68. La comunión escatológica del hombre con Dios

En esta tercera y cuarta partes se toca la teología del cuerpo, la
resurrección de los cuerpos, la virginidad, el celibato,la abstinencia en el
matrimonio, la doctrina paulina sobre virginidad y matrimonio .

Esta parte consta 23 lecciones que se enviarán todos los martes y viernes a
partir del 14 de enero de 2014 , la última será el 1 de abril del 2014
.Estas son la tercera y cuarta partes de seis partes que se darán de manera
consecutiva e ininterrumpida. El curso completo se dará a lo largo de un año
y consta de:

Parte I: Principios del amor humano (23 lecciones)

Parte II: La purificación del corazón (40 lecciones)

Parte III: La resurrección de la carne (9 lecciones)

Parte IV: La virginidad cristiana (14 lecciones)

Parte V: El sacramento del matrimonio (27 lecciones)

Parte VI: Amor y fecundidad (16 lecciones)

Este curso tiene el objetivo de difundir la catequesis del amor humano,
también conocida como Teología del Cuerpo.

Moderadores: raulalonso, tito, Catholic.net, gache, Moderadores Animadores

68. La comunión escatológica del hombre con Dios

Notapor pilar calva » Jue Ene 16, 2014 6:01 pm

68. La comunión escatológica del hombre con Dios

La comunión ( communio) escatológica del hombre con Dios, constituida gracias al amor de una perfecta unión, estará alimentada por la visión «cara a cara»: la contemplación de esa comunión más perfecta, puramente divina, que es la comu

(16-XII-81/20-XII-81)

1. “En la resurrección... ni se casarán ni se darán en casamiento, sino que serán como ángeles en el cielo” (Mt 22, 30, análogamente Mc 12, 25). “...son semejantes a los ángeles e hijos de Dios, siendo hijos de la resurrección” (Lc 20, 36).

La comunión ( communio) escatológica del hombre con Dios, constituida gracias al amor de una perfecta unión, estará alimentada por la visión “cara a cara”: la contemplación de esa comunión más perfecta, puramente divina, que es la comunión trinitaria de las Personas divinas en la unidad de la misma divinidad.

2. Las palabras de Cristo, referidas por los Evangelios sinópticos, nos permiten deducir que los que participen del “otro mundo” conservarán -en esta unión con el Dios vivo, que brota de la visión beatífica de su unidad y comunión trinitaria- no sólo su auténtica subjetividad, sino que la adquirirán en medida mucho más perfecta que en la vida terrena. Así quedará confirmada, además, la ley del orden integral de la persona, según el cual la perfección de la comunión no sólo está condicionada por la perfección o madurez espiritual del sujeto, sino también, a su vez, la determina. Los que participarán en el “mundo futuro”, esto es, en la perfecta comunión con el Dios vivo, gozarán de una subjetividad perfectamente madura. Si en esta perfecta subjetividad, aun conservando en su cuerpo resucitado, es decir, glorioso, la masculinidad y la feminidad, “no tomarán mujer ni marido”, esto se explica no sólo porque ha terminado la historia, sino también -y sobre todo- por la “autenticidad escatológica” de la respuesta a esa “comunicación” del Sujeto Divino, que constituirá la experiencia beatificante del don de sí mismo por parte de Dios, absolutamente superior a toda experiencia propia de la vida terrena.

3. El recíproco don de sí mismo a Dios -don en el que el hombre concentrará y expresará todas las energías de la propia subjetividad personal y, a la vez psicosomática- será la respuesta al don de sí mismo por parte de Dios al hombre (1). En este recíproco don de sí mismo por parte del hombre, don que se convertirá, hasta el fondo y definitivamente, en beatificante, como respuesta digna de un sujeto personal al don de sí por parte de Dios, la “virginidad”, o mejor, el estado virginal del cuerpo se manifestará plenamente como cumplimiento escatológico del significado “esponsalicio” del cuerpo, como el signo específico y la expresión auténtica de toda la subjetividad personal. Así, pues, esa situación escatológica, en la que “no tomarán mujer ni marido”, tiene su fundamento sólido en el estado futuro del sujeto personal, cuando, después de la visión de Dios “cara a cara”, nacerá en él un amor de tal profundidad y fuerza de concentración en Dios mismo, que absorberá completamente toda su subjetividad psicosomática.

4. Esta concentración del conocimiento (”visión”) y del amor en Dios mismo -concentración que no puede ser sino la plena participación en la vida íntima de Dios, esto es, en la misma realidad Trinitaria- será, al mismo tiempo, el descubrimiento, en Dios, de todo el “mundo” de las relaciones, constitutivas de su orden perenne (”cosmos”). Esta concentración será, sobre todo, el descubrimiento de sí por parte del hombre, no sólo en la profundidad de la propia persona, sino también en la unión que es propia del mundo de las personas en su constitución psicosomática. Ciertamente ésta es una unión de comunión. La concentración del conocimiento y del amor sobre Dios mismo en la comunión trinitaria de las Personas puede encontrar una respuesta beatifica en los que llegarán a ser partícipes del “otro mundo”, únicamente a través de la realización de la comunión recíproca proporcionada a personas creadas. Y por esto profesamos la fe en la “comunión de los Santos” ( communio sanctorum) y la profesamos en conexión orgánica con la fe en la “resurrección de los muertos”. Las palabras con las que Cristo afirma que en el “otro mundo... no tomarán mujer ni marido”, constituyen la base de estos contenidos de nuestra fe y, al mismo tiempo, requieren una adecuada interpretación precisamente a la luz de la fe.

Debemos pensar en la realidad del “otro mundo” con las categorías del descubrimiento de una nueva, perfecta subjetividad de cada uno y, a la vez, del descubrimiento de una nueva, perfecta intersubjetividad de todos. Así, esta realidad significa el verdadero y definitivo cumplimiento de la subjetividad humana y sobre esta base la definitiva realización del significado “esponsalicio” del cuerpo. La total concentración de la subjetividad creada, redimida y glorificada, en Dios mismo no apartará al hombre de esta realización, sino que, por el contrario, lo introducirá y lo consolidará en ella. Finalmente, se puede decir que así la realidad escatológica se convertirá en fuente de la perfecta realización del “orden trinitario” en el mundo creado de las personas.

5. Las palabras con las que Cristo se remite a la resurrección futura -palabras confirmadas de modo singular por su resurrección- completan lo que en las reflexiones precedentes solíamos llamar “revelación del cuerpo”.

Esta revelación penetra de algún modo en el corazón mismo de la realidad que experimentamos, y esta realidad es, sobre todo, el hombre, su cuerpo, el cuerpo del hombre “histórico”. A la vez, esta revelación nos permite sobrepasar la esfera de esta experiencia en dos direcciones. Ante todo, en la dirección de ese “principio”, al que Cristo hace referencia en su conversación con los fariseos respecto a la indisolubilidad del matrimonio (cf. Mt 19, 3-9); en segundo lugar, en la dirección del “otro mundo”, sobre el que el Maestro llama la atención de sus oyentes en presencia de los saduceos, que “niegan la resurrección” (Mt 22, 23) Estas dos “aplicaciones de la esfera” de la experiencia del cuerpo (así se puede decir) no son completamente accesibles a nuestra comprensión (obviamente teológica) del cuerpo. Lo que es el cuerpo humano en el ámbito de la experiencia histórica del hombre, no queda totalmente anulado por esas dos dimensiones de su existencia, reveladas mediante la palabra de Cristo.

6. Es claro que aquí se trata no tanto del “cuerpo” en abstracto, sino del hombre que es a la vez espiritual y corpóreo. Prosiguiendo en las dos direcciones indicadas por la palabra de Cristo, y volviendo a la consideración de la experiencia del cuerpo en la dimensión de nuestra existencia terrena (por lo tanto, en la dimensión histórica), podemos hacer una cierta reconstrucción teológica de lo que habría podido ser la experiencia del cuerpo según el “principio” revelado del hombre, y también de lo que el será en la dimensión del “otro mundo”. La posibilidad de esta reconstrucción, que amplía nuestra experiencia del hombre-cuerpo, indica, al menos indirectamente, la coherencia de la imagen teológica del hombre en estas tres dimensiones, que concurren juntamente a la constitución de la teología del cuerpo.

(1) “En la concepción bíblica se trata de una inmortalidad ‘dialogística’ (resurrección), es decir, la inmortalidad no resulta simplemente del no poder morir de lo indivisible, sino de la acción salvadora del amante que tiene poder para hacer inmortal. El hombre no puede, por tanto, perecer totalmente, porque es conocido y amado por Dios. Si todo amor quiere eternidad, el amor de Dios no sólo quiere, sino que opera y es inmortalidad... Puesto que la inmortalidad en el pensamiento bíblico no procede del propio poder de lo indestructible en sí mismo, sino del hecho de haber entrado en diálogo con el Creador, debe llamarse resurrección (en sentido pasivo)...” (J. Ratzinger. “Resurrección de la carne - aspecto teológico, en Sacramentum Mundi, vol. VI. Barcelona, 1976, edit. Herder, págs. 74-75).

Pregunta:
El recíproco don de sí mismo a Dios -don en el que el hombre concentrará y expresará todas las energías de la propia subjetividad personal y, a la vez psicosomática- será la respuesta al don de sí mismo por parte de Dios al hombre (1). En este recíproco don de sí mismo por parte del
hombre, don que se convertirá, hasta el fondo y definitivamente, en beatificante, como respuesta digna de un sujeto personal al don de sí por parte de Dios, la «virginidad», o mejor, el estado virginal del cuerpo se
manifestará plenamente como cumplimiento escatológico del significado «esponsalicio» del cuerpo, como el signo específico y la expresión auténtica de toda la subjetividad personal. Así, pues, esa situación escatológica, en la que «no tomarán mujer ni marido», tiene su fundamento sólido en el estado futuro del sujeto personal, cuando, después de la visión de Dios «cara a cara», nacerá en él un amor de tal profundidad y fuerza de concentración en Dios mismo, que absorberá completamente toda su subjetividad psicosomática.²
En base a todo lo estudiadoŠ explica el párrafo anterior.
Profundizar además en esto. ³Las palabras con las que Cristo afirma que en el «otro mundo... no tomarán mujer ni marido», constituyen la base de estos contenidos de nuestra fe y, al mismo tiempo, requieren una adecuada interpretación precisamente a la luz de la fe. Debemos pensar en la realidad
del «otro mundo» con las categorías del descubrimiento de una nueva, perfecta subjetividad de cada uno y, a la vez, del descubrimiento de una nueva, perfecta intersubjetividad de todos. Así, esta realidad significa el verdadero y definitivo cumplimiento de la subjetividad humana y sobre esta base la definitiva realización del significado «esponsalicio» del cuerpo².
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Re: 68. La comunión escatológica del hombre con Dios

Notapor garu » Mar Ene 28, 2014 6:11 pm

Pienso que el Santo Padre quiso decir que, al final de los tiempos, las necesidades y prioridades del hombre habrán cambiado.” No tomará marido ni mujer” por cuanto en el estado de espiritualización que tendrá el hombre en la vida eterna, sólo Dios podrá llenar esa necesidad de amor y comunión. El hombre, en grado virginal, es decir de pureza, porque recordemos que en el cielo no entra nadie que no esté puro, manifestará el carácter esponsal del cuerpo a Dios, mediante un grado tal de comunión que era imposible que se realizara en esta vida terrena.
Lo anterior no puede ser visto sino a la luz de la fe, por cuanto nos puede parecer extraño y hasta un poco injusto, el creer que nuestros cónyuges ya no serán tal o que el término familia no tendrá lugar, sino que seremos completamente diferentes, nuevos, perfectos en nuestra humanidad.
garu
 
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Re: 68. La comunión escatológica del hombre con Dios

Notapor m 2 a r 1 » Mié Ene 29, 2014 1:52 pm

La comunión con Dios "cara a cara" llenará de la gracia santificante, realidad que permitirá gozar de los dones del creador, nos permiten deducir que los que participen del otro mundo, conservarán en esta unión con el Dios vivo ,no solo su autentica subjetividad sino que la adquirirán mucho más perfecta que en la vida terrena, una vez en el cielo viviremos eternamente a la luz de nuestra fe.
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Re: 68. La comunión escatológica del hombre con Dios

Notapor lindoro50 » Vie Ene 31, 2014 1:46 pm

El recíproco don de sí mismo a Dios -don en el que el hombre concentrará y expresará todas las energías de la propia subjetividad personal y, a la vez psicosomática- será la respuesta al don de sí mismo por parte de Dios al hombre (1). En este recíproco don de sí mismo por parte del hombre, don que se convertirá, hasta el fondo y definitivamente, en beatificante, como respuesta digna de un sujeto personal al don de sí por parte de Dios, la «virginidad», o mejor, el estado virginal del cuerpo se manifestará plenamente como cumplimiento escatológico del significado «esponsalicio» del cuerpo, como el signo específico y la expresión auténtica de toda la subjetividad personal. Así, pues, esa situación escatológica, en la que «no tomarán mujer ni marido», tiene su fundamento sólido en el estado futuro del sujeto personal, cuando, después de la visión de Dios «cara a cara», nacerá en él un amor de tal profundidad y fuerza de concentración en Dios mismo, que absorberá completamente toda su subjetividad psicosomática.
En base a todo lo estudiado explica el párrafo anterior.

Por los méritos de Cristo, los que van al cielo reciben el don de la Visión Beatífica (visión de Dios cara a cara). Esta comienza en el momento que el alma entra en el cielo, aun antes del juicio final, y continúa hasta la eternidad. Se le llama ‘visión’ por analogía con la visión natural, para distinguir este conocimiento de Dios del que la mente humana puede adquirir en la tierra. Se llama ‘beatífica’ porque por esta visión los que están en el cielo son bienaventurados y participan de la felicidad de Dios. Al contemplar a Dios cara a cara, la inteligencia creada encuentra la felicidad perfecta. Verán la divina esencia con visión intuitiva, sin mediación de criatura alguna y gozan de la misma divina esencia y que, por tal visión y fruición, las almas de los que salieron de este mundo son verdaderamente bienaventuradas y tienen vida y descanso eterno, y gozarán de ella antes del juicio universal.

Profundizar además en esto. Las palabras con las que Cristo afirma que en el «otro mundo... no tomarán mujer ni marido», constituyen la base de estos contenidos de nuestra fe y, al mismo tiempo, requieren una adecuada interpretación precisamente a la luz de la fe. Debemos pensar en la realidad del «otro mundo» con las categorías del descubrimiento de una nueva, perfecta subjetividad de cada uno y, a la vez, del descubrimiento de una nueva, perfecta intersubjetividad de todos. Así, esta realidad significa el verdadero y definitivo cumplimiento de la subjetividad humana y sobre esta base la definitiva realización del significado «esponsalicio» del cuerpo.

Resucitar no es ‘revivir’, no es volver a la vida que conocemos. Es entrar en una vida nueva, a una nueva dimensión. El objetivo del matrimonio es la santificación de los cónyuges y la procreación de los hijos. En la vida eterna, quienes ya están en el cielo, han alcanzado la santidad, no necesitan ya santificarse, ni casarse y por lo tanto tampoco tendrán hijos. Sin embargo ello no significa que no compartirán la vida eterna con aquél o aquella con la que compartieron su vida en este mundo. Sólo significa que será una relación distinta a la que tuvieron aquí. Esto se refiere a que en el cielo todos tendrán un cuerpo glorioso, ya no sujeto al tiempo ni al espacio. La resurrección de los muertos es la divinización o glorificación del ser humano con cuerpo y alma, la que alcanzará una vida plena semejante a la que recibió la humanidad de Cristo al resucitar. Cuando hablamos de cuerpo hablamos de un cuerpo místico, el de Cristo. Por ende, es el cuerpo de Cristo quien resucita alcanzando así su plenitud, y los individuos singulares llegarán a la resurrección en cuanto que se hagan miembros de ese cuerpo. A todo esto, el hombre aporta un elemento consciente llamado alma. Ésta hace que la esperanza escatólogica cuente con una fase doble: entre la muerte y el fin de los tiempos existe la psyqué humana. Esto último hace que el hombre jamás deje de existir totalmente.
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Re: 68. La comunión escatológica del hombre con Dios

Notapor Maria 2 » Vie Ene 31, 2014 5:54 pm

El recíproco don de sí mismo a Dios será la respuesta al don de sí mismo por parte de Dios al hombre. Este recíproco don de sí mismo por parte del hombre se convertirá definitivamente en beatificante como respuesta digna de un sujeto personal al don de sí por parte de Dios. Este estado virginal del cuerpo se manifestará plenamente como cumplimiento escatológico del significado «esponsalicio» del cuerpo, como el signo específico y la expresión auténtica de toda la subjetividad personal y esta situación escatológica, en la que «no tomarán mujer ni marido», tiene su fundamento sólido en el estado futuro del sujeto personal, cuando, después de la visión de Dios «cara a cara», nacerá en él un amor de tal profundidad y fuerza de concentración en Dios mismo, que absorberá completamente toda su subjetividad psicosomática.

En base a todo lo estudiado explica el párrafo anterior.

Por los méritos de Jesucristo, los que van al cielo reciben el don de la Visión Beatífica o sea visión de Dios cara a cara que comienza en el momento que el alma entra en el cielo, aun antes del juicio final y continúa hasta la eternidad. Se le llama ‘visión’ por analogía con la visión natural, para distinguir este conocimiento de Dios del que la mente humana puede adquirir en la tierra. Se llama ‘beatífica’ porque por esta visión los que están en el cielo son bienaventurados y participan de la felicidad de Dios. Al contemplar a Dios cara a cara, la inteligencia creada encuentra la felicidad perfecta. Verán la divina esencia con visión intuitiva, sin mediación de criatura alguna y gozarán de la misma divina esencia y que, por tal visión las almas de los que salieron de este mundo son verdaderamente bienaventuradas y tienen vida y descanso eterno, y gozarán de ella antes del juicio universal.

Las palabras con las que Cristo afirma que en el «otro mundo... no tomarán mujer ni marido», debemos pensar en la realidad del «otro mundo» con el descubrimiento de una nueva, perfecta subjetividad cada uno y, a la vez, del descubrimiento de una nueva, perfecta intersubjetividad de todos. Así, esta realidad significa la definitiva realización del significado «esponsalicio» del cuerpo.

Resucitar no es ‘revivir’, no es volver a la vida que conocemos, es entrar en una vida nueva, a una nueva dimensión. El objetivo del matrimonio es la santificación de los cónyuges y la procreación de los hijos. En la vida eterna, quienes ya están en el cielo, han alcanzado la santidad, no necesitan ya santificarse, ni casarse y por lo tanto tampoco tendrán hijos. Sin embargo ello no significa que no compartirán la vida eterna con aquél o aquella con la que compartieron su vida en este mundo. Sólo significa que será una relación distinta a la que tuvieron aquí. Esto se refiere a que en el cielo todos tendrán un cuerpo glorioso, ya no sujeto al tiempo ni al espacio. La resurrección de los muertos es la divinización del ser humano con cuerpo y alma, la que alcanzará una vida plena semejante a la que recibió la humanidad de Cristo al resucitar. Cuando hablamos de cuerpo hablamos de un cuerpo místico, el de Cristo quien resucita alcanzando su plenitud, y los individuos llegarán a la resurrección en cuanto se hagan miembros de ese cuerpo.

Un abrazo y hasta pronto.
Maria 2
 
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Re: 68. La comunión escatológica del hombre con Dios

Notapor patricio » Vie Ene 31, 2014 10:01 pm

Pregunta:
-El recíproco don de sí mismo a Dios, don en el que el hombre concentrará y expresará todas las energías de la propia subjetividad personal y, a la vez psicosomática será la respuesta al don de sí mismo por parte de Dios al hombre. En este recíproco don de sí mismo por parte del hombre, don que se convertirá, hasta el fondo y definitivamente, en beatificante, como respuesta digna de un sujeto personal al don de sí por parte de Dios, la «virginidad», o mejor, el estado virginal del cuerpo se manifestará plenamente como cumplimiento escatológico del significado «esponsalicio» del cuerpo, como el signo específico y la expresión auténtica de toda la subjetividad personal. Así, pues, esa situación escatológica, en la que «no tomarán mujer ni marido», tiene su fundamento sólido en el estado futuro del sujeto personal, cuando, después de la visión de Dios «cara a cara», nacerá en él un amor de tal profundidad y fuerza de concentración en Dios mismo, que absorberá completamente toda su subjetividad psicosomática.
En base a todo lo estudiado, explica el párrafo anterior?
Los que participen del "otro mundo" conservarán en esta unión con el Dios vivo, que brota de la visión beatífica de su unidad y comunión trinitaria no sólo su auténtica subjetividad, sino que la adquirirán en medida mucho más perfecta que en la vida terrena. Así quedará confirmada, además, la ley del orden integral de la persona, según el cual, la perfección de la comunión no sólo está condicionada por la perfección o madurez espiritual del sujeto, sino también, a su vez, la determina. Los que participarán en el "mundo futuro", esto es, en la perfecta comunión con el Dios vivo, gozarán de una subjetividad perfectamente madura. Si en esta perfecta subjetividad, aun conservando en su cuerpo resucitado, es decir, glorioso, la masculinidad y la feminidad, "no tomarán mujer ni marido", esto se explica no sólo porque ha terminado la historia, sino también y sobre todo por la "autenticidad escatológica" de la respuesta a esa "comunicación" del Sujeto Divino, que constituirá la experiencia beatificante del don de sí mismo por parte de Dios, absolutamente superior a toda experiencia propia de la vida terrena.

-Profundizar además en esto. Las palabras con las que Cristo afirma que en el «otro mundo... no tomarán mujer ni marido», constituyen la base de estos contenidos de nuestra fe y, al mismo tiempo, requieren una adecuada interpretación precisamente a la luz de la fe. Debemos pensar en la realidad?
Al pensar en la realidad del «otro mundo» con las categorías del descubrimiento de una nueva, perfecta subjetividad de cada uno y, a la vez, del descubrimiento de una nueva, perfecta intersubjetividad de todos, entonces, esta realidad significa el verdadero y definitivo cumplimiento de la subjetividad humana y sobre esta base, la definitiva realización del significado esponsalicio del cuerpo. La total concentración de la subjetividad creada, redimida y glorificada, en Dios mismo no apartará al hombre de esta realización, sino que, por el contrario, lo introducirá y lo consolidará en ella. Así, la realidad escatológica se convertirá en fuente de la perfecta realización del "orden trinitario" en el mundo creado de las personas.
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Re: 68. La comunión escatológica del hombre con Dios

Notapor virginia castro » Lun Feb 03, 2014 12:02 pm

Virginia Castro #68

Esta respuesta es un poco complicada de entender.

Ya en la vida eterna despues de que nuestros cuerpos sean purificados y estemos de cara a cara con Dios, ya nuestros cuerpos son angelicales no tendran necesidad de buscar a seres humanos para complementar nuestros sentimientos; solo lo bueno de nuestras vidas sera lo que ofreceremos a Dios y seguro sera muy poco, nuestra fe nos ayudara a entender mas todo esto, y pensar que en la resurrection todo sera volver a vivir en la parte escatologica y nuestros cuerpos no tendran la necesidad de buscar lo terrrenal.
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Re: 68. La comunión escatológica del hombre con Dios

Notapor Jeanette Palacios » Mar Feb 04, 2014 1:57 am

En Base a todo lo estudiado explica el parrafo anterior
"La Iglesia celeste, constituida por las almas que están con Jesús y María, gozan de la bienaventuranza eterna y ven a Dios como Él es que consiste en la visión de Dios intuitiva, inmediata, y de todas las cosas de Dios, y en la alegría, gozo, que sigue a esta visión, El cielo será para nosotros la perfecta vida de unión con Cristo, ya desvelada, sin impedimento alguno para la identificación total". La solemne Profesión de Fe de Paulo VI. La Escatología Intermedia: Abarca desde la muerte de cada persona hasta su resurrección en el último día. La perspectiva del futuro absoluto domina plenamente al hombre, y por ello, toda nuestra fe adquiere un matiz distinto ante los últimos acontecimientos, ante la meta definitiva hacia la cual se dirigen los individuos y la historia humana.
La comunión escatológica del hombre con Dios, constituida gracias al amor de una perfecta unión, estará alimentada por la visión "cara a cara": la contemplación de esa comunión más perfecta, puramente divina, que es la comunión trinitaria de las Personas divinas en la unidad de la misma divinidad.
«La vida subsistente y verdadera es el Padre que, por el Hijo y en el Espíritu Santo, derrama sobre todos sin excepción los dones celestiales. Gracias a su misericordia, nosotros también, hombres, hemos recibido la promesa indefectible de la vida eterna» (San Cirilo de Jerusalén).
Profundizar en las palabras de Cristo en el otro mundo "no tomaran mujer ni marido"
Nosotros entraremos en un estado Beatificante que es el conocimiento de ver a Dios y entrarnos en los secretos de un Dios infinito, seremos felices. No nececitaremos ni esposos ni esposas porque la comunion que tendremos ya no sera de casados si no de amor perfecto, estaremos en esa union santificante.
Jeanette Palacios
 
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Re: 68. La comunión escatológica del hombre con Dios

Notapor Silviamaria » Mar Feb 04, 2014 3:43 pm

Para explicar el párrafo señalado en la pregunta considero que cuando pasemos al encuentro con Dios será en una dimensión no reconocida por nosotros, las reglas estarán establecidas y no necesitaremos estar unidos como esposos con nadie sino sólo con el Señor.
Como seres espirituales seremos diferentes a como vivíamos en la tierra, cada mundo es distinto y como tal actuaremos cuando nos corresponda estar ante la presencia de Dios. Tenemos que cultivar nuestra Fe que es la que nos sostiene hasta el encuentro final.
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Re: 68. La comunión escatológica del hombre con Dios

Notapor maguie » Mar Feb 04, 2014 9:54 pm

El hombre se entregara a Dios como consecuencia del don de Dios para cada hombre en particular. Y no tendremos marido ni mujer ya que la contemplación de Dios 'cara a cara' hará surgir en cada hombre resucitado amor tal por Dios que Dios poseerá completamente el interés de cada persona, de modo que toda su realidad, toda su personalidad, toda su inteligencia estará concentrada en Dios.

Asimismo la realidad escatológica se realizará como una perfecta y madura subjetividad entre todos y cada uno de aquéllos que hayan resucitado. Así se cumple la subjetividad humana y será la definitiva realización del significado esponsalicio del cuerpo humano: Es decir el don de si mismo al Otro -Dios- encontrará su mas pleno y verdadero significado pues se le entregará con todas las características personales que le definen: Desde su ser hombre o mujer, hasta la mas fina de sus características de la personalidad.
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Re: 68. La comunión escatológica del hombre con Dios

Notapor NELSON » Jue Feb 06, 2014 2:43 pm

1) - La concentración del conocimiento y del amor sobre Dios mismo en la comunión trinitaria de las Personas puede encontrar una respuesta beatifica en los que llegarán a ser partícipes del “otro mundo”, únicamente a través de la realización de la comunión recíproca proporcionada a personas creadas. Y por esto profesamos la fe en la “comunión de los Santos” (communio sanctorum) y la profesamos en conexión orgánica con la fe en la “resurrección de los muertos”. Las palabras con las que Cristo afirma que en el “otro mundo... no tomarán mujer ni marido”, constituyen la base de estos contenidos de nuestra fe y, al mismo tiempo, requieren una adecuada interpretación precisamente a la luz de la fe.

2) - Debemos pensar en la realidad del “otro mundo” con las categorías del descubrimiento de una nueva, perfecta subjetividad de cada uno y, a la vez, del descubrimiento de una nueva, perfecta intersubjetividad de todos. Así, esta realidad significa el verdadero y definitivo cumplimiento de la subjetividad humana y sobre esta base la definitiva realización del significado “esponsalicio” del cuerpo. La total concentración de la subjetividad creada, redimida y glorificada, en Dios mismo no apartará al hombre de esta realización, sino que, por el contrario, lo introducirá y lo consolidará en ella. Finalmente, se puede decir que así la realidad escatológica se convertirá en fuente de la perfecta realización del “orden trinitario” en el mundo creado de las personas.
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Re: 68. La comunión escatológica del hombre con Dios

Notapor mariaines » Jue Feb 06, 2014 6:11 pm

El recíproco don de sí mismo a Dios -don en el que el hombre concentrará y expresará todas las energías de la propia subjetividad personal y, a la vez psicosomática- será la respuesta al don de sí mismo por parte de Dios al hombre (1). En este recíproco don de sí mismo por parte del hombre, don que se convertirá, hasta el fondo y definitivamente, en beatificante, como respuesta digna de un sujeto personal al don de sí por parte de Dios, la «virginidad», o mejor, el estado virginal del cuerpo se manifestará plenamente como cumplimiento escatológico del significado «esponsalicio» del cuerpo, como el signo específico y la expresión auténtica de toda la subjetividad personal. Así, pues, esa situación escatológica, en la que «no tomarán mujer ni marido», tiene su fundamento sólido en el estado futuro del sujeto personal, cuando, después de la visión de Dios «cara a cara», nacerá en él un amor de tal profundidad y fuerza de concentración en Dios mismo, que absorberá completamente toda su subjetividad psicosomática.²
En base a todo lo estudiadoŠ explica el párrafo anterior.
Profundizar además en esto. ³Las palabras con las que Cristo afirma que en el «otro mundo... no tomarán mujer ni marido», constituyen la base de estos contenidos de nuestra fe y, al mismo tiempo, requieren una adecuada interpretación precisamente a la luz de la fe. Debemos pensar en la realidad
del «otro mundo» con las categorías del descubrimiento de una nueva, perfecta subjetividad de cada uno y, a la vez, del descubrimiento de una nueva, perfecta intersubjetividad de todos. Así, esta realidad significa el verdadero y definitivo cumplimiento de la subjetividad humana y sobre esta base la definitiva realización del significado «esponsalicio» del cuerpo².
Se puede sintetizar en que la comunion con Dios sera la vision cara a cara a la Trinidad en la que debemos ya preparnos yq ue ya vivimos hoy en la medida que llevamos adelante el proyecto de Dios de amarnos unos a otros
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Re: 68. La comunión escatológica del hombre con Dios

Notapor Mary Jo » Jue Feb 06, 2014 10:48 pm

En base a todo lo estudiado explica el párrafo anterior.

Divido en tres partes el párrafo para poderlo explicar.
a. El recíproco don de sí mismo a Dios -don en el que el hombre concentrará y expresará todas las energías de la propia subjetividad personal y, a la vez psicosomática- será la respuesta al don de sí mismo por parte de Dios al hombre.
En “el otro mundo” Dios se dará a sí mismo al hombre y como una respuesta recíproca el hombre se dará a sí mismo a Dios.
b. En este recíproco don de sí mismo por parte del hombre, don que se convertirá, hasta el fondo y definitivamente, en beatificante, como respuesta digna de un sujeto personal al don de sí por parte de Dios, la «virginidad», o mejor, el estado virginal del cuerpo se manifestará plenamente como cumplimiento escatológico del significado «esponsalicio» del cuerpo, como el signo específico y la expresión auténtica de toda la subjetividad personal.
Lo que conocemos como el estado virginal en la tierra la viviremos en el “mundo futuro”, en el cual el hombre se dará completamente a Dios. Por eso comienza el párrafo diciendo que todas nuestras energías estarán concentradas en Él y nos entregaremos a Él.
c. Así, pues, esa situación escatológica, en la que «no tomarán mujer ni marido», tiene su fundamento sólido en el estado futuro del sujeto personal, cuando, después de la visión de Dios «cara a cara», nacerá en él un amor de tal profundidad y fuerza de concentración en Dios mismo, que absorberá completamente toda su subjetividad psicosomática.
Esta parte del párrafo se entiende perfectamente con lo citado anteriormente:
• El hombre ve “cara a cara” a Dios.
• Dios se “comunica”, se “da” al hombre.
• El hombre “se da” a Dios.
• Nace en él un amor tan profundo, que vivirá plenamente (no necesitará tener pareja), toda su concentración estará en Dios.

Profundizar además en esto. ³Las palabras con las que Cristo afirma que en el «otro mundo... no tomarán mujer ni marido», constituyen la base de estos contenidos de nuestra fe y, al mismo tiempo, requieren una adecuada interpretación precisamente a la luz de la fe. Debemos pensar en la realidad del «otro mundo» con las categorías del descubrimiento de una nueva, perfecta subjetividad de cada uno y, a la vez, del descubrimiento de una nueva, perfecta intersubjetividad de todos. Así, esta realidad significa el verdadero y definitivo cumplimiento de la subjetividad humana y sobre esta base la definitiva realización del significado «esponsalicio» del cuerpo².
Rescato la idea que tendremos una perfecta subjetividad cada uno, pero también una perfecta intersubjetividad pues será la comunión entre todos. El significado verdadero y definitivo “esponsalicio” del cuerpo se ve reflejado en la donación del hombre a Dios, lo cual se dará de manera plena.
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Re: 68. La comunión escatológica del hombre con Dios

Notapor maandreuster » Dom Feb 09, 2014 9:10 pm

Más alla de la vida terrenal el hombre se expresará como un cuerpo esponsalicio perfecto en el cual se encuentra la masculinidad y la femeneidad en un cuerpo virginal.
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Re: 68. La comunión escatológica del hombre con Dios

Notapor yaluz » Jue Feb 13, 2014 1:53 pm

En base a todo lo estudiado, explica el siguiente párrafo :

El recíproco don de sí mismo a Dios -don en el que el hombre concentrará y expresará todas las energías de la propia subjetividad personal y, a la vez psicosomática- será la respuesta al don de sí mismo por parte de Dios al hombre (1). En este recíproco don de sí mismo por parte del hombre, don que se convertirá, hasta el fondo y definitivamente, en beatificante, como respuesta digna de un sujeto personal al don de sí por parte de Dios, la «virginidad», o mejor, el estado virginal del cuerpo se manifestará plenamente como cumplimiento escatológico del significado «esponsalicio» del cuerpo, como el signo específico y la expresión auténtica de toda la subjetividad personal. Así, pues, esa situación escatológica, en la que «no tomarán mujer ni marido», tiene su fundamento sólido en el estado futuro del sujeto personal, cuando, después de la visión de Dios «cara a cara», nacerá en él un amor de tal profundidad y fuerza de concentración en Dios mismo, que absorberá completamente toda su subjetividad psicosomática.²
R:
Antes de iniciar mi explicación, debo ser sincera y decir que se me hizo muy difícil, pero por lo difícil, también apasionante. Es por ello que investigué con los compañeros del Foro, pero no quedé satisfecha, así seguí hasta esclarecer la duda tan grande que se me presentó y es con respecto a la virginidad, comprendo que el Santo Padre nos va nutriendo con sus revelaciones, por lo que me adelanté en los siguientes temas encontrados en la web (me encantó leer sus bendiciones y comentarios adicionales) y así pude entender este estado y como el del matrimonio también puede llegar a la perfección.
Uno y otro amor tienden a expresar el significado esponsalicio del cuerpo, En definitiva, la naturaleza de uno y otro amor es «esponsalicia», es decir, expresada a través del don total de sí.
Así, entonces creo poder explicar el párrafo a continuación: cuando en el otro mundo nos encontramos cara a cara con el Padre, es porque nos hemos entregado totalmente a Dios, el reciproco don de si mismo a Dios también nos da el don reciproco como respuesta, nosotros con toda nuestra subjetividad personal, psicosomática, nos llenamos de su energía y alcanzamos una plenitud, un estado beatificante. Este amor es tan grande y tan absorbente, que no se necesita la vida matrimonial y este es el fundamento de las palabras de Jesús (Mt 22, 30, análogamente Mc 12, 25). Esta entrega total del estado virginal del cuerpo es “el signo específico y la expresión auténtica de toda la subjetividad personal. Es la manifestación plena, como cumplimiento escatológico del significado «esponsalicio» del cuerpo. Es en este enunciado donde aparece mi confusión ¿Qué pasaría entonces con los que han ofrecido a Dios su unión conyugal? La respuesta la encontré en lecciones venideras, como dije antes, donde se explica que ambos estados no se contraponen y los dos alcanzan la perfección y la plenitud de estar cara a cara con nuestro Padre.
En cuanto al siguiente texto, para profundizar creo que se refiere a que en el mundo futuro unidos en comunión con Dios Trino, teniendo conocimiento de ello, y por lo tanto disfrutando de esa plenitud, por la fe también se da comunión entre aquellos también creados que han participado de la comunión reciproca, una intersubjetividad con esos otros: la comunión de los santos y la resurrección de los muertos
Zulay R. de Álvarez (yaluz)
Venezuela
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Re: 68. La comunión escatológica del hombre con Dios

Notapor MA SOCORRO A REYES L » Jue Feb 13, 2014 9:29 pm

Los que participarán en el mundo futuro, en la perfecta comunión con el Dios vivo, gozarán de una subjetividad perfectamente madura. El recíproco don de sí mismo a Dios será la respuesta al don de sí mismo por parte de Dios al hombre. El estado virginal del cuerpo se manifestará plenamente como cumplimiento escatológico del significado esponsalicio del cuerpo, como el signo específico y la expresión auténtica de toda la subjetividad personal. Esta concentración del conocimiento y del amor en Dios mismo será, al mismo tiempo, el descubrimiento, en Dios, de todo el mundo de las relaciones, constitutivas de su orden perenne. La concentración del conocimiento y del amor sobre Dios mismo en la comunión trinitaria de las personas puede encontrar una respuesta beatifica en los que llegarán a ser partícipes del otro mundo, únicamente a través de la realización de la comunión recíproca proporcionada a personas creadas.
MA SOCORRO A REYES L
 
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Re: 68. La comunión escatológica del hombre con Dios

Notapor b. gabriel reyes reyes » Mié Feb 26, 2014 10:40 pm

[b]El recíproco don de sí mismo a Dios -don en el que el hombre concentrará y expresará todas las energías de la propia subjetividad personal y, a la vez psicosomática- será la respuesta al don de sí mismo por parte de Dios al hombre (1).
En este recíproco don de sí mismo por parte del hombre, don que se convertirá, hasta el fondo y definitivamente, en beatificante, como respuesta digna de un sujeto personal al don de sí por parte de Dios, la «virginidad», o mejor, el estado virginal del cuerpo se manifestará plenamente como cumplimiento escatológico del significado «esponsalicio» del cuerpo, como el signo específico y la expresión auténtica de toda la subjetividad personal. Así, pues, esa situación escatológica, en la que «no tomarán mujer ni marido», tiene su fundamento sólido en el estado futuro del sujeto personal, cuando, después de la visión de Dios «cara a cara», nacerá en él un amor de tal profundidad y fuerza de concentración en Dios mismo, que absorberá completamente toda su subjetividad psicosomática.²
En base a todo lo estudiados explica el párrafo anterior.[/b]
[i]La vocación del hombre, creado a imagen y semejanza de Dios, es el amor, la libre e indisoluble donación de su ser, cuerpo y espíritu (corazón), a otro ser que lo recibe y se dona, recíprocamente, en una comunión de personas. En el hombre “histórico” esta vocación es afectada por la triple concupiscencia: su cuerpo y su espíritu luchan por prevalecer el uno sobre el otro. La gracia de Dios, don del Espíritu Santo como fruto de la redención, permite que el espíritu domine al cuerpo.
En la futura resurrección, terminada la historia terrena, vinculada al matrimonio y a la procreación, los hombres volverán a adquirir sus cuerpos, en su masculinidad y feminidad, en la perfección propia de la imagen y semejanza de Dios. Se establecerá un estado totalmente nuevo de la vida humana: su cuerpo y su espíritu en profunda armonía.
El hombre en el “otro mundo”, como fruto de la gracia, esto es, de la comunicación de Dios, en su misma divinidad, no sólo al alma, sino a toda la subjetividad psicosomática del hombre, participará en la vida íntima de Dios mismo, tendrá una visión de Dios «cara a cara», y alcanzará una "gama de experiencias" de la verdad y del amor, que nunca habría podido alcanzar en su vida terrena. El estado del hombre en el "otro mundo" será no sólo un estado de perfecta espiritualización, sino también de fundamental "divinización" de su humanidad. En este estado de gracia nacerá en el hombre un amor de tal profundidad y fuerza de concentración en Dios mismo, que hará resaltar, en forma plena, toda su subjetividad personal y psicosomática, sin absorberla. En el estado virginal del cuerpo tendrá expresión escatológica plena el significado esponsalicio del cuerpo.[/i]

[b]Profundizar además en esto: ³Las palabras con las que Cristo afirma que en el «otro mundo... no tomarán mujer ni marido», constituyen la base de estos contenidos de nuestra fe y, al mismo tiempo, requieren una adecuada interpretación precisamente a la luz de la fe. Debemos pensar en la realidad del «otro mundo» con las categorías del descubrimiento de una nueva, perfecta subjetividad de cada uno y, a la vez, del descubrimiento de una nueva, perfecta intersubjetividad de todos. Así, esta realidad significa el verdadero y definitivo cumplimiento de la subjetividad humana y sobre esta base la definitiva realización del significado «esponsalicio» del cuerpo².[/b]

[i]En nuestra fe profesamos la “comunión de los Santos” en conexión orgánica con la “resurrección de los muertos”, contenido que se fundamentan en las palabras de Cristo, en las que afirma que en el “otro mundo… no tomarán mujer ni marido”. En ellas se asegura la resurrección del hombre cuerpo y espíritu en un estado de fundamental “divinización” de su humanidad y plena participación en la vida íntima de Dios. Esto será el descubrimiento, en Dios, de todo el “cosmos”; el descubrimiento de sí, en la profundidad de la propia persona y en la unión, que es propia del mundo, de las personas en su constitución psicosomática (“comunión de los santos”).[/i]
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Re: 68. La comunión escatológica del hombre con Dios

Notapor BlancaElena » Vie Mar 14, 2014 1:27 pm

El don de si, la entrega a DIOS, en el estado esponsalicio o en la virginidad es el anticipo a los hijos de la Resurrección. "JESUS les dijo: Los hijos de este mundo, ellas y ellos se casan, sin embargo los que son dignos de alcanzar el otro mundo y la resurrección de los muertos, no se casan ni ellos ni ellas " Lucas 20, 34 - 35 . La autenticidad escatológica es superior a toda experiencia terrena. Por esto profesamos la fe en la comunión de los Santos y la Resurrección de los muertos. La perfecta comunión escatológica por amor a DIOS estará alimentada por la visión " cara a cara "
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Re: 68. La comunión escatológica del hombre con Dios

Notapor sandrop » Mar Mar 18, 2014 12:21 pm

Pregunta:
El recíproco don de sí mismo a Dios -don en el que el hombre concentrará y expresará todas las energías de la propia subjetividad personal y, a la vez psicosomática- será la respuesta al don de sí mismo por parte de Dios al hombre (1). En este recíproco don de sí mismo por parte del hombre, don que se convertirá, hasta el fondo y definitivamente, en beatificante, como respuesta digna de un sujeto personal al don de sí por parte de Dios, la «virginidad», o mejor, el estado virginal del cuerpo se manifestará plenamente como cumplimiento escatológico del significado «esponsalicio» del cuerpo, como el signo específico y la expresión auténtica de toda la subjetividad personal. Así, pues, esa situación escatológica, en la que «no tomarán mujer ni marido», tiene su fundamento sólido en el estado futuro del sujeto personal, cuando, después de la visión de Dios «cara a cara», nacerá en él un amor de tal profundidad y fuerza de concentración en Dios mismo, que absorberá completamente toda su subjetividad psicosomática.²
En base a todo lo estudiado explica el párrafo anterior.
Profundizar además en esto. ³Las palabras con las que Cristo afirma que en el «otro mundo... no tomarán mujer ni marido», constituyen la base de estos contenidos de nuestra fe y, al mismo tiempo, requieren una adecuada interpretación precisamente a la luz de la fe. Debemos pensar en la realidad del «otro mundo» con las categorías del descubrimiento de una nueva, perfecta subjetividad de cada uno y, a la vez, del descubrimiento de una nueva, perfecta intersubjetividad de todos. Así, esta realidad significa el verdadero y definitivo cumplimiento de la subjetividad humana y sobre esta base la definitiva realización del significado «esponsalicio» del cuerpo².

Respuesta

El ser humano bajo designio divino en este mundo tomara esposo el varón y mujer el varón, bajo la premisa del esponsalicio y los dos serán una sola carne. Ahora, frente a la situación de los saduceos frente a quien tomara por marido una mujer que bajo la ley de levirato tuvo como marido a siete hermanos, el divino maestro enseña que en la resurrección no será así, que no tomaran marido ni mujer sino que serán como ángeles. Entonces si la persona mantiene su masculinidad y feminidad en la resurrección en el sentido del cuerpo y del espíritu y si su aspecto psicosomático será resaltado el don de si otorgado en sentido esponsalicio se transforma en don de si a Dios plenitud absoluto que llena y conforta todas las aspiraciones del ser humano.
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Re: 68. La comunión escatológica del hombre con Dios

Notapor Carlos64 » Sab Mar 22, 2014 12:42 pm

Pregunta: "El recíproco don de sí mismo a Dios -don en el que el hombre concentrará y expresará todas las energías de la propia subjetividad personal y, a la vez psicosomática- será la respuesta al don de sí mismo por parte de Dios al hombre (1). En este recíproco don de sí mismo por parte del
hombre, don que se convertirá, hasta el fondo y definitivamente, en beatificante, como respuesta digna de un sujeto personal al don de sí por parte de Dios, la «virginidad», o mejor, el estado virginal del cuerpo se
manifestará plenamente como cumplimiento escatológico del significado «esponsalicio» del cuerpo, como el signo específico y la expresión auténtica de toda la subjetividad personal. Así, pues, esa situación escatológica, en la que «no tomarán mujer ni marido», tiene su fundamento sólido en el estado futuro del sujeto personal, cuando, después de la visión de Dios «cara a cara», nacerá en él un amor de tal profundidad y fuerza de concentración en Dios mismo, que absorberá completamente toda su subjetividad psicosomática.²
En base a todo lo estudiadoŠ explica el párrafo anterior.
Profundizar además en esto. ³Las palabras con las que Cristo afirma que en el «otro mundo... no tomarán mujer ni marido», constituyen la base de estos contenidos de nuestra fe y, al mismo tiempo, requieren una adecuada interpretación precisamente a la luz de la fe. Debemos pensar en la realidad
del «otro mundo» con las categorías del descubrimiento de una nueva, perfecta subjetividad de cada uno y, a la vez, del descubrimiento de una nueva, perfecta intersubjetividad de todos. Así, esta realidad significa el verdadero y definitivo cumplimiento de la subjetividad humana y sobre esta base la definitiva realización del significado «esponsalicio» del cuerpo²"


El tema da para una amplia reflexión. La visión beatífica de Dios, que implica la participación plena, perenne y perfecta en su Vida en tanto Misterio Eterno de Comunión inefable entre las Tres Divinas Personas, vendrá a resolverse en la vivencia plena de esta comunión divina desde la propia subjetividad; en otras palabras, la escatología cristiana nos remite a considerar la bienaventuranza futura como el estado en que el ser humano, hombre y mujer, desde su realidad característica como ente espiritual y somático, participará de forma plena, inimaginable e indescriptible para nosotros, de la Vida íntima de Dios, que es Comunión en el Amor. Y al decir de forma plena, decimos que no sólo su espíritu, sino también su cuerpo, mejor dicho, toda la persona humana en su individualidad psicosomática, vivirá esta experiencia beatífica de contemplar y participar del Misterio divino, de modo análogo a como lo contemplan y experimentan los ángeles ("y serán como los ángeles del cielo"). Y es en esta experiencia, esta visión beatifica que es mucho más que una visión pasiva (dado que conlleva participación activa, darse y recibir, donar y ser donado, comunicación absoluta), que se logrará el significado pleno del cuerpo en tanto instrumento de comunión, no tratándose ya de la comunión conyugal entre los esposos, atinente a la historia y a la procreación, sino de la comunión perfecta con Dios y con los demás bienaventurados, una comunión completamente trascendente que llenará por completo la experiencia vital (una experiencia vital gloriosa, definitiva, propia de la resurrección de la cual Cristo es primicia), de modo tal que todo cuanto es la persona humana, elevado ahora a la perfección por virtud de la Gracia divina, vivirá total y plenamente en Dios y desde Dios. Siendo así Dios nuestro todo al fin, pues Él será todo en todos, ya no tendrá sentido experimentar la gracia de la comunión en un plano inferior, siendo la visión beatífica precisamente la experiencia de dicha gracia en y desde su misma fuente que es Dios mismo. Haciendo paráfrasis de Santa Teresa de Jesús, teniendo a Dios de la forma indescriptiblemente gloriosa en que le tendremos, nada nos hará falta pues sólo Dios basta. Por ende, los aspectos procreativos, eróticos si se quiere, de nuestra comunión (conyugal) en el estado terreno ya no serán más, siendo al fin el cuerpo perfectamente subyugado a las realidades infinitamente superiores del espíritu, ahora inmerso en toda su plenitud humana en el Misterio de Dios.

Toda esta consideración de la realidad escatológica a la que tiende nuestra esperanza se nutre y fundamenta en la palabras mismas del Señor Jesús, quien es claro al afirmar a los saduceos que en el Paraíso "seremos como los ángeles del cielo". El Divino Maestro nos remite a ver, con los ojos de la fe, que nuestra vida eterna será la vida de una comunión perfecta con Dios, en Dios y desde Dios: comunión perfecta con Dios en su Misterio insondable que será, a su vez, comunión perfecta con nuestros hermanos. A esto en gran medida se refiere el apóstol de los gentiles cuando nos dice en I Corintios 13, 1-13 que en el mundo venidero será el amor el que permanecerá, entendido este amor como comunión en el Ágape desde la visión beatífica y para con la Iglesia triunfante. Y en todo esto se verificará el significado esponsalicio de nuestro cuerpo en una dimensión superior a la terrena, ya no ligado a la necesidad procreativa ni a la alianza conyugal entre el varón y la mujer, sino a la vivencia plena y eterna de la comunión con Dios y desde Dios con nuestros hermanos y hermanas.

Bendiciones en Cristo, doctora Pilar.
Discípulo de Cristo por amor del Padre y unción del Espíritu. Miembro de la Iglesia por gracia divina. Amar a Jesús es mi mayor alegría.

Dios te salve, María, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra.
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