por isabel herrera ochoa » Vie Abr 05, 2013 11:43 pm
1. ¿Qué relación existe entre Eva y la Virgen María en la obra de la redención?
Así como «la mujer» (Eva), estaba íntimamente involucrada en los acontecimientos que condujeron al pecado original, hay una mujer distinta que estaba íntimamente involucrada en los acontecimientos que condujeron a la Redención. Esa es María, la madre de Jesucristo. Ella es la nueva Eva.
Eva se comunicó, creyó, y obedeció a un ángel caído (la serpiente) –
María se comunicó, creyó, y obedeció a un ángel bueno (Gabriel)
A Eva se le acercó por la serpiente (el diablo), un ángel caído. Eva creyó sus palabras mentirosas y desobedeció a Dios. Eva peco y causó a su marido que pecara, sumergiendo al mundo a la muerte.
A María se le acercó a Gabriel, un ángel bueno. María creyó su mensaje de salvación: que ella era bendita entre las mujeres, muy favorecida, y daría a luz al Salvador. María obedeció a Dios. Por su obediencia, accedió a la concepción de Jesucristo en su vientre, y le permitió a Él a venir a redimir al mundo del pecado de Adán.
Eva era la madre de todos los vivientes –
María, como madre de Jesús, es la madre de todos los vivientes y hasta de la misma vida.
2. ¿Por qué se dice que la Iglesia en María ya alcanzó la perfección
Cuando la Encarnación, María acepta ser la madre del mesías, o sea del salvador, y a la vez, necesariamente madre de los salvados. Ella es la madre de la Cabeza, y en el orden de la gracia, se convierte también en madre del cuerpo místico. No se puede concebir a una cabeza sin cuerpo. María da a luz virginalmente a Jesús en Belén, y María nos da a luz a nosotros la Iglesia al pie de la Cruz, cuando tiene su otra anunciación y acepta ser madre de los creyentes. Darnos a luz, conllevo mucho
“El misterio de la Iglesia se ilumina en María, se deja más fácilmente descubrir. Para contemplar a la Iglesia basta contemplar a María y para ser Iglesia, el misterio de fe y caridad, basta imitar la fe y la caridad de María”.
En primer lugar, en la escucha religiosa de la palabra de Dios, María aparece como Virgen oyente: modelo, por tanto, para la Iglesia que medita, escucha, acoge, vive y proclama aquella palabra que se encarnó en María: «Esto mismo hace la Iglesia, la cual, sobre todo en la sagrada liturgia, escucha con fe, acoge, proclama, venera la palabra de Dios, la distribuye a los fieles como pan de vida y escudriña a su luz los signos de los tiempos, interpreta y vive los acontecimientos de la historia» (MC 17)