por marifer0714 » Sab Oct 13, 2012 10:39 am
Transcribo a continuación la iconografía que encontré, al final les daré mi opinión.
LA ICONOGRAFÍA DE SANTIAGO EN LA PINTURA GÓTICA
CASTELLANA
Ana García Páramo
Santiago el Mayor es, de entre los apóstoles, el que presenta un interés iconográfico más destacado debido especialmente a que une a su condición de discípulo de Cristo, la de patrón de España, originada por su intervención milagrosa en la batalla de Clavijo, y a su vinculación por ello a la Reconquista. Además, la leyenda de su enterramiento en Galicia y su papel en el desarrollo de las peregrinaciones, son otros tantos rasgos que se reflejan en su iconografía enriqueciéndola y dándole interés frente a la del resto de los apóstoles, que es pobre y rígida.
El hecho de que los santos sean representados como muestra de veneración y como acción tendente a mantener e incrementar aquélla de la que en el momento son objeto, es algo que depende directa o indirectamente del culto que reciban, y éste depende de hechos muy variados y distintos en su origen y significación, pero con el común efecto que acabamos de indicar. El culto a Santiago el Mayor fue muy temprano en oriente, donde tenemos noticias de iglesias a él dedicadas ya en el siglo ir (1), mientras que a occidente no llegará hasta mucho más tarde, a partir de los siglos VII o IX (2).
En España puede decirse que no hay provincia que no tenga un buen número de iglesias dedicadas al santo, pero no sólo es en nuestro país donde se le venera -por motivos claramente relacionados con su leyenda- sino que también lo será en otros muchos países. Así, en Francia, son numerosos los pueblos que lo tienen por santo patrono; el cantón suizo de Glaris tiene en su escudo la imagen ecuestre de Santiago; la ciudad italiana de Pistoia conserva una reliquia del santo que es también patrón de la ciudad; y en Inglaterra se conservan tradiciones que testimonian la gran participación de fieles ingleses en las peregrinaciones jacobeas, así como reliquias del santo (3). También en América llevan su nombre muchas ciudades y pueblos de Santo Domingo, Méjico, Perú, Puerto Rico, Nicaragua, etc.
Volviendo a la difusión de su culto en España, diremos que fue Beato de Liébana quien inició el movimiento religioso-político que proclamaba a Santiago patrón de España y unía el nombre del santo a la gesta de la Reconquista y a la monarquía astur-leonesa. Es en el himno que comienza con el verso "O Dei Verbum Patris ore proditum", atribuido a Beato, donde se le llama patrón de España (4). A partir de entonces el desarrollo del culto a Santiago fue constante a pesar de los ocasionales ataques de los que negaban la historicidad de la predicación del apóstol en nuestro país, y así encontramos -fuera de Galicia, su lugar de inicio- en el siglo XII, templos bajo la advocación del santo en Valladolid, Avila, Segovia, e inclusive Madrid, cuya parroquia de Santiago fue la segunda que se fundó en la ciudad.
El desarrollo de las peregrinaciones a la tumba de Santiago fue un elemento capital en dicha difusión que comienza a tomar cierta importancia en occidente a partir del siglo X -fecha esta en la que vive el primer peregrino jacobeo de nombre conocido, el obispo de Le Puy, Godescalco-, se intensifica notoriamente gracias al apoyo de los monjes de Cluny, y alcanza su apogeo en los siglos XIV y XV. De su popularidad a fines del siglo XVI y principios del XVII nos da una muestra la cita de Cervantes en El Quijote (II, cap. 58), donde se habla de "el patrón de las Españas, San Diego Matamoros".
Las representaciones del apóstol son abundantísimas en nuestro país por los hechos aludidos anteriormente y que son los que motivan las formas iconográficas que enriquecen su efigie, así como algunas de las escenas de su vida cuya fuente de inspiración ha sido más la leyenda que la
Escritura.
A Santiago el Mayor se le representa siempre barbado, con el cabello cayéndole sobre los hombros, y de mediana edad. Puede aparecer en tres formas distintas, como apóstol, como peregrino y como caballero, aunque es frecuente que motivos iconográficos de dos de estas situaciones se superpongan en una representación (5).
- Como apóstol viste túnica, lleva los pies descalzos y en las manos el libro del Nuevo Testamento y la cruz de doble travesaño, porque fue, según la leyenda, el primer arzobispo de España. También lleva espada por su martirio, y puede aparecer entre dos árboles. Ésta es la representación más antigua del santo, aunque sólo con estos atributos no le hemos encontrado en la pintura gótica castellana.
- Como peregrino puede ir calzado o descalzo, con túnica y manto, que a veces es un capote de fuerte estameña parda como los que llevaban los peregrinos en la Edad Media, y no muy largo para permitirles andar con facilidad. Lleva bordón que se remata en su parte superior por una especie de pomo, y que acaba en punta en la parte baja; sombrero, calabaza, escarcela o esportilla y concha. A veces se le ve llevando algunos peregrinos bajo su manto o con ellos arrodillados ante él, dándonos la imagen de "Santiago protector de peregrinos" (6), pero esta iconografía, que no es habitual en la pintura que nos ocupa, sí lo será en los azabaches. La representación de Santiago peregrino, que hace sus primeras apariciones en esculturas del siglo XII, se generaliza desde fines del siglo XIII y se difunde ampliamente a partir del XIV.
- Como caballero-guerrero aparece montado en un caballo blanco atacando a los moros, vestido de guerrero o caballero medieval cubierto con manto. Esta iconografía se extiende al amparo de la Cruzada de la Reconquista y es difundida por la Orden de Santiago. Aunque aparece ya en un relive del siglo XII en la catedral de Santiago, no se adoptará de forma general hasta bastante más tarde, y es casi exclusivamente española (7). Se hace muy frecuente en el siglo XVI, se mantiene durante el barroco, y acaba decayendo en el XIX.
Las escenas de su leyenda no son demasiado frecuentes y pueden referirse a episodios de su vida -vocación, condena, martirio, etc.- o a otros póstumos que aluden a historias de la peregrinación o a milagros realizados por él y que se recogen en el Codex Calixtinus. En la pintura castellana del siglo XV puede decirse que no hay escenas que se refieran a pasajes de su vida, salvo las que aluden a la traslación de su cuerpo desde Jaffa hasta Galicia, y más exactamente a la conducción de su cuerpo en Galicia por sus discípulos, hecho este el más destacable de su historia y que tuvo una gran influencia en la devoción de que fue objeto el santo. A este respecto hay una representación muy curiosa, aunque ya del siglo XVI, del Maestro de Astorga, que nos muestra la arribada a Galicia y la puesta del cuerpo de Santiago sobre la piedra, que se ablanda adoptando la forma del mismo y sirviéndole así de sarcófago, según se cuenta en una leyenda del siglo XII, narrada por Juan Beleth y recogida por Santiago de la Vorágine en su Leyenda Dorada. Es interesante observar cómo este hecho, tan sugerente y propio de la leyenda del apóstol y que presenta excelentes posibilidades de comprensión inmediata, no ha sido más veces representado en la pintura española.
Durante este período al que nos referimos, la forma habitual de representar a Santiago en la pintura castellana es como peregrino, llevando los atributos que le caracterizan en esa misión, a los que se suele añadir el libro que nos indica su carácter de apóstol. Esta representación es la que se impone a las demás, no sólo en Castilla, y así, en escenas donde no debería aparecer nada más que como apóstol o que narran hechos de su vida -martirio o traslación- muestra estos atributos (8). Éstos perdurarán, pues el sentimiento popular ha preferido que se le represente con ellos, a pesar de que Molanus, al codificar las enseñanzas del Concilio de Trento en lo que se refiere a la iconografía de los santos, prefiere que se le represente con el instrumento de su pasión, la espada.
Dónde y cuándo comenzó la transformación iconográfica del apóstol desde sus primeras formas a las de peregrino es algo que permanece oscuro, pero en cualquier caso hay que descartar la hipótesis de Mále que lo atribuye a la existencia de cofradías y a la costumbre de que, cuando éstas celebraban la fiesta de su patrón, fuera un peregrino el que hiciera el papel del apóstol en las procesiones que tenían lugar. Tal hipótesis no resulta aceptable puesto que sabemos de la existencia de representaciones de Santiago como peregrino en fechas anteriores a las de la aparición de la costumbre de celebrar con procesiones las festividades de las cofradías (9).
No sólo es en España donde encontramos desde antiguo representaciones de Santiago en figura de peregrino, también en otros países de Europa occidental, como Francia, Alemania, Inglaterra, Italia, etc., aparece frecuentemente durante la Baja Edad Media, ya que es su iconografía más difundida. La personalidad del santo es fundamentalmente la de romero, hasta el punto de que podría decirse que su imagen artística ha sido creada por la peregrinación. La figura del peregrino se fue haciendo habitual y por un sencillo proceso de asimilación, se identificó formalmente al santo con los romeros que a él acudían y, de esa manera, Santiago fue sustituyendo sus atributos de apóstol y martirio por los de romero.
Las representaciones castellanas son sencillas y todas ellas muy similares, sin diferencia notable con las otras escuelas. En la mayoría está solo, pero también es frecuente verle acompañado de otros santos coetáneos suyos, en grupos o formando pareja. De entre éstos, los que le acompañan en más ocasiones son su hermano Juan el Evangelista, y San Juan Bautista. A veces aparece junto a santos con los que no coincide en el tiempo, como San Buenaventura, San Bernardino, San Sebastián, San Cristóbal, etc. El que aparezca con éste último se explica porque la festividad de ambos se celebra el mismo día (10), y por ello Callot los pinta juntos en su obra en la que incluye las figuras de los santos cuya fiesta se celebra cada uno de los días del año (11). De la misma manera, como peregrino, se muestra en algunas tablas en las que está presentando a donantes según la costumbre medieval (12).
La representación de Santiago guerrero celestial, conocida popularmente como "Santiago Matamoros", es muy tardía y escasa en este período. La encontramos muy a finales del siglo XV o principios del XVI (13), cuando le vemos así, siempre ostenta a la vez alguno de los atributos
de peregrino, como ocurre en las representaciones que se refieren a su figura como apóstol. Esta figura está basada en la leyenda, carente de rigor histórico, que cuenta cómo mientras el rey Ramiro I luchaba contra los musulmanes, se apareció el santo montado en un caballo blanco y poniéndose al lado de los cristianos, hizo que éstos obtuvieran la victoria. Así Santiago pasó a ser el patrón guerrero de España, como lo es San Jorge para los ingleses y San Miguel para los franceses.
Además de su relación con la leyenda que acabamos de referir, está también ligada a otra que recoge el Silense y que cuenta cómo, durante el asedio a Coimbra por parte de Fernando I, un peregrino griego se indignó al escuchar a los naturales del país invocando a Santiago como buen caballero y los increpó diciéndoles que el santo sólo había sido un pescador de Galilea. Aquella misma noche se le apareció Santiago montado en un brioso corcel y llevando en la mano las llaves de la ciudad que se disponía a entregar al monarca castellano.
La iconografía de Santiago Matamoros, que nace directamente de una leyenda medieval, no es la más representada en este momento, sino que será más tarde cuando esta advocación alcance popularidad y casi llegue a imponerse a las otras.
En el tratamiento iconográfico de Santiago el Mayor, los atributos se renuevan o sustituyen según cambia el motivo principal de la veneración de que es objeto en las distintas épocas, y ello es lo que produce una variación y riqueza en su iconografía que no se encuentra en ninguno de los demás apóstoles, pues mientras en éstos se mantiene siempre el mismo atributo y la misma indumentaria, en la de Santiago se mezclan los elementos correspondientes a su triple identificación. Así,cuando es representado en su calidad de apóstol suelen aparecer notas que le identifican como peregrino; cuando es éste su condición resaltada, mantiene atributos de apóstol; y cuando aparece como matamoros se recuerda también su condición de peregrino.
Sin embargo, las características específicas se van imponiendo, resaltándose en las representaciones los atributos correspondientes a un de terminado motivo de veneración y culto, mientras que los que se mantienen de las etapas anteriores van siendo progresivamente situados en lugares menos relevantes en dichas representaciones. En algunas de éstas, en las que el motivo de veneración es la condición de peregrino del santo, el tratamiento iconográfico así lo induce, aunque la condición de apóstol quede expresamente manifestada por el libro. De la misma forma, cuando la condición destacada propuesta a la veneración es la de matamoros, el fiel difícilmente apreciaría la de peregrino aun que aparezcan algunos de los atributos de ésta última."
Opinión, que interesante se me ha hecho el ir leyendo la importancia que se le ha dado en este casa a Santiago el Mayor a lo largo de la historia y los diferentes atributos que ha tenido ( peregrino, apóstol y matamoros) . De verdad que muchas veces nos vamos solo con lo que nos dicen o lo poco que conocemos y eso ha hecho que nuestra capacidad se sorpresa se vaya perdiendo. Pero gracias a Dios, nos podemos topar con estos foros, que a parte de darnos la oportunidad de ser un poquito más cultos, nos dan esa capacidad de sorpresa que tanto hemos perdido en un mundo tan agitado y convulsionado