Buenas tardes desde México… Quisiera compartir un fragmento de una entrevista realizada a Johannes Brahms (entre los compositores más destacados de todos los tiempos), en este hace referencia del momento de componer:
“…Es el Espíritu que ilumina el poder de mi alma, y en ese estado de exaltación veo claramente lo que hay de oscuro en mis ánimos cotidianos; luego me siento capaz de recibir inspiración de lo alto, como Beethoven. Sobre todo, me doy cuenta en ese momento de la enorme significación de la suprema revelación de Jesús: Yo y mi Padre somos uno. Esas vibraciones adoptan la forma de diversas imágenes mentales una vez que he formulado mi deseo y he resuelto lo que necesito: ser inspirado para componer algo que eleve y beneficie a la humanidad, algo de valor permanente. De inmediato, las ideas fluyen a través de mí, directamente de Dios, y no sólo miro diferentes temas en el ojo de mi mente, sino que vienen ya vestidas con el ropaje adecuado, con armonías y hasta orquestación…”
Lo comparto inicialmente porque considero que es un gran testimonio (aunque su obra no sea música sagrada). Por otro lado porque nos ayuda a recordar que por muy sencillos que pudieran ser algunos cantos sagrados populares o muy ricos teológica o musicalmente o etc., son inspiración de Dios Espíritu Santo, quien, por misericordia, los entrega a su iglesia y a la humanidad como herramienta para hacer su obra en nosotros. No perdamos de vista esto durante el curso. Que María nos acompañe y que Dios los bendiga