Virgen María
Del Libro Hazreti Mariam de un Waliuláh contemporáneo
10/01/2008 - Autor: Sheikh Muzaffer Ozak al Yerrahi al Halveti - Fuente:
http://www.sufismo.net Los ángeles dijeron: ¡Oh! María, Allah te trae buenas nuevas de Su palabra. Su nombre debe ser el Mesías Jesús, el hijo de María, reverenciado en este mundo y en la otra vida, y uno de los más cercanos a Allah. (C. 3:45)
En un breve y humilde tratado como este, no es posible hacerle justicia a la bendita Virgen María, ese ser perfectamente santificado por la gracia divina y honrado con Su revelación.
Ella y su amado hijo Jesús han sido rechazados por mucha gente. Sin embargo, musulmanes de toda raza y color, incluyendo turcos, persas, afganos, indios, paquistaníes, indonesios, albanos, árabes y nigerianos, no tienen más que amor y respeto por esta santificada mujer, igual que los cristianos de todas partes del mundo, entre ellos, españoles, franceses, italianos, alemanes, checos, ingleses, americanos, holandeses, suecos, suizos, noruegos, griegos, búlgaros, rumanos, húngaros, serbios y rusos.
Que estos dos grupos de amantes se amen los unos a los otros.
Los Hijos de Israel creen en el milagro del amado Moisés, cuando su bastón se convirtió en una serpiente. Ellos aceptan el hecho de que su bendita mano estaba radiante de luz. También creen que el Mar Rojo se separó cuando el profeta lo golpeó, liberando así a su gente de la tiranía del Faraón.
Además de las manifestaciones milagrosas del noble Moisés, los Hijos de Israel también reconocen aquellas demostraciones de otros muchos profetas. ¿Acaso no es extraño que algunos negaran la naturaleza profética de Jesús, quien les trajo tal honor y quien así lo hará eternamente?
Como musulmanes, creemos en el nacimiento milagroso y en la sublime espiritualidad de Jesús. El Sagrado Corán atestigua la santidad de Mariam, como el receptáculo bendito de la revelación divina, y como la Madre Virgen del gran Profeta, a quien ella concibió y dio a luz a través del poder de Allah únicamente.
El Sagrado Corán glorifica su nombre al vincularlo siempre con el nombre de su amado hijo, llamado Isa-bnu Mariam, Jesús hijo de María.
En el servicio funeral islámico, el fallecido es nombrado con un matronímico, como un gesto de respeto al amado Jesús. Además del respeto hacia él, las almas serán llamadas por su matronímico para entregar cuentas en el Día de la Resurrección.
Como un signo adicional de respeto por el estadio exaltado de Jesús, seremos resucitados en cuerpos espirituales, esencialmente con la apariencia que teníamos a la edad de treinta y tres años, o sea, a la edad en que el mismo Jesús dejó el mundo inferior.
Aquellos fieles a Allah y a todos Sus Mensajero, expresan su gratitud, afecto y respeto por la bendita Virgen poniéndoles a sus hijas el santo nombre de Marian.
Su concepción a través del aliento del Espíritu Santo y el exaltado milagro de la forma en que alumbró al Mesías son considerados por toda la gente de fe como un maravillosos signos de gracia divina.
Su noble nombre y persona son honrados y venerados. Su radiante morada espiritual está en los corazones iluminados de todos aquellos que creen en Allah, el Altísimo. Ella es una santa viviente, como una entre los santos amigos de Allah, ella no murió, sino que entró en el dominio de ser eterno.
Aquí hemos intentado ofrecer humildemente al menos un pequeño botón de un vasto jardín de rosas, transmitiendo la fragante esencia de la Virgen María como está descrita en el Glorioso Corán y en la tradición oral del Islam.
Que obtengamos el placer eterno de la sublime guía de Allah, derramada a través de todos los profetas, y que seamos incluidos entre los rectos sirvientes. Digamos Amén, en el nombre del Príncipe de los Mensajeros, Muhammad, que la paz y las bendiciones estén con él.
La tumba de la Virgen María
De acuerdo a algunas fuentes islámicas, cuando María llegó a su fin en este mundo, su bendita forma fue enterrada en el Monte de los Olivos. Ciertas fuentes europeas establecen que la Virgen murió en Éfeso.
El amado Muhammad es el único profeta cuyo lugar de descanso terrenal es conocido con absoluta certeza. La forma del noble mensajero de Allah yace bajo el domo verde en Medina, mientras que él vive en el mundo espiritual y atestigua íntimamente la condición de su comunidad.
Allah, el más Misericordioso, seguramente recompensará a los siervos que visiten Éfeso con la creencia sincera de dar sus respetos a la tumba de la Virgen María; puesto que en el Islam, como el noble Mensajero nos ha dicho, el valor de las acciones se deriva de su intención.
Si nuestros antecesores no hubieran estado inciertos acerca del lugar, hubieran considerado su deber construir una mezquita en Éfeso que llevara el nombre de María.
A la luz del estadio tan exaltado que se le otorga en el Sagrado Corán, sería apropiado para los musulmanes benevolentes de la generación actual, construir la Mezquita de María en Éfeso, donde continúen venerándola musulmanes y cristianos sinceros.
En el mundo contemporáneo la humanidad está dividida en dos campos, los que creen en Dios y en el Día de la Resurrección, sean los judíos, cristianos, musulmanes, o aquellos de otras nobles tradiciones. Y, en el otro campo, los materialistas y los ateos.
Como musulmanes, aceptamos de todo corazón a todos los Profetas que precedieron a nuestro bendito Maestro, así como también a los libros de las Escrituras que les fueron revelados; a pesar de que la Gente del Libro, judíos y cristianos, no muestran igual amor y respeto al profeta Muhammad, la paz y las bendiciones sean con él, ni al Sagrado Corán.
Con la construcción de la mezquita de la Virgen María en Éfeso, fomentaríamos el crecimiento del amor entre cristianos y musulmanes. Sería un lugar de sinceros amantes de la Virgen para que las dos nobles tradiciones se encuentren y experimenten la dulzura de una amistad santa.