69. Los hijos de la resurrección

En esta tercera y cuarta partes se toca la teología del cuerpo, la
resurrección de los cuerpos, la virginidad, el celibato,la abstinencia en el
matrimonio, la doctrina paulina sobre virginidad y matrimonio .

Esta parte consta 23 lecciones que se enviarán todos los martes y viernes a
partir del 14 de enero de 2014 , la última será el 1 de abril del 2014
.Estas son la tercera y cuarta partes de seis partes que se darán de manera
consecutiva e ininterrumpida. El curso completo se dará a lo largo de un año
y consta de:

Parte I: Principios del amor humano (23 lecciones)

Parte II: La purificación del corazón (40 lecciones)

Parte III: La resurrección de la carne (9 lecciones)

Parte IV: La virginidad cristiana (14 lecciones)

Parte V: El sacramento del matrimonio (27 lecciones)

Parte VI: Amor y fecundidad (16 lecciones)

Este curso tiene el objetivo de difundir la catequesis del amor humano,
también conocida como Teología del Cuerpo.

Moderadores: raulalonso, tito, Catholic.net, gache, Moderadores Animadores

69. Los hijos de la resurrección

Notapor pilar calva » Jue Ene 16, 2014 6:04 pm

69. Los hijos de la resurrección

Las palabras con las que Cristo se refiere a la futura resurrección -palabras confirmadas de modo singular con su propia resurrección-, completan lo que en las presentes reflexiones hemos venido llamando «revelación del cuerpo».

(13-I-82/17-I-82)

1. "Cuando resuciten... ni se casará ni serán dadas en matrimonio, sino que serán como ángeles en los cielos" (Mc 12, 25, análogamente Mt 22, 30). "...Son semejantes a los ángeles e hijos de Dios, siendo hijos de la resurrección" (Lc 20, 36).

Las palabras con las que Cristo se refiere a la futura resurrección -palabras confirmadas de modo singular con su propia resurrección-, completan lo que en las presentes reflexiones hemos venido llamando "revelación del cuerpo". Esta revelación penetra, por así decirlo, en el corazón mismo de la realidad que experimentamos, y esta realidad es, sobre todo, el hombre, su cuerpo: el cuerpo del hombre "histórico". A la vez, dicha revelación nos permite superar la esfera de esta experiencia en dos direcciones. Primero, en la dirección del "principio" al que Cristo se refiere en su conversación con los fariseos respecto a la indisolubilidad del matrimonio (cf. Mt 19, 3-8): luego, en la dirección del "mundo futuro", al que el Maestro orienta los espíritus de sus oyentes en presencia de los saduceos, que "niegan la resurrección" (Mt 22, 23).

2. El hombre no puede alcanzar, con los solos métodos empíricos y racionales, ni la verdad sobre ese "principio" del que habla Cristo, ni la verdad escatológica. Sin embargo, ¿acaso no se puede afirmar que el hombre lleva, en cierto sentido, estas dos dimensiones en lo profundo de la experiencia del propio ser, o mejor que de algún modo está encaminado hacia ellas como hacia dimensiones que justifican plenamente el significado mismo de su ser cuerpo, esto es, de su ser hombre "carnal"? Por lo que se refiere a la dimensión escatológica, ¿acaso no es verdad que la muerte misma y la destrucción del cuerpo pueden conferir al hombre un significado elocuente sobre la experiencia en la que se realiza el sentido personal de la existencia? Cuando Cristo habla de la resurrección futura, sus palabras no caen en el vacío.

La experiencia de la humanidad, y especialmente la experiencia del cuerpo, permiten al oyente unir a esas palabras la imagen de su nueva existencia en el "mundo futuro", a la que la experiencia terrena suministra el substrato y la base. Es posible una reconstrucción teológica correlativa.

3. Para la construcción de esta imagen -que, en cuanto al contenido, corresponde al artículo de nuestra profesión de fe: "creo en la resurrección de los muertos"- contribuye en gran manera la conciencia de que hay una conexión entre la experiencia terrena y toda la dimensión del "principio" bíblico del hombre en el mundo. Si en el principio Dios "los creó varón y mujer" (Gén 1, 27), si en esta dualidad relativa al cuerpo previó también una unidad tal, por la que "serán una sola carne" (Gén 2, 24), si vinculó esta unidad a la bendición de la fecundidad, o sea, de la procreación (cf. Gén 1, 29), y si ahora, al hablar ante los saduceos de la futura resurrección, Cristo explica que en el "otro mundo" "no tomarán mujer ni marido", entonces está claro que se trata aquí de un desarrollo de la verdad sobre el hombre mismo. Cristo señala su identidad, aunque esta identidad se realice en la experiencia escatológica de modo diverso respecto a la experiencia del "principio" mismo y de toda la historia. Y sin embargo, el hombre será siempre el mismo, tal como salió de las manos de su Creador y Padre. Cristo dice: "No tomarán mujer ni marido", pero no afirma que este hombre del "mundo futuro" no será ya varón ni mujer, como lo fue "desde el principio".

Es evidente, pues, que el significado de ser, en cuanto al cuerpo, varón o mujer en el "mundo futuro", hay que buscarlo fuera del matrimonio y de la procreación, pero no hay razón alguna para buscarlo fuera de lo que (independientemente de la bendición de la procreación) se deriva del misterio mismo de la creación y que luego forma también la más profunda estructura de la historia del hombre en la tierra, ya que esta historia ha quedado profundamente penetrada por el misterio de la redención.

4. En su situación originaria, el hombre, pues, está solo y, a la vez, se convierte en varón y mujer: unidad de los dos. En su soledad "se revela" a sí como persona para revelar simultáneamente, en la unidad de los dos, la comunión de las personas. En uno o en otro estado, el ser humano se constituye como imagen y semejanza de Dios. Desde el principio el hombre es también cuerpo entre los cuerpos, y en la unidad de los dos se convierte en varón y mujer, descubriendo el significado "esponsalicio" de su cuerpo a medida de sujeto personal.

Luego el sentido de ser cuerpo y, en particular, de ser en el cuerpo varón y mujer, se vincula con el matrimonio y la procreación (es decir, con la paternidad y la maternidad). Sin embargo, el significado originario y fundamental de ser cuerpo, como también de ser, en cuanto cuerpo, varón y mujer -es decir, precisamente el significado "esponsalicio"- está unido con el hecho de que el hombre es creado como persona y llamado a la vida "in communione personarum". El matrimonio y la procreación en sí misma no determinan definitivamente el significado originario y fundamental del ser cuerpo ni del ser, en cuanto cuerpo, varón y mujer.

El matrimonio y la procreación solamente dan realidad concreta a ese significado en las dimensiones de la historia. La resurrección indica el final de la dimensión histórica. Y he aquí que las palabras "cuando resuciten de entre los muertos... ni se casarán ni serán dadas en matrimonio" (Mc 12, 25) expresan unívocamente no sólo qué significado no tendrá el cuerpo humano en el "mundo futuro", sino que nos permiten también deducir que ese significado "esponsalicio" del cuerpo en la resurrección en la vida futura corresponderá de modo perfecto tanto al hecho de que el hombre, como varón-mujer, es persona creada a "imagen y semejanza de Dios", como al hecho de que esta imagen se realiza en la comunión de las personas. El significado "esponsalicio" de ser cuerpo se realizará, pues, como significado perfectamente personal y comunitario a la vez.

5. Al hablar del cuerpo glorificado por medio de la resurrección en la vida futura, pensamos en el hombre, varón-mujer, en toda la verdad de su humanidad: el hombre que, juntamente con la experiencia escatológica del Dios vivo (en la visión "cara a cara"), experimentará precisamente este significado del propio cuerpo. Se tratará de una experiencia totalmente nueva y, a la vez, no será extraña, en modo alguno, a aquello en lo que el hombre ha tenido parte "desde el principio", y ni siquiera a aquello que, en la dimensión histórica de su existencia, ha constituido en él la fuente de la tensión entre el espíritu y el cuerpo, y que se refiere más que nada precisamente al significado procreador del cuerpo y del sexo.

El hombre del "mundo futuro" volverá a encontrar en esta nueva experiencia del propio cuerpo precisamente la realización de lo que llevaba en sí perenne e históricamente, en cierto sentido, como heredad y, aun más, como tarea y objetivo, como contenido del ethos.

6. La glorificación del cuerpo, como fruto escatológico de su espiritualización divinizante, revelará el valor definitivo de lo que desde el principio debía ser un signo distintivo de la persona creada en el mundo visible, como también un medio de la comunicación recíproca entre las personas y una expresión auténtica de la verdad y del amor, por los que se construye la communio personarum. Ese perenne significado del cuerpo humano, al que la existencia de todo hombre, marcado por la heredad de la concupiscencia, ha acarreado necesariamente una serie de limitaciones, luchas y sufrimientos, se descubrirá entonces de nuevo, y se descubrirá en tal sencillez y esplendor, a la vez, que cada uno de los participantes del "otro mundo" volverá a encontrar en su cuerpo glorificado la fuente de la libertad del don. La perfecta "libertad de los hijos de Dios" (cf. Rom 8, 14) alimentará con ese don también cada una de las comuniones que constituirán la gran comunidad de la comunión de los santos.

7. Resulta demasiado evidente que -a base de las experiencias y conocimientos del hombre en la temporalidad, esto es, en "este mundo"- es difícil construir una imagen plenamente adecuada del "mundo futuro". Sin embargo, al mismo tiempo, no hay duda de que, con la ayuda de las palabras de Cristo, es posible y asequible, al menos, una cierta aproximación a esta imagen. Nos servimos de esta aproximación teológica, profesando nuestra fe en la "resurrección de los muertos" y en la "vida eterna", como también la fe en la "comunión de los santos", que pertenece a la realidad del "mundo futuro".

8. Al concluir esta parte de nuestras reflexiones, conviene constatar una vez más que las palabras de Cristo referidas por los Evangelios sinópticos (Mt 22, 30; Mc 12, 25; Lc 20, 34-35) tienen un significado determinante no sólo por lo que concierne a las palabras del libro del Génesis (a las que Cristo se refiere en otra circunstancia), sino también por lo que respecta a toda la Biblia. Estas palabras nos permiten, en cierto sentido, revisar de nuevo -esto es, hasta el fondo- todo el significado revelado del cuerpo, el significado de ser hombre, es decir, persona "encarnada", de ser, en cuanto cuerpo, varón-mujer. Estas palabras nos permiten comprender lo que puede significar, en la dimensión escatológica del "otro mundo", esa unidad en la humanidad, que ha sido constituida "en el principio" y que las palabras del Génesis 2, 24 ("el hombre... se unirá a su mujer y los dos serán una sola carne"), pronunciadas en el acto de la creación del hombre como varón y mujer, parecían orientar, si no completamente, al menos, en todo caso, de manera especial hacia "este mundo". Dado que las palabras del libro del Génesis eran como el umbral de toda la teología del cuerpo -umbral sobre el que se basó Cristo en su enseñanza sobre el matrimonio y su indisolubilidad- entonces hay que admitir que sus palabras referidas por los sinópticos son como un nuevo umbral de esta verdad integral sobre el hombre, que volvemos a encontrar en la Palabra revelada de Dios. Es indispensable que nos detengamos en este umbral, si queremos que nuestra teología del cuerpo -y también nuestra "espiritualidad del cuerpo"- puedan servirse de ellas como de una imagen completa.

Pregunta:
El matrimonio y la procreación en sí misma no determinan
definitivamente el significado originario y fundamental del ser cuerpo ni
del ser, en cuanto cuerpo, varón y mujer. El matrimonio y la procreación
solamente dan realidad concreta a ese significado en las dimensiones de la
historia. La resurrección indica el final de la dimensión históricaŠ² ¿Qué
nos da a entender esto? ¿Qué lo determina?
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Re: 69. Los hijos de la resurrección

Notapor lindoro50 » Vie Ene 31, 2014 1:44 pm

El matrimonio y la procreación en sí misma no determinan definitivamente el significado originario y fundamental del ser cuerpo ni del ser, en cuanto cuerpo, varón y mujer. El matrimonio y la procreación solamente dan realidad concreta a ese significado en las dimensiones de la historia. La resurrección indica el final de la dimensión histórica. ¿Qué nos da a entender esto?

Que la glorificación del cuerpo, revelará el valor definitivo de lo que desde el principio debía ser el signo distintivo de la persona creada en el mundo visible, así como un medio de comunicación recíproca entre las personas y una expresión auténtica de la verdad y del amor, por los que se construye la comunión de personas. Ese perenne significado del cuerpo humano, al que la existencia de todo hombre, marcado por la heredad de la concupiscencia, ha acarreado necesariamente una serie de limitaciones, luchas y sufrimientos, se descubrirá entonces de nuevo en tal sencillez y esplendor, que cada uno de los participantes del "otro mundo" volverá a encontrar en su cuerpo glorificado la fuente de la libertad del don.

¿Qué lo determina?

Las palabras del Génesis 2, 24 ("el hombre... se unirá a su mujer y los dos serán una sola carne"), pronunciadas en el acto de la creación del hombre como varón y mujer, orientan, si no completamente, al menos, de manera especial hacia el mundo escatológico. Dichas palabras del Génesis sobre la teología del cuerpo - sobre el que se basó Cristo en su enseñanza sobre el matrimonio y su indisolubilidad- son como un nuevo umbral de esta verdad integral sobre el hombre, que volvemos a encontrar en la Palabra revelada de Dios.
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Re: 69. Los hijos de la resurrección

Notapor Maria 2 » Vie Ene 31, 2014 6:21 pm

El matrimonio y la procreación en sí misma no determinan definitivamente el significado originario y fundamental del ser cuerpo ni del ser, en cuanto cuerpo, varón y mujer. El matrimonio y la procreación solamente dan realidad concreta a ese significado en las dimensiones de la historia. La resurrección indica el final de la dimensión histórica. ¿Qué nos da a entender esto? ¿Qué lo determina?

La glorificación del cuerpo revelará el valor definitivo de lo que desde el principio debería de ser el signo distintivo de cada persona creada en el mundo terrenal; el significado del cuerpo humano ha sido marcado por la concupiscencia heredada que ha acarreado una serie de limitaciones, luchas y sufrimientos, pero terminará descubriendo de nuevo tal sencillez y esplendor que cada uno de los participantes del "otro mundo" volverá a encontrar en su cuerpo glorificado la fuente de la libertad del don.

Lo determinan las palabras del Génesis 2, 24 ("el hombre... se unirá a su mujer y los dos serán una sola carne"), estas palabras pronunciadas en la creación del hombre como varón y mujer, orientan de manera especial hacia el mundo escatológico sobre la teología del cuerpo - sobre el que se basó Cristo en su enseñanza del matrimonio y su indisolubilidad.

Un abrazo y hasta pronto.
Maria 2
 
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Re: 69. Los hijos de la resurrección

Notapor garu » Vie Ene 31, 2014 8:48 pm

Efectivamente, la resurrección marca el fin de la dimensión histórica del hombre, nuestra actual dimensión. Jesús nos da entender con sus palabras “cuando resuciten de entre los muertos... ni se casarán ni serán dadas en matrimonio", que nuestra vida futura será la perfección del significado esponsalicio del cuerpo, ya que el hombre, varón-mujer, creado a imagen y semejanza de Dios, se realizará, como dijera antes, de manera perfecta, en la comunión tanto personal como comunitaria. Lo anterior está determinado por las palabras mismas de Jesús, que nos permiten atisbar el verdadero significado del cuerpo y el significado de ser hombre, varón-mujer, así como el significado de la unidad a que hace referencia el Génesis y a la unidad en la dimensión escatológica del “otro mundo”.
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Re: 69. Los hijos de la resurrección

Notapor Jeanette Palacios » Mar Feb 04, 2014 3:11 am

El matrimonio y la procreación en sí misma no determinan definitivamente el significado originario y fundamental del ser cuerpo ni del ser, en cuanto cuerpo, varón y mujer. El matrimonio y la procreación solamente dan realidad concreta a ese significado en las dimensiones de la historia. La resurrección indica el final de la dimensión históricaŠ²
¿Qué nos da a entender esto?
nos da a entender que El significado esponsalicio de ser cuerpo se realiza como significado perfectamente personal y comunitario y a la vez el hombre del mundo futuro volvera a encontrar en esta nueva experiencia del cuerpo precisamente la realizacion de lo que lleva en si perennne e historicamente como heredad y aun mas como tarea y objetivo,como contenido del Ethos.

¿Qué lo determina?
Que cada uno de los participantes del otro mundo volveran a encontrar en su cuerpo glorificado la fuente de la libertad del don. La perfecta libertad de los hijos de Dios (Rom 8,14) alimentara con ese don tambien cada una de las comuniones que construiran la gran comunidad de la comunion de los Santos.
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Re: 69. Los hijos de la resurrección

Notapor Silviamaria » Mar Feb 04, 2014 4:11 pm

Esto nos da a entender que con la resurrección pasamos a otra dimensión, acaba nuestra vida en la tierra y entramos en comunión completa con Dios.

Lo determina el encuentro con el comienzo de nuestra creación, tendremos libertad espiritual y al no existir cuerpo material no habrá procreación ni varón ni mujer. Seremos como ángeles, volveremos a nuestra existencia original.
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Re: 69. Los hijos de la resurrección

Notapor patricio » Mié Feb 05, 2014 10:57 pm

Pregunta:
El matrimonio y la procreación en sí misma no determinan definitivamente el significado originario y fundamental del ser cuerpo ni del ser, en cuanto cuerpo, varón y mujer. El matrimonio y la procreación solamente dan realidad concreta a ese significado en las dimensiones de la historia. La resurrección indica el final de la dimensión histórica
¿Qué nos da a entender esto?
Es evidente, pues, que el significado de ser, en cuanto al cuerpo, varón o mujer en el "mundo futuro", hay que buscarlo fuera del matrimonio y de la procreación, pero no hay razón alguna para buscarlo fuera de lo que se deriva del misterio mismo de la creación y que luego forma también la más profunda estructura de la historia del hombre en la tierra, ya que esta historia ha quedado profundamente penetrada por el misterio de la redención.
He aquí, que las palabras "cuando resuciten de entre los muertos ni se casarán ni serán dadas en matrimonio" (Mc 12, 25) expresan unívocamente no sólo qué significado no tendrá el cuerpo humano en el "mundo futuro", sino que nos permiten también deducir que ese significado "esponsalicio" del cuerpo en la resurrección en la vida futura corresponderá de modo perfecto tanto al hecho de que el hombre, como varón-mujer, es persona creada a "imagen y semejanza de Dios", como al hecho de que esta imagen se realiza en la comunión de las personas. El significado "esponsalicio" de ser cuerpo se realizará, pues, como significado perfectamente personal y comunitario a la vez.
¿Qué lo determina?
La glorificación del cuerpo, como fruto escatológico de su espiritualización divinizante, revelará el valor definitivo de lo que desde el principio debía ser un signo distintivo de la persona creada en el mundo visible, como también un medio de la comunicación recíproca entre las personas y una expresión auténtica de la verdad y del amor, por los que se construye la communio personarum. Ese perenne significado del cuerpo humano, al que la existencia de todo hombre, marcado por la heredad de la concupiscencia, ha acarreado necesariamente una serie de limitaciones, luchas y sufrimientos, se descubrirá entonces de nuevo, y se descubrirá en tal sencillez y esplendor, a la vez, que cada uno de los participantes del "otro mundo" volverá a encontrar en su cuerpo glorificado la fuente de la libertad del don. La perfecta "libertad de los hijos de Dios" (cf. Rom 8, 14) alimentará con ese don también cada una de las comuniones que constituirán la gran comunidad de la comunión de los santos.
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Re: 69. Los hijos de la resurrección

Notapor NELSON » Jue Feb 06, 2014 2:50 pm

El matrimonio y la procreación en sí misma no determinan
definitivamente el significado originario y fundamental del ser cuerpo ni
del ser, en cuanto cuerpo, varón y mujer. El matrimonio y la procreación
solamente dan realidad concreta a ese significado en las dimensiones de la
historia. La resurrección indica el final de la dimensión histórica² ¿Qué
nos da a entender esto?
El significado originario y fundamental de ser cuerpo, como también de ser, en cuanto cuerpo, varón y mujer -es decir, precisamente el significado "esponsalicio"-está unido con el hecho de que el hombre es creado como persona y llamado a la vida "in communione personarum". El matrimonio y la procreación en sí misma no determinan definitivamente el significado originario y fundamental del ser cuerpo ni del ser, en cuanto cuerpo, varón y mujer.
¿Qué lo determina?
Resulta demasiado evidente que -a base de las experiencias y conocimientos del hombre en la temporalidad, esto es, en "este mundo"- es difícil construir una imagen plenamente adecuada del "mundo futuro". Sin embargo, al mismo tiempo, no hay duda de que, con la ayuda de las palabras de Cristo, es posible y asequible, al menos, una cierta aproximación a esta imagen. Nos servimos de esta aproximación teológica, profesando nuestra fe en la "resurrección de los muertos" y en la "vida eterna", como también la fe en la "comunión de los santos", que pertenece a la realidad del "mundo futuro".
NELSON LÓPEZ BUITRAGO - COLOMBIA
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Re: 69. Los hijos de la resurrección

Notapor mariaines » Jue Feb 06, 2014 6:15 pm

El matrimonio y la procreación en sí misma no determinan
definitivamente el significado originario y fundamental del ser cuerpo ni
del ser, en cuanto cuerpo, varón y mujer. El matrimonio y la procreación
solamente dan realidad concreta a ese significado en las dimensiones de la
historia. La resurrección indica el final de la dimensión histórica² ¿Qué
nos da a entender esto?
Entendemos que con la resurrección se pasa a otra dimensión, entramos en comunión plena con Dios. Seremos libres y no existira el cuerpo material y por lo tanto no habra procereacion. Seremos como angeles
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Re: 69. Los hijos de la resurrección

Notapor Mary Jo » Vie Feb 07, 2014 12:16 am

El matrimonio y la procreación en sí misma no determinan definitivamente el significado originario y fundamental del ser cuerpo ni del ser, en cuanto cuerpo, varón y mujer. El matrimonio y la procreación solamente dan realidad concreta a ese significado en las dimensiones de la historia. La resurrección indica el final de la dimensión histórica.
¿Qué nos da a entender esto?
Nos da a entender que el significado de ser varón y mujer en el “mundo futuro” hay que buscarlo fuera del matrimonio y de la procreación. El matrimonio y la procreación solamente dan realidad concreta a ese significado en las dimensiones de la historia. La resurrección indica el final de la dimensión histórica.
¿Qué lo determina?
El significado originario y fundamental del ser cuerpo varón y mujer lo ha determinado Dios al crearlos a su imagen y semejanza y no llegarán a su plenitud, hasta tener un encuentro “cara a cara” con Él.
Mary Jo
 
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Re: 69. Los hijos de la resurrección

Notapor maguie » Vie Feb 07, 2014 2:27 pm

La resurrección indica el final de la dimensión histórica, esto quiere decir que el propósito del cuerpo en el ser humana cambiará en el hombre escatológico; en ese momento el cuerpo de cada personas, con su masculinidad o feminidad y todas sus características personales -toda su verdad subjetiva psicosomática- estarán en la disposición de entregar al Otro -Dios- como respuesta a la entrega previa de Dios a cada uno y para realizarlo la persona concreta utilizará todas sus potencias contenidas en alma y cuerpo.

Esto lo determina el hecho de que Cristo dijo 'no se casarán, ni serán dadas en matrimonio' dando a entender que ne el mundo escatológico el matrimonio, como lo conocemos hoy no será necesario, pero el cuerpo sí.
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Re: 69. Los hijos de la resurrección

Notapor virginia castro » Sab Feb 08, 2014 12:53 pm

Virginia Castro #69
( nota: creo que esta leccion debio haber sido 68 y la 68 69; se hubiera entendido major la supuesta 68, Gracias)

Que nos da a entender esto?

Al hablar del cuerpo glorificado por medio de la resurreccion en la vida futura, pensamos en el ser humano ya sea varon- mujer: el ser humano junto a la experiencia escatologica del Dios vivo (en la vision cara a cara) entendera el significado del cuerpo propio. Sera una experiencia completamente nueva pero no extrana, ya que de todos modos el ser humano "desde el principio " en la dimension historica de su existencia ha sido la fuente de la tension entre el espiritu y el cuerpo y se refiere mas que nada al significado procreador del cuerpo y del sexo.
Que lo determina?
Los evangelios sinopticos nos hablan mucho de Cristo y nombra citas bien claras al respect (Mt 22,30; Mc 12, 25; Lc 20, 34-35). El significado delser humano, nos da a ver que somos "encarnados" de ser en cuanto a varon- mujer y en Genesis 2, 24 ( el hombre se unira a su mujer y los dos seran una sola carne) pronunciadas ante el acto de la creacion del hombre como varon-mujer, nos orientaron en el "mundo" ya que las palabras del Genesis, fueron el camino de luz a la teologia del cuerpo, sobre el cual Cristo baso su ensenanza sobre el matrimonio y su indisolubilidad y admitir que sus palabras , referidas en los sinopticos son un Nuevo umbral de esta verdad integral sobre el hombre que volvemos a encontrar en la Palabra revelada de Dios y asi debemos detenernos en esta parte para entender nuestra teologia del cuerpo y de nuestra "espiritualidad al cuerpo" para tener la imagen completa.
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Re: 69. Los hijos de la resurrección

Notapor maandreuster » Dom Feb 09, 2014 9:19 pm

El matrimonio y la procreación en sí misma no determinan
definitivamente el significado originario y fundamental del ser cuerpo ni
del ser, en cuanto cuerpo, varón y mujer. El matrimonio y la procreación
solamente dan realidad concreta a ese significado en las dimensiones de la
historia. La resurrección indica el final de la dimensión históricaŠ² ¿Qué
nos da a entender esto? ¿Qué lo determina?
El hombre que resucita es un angel en que su dimensión espiritual se realiza, en el mundo actual (en el sentido de potencia actualizada de Aristoteles) nos unimos en matrimonio para poder procrear y formar una familia que le de estabilidad a nuestra vida y continuida a la organización de la sociedad para tener un orden.
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Re: 69. Los hijos de la resurrección

Notapor MA SOCORRO A REYES L » Vie Feb 14, 2014 9:03 pm

Creo en la resurrección de los muertos. El significado de ser, en cuanto al cuerpo, varón o mujer en el "mundo futuro", hay que buscarlo fuera del matrimonio y de la procreación, pero no hay razón alguna para buscarlo fuera de lo que se deriva del misterio mismo de la creación y que luego forma también la más profunda estructura de la historia del hombre en la tierra, ya que esta historia ha quedado profundamente penetrada por el misterio de la redención. El ser humano se constituye como imagen y semejanza de Dios. Desde el principio el hombre es también cuerpo entre los cuerpos, y en la unidad de los dos se convierte en varón y mujer, descubriendo el significado esponsalicio de su cuerpo a medida de sujeto personal. El matrimonio y la procreación solamente dan realidad concreta a ese significado en las dimensiones de la historia. La resurrección indica el final de la dimensión histórica. El hombre que, juntamente con la experiencia escatológica del Dios vivo, en la visión "cara a cara", experimentará precisamente este significado del propio cuerpo. Se tratará de una experiencia totalmente nueva y, a la vez, no será extraña, en modo alguno, a aquello en lo que el hombre ha tenido parte "desde el principio", y ni siquiera a aquello que, en la dimensión histórica de su existencia, ha constituido en él la fuente de la tensión entre el espíritu y el cuerpo, y que se refiere más que nada precisamente al significado procreador del cuerpo y del sexo.
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Re: 69. Los hijos de la resurrección

Notapor maandreuster » Sab Feb 15, 2014 4:37 pm

El hombre y la mujer dan vida terrenal al hombre que en la resurección se actualiza su potencia de espiritualidad y realizacion plena
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Re: 69. Los hijos de la resurrección

Notapor yaluz » Jue Feb 20, 2014 8:21 pm

Pregunta:
El matrimonio y la procreación en sí misma no determinan
definitivamente el significado originario y fundamental del ser cuerpo ni
del ser, en cuanto cuerpo, varón y mujer. El matrimonio y la procreación
solamente dan realidad concreta a ese significado en las dimensiones de la
historia. La resurrección indica el final de la dimensión históricaŠ² ¿Qué
nos da a entender esto? ¿Qué lo determina?

R:
Al resucitar, dejamos al hombre histórico, al de la concupiscencia, para pasar al mundo futuro, esto según sea nuestra experiencia terrena
El significado originario y fundamental de ser cuerpo, como también de ser, en cuanto cuerpo, varón y mujer -es decir, precisamente el significado "esponsalicio"- está unido con el hecho de que el hombre es creado como persona y llamado a la vida "in communione personarum” Esto lo determina! Creo que en el mundo futuro, somos parte de la humanidad, hombre varón mujer, a imagen y semejanza de Dios en intima unión con Dios y con todos los resucitados. La comunión de los santos, es la interrelación comunitaria con Dios Trino y todos, somos uno, como al principio, como bien dice Juan Pablo II, se descubre en sencillo y esplendoroso, una nueva experiencia que para nada le es extraña, pues fue como dije antes, “como al principio”
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Re: 69. Los hijos de la resurrección

Notapor b. gabriel reyes reyes » Mar Mar 04, 2014 8:17 pm

[b]El matrimonio y la procreación en sí misma no determinan definitivamente el significado originario y fundamental del ser cuerpo ni del ser, en cuanto cuerpo, varón y mujer. El matrimonio y la procreación solamente dan realidad concreta a ese significado en las dimensiones de la historia. La resurrección indica el final de la dimensión histórica² ¿Qué nos da a entender esto? ¿Qué lo determina?[/b]
[i]El texto arriba citado nos da a entender que el significado originario y fundamental del ser cuerpo, y del ser cuerpo, en cuanto varón y mujer, es la comunión-“communio personarum” fruto de la donación libre, personal, total, irrevocable- . Este significado lo determina la comunión con Dios (divinización del hombre creado a su imagen y semejanza) y, en Él con todos los hombres (“comunión de los santos”). Podremos alcanzar esta comunión en la resurrección, al concluir la historia del hombre penetrada por el misterio de la redención.
El matrimonio y la procreación solamente dan realidad concreta a ese significado originario y fundamental del ser cuerpo en las dimensiones de la historia, en el caminar por este mundo hacia nuestro destino final, como remedio a la soledad original del hombre.[/i]
b. gabriel reyes reyes
 
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Re: 69. Los hijos de la resurrección

Notapor BlancaElena » Vie Mar 14, 2014 3:25 pm

El matrimonio y la procreación en sí misma no determinan definitivamente el significado originario y fundamental del ser cuerpo ni del ser, en cuanto cuerpo, varón y mujer. El matrimonio y la procreación solamente dan realidad concreta a ese significado en las dimensiones de la historia. La resurrección indica el final de la dimensión histórica ?

La Resurrección es la continuidad de esa dimensión histórica pero ya con cuerpos glorificados. Es la experiencia humana que va hacia el mundo futuro porque el hombre es el mismo. El misterio de la redención se contempla en el propio cuerpo de manera diferente, ya no en el principio sino en el mundo futuro.

¿Qué nos da a entender esto? ¿Qué lo determina ?

Nos da a entender la verdad del mundo futuro enunciado por JESUS a los saduceos que no creían en la Resurrección, sobre la Resurrección de los muertos, la comunión de los Santos y la vida eterna. Lo determina según lo expresado en los Evangelios Sinópticos "serán semejantes a los ángeles" y " no tomarán mujer ni marido ". Hijos de la Resurrección con la sencillez y esplendor de cuerpos glorificados.
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Re: 69. Los hijos de la resurrección

Notapor sandrop » Mar Mar 18, 2014 12:27 pm

Pregunta:
El matrimonio y la procreación en sí misma no determinan
definitivamente el significado originario y fundamental del ser cuerpo ni
del ser, en cuanto cuerpo, varón y mujer. El matrimonio y la procreación
solamente dan realidad concreta a ese significado en las dimensiones de la
historia. La resurrección indica el final de la dimensión histórica² ¿Qué
nos da a entender esto? ¿Qué lo determina?
Esto nos da a entender que las realidades últimas del ser humano varían ligeramente, esto es, la esponsabilidad, la unicidad y la procreación dimensiones históricas de esta realidad, aun conservando la masculinidad y feminidad del cuerpo y alma glorificados en la resurrección, el ser humano direcciona esa esponsabilidad y unicidad mas el don de sí mismo y manteniendo su subjetividad al Todopoderoso convertido para nosotros en plenitud y gozo de esa presencia divina.
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Re: 69. Los hijos de la resurrección

Notapor Carlos64 » Sab Mar 22, 2014 2:04 pm

Pregunta: "El matrimonio y la procreación en sí misma no determinan definitivamente el significado originario y fundamental del ser cuerpo ni del ser, en cuanto cuerpo, varón y mujer. El matrimonio y la procreación solamente dan realidad concreta a ese significado en las dimensiones de la historia. La resurrección indica el final de la dimensión históricaŠ² ¿Qué nos da a entender esto? ¿Qué lo determina?"

El significado esencial de que seamos seres corpóreos, en los cuales se verifica la unidad psicosomática de cuerpo y espíritu, no descansa de forma fundamental (desde un Principio en la prehistoria teológica, ni en lo concerniente al futuro escatológico definitivo) en la comunión conyugal ni en la procreación que le es inherente, sino en el hecho de ser desde esa unidad psicosomática imagen y semejanza de Dios, esto es, personas llamadas a la comunión desde su realidad corporal y a través precisamente de la misma. El cuerpo, ligado al matrimonio desde la experiencia de nuestro devenir histórico, está primeramente ligado al don de sí que posibilita la comunión en el amor, y estará ligado a la entera y perfecta libertad de este don en la Resurrección. Es por ello que la vivencia corporal del ágape trasciende toda referencia al amor carnal en el estado de bienaventuranza definitivo que esperamos, de manera que nuestro cuerpo glorioso, resucitado en virtud de la gracia redentora de Cristo, el Primer Resucitado, libre al fin de la tensión que implica la lucha virtuosa contra la concupiscencia y sus distorsiones, será el instrumento perfecto para la expresión de la verdad y el amor por medio del don de sí y la comunión perfecta con Dios y con los santos.

El ethos de nuestro ser más profundo en tanto imagen y semejanza de Dios, el ethos de nuestra humanidad en tanto corpórea, hombres y mujeres, no se circunscribe a nuestra realidad histórica sino que hunde sus cimientos en el Principio tal como fue dispuesto desde la eternidad por Dios, y que hallará de nuevo su expresión plena, ahora más plena por cuanto será así en virtud de la Resurrección del Verbo hecho Hombre, en el futuro escatológico. Llamados desde un principio a vivir el amor como comunidad, como don de sí, desde y en nuestra realidad psicosomática, lo viviremos a plenitud cuando resucitemos de entre los muertos y gocemos de la visión beatífica de Dios y del Amor de Dios, que es comunión perfecta, en todo y en todos. El amor divino hecho comunión es anterior y será posterior a toda forma histórica de amor, incluido el amor conyugal.

Lo que determina todo esto es la Revelación misma de la Nueva Alianza a través de las palabras de Cristo, particularmente las referidas al futuro escatológico de la humanidad. Con estas palabras, el Redentor abre una nueva perspectiva --un nuevo umbral-- a la teología del cuerpo, uniendo las verdades fundamentales del Principio con la realidad futura, de tal manera que toda la dimensión escatológica viene a entenderse como un retorno definitivo al plan originario de Dios respecto al hombre. La historia viene a ser trascendida, superada, y el significado del cuerpo se da en virtud de la comunión perfecta de la subjetividad humana con Dios y de la comunión intersubjetiva perfecta, cuya perfección en su caso será reflejo y extensión de la primera.

Dios la bendiga.
Discípulo de Cristo por amor del Padre y unción del Espíritu. Miembro de la Iglesia por gracia divina. Amar a Jesús es mi mayor alegría.

Dios te salve, María, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra.
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