I. La Edad Media en Europa
Introducción al concepto de Edad Media
La Edad Media es un amplísimo periodo histórico que abarca más de un milenio. Aunque en ocasiones no hay pleno acuerdo sobre las fechas que dan comienzo y final de esta etapa, normalmente, y por cuestión de convención, se sitúa entre la caída del Imperio Romano de Occidente en el año 476 y el descubrimiento de América en 1492.
El propio nombre de Edad Media, como otros muchos que se emplean para designar movimientos artísticos de este periodo, no es otra cosa que una denominación peyorativa y descalificante que inventaron los hombres del "Renacimiento" para designar lo que ellos consideraban una etapa oscura y de transición entre el gran mundo grecorromano y la recuperación del Clasicismo en los siglos XV y XVI.
Así, la Edad Media sería una especie de túnel de barbarie e incivilización en el que la Humanidad habría entrado durante diez siglos tras la caída de Roma y el renacer de las tradiciones latinas y griegas.
Esta idea es más o menos aceptada en Occidente hasta el siglo XIX. Es estos años, coincidiendo con un renacer de la historiografía, una revisión de las ideas asumidas y el furor nacionalista de las sociedades occidentales, se vuelve a mirar a la Edad Media con nuevos ojos. Es la etapa del Romanticismo que considera el mundo medieval como la fase de gestación y consolidación de los países de Europa y su sentimiento de identidad nacional. Durante gran parte del siglo XIX la arquitectura europea va a estar dominada por los movimientos historicistas neomedievales, como el neorrománico y especialmente el neogótico. En España, además, el periodo romántico de la arquitectura va a ocuparse del que se consideraba como único estilo artístico verdaderamente castizo español, el mudéjar, y se edificaran numerosos edificios neomudéjares e incluso en un revival de la arquitectura y ornamentación islámica andausí.
Etapas de la Edad Media en Occidente
Los primeros siglos de la Alta Edad Media es considerada como el periodo medieval más oscuro como consecuencia de la relativa pérdida del orden y la cultura romanas. Las guerras y la violencia fuerzan la consolidación de un sistema feudal de intercambio de servicios y contrapartidas.
Durante esta etapa se suele olvidar el brillo cultural y artístico remansado en el Imperio Romano de Oriente, convertido en el Imperio Bizantino que, a pesar de sus muchos conflictos, conservó el acerbo cultural y científico romano y lo irradió al resto de Occidente mediante influencias directas e indirectas (árabes de Al_andalus y siglos más tarde durante el conflicto de las Cruzadas)
Más conocido es el efímero pero fructífero renacimiento carolingio de los siglos VIII y IX que puso las base de lo que dos centurias más tarde se vendría en llamar el Renacimiento Románico.
Dicho renacimiento, producido en el siglo XI, es consecuencia de una combinación de mejoras de tipo técnico, político y económico surgidas poco después del emblemático y apocalíptico año 1000 y es la etapa de florecimiento del mundo religioso y cultural monástico que se plasma en un revivir sin precedentes de arquitectura, escultura, pintura, iluminación de manuscritos, etc.
También se considera consecuencia de la activación del fenómeno de las peregrinaciones y del sentimiento de defensa de la fe mediante el espíritu de cruzada, que paradójicamente activó el trasvase de nuevas ideas por el trasiego de gentes viajeras que supuso.
Será precisamente esta progresiva apertura e intercomunicación la que irá transformando la sociedad y la percepción del mundo que tendrá como clímax el siglo del gótico, el XIII.
Esta centuria vive el renacer de las ciudades y la vida urbana, el traslado del protagonismo de los monasterios a las catedrales y parroquias urbanas, el declive de las órdenes monásticas anteriores en beneficio de los conventos mendicantes, la creación de universidades y una revalorización de los aspectos relacionados con la naturaleza y el hombre.
La crisis y muerte de la Edad Media
Tras el brillo de los siglos XI, XII y XIII, la Baja Edad Media vivirá durante el siglo XIV su periodo de mayor crisis de la que Europa tardará tiempo en recuperarse y que, de alguna manera, abocará a una renovación de puntos de vista sobre el hombre y la vida que conducirán al renacimiento.
En efecto, este siglo XIV traerá a Europa todo tipo de calamidades, como conflictos bélicos constantes y especialmente la epidemia de la Peste Negra que asoló gran parte de Europa a mitad de siglo y que según diversos historiadores acabó con la vida de la mitad de la población.
II. Religiosidad Medieval
Introducción a la religiosidad en la Edad Media
Pensar en el concepto de "religiosidad medieval" resulta tremendamente complicado si hablamos por ejemplo, de España, país donde durante siglos convivieron tres religiones: la cristiana, la musulmana y la judía, no siempre de forma armoniosa ni pacífica, en un mundo que se estaba redefiniendo y reestructurando tras la disolución del Imperio Romano y las invasiones bárbaras en el ambiente general, y la reconquista y las cruzadas en el particular.
Además, la religiosidad es definida como una práctica individual y por tanto repleta de especificidades concernientes a cada persona así como a una cultura o sociedad determinada.
Las tres religiones
No cabe duda que durante siglos, la coexistencia de las tres religiones fue aceptada por unos y por otros, dando lugar a un enriquecimiento social, cultural y lingüístico pleno de matices del que hoy en día podemos gozar sin miedo a decir que somos afortunados. Desgraciadamente, causas políticas en todo el mundo occidental, fueron la razón del empeoramiento de las relaciones e incluso marcaron el fin de la presencia árabe y judía en el continente, dando paso a la preponderancia de una de ellas: la cristiana.
La Edad Media es la etapa histórica en la que la iglesia cristiana de occidente tuvo un mayor desarrollo organizativo y doctrinario además de ser el tiempo en la que se fundaron la mayoría de sus órdenes, que aunque de distintas naturalezas, pasaron a formar parte de la gran estructura que suponía la institución eclesiástica.
Siendo la sociedad medieval profundamente religiosa, debemos suponer la influencia que no sólo los clérigos sino también las monjas y las altas esferas eclesiásticas, tuvieron. En política, la participación de la Iglesia también fue clara. Como puede leerse en el apartado de "política medieval", la disputa de las dos espadas o la referida a la preponderancia del poder espiritual frente al terrenal, terminó en el siglo XI con una de las más profundas reformas de la Iglesia.
Desde el punto de vista cultural, era también el clero el máximo exponente, estando en sus manos la producción intelectual sobre todo gracias las traducciones y las transcripciones, esenciales para que hoy en día podamos conocer aquellos siglos.
Tras la Reconquista, la Iglesia aumenta su poder en España. Así, participa en la nueva organización social y política del país, conservando su estructura de la época visigoda, recordando por tanto a San Isidoro -arzobispo de Sevilla durante más de tres décadas- quien hoy en día es considerado como el creador de la Iglesia española en la época visigoda y que será la base organizativa en la etapa medieval.
Las obras de San Isidoro, canonizado en 1528, fueron leídas durante la Edad Media, llegando incluso su influencia al Renacimiento. Entre ellas destacamos Etimologías- obra que resume el saber de los clásicos- pero siendo un hombre tan prolífico, también escribió obras filosóficas, históricas, lingüísticas o literarias.
Cruzadas y Peregrinaciones
Las Cruzadas y las peregrinaciones suponen la máxima expresión del espíritu cristiano de occidente. En el primer caso, el Papado, con los caballeros y señores a la cabeza, marcharon a oriente con el fin de reconquistar Palestina, la Tierra Santa mientras que las peregrinaciones - llevadas a cabo por diferentes motivos como, por ejemplo, el de redimir una culpa o pecado- supusieron un acercamiento más pacífico con la religiosidad. Tres fueron las vías de peregrinación más importantes de la época: Roma, Jerusalén y Santiago de Compostela.
Órdenes Religiosas
Las dos órdenes más destacadas de la Edad Media fueron sin lugar a dudas la cluniacense y la cisterciense, esenciales a la hora de entender la evolución no sólo religiosa sino también social y sobre todo cultural de la cristiandad medieval, pero también la franciscana y la dominica, éstas últimas basadas en la cercanía a la sociedad, la pobreza y la austeridad como forma de entender los sufrimientos que padeció Cristo y así poder estar más cerca de la religiosidad que practicó.
Monasterios: monjes y monjas
En la Alta y Plena Edad Media los centros religiosos más influyentes fueron los monasterios, centros de oración y trabajo pero también del saber, donde las distintas órdenes monásticas llevaban-según los principios que les guiaban- a cabo sus quehaceres diarios, donde las actividades manuales eran tan importantes como las espirituales. Así lo estableció San Benito de Nursia quien va a poner los pilares de un movimiento monástico esencial para la religiosidad, cultura y política de los largos siglos de la Alta y Plena Edad Media.
Con la llegada del feudalismo- nueva organización social y política consecuencia sobre todo de la reconquista y las cruzadas- los monasterios adquirieron ventajas sobre las tierras colindantes por lo que los campesinos debían trabajarlas. Los monasterios podían ser masculinos, femeninos o dúplices-donde ambos desarrollaban su vida diaria en el mismo edificio pero en zonas separadas-.
Fue precisamente el sexo femenino el más representado, estudiado e interpretado por la religión pero fue, al mismo tiempo, el más devoto y el que hoy en día supone más estudiado. Así, la religiosidad femenina, ha dado lugar a multitud de estudios entre los que destacan aquellos que analizan la producción cultural de las mujeres en los monasterios, las beguinas- comunidades laicas pero que llevaban a cabo ayuda asistencial y médica, como haría cualquier monja- y los que afirman que eran precisamente ingresar en eso lugares, los monasterios, la única forma en la que la mujer medieval que no quería casar, estuviese lejos de la dominación masculina.
La Inquisición
La Inquisición ha sido uno de los elementos más oscuros del Medievo. Puesta en marcha en nuestro país por los Reyes Católicos, como instrumento religioso pero también de político, con el fin de acabar con el problema de los conversos, sólo tuvo autoridad, al principio, sobre los cristianos, pero los judíos se vieron también amenazados por ella poco después a pesar de que Isabel la Católica, intentó protegerlos. El cambio se produjo cuando Torquemada llegó al cargo de inquisidor general y tras el edicto de expulsión total de los judíos de la Península.
(Autora del texto del artículo/colaboradora de ARTEGUIAS:
Ana Molina Reguilón
III. Origen e Historia del Camino de Santiago
Santiago el Mayor y su vinculación con España
Para entender las peregrinaciones medievales a Santiago de Compostela, debemos partir de la tradición que habla de la labor evangelizadora de Santiago en tierras de la Hispania romana.
Según cuenta la Concordia de Antealtares, -el primer testimonio escrito de los hechos, datado en 1077- un ermitaño llamado «Pelayo» que vivía en Solovio, en el bosque de Libredón, empezó a observar durante las noches resplandores misteriosos. Inmediatamente informó del hallazgo a Teodomiro, obispo de Iria Flavia que marchó a aquel lugar encontrándose que esa luz revelaba el lugar donde estaba enterrada el Arca Marmárea. En el sepulcro pétreo reposaban tres cuerpos, atribuyéndolos a Santiago el Mayor y sus discípulos Teodoro y Anastasio.
Teodomiro visita la corte ovetense de Alfonso para informarle de tan fenomenal suceso. El monarca organiza un viaje a este lugar rodeado de sus principales nobles, y al llegar al citado "Campo de Estrellas" (Compostela) manda la construcción de una pequeña iglesia de estilo asturiano, que ha sido constatada por las excavaciones arqueológicas. Teodomiro traslada la sede episcopal a este lugar y muere en el año 847 (en las excavaciones arqueológicas ha aparecido su lauda sepulcral)
Desde este momento, queda establecida oficialmente la tumba del apóstol en aquel mágico lugar, cercano al cabo de Finisterre, punto situado en el extremo occidental de Europa. El camino a Finisterre era indicado desde cualquier lugar de Europa por las estrellas de la «Vía Láctea». desde antiguo se creía que allí se acababa el mundo y que el Atlántico era «la tumba del sol». Posiblemente estos hechos geográficos y astronómicos ayudaron a reforzar el magnetismo que desde entonces provocó en millones de almas la ruta jacobea.
Los siglos IX y X representan la consolidación del reino asturleonés en condiciones muy difíciles desde el punto de vista político, religioso y militar.
Por un lado la iglesia ovetense se encuentra enfrentada con la de Toledo, (famosos son los cruces dialécticos entre Beato de Liébana y Elipando de Toledo a cuenta de la herejía adopcionista) para los asturianos la iglesia de Toledo había caído en la tolerancia e incluso complicidad con ciertas creencias del Islam.
Por otro lado, Al-Andalus se había fortalecido políticamente desde la creación del Emirato primero y luego el Califato de Córdoba. Este nuevo poder peninsular quedó reflejado en numerosas incursiones militares durante los siglo IX y X, llegando a su máxima expresión en los tiempos de devastación de Almanzor.
Es por ello por lo que el enorme prestigio que proporciona la presencia de las reliquias de Santiago el Mayor, discípulo preferido de Jesús, fue hábil y rápidamente aprovechado por los monarcas asturianos y leones para consolidar su reino en oposición a Al-Andalus y para darse a conocer al resto de la Cristiandad europea.
Se hace de Santiago el abanderado de los ejércitos cristianos en las contiendas militares y se crea la leyenda de la intervención gloriosa del apóstol en la más que dudosa batalla de Clavijo. Desde entonces, los ejércitos cristianos entran en batalla con el grito:
"Santiago y cierra España"
Existen dos hechos que prueba la importancia del enclave compostelano para la monarquía asturleonesa. Por un lado, en el año 899 Alfonso III, El Magno, consagra una nueva catedral de mayores dimensiones y calidad artística que la levantada por Alfonso II. Un siglo más tarde, en el año 977 Almanzor destruye Santiago -aunque respeta la tumba- a sabiendas que se trataba del centro espiritual del enemigo cristiano.
El apogeo del Camino en tiempos del románico
La orden de Cluny pronto se hace eco del prestigio de Compostela y durante el siglo XI promueve las peregrinaciones a Santiago. A cambio, los reyes cristianos hacen generosas donaciones a sus monasterios.
A lo largo del siglo XI la afluencia de peregrinos se intensifica y comienza la labor organizadora de los reyes para facilitar el tránsito. Se comienzan a construir puentes y hospitales en los enclaves necesarios. Comienza a establecerse una ruta principal con sus respectivas estaciones (Camino Francés).
En el año 1073 se inicia la construcción del tercer templo consecutivo sobre la tumba del apóstol, bajo mandato del obispo Peláez. Será la gran catedral románica que conocemos: un magnífico templo del "románico de peregrinación".
El definitivo espaldarazo que hace del Camino de Santiago la gran ruta de peregrinación de los siglo XII y XIII es la concesión desde Roma de los Años Santos Compostelanos, con la posibilidad de que los peregrinos obtengan la indulgencia plenaria.
La Bula Regis Aeterni concedida por el Papa Alejandro III en 1179, no hace sino confirmar privilegio concedido a Compostela por el papa Calixto II en el año 1120 por lo que serán Años Santos o Años Jubilares todos aquéllos en los que el día 25 de Julio (día de Santiago) coincida en domingo.
Compostela aventaja claramente a la propia Roma en este aspecto. Allí los años jubilares suelen coincidir cada 25 años, en Compostela cada seis.
Las indulgencias de ambos Años Santos son las mismas, es decir, será la indulgencia plenaria o perdón de todo tipo de culpa o pena. Las condiciones para ganar el jubileo son las siguientes:
• Visitar en Año Santo la Catedral de Compostela donde se guarda la Tumba de Santiago el Mayor.
• Rezar alguna oración (al menos el Credo, el Padre Nuestro y pedir por las intenciones del Papa). Se recomienda asistir a la Santa Misa
• Recibir los Sacramentos de la Penitencia y la Comunión, dentro del período comprendido entre los quince días anteriores y posteriores a la visita a Compostela.
En 1139 Aymeric Picaud lleva a Santiago su "Guía del Peregrino" denominado Codex Calixtinus atribuido por los monjes de Cluny al Papa Calixto II, de ahí su nombre. En él se describe el Camino de Santiago y se dan multitud de consejos para recorrerlo, a la vez que describe -de forma muy partidista, eso sí- sus lugares y gentes.
Estamos por tanto, ante la época de esplendor del Camino a Santiago. Miles de peregrinos de toda Europa, dirigen sus pasos hacia el fin del mundo conocido acompañados por su bastón y su calabaza-cantimplora. La vieira o venera conseguida en Compostela acreditará, al regreso, el éxito de la aventura.
Declive
A partir de la peste negra que asola Europa en el siglo XIV las peregrinaciones se ven seriamente disminuidas.
Doscientos años después, la aparición del Protestantismo es otro golpe al Camino de Santiago pues el mismo Lutero disuade a sus seguidores de viajar hasta su tumba con palabras como:
«... o sea, que no se sabe si allí yace Santiago o bien un perro o un caballo muerto...»
«... por eso, déjale yacer y no vaya allí...»
El arzobispo de Santiago en el periodo 1587-1602, Don Juan de Sanclemente y Torquemada, ante la amenaza del corsario Francis Drake que había manifestado su intención de destruir la catedral y el relicario del apóstol, ocultó sus restos llevándose el secreto a la tumba.
Éste y otros motivos consiguen que, durante los siguientes dos siglos, las peregrinaciones a Compostela entran en una atonía tal que según cuentan las crónicas, el 25 de julio de 1867 tan solo habían acudido a Compostela unas pocas decenas de peregrinos.
Resurgir
El arzobispo Payá Rico descubre los restos del apóstol en 1879 y se apresta a la aprobación de la autenticidad de las reliquias, que consigue de las autoridades eclesiásticas y científicas españolas de la época y que ratifica el propio Papa León XIII en su Bula Deus Omnipotens.
Sin duda es el último cuarto del siglo XX cuando verdaderamente se produce el resurgir de las peregrinaciones a Santiago. No cabe duda que parte del éxito de los últimos años se debe a razones de promoción turística de la que ha intensamente sido objeto. Pero también es incuestionable que la ruta jacobea se ha ganado su prestigio actual gracias a su valor eminentemente espiritual, justamente en una sociedad progresivamente enferma de materialismo.
En 1993 el Camino de Santiago fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Bibliografía
http://www.arteguias.com/camino-santiago-historia.htmSaludos a todos y que DIOS nos ayude a continuar en el curso.