por claudia corchado » Mar Jun 10, 2014 5:42 pm
Pregunta:
Podemos deducir de ello que las palabras de Pablo, que tratan de la vida «según la carne» y «según el espíritu», son al mismo tiempo una síntesis y un programa; y es preciso entenderlas en esta clave.(51, 2 al final) . En concreto a qué se refiere Juan Pablo II, cuando dice que ofrecen un programa… y qué relación tienen con la Redención? Exponlo con tus palabras…
Pablo expresa al escribir del mal que hace, aunque no lo quiera, y de la posibilidad limitada de realizar el bien que quiere (cf Rm 7, 19) la tensión entre la “carne” y el “espíritu”. Se manifiesta en su corazón como “combate” entre el bien y el mal.
En el interior del hombre la vida “según la carne” se opone a la vida “según el espíritu”. En la situación actual del hombre, dado su estado pecaminoso hereditario, está constantemente expuesto a la debilidad e insuficiencia “según la carne”, a la que cede con frecuencia, si no se refuerza en el interior para hacer precisamente lo “que quiere el Espíritu”.
En la Carta a los Romanos podemos ver la contraposición de la vida “según la carne” y la vida “según el Espíritu”, se coloca en el contexto de la doctrina paulina acerca de la justificación mediante la fe, es decir, mediante la fuerza de Cristo mismo que obra en el interior del hombre por medio del Espíritu Santo. “Los que son según la carne sienten las cosas carnales, los que son según el Espíritu sienten las cosas espirituales. Porque el apetito de la carne es muerte, pero el apetito del Espíritu es vida y paz. Por lo cual el apetito de la carne es enemistad con Dios y no se sujeta ni puede sujetarse a la ley de Dios. Los que viven según la carne no pueden agradar a Dios; pero vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que de verdad el Espíritu de Dios habita en vosotros. Pero si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, este no es de Cristo. Mas si Cristo está en vosotros, el cuerpo está muerto por el pecado, pero el espíritu vive por la justicia” (Rm 8, 5-10).
San Pablo pone de relieve la “justificación” en Cristo, destinada al hombre “histórico”, a todo hombre de “ayer, de hoy y de mañana” de la historia del mundo y también de la historia de la salvación: justificación que es esencial para el hombre interior, y está destinada precisamente a ese “corazón” al que Cristo se ha referido, hablando de la “pureza” y de la “impureza” en sentido moral. Esta “justificación” por la fe no constituye simplemente una dimensión del plan divino de la salvación y de la santificación del hombre sino que es, según San Pablo, una auténtica fuerza que actúa en el hombre y que se revela y afirma en sus acciones.
En la doctrina paulina, la vida “según la carne” se opone a la vida “según el Espíritu”, no sólo en el interior del hombre, en su “corazón”, sino encuentra un amplio campo para traducirse en obras. Pablo habla, por un lado, de las “obras” que nacen de la “carne”, es decir, de las obras en las que se manifiesta el hombre que vive “según la carne” y, por otro, habla del “fruto del Espíritu”, esto es, de las acciones, de los modos de comportarse, de las virtudes, en las que se manifiesta el hombre que vive “según el Espíritu”. Mientras en el primer caso nos encontramos con el hombre abandonado a la triple concupiscencia, de la que dice Juan que viene “del mundo”, en el segundo caso nos hayamos frente a lo que ya antes hemos llamado el ethos de la redención.
Si el dominio en la esfera del ethos se manifiesta y se realiza como “amor, alegría, paz, paciencia, benevolencia, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de si” (Carta a los Gálatas), entonces detrás de cada una de estas realizaciones, de estos comportamientos, de estas virtudes morales, hay una opción específica, es decir, un esfuerzo de la voluntad fruto del espíritu humano penetrado por el Espíritu de Dios, que se manifiesta en la elección del bien.
En esta lucha entre el bien y el mal, el hombre se demuestra más fuerte gracias al empuje del Espíritu Santo que, actuando dentro del espíritu humano, hace realmente que sus deseos fructifiquen en bien. Por tanto, la acción del “Espíritu Santo” en el hombre permite que ese programa o propuesta de vida, lo haga llegar a la santidad, yendo contracorriente con lo que se suele hacer en el mundo, haciendo a un lado lo que parece ser más atractivo, para dirigirse a lo que si vale la pena, llegar a DIOS.
Saludos a todos.