Re: Investigación turística 9: La Gran Final
Publicado: Mar Jul 03, 2012 2:37 pm
NOVENO MANDAMIENTO:
NO CONSENTIRÁS PENSAMIENTOS NI DESEOS IMPUROS
¿Qué exige el noveno mandamiento?
El noveno mandamiento exige vencer la concupiscencia carnal en los pensamientos y en los deseos. La lucha contra esta concupiscencia supone la purificación del corazón y la práctica de la virtud de la templanza.
¿Qué prohíbe el noveno mandamiento?
El noveno mandamiento prohíbe consentir pensamientos y deseos relativos a acciones prohibidas por el sexto mandamiento.
¿Cómo se llega a la pureza del corazón?
El bautizado, con la gracia de Dios y luchando contra los deseos desordenados, alcanza la pureza del corazón mediante la virtud y el don de la castidad, la pureza de intención, la pureza de la mirada exterior e interior, la disciplina de los sentimientos y de la imaginación, y con la oración.
¿Qué otras cosas exige la pureza?
La pureza exige el pudor, que, preservando la intimidad de la persona, expresa la delicadeza de la castidad y regula las miradas y gestos, en conformidad con la dignidad de las personas y con la relación que existe entre ellas. El pudor libera del difundido erotismo y mantiene alejado de cuanto favorece la curiosidad morbosa. Requiere también una purificación del ambiente social, mediante la lucha constante contra la permisividad de las costumbres, basada en un erróneo concepto de la libertad humana.
COMENTARIO:
El noveno mandamiento de la Ley de Dios es: "No consentirás pensamientos ni deseos impuros." Quiere decir que seamos puros y castos en pensamientos y deseos. El hombre debe mirar a la mujer con el máximo respeto y delicadeza a su dignidad, honor y pureza. Y lo mismo debe hacer la mujer respecto al hombre. En todos los pensamientos, deseos y miradas debe reinar la pureza y la honestidad. El mismo Jesucristo, en el Sermón de la Montaña, nos dice: "Habéis oído que fue dicho: No adulterarás. Pero yo os digo que todo el que mira a una mujer deseándola, ya adulteró con ella en su corazón." (Mateo, 5.) Un joven puede mirar a una chica por encantadora y bella que es y complacerse en conversar con ella. Esto es noble y bueno. Pero mirarla con deseos impuros es pecado grave.
Los espectáculos como el cine, el teatro, etc., en si son buenos, una película o una representación teatral buenas son altamente educativas, forman el gusto artístico, educan el espíritu, lo elevan a un plano de vida digno y noble. Pero si el teatro y cine que se ve es inmoral, no se debe asistir, pues nos incitan al pecado. Son focos de corrupción y destruyen las buenas costumbres.
Para llevar una vida de pureza, lo mejor es frecuentar la Comunión. Cristo nos dará fortaleza y gracia para mantenernos castos y puros. El demonio no podrá contra vosotros. También es muy conveniente la consagración diaria a la Virgen María. Ella cuidará de nuestra alma.
Si nos aplicamos serenamente al trabajo y al estudio; si llevamos una vida sana, llena de alegría, nos libraremos de muchos peligros contra la pureza.
¿Cuál sería la norma de Conducta?
Que mis pensamientos, deseos y miradas sean limpios y puros. Jesucristo lo quiere.
Este mandamiento se refiere a los pecados internos contra la castidad: pensamientos y deseos. Nuestra moral cristiana no es una moral persona que finge sentir lo que no siente, que se fija sólo en lo externo; al contrario, exige una congruencia entre el acto interno de la voluntad y la acción externa.
Hoy la televisión propaga las fantasías sexuales. Es un modo de difundir la inmoralidad, pues dicen los psicólogos que la idea lleva al acto. Por eso la moral católica manda rechazar los pensamientos y deseos deshonestos.
Quien sinceramente desea evitar un acto prohibido, debe evitar también el camino que lleva a él. Se trata, naturalmente, de deseos de cosas prohibidas. Para los esposos son lícitos los deseos de todo aquello a lo que tienen derecho. Igualmente los novios pueden desear que llegue el día de su matrimonio.
Es claro que para que haya pecado en este mandamiento, como en cualquier otro, es necesario desear o recrearse voluntariamente en lo que está prohibido hacer. Quien tiene malos pensamientos, imaginaciones o deseos contra su voluntad, no peca. Sentir no es consentir. El sentir no depende muchas veces de nosotros; el consentir, siempre. El pecado está en el consentir, no en el sentir.
Siente el cuerpo, consiente el alma. Y quien peca es el alma, no el cuerpo.
http://www.es.catholic.net/conocetufe/3 ... hp?id=3556
http://www.es.catholic.net/abogadoscato ... p?id=25263
NO CONSENTIRÁS PENSAMIENTOS NI DESEOS IMPUROS
¿Qué exige el noveno mandamiento?
El noveno mandamiento exige vencer la concupiscencia carnal en los pensamientos y en los deseos. La lucha contra esta concupiscencia supone la purificación del corazón y la práctica de la virtud de la templanza.
¿Qué prohíbe el noveno mandamiento?
El noveno mandamiento prohíbe consentir pensamientos y deseos relativos a acciones prohibidas por el sexto mandamiento.
¿Cómo se llega a la pureza del corazón?
El bautizado, con la gracia de Dios y luchando contra los deseos desordenados, alcanza la pureza del corazón mediante la virtud y el don de la castidad, la pureza de intención, la pureza de la mirada exterior e interior, la disciplina de los sentimientos y de la imaginación, y con la oración.
¿Qué otras cosas exige la pureza?
La pureza exige el pudor, que, preservando la intimidad de la persona, expresa la delicadeza de la castidad y regula las miradas y gestos, en conformidad con la dignidad de las personas y con la relación que existe entre ellas. El pudor libera del difundido erotismo y mantiene alejado de cuanto favorece la curiosidad morbosa. Requiere también una purificación del ambiente social, mediante la lucha constante contra la permisividad de las costumbres, basada en un erróneo concepto de la libertad humana.
COMENTARIO:
El noveno mandamiento de la Ley de Dios es: "No consentirás pensamientos ni deseos impuros." Quiere decir que seamos puros y castos en pensamientos y deseos. El hombre debe mirar a la mujer con el máximo respeto y delicadeza a su dignidad, honor y pureza. Y lo mismo debe hacer la mujer respecto al hombre. En todos los pensamientos, deseos y miradas debe reinar la pureza y la honestidad. El mismo Jesucristo, en el Sermón de la Montaña, nos dice: "Habéis oído que fue dicho: No adulterarás. Pero yo os digo que todo el que mira a una mujer deseándola, ya adulteró con ella en su corazón." (Mateo, 5.) Un joven puede mirar a una chica por encantadora y bella que es y complacerse en conversar con ella. Esto es noble y bueno. Pero mirarla con deseos impuros es pecado grave.
Los espectáculos como el cine, el teatro, etc., en si son buenos, una película o una representación teatral buenas son altamente educativas, forman el gusto artístico, educan el espíritu, lo elevan a un plano de vida digno y noble. Pero si el teatro y cine que se ve es inmoral, no se debe asistir, pues nos incitan al pecado. Son focos de corrupción y destruyen las buenas costumbres.
Para llevar una vida de pureza, lo mejor es frecuentar la Comunión. Cristo nos dará fortaleza y gracia para mantenernos castos y puros. El demonio no podrá contra vosotros. También es muy conveniente la consagración diaria a la Virgen María. Ella cuidará de nuestra alma.
Si nos aplicamos serenamente al trabajo y al estudio; si llevamos una vida sana, llena de alegría, nos libraremos de muchos peligros contra la pureza.
¿Cuál sería la norma de Conducta?
Que mis pensamientos, deseos y miradas sean limpios y puros. Jesucristo lo quiere.
Este mandamiento se refiere a los pecados internos contra la castidad: pensamientos y deseos. Nuestra moral cristiana no es una moral persona que finge sentir lo que no siente, que se fija sólo en lo externo; al contrario, exige una congruencia entre el acto interno de la voluntad y la acción externa.
Hoy la televisión propaga las fantasías sexuales. Es un modo de difundir la inmoralidad, pues dicen los psicólogos que la idea lleva al acto. Por eso la moral católica manda rechazar los pensamientos y deseos deshonestos.
Quien sinceramente desea evitar un acto prohibido, debe evitar también el camino que lleva a él. Se trata, naturalmente, de deseos de cosas prohibidas. Para los esposos son lícitos los deseos de todo aquello a lo que tienen derecho. Igualmente los novios pueden desear que llegue el día de su matrimonio.
Es claro que para que haya pecado en este mandamiento, como en cualquier otro, es necesario desear o recrearse voluntariamente en lo que está prohibido hacer. Quien tiene malos pensamientos, imaginaciones o deseos contra su voluntad, no peca. Sentir no es consentir. El sentir no depende muchas veces de nosotros; el consentir, siempre. El pecado está en el consentir, no en el sentir.
Siente el cuerpo, consiente el alma. Y quien peca es el alma, no el cuerpo.
http://www.es.catholic.net/conocetufe/3 ... hp?id=3556
http://www.es.catholic.net/abogadoscato ... p?id=25263