela, enseñan que ya en esta vida se puede emprender el camino de unión con Dios.
[En el grado en que entra a esta vía unitiva], el hombre encuentra a Dios creador en todo, y está en contacto con Él en todo y a través de todo. Los seres creados dejan de ser para él una amenaza, como ocurría en la etapa del camino de purificación. Los seres, y especialmente las personas, no solamente recuperan la propia luz, puesta en ellas por Dios, sino que, si puede decirse así, “facilitan el acceso” a Dios mismo, tal como él mismo ha querido revelarse al hombre: como Padre, como Redentor y como Esposo.
1 Selecciones de Memoria e Identidad, la última obra publicada por Juan Pablo II antes de su muerte, Ed. Planeta, pp. 41-‐45).