Taller tema 11: ¡Jerusalém, Jerusalém...!

En este curso, haremos un recorrido turístico-religioso por los Santos Lugares, conoceremos y comprenderemos cómo conviven las tres grandes religiones monoteístas en Tierra Santa: Cristianismo Judaísmo e Islam, sus costumbres y tradiciones, visitaremos los lugares de la vida de Cristo y la Santísima Virgen.

Conjuntamente al curso de turismo religioso, que se enviará cada semana por correo y se desarrollará en el foro como hacemos habitualmente, cada domingo nos uniremos a la plataforma de http://www.evangelizaciondigital.org/encuentros-on-line/tierra-santa/ Evangelización Online para peregrinar por los lugares que vayamos visitando y conocer la Tierra Santa, de primera mano, con guías conocedores de los lugares santos, y además con materiales de estudio y de formación.

Fecha de inicio
2 de septiembre de 2013

Fecha final:
22 diciembre 2013

Moderadores: Catholic.net, Ignacio S, hini, Moderadores Animadores

Re: Taller tema 11: ¡Jerusalém, Jerusalém...!

Notapor Rodolfo1971 » Vie Nov 15, 2013 3:36 pm

A LO LARGO DE LOS SIGLOS: La Ciudad de la Paz
Una larga historia de la mano con el pueblo desciendente de la Tribú de Juda

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"Si me olvidare de ti, oh Jerusalem,
Mi diestra sea olvidada.
Mi lengua se pegue a mi paladar,
Si no ensalzare a Jerusalem
Como preferente asunto de mi alegría."
(Salmos 137:5-6)


El rey David convertió a Jerusalem en la capital de su reino, así como en el centro religioso del pueblo judío, en el año 1003 AEC. Unos 40 años más tarde, su hijo Salomón construyó el Templo (el centro nacional y religioso del pueblo de Israel) y transformó la cludad en la próspera capital de un imperio que se extendía desde el Eufrates hasta Egipto.

El rey babilonio Nabucodonosor conquistó Jerusalem en el año 586 AEC, destruyó el Templo, y exilió al pueblo. Cincuenta años más tarde, cuando Babilonia fue conquistada por los persas, el rey Ciro autorizó a los judíos el retorno a su patria y les otorgó autonomía. Ellos construyeron un Segundo Templo en el mismo lugar del Primero y reconstruyeron la ciudad y sus murallas.

Alejandro Magno conquistó Jerusalem en el año 332 AEC. Después de su muerte la ciudad fue gobernada por los ptolomeos de Egipto, y posteriormente por los seléucidas de Siria. La helenización de la ciudad alcanzó su climax bajo el régimen seléucida de Antíoco IV; la profanación del Templo y los intentos de suprimir la identidad religiosa judía provocaron una rebelión.

Dirigidos por Judas Macabeo, los judíos derrotaron a los seléucidas, reconsagraron el Templo (164 AEC) y restablecieron la independencia judía bajo la dinastía hasmonea, que duró más de cien años, hasta que Pompeyo impuso el dominio romano sobre Jerusalem. El rey Herodes el Idumeo, que fue impuesto por los romanos como soberano de Judea (37 - 4 AEC), estableció instituciones culturales en Jerusalem, construyó 16 magnificos edificlos públicos y reconstruyó el Templo otorgándole gran esplendor.

La rebelión judía contra Roma estalló en el año 66 EC, al transformarse el dominio romano, después de la muerte de Herodes, en sumamente opresivo. Por unos pocos años, Jerusalem estuvo libre de dominio extranjero, hasta que, en el año 70 EC, legiones romanas mandadas por Tito conquistaron la ciudad y destruyeron el Templo. La independencia judía fue brevemente reinstaurada durante la rebelión de Bar Cojba (132 - 135), pero nuevamente vencieron los romanos. Se prohibió a los judíos la entrada a la ciudad, que fue redenominada Aelia Capitolina, y reconstruida de acuerdo a los patrones de una ciudad romana.

Durante el próximo siglo y medio, Jerusalem fue una pequeña ciudad provincial. Esto cambió radicalmente cuando el emperador bizantino Constantino transformó a Jerusalem en un centro cristiano. La Iglesia del Santo Sepulcro (335) fue la primera de una serie de grandiosas construcciones que se levantaron en la ciudad. Los ejércitos musulmanes invadieron el país en el año 634, y cuatro años más tarde el califa Omar conquistó Jerusalem. Sólo durante el reinado de Abd al-Malik, quien construyó el Domo de la Roca (691), Jerusalem pasó a ser, por un corto período, la sede de un califa. El dominio de más de un siglo de la dinastía Omeya de Damasco fue sucedido en el año 750 por los abdsidas de Bagdad y con ellos comenzó la declinación de Jerusalem.

Los cruzados conquistaron Jerusalem en el año 1099, masacraron a sus habitantes judíos y musulmanes y fijaron la ciudad como capital del Reino Cruzado. Bajo los cruzados se destruyeron sinagogas, se reconstruyeron antiguas iglesias y muchas mezquitas fueron convertidas en templos cristianos. El dominio cruzado sobre Jerusalem finalizó en 1187, al caer la ciudad en manos de Saladino el curdo. Los mamelucos, una aristocracia militar feudal de Egipto, dominaron Jerusalem desde 1250. Construyeron numerosos edificios, pero trataron a Jerusalem únicamente como un centro teológico musulmán, arruinando su economía por medio de pesados y negligentes impuestos.

Los turcos otomanos, cuyo dominio se prolongó por cuatro siglos, conquistaron Jerusalem en 1517. Suleimán el Magnífico reconstruyó las murallas de la ciudad (1537), construyó la Pileta del Sultán e instaló fuentes públicas de agua potable por toda la ciudad. Después de su muerte, las autoridades centrales en Constantinopla demostraron poco interés por Jerusalem. Durante los sigios XVII y XVIII, Jerusalem llegó a la más profunda de sus decadencias.

Jerusalem comenzó a florecer nuevamente en la segunda mitad del siglo XIX. El creciente número de judíos que retornaba a su tierra, la decadencia del poder otomano y el revitalizado interés europeo en la Tierra Santa llevaron a un renovado desarrollo de Jerusalem.

El ejército británico mandado por el general Allenby conquistó Jerusalem en 1917. Entre 1922 y 1948 Jerusalem fue la sede administrativa de las autoridades británicas en la Tierra de Israel (Palestina), que le fue confiada a Gran Bretaña por la Liga de las Naciones como consecuencia del desmantelamiento del imperio otomano después de la Primera Guerra Mundial. La ciudad se desarrolló rápidamente, creciendo hacia el oeste, en lo que pasó a ser conocido como "la Ciudad Nueva".

Después del término del Mandato Británico el 14 de mayo de 1948, y de acuerdo a la resolución de las Naciones Unidas del 29 de noviembre de 1947, Israel proclamó su independencia, con Jerusalem como su capital. Opuestos a su establecimiento, los paises árabes iniciaron un ataque total al nuevo estado, provocando así la Guerra de Independencia de 1948-49. Las líneas de armisticio, trazadas al término de la guerra, dividieron a Jerusalem en dos, ocupando Jordania la Ciudad Vieja y algunas áreas al norte y al sur, y manteniendo Israel los sectores Occidental y sur de la ciudad.

Jerusalem fue reunificada en junio de 1967, como resultado de una guerra en la que los jordanos intentaron apoderarse de la parte occidental de la ciudad. El barrio judío en la Ciudad Vieja, que fuera destruido bajo la dominación jordana, ha sido restaurado y ciudadanos israelíes pueden nuevamente visitar sus lugares santos, cosa que les fuera negada entre 1948 y 1967.

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http://mfa.gov.il/MFA/MFAES/Facts%20Abo ... iglos.aspx
Rodolfo1971
 
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Re: Taller tema 11: ¡Jerusalém, Jerusalém...!

Notapor Pascu » Vie Nov 15, 2013 5:30 pm

Plano de la Ciudad Vieja de Jerusalén (está en portugués, pero como son sólo las referencias que casi todas son con nombres propios se entiende bien)
http://imageshack.us/f/819/b7fy.jpg/

También quería compartir con ustedes la vida de una beata que nació y vivió en la ciudad de Jerusalén :
Beata María Alfonsina Danil Ghattas:

Nació el 4 de octube de 1843. Desde pequeña Mariam Soultaneh, como fue su nombre de pila, sentía una especial devoción a la Vírgen María y al rezo del santo rosario. Al principio su padre se opuso pero finalmente en el año 1860 tomó el hábito de la Comunidad de San José de la Aparición tomando el nombre de Marie-Alphonsine. Se distinguía por su profunda piedad y firme adhesión a la fe católica. Fundó la asociación de las Hijas de María y también otra orientada a las madres cristianas. Prosiguió su labor apostólica en Belén.
Luego de 14 años de vida comunitaria sintió un fuerte para fundar una congregación que se dedicara al rezo del rosario. Para ello tuvo que solicitar una dispensa a Roma que la obtuvo en 1880. Así, junto con otras cinco postulantes comenzaron a formar parte de esta nueva comunidad. El 6 de octubre de 1883 recibió el hábito de la Congregación del Rosario y en 1885 fue admitida para hacer su profesión y pronunciar sus primeros votos. Marie-Alphonsine pasó 42 años al servicio de su comunidad: abrió en Belén un taller para dar trabajo a las jóvenes pobres de la ciudad, luego fue a Jaffa de Nazaret. Más tarde fue a Beit Sahur, Salt, Nablus, Zababdeh, Belén, Jerusalén y, finalmente a Ain Karem, donde fundó un orfanato. Allí permaneció hasta su muerte el 25 de marzo de 1927. Fue beatificada el 22 de noviembre de 2009.
En todos los lugares donde habitaba concentró su acción en enseñar a leer o escribir, enseñar los trabajos manuales, fundar confraternidades para mujeres, enseñar el catecismo y, por supuesto, difundir el rezo del rosario. Hoy son cerca de 300 hermanas de la Congregación del Santo Rosario, presentes en Palestina e Israel, Jordania, Líbano, Siria, Emiratos Árabes Unidos, Egipto y Roma.

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Fuente: Catholic Net
Pascu
 
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Re: Taller tema 11: ¡Jerusalém, Jerusalém...!

Notapor PEPITA GARCIA 2 » Vie Nov 15, 2013 6:45 pm

Jerusalén

Les comparto lo que encontré como noticia hoy:

LA TIERRA DE JESÚS
"Si alguna vez te olvido, Jerusalén, que me falle la diestra,
que se me pegue la lengua al paladar si no te recuerdo,
si no te pongo como cima de mi alegría"
(Salmo 137)


Jerusalén es sin duda la ciudad hoy existente con mayor tradición y contenido religioso, a la par que con una historia larga y turbulenta, a pesar del nombre bíblico Salem, que significa "ciudad de la paz".

El nombre actual es la traducción del término hebreo Yerusalaim, que a su vez deriva del nombre cananeo Urusalim, que significa "fundación de Salem".

En el libro del Génesis se menciona al cananeo Melquisedec, sacerdote del Dios Altísimo y rey de Salem. Fue contemporáneo de Abrán. La tradición judía posterior identificó Salem con Jerusalén.

Durante la ocupación de los jebuseos se la llamó Jebus, pero la tradición judía lo cambió por el de ciudad de David, después de ser ocupada y convertida en capital por este rey.

El nombre Sión, de origen cananeo, tuvo en la literatura profética y en los salmos un sentido mesiánico escatológico; más tarde designó la colina norte donde Salomón edificó el Templo.

Luego los judíos dieron este nombre a la colina suroccidental donde estaba el Cenáculo y tuvo su sede la primera comunidad cristiana.

SITUACIÓN.- Jerusalén está construida sobre una serie de colinas dispuestas en orden ascendente de sur a norte y de este a oeste, como peldaños de la colina noroccidental, la más alta, llamada El-Gareb.

Está rodeada por dos torrentes profundos: el Cedrón, que la separa del monte de los Olivos por el lado oriental, y el Ginón, que la rodea por el sur y el oeste. Ambos se unen al sur de la ciudad con un tercero, el torrente del Tiropeón, que cruza la ciudad antigua de norte a sur, desde la Puerta de Damasco hasta Siloé.

LA CIUDAD DE DAVID.-Es el nombre que se le da a la colina baja sobre la que se asentó la ciudad primitiva, conocida como el Ofel.

A finales del tercer milenio antes de Cristo se estableció aquí el pueblo de los jebuseos, quienes fortificaron por primera vez la colina por su situación estratégica y la presencia de la fuente de Guijón.

Al cabo de dos siglos de permanencia hebrea en el país, la ciudad jebusea fue finalmente conquistada por David, quien la convirtió en capital de su reino.

Después la fortificó y la convirtió en centro religioso de las tribus con el traslado del Arca a la ciudad.

Salomón construyó el primer templo en la colina norte, que fue objeto de ataques durante los reinados de Roboam, Yoram, Amasías y Ezequías.

El templo fue destruido por Nabucodonosor el 587 y la población de Jerusalén fue deportada. A la vuelta del destierro se reconstruyó el altar de los holocaustos y se edificó un nuevo Templo (520-516).

En el año 169 a. de C. Antíoco IV conquistó Jerusalén y saqueó el Templo, que fue dedicado a Zeus Olímpico; esto provocó la revuelta de los Macabeos, que recuperaron Jerusalén y restauraron el culto judío en el Templo. El 63 a de C. fue conquistada por Pompeyo, que nombró a Herodes el Grande rey vasallo de Jerusalén.

Éste se dedicó a embellecer la ciudad con nuevas construcciones: un anfiteatro y un teatro, el Palacio Real… La más importante de sus obras fue la reconstrucción del Templo iniciada el año 20 a. de C.: amplió la explanada hacia el oeste, sur y norte y la rodeó de pórticos y hacia el centro de la explanada se levantó el Santo de los Santos precedido de diferentes patios.

El Templo fue incendiado el año 70 d. C. durante el asedio de las legiones romanas y la ciudad destruida. Sofocada la segunda sublevación judía contra los romanos el emperador Adriano ordenó que sobre el lugar del Templo se levantara otro templo dedicado a la tríada capitolina (Júpiter, Juno y Minerva) y en el sitio del Gólgota y del Santo Sepulcro se construyó el templo de Venus.

El año 326 Santa Elena visitó la ciudad junto con su hijo el emperador Constantino, el cual destruyó el templo de Venus y ordenó la construcción de la Basílica del Martyrium, junto al montículo del Gólgota.

A finales del siglo IV se edificó una nueva basílica en el lugar del Cenáculo por orden del patriarca de Jerusalén, Juan.

El reinado del emperador Justiniano (527-565) fue el periodo más floreciente de la ciudad: edificó, entre otras, la Nueva Basílica de Santa María, que aparece representada en el mosaico de Mádaba.

El año 614 Jerusalén fue saqueada por los persas sasánidas, que se llevaron la Cruz de Jesús.

El emperador Heraclio la recuperó el año 628. Diez años después la ciudad fue sometida de nuevo, esta vez por los musulmanes, liderados por el califa Omar.

Los reyes Omeyas construyeron las mezquitas de la Roca y la de Al-Aqsa.

El año 1099 los cruzados entraron en Jerusalén, de la que fueron expulsados por Saladino el 1187, que cambió la fisonomía de la ciudad debido a la nueva concepción del espacio: las plazas se redujeron y las calles se estrecharon y cubrieron con bóvedas y arcos.

Pero las construcciones más representativas de este periodo cruzado son la Basílica del Santo Sepulcro y la iglesia de Santa Ana.

Del 1250 al 1517 Jerusalén estuvo ocupada por los mamelucos de Egipto, cuya huella todavía se conserva en la puerta del Mercado del Algodón.

Durante el periodo Otomano (1517-1917) perdió mucha importancia, si bien se reconstruyeron la muralla y alguna de sus puertas. En 1917 los ingleses expulsan a los turcos de Jerusalén, que se convierte en capital de Palestina durante el mandato británico (1920-1948). Un año antes estalló la guerra entre judíos y árabes.

Al proclamarse la independencia del Estado de Israel en 1948 Jerusalén quedó dividida: la Jerusalén Este para los palestinos y la zona occidental para los judíos, que durante la Guerra de los Seis Días conquistaron la Jerusalén Este, nombrándola capital de Israel.

La Jerusalén antigua es la parte de la ciudad de dentro de la muralla reconstruida por Solimán el Magnífico en el siglo XVI.

Hay en la muralla ocho puertas, de las cuales siete son practicables, excepto la Puerta Dorada, en el lado este.

La Puerta Nueva se halla en el extremo noroeste. La Puerta de Jaffa es única en el lado oeste. En el sur están la Puerta de Sión y la de la Basura.

El lado este tiene otra puerta, la de San Esteban (conocida como Puerta de los Leones). En el lado norte están la Puerta de Herodes y la más conocida de todas: la Puerta de Damasco, la central de las tres puertas del tramo norte de la muralla.

Modificado por última vez en Jueves, 30 Mayo 2013 13:04
Tierra Santa, Jerusalén, Rey David, Jesús, Muro de las lamentaciones, Puerta de Damasco,
Primeros Cristianos Miércoles, 30 Noviembre -0001 00:00 Escrito por Primeros Cristianos


Y continúa con: La Basílica de Getsemaní restaurada por manos musulmanas
"No anteponer nada al amor de Dios"

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Re: Taller tema 11: ¡Jerusalém, Jerusalém...!

Notapor sandrahernandez » Sab Nov 16, 2013 12:28 am

Jerusalem, una ciudad Cristiana
Se sabe muy poco de la evolución de la ciudad desde los tiempos de Adriano hasta los del emperador romano Constantino I el Grande, cuando el cristianismo se convirtió en la religión del Imperio. La población de Jerusalén se fue sustituyendo de forma progresiva por los cristianos y los peregrinos que llegaban a la ciudad. Por orden del emperador Constantino se construyó la iglesia del Santo Sepulcro, así como otros edificios de carácter también religioso. Entre los monumentos más notables de este periodo destacan la iglesia de San Esteban, al norte de la ciudad, levantada por orden de la emperatriz bizantina Eudocia, que también reconstruyó la antigua muralla meridional de la ciudad y la gran iglesia Santa María, en la colina del templo, construida por el emperador bizantino Justiniano.
La ciudad, tras haber sido tomada por los persas al mando del rey Cosroes II en el 614 y después de ser recobrada por el emperador bizantino Heraclio en el 628, fue conquistada en el 637 por los musulmanes bajo el califa Omar I. Una capilla, la cúpula de la Roca, fue erigida sobre una roca en la que se creía que estaba el lugar del altar del templo edificado por Salomón. Los cristianos vieron limitadas sus actividades en la ciudad y cuando los califas fatimíes egipcios se convirtieron en los gobernadores de Jerusalén en el 969, la situación se hizo más precaria. Los turcos selyúcidas conquistaron la ciudad en el 1071, y su maltrato a los cristianos así como la destrucción de la iglesia del Santo Sepulcro fueron algunas de las razones que impulsaron las Cruzadas. En 1099, los cruzados, dirigidos por el noble francés Godofredo de Bouillon, se apoderaron de la ciudad. Jerusalén volvió a ser una ciudad cristiana, que perteneció al llamado reino latino de Oriente hasta el 1187, año en que fue reconquistada por los musulmanes bajo el mando de Saladino I, quien casi terminó con el reino cristiano."Jerusalen”.
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Re: Taller tema 11: ¡Jerusalém, Jerusalém...!

Notapor sorines » Sab Nov 16, 2013 1:53 pm

JUNTO A LOS CANALES DE BABILONIA
Salmo 137

Junto a los canales de Babilonia
nos sentamos a llorar con nostalgia de Sión;
en los sauces de sus orillas
colgábamos nuestras cítaras.

Allí los que nos deportaron
nos invitaban a cantar;
nuestros opresores, a divertirlos:
"Cantadnos un cantar de Sión".

¡Cómo cantar un cántico del Señor
en tierra extranjera!
Si me olvido de ti, Jerusalén,
que se me paralice la mano derecha;
que se me pegue la lengua al paladar
si no me acuerdo de ti,
si no pongo a Jerusalén
en la cumbre de mis alegrías.

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Este hermoso salmo, que forma parte de la Liturgia de las Horas, fue compuesto para la bella y tan amada Jerusalén. En nuestros días vemos lo visitada que es la Ciudad Santa por los múltiples intereses y objetivos de tantos y tantos inquietos peregrinos que allí llegan: intereses turísticos, “religiosos”, culturales, investigativos y también espirituales. Estos últimos son los que han llenado el alma de millones de seres humanos en la Historia de la Humanidad. Desde los tiempos del Antiguo Testamento se pudiera hacer un recuento de su importancia y de la fuerte referencia que personas, grupos, tribus, reyes y sabios, han dado a este lugar santo. Los profetas también hacían mención de su predilección por la Ciudad Santa: Por amor a Sión no me callaré, por Jerusalén no quedaré tranquilo hasta que su justicia se haga claridad y su salvación brille como antorcha. (Is. 60, 1).

El salmo fue compuesto en el año 587 a. C. durante el destierro de los israelitas a la Babilonia. La nostalgia de su tierra natal, de su tierra de salvación, de su Ley, de sus costumbres y su cultura, los hacía manifestar sus sentimientos y lamentos a través de la música que les pedían sus opresores. ¿Cómo no cantar a la nación que nos vio nacer y ver, las acciones de nuestro Dios? ¿Cómo olvidarte Jerusalén de mis sueños? Pero… ¿Cómo cantar en otra tierra que no es Jerusalén? Para ellos esa era la única tierra sagrada porque en ella habitaba el Dios de Israel.

Jerusalén ha pasado a ser el centro no solo de la historia, y el anhelo de todo creyente, sino también el símbolo y centro de la fe. Por fe nuestros antepasados la amaron, la protegieron, la habitaron y la visitaron. Jesús, el Maestro y el Señor, caminó hacia ella para allí dar su más grande signo de amor y redención. Por fe nosotros, la Iglesia que peregrina, la visitamos, la amamos, la anhelamos. Y por fe también san Juan nos ha dejado su más hermosa teología sobre la Jerusalén celeste hacia la cual caminamos todos.

Después vi un cielo nuevo y una tierra nueva, pues el primer cielo y la primera tierra habían desaparecido, y el mar no existe ya. Y vi a la Ciudad Santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, de junto a Dios, engalanada como una novia que se adorna para recibir a su esposo. Y oí una voz que clamaba desde el trono: «Esta es la morada de Dios con los hombres; él habitará en medio de ellos; ellos serán su pueblo y él será Dios-con-ellos; él enjugará las lágrimas de sus ojos. Ya no habrá muerte ni lamento, ni llanto ni pena, pues todo lo anterior ha pasado.» Y el que está sentado en el trono dijo: «Ahora todo lo hago nuevo». Luego me dijo: «Escribe que estas palabras son ciertas y verdaderas.» Apocalipsis 21, 1-5.

La reflexión sobre este salmo, de manera especial en estos meses que hemos estado peregrinando a la Tierra Santa, me hace profundizar intensamente en una Jerusalén de tres tiempos: antes de Jesús, con Jesús y en la plenitud de los tiempos, como el Apocalipsis donde sí habrá paz y viviremos con El por los siglos de los siglos.

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https://www.youtube.com/watch?v=ru1FU5W4sdI
https://www.youtube.com/watch?v=szIeP_wiFzE
NADA TE TURBE, NADA TE ESPANTE. SOLO DIOS BASTA. QUIEN A DIOS TIENE NADA LE FALTA.
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Re: Taller tema 11: ¡Jerusalém, Jerusalém...!

Notapor quimicoec » Sab Nov 16, 2013 3:57 pm

Jerusalén
Jerusalén es una "ciudad " venerada por judíos,cristianos y musulmanes por motivos en parte análogos. Pero a los ojos de los cristianos su papel en el plan divino es cosa del pasado. Solo subsiste ahora el significado profundo que le ha descubierto el Nuevo Testamento.
Antiguo Testamento.
La Vocación.-
La ciudad cananea de Urusalim(fundación del Dios Salem) es conocida por documentos acádicos del siglo XIV(cartas de Tell-el-Amarna). La tradición bíblica la reconoce en la ciudad de Melquicedec, contemporáneo de Abraham(Gén 14,18ss), e identifica su emplazamiento con el monte Moriah, donde Abraham ofreció su sacrificio(2Cro 3,1). En los tiempos de los Jueces era todavía Jerusalém una ciudad pagana(Jue 19,11s), pues los israelitas habían fracasado en su primera tentativa de conquista(Jue 1,21). David finalmente la tomó a los jebuseos(2Sam 5,6ss). Llamó a su ciudadela "Ciudad de David"(2Sam 5,9), la fortificó e hizo de ella la capital política de su reino. Trasladando allá el arca de la alianza(2Sam 6,1ss),fijó en el mismo lugar el santuario confederal de las doce tribus, que estaba anteriormente en Silo.La promesa de Natán hace entrever que Dios se complacía en aquel lugar de residencia, y Salomón acabó en este punto la obra de su padre construyendo el templo y dedicándolo solemnemente( 1 Re Cap 6 al 8 ). Así quedó determinado el destino religioso de la ciudad.
En la tierra santa ocupa Jerusalén un lugar aparte. Posesión personal de la dinastía de David, queda fuera del catastro de las tribus. Capital política, representa concretamente la unidad nacional del pueblo de Dios. Capital religiosa, es el centro espiritual de Israel porque Yahveh reside en ella, en el monte Sión, que ha escogido como morada(Sal 78,68ss;Sal 132,13-18). Doble significado que funda su carácter de ciudad santa y le da un papel de primer orden en la fe y en la esperanza de Israel.
Nuevo Testamento[u]
I.- La Jerusalén Terrenal y la realización de la salvación.
De Marcos a Juan ocupa Jerusalén un puesto cada vez mayor en los evangelios. Pero en San Lucas es donde mejor se subraya su papel, en el punto de sutura del Evangelio y los Hechos de los Apóstoles.
1.Según el evangelio de Marcos, el eco de la predicación de Juan Bautista llega hasta Jerusalén. Pero en Galilea es donde debuta y se confina en un principio el Evangelio del reino anunciado por Jesús.
Jesús no se dirige a Jerusalén sino después de haber tropezado con la incredulidad de las ciudades galileas y haber anunciado tres veces su pasión; soló sube para consumar su sacrificio.
Efectivamente,desechado por el pueblo, condenado por sus jefes, Jesús es crucificado fuera de la ciudad. En el momento de su muerte, el velo del templo se rasga, para significar que el antiguo santuario ha perdido su carácter sagrado(15,33-38). Jerusalén es aquí el lugar de la gran repulsa.
2.-A este esquema añade Mateo varios rasgos. El drama futuro se proyecta en la infancia de Jesús:mientras que paganos guiados por un astro van a Belén a adorar al Mesías,los escribas no saben reconocer en Jesús al que anuncian sus Escrituras y el rey Herodes maquina ya su muerte. Así pues, la emoción completamente humana de Jerusalén no desemboca en un acto de fe. La capital queda postergada en favor de Belén y de Nazaret. Consiguientemente, en Galilea tienen lugar por fin las apariciones durante las cuales Jesús resucitado envía a sus apóstoles a todas las naciones(28,7.16-20).
3.- En este plan un tanto convencional introduce Juan notaciones históricas más complejas. Conoce, en efecto, varios viajes de Jesús a Jerusalén, y allí es donde se desarrolla la mayor parte del drama.
Su último milagro tiene lugar en las puertas de Jerusalén , como último testimonio de su obra de salvación; pero Jesús se retira cuando se entera de que se conspira contra él(11,1-54). Ya no vuelve sino para realizar su hora.
4.- Lucas, añadiendo al relato evangélico un esbozo de los orígenes cristianos, pone en evidencia otra faceta de este drama sagrado, cuyo centro es Jerusalén. En la vida de Jesús es Jerusalén el lugar donde todo desemboca. Allí es presentado el niño Jesús, y almas fieles saben reconocerlo; allá sube a la edad de 12 años y allí manifiesta su sabiduría en medio de los doctores(2,41-50): anuncios velados de su manifestación y de su sacrificio venideros. Es que Jerusalén es el objetivo de su vida: "no conviene que un profeta perezca fuera de Jerusalén"(13,33). Así Lucas da gran relieve a la subida de Jesús a la ciudad donde ha de efectuar su partida.
II.-De la Jerusalén Terrenal a la Jerusalén Celestial.
San Pablo el "instrumento escogido" convertido en el camino de Damasco es el primero que subraya la superación de la Jerusalén Antigua por una Jerusalén nueva que está enraizada en el cielo. A los Galatas presenta esta Jerusalén de lo alto,nuestra madre, heredera de las promesas divinas, a la que persigue la Jerusalén de la tierra,llamada a desaparecer ante ella(Gal 4,24-31).
Al final del Nuevo Testamento la capital de Israel, el antiguo lugar de residencia de Yahveh en la tierra, no tiene ya más valor que el de figura. En el momento mismo en que se realiza para ella la nueva tragedia anunciada por Jesús, las promesas de que había sido provisionalmente depositaria pasan a otra Jerusalén, a la vez actual y orientada a su perfección final,, patria definitiva de todos los rescatados: "Jerusalén, ciudad del cielo,feliz visión de paz"(Himno de la dedicación de las Iglesias).
Tomado del Vocabulario de Teología Bíblica cuyo autor es el Padre Xavier León-Dufour
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Re: Taller tema 11: ¡Jerusalém, Jerusalém...!

Notapor rosita forero » Sab Nov 16, 2013 4:57 pm

..
por hini .. Jerusalén; "¡Jerusalén, Jerusalén!, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados..


La subida de Jesús a Jerusalén

Imagen CuandoJesús está a la vista de Jerusalén, llora sobre ella


"Como se iban cumpliendo los días de su asunción, él se afirmó en su voluntad de ir a Jerusalén" (Lc 9, 51; cf. Jn 13, 1). Por esta decisión, manifestaba que subía a Jerusalén dispuesto a morir. En tres ocasiones había repetido el anuncio de su Pasión y de su Resurrección (cf. Mc 8, 31-33; 9, 31-32; 10, 32-34). Al dirigirse a Jerusalén dice: "No cabe que un profeta perezca fuera de Jerusalén" (Lc 13, 33).

Jesús recuerda el martirio de los profetas que habían sido muertos en Jerusalén (cf. Mt 23, 37a). Sin embargo, persiste en llamar a Jerusalén a reunirse en torno a él: "¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como una gallina reúne a sus pollos bajo las alas y no habéis querido!" (Mt 23, 37b). Cuando está a la vista de Jerusalén, llora sobre ella (cf. Lc 19, 41) y expresa una vez más el deseo de su corazón:" "¡Si también tú conocieras en este día el mensaje de paz! pero ahora está oculto a tus ojos" (Lc 19, 41-42).


La entrada mesiánica de Jesús en Jerusalén

¿Cómo va a acoger Jerusalén a su Mesías? Jesús rehuyó siempre las tentativas populares de hacerle rey (cf. Jn 6, 15), pero elige el momento y prepara los detalles de su entrada mesiánica en la ciudad de "David, su padre" (Lc 1,32; cf. Mt 21, 1-11). Es aclamado como hijo de David, el que trae la salvación ("Hosanna" quiere decir "¡sálvanos!", "Danos la salvación!"). Pues bien, el "Rey de la Gloria" (Sal 24, 7-10) entra en su ciudad "montado en un asno" (Za 9, 9): no conquista a la hija de Sión, figura de su Iglesia, ni por la astucia ni por la violencia, sino por la humildad que da testimonio de la Verdad (cf. Jn 18, 37). Por eso los súbditos de su Reino, aquel día fueron los niños (cf. Mt 21, 15-16; Sal 8, 3) y los "pobres de Dios", que le aclamaban como los ángeles lo anunciaron a los pastores (cf. Lc 19, 38; 2, 14). Su aclamación "Bendito el que viene en el nombre del Señor" (Sal 118, 26), ha sido recogida por la Iglesia en el Sanctus de la liturgia eucarística para introducir al memorial de la Pascua del Señor.

La entrada de Jesús en Jerusalén manifiesta la venida del Reino que el Rey-Mesías llevará a cabo mediante la Pascua de su Muerte y de su Resurrección. Con su celebración, el domingo de Ramos, la liturgia de la Iglesia abre la gran Semana Santa.

fuente http://www.vatican.va/archive/catechism ... p3_sp.html
rosita forero
 
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Re: Taller tema 11: ¡Jerusalém, Jerusalém...!

Notapor ELENAMAR » Dom Nov 17, 2013 7:26 pm

HOLA TODAS Y TODOS.
ES CURIOSO, LO MISMO QUE SINTIO SAN IGNACIO DE LOYOLA POR JERUSALEM , LO SIENTO YO, ES UNA FUERTE E IRRESISTIBLE ATRACCION, LO QUE ME ESTA MOTIVANDO A ORGANIZAR MIS COSAS PERSONALES, VENDER ALGO DE LO QUE TENGO E IR A VIVIR A ISRAEL. LOCURA? NOOO, CREO ES AMOR A LA TIERRA QUE VIO NACER A NUESTRO AMADO SENOR Y PENETRAR EN SU HISTORIA, PARA AMARLO MAS Y MAS.SOLO SE AMA LO QUE SE CONOCE!!
ELENAMAR
 
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Re: Taller tema 11: ¡Jerusalém, Jerusalém...!

Notapor AMunozF » Mar Nov 19, 2013 4:37 pm

Hola a Todos !

Me atrevo a poner un tema que más que explicativo es descriptivo, aprovechando que ya una compañera hizo la explicación del mismo.

-------------------------------------------------- LAS PUERTAS DE LA CIUDAD SANTA ---------------------------------------------------

No..Español...................Hebreo.................Árabe............Nombres alternativos......Año..........Localización
..............................................................................................................construcción
________________________________________________________________________________________________________
1..Puerta Nueva...........Sha'ar HeHadash.....Al-Bab al-Jedid......Puerta de Hammid.........1887........Oeste lado norte
2..Puerta de Damasco....Sha'ar Shkhem........Bab al-Amoud.......Sha'ar Damesek, ...........1537........Centro lado norte
................................................................................Puerta de Nablus,
................................................................................Puerta del Pillar
3..Puerta de Herodes.....Sha'ar HaPerachim...Bab-a-Sahairad.....Puerta de Flor,..............desc........Este lado norte
................................................................................Sha`ar Hordos
4..Puerta de los Leones..Sha'ar HaArayot......Bab Sittna Maryam..Puerta de Yehoshafat,....1538-39....Norte lado este
................................................................................Puerta de Santa María,
................................................................................Puerta de San Esteban,
................................................................................Puerta de las Tribus
5..Puerta Nueva..........................................................................................................Centro lado oeste
6..Puerta de Dung,.......Sha'ar HaAshpot......Bab al-Maghariba...Puerta de Silwan,...........1538-40....Este lado Sur
.....del estiércol o.........................................................Puerta de Mograbi,
.....los Desperdicios......................................................Sha'ar HaMugrabim
7..Puerta de Sion.........Sha'ar Tzion...........Bab El-Nabi Da'oud..Puerta del Barrio Judío,..1540........Centro lado sur
................................................................................Puerta del profeta David
8..Puerta de Jaffa........Sha'ar Yaffo...........Bab al-Khalil........Puerta de Hebron,..........1530-40....Centro lado oeste
...............................................................................Puerta del templo de David

---------------------------------------------------- SU LOCALIZACIÓN EN LA CIUDAD -----------------------------------------------------

ImagenImagen
ImagenImagen


------------------------------------------------------ LOS BARRIOS DE JERUSALÉN -------------------------------------------------------

BARRIO CRISTIANO

ImagenImagen
ImagenImagen........(1) BASÍLICA DEL SANTO SEPULCRO
..................................................................................................(4) IGLESIA DE SAN JUAN BAUTISTA

BARRIO MUSULMÁN

ImagenImagen
ImagenImagen........(1) IGLESIA DE SANTA ANA
...................................................................................(2) POZA DE BETHESDA
...................................................................................(3) SITIO DE LA FLAGELACIÓN
...................................................................................(4) ARCO DEL ECCE HOMO
...................................................................................(5) VIA DOLOROSA

BARRIO ARMENIO

ImagenImagen
ImagenImagen

BARRIO JUDÍO

ImagenImagen
ImagenImagen
...(1) CARDO ROMANO
...(6) MURO DE LOS LAMENTOS
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Re: Taller tema 11: ¡Jerusalém, Jerusalém...!

Notapor jaime a. mejía rosales » Mar Nov 19, 2013 9:00 pm

¡Venga Tu Reino!

Estimados en Cristo:

Jerusalén..."Grande es el Señor y muy digno de alabanza en la ciudad de nuestro Dios, su monte santo, altura hermosa, alegría de toda la tierra.
El monte Sión, vértice del cielo, ciudad del gran rey; entre sus palacios Dios descuella como un alcazar.
Tu diestra está llena de justicia: el monte Sión se alegra, las ciudades de Judá se gozan con tus sentencias". (Sal 47)

La Vía Dolorosa -

El deseo de todo peregrino de seguir las huellas de Jesús por Tierra Santa especialmente en su pasión desde el Pretorio hasta el Calvario, ha quedado plasmada en el ejercicio del Vía Crucis. Esta devoción medieval franciscana entronca con la costumbre de los primeros cristianos.

1a. Estación: Jesús condenado a muerte (Jn 19, 13-16) Se sitúa en el patio de la escuela musulmana del Omariye.
2a. Estación: Jesús carga con la cruz (Mt 27, 31; Jn 19, 17; Mc 15, 15-37; Lc 23, 25-46) Se fija en la pared de la capilla de la Condenación.
3a. Estación: Jesús cae por primera vez - (Jos 7,10) Se conmemora en la capilla de los armenios-católicos, ubicada en el cruce de la Vía Dolorosa con la calle que viene de la Puerta de Damasco.
4a. Estación: Encuentro de Jesús con su Madre - (Lc 2, 34-35) La Iglesia del Patriarcado Armenio-Católico, en honor de la Santa María del Espasmo, recoge la tradición.
5a. Estación: El cirineo ayuda a Jesús (Mc 15,21) En la capilla franciscana, al comienzo de la pendiente del Gareb.
6a. Estación: La Verónica enjuga el rostro de Jesús - (Lam 1, 12) Se recuerda a través de una columna en la pared de la capilla griego-católica, hoy atendida por la Hermanitas de Foucauld.
7a. Estación: Jesús cae por segunda vez - (Is 53, 4-5) Viene señalada en el cruce de la Vía Dolorosa con el Zoco (antiguo Cardo Maximus) por una capilla propiedad de los franciscanos.
8a. Estación: Jesús se encuentra con las piadosas mujeres (Lc 23, 27-31) Ascendiendo hacia el Gareb, está indicada con una pequeña Cruz (Nike) en la pared del convento griego-ortodoxo de Caralambos.
9a. Estación: Jesús cae por tercera vez - (Is 53, 6) Señalada en una columna incrustada en la puerta del convento copto, detrás del ábside del Santo Sepulcro. Hay que subir unas escaleras y seguir la estrecha callejuela.
10a. Estación: Jesús despojado de sus vestiduras (Mc 15, 22-42; Mt 27, 31-56; Lc 22, 26-40; 23, 44-49; Jn 19, 16-30) Se ubica ante el altar de la Crucifixión.
11a. Estación: Jesús es crucificado - (Lc 23,33) Se ubica en el altar de la Crucifixión.
12a. Estación: Jesús muere en la Cruz - (Lc 23, 44-45) Se ubica en el altar griego del Calvario.
13a. Estación: Jesús en brazos de su Madre - (Jn 19,38) Se ubica en el altar de la Dolorosa en el Calvario.
14a. Estación: Jesús es sepultado - (Jn 19, 41-42) Se ubica en la edícula del Santo Sepulcro.

Les comparto estas fotos con el mapa de la Vía Dolorosa y del Santo Sepulcro.

http://imageshack.us/g/1/10412882/

Que Dios los bendiga.
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Re: Taller tema 11: ¡Jerusalém, Jerusalém...!

Notapor Sergio Arturo » Mar Nov 19, 2013 10:04 pm

LA JERUSALÉN QUE VIO JESÚS
Por Joaquin González Echegaray*

JESÚS DE NAZARET aparece en los evangelios vinculado profundamente a su tierra natal. Él, como buen judío, era un gran patriota, que amaba el paisaje, las gentes y la cultura del país que recorrió varias veces a lo largo de su vida. Especialmente enraizado en el complejo y fascinante mundo galileo, veía, no obstante, a la ciudad de Jerusalén como símbolo religioso y cultural de su pueblo, y la amaba apasionadamente de acuerdo con la frase del salmo 137, que tantas veces él había recitado: «Que se me pegue la lengua al paladar, si no me acuerdo de ti, si no pongo a Jerusalén en la cumbre de mis alegrías».

Los numerosos viajes de Jesús a la ciudad santa, que el evangelio de Juan registra con toda precisión, debieron ser motivo de una gran satisfacción para el maestro, que una vez más haría suyas las palabras del salmo 122: «Qué alegría cuando me dijeron: Vamos a la Casa del Señor. Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén». Pero es el evangelista Lucas quien señala en la compleja psicología de Jesús la mezcla de dos sentimientos: su exaltado amor a la ciudad con el barrunto de los oscuros presagios sobre su trágico fin. «Al acercarse y ver la ciudad, lloró por ella, diciendo: Si también tú conocieras en este día el mensaje de paz. Pero ahora ha quedado oculto a tus ojos" (Lc 19,41-42). Jerusalén no sólo estaba destinada a sufrir la prueba del asedio y destrucción, sino que además iba a ser el dramático escenario de los últimos días del maestro. «Mirad que subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas; le condenarán a muerte y le entregarán a los gentiles, y se burlarán de él, le escupirán, le azotarán y le matarán, y a los tres días resucitará» (Mc 10, 33-34).

Pero ¿cómo era la Jerusalén de los tiempos de Jesús? La ciudad que vio el maestro fue la gran urbe que había creado Herodes el Grande en su apasionado y obsesivo afán por el urbanismo y las grandes construcciones. Por lo menos desde el año 20 ó 19 a. C., cuando comienza a construirse el templo, y probablemente ya varios años antes, el rey había planificado una nueva y grandiosa Jerusalén, disponiendo al efecto de abundantes recursos materiales y de personal técnico especializado para llevar a cabo la gran empresa. De toda la larga historia de la ciudad (cuyos comienzos no pueden reducirse a la efeméride de la conquista de David, como han pretendido recientemente por intereses políticos las autoridades israelíes, la Jerusalén de Herodes, es decir la de Jesús, era, sin lugar a dudas, la de mayor extensión, de edificios más deslumbrantes, y de un trazado más planificado, en el que se había previsto no sólo la belleza urbana, sino también la disponibilidad de servicios. Realmente era una ciudad importante en el imperio romano, que contaba incluso con edificaciones, como el templo, difícilmente superables por ninguna otra.

Es cierto que Herodes el Grande murió en el año 4 a. C. sin haber concluido todo su plan, y que, por ejemplo, las obras del templo continuaron hasta el año 62 ó 64 d. C., justamente seis u ocho años antes de su destrucción a manos de las tropas romanas. Pero en la época de la muerte de Jesús, probablemente el año 30 d. C., ya estaban levantados los más importantes edificios de la ciudad y sólo faltaban por rematar y ampliar algunas otras obras.

1. El recinto amurallado

Jerusalén se levanta sobre la línea de cumbres de la cordillera palestina que recorre el país de norte a sur, la cual en ese tramo recibe el nombre de Montaña de Judá. La ciudad actual se extiende por un área evidentemente mucho más amplia que la antigua. Esta última, en la época de Jesús, se asentaba sobre cuatro cotas elevadas con sus vaguadas intermedias. Se hallaba a una altura media de unos 760 m. sobre el nivel del Mediterráneo. Por el levante la ciudad estaba flanqueada por un barranco profundo, el torrente Cedrón, y ocupaba sucesivamente de norte a sur el extremo meridional de la altura llamada Bézatha, el Monte del Templo y el Ofel. Por el sur el límite era otro barranco, llamado Hinnom o Gehenna, lo mismo que por el poniente, si bien aquí el caserío de la ciudad se asentaba sobre la elevación del terreno que presenta la cota más alta. Por eso esta zona es conocida con el nombre de Ciudad Alta y su parte sur con el nombre -por cierto que muy impropiamente- de Monte Sión. Entre las alturas del levante y la del poniente se encontraba una vaguada llamada Tyropéon. Por el norte el límite de la ciudad era más impreciso, pues no se ajustaba a una configuración topográfica definida; de ahí que ésta fuera la zona natural de expansión urbana y también la parte que debía ser mejor defendida, dada su vulnerabilidad.

Cuando Herodes el Grande accedió al trono, Jerusalén tenía ya un buen sistema de defensas, que había sido recientemente bien reconstruido por los reyes asmoneos, principalmente por Juan Hircano, hacía algo menos de cien años. El Monte del Templo y el Ofel con su prolongación hacia el sur tenían ya su vieja muralla que les rodeaba por todos lados. La vaguada del Tyropéon y la Ciudad Alta que en un tiempo lejano formaron parte de la urbe habían sido recuperados y encintados con una nueva y magnífica muralla. A Herodes sólo le faltaba por resolver el problema de defender la zona norte, por donde se había extendido ya un nuevo barrio extramuros, llamado Mishneh, así como embellecer y rematar el resto de los muros.

Flavio Josefo es quien mejor nos describe la situación (Bell. Iud. V; 142-155). Con el nombre de Muro I designa el antiguo recinto, mientras que a la nueva muralla herodiana del norte la llama Muro II. Dice que partía de la Puerta llamada Gennath del Muro I, cerca del Palacio de Herodes, y desde aquí se dirigía hacia la Torre Antonia en el ángulo noroeste del templo. Aunque el historiador no lo dice de forma expresa, es evidente que esta muralla no seguía una línea recta, sino que hacía un recorrido envolvente para de esta manera poder abarcar todo el barrio nuevo, extremo este último sí consignado por Josefo. Todos los indicios arqueológicos parecen favorecer la tesis de que esta muralla llegaba por el norte hasta la actual Puerta de Damasco [1], dejando fuera al oeste lo que hoy es iglesia del Santo Sepulcro. Poco más allá de esa puerta, el muro se retraía hacia el sur hasta empalmar con la Antonia, dejando fuera el actual Barrio Musulmán.

El Muro III, del que nos habla igualmente Josefo, no fue construido hasta tiempos de Herodes Agripa I, hacia el 42 d. C., y su objetivo fue tanto reforzar el peligroso norte de la ciudad, como dar cabida en su interior a otro barrio que ya se había formado más allá del Muro II, y que se llamaba Bézatha, del nombre de la colina. Llegaba hasta algo más allá de la actual Ecole Biblique. Esta muralla, cuyos cimientos y primeras hiladas de sillares que aún se conservan [2] anunciaban ya lo que estaba destinado a ser. La defensa más colosal de la ciudad, no llegó a concluirse, pues la obra no fue del agrado del emperador Claudio. Sólo en los tiempos de la guerra contra Roma, a partir del 67 d. C., el muro fue rematado de forma rápida y descuidada para hacer frente a la amenaza de que la ciudad fuera sitiada, como ocurrió de hecho el año 70 d. C.

En la época de Jesús, hacia el año 30, no existía, pues, el Muro III, aunque ya abundaban las casas en algunas zonas extramuros de la Muralla II. El recorrido total del recinto urbano en su parte externa era de unos 5 Km., lo que supone un área de extensión de la ciudad de aproximadamente unas 100 has.

Es muy difícil el cálculo del número de habitantes de Jerusalén en esa época. Entre los extremos, tanto maximalistas que hablan de más de un millón, como los minimalistas que no admiten una cifra superior a los 25.000 ó 30.000 personas -tal es el caso de Jeremias [3]-, optamos por una postura intermedia. Broshi ha calculado la población en unos 82.500, a base de estudios sobre la densidad urbana [4]. Para nosotros incluso nos parece razonable una cifra que pudiera sobrepasar los 100.000 habitantes [5]. Nos basamos en la amplitud del área urbana, a que antes nos hemos referido, y en las formas de habitación en las ciudades antiguas. En nuestro caso, si bien una buena parte de la ciudad estaba ocupada por monumentos, especialmente el templo, hay que tener en cuenta el hecho, ya consignado, de que las viviendas se extendían más allá del recinto mural. Uno de los datos que suele aportarse para los cálculos es la concentración de peregrinos en la ciudad durante la Pascua. La cifra aparece consignada en Flavio Josefo. En una ocasión habla del fabuloso número de unos tres millones entre peregrinos y habitantes (Bell. Iud. II, 280). En otra, de 2.700.000 (Bell. Iud. VI, 422). Al referirse a los muertos y prisioneros durante el sitio de Jerusalén da la cifra de 1.200.000 (Bell. Iud. VI, 420) .Por otra parte, Tácito (Hist. V, 13) habla de 600.000 personas sitiadas en la ciudad, cifra que, al parecer, está tomada de Josefo (Bell. Iud. V, 569).

Los complicados cálculos obtenidos por J. Jeremias sobre los datos de la Misná acerca de la inmolación de los corderos en el templo y de las dimensiones reales del espacio disponible, llevan a la cifra de unas 180.000 personas contando peregrinos y habitantes [6]. Cabe pensar, a nuestro entender, que el número de peregrinos pudiera doblar o triplicar la población estable. De cualquier manera, aún en la Pascua, la cifra de 300.000 almas supondría un tope máximo. Aunque es muy difícil el cálculo de habitantes para las ciudades antiguas, se supone, por ejemplo, que Roma estaría en torno al millón de habitantes en esa época, y que las grandes ciudades del oriente como Alejandría y Antioquía no pasarían del medio millón.

La Jerusalén herodiana, aparte de los edificios monumentales, debió ser una ciudad moderna, trazada con un verdadero sentido urbanístico. No estamos seguros de si los postulados de Wilkinson al respecto [7] pueden ser tomados en total consideración, pero, no cabe duda, que sus esfuerzos por descubrir el trazado de las calles de la ciudad nos llevan a la idea de que ésta se hallaba concebida dentro de un plan geométrico.

Por otra parte, en la Jerusalén de Jesús estaba muy cuidado el servicio de aguas. Hasta la época de Herodes la ciudad se abastecía o bien de sus dos fuentes: Gihon y Rogel, o de los numerosos aljibes que recogían el agua de la lluvia. También se construyeron algunos grandes estanques, en los que convergía el agua de los alrededores. Pero la idea de construir una gran traída de aguas, para abastecer todas las necesidades de la ciudad. Se debe a Herodes el Grande. El agua habría de venir de Artás al sur de Belén, lugar donde se iban a embalsar los arroyos originados al menos en tres fuentes. De aquí, a favor del desnivel natural, el agua canalizada mediante la construcción de un conducto cubierto llegaba a Jerusalén tras 21 km. de recorrido. Las obras fueron ampliadas después por el prefecto romano Poncio Pilato, remontando la captación en las cabeceras y renovando en parte los conductos. Esto permitió traer a Jerusalén el agua desde una distancia de 67 Km., con una diferencia de nivel entre los depósitos y el destino final de unos 30 m. [8]. La obra le costó serios disgustos a Pilato, pues para su financiación tuvo que recurrir al dinero del templo, principal beneficiario de la misma, pero cuyos dirigentes se opusieron a ello violentamente (Bell.Iud. II, 175-177). Esta traída de aguas es una construcción que, con las debidas modificaciones, ha estado en uso hasta mediados del siglo XX.

Junto a las obras de captación, conducción y depósitos del agua, la Jerusalén herodiana contaba también con obras de saneamiento y alcantarillado, al menos en algunas zonas de la ciudad, como, por ejemplo, bajo la calle del Tyropéon, que bordeaba el muro occidental del templo [9].

2. Grandes edificios

Entre las más importantes edificaciones de la Jerusalén herodiana sobresalía por su belleza y extraordinario lujo el palacio de Herodes, construido en la Ciudad Alta, justamente donde ahora se encuentra el Barrio Armenio, prácticamente nada se conserva en la actualidad de dicho edificio, pues fue arrasado en la conquista de Jerusalén del año 70 d. C. y sobre él fueron edificados los cuarteles de invierno de la Legión X Fretensis. En realidad, lo único que ha llegado hasta nosotros y que ha sido últimamente descubierto (años 1962-1971) es la plataforma artificial sobre la que se levantaba el palacio. Esta se estima en unas dimensiones de 330 x 130 m. [10]. Pero al norte del palacio había unas fortificaciones relacionadas con él, de las que quedan restos importantes. De ellas hablaremos después.

El palacio era el mejor edificio de Jerusalén después del templo, y, para nosotros, tiene una especial importancia por estar íntimamente relacionado con Jesús de Nazaret. Se trata, sin duda, del pretorio donde fue juzgado y condenado. En la época de Jesús los prefectos romanos, que habitualmente residían en la capital civil de la provincia, es decir, en Cesarea del Mar, cuando subían a Jerusalén se alojaban en el fastuoso palacio de Herodes, que, por tanto, se convertía en pretorium. Los datos de que disponemos, tanto históricos como arqueológicos, convergen en este sentido, hasta el punto de que hoy se da ya entre los estudiosos, como un hecho prácticamente aceptado por todos [11].

Para saber algo acerca de un edificio tan importante, como hoy en día inexistente, no tenemos otra opción que recurrir al historiador Josefo, quien nos lo describe con estas palabras: «El palacio del rey sobrepasaba toda descripción. En efecto, no le faltaba nada de la más extrema magnificencia y del más perfecto condicionamiento. Estaba completamente rodeado de muros de 30 codos de alto, y, a intervalos, igualmente jalonado de torres ornamentales, de vastas salas de banquetes y de casi un centenar de aposentos para los huéspedes. Ellas contenían una indescriptible variedad de piedras, pues allí se encontraba reunido en cantidad lo que en otros sitios se considera más raro. Había techos admirables por la largura de sus vigas y el esplendor del artesonado. Una cantidad enorme de habitaciones, con formas infinitamente variadas y todas dotadas de un mobiliario completo, donde dominaban, según los casos, los elementos de plata y oro. Un circuito de numerosos pórticos permitía comunicar los edificios entre sí, con columnas de orden arquitectónico distinto para cada edificio. Todos los espacios abiertos de estas construcciones tenían zonas verdes con bosquecillos de árboles con esencias variadas, atravesados por largos paseos bordeados de arroyos profundos. En todas partes, estanques adornados alrededor con figuras de bronce por las que salía el agua, y en torno a las láminas de numerosos palomares para palomas domésticas. Pero es imposible dar la descripción que merece este palacio» (Bell. Iud. V; 176-182).

Al norte de tal esplendoroso edificio se encontraba, al parecer, un pequeño cuartel, destinado a la guardia, así como dos piscinas. Ello venía a coincidir con el ángulo de la muralla, donde se elevaban tres torres magníficas. Todo el recinto amurallado estaba jalonado de torres. Sesenta tenía el Muro I, catorce el Muro II y noventa llegó a tener el Muro III. Pero ninguna de ellas poseía la altura y belleza de las situadas al norte del palacio, con el que formaban un conjunto arquitectónico. Las dos más cercanas al palacio eran las antiguamente edificadas por los reyes asmoneos, ahora reformadas, de las que sólo quedan en la actualidad restos embebidos; en la compleja estructura de la Ciudadela. La tercera, que correspondía también a una torre originariamente asmonea, fue rehecha de nuevo. Aún quedan numerosas hiladas de los sillares de esta torre, llamada hoy Torre de David, que llegó a tener una altura de 80 codos, según Josefo (Bell. Iud. V; 163-165), es decir, unos 35 metros. Es de planta rectangular y en la parte superior presentaba dos pisos bien diferenciados. Herodes la había dado el nombre de Híppico, en memoria de su amigo ya fallecido.

Más al oriente se levantaban sendas torres, de las que nada queda hoy, pero que, según la descripción de Josefo (Bell. Iud. V; 166-171), eran un modelo de belleza y un alarde de lujo, con logias de columnas y estancias señoriales en el interior. La primera y la más alta de todas se llamaba Fasael, nombre del hermano fallecido de Herodes, y recordaba al célebre faro de Alejandría; la segunda, sin embargo, era la más ostentosa y recibía el nombre de la reina Mariamme, a quien su marido Herodes adoraba, pero a la que no dudó en asesinar, lo mismo que haría con tres de sus hijos.

Además de este palacio, existía entonces en Jerusalén el viejo palacio de los Asmoneos, también en la Ciudad Alta, pero en dirección hacia el templo. Prácticamente nada sabemos de él, y es posible que fuera la residencia de Herodes Antipas, cuando en tiempos de Jesús subía a Jerusalén por las fiestas. Lógicamente en él debería haberse desarrollado la escena de la vista del juicio de Jesús narrada en Lc 23,6-12.

Otro de los edificios públicos, que conocemos por las fuentes, era el Xystus, de que nos habla Josefo (Bell. Iud. V; 144; VI, 354). Estaba situado ya cerca del muro occidental del templo, sobre la ladera inferior de la Ciudad Alta. Aunque la palabra significa propiamente «gimnasio», se trataba más bien, al parecer, de una pequeña plaza porticada, en cuyas alas se encontraban las oficinas de la municipalidad, y donde probablemente se hallaba la bouléo concejo, en la que se reunía el sanedrín. Parece que esta sala corresponde a la que actualmente se llama «sala masónica», que se conserva con bastante integridad en las dependencias de la sinagoga contigua al Muro de las Lamentaciones, junto al arco de Wilson [12]. Es muy posible que se trate del lugar donde Jesús fue condenado por el sanedrín en la madrugada del Viernes Santo (Mt 27,1; Mc 15,1; Lc 22,66).

También hemos de citar aquí la Torre Antonia, construida sobre el ángulo noroccidental de la explanada del templo y que corresponde a lo que en época asmonea se llamó Torre de Baris. Como en el caso del Palacio de Herodes, nada se conserva hoy en día de ella, salvo su basamento. Tras las últimas investigaciones arqueológicas, hay que advertir al lector que huya de las reconstrucciones ideales de este edificio, que aparecen en obras de divulgación e incluso en la famosa maqueta del Hotel Holy Land de Jerusalén. Todas ellas se fundan en los estudios realizados hace cincuenta años, en los que no pudieron distinguirse los restos de la Aelia Capitolina en tiempos del emperador Adriano (siglo II), de los de la Jerusalén herodiana del siglo I [13]. Hoy sabemos que la fortaleza Antonia no era tan grande, ni tan lujosa como se suponía, ni por su interior pasaba calle alguna. Se trataba más bien de un cuartel de planta rectangular, con cuatro torres en los ángulos, algo mayor la del sureste, y, si bien se hallaba convenientemente acondicionada como se desprende de la descripción de Josefo (Bell. Iud. V, 238-246), no era el lugar adecuado para residencia del gobernador, y, por consiguiente, no podía ser el pretorio de que hablan los evangelios. En los tiempos de Jesús era simplemente el cuartel de la cohorte romana, que servía de guarnición a la ciudad, y desde el cual podía vigilarse y dominar la explanada del templo, donde se producían los acontecimientos más importantes de Jerusalén, por tratarse de la ciudad santa del judaísmo.

Ya nos hemos referido a la existencia de varias piscinas o depósitos de agua en la ciudad. Citemos la llamada Strution junto a la Torre Antonia, la de Israel al oriente de esta torre, destinada al consumo del templo con una capacidad de 120.000 m3 de agua, la de las Torres al nordeste de las grandes torres antes descritas, la de las Serpientes al oeste de la ciudad en el Hinnom y el pozo de Salomón en el Cedrón, todas ellas extramuros. Pero había también piscinas convertidas en balnearios públicos, rodeadas de bellas construcciones, cuyos restos han sido reconocidos por las excavaciones o estudios arqueológicos [14]. Es el caso de la doble piscina de Bethesda o piscina Probática al norte de la de Israel, de la que habla el evangelio (Jn 5,2-3) y la de Siloé en el extremo sur de la ciudad, al final del Tyropéon (Jn 9,7).

Por Josefo (Ant. XV; 8, 1) sabemos que Herodes mandó construir un teatro griego en Jerusalén, aunque ignoramos el lugar. También construyó un hipódromo, pero se supone que debió estar fuera del recinto hacia el sur. Las reconstrucciones de Jerusalén, que sitúan ambos elementos arquitectónicos en el Tyropéon, no tienen visos de probabilidad [15].

En cambio, conocemos bien algunos barrios residenciales de la ciudad, con casas particulares de todo lujo, con peristilos, grandes habitaciones de estuco pintado, mosaicos en el suelo, baños, etc., que en nada tienen que envidiar a las de cualquier otra gran ciudad del imperio. En la Ciudad Alta frente al templo, dentro de lo que hoy es el Barrio Judío, se han excavado siete de estas casas [16], una de ellas, llamada «mansión palaciega», tiene 600 m2 con patio central. También han aparecido otras en la zona alta, llamada Monte Sión [17].

No mencionaremos aquí los numerosos monumentos funerarios que existían en las afueras de la ciudad, algunos de los cuales eran de aspecto muy noble. Destacaba el monumento a Herodes el Grande, que se encontraba al noroeste de la Puerta de Damasco, descrito por Josefo (Bell. Iud. V, 108 y 507) y cuyos restos se hallaron a finales del siglo XIX. Era de planta circular y poseía probablemente una galería de columnas a gran altura del suelo.

3. El templo

En contra de lo que mucha gente piensa, el templo que construyó Herodes era notablemente mayor y más esplendoroso que el que levantó en su día el rey Salomón. En realidad, se trataba de la obra maestra de un loco por la construcción y los grandes edificios, como así puede llamarse con justicia a Herodes el Grande. Nada en toda Palestina podía compararse con el templo de Jerusalén, y, aún entre las demás ciudades del imperio romano, pocos edificios podían competir con la grandiosidad de este templo. Por otra parte, era el edificio que daba sentido a Jerusalén como ciudad santa y el centro de atención religiosa y política de todo el pueblo judío para entonces ya en buena medida disperso por el mundo conocido. Por eso, se constituía en lugar de peregrinación en las grandes fiestas, principalmente en la Pascua. El templo era, además, el gran banco de la nación judía, donde se depositaba para su custodia el dinero y las joyas. Finalmente la autoridad municipal de Jerusalén era precisamente el Consejo del Templo, el Sanedrín, presidido por el Sumo Sacerdote, pues se trataba de lo que entonces se llamaba una ciudad-templo con una administración teocrática. Hasta la policía urbana era la guardia del templo, dirigida por un sacerdote comisario, que se llamaba el sagan, segundo en dignidad después del Sumo Sacerdote, que en las fuentes griegas aparece con el nombre de strategos tou ierou [18]. En la época de Jesús, no obstante, un batallón de soldados romanos (una cohorte auxiliar) al mando de su tribuno militar vigilaba desde lo alto de la Torre Antonia la situación política de la ciudad, dispuesto a intervenir ante cualquier tumulto de carácter más o menos nacionalista, recordando a los habitantes de la ciudad santa, que ésta seguía siendo parte integrante del imperio romano.

Antes de proceder a una descripción del templo jerosolimitano hay que recordar que el papel de la arqueología de hoy queda limitado sólo al exterior del edificio, pues el hecho de que la explanada con sus dos mezquitas de la Roca y El Aksa sea considerada por los musulmanes zona sagrada, impide allí cualquier excavación. Los elementos para una reconstrucción de lo que fue la obra herodiana proceden o de fuentes literarias de la época, como Josefo (Bell. Iud. V; 184-237; Ant. XV; 11) y la Misná (Mid. I-V), o están en relación con el hallazgo de piezas sueltas, por ejemplo monedas con la efigie del templo, o finalmente se deducen del estudio e investigación de los muros exteriores del edificio y la excavación en sus alrededores, lo que constituye en la actualidad la fuente más importante para el conocimiento de lo que fue este singular edificio [19].

La obra herodiana, como ya hemos dicho, comenzó hacia el año 20 a. C. desmontando y ampliando lo que era el templo jerosolimitano de época postexílica para convertir todo el conjunto en una nueva obra armónica y de proporciones colosales. La explanada sobre esa altura conocida como Monte del Templo fue ampliada notablemente por oeste y por el sur, en este caso prolongándola hasta 32 m. lineales [20], dato éste que puede comprobarse claramente sobre el muro oriental que da al Cedrón, donde se percibe la discontinuidad del aparejo entre la primitiva obra asmonea y la herodiana.

Esta ampliación no fue realizada mediante un simple relleno o terraplén en la falda del monte, sino llevando a cabo una complicada infraestructura de grandes bóvedas, que en las zonas más abruptas se superponen hasta en tres pisos sucesivos. La construcción, con algunas reformas, ha llegado a nosotros con el nombre popular de «Caballerizas de Salomón». Así, la superficie plana que constituye el piso del complejo templario llega a 14,4 has., siendo un rectángulo, más bien casi un romboide, de más de medio kilómetro de largo. Está rodeada de un enorme muro de contención, el cual se prolongaba en altura hasta formar una verdadera muralla que enmarcaba el edificio. El aparejo de este colosal muro, del cual el llamado «muro de las lamentaciones» es una pequeña parte, está formado de imponentes sillares, cuidadosamente labrados en sus márgenes al estilo herodiano. Algunos de tales sillares, especialmente los situados en las zonas más bajas y en los esquimales, llegan a tener hasta 12 m. de largo, por 3 de alto y 4 de profundidad, con un peso que puede calcularse en unas 400 toneladas. El muro, por su cara exterior, tenía diferente altura según la topografía de la base, pero en algunos tramos llegaba hasta más de 30 m. y es de presumir que en su zona más alta poseyera algún tipo de ornamentación arquitectónica. En los ángulos debía de tener una especie de torretas. Concretamente junto al ángulo suroeste apareció una inscripción en hebreo, que alude al toque de la trompeta. Probablemente los sacerdotes anunciaban allí, desde lo alto, a toda la ciudad la entrada del sabbat y las fiestas, tocando la trompeta.

Por la cara interior que daba al templo, el muro que venimos describiendo poseía una altura mucho menor a causa de la elevación natural del terreno, y en él se apoyaba una hilera de pórticos con columnas que rodeaban todo el perímetro de la explanada. En el ala sur dicho pórtico se veía convertido en una gran basílica de estructura muy alargada, con tres naves y 162 enormes columnas de orden corintio. Es el llamado Pórtico Real.

Las investigaciones arqueológicas son particularmente relevantes en lo que se refiere a las entradas del recinto del templo a través del muro descrito. Comenzando por el oeste, diremos que al pie de dicho muro había una amplia calle, en realidad una avenida, de 10 m. de anchura, pavimentada con grandes losas, algunas de 2 x 2 m., y rematada en ambos lados con bordillos. En el lado frente al muro del templo, tenía una serie de tiendas o comercios de estructura muy regular, en piedra de sillería, abovedadas, que convertía la calle en un verdadero centro comercial o zoco. Un poco más al norte la calle se dividía en dos, una que seguía el muro del templo y otra que ascendía por el Tyropéon hacia la Puerta de Damasco.

Desde esa calle se entraba al templo, en primer lugar viniendo del norte, a través de la llamada Puerta de Warren, que probablemente daba acceso a los sótanos y era más bien una entrada de servicio. Algo más al sur se encontraba la Puerta de Wilson, que corresponde al arco de este nombre (semejantes denominaciones hacen alusión a conocidos arqueólogos del siglo XIX). Esta puerta estaba situada en la parte superior del muro y se accedía a ella mediante un puente o paso sobreelevado por encima de la calle, el cual corresponde al actualmente llamado Arco de Wilson. Daba directamente al pórtico occidental. Algo más al sur aparece otra gran puerta al nivel de la calle, solo muy parcialmente excavada, conocida con el nombre de Puerta de Barclay. Al parecer, mediante un paso subterráneo se llegaba desde ella hasta la explanada del templo. Es posible que se trate de la llamada en tiempos de Jesús Puerta de Coponio, probablemente del nombre de uno de los gobernadores romanos. Acaso servía de acceso para los extranjeros que, con la debida autorización, visitaban la parte del templo no prohibida a los paganos, es decir, los pórticos y la zona de la explanada contigua a ellos. Todavía más al sur se hallaba la Puerta de Robinson, a la que, como en el caso de la de Wilson, se llegaba mediante un paso superior, aunque en este caso se ha podido comprobar que podía subirse hasta él desde la calle mediante una gran escalinata que doblaba dos veces en ángulo recto. Aún se conserva el arranque desde el muro del gran arco, que era una obra verdaderamente colosal, con unos 15 m. de espesor. Por ese acceso se llegaba directamente a la basílica y, dado el carácter comercial de la calle como punto de partida, y la finalidad de las basílicas precristianas en el mundo romano (lugares de contratación y negocios) como destino, cabe pensar que aquí encaja perfectamente la escena, narrada por los cuatro evangelios, de la llegada de Jesús al templo con la consiguiente expulsión de mercaderes y cambistas (Mt 21,12-13; Mc 11,15-18; Lc 19,45-46; Jn 2,13-21).

Por el flanco sur, en el recinto de la explanada del templo se abrían dos puertas, llamadas Puertas de Hulda, situadas sobre una plataforma alargada. Estas eran la Puerta Doble más hacia poniente a la cual se accedía mediante una amplia escalinata de 65 m. de anchura, descubierta durante las excavaciones, y la Puerta Triple más a levante, con una escalinata, al parecer más estrecha, de la que apenas queda algo, debido a las construcciones posteriores realizadas en esa zona en época bizantina. Ambas puertas, cuyos vestigios son hoy perfectamente visibles en el muro, conducían hacia la explanada del templo mediante pasajes subterráneos primorosamente decorados con ornamentación de motivos vegetales, a juzgar por los restos hallados. Estos pasillos atravesaban el subsuelo de la basílica y mediante peldaños subían hasta el empedrado de la explanada. Parece que la Triple Puerta, de acceso paradójicamente más modesto, debió de servir de entrada, mientras que la Doble Puerta, con la gran escalinata, sería el lugar de salida tras un recorrido por el templo en sentido derecha-izquierda. En todo caso, las puertas de Hulda serían el lugar de acceso al templo para la gente piadosa que acudía al santuario para orar, mientras que la Puerta de Wilson y sobre todo la de Robinson serían la entrada de la gente que iba preferentemente a comprar y vender, aunque en relación con los sacrificios del templo, o a realizar otros servicios, entre los que no se puede olvidar la misión bancaria que ejercía el templo de Jerusalén, a la que ya nos hemos referido.

De acuerdo con los evangelios, Jesús no sólo entró por donde lo hacía la gente relacionada con el comercio, sino también y preferentemente por donde entraban y salían los judíos piadosos, es decir, por las puertas de Hulda. Allí, junto a estas puertas, había numerosos pobres, lisiados y ciegos, que pedían limosna. Tal vez los cojos y ciegos no tenían acceso al interior del templo (2 Sm 5,8; Mt 21,14), pese al silencio de la Misná al respecto. De cualquier manera, cuando en una ocasión sale por allí Jesús, devuelve la vista a un ciego (Jn 8,59; 9,1-7), y, al entrar Pedro y Juan, curan a un paralítico (Hch 3,1-10), que estaba en la Puerta Triple, la cual, según nuestra interpretación, sería la «Puerta Hermosa» del texto y no la Puerta Corintia de acceso al atrio interior del templo, ni la llamada Puerta de Oro, que no existía con este nombre ni en la forma actual en la época de Jesús. En esta zona sur del templo había también otros accesos subterráneos, no visibles y destinados únicamente a los sacerdotes, que, impuros por cualquier eventualidad, debían acceder al interior del templo a través de unos túneles (mesibot), que conducían a unos baños rituales. Dichos pasajes subterráneos han sido también recientemente descubiertos.

Por el este la gran explanada del templo tenía dos puertas, la más al sur llamada del Chivo Expiatorio, a través de la cual se sacaba el cabrito que debía ser conducido al desierto (Lv 16,10). Esta puerta, aunque no conducía directamente a la plaza o explanada del templo, sino a los sótanos, debía poseer una escalinata alta, pues por esta zona exterior del Monte del Templo el desnivel es muy fuerte, debido a que se trata ya de la ladera del torrente Cedrón. La segunda puerta más al norte era la Puerta de la Vaca Roja, posiblemente a la altura del cuerpo central del santuario. Es discutible si ésta coincidía exactamente con la actual Puerta Dorada, ni si se trataba de la que los textos llaman Puente de Susa, que también podría ser, según algunos, la de acceso al Atrio de las Mujeres dentro ya del templo. Como se sabe, la cremación de la vaca roja (Nm 19,2-4) se llevaba a cabo sobre el Monte de los Olivos.

Por el norte pudo estar la Puerta de Taddi, destinada exclusivamente a servicios, si es que realmente se hallaba en uso en la época de Jesús. Resumiendo pues: el acceso público al templo se hacía por el sur y por el suroeste, en este último caso a través de los pasos superiores por encima de la calle.

Pasemos ahora a descubrir el interior del inmenso patio del templo, en medio del cual se levantaba el santuario son sus atrios. Aquí, como hemos dicho, entramos más de lleno en el terreno de las suposiciones, al faltarnos en buena medida los elementos arqueológicos directos [21].

En medio de la explanada, ligeramente desplazada hacia el norte, había una zona algo sobreelevada y acotada con una especie de valla, más allá de la cual estaba prohibido el tránsito, bajo pena capital, a cualquier persona que no fuera un fiel de la religión judaica. La prohibición estaba claramente señalada en inscripciones griegas, dos de las cuales han aparecido, una completa y otra fragmentaria. El texto dice así: «Ningún extranjero entrará dentro de la balaustrada del templo o del recinto, y cualquiera que sea sorprendido será el responsable de la muerte que en consecuencia le sobrevendrá». Sobre estas inscripciones nos habla también Josefo (Bell. Iud. V; 193; VI, 125; Ant. XV; 11, 4), y el Nuevo Testamento señala un caso de falsa infracción del precepto, atribuida a uno de los acompañantes de San Pablo (Hch 21,27-29).

Dentro de esta área se encontraba propiamente el santuario precedido de unos atrios, que pasamos ahora a describir. La orientación de todo este conjunto arquitectónico era este-oeste. Por una puerta, que algunos creen que pueda ser la «Puerta Hermosa» y otros la llaman la «Puerta Corintia», se entraba a un gran patio con columnas, cuya planta presentaba una forma próxima a la cruz griega con escaso desarrollo de sus patas, debido al hecho de que en los ángulos de este edificio rectangular había cuatro estancias, que sobresalían invadiendo parcialmente el patio. Se trataba del lugar más frecuentado del templo, adonde se acudía a orar, a depositar las limosnas, a recibir la bendición de los sacerdotes... El hecho de que fuera común a los fieles de ambos sexos es la causa de que reciba el nombre de Atrio de las Mujeres. Varias escenas del evangelio han de localizarse aquí (Mc 12, 41- 44; Lc 1, 21-22; 2,22-38; 18, 9-13; 21,1- 4).

Al fondo se encontraba una gran puerta que daba paso hacia el verdadero santuario. A ella se accedía por una escalinata de planta en forma de semicírculo. Esta puerta, que recibía el nombre de Puerta de Nicanor por el de su donante, era muy suntuosa y con columnas. Como prácticamente toda la arquitectura del templo, se acomodaba al estilo griego entonces en uso, probablemente con capiteles corintios. A esta portada se asomaban los sacerdotes,

después de la ofrenda, para bendecir al pueblo (Lc 1, 21-22). Tras ella había otro patio pequeño, llamado el Atrio de Israel, al que accedían sólo los israelitas de sexo masculino, que iban a presentar ofrendas y sacrificios. Junto a él se encontraba el gran altar, una plataforma cuadrada muy alta, con cuatro cuernos en las esquinas, a la que se subía por una rampa desde el sur. En esta área del altar de los sacrificios sólo podían estar los sacerdotes. Aquí se encontraban también el estanque de bronce para las purificaciones y las mesas para descuartizar a las víctimas. Sobre el altar había permanentemente fuego encendido en el que se quemaban las ofrendas, y el humo ascendía al cielo en los días serenos, mientras que, cuando azotaba el viento, se extendía por el templo.

Por fin, aquí aparecía el singular edificio del verdadero templo. Era una pieza arquitectónica extraña con una fachada de igual altura que anchura, unos 60 m, lo que daba la impresión de una inmensa mole maciza. El aspecto de esta fachada y su puerta es tema de controversia entre los estudiosos que cotejan las fuentes antiguas. Para algunos la fachada tenía cuatro grandes columnas, al menos las de los extremos, adosadas. Todas llegaban casi hasta la cornisa del edificio, mientras que la puerta carecía de columnas y aparecía enmarcada por varias molduras adinteladas, coronadas por un frontón. Para otros, la descrita estructura de esta puerta era la que caracterizaba toda la fachada, pues las cuatro columnas se encontrarían ya dentro de la estructura, para dar acceso a la verdadera puerta, ésta retranqueada en el interior. Había una monumental parra de oro, cuyos racimos colgaban sobre la puerta, sin que se sepa si correspondía o no a la misma fachada externa. Dicha puerta estaba parcialmente tapada por un espléndido cortinón. El tejado del edificio, al menos en su frente, estaba cubierto de una especie de pinchos o púas metálicas, artísticamente labradas, que descansaban sobre pequeñas y contiguas pirámides, lo cual impedía el reposo sobre él de aves, que pudieran contaminar la santidad del lugar.

Ya en el interior, había en primer lugar un vestíbulo muy ancho y poco profundo (el ulam), con sendas cámaras en los extremos, donde se guardaba el instrumental para descuartizar los animales destinados al sacrificio. Tras él, se penetraba ya en el santuario propiamente dicho (el hekal), de planta rectangular y ricamente adornado en sus paredes con planchas de oro. Aquí se encontraban el altar del incienso, la mesa de los panes y el candelabro de siete brazos (menorah), piezas todas ellas de oro. Un descomunal cortinaje ricamente adornado separaba este santuario del «Santo de los Santos» (el debir), cuya planta era un cuadrado. Esta cámara supersagrada correspondía al lugar en el que se había depositado el Arca de la Alianza en el primitivo templo de Salomón, pero en el templo de Herodes era una cámara completamente vacía, recubierta de oro, a la que sólo podía entrar el Sumo Sacerdote una vez al año, el día de la fiesta de la Expiación.

El edificio en la parte correspondiente al Santuario y al Santísimo era algo más estrecho que en la fachada principal que correspondía al vestíbulo, y estaba rodeado de una serie de 38 estancias distribuidas en tres pisos, cámaras destinadas a la guarda de los vasos sagrados y del tesoro del templo. De todos modos, la parte central del edificio, donde se hallaba el santuario y el santísimo, era mucho más alta que la correspondiente a estas cámaras, ya que aquella mantenía la misma altura del vestíbulo. Para ello, sobre los dos lugares santos existía otra cámara superior vacía.

Si quisiéramos dar un paso más y tratáramos de ambientarnos en lo que fue realmente el templo de Jerusalén, tendríamos que hablar de los sacerdotes, de los sacrificios, de la vida diaria en el templo. Aún así, para una persona occidental de nuestros días, acostumbrada al culto en las iglesias e incluso al de las sinagogas y mezquitas, le es muy difícil hacerse una idea cabal del ambiente de un lugar sagrado antiguo al estilo del templo jerosolimitano. Quien tenga experiencias de ceremonias religiosas muy distintas a las nuestras, como las que se realizan en los templos de la India o del Tibet, quizá esté más preparado para entender lo que era uno de estos templos antiguos, como el de Jerusalén, con su característico trasiego de gentes, ofrendas, músicas... aunque aún así se le escape la experiencia de lo que suponían los sacrificios cruentos.

En todo caso, junto a la descripción del templo que hemos presentado y a la contemplación de las actividades en él desarrolladas, que hemos supuesto, sería necesario hacer un esfuerzo suplementario para tratar de ambientarnos más, aplicando, además de la vista, otros sentidos. En el templo de Jerusalén de la época herodiana la música era un elemento importantísimo, que se destacaba incluso por encima del griterío de la inmensa multitud, que con frecuencia abarrotaba las distintas dependencias del lugar sagrado. Ante todo, destacaba el sonido grave y penetrante de las trompetas, tanto metálicas como de cuerno de cápridos (sofar), que hacían sonar los sacerdotes durante las celebraciones litúrgicas. Además había coros de levitas que entonaban bellas canciones vocales, muchas veces acompañadas por multitud de instrumentos de cuerda (cítaras, arpas...), así como por otros de percusión, tanto tamboriles y panderos, como címbalos o platillos.

Pero quizás esta visión apoteósica de monumentales edificios recubiertos de oro, con vistosas ceremonias sacerdotales, sonidos de trompetas y cánticos, tendría que atemperarse con otras sensaciones, menos gratas para nuestros gustos occidentales. El santuario debía despedir hacia el exterior un fortísimo olor

a incienso. En el interior y durante las oblaciones de la mañana y de la tarde, la humareda provocada por la quema del abundante incienso sobre el altar no sólo tenía que dañar la garganta de los sacerdotes oferentes, sino incluso provocar en ellos mareos a veces con la pérdida del conocimiento, lo que favorecía las posibles visiones sobrenaturales, de las que nos hablan las fuentes literarias de la época, como Josefo (Ant. XIII, 10,3) y los evangelios (Lc 1,5-23).

Por el exterior del santuario, tanto en el Atrio de los Sacerdotes y de Israel, como incluso en el de las Mujeres, debía extenderse un repulsivo olor a sangre de tantos animales descuartizados, así como el no menos desagradable olor a carne quemada. Téngase en cuenta, por ejemplo, que en la Pascua el número de víctimas sacrificadas, según nos cuenta Josefo, se elevaba a más de 250.000 (Bell. Iud. VI, 422). Aunque, como sucede con las cifras dadas por este autor, debamos restringirlas dividiéndolas por 10 para llegar a un número más verosímil, ello supone en cualquier caso que el templo era escenario de una verdadera carnicería con todas sus consecuencias. Esto no sólo provocaría olores no gratos para nuestra sensibilidad, sino la consiguiente concentración de verdaderos enjambres de moscas, sobre todo en verano, plaga que no se vería suficientemente compensada por la abundancia de humo que, a su vez, molestaría los ojos y la garganta de las innumerables personas concentradas en el templo.

Estas consideraciones y otras que pudiéramos añadir, constituyen el contrapunto realista del fantástico espectáculo del templo de Jerusalén en la época de Jesús. Sería también necesario estudiar el conjunto de sensaciones de todo tipo, que provocaría nuestra estancia no sólo en el templo, sino en otros lugares de la Jerusalén herodiana. Todo, como un esfuerzo de aproximación integral a la ciudad que amaba Jesús, con sus luces y sombras, con su espectacular grandiosidad y con sus insoslayables miserias. Tras innumerables estudios y experiencias cada vez estamos en mejores condiciones para comprenderlo y para retroceder virtualmente en el tiempo y situar a Jesús en su verdadero ambiente histórico. Lo que aquí hemos intentado dibujar no es más que un esbozo que ayude a descubrir la Tierra de Jesús en los días en que el Maestro predicaba el evangelio, destinado a cambiar la faz del mundo y el rumbo de la historia hace ahora 2.000 años.
Sergio Arturo
 
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Re: Taller tema 11: ¡Jerusalém, Jerusalém...!

Notapor zbenedetti » Sab Nov 30, 2013 2:13 pm

Tomado de Internet y de Wikipedia

En la época de Jesús, el pueblo judío estaba sometido al poder romano que ejercía su dominio a través de su procurador o gobernador. Las autoridades romanas exigían tributos personales y territoriales para el César, y aportes en especie para el mantenimiento de sus tropas de ocupación.

JUDEA:

Es la región más meridional, alta y seca de Tierra Santa configurada por montañas que forman un macizo cerrado y accidentado, al sur y al este hay grandes zonas desérticas. Se produce trigo aunque en pocas cantidades, pero si bastantes aceitunas, uvas, dátiles, higos y legumbres. Casi todo el ganado que producen es sacrificado en el Templo y sus habitantes en general son pobres, que se alimentaban con pescado ahumado y salado, pero con poca carne.

La capital, JERUSALÉN, es la ciudad santa de los judíos. Está situada a 750 msnm y el Monte de los Olivos a 818 msnm. La ciudad está mal situada para el tráfico y comercio. La importancia de esta ciudad es más bien religiosa, allí está el templo judío, único en el mundo, al que todos deben peregrinar; centro de formación religiosa y sede de la autoridad suprema. La vida de Judea gira alrededor de Jerusalén y su Templo.

En Judea están varios pueblos de importancia en la vida de Jesús:
• BETANIA que es un pueblito en la falda del Monte de los Olivos, a unos tres kilómetros de Jerusalén.
• BELÉN, aldea a unos 8 km de Jerusalén, llamada "Ciudad de David" porque en ella recibió la unción el Rey David. Según las profecías y los evangelios fue el lugar de nacimiento de Jesús, el Mesías.
• EMAÚS, aldea situada a unos 12 km de Jerusalén.
• JERICÓ, situada en un oasis muy fértil a unos 250 m bajo el nivel del mar. Esta se comunica con Jerusalén, a través del desierto de Judá, por una ruta accidentada y peligrosa, propicia al bandidaje.

EL TEMPLO DE JERUSALÉN

El Templo de Jerusalén, considerado como signo de la presencia de Dios entre los hombres, era como el centro de Israel. Estaba construido en la parte más visible de la ciudad, sobresaliendo con una torre de 50 m de altura en medio de una explanada de 480 m de larga por 300 m de ancha, rodeada por un alto muro. Era el templo que Herodes el Grande empezó a construir de nueva planta. Dominando sobre el resto de la ciudad y recubierto con espesas placas de oro y mármol blanquísimo, que brillaban refulgentes al sol, y despertaba la admiración de la gente: "Maestro, ¡mira que piedras y que edificios!" (Mc.13,1). Nueve grandes puertas daban acceso al templo, ocho de ellas recubiertas totalmente de oro y plata, lo mismo que sus montajes y dinteles, y la novena, en bronce de Corintio, sobrepasaba en valor a las otras decoradas en oro y plata. Abundaban los portones recubiertos de oro y plata, los candelabros, copas, cadenas y utensilios sagrados, también de oro y plata. Tan grande debe haber sido la riqueza de oro que había en el templo que, después de la conquista de Jerusalén por los romanos en el 70 después de Cristo, la oferta de oro fue tan gigantesca que trajo como consecuencia que su precio se redujese a la mitad.

La ampliación, arreglo y decoración del templo duró unos 84 años (desde el 20 a. C. al 63 d. C.). En todos los años que duró la construcción del templo, no se interrumpió el culto en ningún momento. Como lugar de la presencia de Dios, el templo era el centro del poder religioso. Era el único templo que tenían los judíos de todo el mundo para dar culto a Dios.

El culto era celebrado a diario, por la mañana y otro por la tarde, y además un culto extraordinario en las grandes fiestas religiosas anuales, especialmente tres: la de Pascua, la de Pentecostés y la de las Chozas o Tabernáculos, a las que todo israelita varón, a partir de los trece años, tenía obligación de acudir, aunque de hecho los que vivían lejos lo hacían sólo para la fiesta de Pascua.

El Templo de Jerusalén, estaba como centro universitario principal, donde se impartía la ciencia religiosa, teológica y jurídica, del judaísmo. Las decisiones y enseñanzas de los maestros religiosos de Jerusalén se extendían mucho más allá de los límites de Palestina. Al Templo acudía Jesús a impartir sus enseñanzas. La presencia de Jesús producía polémicas con los dirigentes judíos y allí hace sus grandes denuncias.
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Re: Taller tema 11: ¡Jerusalém, Jerusalém...!

Notapor Titica » Lun Dic 02, 2013 3:18 pm

http://www.flickr.com/photos/21644296@N00/450064721/
Jerusalén ha estado marcada por sus conflictos religiosos durante siglos, es la ciudad sagrada para tres de las más importantes religiones del mundo la judía, la cristiana y la musulmana. Por lo tanto esta ciudad cuenta con tres claros ambientes es vanguardista, tradicional y el lugar ideal donde disfrutar de la magia de Oriente Medio. Pocas ciudades en el mundo ofrecen al viajero este crisol cultural.

Recomendaciones;

Como todos sabréis en Jerusalén debemos tener una serie de precauciones debido a su inestabilidad política. No debéis visitar las regiones fronterizas del norte y las áreas cercanas al West Bank y a Gaza. Debemos evitar las zonas cercanas a la frontera con Líbano son muy inseguras. Cuando veamos una manifestación debemos alejarnos rápidamente de ella, suelen acabar en graves enfrentamientos con la policía y el tema de las bombas suicidas, suelen ocurrir en los lugares más concurridos cada tres o cuatro meses.

Cómo moverse;

Cuenta con un económico y buen sistema de transportes públicos, los autobuses urbanos parten hacia todas las zonas desde la estacion central de autobuses de Jaffa Road.

Qué ver;

Esta ciudad dividida en tres zonas tiene mucho que ofrecer al viajero, por un lado tenemos al Oeste la zona judía, por otro lado en la zona Este la comunidad árabe y una de las zonas con más interés turístico la encontramos en el Centro la denominada La Ciudad Vieja.

Jerusalén Oeste la zona judía; Esta zona se caracteriza por ser de las más modernas sus calles y avenidas arboladas En el Jerusalén occidental, debemos visitar sin falta el Museo del Holocausto Yad Vashem. Es una de las zonas más prosperas y modernas cuenta con elegantes cafeterías y una singular vida nocturna, salvo algunas excepciones, no se pueden comprar bebidas alcohólicas en Jerusalén Este o en el barrio musulmán de la Ciudad Vieja. Si se quiere tomar una copa, lo mejor es dirigirse al Cellar Bar del América Colony Hotel, situado en esta zona judía.

Jerusalén Este es la zona que representa a la comunidad árabe; en esta zona nos trasportaremos a la Jerusalén mas tradicional. Aquí tenemos La Cúpula de la Roca, situada en el Monte del Templo está considerado el tercer lugar de peregrinaje más importante del Islam. Subir a la torre a la ciudadela (o torre de David) contemplar las mejores panorámicas de la ciudad, aquí se puede visitar el Museo Histórico de Jerusalén. Además visitar la mezquita al-Aqsa, es un fuerte contraste cultural, que nos trasladara a callejuelas apacibles, mercadillos típicos árabes, también debemos saber que en el este es donde existe mayor presencia militar y policial, debido a la situación política actual.


Jerusalén Centro, es la Ciudad Vieja; Una visita de la Ciudad Vieja es una experiencia en sí misma es donde encontraremos la mayoría de los puntos turísticos de interés podemos señalar el Muro de las Lamentaciones es el sitio más sagrado del judaísmo, la tumba de la Virgen, la iglesia del santo sepulcro, la iglesia de Santa Ana y la Vía Dolorosa. Debemos disfrutar de esta experiencia que nos ofrece la zona más antigua de Jerusalén los sonidos y aromas de sus callejones son únicos podemos caminar explorando el mercado de las especies, el de las telas o el de las carnes, sentarnos en uno de sus restaurantes y disfrutar de un Meurav Yerushalmi, un plato típico de la ciudad o de un riquísimo falafel.

http://www.flickr.com/photos/21644296@N00/449545717/
Titica
 
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Re: Taller tema 11: ¡Jerusalém, Jerusalém...!

Notapor Yennis Silva » Mié Dic 04, 2013 9:48 pm

Palabras hebreas yeru (ירו), (casa) y shalem o shalom (שלם', paz), por lo que Jerusalén significaría literalmente «casa de la paz».

JERUSALÉM, CASA DE PAZ, ¡QUE HERMOSO!

Jerusalén
(en hebreo יְרוּשָׁלַיִם Acerca de este sonido Yerushaláyim (?·i); en árabe القُدس Acerca de este sonido al-Quds (?·i)) es la capital de Israel y su ciudad más grande y poblada, con 804,355 residentes en un área de 125,1 kilómetros cuadrados.1 Situada en los montes de Judea, entre el mar Mediterráneo y la ribera norte del mar Muerto, se ha extendido bastante más allá de los límites de la Ciudad Vieja.

El estatus de la parte oriental de la ciudad, conquistada en 1967 por Israel, se encuentra disputado, ya que en este sector —referido habitualmente como Jerusalén Este o Jerusalén Oriental, que incluye la Ciudad Vieja— es donde el Estado de Palestina pretende establecer su capital. Israel discute las reclamaciones palestinas y, tras la Guerra de los Seis Días, considera la ciudad como un todo unificado y un mismo municipio, declarándola como su capital "eterna e indivisible" mediante la Ley de Jerusalén en 1980. Esta anexión no es reconocida por la mayoría de la comunidad internacional,4 y en señal de protesta por este acto unilateral los Estados miembros de las Naciones Unidas acabaron por trasladar sus embajadas a Tel Aviv.

Jerusalén es una de las ciudades más antiguas del mundo, habitada por los jebuseos antes de la llegada de las tribus hebreas a Canaán a principios del siglo XIII a. C. Fue la antigua capital del Reino de Israel y del Reino de Judá, y siglos más tarde del reino franco de Jerusalén. Es considerada una ciudad sagrada por tres de las mayores religiones monoteístas: el judaísmo, el cristianismo y el islam.

La Ciudad Vieja de Jerusalén fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1981.


Panorámica de Jerusalén, desde el Monte de los Olivos.
http://upload.wikimedia.org/wikipedia/c ... _image.JPG

Antigüedad

Las pruebas cerámicas indican la ocupación de Ofel, dentro de lo que es actualmente Jerusalén, en una fecha tan temprana como es la Edad del Cobre, cerca del IV milenio a. C.,5 6 con evidencias de un asentamiento permanente en los primeros siglos de la Edad del Bronce temprana (c. 3000-2800 a. C.). Ann Killebrew demostró que Jerusalén era una ciudad grande y amurallada en las etapas MB IIB y IA IIC (entre 1800-1550 y 720-586 a. C.); durante la Edad de Bronce tardía y las edades IA I y IIA/B Jerusalén era un pueblo sin amurallar y relativamente insignificante.7

Los escritos más tempranos que hacen referencia a la ciudad son los agrupados en los Textos de Execración de Berlín y Bruselas (c. siglo XIX a. C., que se refieren a una ciudad llamada Roshlamem o Rosh-ramen) y en las Cartas de Amarna (c. siglo XIV a. C., se refieren a Urusalem "ciudad de paz").5 8

Algunos arqueólogos, incluyendo a Kathleen Kenyon, creen que Jerusalén fue una ciudad fundada por un pueblo semítico occidental, con asentamientos organizados alrededor del siglo XXVI a. C.9 De acuerdo a una tradición judía, Jerusalén fue fundada por Sem y Eber, ancestros de Abraham. Según el relato bíblico, Melquisedec (rey justo) era el rey de Salem, sacerdote de Dios y presentó pan y vino a Abraham, quien era un arameo nómada,10 y lo bendijo y a su vez Abraham le dio diezmo;11 Salem es identificada con Jerusalén;12 los jebuseos controlaban la ciudad (Jebús) hacia el siglo XI a. C., cuando David la conquistó.13

En torno al año 1004 a. C. el rey David de Israel y de Judá conquistó Jerusalén a los jebuseos por medio de un contingente enviado a través de un manantial subterráneo, y la convirtió en capital de su reino unificado. David la renombró como Ir David ("Ciudad de David"), un lugar que se sitúa al sudoeste de la actual Ciudad Vieja y es llamado la Colina Ophel. Fue descubierto y excavado por la Palestine Exploration Fund entre 1923 y 1925; Kathleen Kenyon descubrió muros jebuseos y davídicos de la antigua Jerusalén, así como excavaciones más recientes de la denominada "gran estructura de roca", tienden a ser interpretadas por algunos arqueólogos como confirmaciones de los textos bíblicos sobre la conquista de la ciudad jebusea por David.14

Su hijo Salomón extendió la ciudad, ampliando las murallas y construyendo en pocos años el Templo de Jerusalén, destinado a contener el Arca de la Alianza y las Leyes que Yahvé otorgó a Moisés en dos tablas de piedra en el Monte Sinaí. Éste sería el único templo que permitiría la ley religiosa hebrea consagrado al culto yahvista, si bien parece que existió otro templo en la isla Elefantina, en el curso medio del río Nilo, fundado en torno al 650 a. C. por una comunidad judía emigrada antes del reinado de Josías (640-609 a. C.).

Tras la separación de Israel y Judá en el 922 a. C., Jerusalén pasó a ser la capital del reino de Judá, mientras que Samaria se convirtió en la capital de Israel. Tras diferentes avatares en su historia, en las que ejerció de capital del reino independiente de Judá, conoció posteriormente distintas etapas de dominación extranjera, primero bajo la influencia de los asirios, que sometieron al reino de Judá al pago de tributo, y luego directamente por los babilonios (597-546 a. C.) que tomaron y arrasaron la ciudad, deponiendo al último rey, desterrando a la clase dirigente a Babilonia y destruyendo el Templo, en julio del 587 a. C.

En el año 537 a. C. el rey persa Ciro II el Grande conquistó el Imperio babilónico y permitió el regreso de las comunidades judías deportadas, a la provincia de Judá; éstas regresaron a Jerusalén y reconstruyeron la ciudad y el Templo.

En 332 a. C. Alejandro Magno conquistó el Imperio persa y la ciudad no sufrió destrucciones. A la muerte de Alejandro, Judá (o Judea) y Jerusalén pasaron a formar parte del Imperio seléucida (312-130 a. C.). Desde este momento, bajo el gobierno de los asmoneos conocería un periodo de relativa independencia, si bien sería conquistada, junto con todo el reino, por las tropas romanas de Pompeyo en el 64 a. C. después de derrotar a los restos del Imperio seléucida. Jerusalén sufrió el asedio y la conquista romana, con su anexión al República romana.

El año 21 a. C. el rey Herodes I el Grande restauró la ciudad y el Templo, existiendo aún en pie una parte llamada el Muro de las Lamentaciones, de gran importancia en la religión judía.

A partir del año 33 aproximadamente existió una iglesia cristiana creciente en Jerusalén, donde además se celebró el denominado Concilio de Jerusalén alrededor del año 49.

En el año 66 tuvo lugar una revuelta de los judíos que supuso el asedio y la toma de la ciudad por Tito en el año 70, junto con la segunda destrucción del Templo de Jerusalén. El proyecto de reconstrucción de Adriano como una ciudad completamente romana (Aelia Capitolina) supuso una nueva revuelta de los judíos entre los años 132 y 135, dando inicio así a la definitiva Diáspora judía. El territorio de Judea pasó a ser la provincia romana de Siria Palestina.

http://upload.wikimedia.org/wikipedia/c ... glan_1.jpg


Panorámica actual de Jerusalén desde el Monte de los Olivos.
http://upload.wikimedia.org/wikipedia/c ... Olivos.jpg



QUE DIOS NOS BENDIGA!
Yennis Silva
 
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Re: Taller tema 11: ¡Jerusalém, Jerusalém...!

Notapor soranamaria » Vie Dic 06, 2013 6:17 pm

Me gusto este dato y me permiti copiarlo, asi, tal cual:

4000 AC los Jebusitas construyeron Jerusalén
2500 AC la ciudad Jebusita prospera
1800 AC Abraham visita la ciudad
1000 AC El Rey David conquista Jerusalén
750 AC los Asirios atacan Jerusalén bajo las órdenes de Sennacherib
663 DC OMAR IBN AL-KHATAB entra en la ciudad de Jerusalén
1948 DC los Sionistas ocupan Jerusalén oeste
1967 DC los Sionistas ocupan y se anexan Jerusalén este
1966 Es testigo nuevamente de otro asalto en contra de Jerusalén. En esta ocasión un túnel divide la fundación de la ciudad Santa, iniciando una guerra en la que el pueblo Palestino irrumpe a las calles en un arrebato de ira por proteger a su ciudad, sacrificando sus vidas a cambio.

Cesarea marítima fue la capital de la provincia de Judea en tiempos de Herodes y nudo comercial del Imperio romano. Descubrimos uno de los centros mas importantes de la fértil llanura de Sharon, floreciente incluso en tiempo de las cruzadas, entre el mar y las alturas de Jerusalén.

Gracias al acuerdo suscrito con la Custodia de Tierra Santa el pasado 31 de enero, la Universidad de Belen podrá ampliar y mejorar sus instalaciones gracias a la compra de un terreno de 12,000 m2. Así, la Universidad podrá ofrecer nuevos estudios de postgrado y cursos profesionales de asistencia social. La de Belen es la primera de las universidades católicas de Oriente Medio y esta dirigida por los hermanos de las escuelas cristianas, presentes en Tierra Santa desde 1878. Fue el Papa Pablo VI
quien en 1964, coloco la primera piedra. Las actividades académicas comenzaron en 1973 y, desde entonces , se calcula que en sus aulas se han formado mas de 14,500 personas palestinos, cristianos y musulmanes, muchos de los cuales han llega o a ocupar puestos de responsabilidad, como el caso últimamente de Vera Babun que, el mes de noviembre pasado, fe elegida nueva alcaldesa de Belen.
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Re: Taller tema 11: ¡Jerusalém, Jerusalém...!

Notapor FSC » Lun Dic 09, 2013 9:41 pm

Jerusalén es considerada una ciudad sagrada por las tres grandes religiones monoteístas: el judaísmo, el cristianismo y el islam. Para el judaísmo es allí donde el rey David estableció la capital del Reino de Israel y lugar de asentamiento del Arca de la Alianza, y donde su hijo Salomón construyó el Templo, hacia donde deben dirigirse las plegarias; para el cristianismo es allí donde predicó Jesús, fue crucificado y resucitó; es también la tercera ciudad sagrada del islam, a la que miraban los primeros musulmanes al rezar, antes de pasar a hacerlo de cara a La Meca.

Desde que Israel conquistó la Ciudad Vieja de Jerusalén en 1967, ésta no goza de plena libertad religiosa para todas las confesiones, igual que en todo el país. En noviembre de 2010 el Departamento de Estado de los Estados Unidos, en la sección dedicada a Israel y los Territorios Ocupados de su informe anual sobre la libertad religiosa en el mundo, afirma que aunque el gobierno israelí apoye la libre práctica de las religiones, existe una discriminación legal y estatal contra los no judíos y las ramas no ortodoxas del judaísmo, así como impedimentos y restricciones de acceso a los lugares santos para los fieles de religiones distintas a la judía, un hecho que el informe viene denunciando desde hace varios años. El informe declara que si bien la Ley de Protección de los Lugares Santos de 1967 es aplicable a todas las religiones presentes en el país y en todo Jerusalén, las normas de protección solo se aplican a los lugares santos judíos ya que el gobierno y la ley de 1967 no reconocen como lugares santos oficiales a los de otras religiones.
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