9: La Capilla Paulina (Semana del 2 de julio)

En esta ocasión, en el curso “Basílicas y Capillas papales”, haremos un recorrido virtual por Roma. Nuestro objetivo religioso es claro: las basílicas y capillas papales, una cada semana, pero al mismo tiempo iremos conociendo Roma y todos los atractivos socioculturales que tiene para el turista.


Fecha de inicio del curso: 7 mayo de 2012

Fecha de finalización del curso: 7 julio de 2012

Periodicidad de envió de las lecciones: semanal

Moderadores: Catholic.net, Ignacio S, hini, Moderadores Animadores

Re: 9: La Capilla Paulina (Semana del 2 de julio)

Notapor anacerini » Lun Jul 02, 2012 7:32 am

Es maravilloso ver a los dos apóstoles tan bien pintados por la maestra mano de Miguel Angel. Ambiental la interpretación del Papa Benedicto sobre a quien se dirige la mirada de Pedro es interesante, aunque no excluye que se dirija de modo igual a quien entra a rezar, ya sea para elegir nuevo Papa, o para pedir intercesión ante el Señor.Es una mirada que te interpela en tu interior, aunque la mires vía internet como lo estamos haciendo ahora.Ambos, Pedro y Pablo son dos puntales dentro de la iGLESIA Y NOS MUESTRAN caminos complementarios para vivir la fe y anunciar al Señor.Ambos son, según sus carismas,guías para nuestro propio obrar! Hermosa la capilla. Bendiciones mil. Ana Cerini
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Re: 9: La Capilla Paulina (Semana del 2 de julio)

Notapor mariaines » Lun Jul 02, 2012 9:07 am

La conversión de San Pablo (Miguel Ángel)

La conversión de san pablo es un fresco del pintor renacentista italiano Miguel Ángel, ejecutado en la Capilla Paolina del Palacio Apostólico (Ciudad del Vaticano). Data del año [1549]]. Mide 6,25 metros de alto y 6,61 metros de ancho y hace pareja con otro fresco de Miguel Ángel dedicado a la Crucifixión de San Pedro.

Crucifixión de San Pedro (Miguel Ángel)

La Crucifixión de san Pedro (en italiano, Crocifissione di San Pietro) es un fresco del pintor renacentista italiano Miguel Ángel. Fue ejecutado entre 1546 y 1550 en la pared de la Capilla Paulina del Palacio Apostólico, en la Ciudad del Vaticano. Es un fresco que mide 6,25 metros de alto y 6,62 metros de ancho. Hace pareja con La conversión de san Pablo y es el último fresco ejecutado por Miguel Ángel.

El artista retrató a san Pedro en el momento en que, colocado al revés en la cruz, esta era alzada por los soldados romanos. Miguel Ángel concentró su atención en la descripción del dolor y del sufrimiento. Las caras de la gente presente están contraídas en una mueca de horror, y varios de los espectadores parece que van a morir.

Entre los jinetes a la izquierda, se ha reconocido un autorretrato del propio Miguel Ángel, con motivo de una reciente restauración.
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Re: 9: La Capilla Paulina (Semana del 2 de julio)

Notapor Terymar » Lun Jul 02, 2012 9:36 am

Primero que nada quiero disculparme por no haber participado totalmente del curso, he tenido problemas con mi internet.
Me gustaría saber si todavía puedo participar en las lecciones ya pasadas.

Este tema me parece muy interesante porque muchos de nosotros desconocemos, inclusive de la existencia de este maravilloso lugar. Bendecidas las manos de Miguel Angel por haber tenido el privilegio de plasmar a los dos Apóstoles y
podernos mostrar la mirada de Pedro. La interpretación del Papa Benedicto a quien se dirige la mirada de Pedro es bien interesante. Es una mirada que te muestra en interior, aunque la miremos vía virtual.

Pedro y Pablo son dos personajes dentro de la Iglesia que nos muestran caminos bien importantes para que podamos vivir nuestra fé y proclamar a nuestro Señor Jesucristo. Bellísima la Capilla. Me gustaría algún día poder visitarla.
Terymar
 
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Re: 9: La Capilla Paulina (Semana del 2 de julio)

Notapor carlos_cossio » Lun Jul 02, 2012 12:41 pm

Que belleza de la Capilla Paulina; realmente existe el recogimiento para la oración donde la fija y severa mirada de San Pedro parece ver al corazón de quién entra y Pablo constata ese momento donde por un instante no ves, es el encuentro con cristo. De ahí parten las dos columnas de la Iglesia y la misión.
Digno colofón de nuestro curso. Nos vemos.
carlos_cossio
 
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Re: 9: La Capilla Paulina (Semana del 2 de julio)

Notapor Mari64 » Lun Jul 02, 2012 12:54 pm

Buen día a todos, saludos desde Guatemala, me da gusto volver a dirigirme a todos, investigando encontré este artículo donde cuenta la historia de cómo Miguel Angel se hizo cargo de esta obra tan preciosa y asombrosa, como siempre su genialidad como artista se ve en cada detalle. Todavía no manejo bien el traslado de imágenes, porque en este artículo aparece completa la obra, espero salga. :?

La Capilla Paulina de Miguel Ángel

Una lectura de los frescos de Miguel Ángel en la Capilla Paulina del Vaticano. Dijo Benedicto XVI, tras la reciente restauración: «Los dos rostros están uno frente al otro. Se podría pensar incluso que Pedro tiene su rostro vuelto hacia el de Pablo, el cual, a su vez, no ve, pero lleva en sí la luz de Cristo resucitado. Es como si Pedro, en la hora de la prueba suprema, buscara la luz que había dado la verdadera fe a Pablo»

por Giuseppe Frangi

http://www.30giorni.it/upload/articoli_ ... 842928.jpg
<I>Crucifixión de san Pedro</I>, Miguel Ángel, Capilla Paulina, Ciudad del Vaticano [© Osservatore Romano/Associated Press/LaPresse]

Crucifixión de san Pedro, Miguel Ángel, Capilla Paulina, Ciudad del Vaticano [© Osservatore Romano/Associated Press/LaPresse]
El 25 de enero de 1540, para la fiesta de la conversión de san Pablo, hasta entonces celebrada en la Basílica de San Pablo Extramuros, el papa Paulo III Farnese le consagró al santo cuyo nombre había tomado la nueva capilla parva, encargada a Antonio da Sangallo el joven y construida en apenas tres años en el corazón del Palacio Pontificio. La capilla parva (contrapuesta a la capilla magna, cuyas funciones habían pasado a la Sixtina) era la capilla destinada al cónclave. Y sobre todo era el lugar en donde se conservaba el Santísimo Sacramento, por lo que se le había dotado de un altar y un tabernáculo. Cuando Paulo III la consagró, la capilla no tenía decoraciones, pero estaba claro quién iba a subir a los andamios: le tocaba de nuevo a Miguel Ángel, que acababa de bajar de los andamios de la Sixtina, donde había terminado la enorme obra del Juicio Universal. Miguel Ángel había superado los sesenta y cinco años y estaba angustiado por un viejo y atormentado encargo: la tumba de Julio II, el papa Della Rovere que había muerto hacía ya treinta años. Ya había recibido la retribución económica, los herederos no le dejaban respirar, pero el proyecto había sufrido ya miles de variaciones y su avanzada edad se lo estaba haciendo enormemente fatigoso. Para él –son palabras suyas– se había convertido en «la tragedia de la sepultura». Cuando Paulo III le anunció el nuevo encargo de los dos frescos para la Paulina, Miguel Ángel, listo él, tomó sus medidas, escribiendo el 20 de julio de 1542 al Papa, mediante el fiel Luigi Del Riccio, una carta de este tenor: «... Y habiendo sido de nuevo dicho maese Michelagnolo buscado y solicitado por la Santidad de Nuestro Señor el papa Paulo tercero para trabajar y decorar su capilla […], cuya obra es grande y exige la entrega completa de la persona sin otro tipo de encargos y ocupaciones, siendo dicho maese Michelagnolo viejo y deseando servir a Su Santidad con todas sus fuerzas, viéndose obligado por él, y no pudiendo tampoco hacerlo sin antes liberarse completamente de la obra del papa Julio, la cual lo tiene empeñado en la mente y el cuerpo, suplica a Su Santidad, puesto que ha decidido que trabaje para él, que interceda ante el ilustrísimo señor duque de Urbino para que lo libere de la ejecución de dicha sepultura, aboliendo y anulando toda obligación por su parte, como resulta de los honestos contratos firmados». En resumen, Miguel Ángel le pedía al papa Paulo que terciara ante las presiones del duque de Urbino. En realidad, no era este su verdadero estado de ánimo, como se deduce de otra carta privada, escrita al mismo Del Riccio, el siguiente mes de octubre: «Yo no puedo vivir si no es pintando, se pinta con el cerebro y no con las manos, y quien no puede tener el cerebro consigo se deshonra. Pero para volver a la pintura yo no puedo negarle nada al papa Paulo: yo pintaré a regañadientes, y haré cosas a regañadientes».
«No puedo negarle nada al papa Paulo»: así pues Miguel Ángel antes de finalizar aquel mismo año comienza a trabajar en las dos paredes de seis metros por seis que se le habían reservado. Es todavía un hombre repleto de energía, pese a su edad y pese a sentir que no tenía «el cerebro consigo». La reconstrucción de los días de trabajo, posible gracias a las técnicas de restauración modernas, nos revela a una persona capaz de hacer frente a una gran cantidad de trabajo en un día. Al final serán en total 172 jornadas de trabajo (85 en la Conversión de san Pablo y 87 en la Crucifixión de san Pedro), distribuidas durante siete años, con la interrupción de 1544, por problemas de salud.
La empresa comenzó por la pared izquierda, con la escena de la Conversión de san Pablo. Miguel Ángel tenía en sus manos la primera traducción al italiano de los Hechos de los Apóstoles, realizada por Antonio Brucioli, el amigo en cuya casa se había refugiado durante su fuga de Florencia en 1529: «Y habiendo caído todos nosotros al suelo, oímos una voz que me hablaba... Y yo dije, ¿quién eres, Señor? Y aquél dijo, yo soy Jesús, al que tú persigues». Miguel Ángel vuelve a imaginar el episodio basándolo en estos dos factores: el “me hablaba” y el “¿quién eres, Señor?”. Así pues, una interlocución directa y una presencia física. Es una reinterpretación avasalladora, con respecto a las imágenes algo apocadas de muchos otros pintores que le habían precedido. Miguel Ángel hace que Jesús irrumpa desde lo alto de la escena, como presencia física, real. No es un sueño, ni tampoco una bella y solemne aparición como la de Rafael en los tapices vaticanos. La figura de Cristo parece precipitarse hacia Pablo, una solución que también Caravaggio tendrá bien presente en la primera versión de los cuadros de la Capilla Cerasi de Santa Maria del Popolo. No todos aceptaron y comprendieron la representación de la conversión de Pablo propuesta por Miguel Ángel. En ambientes curiales no faltaron las críticas, como la de Giovanni Andrea Gilio, el eclesiástico censor del Juicio Universal, que en 1564, recién muerto el artista, escribiría: «Pero me parece que Miguel Ángel no acertó en el Cristo que se le aparece a Pablo en su conversión; el cual sin ninguna gravedad ni decoro parece que se precipita desde el cielo con gesto poco honroso...».
<I>Conversión de san Pablo</I>, detalle, Miguel Ángel, Capilla Paulina, Ciudad del Vaticano [© Osservatore Romano/Reuters/Contrasto]

http://www.30giorni.it/upload/articoli_ ... 842975.jpg
Conversión de san Pablo, detalle, Miguel Ángel, Capilla Paulina, Ciudad del Vaticano [© Osservatore Romano/Reuters/Contrasto]
El segundo elemento es la línea directa, verdadero eje en torno al que gira todo el fresco, que une a Cristo, en lo alto, y a Pablo, abajo. Un haz de luz arrollador, que representa un canal directo de relación y que queda resaltado por la simplificación que Miguel Ángel lleva a cabo en el paisaje circundante. La tierra desnuda, Damasco es una ciudad casi desenfocada al fondo, la escena está dominada por el cielo, de un azul profundo y dramático, conseguido con el lapislázuli que hizo traer para la ocasión desde Persia por Ferrara. Hay otro detalle insólito con respecto a la iconografía de la conversión de Pablo que el papa Benedicto XVI ha sabido captar, con motivo de la reapertura de la Capilla, tras la restauración, el pasado 4 de julio: es la extrañeza de un apóstol representado como un viejo, «mientras que», dice el Papa, «sabemos –y lo sabía bien Miguel Ángel– que la llamada de Saulo en el camino hacia Damasco se produjo cuando tenía unos treinta años». ¿Por qué hace esto Miguel Ángel? Esta es la explicación que da el Papa: «El rostro de Saulo-Pablo», que, además, es el del propio artista, ya viejo, inquieto y en busca de la luz de la verdad, «representa al ser humano necesitado de una luz superior. Es la luz de la gracia divina, indispensable para adquirir una nueva mirada, con la cual percibir la realidad orientada a la “esperanza que os está reservada en los cielos” –como escribe el Apóstol en el saludo inicial de la carta a los Colosenses».
En la pared de enfrente Miguel Ángel ha de representar, en cambio, la crucifixión de Pedro. Las jornadas de trabajo son cada vez más numerosas, las áreas pintadas son cada día más pequeñas. El tema tenía muchos y célebres precedentes, desde el del Sancta Sanctorum, el fresco de Cimabue de Asís, hasta la predela de Giotto en el políptico Stefaneschi, hoy conservado en los Museos Vaticanos. Desde el punto de vista simplemente compositivo, este tema siempre había dado quebraderos de cabeza a los artistas, porque la cruz al revés de san Pedro dejaba un gran espacio vacío arriba. Cimabue lo había resuelto levantando de manera innatural la cruz; Giotto haciendo volar dos ángeles a la altura de los pies del santo. Miguel Ángel, por su naturaleza, innova en sentido dramático la iconografía. En vez de representar el hecho consumado decide representar el instante precedente, es decir, la acción del levantamiento de la cruz. La escena adquiere así un dinamismo sobrecogedor, alrededor de la cruz todavía no levantada del todo sino inclinada. Los asistentes están marcados por el dolor, por el miedo, o, desde el otro lado, por la crueldad. Y hasta hay quien, en el centro de la escena, saliendo al descubierto como amigo de Pedro, trata de acercarse a los verdugos, pero alguien, evidentemente de su grupo, le agarra por un brazo y le recomienda prudencia (el episodio se cuenta en la Legenda aurea, donde sin embargo se sostiene que fue el propio apóstol quien calmó al amigo). Pero el epicentro de la invención de Miguel Ángel es sin lugar a dudas el rostro de Pedro, que con un gesto imprevisto y lleno de fuerza levanta el busto y dirige su mirada hacia atrás. Miguel Ángel trabajó muchísimo en este punto del fresco, corrigiéndolo en seco, para reforzar el gesto de Pedro, el único personaje de la escena que mira hacia fuera de la escena. ¿Por qué lo hace? ¿Y a quién mira? Tradicionalmente se ha sostenido siempre que la mirada iba dirigida a los cardenales reunidos en cónclave, ya que la Paulina, como hemos dicho, se destinó originariamente a ser lugar de celebración de los cónclaves. Benedicto XVI, en cambio, ofrece una hipótesis mucho más profunda y convincente: «Existe como un desconcierto, una mirada penetrante, tendida, como si buscara algo o a alguien en la hora final», ha anotado el Papa, quien sigue diciendo: «Los dos rostros [de Pedro y Pablo, n. de la r.] están uno frente al otro. Se podría pensar incluso que Pedro tiene su rostro vuelto hacia el de Pablo, el cual, a su vez, no ve, pero lleva en sí la luz de Cristo resucitado. Es como si Pedro, en la hora de la prueba suprema, buscara la luz que había dado la verdadera fe a Pablo».
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Re: 9: La Capilla Paulina (Semana del 2 de julio)

Notapor PEPITA GARCIA 2 » Lun Jul 02, 2012 1:08 pm

Capilla Paulina.

La Capilla Paulina, esta situada en el Palacio Apostólico, sirve como iglesia parroquial del Vaticano. Cerca de esta se encuentra la Capilla Sextina la cual esta separada a esta por la Sala Regia.
Imagen
El nombre de la Capilla Paulina se debe al Papa S. S. Pablo III, quien en el año 1540 inicio su construcción con Antonio da Sangallo el Joven. En esta Capilla se pueden observar dos hermosos frescos pintados por Miguel Ángel antes del año 1550 que fueron; la Crucificacion de San Pedro y La conversión de san Pablo. También aparecen otras pinturas como son las obras de Federico Zuccaro y de Lorenzo Sabbatini. Aparecen estatuas como la de P. Bresciano situada en la parte posterior de esta.

El colegio Cardenalicio antes de la apertura del cónclave se reunía en esta capilla para atender un sermón en el que se recuerda a los miembros su obligación de dar a la iglesia rápidamente su hijo más capaz como gobernante y guía. En esta capilla se cantan todos los días durante el conclave misas ¨De Spiritu Santo¨, en la cual deben de estar todos los miembros de dicho cónclave presente.
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Re: 9: La Capilla Paulina (Semana del 2 de julio)

Notapor AlejandraCatholic » Lun Jul 02, 2012 1:33 pm

Capilla Paulina:
De: http://www.zenit.org/rssspanish-31772
Esta capilla...ubicada muy cerca de la Capilla Sixtina, está reservada al Papa y a la familia Pontificia. Allí usualmente permanece expuesto el Santísimo Sacramento.

Un corto video de la restauraciòn de sus frescos:

http://www.youtube.com/watch?v=rHhJeh-SxP8

Y en la página del Vaticano, el link para realizar nuestro [b]tour virtual:[/b]

http://www.vatican.va/various/cappelle/ ... ina_en.htm

DIOS LES ACOMPAÑE SIEMPRE!
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Re: 9: La Capilla Paulina (Semana del 2 de julio)

Notapor PEPITA GARCIA 2 » Lun Jul 02, 2012 1:45 pm

Descubierto un autorretrato de Miguel Ángel en Capilla Paulina del Vaticano


Imagen AUTORRETRATO DE MIGUEL ANGEL.

ROMA.
- Un nuevo autorretrato del genio del Renacimiento, Miguel Ángel Buonarotti, ha sido descubierto en la recién restaurada Capilla Paulina en el Vaticano, lo que ha despertado el interés de críticos y estudiosos del maestro renacentista, informa hoy el diario "La Repubblica".

Según el jefe de los restauradores de los Museos Vaticanos, Maurizio De Luca, en uno de los dos frescos de la capilla, el de la Crucifixión de San Pedro, aparece un "autoritario" Miguel Ángel con turbante...

02/07/09 - EMOL (Chile)
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Re: 9: La Capilla Paulina (Semana del 2 de julio)

Notapor MARIAANGELES RAMIREZ » Lun Jul 02, 2012 1:48 pm

La capilla Paulina (en italiano, Cappella Paolina) es una famosa capilla en el Palacio Apostólico, que sirve como iglesia parroquial del Vaticano. Está separada de la Capilla Sixtina sólo por la Sala Regia. Recibe su nombre del papa Pablo III, quien encargó su construcción al arquitecto Antonio da Sangallo el Joven (1540).
Antes de 1550, Miguel Ángel pintó dos frescos aquí: La conversión de san Pablo y la Crucifixión de San Pedro. Otras pinturas en la capilla son obra de Lorenzo Sabbatini y Federico Zuccaro. Las estatuas de la parte posterior son de P. Bresciano.
Antes de la apertura del cónclave el Colegio cardenalicio se reúne en esta capilla para atender un sermón en el que se recuerda a los miembros su obligación de dar a la iglesia rápidamente su hijo más capaz como gobernante y guía. Los cardenales después se retiran a la Capilla Sixtina. En la Capilla Paulina se cantan diariamente durante el cónclave misas solemnes "De Spiritu Sancto", en la que deben estar presentes todos los miembros del cónclave.
Hay otras dos Capillas Paulinas: una en la iglesia de Santa Maria Maggiore y otra en el Palacio del Quirinal, ambas en Roma.


Capilla Paulina. Esta capilla esta situada en el Palacio Apostólico, sirve como iglesia parroquial del Vaticano. Cerca de esta se encuentra la Capilla Sextina la cual esta separada a esta por la Sala Regia.

El nombre de la Capilla Paulina se debe al papa Pablo III, quien en el año 1540 inicio su construcción con Antonio da Sangallo el Joven. En esta capilla se pueden observar dos hermosos frescos pintados por Miguel Ángel antes del año 1550 que fueron; la Crucificacion de San Pedro y La conversión de san Pablo. También aparecen otras pinturas como son las obras de Federico Zuccaro y de Lorenzo Sabbatini. Aparecen estatuas como la de P. Bresciano situada en la parte posterior de esta.

El colegio Cardenalicio antes de la apertura del cónclave se reunía en esta capilla para atender un sermón en el que se recuerda a los miembros su obligación de dar a la iglesia rápidamente su hijo más capaz como gobernante y guía. En esta capilla se cantan todos los días durante el conclave misas ¨De Spiritu Santo¨, en la cual deben de estar todos los miembros de dicho cónclave presente.
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Re: 9: La Capilla Paulina (Semana del 2 de julio)

Notapor maycito » Lun Jul 02, 2012 3:01 pm

La virtud del silencio explicada a los hijos

http://es.catholic.net/familiayvida/154 ... p?id=45323

El misterio de la cruz

http://www.es.catholic.net/aprendeaorar ... p?id=15025

La debilidad de la cruz tiene varios aspectos:
1. Ella muestra que Jesús escogió el camino de la debilidad; la cruz muestra la debilidad de Jesucristo.
2. La debilidad de la cruz es también la debilidad del discurso sobre Jesús. Colocando en el centro del evangelio la cruz de Cristo, el apóstol presenta un evangelio débil; el mensaje de la cruz provoca rechazo en lugar de atracción.
3. Para presentar el mensaje de la cruz, el apóstol deja de lado cualquier artificio, cualquier ayuda de la elocuencia que pudiese mejorar la cualidad o la receptividad del mensaje. En lugar de ayuda al oyente, Pablo lo aparta por la debilidad de su presentación.
La cruz significa estas tres debilidades: debilidad de Cristo, de la doctrina sobre Cristo y de la presentación por el apóstol. Estas tres debilidades están íntimamente asociadas.
En 2 Co 13,4 Pablo une los diversos aspectos: “El fue crucificado por debilidad... también nosotros somos débiles”. A pesar de ello, la debilidad de Cristo y la nuestra no son definitivas. Cristo tiene el poder de Dios y nosotros tenemos ese poder que da vida por la resurrección.
En la epístola a los Filipenses encontramos un sentido semejante. La cruz está presente en el famosos himno cristológico: “Se humilló haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Flp 2,8). El “obediente” expresa aquí la condición de esclavo, ya evocada en el versículo 7. La cruz recuerda también la condición de esclavo. Visiblemente la cruz añade algo esencial a la muerte. Jesús no mereció la exaltación como Señor simplemente porque murió. Su muerte fue una muerte de esclavo, una muerte humillante. La cruz significa el desprecio, la humillación. La exaltación que sobrevino después de la resurrección no fue simplemente un retorno a la vida sino el acceso a la condición de Señor, opuesto a la condición de esclavo.
Más adelante Pablo compara dos modelos de apóstol, el suyo propio y el de “muchos otros de por ahí” (3,18). Esos muchos otros de por ahí se comportan como “enemigos de la cruz de Cristo” (3,18). ¿Qué significa eso?
Es claro que ser un apóstol enemigo de la cruz de Cristo es hacer lo contrario de aquello que Pablo hace. Ahora Pablo está preso, reducido a la violencia y criticado inclusive por otros apóstoles (1,15). Pablo es un apóstol despreciado y humillado, reducido a la impotencia como un esclavo. Podemos pensar que los “enemigos de la cruz de Cristo” procuraron y consiguieron salvarse de la prisión. Han debido evangelizar de manera que se protegieran de la prisión y de la humillación. ¿Ser “enemigo de la cruz de Cristo” sería predicar una doctrina opuesta a la cruz de Cristo, o tener un comportamiento, un modo de ser apóstol, que no concordara con el comportamiento de Cristo y no llevara a participar de la cruz de Cristo?
El dios de ellos “es su vientre”, dice Pablo (3,19). ¿No significa eso que ellos prefieren salvar en primer lugar su propia tranquilidad, su bienestar en vez de arriesgarse a ir a prisión?
Todo indica que aquí también el tema de la cruz de Cristo está unido a una manera de evangelizar, a un tipo de acciones muy concretas, muy diferentes del modo de actuar de Pablo.
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Re: 9: La Capilla Paulina (Semana del 2 de julio)

Notapor Mariluisa9 » Lun Jul 02, 2012 5:44 pm

La Capilla Paulina, me parece que invita a la oración y al recogimiento, con los frescos que la rodena y en especial el de San Pedro y San Pablo, a quienes hemos celebrado al final de la semana pasada, son impactantes, como toda la obra de Miguel Angel, sin embargo me impresionó la mirada escrutadora de San Pedro, que parece interrogarnos con la mirada.
Quiero añadir una nota, este tema no me llegó a mi correo, fue necesario entrar al portal de Catholic net para obtener la información. Gracias y que Dios les bendiga. Mariluisa
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Re: 9: La Capilla Paulina (Semana del 2 de julio)

Notapor PEPITA GARCIA 2 » Lun Jul 02, 2012 6:00 pm

La restauración de la Capilla Paulina

Imagen

Conversión de Saulo, detalle de Saulo

El 30 de junio de 2009 en la Sala Regia fue presentada a la prensa la restauración de la Capilla Paulina*.

La Capilla, ubicada en los Palacios Apostólicos Vaticanos, fue comisionada por S.S. Pablo III Farnese a Antonio da Sangallo (1537- 42), y posteriormente a Miguel Ángel se le encargó la realización de dos frescos: la Conversión de Saulo y la Crucifixión de San Pedro (1542-50). Desde siempre, la Capilla Paulina, es un lugar de culto reservado al Papa y a la Familia Pontificia.

La restauración, que empezó en el año 2002 bajo la dirección del historiador del arte Arnold Nesselrath, fue realizada por el equipo "Laboratorio de Restauración de Pinturas Vaticanas" dirigido por Maurizio De Luca con la financiación de los Patrons of the Arts.

Además de la restauración pictórica, se ha realizado la reordenación del presbiterio y se ha puesto una nueva instalación de iluminación, que pone de relieve las pinturas presentes.


* La Capilla Paulina, puesto que es capilla privada del Santo Padre, está fuera del recorrido de los Museos Vaticanos y no está abierta al público.
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Re: 9: La Capilla Paulina (Semana del 2 de julio)

Notapor Abogada62 » Lun Jul 02, 2012 7:02 pm

Con esta narrativa tan exhaustiva y profunda como las anteriores, nos adentramos en la historia y es algo tan ilustrativo que verdaderamente nos llena.
Esa obra maravillosa , esos frescos realizados por el famoso pintor Miguel Angel Buonarrotti que transmiten vida sus figuras, tal cual se describe la mirada de Pedro cuando iba a ser crucificado y la de Pablo al recibir la luz divina, la Fe en Cristo, es solo una parte de tan excelsa obra que nos deleita y maravilla.

Leyendo un poco mas, sobre el criterio del Santo Padre acerca de la mirada de Pedro que es hacia los visitantes, su criterio es valedero, dado su autoridad , estudios, y cercania con la obra.

Nuevamente las gracias y especial carino para nuestra guia, quien con fe y diligencia esta enviandonos el material educativo semana a semana.

Estoy recuperandome de una operacion de emergencia y he estado alejado lamentablemente, por unos dias .

Muchos saludos y que Dios nos siga guiando en el camino de la Fe...
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Re: 9: La Capilla Paulina (Semana del 2 de julio)

Notapor Angelopolis » Lun Jul 02, 2012 7:06 pm

Capilla Paulina.
Esta capilla esta situada en el Palacio Apostólico, sirve como iglesia parroquial del Vaticano. Cerca de esta se encuentra la Capilla Sextina la cual esta separada a esta por la Sala Regia.
El nombre de la Capilla Paulina se debe al papa Pablo III, quien en el año 1540 inicio su construcción con Antonio da Sangallo el Joven. En esta capilla se pueden observar dos hermosos frescos pintados por Miguel Ángel antes del año 1550 que fueron; la Crucificacion de San Pedro y La conversión de san Pablo. También aparecen otras pinturas como son las obras de Federico Zuccaro y de Lorenzo Sabbatini. Aparecen estatuas como la de P. Bresciano situada en la parte posterior de esta.

El colegio Cardenalicio antes de la apertura del cónclave se reunía en esta capilla para atender un sermón en el que se recuerda a los miembros su obligación de dar a la iglesia rápidamente su hijo más capaz como gobernante y guía. En esta capilla se cantan todos los días durante el conclave misas ¨De Spiritu Santo¨, en la cual deben de estar todos los miembros de dicho cónclave presente

Angelopolis :D
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Re: 9: La Capilla Paulina (Semana del 2 de julio)

Notapor Angeles Reese » Lun Jul 02, 2012 10:02 pm

Que Dios nos conceda una fe fuerte como a Pedro y un espíritu apostólico como a Pablo

Imagen

Federico Zuccaro (1542 - 1609), fue un pintor, arquitecto y escritor italiano, que trabajó en España.
Por encargo del papa Gregorio XIII, comenzó a pintar la Capilla Paulina en el Vaticano, pero por motivos personales tuvo que huir en 1574 a Londres. Pasó seis años en la corte inglesa, pintando sobre todo retratos. Los cuadros más conocidos de esta época son los retratos de las reinas Isabel I y María Estuardo.
En 1580 se trasladó a Venecia, pintando para el Palacio de los Dogos una Humillación de Barbarroja.
El papa Gregorio XIII animó a Zuccaro a retornar a Roma, para terminar la Capilla Paulina, y así lo hizo. En 1586 siguió la llamada del rey Felipe II para trasladarse a Madrid y colaborar en la decoración de El Escorial. Fundamentalmente se dedicó a pintar retablos y frescos.
Retornó a Roma, donde fundó la Accademia di San Luca, de la que fue el primer presidente.
Además de su actividad pictórica, Zuccaro trabajó también en el campo de la teoría del arte.

Obras
Frescos en la Villa d'Este, Tivoli, en colaboración con Taddeo Zuccari
La conquista de Túnez, Fresco en la Sala Regia del Vaticano,
Pinturas en la Capilla Paulina, Vaticano
La caída de Satanás, Frescos en la Capilla de Pío V del Vaticano
Adoración de los magos, 1564, San Francesco della Vigna, Venecia
Pinturas del retablo mayor del monasterio de san Lorenzo del Escorial (en colaboración con Pellegrino Tibaldi)
La expulsión del templo, 1571, retablo en Santa Caterina dei Funari, Roma
La veneración del Dogo ante el Papa Alejandro III en el atrio de San Marcos de Venecia;
La humillación de Barbarroja ante el Papa, alrededor de 1582, Sala del maggior consiglio, Palacio de los Dogos, Venecia
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Re: 9: La Capilla Paulina (Semana del 2 de julio)

Notapor leonzinha » Mar Jul 03, 2012 3:55 am

Hola a todos!: He encontrado esta pagina de gobierno italiano donde hay una visita virtual y fotos de la capilla
http://www.quirinale.it/qrnw/statico/pa ... l-sala.htm
es bellisima!
leonzinha
 
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Re: 9: La Capilla Paulina (Semana del 2 de julio)

Notapor leonzinha » Mar Jul 03, 2012 4:01 am

leonzinha
 
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Re: 9: La Capilla Paulina (Semana del 2 de julio)

Notapor ayga127 » Mar Jul 03, 2012 6:55 am

REZO DE LAS VÍSPERAS CON OCASIÓN
DE LA REAPERTURA DE LA CAPILLA PAULINA
DEL PALACIO APOSTÓLICO VATICANO

HOMILÍA DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI

Capilla Paulina
Sábado 4 de julio de 2009



Señores cardenales;
venerados hermanos en el episcopado y en el sacerdocio;
queridos hermanos y hermanas:

Se realiza hoy, a pocos días de la solemnidad de San Pedro y San Pablo y de la clausura del Año paulino, mi deseo de poder reabrir al culto la Capilla Paulina. En las basílicas papales de San Pablo y de San Pedro hemos vivido las celebraciones solemnes en honor de los dos Apóstoles; esta tarde, casi como culminación, nos reunimos en el corazón del palacio apostólico, en la capilla construida por voluntad del Papa Pablo III y realizada por Antonio de Sangallo el joven, precisamente como lugar de oración reservado para el Papa y para la Familia pontificia. Ayudan a meditar y a orar de manera muy eficaz las pinturas y las decoraciones que la embellecen, en particular los dos grandes frescos de Miguel Ángel Buonarroti, que son los últimos de su larga existencia. Representan la conversión de san Pablo y la crucifixión de san Pedro.

Ante todo atrae nuestra mirada el rostro de los dos Apóstoles. Ya por su posición, es evidente que estos dos rostros desempeñan una función central en el mensaje iconográfico de la capilla. Pero, independientemente de su ubicación, de inmediato nos llevan "más allá" de la imagen: nos interrogan y nos inducen a reflexionar. Consideremos en primer lugar a san Pablo: ¿por qué está representado con un rostro tan anciano? Es el rostro de un hombre mayor, mientras que sabemos —y lo sabía bien Miguel Ángel— que la llamada de Saulo en el camino de Damasco se produjo cuando tenía unos treinta años. La elección del artista nos sitúa fuera del puro realismo, nos hace ir más allá de la simple narración de los hechos para introducirnos en un nivel más profundo. El rostro de Saulo-Pablo —el del propio artista ya envejecido, inquieto y en busca de la luz de la verdad— representa el ser humano necesitado de una luz superior. Es la luz de la gracia divina, indispensable para adquirir una nueva mirada, con la cual percibir la realidad orientada a la "esperanza que os está reservada en los cielos", como escribe el Apóstol en el saludo inicial de la carta a los Colosenses, que acabamos de escuchar (Col 1,5).

El rostro de Saulo caído en tierra está iluminado desde lo alto por la luz del Resucitado y, a pesar de su dramatismo, la representación inspira paz e infunde seguridad. Expresa la madurez del hombre interiormente iluminado por Cristo Señor, mientras a su alrededor gira un torbellino de acontecimientos en el que todas las figuras se reencuentran como en un remolino. La gracia y la paz de Dios han envuelto a Saulo, lo han conquistado y transformado interiormente. Esa misma "gracia" y esa misma "paz" son las que él anunciará a todas sus comunidades en sus viajes apostólicos, con una madurez de anciano, no biológica, sino espiritual, que le dio el Señor mismo. Por eso, aquí, en el rostro de Pablo, ya podemos percibir el corazón del mensaje espiritual de esta capilla: el prodigio de la gracia de Cristo, que transforma y renueva al hombre mediante la luz de su verdad y de su amor. En esto consiste la novedad de la conversión, de la llamada a la fe, que tiene su cumplimiento en el misterio de la cruz.

Del rostro de Pablo pasamos así al de Pedro, representado en el momento en el que su cruz, invertida, es alzada y él vuelve su mirada hacia quien lo observa. También este rostro nos sorprende. La edad que representa es la exacta, pero lo que nos maravilla e interroga es su expresión. ¿Por qué esta expresión? No es una imagen de dolor, y la figura de Pedro transmite un sorprendente vigor físico. El rostro, en especial la frente y los ojos, parecen expresar el estado de ánimo del hombre frente a la muerte y el mal: existe como un desconcierto, una mirada penetrante, tendida, como si buscara algo o a alguien en la hora final. Asimismo, en los rostros de las personas que están a su alrededor destacan los ojos: reflejan miradas inquietas, algunas incluso atemorizadas o perdidas. ¿Qué significa todo esto? Es lo que Jesús había predicho a este Apóstol suyo: "Cuando seas viejo, otro te llevará a donde tú no quieras"; y el Señor había añadido: "Sígueme" (Jn 21, 18-19). Precisamente ahora se realiza el culmen del seguimiento: el discípulo no es más que el Maestro, y ahora experimenta toda la amargura de la cruz, de las consecuencias del pecado que separa de Dios, toda la absurdidad de la violencia y de la mentira. Si a esta capilla se viene a meditar, no se puede huir del radicalismo del interrogante planteado por la cruz: la cruz de Cristo, Cabeza de la Iglesia, y la cruz de Pedro, su Vicario en la tierra.

Los dos rostros en los que se ha detenido nuestra mirada están uno frente al otro. Se podría pensar incluso que Pedro tiene su rostro vuelto hacia el de Pablo, el cual, a su vez, no ve, pero lleva en sí la luz de Cristo resucitado. Es como si Pedro, en la hora de la prueba suprema, buscara la luz que había dado la verdadera fe a Pablo. Y en este sentido, las dos imágenes pueden convertirse en dos actos de un único drama: el drama del misterio pascual: cruz y resurrección, muerte y vida, pecado y gracia.

Tal vez los acontecimientos están representados en un orden cronológico inverso, pero emerge el plan de la salvación, el plan que Cristo realizó en sí mismo llevándolo a plenitud, como acabamos de cantar en el himno de la carta a los Filipenses. Para quienes vienen a rezar en esta capilla, y en primer lugar para el Papa, san Pedro y san Pablo se convierten en maestros de fe. Con su testimonio, invitan a entrar en profundidad, a meditar en silencio el misterio de la cruz, que acompaña a la Iglesia hasta el fin de los tiempos, y a acoger la luz de la fe, gracias a la cual la comunidad apostólica puede extender hasta los confines de la tierra la acción misionera y evangelizadora que le encomendó Cristo resucitado. Aquí no se realizan celebraciones solemnes con el pueblo. Aquí el Sucesor de Pedro y sus colaboradores meditan en silencio y adoran al Cristo vivo, presente especialmente en el santísimo sacramento de la Eucaristía.

La Eucaristía es el sacramento en el que se concentra toda la obra de la Redención: en Jesús Eucaristía podemos contemplar la transformación de la muerte en vida, de la violencia en amor. Con los ojos de la fe reconocemos oculta bajo el velo del pan y del vino la misma gloria que se manifestó a los Apóstoles tras la Resurrección, y que Pedro, Santiago y Juan contemplaron anticipadamente en el monte, cuando Jesús se transfiguró ante ellos: acontecimiento misterioso, la Transfiguración, que el gran cuadro de Simone Cantarini representa también en esta capilla con fuerza singular. Sin embargo, en realidad, toda la capilla —los frescos de Lorenzo Sabatini y Federico Zuccari, las decoraciones de los numerosos artistas convocados aquí en un segundo momento por el Papa Gregorio XIII—, todo, podríamos decir, converge aquí en un mismo y único himno a la victoria de la vida y de la gracia sobre la muerte y sobre el pecado, en una sinfonía de alabanza y de amor a Cristo redentor que resulta muy sugestiva.

Queridos amigos, al final de esta breve meditación, quiero dar las gracias a cuantos han colaborado para que podamos disfrutar nuevamente de este lugar sagrado completamente restaurado: al profesor Antonio Paolucci y a su predecesor el doctor Francesco Buranelli, que, como directores de los Museos Vaticanos, se han interesado siempre por esta importantísima restauración; a los técnicos especializados que, bajo la dirección artística del profesor Arnold Nesselrath, han trabajado en los frescos y las decoraciones de la capilla y, en particular, al maestro inspector Maurizio De Luca y a su ayudante Maria Pustka, que han dirigido los trabajos y han intervenido en los dos murales de Miguel Ángel, con el asesoramiento de una comisión internacional formada por estudiosos de renombre.

Mi agradecimiento se dirige también al cardenal Giovanni Lajolo y a sus colaboradores de la Gobernación, que han prestado especial atención a la obra. Y, naturalmente, expreso un caluroso y debido agradecimiento a los beneméritos mecenas católicos, estadounidenses y de otras partes, es decir, a los Patrons of the Arts, comprometidos generosamente en la salvaguarda y valorización del patrimonio cultural en el Vaticano, quienes han hecho posible el resultado que hoy admiramos. A todos y a cada uno manifiesto mi agradecimiento más cordial.

Dentro de poco cantaremos el Magníficat. Que María santísima, maestra de oración y de adoración, junto con san Pedro y san Pablo, obtenga abundantes gracias para los que vengan con fe a esta capilla. Y nosotros, esta tarde, dando gracias a Dios por sus maravillas, y especialmente por la muerte y la resurrección de su Hijo, elevamos a él nuestra alabanza también por esta obra que hoy llega a su conclusión. "A Aquel que tiene poder para realizar todas las cosas incomparablemente mejor de lo que podemos pedir o pensar, conforme al poder que actúa en nosotros, a él la gloria en la Iglesia y en Cristo Jesús por todas las generaciones y todos los tiempos. Amén" (Ef 3, 20-21).
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Re: 9: La Capilla Paulina (Semana del 2 de julio)

Notapor Titica » Mar Jul 03, 2012 9:58 am

Cuando visite el Vaticano, estuve en la capilla Sixtina, pero en aquel momento no estaba abierta la Capilla Paulina. Si nos dijeron que solo la usaba el Papa.
Viendo las dos fotos, la pintura es muy bonita y tiene algunos rasgos de la pintura de los frescos de la Capilla Sixtina.
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Re: 9: La Capilla Paulina (Semana del 2 de julio)

Notapor J Julio Villarreal M » Mar Jul 03, 2012 10:38 am

La Capilla Paulina de Miguel Ángel

Benedicto XVI, dijo refiriendoce a los frescos: tras la restauración:
“Los dos rostros están uno frente al otro. Se podría pensar incluso que Pedro tiene su rostro vuelto hacia el de Pablo, el cual, a su vez, no ve, pero lleva en sí la luz de Cristo resucitado. Es como si Pedro, en la hora de la prueba suprema, buscara la luz que había dado la verdadera fe a Pablo”


Imagen

Crucifixión de san Pedro, Miguel Ángel, Capilla Paulina, Ciudad del Vaticano.


El 25 de enero de 1540, para la fiesta de la conversión de san Pablo, hasta entonces celebrada en la Basílica de San Pablo Extramuros, el papa Paulo III Farnese le consagró al santo cuyo nombre había tomado la nueva capilla parva, encargada a Antonio da Sangallo el joven y construida en apenas tres años en el corazón del Palacio Pontificio. La capilla parva (contrapuesta a la capilla magna, cuyas funciones habían pasado a la Sixtina) era la capilla destinada al cónclave. Y sobre todo era el lugar en donde se conservaba el Santísimo Sacramento, por lo que se le había dotado de un altar y un tabernáculo. Cuando Paulo III la consagró, la capilla no tenía decoraciones, pero estaba claro quién iba a subir a los andamios: le tocaba de nuevo a Miguel Ángel, que acababa de bajar de los andamios de la Sixtina, donde había terminado la enorme obra del Juicio Universal.
Miguel Ángel había superado los sesenta y cinco años y estaba angustiado por un viejo y atormentado encargo: la tumba de Julio II, el papa Della Rovere que había muerto hacía ya treinta años. Ya había recibido la retribución económica, los herederos no le dejaban respirar, pero el proyecto había sufrido ya miles de variaciones y su avanzada edad se lo estaba haciendo enormemente fatigoso. Para él –son palabras suyas– se había convertido en «la tragedia de la sepultura». Cuando Paulo III le anunció el nuevo encargo de los dos frescos para la Paulina, Miguel Ángel, listo él, tomó sus medidas, escribiendo el 20 de julio de 1542 al Papa, mediante el fiel Luigi Del Riccio, una carta de este tenor: «... Y habiendo sido de nuevo dicho maese Michelagnolo buscado y solicitado por la Santidad de Nuestro Señor el papa Paulo tercero para trabajar y decorar su capilla, cuya obra es grande y exige la entrega completa de la persona sin otro tipo de encargos y ocupaciones, siendo dicho maese Michelagnolo viejo y deseando servir a Su Santidad con todas sus fuerzas, viéndose obligado por él, y no pudiendo tampoco hacerlo sin antes liberarse completamente de la obra del papa Julio, la cual lo tiene empeñado en la mente y el cuerpo, suplica a Su Santidad, puesto que ha decidido que trabaje para él, que interceda ante el ilustrísimo señor duque de Urbino para que lo libere de la ejecución de dicha sepultura, aboliendo y anulando toda obligación por su parte, como resulta de los honestos contratos firmados». En resumen, Miguel Ángel le pedía al papa Paulo que terciara ante las presiones del duque de Urbino. En realidad, no era este su verdadero estado de ánimo, como se deduce de otra carta privada, escrita al mismo Del Riccio, el siguiente mes de octubre: «Yo no puedo vivir si no es pintando, se pinta con el cerebro y no con las manos, y quien no puede tener el cerebro consigo se deshonra. Pero para volver a la pintura yo no puedo negarle nada al papa Paulo: yo pintaré a regañadientes, y haré cosas a regañadientes».

“No puedo negarle nada al papa Paulo”: así pues Miguel Ángel antes de finalizar aquel mismo año comienza a trabajar en las dos paredes de seis metros por seis que se le habían reservado. Es todavía un hombre repleto de energía, pese a su edad y pese a sentir que no tenía «el cerebro consigo». La reconstrucción de los días de trabajo, posible gracias a las técnicas de restauración modernas, nos revela a una persona capaz de hacer frente a una gran cantidad de trabajo en un día. Al final serán en total 172 jornadas de trabajo (85 en la Conversión de san Pablo y 87 en la Crucifixión de san Pedro), distribuidas durante siete años, con la interrupción de 1544, por problemas de salud.

La empresa comenzó por la pared izquierda, con la escena de la Conversión de san Pablo. Miguel Ángel tenía en sus manos la primera traducción al italiano de los Hechos de los Apóstoles, realizada por Antonio Brucioli, el amigo en cuya casa se había refugiado durante su fuga de Florencia en 1529: «Y habiendo caído todos nosotros al suelo, oímos una voz que me hablaba... Y yo dije, ¿quién eres, Señor? Y aquél dijo, yo soy Jesús, al que tú persigues». Miguel Ángel vuelve a imaginar el episodio basándolo en estos dos factores: el “me hablaba” y el “¿quién eres, Señor?”.

Así pues, una interlocución directa y una presencia física. Es una reinterpretación avasalladora, con respecto a las imágenes algo apocadas de muchos otros pintores que le habían precedido. Miguel Ángel hace que Jesús irrumpa desde lo alto de la escena, como presencia física, real. No es un sueño, ni tampoco una bella y solemne aparición como la de Rafael en los tapices vaticanos. La figura de Cristo parece precipitarse hacia Pablo, una solución que también Caravaggio tendrá bien presente en la primera versión de los cuadros de la Capilla Cerasi de Santa Maria del Popolo. No todos aceptaron y comprendieron la representación de la conversión de Pablo propuesta por Miguel Ángel. En ambientes curiales no faltaron las críticas, como la de Giovanni Andrea Gilio, el eclesiástico censor del Juicio Universal, que en 1564, recién muerto el artista, escribiría: «Pero me parece que Miguel Ángel no acertó en el Cristo que se le aparece a Pablo en su conversión; el cual sin ninguna gravedad ni decoro parece que se precipita desde el cielo con gesto poco honroso...».


Imagen

Conversión de san Pablo, detalle, Miguel Ángel, Capilla Paulina, Ciudad del Vaticano.


El segundo elemento es la línea directa, verdadero eje en torno al que gira todo el fresco, que une a Cristo, en lo alto, y a Pablo, abajo. Un haz de luz arrollador, que representa un canal directo de relación y que queda resaltado por la simplificación que Miguel Ángel lleva a cabo en el paisaje circundante. La tierra desnuda, Damasco es una ciudad casi desenfocada al fondo, la escena está dominada por el cielo, de un azul profundo y dramático, conseguido con el lapislázuli que hizo traer para la ocasión desde Persia por Ferrara. Hay otro detalle insólito con respecto a la iconografía de la conversión de Pablo que el papa Benedicto XVI ha sabido captar, con motivo de la reapertura de la Capilla, tras la restauración, el pasado 4 de julio: es la extrañeza de un apóstol representado como un viejo, «mientras que», dice el Papa, «sabemos –y lo sabía bien Miguel Ángel– que la llamada de Saulo en el camino hacia Damasco se produjo cuando tenía unos treinta años». ¿Por qué hace esto Miguel Ángel? Esta es la explicación que da el Papa: «El rostro de Saulo-Pablo», que, además, es el del propio artista, ya viejo, inquieto y en busca de la luz de la verdad, «representa al ser humano necesitado de una luz superior. Es la luz de la gracia divina, indispensable para adquirir una nueva mirada, con la cual percibir la realidad orientada a la “esperanza que os está reservada en los cielos” –como escribe el Apóstol en el saludo inicial de la carta a los Colosenses».


Imagen

Detalle de la Conversión de san Pablo.


En la pared de enfrente Miguel Ángel ha de representar, en cambio, la crucifixión de Pedro. Las jornadas de trabajo son cada vez más numerosas, las áreas pintadas son cada día más pequeñas. El tema tenía muchos y célebres precedentes, desde el del Sancta Sanctorum, el fresco de Cimabue de Asís, hasta la predela de Giotto en el políptico Stefaneschi, hoy conservado en los Museos Vaticanos. Desde el punto de vista simplemente compositivo, este tema siempre había dado quebraderos de cabeza a los artistas, porque la cruz al revés de san Pedro dejaba un gran espacio vacío arriba. Cimabue lo había resuelto levantando de manera innatural la cruz; Giotto haciendo volar dos ángeles a la altura de los pies del santo. Miguel Ángel, por su naturaleza, innova en sentido dramático la iconografía. En vez de representar el hecho consumado decide representar el instante precedente, es decir, la acción del levantamiento de la cruz. La escena adquiere así un dinamismo sobrecogedor, alrededor de la cruz todavía no levantada del todo sino inclinada. Los asistentes están marcados por el dolor, por el miedo, o, desde el otro lado, por la crueldad. Y hasta hay quien, en el centro de la escena, saliendo al descubierto como amigo de Pedro, trata de acercarse a los verdugos, pero alguien, evidentemente de su grupo, le agarra por un brazo y le recomienda prudencia (el episodio se cuenta en la Legenda aurea, donde sin embargo se sostiene que fue el propio apóstol quien calmó al amigo).

Pero el epicentro de la invención de Miguel Ángel es sin lugar a dudas el rostro de Pedro, que con un gesto imprevisto y lleno de fuerza levanta el busto y dirige su mirada hacia atrás. Miguel Ángel trabajó muchísimo en este punto del fresco, corrigiéndolo en seco, para reforzar el gesto de Pedro, el único personaje de la escena que mira hacia fuera de la escena. ¿Por qué lo hace? ¿Y a quién mira? Tradicionalmente se ha sostenido siempre que la mirada iba dirigida a los cardenales reunidos en cónclave, ya que la Paulina, como hemos dicho, se destinó originariamente a ser lugar de celebración de los cónclaves. Benedicto XVI, en cambio, ofrece una hipótesis mucho más profunda y convincente: «Existe como un desconcierto, una mirada penetrante, tendida, como si buscara algo o a alguien en la hora final», ha anotado el Papa, quien sigue diciendo:
“Los dos rostros [de Pedro y Pablo, n. de la r.] están uno frente al otro. Se podría pensar incluso que Pedro tiene su rostro vuelto hacia el de Pablo, el cual, a su vez, no ve, pero lleva en sí la luz de Cristo resucitado. Es como si Pedro, en la hora de la prueba suprema, buscara la luz que había dado la verdadera fe a Pablo”.


Enlace:

http://www.30giorni.it/articoli_id_21509_l2.htm
J. J. V. M.
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