Según la leyenda, tras el Pentecostés (hacia el 33 d.C) cuando los apóstoles son enviados a predicar, el apóstol Santiago cruza el Mediterráneo y llega hasta la Hispania, lo que actualmente constituye los países de España y Portugal (de ahí que sea considerado como santo protector de España). Según esta leyenda, el apóstol Santiago vuelve a Jerusalén debido a que la Virgen María se le aparece a este y a los demás apóstoles, pues está a punto de ir con el Señor y ella quiere ver a todos los apóstoles antes de partir.
Lo cierto es que, según lo que podemos leer en los Hechos de los Apóstoles, tras una prédica, el apóstol Santiago es martirizado en Jerusalén hacia el año 44, muerto a filo de espada por órden del rey de Judea, Herodes Agripa I: "Por aquel tiempo, el rey Herodes comenzó a perseguir a algunos de la iglesia. Ordenó matar a filo de espada a Santiago, el hermano de Juan; y como vio que esto había agradado a los judíos, hizo arrestar también a Pedro"... Hechos 12, 1-3
La leyenda acerca del viaje del apóstol Santiago a Hispania se liga a acontecimientos reales narrados en los Hechos de los Apóstoles, sin embargo, esta narración se cierra volviendo a la leyenda una vez más en la que se dice que los discípulos del apóstol llevan sus restos de vuelta a Hispania en donde son sepultados y luego descubiertos por el obispo Teodomiro en el siglo VII.
Santiago fue uno de los apóstoles que junto con San Pedro y San Juan se consideró como una de las columnas de la Iglesia.
Martirio de Santiago, por Zurbarán---
La decapitación del Apóstol Santiago
Pero era la cabeza la que quería el verdugo. La cabeza depositada en la cesta como prueba de servicio.
En el cuadro de Zurbarán un perro aparece en la esquina inferior izquierda del lienzo; los ojos al mismo nivel que los del apóstol contemplando el acero.
En otra galería un cuadro rectangular alargado representa un interrogatorio. Cuatro hombres orientales con los ojos vendados. Detrás de sus labios están diciendo lo olvidaré todo, olvidaré incluso mi nombre.
El pintor refleja lo que calla el recuerdo enterrado. Los ladrones alrededor de hogueras en el día de Zurbarán
cuentan en verso la historia de un perro que huyó con la mano que no cayó en la cesta.
Antes del milagroso barco que transportó su cuerpo a Galicia, una historia de la mano izquierda del apóstol alimentó la reunión de los ladrones; la misma mano que bloqueó el acerto como una visera protegería del sol.
La madre de Santiago, una mujer sencilla, esperaba un puesto más alto para su hijo: dirigiendo desde un trono en la plaza mayor.
Hay un culto alternativo en torno al nudillo de un santo. Los guardianes de los cadáveres son un grupo obcecado. Son mis jefes del campo de la duda deambulando por la maleza como un rumor del fuego.
Una vez un dedo de estrellas apuntaba a un campo donde el ermitaño Pelayo dormía. Y aquí han llegado con las caras quemadas, desconocidos entre sí con postales en las manos.