por susanabernabe » Lun Feb 10, 2014 10:29 pm
1.-¿Qué elementos corresponderían a la felicidad según el autor Julián Marías?
En su libro “La felicidad humana”, Julián Marías expresa que la felicidad es una situación compleja, porque reúne ingredientes materiales y factores dinámicos, además esta se encuentra inmersa en nuestra vida, siempre estamos buscándola.
Según dicho autor, es preocupante una situación frecuente en el pensamiento de nuestro tiempo, y que se podría llamar las «grandes ausencias» para temas capitales: felicidad, persona, vida humana, libertad, muerte (quiero decir muerte personal, porque de la biológica sí se habla), los temas nombrados se refieren a realidades que no son «cosas», y hay una convicción tácita, no expresada, pero muy arraigada, de que la realidad son cosas.
Julian Marias parte del uso lingüístico de la palabra, dado que es revelador: nos remite directamente a lo que se entiende cuando se nombra una realidad; las diversas acepciones de una misma palabra descubren flancos o aspectos de la realidad en cuestión, y el hecho de que se usen diversos nombres señala otros tantos puntos de vista o perspectivas sobre esa realidad. Esto ocurre en las diferentes lenguas, pero las correspondencias no son automáticas, y cada lengua revela una actitud peculiar.
En español las palabras que nombran o sugieren la felicidad, además de esta, son muchas: dicha, suerte, fortuna; beatitud, ventura, bienaventuranza y algunas más menos claras y cuya equivalencia con «felicidad» sería discutible.
Siguiendo estos lineamientos, hay una serie de adjetivos correspondientes a la felicidad y los negativos correspondientes, pero no hay un verbo de la felicidad, por lo cual la felicidad no es una acción. El verbo es la forma que lo expresa.
Asimismo se la confunde con otras cosas: con la alegría, con el bienestar, con placer; realidades que sin duda tienen que ver con la felicidad.
Felicidad tiene que poseer un carácter individual, particular, diferenciado, sobre todo tiene que tener conexión con el quién proyectivo que es cada uno de nosotros.
En su aspecto subjetivo, la felicidad es un estado interior, una vivencia personal, que afecta a lo más íntimo de la persona: su inteligencia, voluntad y afectividad.
2..-¿El cristianismo presenta algún tipo de felicidad con características propias?
El cristianismo ha transferido el concepto de felicidad primariamente a la salvación, y esa transferencia tiene un carácter muy interesante y que plantea problemas teológicos. En la concepción cristiana más admitida, el destino personal del hombre depende del último momento; es decir, una vida enormemente pecaminosa puede desembocar en la salvación mediante el arrepentimiento (Don Juan Tenorio dice que «un punto de contrición / da a un alma la salvación»). A la inversa, una vida llena de virtudes puede terminar con un pecado mortal sin arrepentimiento, y conducir a la condenación, a la definitiva infelicidad.
La vida humana aparece así concentrada en un último instante, con un desenlace definitivo e irreversible. Esta concepción tiene dos riesgos. En primer lugar, olvidar la felicidad en esta vida; el segundo peligro, de índole aparentemente opuesta, es no imaginar la felicidad ultraterrena.
3.-Hay ciertos autores que presentan el cristianismo como una religión que no busca la felicidad, ¿según el autor esto sería así?
El autor entiende que es frecuente en los escritos ascéticos de todos los tiempos el olvido de la felicidad en esta vida, como si fuera desdeñable, como si no tuviera interés, lo cual me parece absolutamente problemático: que lo principal sea la salvación puede aceptarse; que la felicidad en esta vida no tenga importancia es algo absolutamente diferente.
4.-¿No es acaso el cristianismo una religión por la que se busca, trámite una relación personal con Cristo, una vivencia de la felicidad interior, personal, en la que toda la vida tiene ese tinte coloreado de la felicidad particular del vivir cerca de Dios?
El cristianismo es la respuesta del hombre a Dios que se revela en Cristo.
La Revelación comienza cuando Dios escoge a un pueblo, haciendo una alianza con él, dándole muestras de amor. Este pueblo de Israel le servirá para manifestar su amor. A este pueblo elegido le da alimento, bebida, pero en especial le da los diez mandamientos, que son el camino a la felicidad, la guía para vivir en comunión con Dios. Como a pesar de las manifestaciones del amor de Dios, el pueblo sigue siendo infiel, Dios envía a su Hijo para que el hombre entienda.
Jesucristo es el culmen de la Revelación. En Él podemos palpar la bondad de Dios y su Amor infinito al hombre. La persona puede y debe vivir en amistad con Cristo, puede participar de la vida divina, por medio de la gracia de Dios, y del Espíritu Santo que da vida y alimenta.
El cristianismo es un compromiso personal con Jesucristo. Cuando el hombre se siente amado su interior se le ilumina, la experiencia de quien se siente amado por Dios, se convierte en su felicidad.
Catecismo de la Iglesia Católica
Capítulo 31122: Tercera parte: La vida en Cristo
II El deseo de felicidad
1718 Las bienaventuranzas responden al deseo natural de felicidad. Este deseo es de origen divino: Dios lo ha puesto en el corazón del hombre a fin de atraerlo hacia El, el único que lo puede satisfacer.