Pregunta: "¿Cuál es la interpretación que Cristo le da al mandamiento "No Adulterarás"?"
La interpretación dada por el Divino Maestro a este precepto divino se fundamenta en su apelación al Principio. Esta interpretación se nutre de la verdad del género humano desde el punto de vista de su prehistoria teológica, anterior al pecado, en la que el ser humano en su inocencia originaria se definía como imagen y semejanza de Dios encarnada en la dimensión de lo corpóreo y en la realidad de la masculinidad y la feminidad, que sirven de expresión concreta y diferenciada de esta dimensión visible. También se nutre de la comprensión de la realidad humana posterior al pecado original, por lo que señala la existencia de la triple concupiscencia en el corazón del hombre y la perspectiva del pecado como algo que se hereda y que sucede en ese corazón (adulterio en la mirada, en el corazón).
Pero además de esta fundamentación teológica, la interpretación de Cristo al mandamiento divino acerca del adulterio posee implicaciones éticas y antropológicas de índole trans-histórica, aplicables al hombre de todo tiempo y lugar. La pureza de corazón --que es la consecuencia moral de la enseñanza de Cristo con respecto al adulterio en particular y con respecto al pecado carnal en general-- se ve normada e indicada como el ideal del ethos cristiano y entendida como la libertad conquistada con respecto a la esclavitud del pecado; desde el punto de vista paulino, esta pureza de corazón forma parte esencial de la vida en el Espíritu. En todo caso, la pureza del corazón trasciende (sin anularlo) el ámbito negativo de la templanza para revertirse como un don positivo que conlleva la experiencia de la alegría interior relacionada con la libertad del don pleno de sí en el contexto particular de la relación recíproca entre el varón y la mujer, todo ello posible merced a la piedad que el Espíritu de Dios nos concede como don para orientarnos desde nuestro interior más profundo al bien pleno querido por Dios.
Desde el punto de vista antropológico, la interpretación del mandamiento "No adulterarás" que se contiene en las palabras de Cristo refieren a la consideración de la interioridad humana desde el misterio de la Redención. El corazón humano es redimido (liberado) de las ataduras de la concupiscencia para que pueda reencontrar y vivir el significado original, esponsalicio, del cuerpo, como una verdad que restituye al cuerpo su auténtica dignidad y que debe ser vivida desde el interior. El cuerpo deja de ser un objeto para la satisfacción de pasiones concupiscentes y pasa a ser el vehículo para la expresión del espíritu a través del don pleno de sí al otro que se da en la relación conyugal.
Dios la bendiga, doctora Pilar.