57. La doctrina paulina sobre la pureza

Este curso tiene el objetivo de difundir la catequesis del amor humano, también conocida como Teología del Cuerpo.

En esta segunda parte se toca el adulterio, la concupiscencia, la donación mutua del hombre y a mujer en el matrimonio, la dignidad del cuerpo y del sexo, lo «ético» y lo «erótico» en el amor humano y el respeto al cuerpo.

Fechas:
Este curso consta 40 sesiones que se impartirán todos los martes y sábados a partir del 27 de agosto de 2013 , la última será el 3 enero de 2014

Moderadores: pilar calva, Catholic.net, Margarita Gonzalez, Moderadores Animadores

57. La doctrina paulina sobre la pureza

Notapor pilar calva » Mar Oct 22, 2013 10:24 pm

(18-III-81/22-III-81)

1. En el capítulo anterior centramos la atención sobre el pasaje de la primera Carta a los Corintios, en el que San Pablo llama al cuerpo humano "templo del Espíritu Santo" Escribe: "¿O no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en vosotros y habéis recibido de Dios, y que, por tanto, no <i>Os</i> pertenecéis? Habéis sido comprados a precio" (1 <i>Cor</i> 6, 19-20). "¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo?" (1 <i>Cor</i> 6, 15).

El Apóstol señala el misterio de la "redención del cuerpo", realizado por Cristo, como fuente de un particular deber moral, que compromete a los cristianos a la pureza, a ésa que el mismo Pablo define en otro lugar como la exigencia de "mantener el propio cuerpo en santidad y respeto" (1 <i>Tes</i> 4, 4).

2. Sin embargo, no descubriremos hasta el fondo la riqueza del pensamiento contenido en los textos paulinos, si no tenemos en cuenta que el misterio de la redención fructifica en el hombre <i> también de modo carismático</i>. El Espíritu Santo que, según las palabras del Apóstol, entra en el cuerpo humano como en el propio "templo", habita en él y obra con sus dones espirituales. Entre estos dones, conocidos en la historia de la espiritualidad como los siete dones del Espíritu Santo (cf. <i>Is</i> 11, 2, según los Setenta y la Vulgata), el más apropiado a la virtud de la pureza parece ser el don de la <i> "piedad" (eusebeia, donum pietatis) </i> (1).

Si la pureza dispone al hombre a "mantener el propio cuerpo en santidad y respeto", como leemos en la primera Carta a los Tesalonicenses (4, 3-5), la piedad, que es don del Espíritu Santo; parece servir de modo particular a la pureza, sensibilizando al sujeto humano para esa dignidad que es propia del cuerpo humano en virtud del misterio de la creación y de la redención. Gracias al don de la piedad, las palabras de Pablo: "¿No sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en vosotros... y que no <i>Os</i> pertenecéis?", adquieren la elocuencia de una experiencia y se convierten en viva y vivida verdad en las acciones. Abren también el acceso pleno a la experiencia del significado esponsalicio del cuerpo y de la libertad del don vinculada con él, en la cual se descubre el rostro profundo de la pureza y su conexión orgánica con el amor.

3. Aunque el mandamiento del propio cuerpo "en santidad y respeto" se forme <i> mediante la abstención de la "impureza"</i> -y este camino es indispensable-, sin embargo, fructifica siempre en la experiencia más profunda de ese amor que ha sido grabado desde el "principio", según la imagen y semejanza de Dios mismo, en todo el ser humano y, por lo tanto, también en su cuerpo. Por esto, San Pablo termina su argumentación de la primera Carta a los Corintios en el capítulo 6 con una significativa exhortación: "Glorificas, pues a Dios en vuestro cuerpo" (v. 20).

La pureza como virtud, o sea, capacidad de "mantener el propio cuerpo en santidad y respeto", aliada con el don de la piedad, como fruto de la inhabitación del Espíritu Santo en el "templo" del cuerpo, realiza en él una plenitud tan grande de dignidad en las relaciones interpersonales, que <i> Dios mismo es glorificado en él</i>. La pureza es gloria del cuerpo humano ante Dios.

Es la gloria de Dios en el cuerpo humano, a través del cual se manifiestan la masculinidad y la feminidad. De la pureza brota esa belleza singular que penetra cada una de las esferas de la convivencia recíproca de los hombres y permite expresar en ella la sencillez y la profundidad, la cordialidad y la autenticidad irrepetible de la confianza personal. (Quizá tendremos más tarde ocasión para tratar ampliamente este tema. El vínculo de la pureza con el amor y también la conexión de la misma pureza en el amor con el don del Espíritu Santo que es la piedad, constituye una trama poco conocida por la teología del cuerpo, que, sin embargo, merece una profundización particular. Esto podrá realizarse en el curso de los análisis que se refieren a la sacramentalidad del matrimonio).

4. Y ahora una breve referencia al Antiguo Testamento. La doctrina paulina acerca de la pureza, entendida como "vida según el Espíritu", parece indicar una cierta <i> continuidad</i> con relación a los <i> libros «sapianciales» del Antiguo Testamento</i>. Allí encontramos, por ejemplo, la siguiente oración para obtener la pureza en los pensamientos, palabras y obras: "Señor, Padre y Dios de mi vida... No se adueñen de mí los placeres libidinosos y de la sensualidad y no me entregues al deseo lascivo" (<i>Sir</i> 23, 4-6). Efectivamente, la pureza es condición para encontrar la sabiduría y para seguirla, como leemos en el mismo libro: "Hacia ella (esto es, a la sabiduría) enderecé mi alma y en la pureza la he encontrado" (<i>Sir</i> 51, 20).

Además, se podría también, de algún modo, tener en consideración el texto del libro de la Sabiduría (8, 21) conocido por la liturgia en la versión de la Vulgata: "Scivi quoniam alitar non possum esse continens, nisi Deus det; at hoc ipsum orat sapientias, scire, cuius esset hoc donum" (2).

Según este concepto, no es tanto <i> la pureza condición de la sabiduría</i>, cuanto <i> sería la sabiduría condición de la pureza, como de un don particular de Dios</i>. Parece que ya en los textos sapienciales, antes citados, se delinea el doble significado de la pureza: como virtud y como don. La virtud esta al servicio de la sabiduría, y la sabiduría predispone a acoger el don que proviene de Dios. Este don fortalece la virtud y permite gozar, en la sabiduría, los frutos de una conducta y de una vida que sean puras.

5. Como Cristo en su bienaventuranza del sermón de la montaña, la que se refiere a los "puros de corazón", pone de relieve la "visión de Dios", fruto de la pureza y <i> en perspectiva escatológica</i>, así Pablo, a su vez, pone de relieve su <i> irradiación en las dimensiones de la temporalidad</i>, cuando escribe: "Todo es limpio para los limpios, mas para los impuros y para los infieles nada hay puro, porque su mente y su conciencia están contaminadas. Alardean de conocer a Dios, pero con las obras le niegan..." (Tit 1, 15 ss.). Estas palabras pueden referirse también a la pureza, en sentido general y específico, como a la nota característica de todo bien moral. Para la concepción paulina de la pureza, en el sentido del que hablan la primera Carta a los Tesalonicenses (4, 3-5) y la primera Carta a los Corintios (6, 13-20), esto es, en el sentido de la "vida según el Espíritu", parece ser fundamental -como resulta del conjunto de nuestras consideraciones- <i> la antropología del nacer de nuevo en el Espíritu Santo</i> (cf. también <i>Jn</i> 3, 5 ss.).

Esta antropología crece de las raíces hundidas en la realidad de la redención del cuerpo, realizada por Cristo: redención cuya expresión última es la resurrección. Hay razones profundas para unir toda la temática de la pureza a las palabras del Evangelio, en las que Cristo se remite a la resurrección (y esto constituirá el tema de la ulterior etapa de nuestras consideraciones). Aquí la hemos colocado sobre todo en relación con el <i>ethos</i> de la redención del cuerpo.

6. El modo de entender y de presentar la pureza -heredado de la tradición del Antiguo Testamento y característico de los libros "sapienciales"- era ciertamente una <i> preparación</i> indirecta, pero también real, <i> a la doctrina paulina</i> acerca de la pureza entendida como "vida según el Espíritu". Sin duda, ese modo facilitaba también a muchos oyentes del sermón de la montaña la comprensión de las palabras de Cristo cuando, al explicar el mandamiento "no adulterarás", se remitía al "corazón" humano. El conjunto de nuestras reflexiones ha podido demostrar de este modo, al menos en cierta medida, con cuánta riqueza y con cuánta profundidad, se distingue la doctrina sobre la pureza en sus mismas fuentes bíblicas y evangélicas.

(1) La <i> eusebeia o pietas</i> en el período helenístico romano se refería generalmente a la veneración de los dioses (como "devoción"), pero convservaba todavía el sentido primitivo más amplio <i> del respeto a las estructuras vitales</i>.
La <i> eusebeia</i> definía el comportamiento recíproco de los consanguíneos, las relaciones entre los cónyugues, y también la actitud debida por las legiones al César y por los esclavos o los amos.

En el Nuevo Testamento, solamente los escritos más tardíos aplican la <i> eusebeia</i> a los cristianos; en los escritos más antiguos este término caracteriza a los «buenos paganos» (Act 10, 2, 7; 17, 23).

Y así la eusebeía helénica, como también el "donum pietatis", aun refiriéndose indudablemente a la veneración divina, cuentan con una amplia base en la connotación de las relaciones interhumanas (cf. W. Foerster, art. eusebeia en: "Thelogica: Dictionary or the New Testament", ed. G. Kittel G. Bromiley, vol. VII, Grand Rapids 1971, Erdimans, págs. 177-182).

(2) Esta versión de la Vulgata, conservada por la Neo-Vulgata y por la liturgia, citada bastantes veces por Agustín (De S. Virg., par. 43: Confess. VI, ll; X, 29; Serm. CLX, 7), cambia, sin embargo, el sentido del original griego, que se traduce así: "Sabiendo que no la habría obtenido de otro modo (= la Sabiduría), si Dios no me la hubiese concedido..)".

Pregunta:
La pureza como virtud, o sea, capacidad de «mantener el propio cuerpo en santidad y respeto», aliada con el don de la piedad, como fruto de la inhabitación del Espíritu Santo en el «templo» del cuerpo, realiza en él una plenitud tan grande de dignidad en las relaciones interpersonales, que Dios mismo es glorificado en él. La pureza es gloria del cuerpo humano ante Dios. Es la gloria de Dios en el cuerpo humano, a través del cual se manifiestan la masculinidad y la feminidad. De la pureza brota esa belleza singular que penetra cada una de las esferas de la convivencia recíproca de los hombres y permite expresar en ella la sencillez y la profundidad, la cordialidad y la autenticidad irrepetible de la confianza personal.
Di lo mismo con tu propia comprensión del tema. Por favor deja muy clara la relación entre piedad y pureza.
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Re: 57. La doctrina paulina sobre la pureza

Notapor lindoro50 » Sab Dic 28, 2013 1:34 pm

La pureza como virtud, o sea, capacidad de «mantener el propio cuerpo en santidad y respeto», aliada con el don de la piedad, como fruto de la inhabitación del Espíritu Santo en el «templo» del cuerpo, realiza en él una plenitud tan grande de dignidad en las relaciones interpersonales, que Dios mismo es glorificado en él. La pureza es gloria del cuerpo humano ante Dios. Es la gloria de Dios en el cuerpo humano, a través del cual se manifiestan la masculinidad y la feminidad. De la pureza brota esa belleza singular que penetra cada una de las esferas de la convivencia recíproca de los hombres y permite expresar en ella la sencillez y la profundidad, la cordialidad y la autenticidad irrepetible de la confianza personal.
Di lo mismo con tu propia comprensión del tema. Por favor deja muy clara la relación entre piedad y pureza.

La pureza está vitalmente unida al Amor: es una virtud atractiva, renovadora, audaz y urgente que mantiene la juventud del amor en el alma en las diversas etapas de la vida. Es una gracia, que Dios concede a los que se la piden con humildad; sin castidad no hay caridad. La piedad es un don sobrenatural infundido con la gracia santificante para excitar en la voluntad, por instinto del E. Santo, un afecto filial hacia Dios considerado como Padre y un sentimiento de fraternidad universal para con todos los hombres en cuanto hermanos e hijos del mismo Padre. Ambos son hábitos operativos que residen en las facultades humanas que buscan practicar el bien honesto y tienen el mismo fin remoto: la perfección del hombre.
El cristiano que de verdad quiere seguir a Cristo ha de unir la pureza de alma a la pureza del cuerpo: tener ordenados los afectos, de tal manera que Dios ocupe en todo momento el centro del alma. Por eso, la lucha por vivir esta virtud y por crecer en ella se ha de extender también al campo de los afectos, a la guarda del corazón, y a todas aquellas materias que indirectamente puedan facilitarla o dificultarla: mortificación de la vista, de la comodidad, de la imaginación, de los recuerdos.
La pureza es gloria del cuerpo humano ante Dios. Es la gloria de Dios en el cuerpo humano.
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Re: 57. La doctrina paulina sobre la pureza

Notapor patricio » Sab Dic 28, 2013 8:24 pm

R:
El Apóstol señala el misterio de la "redención del cuerpo", realizado por Cristo, como fuente de un particular deber moral, que compromete a los cristianos a la pureza, a ésa que el mismo Pablo define en otro lugar como la exigencia de "mantener el propio cuerpo en santidad y respeto".
El Espíritu Santo que, según las palabras del Apóstol, entra en el cuerpo humano como en el propio "templo", habita en él y obra con sus dones espirituales. Entre estos dones (los siete dones del Espíritu Santo), el más apropiado a la virtud de la pureza parece ser el don de la "piedad".
Si la pureza dispone al hombre a "mantener el propio cuerpo en santidad y respeto", la piedad, que es don del Espíritu Santo, parece servir de modo particular a la pureza, sensibilizando al sujeto humano para esa dignidad que es propia del cuerpo humano en virtud del misterio de la creación y de la redención. Gracias al don de la piedad, las palabras de Pablo: "¿No sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en vosotros y que no os pertenecéis?", adquieren la elocuencia de una experiencia y se convierten en viva y vivida verdad en las acciones. Abren también el acceso pleno a la experiencia del significado esponsalicio del cuerpo y de la libertad del don vinculada con él, en la cual se descubre el rostro profundo de la pureza y su conexión orgánica con el amor.
El vínculo de la pureza con el amor y también la conexión de la misma pureza en el amor con el don del Espíritu Santo que es la piedad, constituye una trama poco conocida por la teología del cuerpo, que, sin embargo, merece una profundización particular mucho mas acabada que nos hará mas virtuosos en nuestra experiencia con Dios.
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Re: 57. La doctrina paulina sobre la pureza

Notapor garu » Sab Dic 28, 2013 9:44 pm

Como viéramos en el capítulo 43, numeral 7, que dice “…Como es evidente, la exigencia, que en el sermón de la montaña propone Cristo a todos sus oyentes actuales y potenciales, pertenece al espacio interior en que el hombre -precisamente el que le escucha- debe descubrir de nuevo la plenitud perdida de su humanidad y quererla recuperar. Esa plenitud en la relación recíproca de las personas: del hombre y de la mujer, el Maestro la reivindica en Mt 5, 27-28, pensando sobre todo en la indisolubilidad del matrimonio, pero también en toda otra forma de convivencia de los hombres y de las mujeres, de esa convivencia que constituye la pura y sencilla trama de la existencia. La vida humana, por su naturaleza, es “coeducativa”, y su dignidad, su equilibrio dependen, en cada momento de la historia y en cada punto de longitud y latitud geográfica, de “quién” será ella para el, y él para ella.”
Pués bien, en el texto anterior es Cristo mismo quien hace un llamado a esa pureza del corazón, a esa pureza interior, a ese mantener el propio cuerpo en santidad y respeto, producto de ese amor a Dios que impulsa las acciones y del amor que se siente por otros, como muestras de piedad, todo lo cual permitirá una convivencia real entre los hombres, en todas las esferas de sus relaciones interpersonales y, específicamente entre el hombre y la mujer, en su manifestación de su masculinidad y feminidad a través del cuerpo humano, como un acto de gloria a Dios.
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Re: 57. La doctrina paulina sobre la pureza

Notapor maguie » Dom Dic 29, 2013 12:27 am

Al conocer lo que Dios ha hecho por él y para él, el hombre no puede mas que darse cuenta del valor que tiene su cuerpo, a saber:

*Estamos hechos a imagen y semejanza de Dios.
* Dios realizó por Cristo la redención del hombre, una ofrenda infinita para compensar una ofensa hecha a Dios infinito, incluyendo el cuerpo como parte integrante del ser humano, por lo que ya estamos 'justificados' ante Él.
* Nos hizo templos vivos del Espíritu Santo.
* Nos hizo capaces del don recíproco de las personas y de ser co-creadores con Él, pudiendo dar la vida.

Por lo tanto al aumentar su conocimiento sobre los portentos hechos por Dios en él, el hombre aumenta su piedad y al darse cuenta de la inmensidad del don hecho a su cuerpo y de la dignidad de éste, no puede sino aumentar el deseo y la necesidad de la pureza en todos sus actos para agradecer a Dios por sus bondades, para poder tener al Espíritu Santo en él, para realizar por medio del cuerpo la obra maravillosa del don de la vida, para hacer uso del cuerpo como medio para llegar a Él.
Cuando el cuerpo recibe el trato que merece por su dignidad y se usa como Dios ha mandado, no solo se glorifica a Dios sino que la pureza es también gloria del cuerpo humano ante Dios y de ella brota la belleza singular que se hace parte de todas las acciones del hombre especialmente de todos los actos que manifiestan la comunidad y el don recíproco de las personas que conduce a la completa confianza personal. La pureza pues, conduce también al aumento de la piedad al comprender de forma vívida como Dios se hace presente en nosotros a través de nuestro cuerpo.
En este plano, la piedad y la pureza son ambos, don y virtud que conducen a una satisfacción de las personas en su entrega al otro.
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Re: 57. La doctrina paulina sobre la pureza

Notapor mariaines » Dom Dic 29, 2013 8:49 am

La pureza como virtud, o sea, capacidad de «mantener el propio cuerpo en santidad y respeto», aliada con el don de la piedad, como fruto de la inhabitación del Espíritu Santo en el «templo» del cuerpo, realiza en él una plenitud tan grande de dignidad en las relaciones interpersonales, que Dios mismo es glorificado en él. La pureza es gloria del cuerpo humano ante Dios. Es la gloria de Dios en el cuerpo humano, a través del cual se manifiestan la masculinidad y la feminidad. De la pureza brota esa belleza singular que penetra cada una de las esferas de la convivencia recíproca de los hombres y permite expresar en ella la sencillez y la profundidad, la cordialidad y la autenticidad irrepetible de la confianza personal.
Di lo mismo con tu propia comprensión del tema. Por favor deja muy clara la relación entre piedad y pureza.

Hay una estrecha relación entre la piedad y la pureza en cuanto que gracias a esa inhabitación de la Trinidad, que nos diviniza, nos hace hermanos entre nosotros y templos del Espíritu y eso lleva a vivir la pureza con dignidad, con respeto, a relacionarnos con nuestros hermanos y hermanas en libertad. Creo que el termómetro de nuestras relaciones está en la medida en que vivimos esa inhabitacion trinitaria que nos hace criaturas nuevas, libres
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Re: 57. La doctrina paulina sobre la pureza

Notapor Mary Jo » Dom Dic 29, 2013 12:43 pm

En este capítulo el Papa retoma el significado de la pureza, analizando el mensaje de San Pablo, en el cual se enfatizaba que ésta es la capacidad de dar mantenimiento al propio cuerpo en santidad y respeto. Ahora bien, la piedad como don del Espíritu Santo es la que sensibiliza al corazón del hombre a escoger y actuar conforme a la pureza.

¿Cuál es la relación entre piedad y pureza? La piedad es un don, que sirve de modo particular a la pureza, sensibilizando al sujeto humano para esa dignidad que es propia del cuerpo humano en virtud del misterio de la creación y de la redención.

El cuerpo del hombre es “templo” del Espíritu Santo y por esta razón debe ser tratado con respeto. Sin embargo, esto no se puede entender si no obtenemos la virtud de la pureza y al don de la piedad. Gracias a la pureza y a la piedad se adquiere una mayor relación entre Dios y el hombre.

La pureza es gloria del cuerpo humano, manifestado en la masculinidad y la feminidad, ante Dios. Sólo a través de la pureza en el corazón se es capaz de convivir con el otro de una manera singular y bella, como bien citan: "Todo es limpio para los limpios, más para los impuros y para los infieles nada hay puro, porque su mente y su conciencia están contaminadas. Alardean de conocer a Dios, pero con las obras le niegan..." (Tit 1, 15 ss.).
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Re: 57. La doctrina paulina sobre la pureza

Notapor Maria 2 » Jue Ene 02, 2014 4:14 pm

La pureza como virtud, o sea, capacidad de «mantener el propio cuerpo en santidad y respeto», aliada con el don de la piedad, como fruto de la inhabitación del Espíritu Santo en el «templo» del cuerpo, realiza en él una plenitud tan grande de dignidad en las relaciones interpersonales, que Dios mismo es glorificado en él. La pureza es gloria del cuerpo humano ante Dios. Es la gloria de Dios en el cuerpo humano, a través del cual se manifiestan la masculinidad y la feminidad. De la pureza brota esa belleza singular que penetra cada una de las esferas de la convivencia recíproca de los hombres y permite expresar en ella la sencillez y la profundidad, la cordialidad y la autenticidad irrepetible de la confianza personal.
Di lo mismo con tu propia comprensión del tema. Por favor deja muy clara la relación entre piedad y pureza.

La pureza está muy unida al Amor, es una virtud renovadora y urgente que se debe mantener en el alma en las diversas etapas de la vida. La piedad es un don infundido con la gracia santificante del Espíritu Santo, un afecto filial hacia Dios considerado como Padre y un sentimiento de fraternidad universal para con el prójimo. Ambos son hábitos que residen en el ser humano que busca practicar el bien con honestidad y tiene como fin la perfección del hombre. Quien de verdad quiere seguir a Cristo ha de unir la pureza del alma con la pureza del cuerpo y del corazón, lo que quiere decir que tendrá muy ordenados los afectos, de tal manera que Dios ocupe en todo momento el centro de su vida.

Un abrazo y hasta pronto.
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Re: 57. La doctrina paulina sobre la pureza

Notapor Jeanette Palacios » Vie Ene 03, 2014 6:03 pm

La pureza como virtud, o sea, capacidad de «mantener el propio cuerpo en santidad y respeto», aliada con el don de la piedad, como fruto de la inhabitación del Espíritu Santo en el «templo» del cuerpo, realiza en él una plenitud tan grande de dignidad en las relaciones interpersonales, que Dios mismo es glorificado en él. La pureza es gloria del cuerpo humano ante Dios. Es la gloria de Dios en el cuerpo humano, a través del cual se manifiestan la masculinidad y la feminidad. De la pureza brota esa belleza singular que penetra cada una de las esferas de la convivencia recíproca de los hombres y permite expresar en ella la sencillez y la profundidad, la cordialidad y la autenticidad irrepetible de la confianza personal. Di lo mismo con tu propia comprensión del tema. Por favor deja muy clara la relación entre piedad y pureza
La piedad es una virtud que nos atrae hacia las cosas santas y al amor al projimo. Es compacion, clemencia es un sentimiento que me impulse al reconocimiento y cumplimiento de todos los deveres con todo ser humano.
Al hablar de la Pureza en sentido moral es decir de la virtud de la pureza, hablamos de hombres limpios de Corazon. Los profetas exigian un comportamiento conforme a la voluntad de Dios o sea la coversion del Corazon, la obediencia interior y la rectitude total hante el. La pureza de Corazon me exige un entrenamiento diario de la voluntad y una disciplina constant en mi interior.
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Re: 57. La doctrina paulina sobre la pureza

Notapor MA SOCORRO A REYES L » Vie Ene 03, 2014 9:21 pm

La pureza dispone al hombre a mantener el propio cuerpo en santidad y respeto, la piedad es don del Espíritu Santo sensibilizando a la persona humana para esa dignidad que es propia del cuerpo humano en virtud del misterio de la creación y de la redención. La piedad es experiencia y verdad en las acciones con amor. Amor que ha sido grabado desde el principio, según la imagen y semejanza de Dios mismo, en todo el ser humano y, por lo tanto, también en su cuerpo. La pureza es gloria del cuerpo humano ante Dios.
MA SOCORRO A REYES L
 
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Re: 57. La doctrina paulina sobre la pureza

Notapor Silviamaria » Sab Ene 04, 2014 4:07 pm

La pureza casi siempre está acompañada de la piedad porque ambas se desarrollan a través del Amor, una virtud que nos debe acompañar hasta el último instante de nuestra vida. Gracias al Espíritu Santo poseemos el don de la piedad que nos permite tener otra visión respecto del uso del cuerpo. Lo que tenemos que buscar es cada día lograr unir nuestras fuerzas para solo tener ojos de Amor y entrega hacia una sola persona, la que hemos escogido como pareja en este camino terrenal, nuestro cónyuge.
En todo momento debemos buscar la santidad de nuestro cuerpo con el respeto mutuo entre varón y mujer. Nuestro cuerpo es Templo del Espíritu Santo por lo tanto hay que cuidarlo y ser puros no solo de alma sino también de cuerpo para esto Cristo tiene que ser el centro de nuestro proceder y actuar.
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Re: 57. La doctrina paulina sobre la pureza

Notapor Rutilo De Los Santos » Lun Ene 06, 2014 11:15 am

Pregunta.- La pureza como virtud,o sea la capacidad de " mantener el propio cuerpo en santidad y respeto",aliada con el don de la piedad,como fruto de la inhabitacion del "Espiritu Santo"en el templo del cuerpo,realiza en el una plenitud tan grande de dignidad en las relaciones interpersonales,que Dios mismo es glorificado en el.La pureza es gloria del cuerpo humano ante Dios.Es la gloria de Dios en el cuerpo humano,a traves del cual se manifiestan la masculinidad y la feminidad,de la pureza brota esa belleza singular que penetra cada una de las esferas de la convivencia reciproca de los hombres y permite expresa en ella la sencillez y profundidad,la cordialidad y la autenticidad irrepetible de la confianza personal.
Di lo mismo con tu propia comprension del tema .Por favor deja muy clara la relacion entre piedad y pureza
R= Aqui hay que aclarar que los " dones del Espiritu Santo" estan subordinados a las virtudes teologales: Fe,Esperanza y Caridad, ya que estas nos llevan directamente a Dios.La piedad es un don del Espiritu Santo que da la conciencia gozosa y sobrenatural de ser hijos de Dios y hermanos de todos los hombres,la pureza es una virtud llamada tambien castidad, y en la vida cristiana recibe un nuevo fundamento: el que comete impureza peca no solo contra su cuerpo,sino contra el Señor,pues somos miembros suyos,y contra el Espiritu Santo, del cual nuestro cuerpo se ha convertido en templo.Un ejemplo de autentica vida cristiana que tenia el don de la piedad y la virtud de la castidad es Santa Rosa de Lima que tuvo muchas tentaciones y obstaculos por parte de sus padres y de los hombres ya que tenia una belleza fisica y tambien belleza del alma,pues ella fue llamada por Cristo a la vida religiosa .El fin de todas las virtudes es Cristo,el modelo del cristiano es Cristo y el modelador es el Espiritu Santo.El cristiano posee un nuevo principio de vida que actua desde el interior:El Espiritu Santo, que lo hace vivir en Cristo y lo modela a imagen de Cristo.El comportamiento de un cristiano, su conducta o modo de vida diario,es una continua conversion para llegar a la santidad o sea una "vida segun el Espiritu"
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Re: 57. La doctrina paulina sobre la pureza

Notapor NELSON » Mié Ene 08, 2014 3:05 pm

Dios se glorifica en nuestro cuerpo, manteniéndolo en santidad y respeto, ya que el cuerpo es el templo del Espíritu Santo. La pureza es Gloria del cuerpo ante Dios y por ende la gloria de Dios es el cuerpo humano, manifestando la masculinidad y feminidad; debemos ser piadosos pero debemos tener pureza de corazón.
NELSON LÓPEZ BUITRAGO - COLOMBIA
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Re: 57. La doctrina paulina sobre la pureza

Notapor RoxanaGomez25 » Mié Ene 15, 2014 12:40 pm

Es una obligación del ser humano respetar el cuerpo, pero más que eso permanecer en santidad, por que no es de nosotros es de Cristo que pagó el precio, por su redención Dios nos devuelve nuestro ser y nuestro cuerpo, pero le pertenecen a Cristo, el Espíritu Santo habita en nosotros como en su propio templo, por eso debemos mantener el templo en santidad, y tenemos la capacidad de vivir la virtud de la pureza, esta virtud está apoyada por la piedad que es el fruto de que el Espíritu Santo habite en nosotros. Nuestro cuerpo es para dar gloria a Dios, así por medio de la masculinidad y feminidad, por la pureza la convivencia entre seres humanos es respeto, sencillez, es uno mismo, es confianza y la pureza tenemos que ponerla al servicio de la sabiduría para acoger el don de Dios, para dar frutos y vida. El don es la piedad que nos da vida y nos permite vivir de acuerdo a nuestra dignidad de hijos de Dios.
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Re: 57. La doctrina paulina sobre la pureza

Notapor yaluz » Jue Ene 16, 2014 9:38 pm

Pregunta:
La pureza como virtud, o sea, capacidad de «mantener el propio cuerpo en santidad y respeto», aliada con el don de la piedad, como fruto de la inhabitación del Espíritu Santo en el «templo» del cuerpo, realiza en él una plenitud tan grande de dignidad en las relaciones interpersonales, que Dios mismo es glorificado en él. La pureza es gloria del cuerpo humano ante Dios. Es la gloria de Dios en el cuerpo humano, a través del cual se manifiestan la masculinidad y la feminidad. De la pureza brota esa belleza singular que penetra cada una de las esferas de la convivencia recíproca de los hombres y permite expresar en ella la sencillez y la profundidad, la cordialidad y la autenticidad irrepetible de la confianza personal.
Di lo mismo con tu propia comprensión del tema. Por favor deja muy clara la relación entre piedad y pureza
R:
San Pablo nos insta a mantener nuestro cuerpo en santidad y respeto, o sea alejado de las impurezas que lo contaminan. Esa capacidad de mantener el cuerpo en santidad y respeto nos la da la pureza, que es una virtud que va muy unida a la piedad que sabemos es un don del Espiritu Santo y que surge precisamente porque Él habita en nuestro cuerpo. Ser templo del Espiritu Santo y sentirlo así, nos permite vivir la Gloria de Dios en nuestro cuerpo .Entonces, la pureza nos permite o facilita la convivencia reciproca entre los hombres, viviendo una plenitud en las relaciones interpersonales por eso San Pablo dice que de la pureza brota la belleza, porque la pureza, es gloria del cuerpo humano ante Dios.
Zulay R. de Álvarez (yaluz)
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Re: 57. La doctrina paulina sobre la pureza

Notapor b. gabriel reyes reyes » Lun Ene 20, 2014 10:17 pm

La pureza como virtud, o sea, capacidad de «mantener el propio cuerpo en santidad y respeto», aliada con el don de la piedad, como fruto de la inhabitación del Espíritu Santo en el «templo» del cuerpo, realiza en él una plenitud tan grande de dignidad en las relaciones interpersonales, que Dios mismo es glorificado en él. La pureza es gloria del cuerpo humano ante Dios. Es la gloria de Dios en el cuerpo humano, a través del cual se manifiestan la masculinidad y la feminidad. De la pureza brota esa belleza singular que penetra cada una de las esferas de la convivencia recíproca de los hombres y permite expresar en ella la sencillez y la profundidad, la cordialidad y la autenticidad irrepetible de la confianza personal.

[b]Di lo mismo con tu propia comprensión del tema. Por favor deja muy clara la relación entre piedad y pureza.[/b]

[i]La pureza, como capacidad del “hombre" para dominar la concupiscencia de la carne y “mantener el propio cuerpo en santidad y respeto”, es un don (Mt 19,11). Este don se recibe por la “redención del cuerpo”, realizada por Cristo, que permite al hombre renacer del agua y del Espíritu y alcanzar la “vida según el Espíritu”. Así el Espíritu Santo inhabita el cuerpo del “hombre” como templo. En ese templo recibe honor y gloria, al tiempo que obra el don de la piedad. Mediante este don, Espíritu Santo concientiza y fortalece al sujeto humano para que descubra la dignidad de su cuerpo, “comprado a precio” y habitado por el mismo Espíritu Santo, su vocación al amor, su significado esponsalicio, su destino a la Resurrección y para que haga vida esa dignidad en cada una de las esferas de la convivencia recíproca entre los hombres.[/i]
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Re: 57. La doctrina paulina sobre la pureza

Notapor Dolovalencia » Jue Ene 23, 2014 10:01 pm

Según el Apóstol Pablo el Espíritu Santo entra en el cuerpo humano como en el propio templo; y habita y obra en el con sus dones espirituales. El don mas apropiado a la virtud de la pureza parece ser el don de la piedad. La piedad don del Espíritu Santo parece servir de modo particular a la pureza. La virtud de la pureza aliada al don de la piedad en el templo del cuerpo realiza en el una plenitud tan grande de dignidad en las relaciones ínterpersonales. La pureza es la gloria del cuerpo humano ante Dios. La pureza es condición para encontrar sabiduría y para seguirla.
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Re: 57. La doctrina paulina sobre la pureza

Notapor mari_pily » Dom Ene 26, 2014 5:33 pm

La pureza como virtud, o sea, capacidad de mantener el propio cuerpo en santidad y respeto, aliada con el don de la piedad, como fruto de la inhabitación del Espíritu Santo, en el templo del cuerpo, realiza en él una plenitud tan grande de dignidad en las relaciones interpersonales, que Dios es glorificado en el. L a pureza es gloria del cuerpo humano ante Dios. Es la gloria de Dios en el cuerpo humano, a través del cual se manifiesta la masculinidad y feminidad. De la pureza brota esa belleza singular que penetra cada una de las esferas de la convivencia recíproca de los hombres y permite expresar en ella la sencillez y la profundidad, la cordialidad y la autenticidad irrepetible de la confianza personal.
Di lo mismo con tu propia comprensión del tema. Por favor deja muy clara la relación entre piedad y pureza.
La pureza como virtud, es la capacidad de actuar a lo divino, como Hijos de Dios y ésta nos da la confianza para dirigirnos a Él, perfeccionando los dones del Espíritu Santo en este caso la piedad, este don apela también al corazón, tal vez esta sería la relación entre pureza y piedad porque sino hay pureza no hay piedad y viceversa, debe importarnos lo que al otro le pase y llorar con el que llora si es necesario y no pecar con el cuerpo pues no es nuestro y todo lo que se hace se paga.
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Re: 57. La doctrina paulina sobre la pureza

Notapor Carlos64 » Lun Ene 27, 2014 1:34 am

Pregunta: "La pureza como virtud, o sea, capacidad de «mantener el propio cuerpo en santidad y respeto», aliada con el don de la piedad, como fruto de la inhabitación del Espíritu Santo en el «templo» del cuerpo, realiza en él una plenitud tan grande de dignidad en las relaciones interpersonales, que Dios mismo es glorificado en él. La pureza es gloria del cuerpo humano ante Dios. Es la gloria de Dios en el cuerpo humano, a través del cual se manifiestan la masculinidad y la feminidad. De la pureza brota esa belleza singular que penetra cada una de las esferas de la convivencia recíproca de los hombres y permite expresar en ella la sencillez y la profundidad, la cordialidad y la autenticidad irrepetible de la confianza personal.
Di lo mismo con tu propia comprensión del tema. Por favor deja muy clara la relación entre piedad y pureza."


La eusebeia, en el sentido moral clásico, refiere al respeto a las estructuras vitales, pudiendo entenderse estas estructuras como las originales, puras, incorruptibles, y este respeto como una adhesión, un movimiento profundo del ser, hacia estas estructuras.. Esta noción nos permite reflexionar en torno a la relación entre piedad y pureza según el Ethos de la redención del cuerpo a través de Cristo. La piedad, don que el Espíritu Santo concede al corazón humano en virtud de la Redención, induce una inclinación particular a que este corazón reconozca o "se adhiera" (admita, acepte, celebre, viva) la dignidad del cuerpo en su estructura vital más esencial, en tanto creado y redimido por la gracia divina, como vehículo de expresión del espíritu (lo que hace referencia a su significado esponsalicio en todas sus implicaciones teológicas, antropológicas y psicológicas), y como templo en el que habita el mismo Espíritu de Dios. La piedad nos sensibiliza a vivir esto (a "adherirnos a esto") en relación a nuestro propio cuerpo como una verdad (una estructura vital) que se constituye a través del realismo sobrenatural de nuestra fe, como una nueva realidad por la que nuestro cuerpo deja de pertenecer a la concupiscencia y pasa a pertenecer a Dios. Y, perteneciendo a Dios de este modo que es nuevo y al mismo tiempo es antiguo (pues ha sido redimido a altísimo precio para que vuelva a ser lo que en el Principio Dios quiso que fuese), el cuerpo queda habilitado para el amor auténtico, ese amor que es posible a través del don libre de sí en una dinámica de entrega íntegra, inocente y pura que viene a figurar en nuestra inmanencia la imagen y semejanza trascendente de Dios en tanto comunidad de Amor infinito y perfecto, inefable, entre las Divinas Personas. El cuerpo se constituye, entonces, en una manifestación del gloria de Dios, tanto más vital, si se quiere íntima, por cuanto viene a ser la gloria de Dios presente en nosotros, en nuestra realidad como seres corpóreos. Así, la piedad, al sensibilizarnos hacia la pureza del cuerpo, que en última instancia viene a ser pureza del corazón, al llevarnos a "adherirnos" a esta realidad dada en Cristo y por Cristo, nos faculta a vivir el amor en su autenticidad única, que es la autenticidad correspondiente al designio divino. Es el mismo Espíritu que, a través de sus dones, la piedad en este caso, permite el corazón humano la vida en el Espíritu, que es vida en el amor según Dios.

Ahora bien, esta dinámica de piedad y pureza que se resuelve finalmente en el amor atañe a dos dimensiones de la experiencia humana. Por un lado, la dimensión de la relación entre el varón y la mujer a través del vínculo que les une como pareja y les lleva a ser una sola carne, esto es, el vínculo conyugal. Libre esta relación de la dinámica de cosificación y dominio del otro en que se ve distorsionada por la concupiscencia de la carne, queda ahora redimida como vínculo de amor a a través del don de sí y de la conciliación entre las dimensiones erótica (que hace a la atracción mutua entre los sexos, entre el eterno masculino y el eterno femenino) y el significado esponsalicio del cuerpo.

La otra dimensión es la dimensión del bien moral, más general en sus alcances e implicaciones, que ve con la aplicación de los criterios éticos de respeto y santidad a las demás esferas de la vida, en particular a la forma en que nos situamos en relación a las demás personas. La pureza y santidad con que valoremos el cuerpo de las demás personas, hombres y mujeres por igual, se ha de ver ampliada en la forma en que les valoremos como personas en su integridad corporal, psicológica y espiritual. La cordialidad, el respeto, la profundidad, la autenticidad con que vivimos en relación al mundo y a los demás son expresión de la pureza de nuestro corazón y del amor al que nos lleva esta pureza.

Bendiciones, Dra. Pilar.
Discípulo de Cristo por amor del Padre y unción del Espíritu. Miembro de la Iglesia por gracia divina. Amar a Jesús es mi mayor alegría.

Dios te salve, María, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra.
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Re: 57. La doctrina paulina sobre la pureza

Notapor fpelaez » Mié Ene 29, 2014 4:49 pm

La pureza como virtud, o sea, capacidad de «mantener el propio cuerpo en santidad y respeto», aliada con el don de la piedad, como fruto de la inhabitación del Espíritu Santo en el «templo» del cuerpo, realiza en él una plenitud tan grande de dignidad en las relaciones interpersonales, que Dios mismo es glorificado en él. La pureza es gloria del cuerpo humano ante Dios. Es la gloria de Dios en el cuerpo humano, a través del cual se manifiestan la masculinidad y la feminidad. De la pureza brota esa belleza singular que penetra cada una de las esferas de la convivencia recíproca de los hombres y permite expresar en ella la sencillez y la profundidad, la cordialidad y la autenticidad irrepetible de la confianza personal.
Di lo mismo con tu propia comprensión del tema. Por favor deja muy clara la relación entre piedad y pureza.



El hombre nuevo se ha visto revestido por la gracia de Dios, gracia que da al hombre la posibilidad de vivir la virtud de le pureza, de mantenerse en santidad. Mantener un corazón puro permite que la gracia siga viva en el corazón del hombre nuevo, la gracia que es propia del Espíritu Santo que vive en el cuerpo del hombre. El Espíritu Santo llena de dignidad a cada ser humano y proporciona dones propios de su Ser, como lo es la piedad. Ambas, pureza y piedad necesarias para el perfeccionamiento del hombre. Las dos, influyen dentro de las relaciones humanas entre hombre y mujer, pureza para ver al otro con los ojos del Amor, como don de Dios el uno para el otro, piedad para poder contemplar lo divino y actuar con respeto hacia la dignidad que porta cada ser humano por el hecho de ser hombre, imagen y semejanza de Dios.
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