por YOSOYLEMM » Mar Sep 04, 2012 10:30 pm
Qué tal Hini, Pablo, Martin, compañer@s:
Soy Luis Emilio, de México.
Aunque ya registrado desde los inicios del curso, me incorporo en este momento al foro y a las actividades de reflexión. Aprovecho para enviarles saludos, luz y bendiciones hasta donde se encuentren y desearnos tengamos un provechoso y propicio curso.
A la luz de lo estudiado, considero que las características que englobaban la música cristiana primitiva eran las de ir definiéndose a la par del dogma y la estructura de la propia Iglesia. Toda nueva obra requiere de parámetros formales para trascender y definirse. Siendo la música y poesía líricas parte fundamental del ejercicio espiritual de acercarse a Dios, la oración y la comunión con l@s otr@s, éstas comenzaron a manifestarse teniendo como base los textos sagrados y fusionándose con las costumbres, expresiones y necesidades discursivas de las diferentes comunidades de cristian@s primitiv@s. La palabra "de unos pocos iniciados" defendida por el gnosticismo, pasaba a democratizarse en busca de ser Universal, re-ligar a través de lo sagrado en los textos y lo cotidiano del canto. Creo que este punto, es y era una de las propuestas más revolucionarias (en sus tiempos y todavía) del ejemplo de Cristo: tod@s estamos invitad@s al banquete del Señor, y qué mejor, que acercarse a través del uso de la palabra musicalizada proveniente del espíritu que vive en cada un@ de nosotros. Tan variadas pueden ser estas expresiones, como interpretaciones de esos primeros "Sanctus", "Te Deums" o "Glorias" existen en nuestros días.
Aunque los Salmos y otros textos poseen una melodía implícita en su poética, surgió la necesidad de dotarlas de un sonido específico, un ritmo que acompañara el contenido del texto, pues no es lo mismo la vibración tonal (y por consiguiente, su proyección espiritual) de un himno que un responsorio o una lamentación. Así que, teniendo a las melodías centónicas, responsoriales o antifonales como pilares de la música sagrada, me resulta curioso e interesante a la vez, ver cómo a raíz del dotar a la ceremonia religiosa de forma, sonido y volumen, comenzaron a crearse, primero de manera funcional, cantos y músicas que más tarde (como en el Barroco) se transformarían en obras donde se buscaría tanto el gozo espiritual como el estético para permanecer a través de los siglos, en un lugar dentro de la historia del arte y la música, independientemente de su funcionalidad litúrgica.