por PEPITA GARCIA 2 » Lun Jun 18, 2012 12:48 pm
La revelación en el Concilio Vaticano II
INDICE
I. El Concilio Vaticano II completa la presentación de Vaticano I
II. Temas de Concilio Vaticano II
1. El objeto de la revelación es Dios mismo y el misterio de su voluntad.
2. ¿En qué consiste el "misterio de su voluntad" que Dios da a conocer?
3. Carácter dialogal de la revelación.
4. La revelación se realiza por obras y palabras.
5. Cristo, mediador y plenitud de la revelación.
6. Etapas o caminos de la revelación evangélica.
III. "Leyes" de la revelación según el Concilio Vaticano II
1. Ley de la "gratuidad"
2. Ley del "cristocentrismo"
3. Ley del "diálogo"
4. Ley de la "comunión"
5. Ley de la "historicidad"
6. Ley de la "eclesialidad"
I. El Concilio Vaticano II completa la presentación del Vaticano I
El Concilio Vaticano I había expuesto claramente dos formas de acceso a Dios:
1. Conocimiento natural de Dios. La razón natural es capaz de alcanzar un conocimiento cierto de Dios a partir de las cosas creadas. Es lo que llamamos "conocimiento natural de Dios", o "revelación natural"
2. Conocimiento sobrenatural de Dios. Porque hay algunas verdades que no son acccesibles a la razón humana, y no pueden ser conocidas siempre "por todos, de modo fácil, con firme certeza y sin mezcla de error". Estas verdades se refieren "a sí mismo y los decretos eternos de su voluntad", es decir, a la intimidad de Dios y los planes que Dios tiene para llamar al ser humano a gozar de la amistad con él, una amistad que es fuente de vida para el ser humano. Esta revelación es "sobrenatural", porque no se puede reducir al orden meramente "natural": sobrepasa el orden natural, no viene exigido por las necesidades "naturales" del hombre. Por esto es totalmente gratuito, es una oferta gratuita que Dios le hace al hombre sin que Dios esté obligado a ello, únicamente por amor. Por eso es "gracia"
Ventajas de este planteamiento: con esta distinción se hacía frente:
• al fideísmo: La razón natural puede alcanzar cierto conocimiento de Dios. La fe no es un absurdo; tiene una cierta racionalidad.
• al semirracionalismo: Existe un orden sobrenatural. que no se puede reducir al orden natural, también se admitía que nunca había existido un ser humano que se moviera únicamente en el orden natural sin haber sido llamado al orden sobrenatural, es decir, al orden de la gracia, de la amistad con Dios.
Pero este planteamiento necesitaba ser completado, porque podía dar la impresión de entender el orden natural y el orden sobrenatural de modo totalmente separado uno del otro.
• Este planteamiento es "extrinsicista", porque el orden sobrenatural aparecía como totalmente "extrínseco", es decir, no esencial ni en relación con el orden natural. Lo "sobrenatural" era un añadido a lo "natural", sin ninguna conexión con éste. Se corría el peligro de entender la revelación sobrenatural como totalmente desconectada de la razón natural. Se hacía necesario, por tanto, un planteamiento que aclarase de qué forma estos dos órdenes se relacionan.
II. Temas del Concilio Vaticano II
"Dei Verbum" es una de las cuatro Constituciones de Concilio Vaticano II. Aborda el tema de la revelación, y sobre todo de la Sagrada Escritura, su interpretación y su lugar en la vida de la Iglesia. En este apartado vamos a estudiar sobre todo los puntos 2, 3 y 4. Los principales temas abordados son:
.-1. El objeto de la revelación es Dios mismo y el misterio de su voluntad
"Dispuso Dios en su sabiduría revelarse a Sí mismo y dar a conocer el misterio de su voluntad" (Dei Verbum 2)
La revelación es obra gratuita de Dios ("dispuso Dios en su sabiduría..."). El texto repite las palabras del Concilio Vaticano I casi al pie de la letra, pero le da un giro más personalista. Lo que Dios revela no es primeramente un conjunto de "verdades abstractas", sino su misma persona. De esta forma sabremos que siempre que Dios se comunique con el ser humano, será para comunicarle algo de su persona. Esto queremos decir cuando afirmamos que "el objeto de la revelación es Dios mismo".
El Concilio Vaticano I, al hablar del contenido (objeto) de la revelación, dice: "revelar... a sí mismo y los decretos eternos de su voluntad"). El Concilio Vaticano II prefiere usar dos verbos distintos: "revelar" ("revelare") y "dar a conocer" ("notum facere"). Se reserva el verbo "revelar" exclusivamente para Dios ("revelarse a Sí mismo"), mientras que se usa "dar a conocer" para "el misterio de su voluntad".
.- 2. ¿En qué consiste el "misterio de su voluntad" que Dios da a conocer?
"...dar a conocer el misterio de su voluntad, mediante el cual los hombres, por medio de Cristo, Verbo encarnado, tienen acceso al Padre en el Espíritu Santo y se hacen consortes de la naturaleza divina" (Dei Verbum 2)
En vez de decir "los decretos eternos de su voluntad" (Concilio Vaticano I), "Dei Verbum" usa la expresión "el misterio de su voluntad". El término "misterio" es de origen bíblico, y alude al texto de Efesios 1,9. El "misterio" al que se refiere Ef 1,9 es el plan de salvación de Dios, escondido desde toda la eternidad, y que se ha revelado ahora. ¿Cuál es ese plan de salvación? Que Cristo es el único principio de salvación, tanto para los judíos como para los gentiles, y es la cabeza de toda la humanidad y de toda la creación. En definitiva, el "misterio" es Cristo mismo.
Y sigue diciendo más: por medio de este "misterio", es decir, por medio de Cristo, los hombres son llamados a la amistad con Dios. Esta amistad con Dios tiene tres características principales:
1. Como cualquier otra relación, es de naturaleza personal, de "tú a tú", entre Dios y el ser humano. Cada vez que se lee la Escritura, en privado o de forma comunitaria, el ser humano entra en comunicación con Dios.
2. Por ser de naturaleza "personal", es de carácter trinitario. Por medio de este "misterio", los hombres tiene acceso:
o ... al Padre
o ... por medio de Cristo
o ... en el Espíritu Santo.
3. El fruto de esta amistad es que el ser humano participa de la naturaleza divina: "se hacen consortes de la naturaleza divina".
III. Carácter dialogal de la revelación
"En consecuencia, por esta revelación, Dios invisible (cf. Col 1,15; 1 Tm 1,17) habla a los hombres como amigos (cf. Ex 33,11; Jn 15,14-15), movido por su gran amor, y mora con ellos (cf. Bar 3,38), para invitarlos a la comunicación consigo y recibirlos en su compañía" (Dei Verbum 2)
1. Por medio de esta revelación, Dios invisible ha hablado a los hombres. Dios ha roto su silencio y ha salido al encuentro del ser humano.
2. Dios ha actuado así movido únicamente por amor. Nada ni nadie le obliga.
3. Dios tiene con el ser humano un verdadero diálogo de amistad. El texto toma dos pasajes de la Escritura en los que se destaca el trato de amistad de Dios con los hombres:
o Éxodo 33,11: "El Señor hablaba con Moisés cara a cara, como un hombre habla con su amigo".
o Juan 15,14-15: "Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. En adelante, ya no os llamaré siervos, porque el siervo no conoce lo que hace su señor. Desde ahora os llamo amigos, porque os he dado a conocer todo lo que he oído a mi Padre".
4. Por medio de este diálogo personal, de amistad, Dios viene a vivir en medio de los hombres. El texto cita Baruc 3,38: "Apareció la sabiduría en la tierra, y convivió con los hombres". La cercanía de Dios con los hombres ha sido tan grande que Dios mismo se ha quedado en medio de los hombres, vive como uno más en medio de ellos, y conversa con ellos. Esta "sabiduría" que ha aparecido en la tierra, en realidad, es Cristo mismo, la Palabra del Padre que ha convivido con el ser humano.
4. La revelación se realiza por obras y palabras
"Este plan de salvación se realiza con hechos y palabras intrínsecamente conexos entre sí, de forma que las obras realizadas por Dios en la historia de la salvación manifiestas y confirman la doctrina y los hechos significados por las palabras, y las palabras, por su parte, proclaman las obras y esclarecen el misterio contenido en ellas" (Dei Verbum 2)
1. El ser humano se comunica no solo por lo que dice, sino también por lo que hace. De la misma forma, Dios también se comunica por lo que dice (palabras) y por lo que hace (obras).
2. Las obras manifiestan y confirman las palabras. Si la palabra no va acompañada por los hechos, se convierte en una palabra vacía, que no comunica. Los hechos dan credibilidad a las palabras, y manifiestan la fuerza escondida que tienen las palabras.
3. Las palabras explican el sentido de los hechos. Si los hechos no van acompañados por las palabras, se convierten en hechos sin sentido o se pueden malinterpretar. Es necesario dar una explicación de los hechos, que demuestre que estos hechos tienen un sentido. Los hechos tienen un "misterio", un sentido, que sólo la palabra aclara.
4. No se pueden separar los hechos de las palabras: "hechos y palabras intrínsecamente conexos entre sí" ("gestis verbisque intrinsece inter se connexis"). Por eso la revelación tiene un carácter "sacramental". En todo sacramento se da una unión de palabras y gestos. Por ejemplo, en el bautismo, mientras el sacerdote dice las palabras: "Yo te bautizo en el Nombre del Padre...", realiza el gesto de derramar agua sobre la cabeza del que se va a bautizar. "Dei Verbum" afirmará esta unión de "obras y palabras" más adelante al tratar del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento. Este carácter "sacramental" distingue la revelación cristiana de cualquier otra forma de revelación de tipo filosófico o gnóstico.
5. Cristo, mediador y plenitud de toda revelación
"Pero la verdad íntima acerca de Dios y acerca de la salvación humana se nos manifiesta por la revelación en Cristo, que es a un tiempo mediador y plenitud de toda la revelación" (Dei Verbum 2)
1. Carácter cristocéntrico de la revelación. Sólo en Cristo, verdadero Dios y verdadero hombre, se nos manifiesta plenamente la verdad de Dios y del ser humano.
2. Cristo es mediador de toda revelación. "Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí" (Jn 14,6). "Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y al Padre no lo conoce más que el Hijo, y aquél a quien el Hijo se lo quiera revelar" (Mt 11,27). "A Dios nadie lo vió jamás; el Hijo único, que es Dios y que está en el seno del Padre, nos lo ha dado a conocer" (Jn 1,18). Detrás de cada una de las palabras de la Escritura hay una presencia misteriosa de Cristo. Dios no ha comunicado nada que no nos haya venido a través de Cristo.
3. Cristo es la plenitud de toda revelación, porque Él es al mismo tiempo Dios en persona, y la Palabra de Dios que se ha acercado a nosotros haciéndose hombre. En Cristo, Dios se ha acercado a la humanidad de una forma insospechada, y nos lo ha dicho todo. No cabe esperar otra revelación.
Para ampliar:
• Teología de la revelación, de René Latourelle.
• Declaración "Dominus Iesus" de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
• Catecismo de la Iglesia Católica.
6. Etapas o caminos de la revelación evangélica
"Dios, creándolo todo y conservándolo por su Verbo, da a los hombres testimonio perenne de sí en las cosas creadas, y, queriendo abrir el camino de la salvación sobrenatural, se manifestó, además, personalmente a nuestros primeros padres ya desde el principio. Después de su caída alentó en ellos la esperanza de la salvación, con la promesa de la redención, y tuvo incesante cuidado del género humano, para dar la vida eterna a todos los que buscan la salvación con la perseverancia en las buenas obras. En su tiempo llamó a Abraham para hacerlo padre de un gran pueblo, al que luego instruyó por los Patriarcas, por Moisés y por los Profetas para que lo reconocieran Dios único, vivo y verdadero, Padre providente y justo juez, y para que esperaran al Salvador prometido, y de esta forma, a través de los siglos, fue preparando el camino del Evangelio" (Dei Verbum 3)
"Después que Dios habló muchas veces y de muchas maneras por los Profetas, "últimamente, en estos días, nos habló por su Hijo". Pues envió a su Hijo, es decir, al Verbo eterno, que ilumina a todos los hombres, para que viviera entre ellos y les manifestara los secretos de Dios; Jesucristo, pues, el Verbo hecho carne, "hombre enviado, a los hombres", "habla palabras de Dios" y lleva a cabo la obra de la salvación que el Padre le confió. Por tanto, Jesucristo -ver al cual es ver al Padre-, con su total presencia y manifestación personal, con palabras y obras, señales y milagros, y, sobre todo, con su muerte y resurrección gloriosa de entre los muertos; finalmente, con el envío del Espíritu de verdad, completa la revelación y confirma con el testimonio divino que vive en Dios con nosotros para librarnos de las tinieblas del pecado y de la muerte y resucitarnos a la vida eterna.
La economía cristiana, por tanto, como alianza nueva y definitiva, nunca cesará, y no hay que esperar ya ninguna revelación pública antes de la gloriosa manifestación de nuestro Señor Jesucristo (cf. 1 Tim., 6,14; Tit., 2,13)" (Dei Verbum 4)
• Desde el principio de la humanidad, Dios da testimonio continuo de sí mismo a todos los hombres. Todo esto constituye una "preparación al camino del evangelio", cuyas principales etapas son:
1. En la creación.
2. En la voz de la conciencia, por la que ofrece la salvación a todos los que lo buscan con sinceridad con la "perseverancia en las buenas obras" (sobre
3. En la historia del pueblo judío.
a. En la promesa a nuestros primeros padres.
b. En la llamada de Abraham.
c. En la enseñanza del pueblo judío por Moisés y los profetas.
• Pero sólo Cristo lleva a plenitud la revelación
1. Con su iluminación a todos los hombres, porque es "la Palabra que ilumina a todo hombre" (cf. Jn 1,9)
2. Con su misma persona (su "presencia y manifestación personal")
3. Con sus palabras y obras ("señales y milagros")
4. Con su muerte y resurrección.
5. Con el envío del Espíritu Santo.
Para ampliar:
• Teología de la revelación, de René Latourelle.
3. "Leyes" de la revelación según el Concilio Vaticano II
1. Ley de la "gratuidad"
• Dios se ha comunicado movido únicamente "por su bondad y sabiduría", "movido de amor" (cf. Dei Verbum 2). Nadie le obliga.
• Por tanto, hay que acercarse a la Escritura como un regalo inmerecido e inesperado.
2. Ley del "cristocentrismo"
• El cristianismo no es una "religión del libro", sino una "religión de la Palabra".
• Para nosotros, esa Palabra con la que nos encontramos en la Escritura no es una letra muerta, o una presencia sin rostro, sino una Persona: Cristo.
• Detrás de cada palabra de la Escritura hay una presencia de Cristo.
• "La palabra hecha libro (=Sagrada Escritura) contiene y es la palabra hecha carne (=Cristo)
3. Ley del "diálogo"
• La revelación no es una información neutra, desinteresada e impersonal, sino que es un diálogo y conversación de amistad entre Dios y el ser humano.
• La Biblia me habla si me dejo interpelar por ella, si respondo a lo que ella me pide.
4. Ley de la "comunión"
• Comunión = entrar una relación de vida con una persona.
• Si Dios se revela, no es para satisfacer nuestra curiosidad, sino "para invitarnos y recibirnos en su compañía" (cf. DV 2). Cuando Dios habla, llama a la puerta de nuestro corazón, para "cenar con nosotros" (cf. Ap 3,20)
• Esta comunión de vida se inicia ya aquí mediante la fe, pero no será completa hasta que lleguemos a la vida eterna, en el encuentro con Dios cara a cara.
5. Ley de la "historicidad"
• El hombre es un ser esencialmente histórico. Su conocimiento está condicionado profundamente por la historia.
• Dios habla al hombre en la historia (acontecimientos que suceden uno después de otro) y a través de la historia("obras y palabras")
• Hay que acercarse a la Biblia no como un libro de enseñanzas abstractas, sino como una "historia que habla"("obras y palabras")
6. Ley de la "eclesialidad"
• La Biblia ha surgido dentro de una comunidad de fe, que es la Iglesia. Ella la ha recibido, y ha encontrado en la Biblia la "norma de su fe".
• Por eso, la palabra que contiene la Biblia resuena plenamente sólo en la Iglesia.
• Sólo se puede leer y entender la Biblia dentro de la gran Tradición de la Iglesia. (cf. DV 7,8,9 y 10)
SI ANALIZAMOS CADA UNO DE ESTOS TEMAS Y SUB TEMAS TENEMOS MUCHO POR APRENDER Y REALIZAR.
"No anteponer nada al amor de Dios"
PEPITA GARCIA 2