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La inocencia interior consiste en el intercambio del don de la persona, con experiencia de la inocencia, es una rectitud de intención, aceptándose uno al otro, esto crea la comunión, donarse, acogerse, participando de toda la humanidad, alma, cuerpo, feminidad, masculinidad, es un profundo vínculo.

La inocencia del interior consiste en el intercambio del don, y en una recíproca "aceptación" del toro, tal que corresponda a la esencua misma del don, la donación mutua cra la comunición de las personas. Se trata de "acoger" al otro er humano y de "aceptarlo" por una relación mutua que nos habla en el libro del Génesis 2,23-25, el varón y la mujer se convierten en don el uno para el otro, mediante toda la verda y la evidencia de su propio cuerpo, en su masculinidad y feminidad. Es una aceptación que ex´presa y sostiene su desnudez recíproca el significado del don y por eso profundice la dignidad recíproca de él.

La inocencia interior consiste en tener una rectitud de intención de tal forma que lleva a la aceptación recíproca, creando así una comunión de personas.
Esta inocencia interior permite lograr una relación mutua de verdadera aceptación y acogimiento, permite ver al otro ser como Dios lo hace, amando a la persona por sí misma.

La inocencia interior es, la rectitud de intención en el intercambio del don, se trata, pues, de una "aceptación" o "acogida" tal que exprese y sostenga en la desnudez recíproca el significado del don y por eso profundice la dignidad recíproca de él. Esa dignidad corresponde profundamente al hecho de que el Creador ha querido y continuamente al hombre, varón y mujer, por sí mismo. La inocencia "del corazón" y, por consiguiente, la inocencia de la experiencia significa participación moral en el eterno y permanente acto de la voluntad de Dios.
Lo contrario de esta "acogida" o "aceptación" del otro ser humano como don sería una privación del don mismo y por esto un cambio e incluso una reducción del otro a "objeto para mí mismo" (objeto de concupiscencia, de "apropiación indebida", "objeto para mí", debería señalar precisamente el comienzo de la vergüenza. Efectivamente, ésta corresponde a una amenaza inferida al don en su intimidad personal y testimonia el derrumbamiento interior de la inocencia en la experiencia recíproca.

¿En qué consiste la inocencia interior?

Consiste en una recíproca "aceptación" del otro, tal que corresponda a la esencia misma del don: de este modo, la donación mutua crea la comunión de las personas. Por esto, se trata de "acoger" al otro ser humano y de "aceptarlo", el varón y la mujer se convierten en don el uno para el otro, mediante toda la verdad y la evidencia de su propio cuerpo, en su masculinidad y feminidad.

Se trata, pues, de una "aceptación" o "acogida" tal que exprese y sostenga en la desnudez recíproca el significado del don y por eso profundice la dignidad recíproca de él. La inocencia "del corazón" y, por consiguiente, la inocencia de la experiencia significa participación moral en el eterno y permanente acto de la voluntad de Dios.

La inocencia interior consiste en una recíproca aceptación del otro. La donación mutua crea la unión de las personas. Varón y mujer se convierten en don el uno para el otro. Dios a querido y sigue queriendo al hombre varón y mujer por sí mismo, voluntad de Dios.

Pregunta:
¿En qué consiste la inocencia interior?
R: La inocencia interior es, en su última instancia, una recta intención que permite la comunión de las personas, conservando las característica interior (parte de Dios,” a su imagen y semejanza lo creó”) La unión mutua con una recta intencionalidad, se logra por la aceptación del don, el donarse cada uno al otro, el aceptarlo y acogerlo, recíprocamente; y esto lo ha querido el Creador, por lo que su participación revela la inocencia de la experiencia que fue un acto de la voluntad de Dios.
Este tema me pareció maravilloso, solamente Juan Pablo II pudo describir tan magistralmente, la experiencia originaria.

¿En qué consiste la inocencia interior?

La inocencia interior es el intercambio mutuo entre varón y mujer, la inocencia interior como inocencia del corazón. Es la mutua y real aceptación de cada uno de los miembros de la pareja, varón y mujer en un acto simple de verdadera comunión desde la perspectiva del alma y el cuerpo. La pareja humana es auténtica imágen de Dios que es comunión en su mismo ser eterno.

[b]¿En qué consiste la inocencia interior?[/b]

[i]La inocencia interior o rectitud de intención o inocencia del corazón, en el intercambio del don de las personas en el que participa toda su humanidad, alma y cuerpo, feminidad y masculinidad, consiste en la recíproca "aceptación" o "acogida", entre el varón y la mujer; una aceptación tal que exprese y sostenga el significado esencial y la dignidad del don de sí, esto es, la donación de sí y la aceptación del otro como don. Esta reciprocidad crea una auténtica comunión de las personas, lo cual conlleva la participación en el eterno y permanente acto de la voluntad de Dios.

Por la inocencia interior, varón y mujer, en el intercambio del don de la persona mediante toda la verdad y la evidencia de su propio cuerpo, en su masculinidad y feminidad, conservan la característica interior de la donación de sí y de la aceptación del otro como don. Ambas funciones de intercambio enriquecen, profundizan, intensifican y dignifican el proceso del “don de sí” y facilitan la reciprocidad e intercambio del don del cuerpo.[/i]

consiste en una recíproca "aceptación" del otro, de la vivencia de una actitud de profunda acogida del otro.

¿En qué consiste la inocencia interior?

La inocencia interior consiste en la recta intención en el dar y recibir el don y sobre todo considerar al otro como un don en si mismo. Es acoger, aceptar al otro y donarse sin otro fin que el crear una comunión entre las personas con todas las facetas e implicaciones de su ser y de su cuerpo.

La inocencia interior (esto es, la rectitud de intención) en el intercambio del don consiste en una recíproca "aceptación" del otro, tal que corresponda a la esencia misma del don: de este modo, la donación mutua crea la comunión de las personas. Por esto, se trata de "acoger" al otro ser humano y de "aceptarlo", precisamente porque en esta relación mutua de que habla el Génesis 2, 23-25, el varón y la mujer se convierten en don el uno para el otro, mediante toda la verdad y la evidencia de su propio cuerpo, en su masculinidad y feminidad. Se trata, pues, de una "aceptación" o "acogida" tal que exprese y sostenga en la desnudez recíproca el significado del don y por eso profundice la dignidad recíproca de él. Esa dignidad corresponde profundamente al hecho de que el Creador ha querido (y continuamente quiere) al hombre, varón y mujer, por sí mismo. La inocencia "del corazón" y, por consiguiente, la inocencia de la experiencia significa participación moral en el eterno y permanente acto de la voluntad de Dios.

¿En qué consiste la inocencia interior?
La inocencia interior es el origen de esa voluntad que facilita la reciprocidad e intercambio del don del cuerpo como intercambio del don de la persona, mediante toda la verdad y la evidencia del propio cuerpo, en su masculinidad y feminidad, de tal manera que el donarse se convierte en aceptar, y el aceptar se transforma en donarse.

La inocencia interior entendida como la rectitud de intención está encaminada, y a su vez es, la aceptación de la propia identidad de la experiencia del cuerpo, de forma que al aceptar tanto la masculinidad, como la feminidad es posible una donación mutua del don entregado por el creador, en que se pueden compartir experiencias y llegar a una comunión. Esta comunión se logra cuando, tanto el hombre como la mujer se convierten en don para sí mismos, teniendo como principal herramienta la evidencia de sus cuerpos.

La inocencia interior consiste en la capacidad de la voluntad de entregarse a sí mismo como don, con rectitud de intención, a pesar de las consecuencias del pecado original, buscando el bien del otro en la comunidad de las personas específicamente y en todas las demás relaciones humanas después. Es decir, a pesar de sentir las consecuencias del pecado -molestias, mala intención, etc- relacionarse con la otra persona de tal modo que siempre se esté buscando el bien de ella/él.

La inocencia interior consiste en la capacidad de la voluntad de entregarse a sí mismo como don, con rectitud de intención, a pesar de las consecuencias del pecado original, buscando el bien del otro en la comunidad de las personas específicamente y en todas las demás relaciones humanas después. Es decir, a pesar de sentir las consecuencias del pecado -molestias, mala intención, etc- relacionarse con la otra persona de tal modo que siempre se esté buscando el bien de ella/él.

¿En qué consiste la inocencia interior?

es la rectitud de intención, es la aceptación del otro tal y como es.

En esta aceptación profucnda del otro ser se convierte en un dar en su significado esponsalicio , no es un requerimiento per se, es un ganas de donar de igual forma y por lo tanto se llega a una inocencia interior de total entrega en el amor

La inocencia interior consiste en la aceptación recíproca del hombre y la mujer, acogiendo la donación de la persona, aceptándola y amándola a como Dios la ama por si misma. Mediante esta donación recíproca el hombre y la mujer se conocen con mayor profundidad y esta inocencia en el donarse facilita ese conocimiento.

Virginia Castro

Leccion # 17

En que consiste la inocencia interior?

Son nuestras buenas intenciones al pensar, darnos y tambien al recibir a otro,a; la persona Buena y pura tendra una inocencia interior que al aceptar a otra persona es con todo su amor, sin restricciones.
Cuando contraemos matrimonio como Dios manda.... nos aceptamos mutuamente y sin dudas, despues el ser humano es el que cambia todo poco a poco; por no haber sentido la responsabilidad y el respeto del Amor de Dios. Tambien cuando tenemos inocencia interior es cuando nos damos a todas y algunas personas no reconocen la diferncia y lastiman nuestra espiritualidad humana.

¿En qué consiste la inocencia interior?
Consiste en el amor incondicional, en la aceptación del otro, tal y como Dios lo ha querido y como contínuamente lo quiere por sí mismo.
Esta inocencia interior ha de llevar a un intercambio del don, a una mútua acogida y aceptación del hombre, varón o mujer, en una relación donde se manifieste permamentemente la voluntad de Dios.
Como seres llamados al amor, se han de establecer vínculos de contínua donación y de respeto a la dignidad humana con la que hemos sido revestidos, evitando todo lo que se contraponga a la inocencia del corazón, de la experiencia, al vínculo amoroso que nos une.