26. La triple concupiscencia

Este curso tiene el objetivo de difundir la catequesis del amor humano, también conocida como Teología del Cuerpo.

En esta segunda parte se toca el adulterio, la concupiscencia, la donación mutua del hombre y a mujer en el matrimonio, la dignidad del cuerpo y del sexo, lo «ético» y lo «erótico» en el amor humano y el respeto al cuerpo.

Fechas:
Este curso consta 40 sesiones que se impartirán todos los martes y sábados a partir del 27 de agosto de 2013 , la última será el 3 enero de 2014

Moderadores: pilar calva, Catholic.net, Margarita Gonzalez, Moderadores Animadores

Re: 26. La triple concupiscencia

Notapor lindoro50 » Vie Sep 06, 2013 12:27 pm

¿Por qué es tan importante la puntualización que hace el texto sobre la génesis de la concupiscencia, en relación con la respuesta que da Cristo?

Porque para entender esa verdad de importancia universal, contenida en las palabras de Cristo durante el sermón de la montaña (Mt 5, 27-28), debemos volver una vez más al libro del Génesis, detenernos una vez más “en el umbral” de la revelación del hombre “histórico”. Ya que este umbral de la historia de la salvación es, al mismo tiempo, umbral de auténticas experiencias humanas. La concupiscencia de la carne y, junto con ella, la concupiscencia de los ojos y la soberbia de la vida, está “en el mundo” y, a la vez, “viene del mundo”, no como fruto del misterio de la creación, sino como fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal (Gén 2, 17) en el corazón del hombre. Así, pues, la fórmula según la cual, la concupiscencia “no viene del Padre sino del mundo” proviene una vez más del “principio” bíblico.

Se puso en duda el don, explica esta triple concupiscencia con esta afirmación que hace Juan Pablo II.

El hombre al tomar el fruto del “árbol de la ciencia del bien y del mal” hace, al mismo tiempo, una opción fundamental y la realiza contra la voluntad del Creador, Dios Yahvé, aceptando la motivación que le sugiere el tentador: “No, no moriréis; es que sabe Dios que el día que de él comáis, se Os abrirán los ojos y seréis como dioses, conocedores del bien y del mal”. En esta motivación se encierra claramente la puesta en duda del don y del amor, de quien trae origen la creación como donación (Dios-Padre). Por lo que al hombre se refiere, él recibe en don “al mundo” y, a la vez, la “imagen de Dios”, es decir, la humanidad misma en toda la verdad de su duplicidad masculina y femenina. Al poner en duda, dentro de su corazón, el significado más profundo de la donación, esto es, el amor como motivo específico de la creación y de la Alianza originaria (Gén 3, 5), el hombre vuelve las espaldas al Dios-Amor, al “Padre”. En la triple concupiscencia fructifica la ruptura de la primera Alianza con el Creador. Esta Alianza se rompió en el corazón del hombre.
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Re: 26. La triple concupiscencia

Notapor patricio » Vie Sep 06, 2013 12:49 pm

¿Por qué es tan importante la puntualización que hace el texto sobre la
génesis de la concupiscencia, en relación con la respuesta que da Cristo?
Se puso en duda el don, explica esta triple concupiscencia con esta
afirmación que hace Juan Pablo II?

-Es importante lo que aparece en texto sobre la génesis de la triple concupiscencia, que no proviene "del Padre", sino "del mundo".
La concupiscencia de la carne y, junto con ella, la concupiscencia de los ojos y la soberbia de la vida, está "en el mundo" y, a la vez, "viene del mundo", no como fruto del misterio de la creación, sino como fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal (cf. Gén 2, 17) en el corazón del hombre. Lo que fructifica en la triple concupiscencia no es el "mundo" creado por Dios para el hombre, cuya "bondad" fundamental hemos leído más veces en Gén 1: "Vio Dios que era bueno... era muy bueno". En cambio, en la triple concupiscencia fructifica la ruptura de la primera Alianza con el Creador y ella se rompió en el corazón del hombre.
Para entender y relacionar esa verdad de importancia universal sobre el hombre histórico, contenida en las palabras de Cristo durante el sermón de la montaña, debemos volver una vez más al libro del Génesis, detenernos una vez más "en el umbral" de la revelación del hombre histórico. Esto es tanto más necesario, en cuanto que este umbral de la historia de la salvación es, al mismo tiempo, umbral de auténticas experiencias humanas.

-Si, al ver en la descripción bíblica, parece ponerse en evidencia especialmente el momento clave, que en el corazón del hombre se puso duda el don.
El hombre que toma el fruto del "árbol de la ciencia del bien y del mal" hace, al mismo tiempo, una opción fundamental y la realiza contra la voluntad del Creador, Dios Yahvé, aceptando la motivación que le sugiere el tentador.
En esta motivación se encierra claramente la puesta en duda del don y del amor, de quien trae origen la creación como donación. Por lo que al hombre se refiere, él recibe en don "al mundo" y, a la vez, la "imagen de Dios", es decir, la humanidad misma en toda la verdad de su duplicidad masculina y femenina.
Al poner en duda, dentro de su corazón, el significado más profundo de la donación, esto es, el amor como motivo específico de la creación y de la Alianza originaria, el hombre vuelve las espaldas al Dios-Amor, al Padre. En cierto sentido lo rechaza de su corazón y como si lo cortase de aquello que viene del Padre.
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Re: 26. La triple concupiscencia

Notapor freddy henao » Vie Sep 06, 2013 4:04 pm

La concupiscencia de la carne y, junto con ella, la concupiscencia de los ojos y la soberbia de la vida, está “en el mundo” y, a la vez, “viene del mundo”, no como fruto del misterio de la creación, sino como fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal (cf. Gén 2, 17) en el corazón del hombre. Lo que fructifica en la triple concupiscencia no es el “mundo” creado por Dios para el hombre, cuya “bondad” fundamental hemos leído más veces en Gén 1: “Vio Dios que era bueno... era muy bueno”. En cambio, en la triple concupiscencia fructifica la ruptura de la primera Alianza con el Creador, con Dios-Elohim, con Dios-Yahvé. Esta Alianza se rompió en el corazón del hombre. Sería necesario hacer aquí un análisis cuidadoso de los acontecimientos descritos en Gén 3, 1-6. Sin embargo, nos referimos sólo en general al misterio del pecado, en los comienzos de la historia humana. Efectivamente, sólo como consecuencia del pecado, como fruto de la ruptura de la Alianza con Dios en el corazón humano -en lo íntimo del hombre-, el “mundo” del libro del Génesis se ha convertido en el “mundo” de las palabras de San Juan (1, 2, 15-16): lugar y fuente de concupiscencia.

Así, pues, la fórmula según la cual, la concupiscencia “no viene del Padre sino del mundo” parece dirigirse una vez más hacia el “principio” bíblico. La génesis de la triple concupiscencia, presentada por Juan, encuentra en este principio su primera y fundamental dilucidación, una explicación que es esencial para la teología del cuerpo.

Para entender esa verdad de importancia universal sobre el hombre “histórico”, contenida en las palabras de Cristo durante el sermón de la montaña (cf. Mt 5, 27-28), debemos volver una vez más al libro del Génesis, detenernos una vez más “en el umbral” de la revelación del hombre “histórico”. Esto es tanto más necesario, en cuanto que este umbral de la historia de la salvación es, al mismo tiempo, umbral de auténticas experiencias humanas, como comprobaremos en los análisis sucesivos. Allí revivirán los mismos significados fundamentales que hemos obtenido de los análisis precedentes, como elementos constitutivos de una antropología adecuada y substrato profundo de la teología del cuerpo.
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Re: 26. La triple concupiscencia

Notapor maandreuster » Sab Sep 07, 2013 6:15 pm

Pregunta: ¿Por qué es tan importante la puntualización que hace el texto sobre la
génesis de la concupiscencia, en relación con la respuesta que da Cristo?
Se puso en duda el don, explica esta triple concupiscencia con esta
afirmación que hace Juan Pablo II
Porque debemos entender muy claramente el termino concupiscencia para, así, entender claramente la respuesta de Cristo.
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Re: 26. La triple concupiscencia

Notapor dicetel » Sab Sep 07, 2013 10:23 pm

Pregunta: ¿Por qué es tan importante la puntualización que hace el texto sobre la
génesis de la concupiscencia, en relación con la respuesta que da Cristo?
Se puso en duda el don, explica esta triple concupiscencia con esta
afirmación que hace Juan Pablo II

Todo se origina en el corazon del hombre que de espaldas a Dios rechaza su amor por que no cree que ese amor sea suficiente para llenar su vida y sus sentidos (soberbia) por que camina a oscuras y necesita llenar ese vacio existencial que el mismo ocasiona al abandonar la casa del padre y perder su inocencia al romper la Alianza con Dios
Ese no fue el plan de Dios :"Vio Dios que era bueno..."
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Re: 26. La triple concupiscencia

Notapor marielflo » Sab Sep 07, 2013 11:58 pm

(30-IV-80/4-V-80)

1. Durante nuestra última reflexión hemos dicho que las palabras de Cristo en el sermón de la montaña hacen referencia directamente al "deseo" que nace inmediatamente en el corazón humano; indirectamente, en cambio, esas palabras nos orientan a comprender una verdad sobre el hombre, que es de importancia universal.

Esta verdad sobre el hombre "histórico", de importancia universal, hacia la que nos dirigen las palabras de Cristo tomadas de Mt 5, 27-28, parece que se expresa en la doctrina bíblica sobre la triple concupiscencia. Nos referimos aquí a la concisa fórmula de la primera Carta de San Juan 2, 16-17: "Todo lo que hay en el mundo, concupiscencia de la carne, concupiscencia de los ojos y orgullo de la vida, no viene del Padre, sino que procede del mundo. Y el mundo pasa y también sus concupiscencias; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre". Es obvio que para entender estas palabras, hay que tener muy en cuenta el contexto, en el que se insertan, es decir, el contexto de toda la "teología de San Juan", sobre la que se ha escrito tanto (1). Sin embargo, las mismas palabras se insertan, a la vez, en el contexto de toda la Biblia; pertenecen al conjunto de la verdad revelada sobre el hombre, y son importantes para la teología del cuerpo. No explican la concupiscencia misma en su triple forma, porque parecen presuponer que "la concupiscencia del cuerpo, la concupiscencia de los ojos y la soberbia de la vida", sean, de cualquier modo, un concepto claro y conocido. En cambio explican la génesis de la triple concupiscencia, al indicar su proveniencia, no "del Padre", sino "del mundo".

2. La concupiscencia de la carne y, junto con ella, la concupiscencia de los ojos y la soberbia de la vida, está "en el mundo" y, a la vez, "viene del mundo", no como fruto del misterio de la creación, sino como fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal (cf. Gén 2, 17) en el corazón del hombre. Lo que fructifica en la triple concupiscencia no es el "mundo" creado por Dios para el hombre, cuya "bondad" fundamental hemos leído más veces en Gén 1: "Vio Dios que era bueno... era muy bueno". En cambio, en la triple concupiscencia fructifica la ruptura de la primera Alianza con el Creador, con Dios-Elohim, con Dios-Yahvé. Esta Alianza se rompió en el corazón del hombre. Sería necesario hacer aquí un análisis cuidadoso de los acontecimientos descritos en Gén 3, 1-6. Sin embargo, nos referimos sólo en general al misterio del pecado, en los comienzos de la historia humana. Efectivamente, sólo como consecuencia del pecado, como fruto de la ruptura de la Alianza con Dios en el corazón humano -en lo íntimo del hombre-, el "mundo" del libro del Génesis se ha convertido en el "mundo" de las palabras de San Juan (1, 2, 15-16): lugar y fuente de concupiscencia.

Así, pues, la fórmula según la cual, la concupiscencia "no viene del Padre sino del mundo" parece dirigirse una vez más hacia el "principio" bíblico. La génesis de la triple concupiscencia, presentada por Juan, encuentra en este principio su primera y fundamental dilucidación, una explicación que es esencial para la teología del cuerpo.

Para entender esa verdad de importancia universal sobre el hombre "histórico", contenida en las palabras de Cristo durante el sermón de la montaña (cf. Mt 5, 27-28), debemos volver una vez más al libro del Génesis, detenernos una vez más "en el umbral" de la revelación del hombre "histórico". Esto es tanto más necesario, en cuanto que este umbral de la historia de la salvación es, al mismo tiempo, umbral de auténticas experiencias humanas, como comprobaremos en los análisis sucesivos. Allí revivirán los mismos significados fundamentales que hemos obtenido de los análisis precedentes, como elementos constitutivos de una antropología adecuada y substrato profundo de la teología del cuerpo.

3. Puede surgir aún la pregunta de si es lícito trasladar los contenidos típicos de la teología de San Juan, que se encuentra en toda la primera Carta (especialmente en 1, 2, 15-16), al terreno del sermón de la montaña según Mateo, y precisamente de la afirmación de Cristo tomada de Mt 5, 27-28, ("Habéis oído que fue dicho: No adulterarás. Pero yo Os digo que todo el que mira a una mujer deseándola, ya adulteró con ella en su corazón"). Volveremos a tocar este tema más veces: a pesar de esto, hacemos referencia desde ahora al contenido bíblico general, al conjunto de la verdad sobre el hombre, revelada y expresada en ella. Precisamente, en virtud de esta verdad, tratamos de captar hasta el fondo al hombre, que indica Cristo en el texto de Mt 5, 27-28: es decir, al hombre que "mira" a la mujer "deseándola". Esta mirada, en definitiva, ¿no se explica acaso por el hecho de que el hombre es precisamente un "hombre de deseo", en el sentido de la primera Carta de San Juan, más aún, que ambos, esto es, el hombre que mira para desear a la mujer que es objeto de tal mirada, se encuentran en la dimensión de la triple concupiscencia, que "no viene del Padre, sino del mundo"? Es necesario, pues, entender lo que es ese bíblico "hombre de deseo", para descubrir la profundidad de las palabras de Cristo según Mt 5, 27-28, y para explicar lo que signifique su referencia, tan importante para la teología del cuerpo, al "corazón" humano.

4. Volvamos de nuevo al relato yahvista, en el que el mismo hombre, varón y mujer, aparece al principio como hombre de inocencia originaria -antes del pecado original- y luego como aquel que ha perdido esta inocencia, quebrantando la alianza originaria con su Creador. No intentamos hacer aquí un análisis completo de la tentación y del pecado, según el mismo texto del Gén 3, 1-5, la correspondiente doctrina de la Iglesia y la teología.

Solamente conviene observar que la misma descripción bíblica parece poner en evidencia especialmente el momento clave, en que en el corazón del hombre se puso en duda el don. El hombre que toma el fruto del "árbol de la ciencia del bien y del mal" hace, al mismo tiempo, una opción fundamental y la realiza contra la voluntad del Creador, Dios Yahvé, aceptando la motivación que le sugiere el tentador: "No, no moriréis; es que sabe Dios que el día que de él comáis, se Os abrirán los ojos y seréis como Dios, conocedores del bien y del mal"; según traducciones antiguas: "seréis como dioses, conocedores del bien y del mal" (2). En esta motivación se encierra claramente la puesta en duda del don y del amor, de quien trae origen la creación como donación. Por lo que al hombre se refiere, él recibe en don "al mundo" y, a la vez, la "imagen de Dios", es decir, la humanidad misma en toda la verdad de su duplicidad masculina y femenina.

Basta leer cuidadosamente todo el pasaje del Gén 3, 1-5, para determinar allí el misterio del hombre que vuelve las espaldas al "Padre" (aun cuando en el relato no encontremos este apelativo de Dios). Al poner en duda, dentro de su corazón, el significado más profundo de la donación, esto es, el amor como motivo específico de la creación y de la Alianza originaria (cf. especialmente Gén 3, 5), el hombre vuelve las espaldas al Dios-Amor, al "Padre". En cierto sentido lo rechaza de su corazón y como si lo cortase de aquello que "viene del Padre"; así, queda en él lo que "viene del mundo".
5. "Abriéronse los ojos de ambos, y viendo que estaban desnudos, cosieron unas hojas de higuera y se hicieron unos ceñidores" (Gén 3, 7). Esta es la primera frase del relato yahvista que se refiere a la "situación" del hombre después del pecado y muestra el nuevo estado de la naturaleza humana. ¿Acaso no sugiere también esta frase el comienzo de la "concupiscencia" en el corazón del hombre? Para dar una respuesta más profunda a esta pregunta, no podemos quedarnos en esa primera frase, sino que es necesario volver a leer todo el texto. Sin embargo, vale la pena recordar aquí lo que se dijo en los primeros análisis sobre el tema de la vergüenza como experiencia "del límite" (10). El libro del Génesis se refiere a esta experiencia para demostrar la "línea divisoria" que existe entre el estado de inocencia originaria (cf. especialmente Gén 2, 25, al que hemos dedicado mucha atención en los análisis precedentes) y el estado de situación de pecado del hombre al "principio" mismo. Mientras el Génesis 2, 25 subraya que estaban desnudos... sin avergonzarse de ello", el Génesis 3, 6 habla explícitamente del nacimiento de la vergüenza en conexión con el pecado. Esa vergüenza es como la fuente primera del manifestarse en el hombre -en ambos, varón y mujer-, lo que "no viene del Padre, sino del mundo".

(1) Cf. p. ej.: J. Bonsirven, Epitres de Saint Jean, París 1954² (Beauchesne). págs. 113-119; E. Brooke, Critical and Exegeitcal Commentary on the Johannine Epistle (International Critical Commentary), Edimburgo 1912 (Clark), págs. 47-49; P. De Amborggi, Le Epistole Cattoliche, Turín 1947 (Marietti), págs. 216-217; C. H. Dodd, The Johannine Epistles (Moffatt New Testament Commentary), Londres 1946, págs. 41-42; J. Houlden, A Commentary on the Johannine Epistles, Londres 1973, Black), páginas 73-74; B. Prete, Letter di Giovanni, Roma 1970 (Ed. Paulinas), pág. 61; R. Schnackenburg, Die Johannesbriefe, Friburgo 1953 (Herders Theologischer Kommentar zum Neuen Testament), págs. 112-115; J. R. W. Stott, Epistles of John (Tyndale New Testamente Commentaries), Londres 19693, págs. 99-101.
Sobre el tema de la teología de Juan, cf. en particular A. Feuillet, Le mystère de lamour divin dans la théologie johannique, París 1972 (Gabalda).

(2) El texto hebreo puede tener ambos significados, porque dice: "Sabe Elohim que el día en que comáis de él (del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal) se abrirán vuestros ojos y seréis como Elohim, conocedores del bien y del mal". El término elohim es plural de eloah ("pluralis excellentiae").
En relación a Yahvé, tiene un significado particular; pero puede indicar el plural de otros seres celestes o divinidades paganas (por ejemplo, Sal 8, 6; Ex 12, 12; Jue 10, 16; Os 31, 1 y otros).

Aludimos algunas versiones:
- Italiano: "diverreste come Dio, conoscendo il bene e il male" (Pont Inst. Biblico, 1961).
- Francés: "...vous serez comme des dieux, qui connaissent le bien et le mal" (Biblia de Jerusalén, 1973).
- Inglés: "you will be like God, knowing good and evil" (Versión Standard revisada, 1966).
- Español: "seréis como dioses, conocedores del bien y del mal" (S. Ausejo, Barcelona, 1964).
"Seréis como Dios en el conocimiento del bien y del mal" (A. Alonso-Schökel, Madrid, 1970).
(10) Cf. la audiencia general del 12 de diciembre de 1979.


Pregunta:¿Por qué es tan importante la puntualización que hace el texto sobre la
génesis de la concupiscencia, en relación con la respuesta que da Cristo?

Tanto el hombre que mira para desear, como la mujer que es objeto de tal mirada, se encuentran en la dimensión de la triple concupiscencia, que “no viene del Padre, sino del mundo”? Es necesario, pues, entender lo que es, ese bíblico “hombre de deseo”, para descubrir la profundidad de las palabras de Cristo según Mt 5, 27-28, y para explicar lo que signifique su referencia, tan importante para la teología del cuerpo, al “corazón” humano.

Se puso en duda el don? explica esta triple concupiscencia con esta afirmación que hace Juan Pablo II.

La misma descripción bíblica parece poner en evidencia especialmente el momento clave, en que en el corazón del hombre se puso en duda el don. El hombre que toma el fruto del “árbol de la ciencia del bien y del mal” hace, al mismo tiempo, una opción fundamental y la realiza contra la voluntad del Creador, Dios Yahvé, aceptando la motivación que le sugiere el tentador: “No, no moriréis; es que sabe Dios que el día que de él comáis, se Os abrirán los ojos y seréis como Dios, conocedores del bien y del mal”; según traducciones antiguas: “seréis como dioses, conocedores del bien y del mal” (2). En esta motivación se encierra claramente la puesta en duda del don y del amor, de quien trae origen la creación como donación. Por lo que al hombre se refiere, él recibe en don “al mundo” y, a la vez, la “imagen de Dios”, es decir, la humanidad misma en toda la verdad de su duplicidad masculina y femenina.

la triple concupiscencia.
La concupiscencia de la carne y, junto con ella, la concupiscencia de los ojos y la soberbia de la vida, está “en el mundo” y, a la vez, “viene del mundo”, no como fruto del misterio de la creación, sino como fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal (cf. Gén 2, 17) en el corazón del hombre. Lo que fructifica en la triple concupiscencia no es el “mundo” creado por Dios para el hombre, cuya “bondad” fundamental hemos leído más veces en Gén 1: “Vio Dios que era bueno... era muy bueno”. En cambio, en la triple concupiscencia fructifica la ruptura de la primera Alianza con el Creador, con Dios-Elohim, con Dios-Yahvé. Esta Alianza se rompió en el corazón del hombre.
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Re: 26. La triple concupiscencia

Notapor marielflo » Dom Sep 08, 2013 12:02 am

Pregunta:¿Por qué es tan importante la puntualización que hace el texto sobre la
génesis de la concupiscencia, en relación con la respuesta que da Cristo?

Tanto el hombre que mira para desear, como la mujer que es objeto de tal mirada, se encuentran en la dimensión de la triple concupiscencia, que “no viene del Padre, sino del mundo”? Es necesario, pues, entender lo que es, ese bíblico “hombre de deseo”, para descubrir la profundidad de las palabras de Cristo según Mt 5, 27-28, y para explicar lo que signifique su referencia, tan importante para la teología del cuerpo, al “corazón” humano.

Se puso en duda el don? explica esta triple concupiscencia con esta afirmación que hace Juan Pablo II.

La misma descripción bíblica parece poner en evidencia especialmente el momento clave, en que en el corazón del hombre se puso en duda el don. El hombre que toma el fruto del “árbol de la ciencia del bien y del mal” hace, al mismo tiempo, una opción fundamental y la realiza contra la voluntad del Creador, Dios Yahvé, aceptando la motivación que le sugiere el tentador: “No, no moriréis; es que sabe Dios que el día que de él comáis, se Os abrirán los ojos y seréis como Dios, conocedores del bien y del mal”; según traducciones antiguas: “seréis como dioses, conocedores del bien y del mal” (2). En esta motivación se encierra claramente la puesta en duda del don y del amor, de quien trae origen la creación como donación. Por lo que al hombre se refiere, él recibe en don “al mundo” y, a la vez, la “imagen de Dios”, es decir, la humanidad misma en toda la verdad de su duplicidad masculina y femenina.

la triple concupiscencia.
La concupiscencia de la carne y, junto con ella, la concupiscencia de los ojos y la soberbia de la vida, está “en el mundo” y, a la vez, “viene del mundo”, no como fruto del misterio de la creación, sino como fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal (cf. Gén 2, 17) en el corazón del hombre. Lo que fructifica en la triple concupiscencia no es el “mundo” creado por Dios para el hombre, cuya “bondad” fundamental hemos leído más veces en Gén 1: “Vio Dios que era bueno... era muy bueno”. En cambio, en la triple concupiscencia fructifica la ruptura de la primera Alianza con el Creador, con Dios-Elohim, con Dios-Yahvé. Esta Alianza se rompió en el corazón del hombre.
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Re: 26. La triple concupiscencia

Notapor pitiponce » Dom Sep 08, 2013 10:20 pm

¿Por qué es tan importante la puntualización que hace el texto sobre la génesis de la concupiscencia, en relación con la respuesta que da Cristo? Se puso en duda el don, explica esta triple concupiscencia con esta afirmación que hace Juan Pablo II?

Porque da hasta cierto punto, una explicación teológica-antropológica de cuales son las motivaciones primarias del hombre para actuar como actúa.
El hombre al tomar en su libre voluntad la opción de desobedecer, rechaza el Amor y la Voluntad de Dios que estaban en la esencia de la restricción que Dios había puesto en el paraíso de no comer del árbol del conocimiento del bien y del mal. Es así como con un solo acto nacido primero en el corazón del hombre, este rechaza el don y después, llevándolo a las acciones, se desata como consecuencia lógica lo que describe Juan "concupiscencia de la carne, concupiscencia de los ojos y orgullo de la vida".
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Re: 26. La triple concupiscencia

Notapor pitiponce » Dom Sep 08, 2013 10:20 pm

¿Por qué es tan importante la puntualización que hace el texto sobre la génesis de la concupiscencia, en relación con la respuesta que da Cristo? Se puso en duda el don, explica esta triple concupiscencia con esta afirmación que hace Juan Pablo II?

Porque da hasta cierto punto, una explicación teológica-antropológica de cuales son las motivaciones primarias del hombre para actuar como actúa.
El hombre al tomar en su libre voluntad la opción de desobedecer, rechaza el Amor y la Voluntad de Dios que estaban en la esencia de la restricción que Dios había puesto en el paraíso de no comer del árbol del conocimiento del bien y del mal. Es así como con un solo acto nacido primero en el corazón del hombre, este rechaza el don y después, llevándolo a las acciones, se desata como consecuencia lógica lo que describe Juan "concupiscencia de la carne, concupiscencia de los ojos y orgullo de la vida".
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Re: 26. La triple concupiscencia

Notapor mariaines » Lun Sep 09, 2013 8:49 am

¿Por qué es tan importante la puntualización que hace el texto sobre la génesis de la concupiscencia, en relación con la respuesta que da Cristo? Se puso en duda el don, explica esta triple concupiscencia con esta afirmación que hace Juan Pablo II?
Así, pues, la fórmula según la cual, la concupiscencia "no viene del Padre sino del mundo" parece dirigirse una vez más hacia el "principio" bíblico. La génesis de la triple concupiscencia, presentada por Juan, encuentra en este principio su primera y fundamental dilucidación, una explicación que es esencial para la teología del cuerpo.
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Re: 26. La triple concupiscencia

Notapor Dairo Camacho » Lun Sep 09, 2013 12:09 pm

¿Por qué es tan importante la puntualización que hace el texto sobre la génesis de la concupiscencia, en relación con la respuesta que da Cristo? Se puso en duda el don, explica esta triple concupiscencia con esta afirmación que hace Juan Pablo II?
Porque en ella se establece una relación de carácter tanto teológico como antropológico en la que se exponen las motivaciones primarias para que el hombre actúe de una determinada forma, ya que por un lado el hombre fue creado con un libertad para tomar decisiones y por el otro los deseos del corazón lo pueden impulsar a alejarse del amor y la voluntad de Dios que al mismo tiempo se constituyen en una restricción para comer el árbol de Bien y el Mal. De forma que por un acto se desata una consecuencia de por demás lógica, al rechazar el don de Dios, ya que con esta triple concupiscente que proviene no de Dios sino del mundo, el hombre sede a el deseo de sus instintos y sentidos.
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Re: 26. La triple concupiscencia

Notapor yaluz » Lun Sep 09, 2013 3:08 pm

Pregunta:¿Por qué es tan importante la puntualización que hace el texto sobre la
génesis de la concupiscencia, en relación con la respuesta que da Cristo?
Se puso en duda el don, explica esta triple concupiscencia con esta
afirmación que hace Juan Pablo II?

R: Pienso que es muy importante conocer el origen de la concupiscencia, el desear cometer el pecado que arrastramos desde “el principio” Sin embargo con la respuesta de Cristo en el Sermón de la montaña “Habéis oído que fue dicho: No adulterarás. Pero yo Os digo que todo el que mira a una mujer deseándola, ya adulteró con ella en su corazón”).Se confirma que ese deseo ya es un acto-pecado, como se dijo en el tema precedente. Lo que ahora nos dice Juan Pablo II es que esto se vuelve a confirmar en la I Carta de San Juan, con la triple concupiscencia reafirmando que el hombre originario, inocencia originaria al romper la Alianza con el Creador, pasa el umbral y es ahora el hombre histórico lleno de vergüenza por no apreciar el Don del Padre, el don del mundo al hombre
Es importantísimo para todos los creyentes saber, digamos, la disposición que tenemos todos para “caer” a través de la carne, la vista y la soberbia porque el hombre originario al romper de corazón la Alianza con el Padre, queda sujeto a lo mundano y es allí, desde el hombre histórico, que lo heredamos todos, donde debemos actuar a través del Amor, la Fe, la Caridad, evitando caer en los excesos del corazón, dígase deseos.
Zulay R. de Álvarez (yaluz)
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Re: 26. La triple concupiscencia

Notapor Alejandra S » Mar Sep 10, 2013 7:54 am

¿Por qué es tan importante la puntualización que hace el texto sobre la
génesis de la concupiscencia, en relación con la respuesta que da Cristo?
Se puso en duda el don, explica esta triple concupiscencia con esta
afirmación que hace Juan Pablo II
Por un lado, Juan Pablo II nos lleva a reflexionar en el momento clave en el que el hombre pone en duda el amor de Dios, pone en duda los dones que le da al hombre, cae y peca, y así se genera la concuspiscencia, el deseo triple (del cuerpo, de los ojos y la soberbia). Entender esto es importante porque nos aclara y ordena los pensamientos acerca de los orígenes del hombre, el pecado y cómo llegamos a la situación actual.
Por otro lado, Juan Pablo II nos lleva a conectarlo con las enseñanzas de Cristo en sus bienaventuranzas, que nos llevan de regreso al paraíso, que nos llevan de regreso al amor del Padre y nos dan respuesta y camino de salvación. Eso implica creer y confiar en el amor del Padre otra vez.
Alejandra S
 
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Re: 26. La triple concupiscencia

Notapor maguie » Mar Sep 10, 2013 6:52 pm

La puntualización que hace el texto sobre la génesis de la concupiscencia en relación con la respuesta de Cristo en el Sermón de la Montaña es muy importante porque queda claro de este modo, que el mal viene del mundo, después de la decisión del hombre. EL mundo después de la Creación era bueno, pero la tentación y la caída, el deseo del hombre de 'ser como Dios', introducen el mal al mundo. De ahí la relación con la respuesta de Cristo, de mirar no solamente el hecho en si mismo, sino también el deseo del corazón del hombre, la intención.
Al afirmar que 'Se puso en duda el don', el Papa quiere decir que al aceptar la tentación, el hombre no quiso darse cuenta de que ya era como Dios. Dudó del Amor del Padre. Tenía la naturaleza humana que por medio de las manifestaciones de su cuerpo le hacía ver con claridad su semejanza con Él, pero además, tenía dones que no correspondían a su naturaleza, que le fueron concedidos por puro Amor de Dios a su creatura. Por lo tanto, al querer 'ser más' de lo que ya era, por ese deseo en su corazón, desarrolló la triple concupiscencia.
maguie
 
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Re: 26. La triple concupiscencia

Notapor cabacort » Mar Sep 10, 2013 8:43 pm

¿Por qué es tan importante la puntualización que hace el texto sobre la génesis de la concupiscencia, en relación con la respuesta que da Cristo?
Se puso en duda el don, explica esta triple concupiscencia con esta afirmación que hace Juan Pablo II
La respuesta de Cristo va contra el adulterio, el cual lastima la inocencia originaria, sin pecado y deja entrar el deseo como motor de la acción y del pensamiento del hombre, que lo lleva a ser infiel a su cónyuge.
Y es muy importante lo que dice el texto respecto al génesis de la triple concupiscencia: del cuerpo, de los ojos y de la soberbia de la vida; que ésta no tiene sus orígenes en la voluntad de Dios, sino en el mundo. En ese mundo lleno de tentaciones que nos lleva a a pecar con el cuerpo, con los ojos, con la mente, con el corazón, con nuestra vida misma.
Y esto se destaca sobremanera en tanto que al permitir la concupiscencia en nuestra vida, le damos la espalda a Dios y nos alejamos de su voluntad, de sus leyes y de su amor.
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Re: 26. La triple concupiscencia

Notapor josemartin » Mié Sep 11, 2013 7:49 am

Dios ha colocado un proyecto de vida en el ser humano en relación a la mujer, por tanto quien sólo busca la concupiscencia está en contra de ese proyecto de vida: que los dos se unan y sean una sola carne.
La concupiscencia que sólo busca la satisfacción personal y momentánea, momentánea porque lleva a la insatisfacción y al desprecio.
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Re: 26. La triple concupiscencia

Notapor Dolovalencia » Mié Sep 11, 2013 1:26 pm

Mt 5;27-28
Carta de San Juan 2;16-17
Concupiscencia (deseo exacerbado o desordenado)
Concupiscencia de la carne
Concupiscencia de los ojos
Concupiscencia de orgullo de la vida.
El génesis explica la triple concupiscencia al indicar su proveniencia no "del padre" sino del "mundo". Esta triple concupiscencia esta en el mundo y viene del mundo como fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal en el corazón del hombre. Lo que fructifica en la triple concupiscencia no es el mundo creado por Dios para el hombre, sino que fructifica la ruptura de la Primera Alianza con el Creador. Así pues la concupiscencia parece dirigirse hacia el principio bíblico. En esta misma descripción bíblica pone en evidencia en que en el corazón del hombre se puso en duda con el don. Al tomar el fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal hace una opción fundamental encontra de la voluntad del Creador. Génesis 3;6 habla del nacimiento de la vergüenza en la conexión con el pecado. Esa vergüenza se manifiesta en el hombre varón y mujer, lo que "no viene del Padre, sino del mundo."
Dolovalencia
 
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Re: 26. La triple concupiscencia

Notapor pitalux » Mié Sep 11, 2013 2:29 pm

Pregunta: ¿Por qué es tan importante la puntualización que hace el texto sobre la
génesis de la concupiscencia, en relación con la respuesta que da Cristo?
Se puso en duda el don, explica esta triple concupiscencia con esta
afirmación que hace Juan Pablo II

R=Es importante porque nos indica que la Concupiscencia no es en si "culpa del hombre" sino una circunstancia venida por su alejamiento de Dios.Sin embargo,no es escencial al hombre original,Dios no nos creo con ella...Conocer esto es muy importante ya que si bien el deseo sexual es "natural" a la especie no es ESCENCIAL al HOMBRE(Humano).

Este conocimiento nos permite cambiar nuestra perspectiva y estar vigilantes para luchar contra lo que no es escencia en nosotros y ser mas parecidos a como Dios nos hizo desde el "principio"
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Re: 26. La triple concupiscencia

Notapor braugel » Mié Sep 11, 2013 7:42 pm

Pregunta: ¿Por qué es tan importante la puntualización que hace el texto sobre la génesis de la concupiscencia, en relación con la respuesta que da Cristo?

La concupiscencia de la carne y, junto con ella, la concupiscencia de los ojos y la soberbia de la vida, está "en el mundo" y, a la vez, "viene del mundo", no como fruto del misterio de la creación, sino como fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal (cf. Gén 2, 17) en el corazón del hombre.




Se puso en duda el don, explica esta triple concupiscencia con estaafirmación que hace Juan Pablo II

Lo que fructifica en la triple concupiscencia no es el "mundo" creado por Dios para el hombre, cuya "bondad" fundamental hemos leído más veces en Gén 1: "Vio Dios que era bueno... era muy bueno". En cambio, en la triple concupiscencia fructifica la ruptura de la primera Alianza con el Creador, con Dios-Elohim, con Dios-Yahvé. Esta Alianza se rompió en el corazón del hombre. Sería necesario hacer aquí un análisis cuidadoso de los acontecimientos descritos en Gén 3, 1-6. Sin embargo, nos referimos sólo en general al misterio del pecado, en los comienzos de la historia humana. Efectivamente, sólo como consecuencia del pecado, como fruto de la ruptura de la Alianza con Dios en el corazón humano -en lo íntimo del hombre-, el "mundo" del libro del Génesis se ha convertido en el "mundo" de las palabras de San Juan (1, 2, 15-16): lugar y fuente de concupiscencia. Así, pues, la fórmula según la cual, la concupiscencia "no viene del Padre sino del mundo" parece dirigirse una vez más hacia el "principio" bíblico. La génesis de la triple concupiscencia, presentada por Juan, encuentra en este principio su primera y fundamental dilucidación, una explicación que es esencial para la teología del cuerpo. 
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Re: 26. La triple concupiscencia

Notapor Garibaldi » Mié Sep 11, 2013 8:39 pm

¿Por qué es tan importante la puntualización que hace el texto sobre la
génesis de la concupiscencia, en relación con la respuesta que da Cristo?
Se puso en duda el don, explica esta triple concupiscencia con esta
afirmación que hace Juan Pablo II

Nos referimos aquí a la concisa fórmula de la primera Carta de San Juan 2, 16-17: “Todo lo que hay en el mundo, concupiscencia de la carne, concupiscencia de los ojos y orgullo de la vida, no viene del Padre, sino que procede del mundo. Y el mundo pasa y también sus concupiscencias; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre”.

La concupiscencia de la carne y, junto con ella, la concupiscencia de los ojos y la soberbia de la vida, está “en el mundo” y, a la vez, “viene del mundo”, no como fruto del misterio de la creación, sino como fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal (cf. Gén 2, 17) en el corazón del hombre. Lo que fructifica en la triple concupiscencia no es el “mundo” creado por Dios para el hombre, cuya “bondad” fundamental hemos leído más veces en Gén 1: “Vio Dios que era bueno... era muy bueno”. En cambio, en la triple concupiscencia fructifica la ruptura de la primera Alianza con el Creador, con Dios-Elohim, con Dios-Yahvé. Esta Alianza se rompió en el corazón del hombre. Sería necesario hacer aquí un análisis cuidadoso de los acontecimientos descritos en Gén 3, 1-6. Sin embargo, nos referimos sólo en general al misterio del pecado, en los comienzos de la historia humana. Efectivamente, sólo como consecuencia del pecado, como fruto de la ruptura de la Alianza con Dios en el corazón humano -en lo íntimo del hombre-, el “mundo” del libro del Génesis se ha convertido en el “mundo” de las palabras de San Juan (1, 2, 15-16): lugar y fuente de concupiscencia.
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