por marielflo » Mar Jul 23, 2013 9:45 pm
El varón y la mujer, uniéndose entre sí tan íntimamente, se convierten en “una sola carne” Y descubren de nuevo, cada vez y de modo especial, el misterio de la creación. La expresión: “carne de mi carne y hueso de mis huesos”, les permite reconocerse recíprocamente y, llamarse por su nombre, como la primera vez. El hecho de que se conviertan en “una sola carne” es un vínculo potente establecido por el Creador, a través del cual ellos descubren la propia humanidad, tanto en su unidad originaria, como en la dualidad de un misterioso atractivo recíproco. Pero el sexo es algo más que la fuerza misteriosa de la corporeidad humana, que obra casi en virtud del instinto. A nivel del hombre y en la relación recíproca de las personas, el sexo expresa una superación siempre nueva del límite de la soledad del hombre inherente a la constitución de su cuerpo y determina su significado originario. Esta superación lleva siempre consigo una cierta asunción de la soledad del cuerpo del segundo “yo” como propia.