por annylu » Dom May 13, 2012 8:24 pm
10. La corrupción de la familia
Pero la buena educación de la juventud, para que sirva de amparo a la fe, a la Religión, y a la integridad de las costumbres, debe empezar desde los más tiernos años en el seno de la familia, la cual, miserablemente trastornada en nuestros días, no puede volver a su dignidad perdida, sino sometiéndose a las leyes con que fue instituida en la Iglesia por su divino Autor. El cual, habiendo elevado a la dignidad de Sacramento el matrimonio, símbolo de su unión con la Iglesia, no sólo santificó el contrato nupcial, sino que proporcionó también eficacísimos auxilios a los padres y a los hijos para conseguir fácilmente, con el cumplimiento de sus mutuos deberes, la felicidad temporal y eterna.
Mas después que leyes impías, desconociendo el carácter sagrado del matrimonio, le han reducido a la condición de contrato meramente civil, siguióse desgraciadamente por consecuencia que, profanada la dignidad del matrimonio cristiano, los ciudadanos vivan en concubinato legal, como si fuera matrimonio; que desprecien los cónyuges las obligaciones de la fidelidad, a que mutuamente se obligaron; que los hijos nieguen a los padres la obediencia y el respeto; que se debiliten los vínculos de los afectos domésticos, y, lo que es de pésimo ejemplo y muy dañoso a la honestidad de las públicas costumbres, que muy frecuentemente un amor malsano termine en lamentable y funestas separaciones.
Toda la Encíclica me pareció estupenda y digna de un profundo análisis, y no cabe duda que nuestra doctrina es infalible y siempre nueva porque la creó Nuestro Señor Jesucristo para su preservación. Es admirable que leyendo documentos antiguos como esta Encíclica su mensaje es preciso para cualquier época. Escogí estos párrafos que arriba expongo, porque atañe tanto a mi país, México, donde se han aprobado leyes al aborto y matrimonios entre homosexuales, donde antiguamente eramos un país totalmente católico, ahora abundan templos protestantes, donde la juventud esta siendo corrompida y flanco fácil de grupos violentos, y todo esto porque no hemos sido buenos católicos y por no defender la verdadera doctrina cristiana. Desde mi humilde percepción, tanto alejamiento de los principios que Nuestro Señor Jesucristo nos enseñó, ha conducido a mi país (y de muchos países) en un campo de batalla, de desesperanza y zozobra. Los hijos de las tinieblas han sabido casi destruir el núcleo de la sociedad que es la familia atentando contra el matrimonio bien instituido por N.S. Jesucristo, por eso las nuevas generaciones crecen desorientados y adoptando ideologías contrarias a las cristianas. Provoca profunda tristeza, pero también debiera ser el motivo para prepararnos mejor como católicos, ser luz del mundo y testimonios vivos para que los que nos rodean se conviertan a la verdadera doctrina cristiana, y hacer con esto un mundo tal como lo pensó Dios.
Saludos a todos, y que Dios los bendiga con aún más.