por Reinaldo Aguilar » Sab Abr 19, 2014 6:16 pm
LECCIÓN 14
PARTICIPACIÓN EN EL FORO
1. ¿Es la virtud una costumbre?
La virtud no es una costumbre, sino un hábito operativo bueno como define Santo Tomás. En el lenguaje corriente, la costumbre es una inclinación a obrar siempre de una manera determinada, se adquiere por la repetición de las mismas acciones y se produce después de la misma repetición, pero con una firmeza y estabilidad propias. Se puede hallar en la costumbre las características del hábito. La costumbre es una disposición firme y estable, no podemos liberarnos de una costumbre así por las buenas, se ha convertido en una segunda naturaleza, en una inclinación constante a obrar siempre de una manera determinada. La costumbre hace obrar con facilidad, y dispensa incluso, de prestar atención a lo que se hace, se obedece sin esfuerzo a la costumbre, es una cuesta abajo que sólo hace falta seguirla. Se experimenta dificultad en resistir a la inclinación de la costumbre. La virtud definida como costumbre, parece que tiene que hacer al hombre un puro autómata y destruir el valor propio de su virtud. El hábito por su parte, es una disposición constante y firme, que se distingue de la simple disposición, fácilmente variable.
2. ¿Qué es una virtud?
Es una cualidad activa que dispone al hombre para producir el máximo de lo que puede en el plano moral, que da a su razón y a su voluntad el poder realizar las acciones morales más perfectas y más altas en el valor humano. La virtud permite al hombre hacer una obra moral perfecta y le hace perfecto a él mismo.
3. ¿Cuál es la relación entre los actos interiores y la virtud?
La virtud se adquiere directamente por la repetición de actos interiores y no sólo de los exteriores. Será evidentemente la repetición de actos interiores de dominio inteligente de sí mismo lo que contribuirá directamente a formar la virtud. Esta repetición de los actos interiores es una serie de invenciones, de éxitos de la inteligencia y de la voluntad, pues todo acto de virtud auténtica es una manera de creación y de victoria sobre el campo de batalla de la actividad humana. Saber lo que conviene hacer en las circunstancias concretas y particulares en que uno se encuentra. Tener en cuenta también la manera de obrar, pues hay cien maneras de realizar la misma acción material, y es quizás aquí donde mejor se nota la personalidad de un hombre, donde se manifiestan más claramente su valor humano y su virtud.
4. ¿Cuáles son las tres notas características de la virtud?
Las tres notas características de la virtud.
A. La virtud es una disposición constante. La repetición de las victorias de la inteligencia y de la razón sobre las pasiones y sobre las dificultades exteriores engendra en el alma un dominio que nada podrá destruir, sino es un viraje de la voluntad.
B. La virtud produce la prontitud en la acción, la facilidad de obrar. Esta cualidad es el efecto de la perfecta ordenación y unificación de los principios interiores de acción del hombre, en la que cada elemento desempeña su papel natural: la razón y la voluntad dirigen y mandan, la sensibilidad se pliega al impulso de ellas, aportándoles su contribución propia, las fuerzas corporales ejecutan con perfección la acción querida. Para que la acción se realice con facilidad, es necesario que toda disensión interna esté apaciguada, que en el organismo humano reine la armonía.
C. La alegría de obrar. Esta proviene del completo desarrollo de la acción en perfecta conformidad con las disposiciones profundas del que obra, y, al mismo tiempo proporciona deleite en el obrar. La repetición de la acción perfecta de la inteligencia y de la voluntad produce el gozo humano más intimo, el más autentico, porque estas acciones convienen a las facultades propiamente personales del hombre
5. ¿Cuál es la relación entre la educación y la virtud?
Para designar el modo de adquisición de la virtud, es necesario decir que las virtudes se forman por educación. La educación lleva consigo, una repetición de actos, y se lleva a cabo mediante el ejercicio, la educación en la virtud exige ejercicios repetidos, un entrenamiento continuo. Pero la educación añade a la repetición la idea de un orden progresivo y de una orientación cualitativa que ordena los ejercicios a la adquisición final de la perfección, de la virtud, en tal dominio particular. La educación, en efecto, lleva consigo una alianza indisoluble entre la inteligencia que guía y la voluntad que obra. No consiste en una ejecución maquinal de las mismas acciones; no es tampoco una pura enseñanza, una ciencia que tendría la acción por objeto, sin ponerse, no obstante, a obrar. Es a la vez un conocimiento que dirige la acción y una acción guiada por el conocimiento; en una palabra, es un método de acción aplicada. Y como puede haber diversos métodos para desarrollar las fuerzas físicas, para formarse en la artes, siendo algunos mejores que otros, asimismo la virtud se adquiere según determinados métodos de acción moral que caracterizan el modo de educación. El mejor método será el que dirija la idea más elevada y más rica de la virtud, el que tenga en cuenta más cuidadosamente las fuerzas y debilidades, las posibilidades del que educa, el que establezca la relación más justa entre el ideal virtuoso y los datos concretos y particulares de la acción a lo largo del progreso de la virtud. Esta educación es principalmente personal, pero reclama, sobre todo, la ayuda de otro en su comienzos, ayuda benévola, inteligente y enérgica.