33. La donación mutua del hombre y la mujer en el matrimonio

Este curso tiene el objetivo de difundir la catequesis del amor humano, también conocida como Teología del Cuerpo.

En esta segunda parte se toca el adulterio, la concupiscencia, la donación mutua del hombre y a mujer en el matrimonio, la dignidad del cuerpo y del sexo, lo «ético» y lo «erótico» en el amor humano y el respeto al cuerpo.

Fechas:
Este curso consta 40 sesiones que se impartirán todos los martes y sábados a partir del 27 de agosto de 2013 , la última será el 3 enero de 2014

Moderadores: pilar calva, Catholic.net, Margarita Gonzalez, Moderadores Animadores

33. La donación mutua del hombre y la mujer en el matrimonio

Notapor pilar calva » Dom Sep 29, 2013 8:55 pm

33. La donación mutua del hombre y la mujer en el matrimonio

(30-VII-80/3-VIII-80)

1. Las reflexiones que venimos haciendo en este ciclo se relacionan con las palabras que Cristo pronunció en el discurso de la montaña sobre el “deseo” de la mujer por parte del hombre. En el intento de proceder a un examen de fondo sobre lo que caracteriza al “hombre de la concupiscencia” hemos vuelto nuevamente al libro del Génesis. En él, la situación que se llegó a crear en la relación recíproca del hombre y de la mujer, está delineada con gran finura. Cada una de las frases de Génesis 3, es muy elocuente. Las palabras de Dios-Yahvé dirigidas a la mujer en Génesis 3, 16: “Buscarás con ardor a tu marido, que te dominará”, parecen revelar, analizándolas profundamente, el modo en que la relación de don recíproco, que existía entre ellos en el estado original de inocencia, se cambió, tras el pecado original, en una relación de recíproca apropiación.

Si el hombre se relaciona con la mujer hasta el punto de considerarla sólo como un objeto del que apropiarse y no como don, al mismo tiempo se condena a sí mismo a hacerse también el, para ella, solamente objeto de apropiación y no don. Parece que las palabras del Génesis 3, 16, tratan de tal relación bilateral, aunque directamente sólo se diga: “él te dominará”. Por otra parte, en la apropiación unilateral (que indirectamente es bilateral) desaparece la estructura de la comunión entre las personas; ambos seres humanos se hacen casi incapaces de alcanzar la medida interior del corazón, orientada hacia la libertad del don y al significado nupcial del cuerpo, que le es intrínseco. Las palabras del Génesis 3,16 parecen sugerir que esto sucede más bien a expensas de la mujer y que, en todo caso, ella lo siente más que el hombre.

2. Merece la pena prestar ahora atención al menos a ese detalle. Las palabras de Dios-Yahvé según el Génesis 3, 16: “Buscarás con ardor a tu marido, que te dominará”, y las de Cristo, según Mateo 5, 27-28: “El que mira a una mujer deseándola...”, permiten vislumbrar un cierto paralelismo. Quizá, aquí no se trata del hecho de que es principalmente la mujer quien resulta objeto del “deseo” por parte del hombre, sino más bien se trata de que -como precedentemente hemos puesto de relieve- el hombre “desde el principio” debería haber sido custodio de la reciprocidad del don y de su auténtico equilibrio. El análisis de ese “principio” (Gén 2, 23-25) muestra precisamente la responsabilidad del hombre al acoger la feminidad como don y corresponderla con un mutuo, bilateral intercambio. Contrasta abiertamente con esto el obtener de la mujer su propio don, mediante la concupiscencia. Aunque el mantenimiento del equilibrio del don parece estar confiado a ambos, corresponde sobre todo al hombre una especial responsabilidad, como si de él principalmente dependiese que el equilibro se mantenga o se rompa, o incluso -si ya se ha roto- sea eventualmente restablecido.

Ciertamente, la diversidad de funciones según estos enunciados, a los que hacemos aquí referencia como a textos clave, estaba también dictada por la marginación social de la mujer en las condiciones de entonces (y la Sagrada Escritura del Antiguo y del Nuevo Testamento proporciona suficientes pruebas de ello); pero también hay en ello encerrada una verdad, que tiene su peso independientemente de los condicionamientos específicos debidos a las costumbres de esa determinada situación histórica.

3. La concupiscencia hace que el cuerpo se convierta algo así como en “terreno” de apropiación de la otra persona. Como es fácil comprender, esto lleva consigo la pérdida del significado nupcial del cuerpo. Y junto con esto adquiere otro significado también la recíproca “pertenencia” de las personas, que uniéndose hasta ser “una sola carne” (Gén 2, 24), son a la vez llamadas a pertenecer una a la otra. La particular dimensión de la unión personal del hombre y de la mujer a través del amor se expresa en las palabras “mío... mía”. Estos pronombres, que pertenecen desde siempre al lenguaje del amor humano, aparecen frecuentemente en las estrofas del Cantar de los Cantares y también en otros textos bíblicos (1). Son pronombres que en su significado “material” denotan una relación de posesión, pero en nuestro caso indican la analogía personal de tal relación. La pertenencia recíproca del hombre y de la mujer, especialmente cuando se pertenecen como cónyuges “en la unidad del cuerpo”, se forma según esta analogía personal. La analogía -como se sabe- indica a la vez la semejanza y también la carencia de identidad (es decir, una sustancial desemejanza). Podemos hablar de la pertenencia recíproca de las personas solamente si tomamos en consideración tal analogía. En efecto, en su significado originario y específico, la pertenencia supone relación del sujeto con el objeto: relación de posesión y de propiedad. Es una relación no solamente objetiva, sino sobre todo “material”; pertenencia de algo, por tanto de un objeto, a alguien.

4. Los términos “mío... mía”, en el eterno lenguaje del amor humano, no tienen -ciertamente- tal significado. Indicen la reciprocidad de la donación, expresan el equilibrio del don -quizá precisamente esto en primer lugar-; es decir, ese equilibrio del don en que se instaura la recíproca communio personarum. Y si ésta queda instaurada mediante el don recíproco de la masculinidad y la feminidad, se conserva en ella también él significado nupcial del cuerpo. Ciertamente, las palabras “mío... mía”, en el lenguaje del amor, parecen una radical negación de pertenencia en el sentido en que un objeto-cosa material pertenece al sujeto-persona. La analogía conserva su función mientras no cae en el significado antes expuesto. La triple concupiscencia y, en especial, la concupiscencia de la carne, quita a la recíproca pertenencia del hombre y de la mujer la dimensión que es propia de la analogía personal, en la que los términos “mío... mía” conservan su significado esencial. Tal significado esencial está fuera de la “ley de la propiedad”, fuera del significado del “objeto de posesión”; la concupiscencia, en cambio, está orientada hacia este último significado. Del poseer, el ulterior paso va hacia el “gozar”: el objeto que poseo adquiere para mí un cierto significado en cuanto que dispongo y me sirvo de él, lo uso. Es evidente que la analogía personal de la pertenencia se contrapone decididamente a ese significado. Y esta oposición es un signo de que lo que en la relación recíproca del hombre y de la mujer “viene del Padre” conserva su persistencia y continuidad en contraste con lo que viene “del mundo”. Sin embargo, la concupiscencia de por sí empuja al hombre hacia la posesión del otro como objeto, lo empuja hacia el “goce”, que lleva consigo la negación del significado nupcial del cuerpo. En su esencia, el don desinteresado queda excluido del “goce” egoísta. ¿No lo dicen acaso ya las palabras de Dios-Yahvé dirigidas a la mujer en Génesis 3, 16?

5. Según la primera Carta de Juan 2, 16, la concupiscencia muestra sobre todo el estado del espíritu humano. También la concupiscencia de la carne atestigua en primer lugar el estado del espíritu humano. A este problema convendrá dedicarle un ulterior análisis. Aplicando la teología de San Juan al terreno de las experiencias descritas en Génesis 3, como también a las palabras pronunciadas por Cristo en el discurso de la montaña (Mt 5, 27-28), encontramos, por decirlo así, una dimensión concreta de esa oposición que -junto con el pecado- nació en el corazón humano entre el espíritu y el cuerpo. Sus consecuencias se dejan sentir en la relación recíproca de las personas, cuya unidad en la humanidad está determinada desde el principio por el hecho de que son hombre y mujer. Desde que en el hombre se instaló otra ley “que repugna a la ley de mi mente” (Rom 7, 23) existe como un constante peligro en tal modo de ver, de valorar, de amar, por el que el “deseo del cuerpo” se manifiesta más potente que el “deseo de la mente”. Y es precisamente esta verdad sobre el hombre, esta componente antropológica lo que debemos tener siempre presente, si queremos comprender hasta el fondo el llamamiento dirigido por Cristo al corazón humano en el discurso de la montaña.

(1) Cf. por ej. Cant 1, 9. 13. 14. 15. 16; 2, 2. 3. 8. 9. 10. 13. 14. 16. 17; 3, 2. 4. 5; 4, 1. 10; 5, 1. 2. 4; 6, 2. 3. 4. 9; 7, 11; 8, 12. 14.
Cf., además por ej. Ez 16, 8; Os 2, 18; Tob 8, 7.

Pregunta:
Explica la lesión que resulta de la concupiscencia a la intersubjetividad para el significado esponsal del cuerpo entre el hombre y la mujer. Explica con tus palabras los términos mío y mía antes y después de la entrada de la concupiscencia en la persona humana.
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Re: 33. La donación mutua del hombre y la mujer en el matrim

Notapor NELSON » Lun Sep 30, 2013 2:52 pm

Explica la lesión que resulta de la concupiscencia a la intersubjetividad para el significado esponsal del cuerpo entre el hombre y la mujer.
La concupiscencia hace que el cuerpo se convierta algo así como en "terreno" de apropiación de la otra persona. Como es fácil comprender, esto lleva consigo la pérdida del significado nupcial del cuerpo. Y junto con esto adquiere otro significado también la recíproca "pertenencia" de las personas, que uniéndose hasta ser "una sola carne" (Gén 2, 24), son a la vez llamadas a pertenecer una a la otra
Explica con tus palabras los términos mío y mía antes y después de la entrada de la concupiscencia en la persona humana.
Los términos "mío... mía", en el eterno lenguaje del amor humano, no tienen -ciertamente- tal significado. Indicen la reciprocidad de la donación, expresan el equilibrio del don -quizá precisamente esto en primer lugar-; es decir, ese equilibrio del don en que se instaura la recíproca communio personarum. Y si ésta queda instaurada mediante el don recíproco de la masculinidad y la feminidad, se conserva en ella también él significado nupcial del cuerpo.
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Re: 33. La donación mutua del hombre y la mujer en el matrim

Notapor josemartin » Mar Oct 01, 2013 10:28 am

El término mío, mía antes de la concupiscencia es sinónimo de plenitud, de pertenencia en el sentido de unidad, de humanidad, de ahí la expresión: "Esta sí, es ..."
El término mío, mía con la concupiscencia es sinónimo de posesión, manipulación y humillación.
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Re: 33. La donación mutua del hombre y la mujer en el matrim

Notapor MA SOCORRO A REYES L » Mar Oct 01, 2013 1:37 pm

La concupiscencia está orientada hacia el significado mío-mía, el deseo de cuerpo se manifiesta más potente que el deseo de la mente. El mantenimiento del equilibrio corresponde al hombre en una especial responsabilidad y el cuidado que el equilibro se mantenga, se rompa, o se restablezca. La pertenencia recíproca del hombre y de la mujer, especialmente cuando se pertenecen como cónyuges en la unidad del cuerpo, es el equilibrio del don en que se instaura la recíproca comunión. La relación recíproca del hombre y de la mujer "viene del Padre" conserva su persistencia y continuidad en contraste con lo que viene "del mundo".
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Re: 33. La donación mutua del hombre y la mujer en el matrim

Notapor Jeanette Palacios » Mar Oct 01, 2013 1:44 pm

Explica la lesión que resulta de la concupiscencia a la intersubjetividad para el significado esponsal del cuerpo entre el hombre y la mujer. Explica con tus palabras los términos mío y mía antes y después de la entrada de la concupiscencia en la persona humana.
El hombre desde el principio deberia haber sido protector y custodio de la reciprocidad del Don que dios les habia dado y asi poder manejarlo de una forma equilibrada. Dios le concedio al hombre la creacion de su ser y despues de el mismo saco ala mujer para que la cuidara y la protejiera como que lo estubiera haciendo para el mismo. Amar ala compañera su mujer es amarse asi mismo.
Esta relacion entre ellos se Lesiono con la perdida del Don que Dios les habia dado con la aparicion del pecado original, con la concuspiscencia en el corazon del hombre que hizo que la mujer se volviera un instrumento, un objeto deseado para sastifacer las nesecidades sexuales del hombre. La Concuspiscencia hace que el cuerpo se convierta en propiedad de la otra persona o sea que empuja al hombre hacia la posecion del otro como objeto, y como goze y lo lleva ala negacion del significado nupcial del cuerpo.

Explica el termino Mio y Mia:
Este termino es una posecion de amor como el que hay en el matrimonio. Nos casamos y nos poseemos los esposos con amor y decimos mi esposo o mi esposa. Yo me entrego me doy con mi voluntad a mi esposo y el tambien se entrega a mi para amarnos y darnos toda esa capasidad de vernos uno al otro como una sola carne. Esta comunion reciproca que solo viene del don de Dios.
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Re: 33. La donación mutua del hombre y la mujer en el matrim

Notapor Bertha Verduzco » Mar Oct 01, 2013 7:00 pm

Antes decir mio-mia, era quiero donarme a ti por amor, para hacerte feliz y ser tu ayuda.
Después del pecado, es mio-mia para apropiarme de ti, para mi, para satisfacer una necesidad, pero por egoísmo y no solamente por amor. Entendido el amor como Dios lo crea y para lo que lo crea al principio.

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Re: 33. La donación mutua del hombre y la mujer en el matrim

Notapor mariaines » Mié Oct 02, 2013 8:05 am

Explica la lesión que resulta de la concupiscencia a la intersubjetividad para el significado esponsal del cuerpo entre el hombre y la mujer. Explica con tus palabras los términos mío y mía antes y después de la entrada de la concupiscencia en la persona humana.

La concupiscencia hace que el cuerpo se convierta algo así como en "terreno" de apropiación de la otra persona.
Los terminos mio y mia antes de la concuspiscencia expresan el equilibrio del don en que se instaura la recíproca communio personarum.
La concupiscencia de por sí empuja al hombre hacia la posesión del otro como objeto, lo empuja hacia el "goce", que lleva consigo la negación del significado nupcial del cuerpo.
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Re: 33. La donación mutua del hombre y la mujer en el matrim

Notapor Maria 2 » Mié Oct 02, 2013 9:19 am

Explica la lesión que resulta de la concupiscencia a la intersubjetividad para el significado esponsal del cuerpo entre el hombre y la mujer. Explica con tus palabras los términos mío y mía antes y después de la entrada de la concupiscencia en la persona humana.

La concupiscencia se refiere al significado mío-mía, el deseo de cuerpo es más poderoso que el deseo de la mente por lo que es fácil caer en el pecado al no poder dominar la mente sobre el cuerpo. La pertenencia recíproca del hombre y de la mujer, cuando se pertenecen como cónyuges en la unidad del cuerpo, es el equilibrio del don en que se instaura la comunión. La relación recíproca del hombre y de la mujer "viene del Padre" y conserva su continuidad y perseverancia en contraste con lo que viene "del mundo".

El hombre desde el principio debería haber sido protector y custodio de la reciprocidad del Don que dios les había dado y así poder manejarlo de una forma equilibrada. Dios le concedió al hombre la creación de su ser y después de él mismo saco a la mujer para que la protegiera y la amara como así mismo.

COMENTARIO: La relación se lesiona con la aparición del pecado original perdiendo el Don que Dios les había dado, con la concupiscencia el corazón del hombre hace que la mujer se vuelva un objeto deseado para satisfacer sus necesidades sexuales. La Concupiscencia hace que el cuerpo se convierta en propiedad de la otra persona empuja al hombre a la negación del verdadero significado nupcial del cuerpo.

El término Mío y Mía significa una posesión de amor en el matrimonio y decimos mi esposo o mi esposa. Yo me entrego, me doy con mi voluntad a mi esposo y el también se entrega a mí para amarnos y vernos uno al otro como una sola carne.

Un abrazo y hasta pronto.
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Re: 33. La donación mutua del hombre y la mujer en el matrim

Notapor Silviamaria » Mié Oct 02, 2013 11:10 am

Explica la lesión que resulta de la concupiscencia a la intersubjetividad para el significado esponsal del cuerpo entre el hombre y la mujer. Explica con tus palabras los términos mío y mía antes y después de la entrada de la concupiscencia en la persona humana.

La lesión se da porque a la mujer se la ve como un objeto y no como la compañera. La concupiscencia hace que el hombre o la mujer vean al otro como el instrumento de sus deseos y se pierde el significado nupcial del cuerpo.

Los términos mío y mía antes de la entrada de la concupiscencia en la persona humana equivale a que se entregan mutuamente sin reparos a esa comunión recíproca que solo viene de Dios. Es la unidad de dos seres por amor.

Los términos mío y mía después de la entrada de la concupiscencia en la persona humana no son iguales ya que solo se ve al otro como posesión, como objeto, sobresale más el deseo que el amor. No hay equilibrio sino pertenencia, dominio y hasta humillación
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Re: 33. La donación mutua del hombre y la mujer en el matrim

Notapor jcuengar » Jue Oct 03, 2013 1:04 pm

Explica la lesión que resulta de la concupiscencia: LA INHABILIDAD para verse a sí mismo como DON. La promesa de la serpiente "Se os abrirán los ojos y seréis como dioses conocedores del bien y del mal" es una promesa incumplida. No sólo no se les abren los ojos. Se les nublan. Al descubrirse capaces del mal se pierden en el círculo vicioso del egoísmo. Incluso con cinismo culpan a Dios del mal, LA mujer que me diste...La serpiente me sedujo... ¡no fui yo! Este nuevo estado espiritual del hombre es parecido a la muerte pues dejo de verme a mí como creatura plena, completa, suficiente para ser don hacia el otro y dejo de ver al otro de la misma manera.

a la intersubjetividad para el significado esponsal del cuerpo entre el hombre y la mujer: Esta lesión hace que el hombre y la mujer sean amenazados constantemente por el ardor, la ansiedad más parecida a la angustia y el miedo de verse incompletos, imperfectos, no plenos, pero no con una mirada anhelante que pide a Dios su presencia para lograr la plenitud sino con una mirada enferma incapaz de ver la obra magnifica de Dios en sí mismo para ser don al otro. El sentido esponsal del cuerpo como una expresión del yo pleno capaz de contemplar y servir al otro, capaz de acompañar, saludar y expresar toda su sexualidad al otro en el sentido más amplio del amor hasta dar la vida es oprimido y escondido por la concupiscencia que lo reduce a un simple intercambio de objetos para la saciedad.

Explica con tus palabras los términos mío y mía antes y después de la entrada de la concupiscencia en la persona humana.: mío y mía antes de la concupiscencia, no son otro cosa que verdad. Es imposible no ver al otro como mío cuando este se dona a mí en toda su plenitud. Mío y mía significan un tiempo permanente del dar (dando) en el que cada uno vive para el otro a Imagen de Dios que es presente continuado de sí mismo en el Hijo a tal magnitud que el Espíritu Santo estalla de amor en la creación, como los esposos estallan de amor en su generosidad hacia el otro que se vuelve fecundo.
Mío y mía después de la concupiscencia se convierten en una búsqueda inútil y desesperada de lo que ya poseen pero que no lo pueden ver.
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Re: 33. La donación mutua del hombre y la mujer en el matrim

Notapor pitalux » Jue Oct 03, 2013 2:28 pm

Explica la lesión que resulta de la concupiscencia a la intersubjetividad para el significado esponsal del cuerpo entre el hombre y la mujer. Explica con tus palabras los términos mío y mía antes y después de la entrada de la concupiscencia en la persona humana.
R=La concupiscencia lesiona la Donación LIBRE y Total del ser .ya que,se contrapone el deseo egoísta,sexual,de´poseer y gozar el placer más que entregarse al otro.que es el significado esponsal: Ser,hombre y mujer, uno mismo libremente entregados.
Los términos mío y mía antes de la concupiscencia se refieren a "una misma carne",que ya no puedo diferenciar donde soy yo y donde es el otro(a) así el término mío, mía se usa como:"parte de mí,no como posesión y dominio como después de la concupiscencia.
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Re: 33. La donación mutua del hombre y la mujer en el matrim

Notapor virginia castro » Jue Oct 03, 2013 3:01 pm

Virginia Castro #33

1) Explicar la lesion que resulta de la concupiscencia a la intersubjetividad para el significado esponsal del cuerpo entre el hombre y la mujer.

En Genesis 2, 23-25; se nos habla de la atraccion del hombre y la mujer que fue natural y el origen Divino del matrimonio en una sola carne, cuando se dice que la mujer se formo de la Costilla del hombre, nos da a ver la dignidad de la mujer sustancialmente igual a la de este, por lo que debe ser un afecto mutuo y no considerer el cuerpo como una propiedad.

2)Explica con tus palabras los terminus mio y mia antes y despues de la entrada en la concupiscencia en la persona humana.

En que antes de que el pecado entrara en la humanidad habia una perfecta relacion de armonia entre Adan y Eva era un amor puro; al entrar el pecado ya se vino la relacion de dominio, dependencia y destruccion en cuanto el hombre se puso sus leyes en la mente del deseo del cuerpo, perdio la espiritualidad de la creacion.
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Re: 33. La donación mutua del hombre y la mujer en el matrim

Notapor Ligia Barrios » Jue Oct 03, 2013 4:32 pm

El sentido de "mío...mía" antes de la concupiscencia era el de donarse en plenitud. En cambio, después de la concupiscencia el sentido se tornó en posesión, en poder usar a la otra persona como un objeto.
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Re: 33. La donación mutua del hombre y la mujer en el matrim

Notapor lindoro50 » Vie Oct 04, 2013 4:13 pm

Explica la lesión que resulta de la concupiscencia a la intersubjetividad para el significado esponsal del cuerpo entre el hombre y la mujer.

Si, nos remontamos al principio, descubrimos que el cuerpo tiene una significación conyugal -o esponsal-, porque está hecho para ser dado en la entrega esponsal. Esta capacidad de entrega es la que nos confiere nuestra dignidad de personas. La concupiscencia, limita interiormente y restringe el autodominio de sí y, por eso mismo, sufre ofuscación la belleza que el cuerpo humano posee en su aspecto masculino y femenino, como expresión del espíritu. Queda el cuerpo como objeto de concupiscencia y, por tanto, como «terreno de apropiación» del otro ser humano. La concupiscencia, de por sí, no es capaz de promover la unión como comunión de personas. Ella sola no une, sino que se adueña. La relación del don se transforma en la relación de apropiación.

Explica con tus palabras los términos mío y mía antes y después de la entrada de la concupiscencia en la persona humana.

La triple concupiscencia y, en especial, la concupiscencia de la carne, quita a la recíproca pertenencia del hombre y de la mujer la dimensión que es propia de la analogía personal, en la que los términos «mío... mía» conservan su significado esencial original. Tal significado esencial no incluye el aspecto de la propiedad, fuera del significado del objeto de posesión; la concupiscencia, en cambio, está orientada hacia este último significado. Del poseer, se pasa hacia el gozar: el objeto que poseo adquiere para mí un cierto significado en cuanto que dispongo y me sirvo de él, lo uso. Es evidente que la analogía personal de la pertenencia se contrapone decididamente a ese significado. Y esta oposición es un signo de que lo que en la relación recíproca del hombre y de la mujer «viene del Padre» conserva su persistencia y continuidad en contraste con lo que viene «del mundo». Sin embargo, la concupiscencia empuja al hombre hacia la posesión del otro como objeto, lo empuja hacia el «goce», que lleva consigo la negación del significado nupcial del cuerpo.
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Re: 33. La donación mutua del hombre y la mujer en el matrim

Notapor patricio » Vie Oct 04, 2013 9:13 pm

Explica la lesión que resulta de la concupiscencia a la intersubjetividad para el significado esponsal del cuerpo entre el hombre y la mujer?
La lesión que se produce si el hombre se relaciona con la mujer hasta el punto de considerarla sólo como un objeto del que apropiarse y no como don, al mismo tiempo se condena a sí mismo a hacerse también el, para ella, solamente objeto de apropiación y no don.
Por otra parte, en la apropiación unilateral (que indirectamente es bilateral) desaparece la estructura de la comunión entre las personas; ambos seres humanos se hacen casi incapaces de alcanzar la medida interior del corazón, orientada hacia la libertad del don y al significado nupcial del cuerpo, que le es intrínseco. Las palabras del Génesis 3,16 parecen sugerir que esto sucede más bien a expensas de la mujer y que, en todo caso, ella lo siente más que el hombre.


Explica con tus palabras los términos mío y mía antes y después de la entrada de la concupiscencia en la persona humana?

Los términos "mío... mía", antes de la entrada de la concupiscencia indican la reciprocidad de la donación, expresan el equilibrio del don en que se instaura la recíproca communio personarum. Y si ésta queda instaurada mediante el don recíproco de la masculinidad y la feminidad, se conserva en ella también él significado nupcial del cuerpo. Ciertamente, las palabras "mío... mía", en el lenguaje del amor, parecen una radical negación de pertenencia en el sentido en que un objeto-cosa material pertenece al sujeto-persona. La analogía conserva su función mientras no cae en el significado antes expuesto.
Después de la entrada de la concupiscencia y, en especial, la concupiscencia de la carne, quita a la recíproca pertenencia del hombre y de la mujer la dimensión que es propia de la analogía personal, en la que los términos "mío... mía" conservan su significado esencial. Tal significado esencial está fuera de la "ley de la propiedad", fuera del significado del "objeto de posesión"; la concupiscencia, en cambio, está orientada hacia este último significado. Del poseer, el ulterior paso va hacia el "gozar": el objeto que poseo adquiere para mí un cierto significado en cuanto que dispongo y me sirvo de él, lo uso. Es evidente que la analogía personal de la pertenencia se contrapone decididamente a ese significado. Y esta oposición es un signo de que lo que en la relación recíproca del hombre y de la mujer "viene del Padre" conserva su persistencia y continuidad en contraste con lo que viene "del mundo". Sin embargo, la concupiscencia de por sí empuja al hombre hacia la posesión del otro como objeto, lo empuja hacia el "goce", que lleva consigo la negación del significado nupcial del cuerpo. En su esencia, el don desinteresado queda excluido del "goce" egoísta.
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Re: 33. La donación mutua del hombre y la mujer en el matrim

Notapor Rutilo De Los Santos » Sab Oct 05, 2013 9:13 am

Pregunta.-Explica la lesión que resulta de la concupiscencia a la ínter subjetividad para el significado esponsal del cuerpo entre el hombre y la mujer
R=._La concupiscencia rompe el equilibrio del don recíproco entre el varón y la mujer con esto desaparece la estructura de la comunión entre las personas,y con esto se pierde el significado nupcial del cuerpo.
Explica con tus palabras los términos "mío" y "mía" antes y después de la entrada de la concupiscencia en la persona humana
R=Los términos "mío" y "mía" antes de la entrada de la concupiscencia en la persona humana, indican comunión de personas, equilibrio de la donación mutua se conserva el significado nupcial del cuerpo.
Los términos "mío" y "mía" con la entrada de la concupiscencia al corazón del ser humano hacen que el varón vea a la mujer como objeto de su propiedad,posesión, y pertenencia en un sentido egoísta, igualmente la mujer lo ve de la misma manera.
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Re: 33. La donación mutua del hombre y la mujer en el matrim

Notapor CasJor » Sab Oct 05, 2013 3:19 pm

Explica la lesión que resulta de la concupiscencia a la intersubjetividad para el significado esponsal del cuerpo entre el hombre y la mujer. Explica con tus palabras los términos mío y mía antes y después de la entrada de la concupiscencia en la persona humana.

Resultado de la concupiscencia se tiene la pérdida original del don, pasando a una relación de posesión, que no es más que una pertenencia recíproca entre hombre y mujer como cónyuges en la unidad corpórea.

Los términos mío y mía después de la concupiscencia en la persona humana, muestran que esa es una relación no solamente objetiva, sino sobre todo material. Es una relación de pertenencia de “algo”, por tanto de un objeto, a alguien.

Esos términos en el lenguaje de amor originario indican reciprocidad del don en comunión personal entre varón y mujer conservando el significado nupcial del cuerpo.
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Re: 33. La donación mutua del hombre y la mujer en el matrim

Notapor katrinaruiz » Mié Oct 09, 2013 12:07 am

La lesión de la concupiscencia limita al ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios para convertirse en un hombre que se encuentra plenamente en la comunión, a los deseos del cuerpo. El significado esponsal del cuerpo se distorsiona puesto que al no poderse controlar los deseos provenientes de la parte humana, es imposible donarse por completo sin buscar al otro ser para nuestra utilidad y satisfacción.
Los términos mío y mía originalmente significaba que el uno se donaba al otro auténticamente, se entregaba al otro ser en comunión de amor, alcanzando la plenitud y el verdadero encontrarse como seres humanos. Pero posterior al pecado y debido a la naturaleza humana que es débil ante los verdaderos deseos del espíritu, que anhela el estado original de semejanza hacia nuestro Padre Celestial, utiliza los términos mio y mia como apropiación. De manera que la persona se limita a verse como un objeto útil para satisfacer nuestro cuerpo y servirnos, y no como una entrega desinteresada.
katrinaruiz
 
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Re: 33. La donación mutua del hombre y la mujer en el matrim

Notapor maguie » Jue Oct 10, 2013 2:37 am

La intersubjetividad para el significado esponsal que tenían antes de la caída era la correspondiente a la inocencia originaria, es decir cada uno veía al otro sin concupiscencia, al tender a la unión de las personas, lo hacían buscando el bien del otro y encarnando la imagen y semejanza del hombre con Dios, complementándose y donando su persona completa y recibiendo el don del otro. Antes de la caída, la idea de ver al otro como objeto no existía. Después de la caída, cada uno tiende a ver al otro como objeto, puede hacerlo objeto de su placer, sin buscar la complementariedad y mucho menos el bien del otro; para tender a la unión de las personas con el significado esponsal original, tienen que hacer un esfuerzo para buscar el bien del otro, antes que satisfacer sus tendencias. Antes prevalecía en el hombre la tendencia racional, o de la mente, el hombre buscaría la satisfacción de necesidades espirituales , con las que naturalmente se darían sin problemas la satisfacción de las tendencias de la carne.
‘Mío’ y ‘Mía’, antes de la concupiscencia querrían decir ‘Mío para complementarnos’, ‘Mía para buscar su bien’, ‘Mío y mía’ porque juntos somos la imagen de la semejanza con Dios en la tierra. Hoy, estos términos en ese sentido significan lo mismo, mientras las personas busquen intencionalmente el bien del otro: la complementariedad y la recepción mutua del don. Después de la caída estos términos adquieren un significado contrario, ‘Mía, para hacer con ella lo que yo quiera’, ‘Mío para que me satisfaga los deseos’. El significado pasa a ser el de un objeto propiedad de una persona, cuando no se busca la complementariedad del don. A raíz de ello se dan tantos abusos que se desvirtúa completamente el significado originario de la unión de las personas, hasta el grado de hacer de la unión de las personas algo contrario de lo que Dios planeó. Sin embargo, por consecuencia del amor verdadero, cuando ellos buscan el bien del otro y a través de su unión buscan la complementariedad de las personas y hacer vida la imagen mas perfecta de la semejanza del hombre con Dios, se da la interpretación originaria de las palabras ‘Mío’ y ‘Mía’, aunque ahora han de hacerlo intencionadamente y les cuesta trabajo, lo que antes se daba de manera natural. Y a pesar del esfuerzo que ambos realicen, probablemente no alcancen los niveles de complementariedad que se daban antes de la caída-
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Re: 33. La donación mutua del hombre y la mujer en el matrim

Notapor maguie » Jue Oct 10, 2013 2:37 am

La intersubjetividad para el significado esponsal que tenían antes de la caída era la correspondiente a la inocencia originaria, es decir cada uno veía al otro sin concupiscencia, al tender a la unión de las personas, lo hacían buscando el bien del otro y encarnando la imagen y semejanza del hombre con Dios, complementándose y donando su persona completa y recibiendo el don del otro. Antes de la caída, la idea de ver al otro como objeto no existía. Después de la caída, cada uno tiende a ver al otro como objeto, puede hacerlo objeto de su placer, sin buscar la complementariedad y mucho menos el bien del otro; para tender a la unión de las personas con el significado esponsal original, tienen que hacer un esfuerzo para buscar el bien del otro, antes que satisfacer sus tendencias. Antes prevalecía en el hombre la tendencia racional, o de la mente, el hombre buscaría la satisfacción de necesidades espirituales , con las que naturalmente se darían sin problemas la satisfacción de las tendencias de la carne.
‘Mío’ y ‘Mía’, antes de la concupiscencia querrían decir ‘Mío para complementarnos’, ‘Mía para buscar su bien’, ‘Mío y mía’ porque juntos somos la imagen de la semejanza con Dios en la tierra. Hoy, estos términos en ese sentido significan lo mismo, mientras las personas busquen intencionalmente el bien del otro: la complementariedad y la recepción mutua del don. Después de la caída estos términos adquieren un significado contrario, ‘Mía, para hacer con ella lo que yo quiera’, ‘Mío para que me satisfaga los deseos’. El significado pasa a ser el de un objeto propiedad de una persona, cuando no se busca la complementariedad del don. A raíz de ello se dan tantos abusos que se desvirtúa completamente el significado originario de la unión de las personas, hasta el grado de hacer de la unión de las personas algo contrario de lo que Dios planeó. Sin embargo, por consecuencia del amor verdadero, cuando ellos buscan el bien del otro y a través de su unión buscan la complementariedad de las personas y hacer vida la imagen mas perfecta de la semejanza del hombre con Dios, se da la interpretación originaria de las palabras ‘Mío’ y ‘Mía’, aunque ahora han de hacerlo intencionadamente y les cuesta trabajo, lo que antes se daba de manera natural. Y a pesar del esfuerzo que ambos realicen, probablemente no alcancen los niveles de complementariedad que se daban antes de la caída-
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