124. La virtud de la continencia

Este curso consta 16 lecciones que se impartirán todos los martes y viernes a partir del 8 julio del 2014 , la última será el 30 de agosto del 2014 .Esta es la sexta y última parte de seis que se han dado de manera consecutiva e ininterrumpida:

Parte I: Principios del amor humano (23 lecciones)

Parte II: La purificación del corazón (40 lecciones)

Parte III: La resurrección de la carne (9 lecciones)

Parte IV: La virginidad cristiana (14 lecciones)

Parte V: El sacramento del matrimonio (27 lecciones)

Parte VI: Amor y fecundidad (16 lecciones)

Este curso tiene el objetivo de difundir la catequesis del amor humano, también conocida como Teología del Cuerpo.

En esta sexta parte contempla el acto conyugal abierto a la vida, «Humanæ vitæ» y «Gaudium et spes», paternidad y maternidad responsables, la regulación de la natalidad, la anticoncepción y la continencia periódica, la castidad conyugal y el respeto de los esposos por las obras de Dios

Moderadores: raulalonso, tito, Catholic.net, gache, Moderadores Animadores

124. La virtud de la continencia

Notapor pilar calva » Vie Jul 04, 2014 5:28 pm

Conforme a lo que había anunciado, emprendemos hoy el análisis de la virtud de la continencia. La «continencia», que forma parte de la virtud más general de la templanza, consiste en la capacidad de dominar, controlar y orientar los impulsos de caráct

1. Conforme a lo que había anunciado, emprendemos hoy el análisis de la virtud de la continencia.
La «continencia», que forma parte de la virtud más general de la templanza, consiste en la capacidad de dominar, controlar y orientar los impulsos de carácter sexual (concupiscencia de la carne) y sus consecuencias, en la subjetividad psicosomática del hombre. Esta capacidad, en cuanto a disposición constante de la voluntad, merece ser llamada virtud.
Sabemos por los análisis precedentes que la concupiscencia de la carne, y el relativo «deseo» de carácter sexual que suscita, se manifiesta con un específico impulso de la esfera de la reactivación somática y, además, con una excitación psicoemotiva del impulso sexual.
El sujeto personal, para llegar a adueñarse de tal impulso y excitación, debe esforzarse con una; progresiva educación en el autocontrol de la voluntad, de los sentimientos, de las emociones, que tiene que desarrollarse a partir los gestos más sencillos, en los cuales resulta relativamente fácil llevar a cabo la decisión interior. Esto supone, como es obvio, la percepción clara de los valores expresados en la norma y en la consiguiente maduración de sólidas convicciones que, si van acompañadas por la perspectiva disposición de la voluntad, dan origen a la correspondiente virtud. Esta es precisamente la virtud de la continencia (dominio de sí), que se manifiesta como condición fundamental tanto para que el lenguaje recíproco del cuerpo permanezca en la verdad, como para que los esposos «estén sujetos los unos a los otros en el temor de Cristo», según palabras bíblicas (Ef 5, 21). Esta «sumisión recíproca» significa la solicitud común por la verdad del «lenguaje del cuerpo»; en cambio, la sumisión «en el temor de Cristo» indica el don del temor de Dios (don del Espíritu Santo) que acompaña a la virtud de la continencia.

2. Esto es muy importante para una comprensión adecuada de la virtud de la continencia y, en particular, de la llamada «continencia periódica», de la que trata la Encíclica «Humanæ vitæ». La convicción de que la virtud de la continencia «se opone» a la concupiscencia de la carne es justa, pero no es completa del todo. No es completa, especialmente si tenemos en cuenta el hecho de que esta virtud no aparece y no actúa de forma abstracta y, por lo tanto, aisladamente, sino siempre en conexión con las otras (nexus virtum), en conexión, pues, con la prudencia, justicia, fortaleza y sobre todo con la caridad.
A la luz de estas consideraciones, es fácil entender que la continencia no se limita a oponer resistencia a la concupiscencia de la carne, sino que mediante esta resistencia, se abre igualmente a los valores más profundos y más maduros, que son inherentes al significado nupcial del cuerpo en su feminidad y masculinidad así como la auténtica libertad del don en la relación recíproca de las personas. La concupiscencia misma de la carne, en cuanto busca ante todo el goce carnal y sensual, vuelve al hombre, en cierto sentido, ciego e insensible a los valores más profundos que nacen del amor y que al mismo tiempo constituyen el amor en la verdad interior que le es propia.

3. De este modo se manifiesta también el carácter esencial de la castidad conyugal en su vínculo orgánico con la «fuerza» del amor que es derramado en los corazones de los esposos juntamente con la «consagración» del sacramento del matrimonio. Además, se hace evidente que la invitación dirigida a los cónyuges a fin de que estén «sometidos los unos a los otros en el temor de Cristo» (Ef 5, 21), parece abrir el espacio interior en que ambos se hacen cada vez más sensibles a los valores más profundos y más maduros, que están en conexión con el significado nupcial del cuerpo y con la verdadera libertad del don.
Si la castidad conyugal (y la castidad en general) se manifiesta, en primer lugar, como capacidad de resistir a la concupiscencia de la carne, luego gradualmente se revela como capacidad singular de percibir, amar y realizar esos significados del «lenguaje del cuerpo», que permanecen totalmente desconocidos para la concupiscencia misma y que progresivamente enriquecen el diálogo nupcial de los cónyuges, purificándolo y, a la vez, simplificándolo.
Por esto, la ascesis de la continencia, de la que habla la Encíclica (Humanæ vitæ, 21) no comporta el empobrecimiento de las «manifestaciones afectivas», sin que más bien las hace más intensas espiritualmente, y, por lo mismo, comporta su enriquecimiento.

4. Al analizar de este modo la continencia, en la dinámica propia de esta virtud (antropológica, ética y teológica), nos damos cuenta de que desaparece la aparente «contradicción» que se objeta frecuentemente a la Encíclica «Humanæ vitæ» y a la doctrina de la Iglesia sobre la moral conyugal. Es decir, existiría «contradicción» (según los que plantean tal objeción) entre los dos significados del acto conyugal, el significado unitivo y el procreador (cf. Humanæ vitæ), de tal modo que si no fuera lícito disociarlos, los cónyuges se verían privados del derecho a la unión conyugal, cuando no pudieran responsablemente permitirse procrear.
La Encíclica «Humanæ vitæ» da respuesta a esta aparente «contradicción», si se la estudia profundamente. El Papa Pablo VI, en efecto, confirma que no existe tal «contradicción», sino sólo una «dificultad» vinculada a toda la situación interior del «hombre de la concupiscencia». En cambio, precisamente por razón de esta «dificultad», se asigna al compromiso interior y ascético de los esposos el verdadero orden de la convivencia conyugal, mirando al cual son «corroborados y como consagrados» (Humanæ vitæ, 25) por el sacramento del matrimonio.
El orden de la convivencia conyugal significa, además, la armonía subjetiva entre la paternidad (responsable) y la comunión personal, armonía creada por la castidad conyugal. De hecho, con ella maduran los frutos interiores de la continencia. Por medio de esta maduración interior el mismo acto conyugal adquiere la importancia y dignidad que le son propias en su significado potencialmente procreador; simultáneamente adquieren un adecuado significado todas las «manifestaciones afectivas» (Humanæ vitæ, 21), que sirven para expresar la comunión personal de los esposos proporcionalmente con la riqueza subjetiva de la feminidad y masculinidad.

6. Conforme a la experiencia y a la tradición, la Encíclica pone de relieve que el acto conyugal es también una «manifestación de afecto» (Humanæ vitæ, 16), pero una «manifestación de afecto» especial, porque, al mismo tiempo tiene un significado potencialmente procreador. En consecuencia, está orientado a expresar la unión personal, pero no sólo esa. La Encíclica, a la vez, aunque de modo indirecto, indica múltiples «manifestaciones de afecto», eficaces exclusivamente para expresar la unión personal de los cónyuges.
La finalidad de la castidad conyugal, y, más precisamente aún, la de la continencia, no está sólo en proteger la importancia y la dignidad del acto conyugal en relación con su significado potencialmente procreador, sino también en tutelar la importancia y la dignidad propias del acto conyugal en cuanto que es expresivo de la unión interpersonal, descubriendo en la conciencia y en la experiencia de los esposos todas las otras posibles «manifestaciones de afecto», que expresan su profunda comunión.
Efectivamente, se trata de no causar daño a la comunión de los cónyuges en el caso en que, por justas razones, deban abstenerse del acto conyugal. Y, todavía más, de que esta comunión, construida continuamente, día tras día, mediante conformes «manifestaciones afectivas», constituya, por decirlo así, un amplio terreno, en el que, con las condiciones oportunas, madura la decisión de un acto conyugal moralmente recto.
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Re: 124. La virtud de la continencia

Notapor lindoro50 » Mié Ago 13, 2014 11:35 am

¿Cuál es la finalidad de la castidad conyugal y de la continencia?

Nos ha dado el Creador la inteligencia, que es como un chispazo del entendimiento divino, que nos permite -con la libre voluntad, otro don de Dios- conocer y amar; y ha puesto en nuestro cuerpo la posibilidad de engendrar, que es como una participación de su poder creador. Dios ha querido servirse del amor conyugal, para traer nuevas criaturas al mundo y aumentar el cuerpo de su Iglesia. El sexo no es una realidad vergonzosa, sino una dádiva divina que se ordena limpiamente a la vida, al amor, a la fecundidad. Con respecto a la castidad conyugal, los esposos no han de tener miedo a expresar el cariño: al contrario, porque esa inclinación es la base de su vida familiar. Lo que nos pide el Señor es que nos respetemos mutuamente y seamos mutuamente leales, que obremos con delicadeza, con naturalidad, con modestia. Las relaciones conyugales son dignas cuando son prueba de verdadero amor y, por tanto, están abiertas a la fecundidad, a los hijos.
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Re: 124. La virtud de la continencia

Notapor sanaquino » Mié Ago 13, 2014 5:34 pm

¿Cuál es la finalidad de la castidad conyugal y de la continencia?
La finalidad de la castidad conyugal, y, más precisamente aún, la de la continencia, no está sólo en proteger la importancia y la dignidad del acto conyugal en relación con su significado potencialmente procreador, sino también en tutelar la importancia y la dignidad propias del acto conyugal en cuanto que es expresivo de la unión interpersonal, descubriendo en la conciencia y en la experiencia de los esposos todas las otras posibles «manifestaciones de afecto», que expresan su profunda comunión.

capacidad de dominar, controlar y orientar los impulsos de carácter sexual (concupiscencia de la carne) y sus consecuencias, en la subjetividad psicosomática del hombre. Esta capacidad, en cuanto a disposición constante de la voluntad, merece ser llamada virtud.
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Re: 124. La virtud de la continencia

Notapor mariaines » Jue Ago 14, 2014 5:10 am

¿Cuál es la finalidad de la castidad conyugal y de la continencia?
La finalidad de la castidad conyugal, y la de la continencia, es la de proteger la importancia y la dignidad del acto conyugal en relación con su significado potencialmente procreador y tutelar la importancia y la dignidad propias del acto conyugal en cuanto que es expresivo de la unión interpersonal, descubriendo en la conciencia y en la experiencia de los esposos todas las otras posibles «manifestaciones de afecto», que expresan su profunda comunión.
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Re: 124. La virtud de la continencia

Notapor virginia castro » Jue Ago 14, 2014 9:35 am

VIRGINIA CASTRO # 124

CUAL ES LA FINALIDAD DE LA CASTIDAD CONYUGAL Y DE LA CONTINENCIA?
La continecia, forma parte de la virtud de la templanza y consiste en dominar, controlar y orientar lo impulsos de character sexual (concupiscencia de la carne) y todas las consecuencias que trae en la parte psicologica del hombre, por su parte de tener una constant voluntad merece ser llamada virtud. Y es mantener el sacramento del matrimonio en una condicion reciproca del amor divino que Dios ha pasado por el Espiritu Santo, es una sumision de verdad incluida en el lenguaje del cuerpo, y la sumision del temor de Dios indica el don del Espiritu santo que acompana la virtud de la continencia.
La finalidad de la castidad conyugal, y mas precisamente aun de la continencia, no esta solo en proteger la importancia y la dignidad del acto conyugal en relacion con su significado potencialmente creador, sino tambien en tutelary la importancia y la dignidad propias del acto conyugal en cuanto que es expresivo de la union interpersonal descubriendo enla conciencia y en la experiencia de los esposos todas las otras posibles "manifestaciones de afecto" que expresan su profunda communion.
Se trata de no causar dano a la communion de los conyuges en el caso en que por Justas razones, deban abstenerse del acto conyugal. Y todavia mas de que esta communion, construida continuamente dia tras dia, mediante conformes "manifestaciones afectivas" constituya por asi decirlo unamplio terreno en el que con las condiciones oportunas Madura la decision de una cto conyugal moralmente recto.
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Re: 124. La virtud de la continencia

Notapor carranri » Jue Ago 14, 2014 12:06 pm

Pregunta : ¿Cuál es la finalidad de la castidad conyugal y de la continencia?

La «continencia», que forma parte de la virtud más general de la templanza, consiste en la capacidad de dominar, controlar y orientar los impulsos de carácter sexual (concupiscencia de la carne) y sus consecuencias, en la subjetividad psicosomática del hombre.

La continencia no aparece y no actúa de forma abstracta y, por lo tanto, aisladamente, sino siempre en conexión con las otras virtudes (nexus virtum), en conexión, pues, con la prudencia, justicia, fortaleza y sobre todo con la caridad.

La concupiscencia misma de la carne, en cuanto busca ante todo el goce carnal y sensual, vuelve al hombre, en cierto sentido, ciego e insensible a los valores más profundos que nacen del amor y que al mismo tiempo constituyen el amor en la verdad interior que le es propia.

La finalidad de la castidad conyugal, y, más precisamente aún, la de la continencia, no está sólo en proteger la importancia y la dignidad del acto conyugal en relación con su significado potencialmente procreador, sino también en tutelar la importancia y la dignidad propias del acto conyugal en cuanto que es expresivo de la unión interpersonal, descubriendo en la conciencia y en la experiencia de los esposos todas las otras posibles «manifestaciones de afecto», que expresan su profunda comunión.
Efectivamente, se trata de no causar daño a la comunión de los cónyuges en el caso en que, por justas razones, deban abstenerse del acto conyugal. Y, todavía más, de que esta comunión, construida continuamente, día tras día, mediante conformes «manifestaciones afectivas», constituya, por decirlo así, un amplio terreno, en el que, con las condiciones oportunas, madura la decisión de un acto conyugal moralmente recto.
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Re: 124. La virtud de la continencia

Notapor Silviamaria » Jue Ago 14, 2014 1:48 pm

¿Cuál es la finalidad de la castidad conyugal y de la continencia?

La finalidad es la protección a la relación conyugal en todo momento de la existencia humana. Para evitar el descontrol de los sentidos, la oración nos ayuda a que actuemos con libertad responsable ante las tentaciones y respetemos a nuestra pareja. Los esposos tienen la libertad de manifestar sus expresiones de amor, pero existiendo respeto hacia los demás.
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Re: 124. La virtud de la continencia

Notapor Maria 2 » Jue Ago 14, 2014 4:24 pm

¿Cuál es la finalidad de la castidad conyugal y de la continencia?

La «continencia», que forma parte de la virtud más general de la templanza, consiste en la capacidad de dominar, controlar y orientar los impulsos de carácter sexual (concupiscencia de la carne) y sus consecuencias, en la subjetividad psicosomática del hombre. Esta capacidad, en cuanto a disposición constante de la voluntad, merece ser llamada virtud.

Sabemos por los análisis precedentes que la concupiscencia de la carne, y el relativo «deseo» de carácter sexual que suscita, se manifiesta con un específico impulso de la esfera de la reactivación somática y, además, con una excitación psicoemotiva del impulso sexual.

El sujeto personal, para llegar a adueñarse de tal impulso y excitación, debe esforzarse con una; progresiva educación en el autocontrol de la voluntad, de los sentimientos, de las emociones, que tiene que desarrollarse a partir los gestos más sencillos, en los cuales resulta relativamente fácil llevar a cabo la decisión interior. Se manifiesta como condición fundamental tanto para que el lenguaje recíproco del cuerpo permanezca en la verdad, como para que los esposos «estén sujetos los unos a los otros en el temor de Cristo», según palabras bíblicas (Ef 5, 21). Esta «sumisión recíproca» significa la solicitud común por la verdad del «lenguaje del cuerpo»; en cambio, la sumisión «en el temor de Cristo» indica el don del temor de Dios (don del Espíritu Santo) que acompaña a la virtud de la continencia.

La convicción de que la virtud de la continencia «se opone» a la concupiscencia de la carne es justa, pero no es completa del todo. No es completa, especialmente si tenemos en cuenta el hecho de que esta virtud no aparece y no actúa de forma abstracta y, por lo tanto, aisladamente, sino siempre en conexión con las otras (nexus virtum), en conexión, pues, con la prudencia, justicia, fortaleza y sobre todo con la caridad.

La continencia no se limita a oponer resistencia a la concupiscencia de la carne, sino que mediante esta resistencia, se abre igualmente a los valores más profundos y más maduros, que son inherentes al significado nupcial del cuerpo en su feminidad y masculinidad así como la auténtica libertad del don en la relación recíproca de las personas. La concupiscencia misma de la carne, en cuanto busca ante todo el goce carnal y sensual, vuelve al hombre, en cierto sentido, ciego e insensible a los valores más profundos que nacen del amor y que al mismo tiempo constituyen el amor en la verdad interior que le es propia.

Si la castidad conyugal (y la castidad en general) se manifiesta, en primer lugar, como capacidad de resistir a la concupiscencia de la carne, luego gradualmente se revela como capacidad singular de percibir, amar y realizar esos significados del «lenguaje del cuerpo», que permanecen totalmente desconocidos para la concupiscencia misma y que progresivamente enriquecen el diálogo nupcial de los cónyuges, purificándolo y, a la vez, simplificándolo.

El orden de la convivencia conyugal significa, además, la armonía subjetiva entre la paternidad (responsable) y la comunión personal, armonía creada por la castidad conyugal. De hecho, con ella maduran los frutos interiores de la continencia. Por medio de esta maduración interior el mismo acto conyugal adquiere la importancia y dignidad que le son propias en su significado potencialmente procreador; simultáneamente adquieren un adecuado significado todas las «manifestaciones afectivas» (Humanæ vitæ, 21), que sirven para expresar la comunión personal de los esposos proporcionalmente con la riqueza subjetiva de la feminidad y masculinidad.

La Encíclica pone de relieve que el acto conyugal es también una «manifestación de afecto» (Humanæ vitæ, 16), pero una «manifestación de afecto» especial, porque, al mismo tiempo tiene un significado potencialmente procreador. En consecuencia, está orientado a expresar la unión personal, pero no sólo esa. La Encíclica, a la vez, aunque de modo indirecto, indica múltiples «manifestaciones de afecto», eficaces exclusivamente para expresar la unión personal de los cónyuges.

La finalidad de la castidad conyugal, y, más precisamente aún, la de la continencia, no está sólo en proteger la importancia y la dignidad del acto conyugal en relación con su significado potencialmente procreador, sino también en tutelar la importancia y la dignidad propias del acto conyugal en cuanto que es expresivo de la unión interpersonal, descubriendo en la conciencia y en la experiencia de los esposos todas las otras posibles «manifestaciones de afecto», que expresan su profunda comunión.

Efectivamente, se trata de no causar daño a la comunión de los cónyuges en el caso en que, por justas razones, deban abstenerse del acto conyugal. Y, todavía más, de que esta comunión, construida continuamente, día tras día, mediante conformes «manifestaciones afectivas», constituya, por decirlo así, un amplio terreno, en el que, con las condiciones oportunas, madura la decisión de un acto conyugal moralmente recto.

COMENTARIO: No solo es proteger la importancia y la dignidad del acto conyugal en relación con su significado potencialmente creador, sino también ver la importancia y la dignidad propias del acto conyugal de la unión interpersonal cada uno descubriendo como esposos todas las otras posibles manifestaciones de afecto que expresan su profunda comunión.

Se trata de no causar daño en la comunión de los cónyuges en el caso de que por otras razones, deban abstenerse del acto conyugal. Por lo que deberán tener ambos una madurez en todos los sentidos para llegar a estos acuerdos sin lastimarse o reclamarse posteriormente.

Un abrazo y hasta pronto.-
Maria 2
 
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Re: 124. La virtud de la continencia

Notapor MA SOCORRO A REYES L » Jue Ago 14, 2014 9:20 pm

La finalidad de la castidad conyugal y de la continencia, no está sólo en proteger la importancia y la dignidad del acto conyugal en relación con su significado potencialmente procreador, sino también en tutelar la importancia y la dignidad propias del acto conyugal en cuanto que es expresivo de la unión interpersonal, descubriendo en la conciencia y en la experiencia de los esposos todas las otras posibles «manifestaciones de afecto», que expresan su profunda comunión. Y que esta comunión, construida continuamente, día tras día, mediante conformes «manifestaciones afectivas», constituya, un amplio terreno, en el que, con las condiciones oportunas, madura la decisión de un acto conyugal moralmente recto. El sujeto personal, para llegar a adueñarse de tal impulso y excitación, debe esforzarse con una; progresiva educación en el autocontrol de la voluntad, de los sentimientos, de las emociones, que tiene que desarrollarse a partir de los gestos más sencillos, en los cuales resulta relativamente fácil llevar a cabo la decisión interior. En la disposición de la voluntad, como virtud de la continencia, que se manifiesta como condición fundamental tanto para que el lenguaje recíproco del cuerpo permanezca en la verdad, como para que los esposos «estén sujetos los unos a los otros en el temor de Cristo», según palabras bíblicas (Ef 5, 21).
MA SOCORRO A REYES L
 
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Re: 124. La virtud de la continencia

Notapor Mary Jo » Vie Ago 15, 2014 11:29 pm

¿Cuál es la finalidad de la castidad conyugal y la continencia?
La finalidad de la castidad conyugal, y más de la continencia es:
- Proteger la importancia y la dignidad del acto conyugal en relación con su significado procreador.
- Proteger la importancia y la dignidad del actual conyugal en cuanto que expresa la unión interpersonal, descubriendo en la conciencia y en la expresión de los esposos todas las otras posibles «manifestaciones de afecto», que expresan su profunda comunión.
Mary Jo
 
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Re: 124. La virtud de la continencia

Notapor NELSON » Sab Ago 16, 2014 8:36 am

¿Cuál es la finalidad de la castidad conyugal y de la continencia?
La finalidad de la castidad conyugal, y, más precisamente aún, la de la continencia, no está sólo en proteger la importancia y la dignidad del acto conyugal en relación con su significado potencialmente procreador, sino también en tutelar la importancia y la dignidad propias del acto conyugal en cuanto que es expresivo de la unión interpersonal, descubriendo en la conciencia y en la experiencia de los esposos todas las otras posibles «manifestaciones de afecto», que expresan su profunda comunión. Efectivamente, se trata de no causar daño a la comunión de los cónyuges en el caso en que, por justas razones, deban abstenerse del acto conyugal. Y, todavía más, de que esta comunión, construida continuamente, día tras día, mediante conformes «manifestaciones afectivas», constituya, por decirlo así, un amplio terreno, en el que, con las condiciones oportunas, madura la decisión de un acto conyugal moralmente recto.
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Re: 124. La virtud de la continencia

Notapor Jeanette Palacios » Lun Ago 18, 2014 6:35 pm

¿Cuál es la finalidad de la castidad conyugal y de la continencia?
La finalidad de la castidad conyugal y precisamente de la continencia es de proteger y tutelar la importancia, la dignidad del acto conyugal en relacion con su significado, potencialmente procreador, y todas las manifestaciones de afectos que expresen la profunda comunion de los esposos.
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Re: 124. La virtud de la continencia

Notapor Jeanette Palacios » Lun Ago 18, 2014 6:39 pm

¿Cuál es la finalidad de la castidad conyugal y de la continencia?
La finalidad de la castidad conyugal y precisamente de la continencia es de proteger y tutelar la importancia, la dignidad del acto conyugal en relacion con su significado, potencialmente procreador, y todas las manifestaciones de afectos que expresen la profunda comunion de los esposos.
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Re: 124. La virtud de la continencia

Notapor patricio » Mar Ago 19, 2014 11:58 am

¿Cuál es la finalidad de la castidad conyugal y de la continencia?
La castidad conyugal se manifiesta, en primer lugar, como capacidad de resistir a la concupiscencia de la carne, luego gradualmente se revela como capacidad singular de percibir, amar y realizar esos significados del «lenguaje del cuerpo», que permanecen totalmente desconocidos para la concupiscencia misma y que progresivamente enriquecen el diálogo nupcial de los cónyuges, purificándolo y, a la vez, simplificándolo.
La «continencia», que forma parte de la virtud más general de la templanza, consiste en la capacidad de dominar, controlar y orientar los impulsos de carácter sexual (concupiscencia de la carne) y sus consecuencias, en la subjetividad psicosomática del hombre. Esta capacidad, en cuanto a disposición constante de la voluntad, merece ser llamada virtud.
La finalidad de la castidad conyugal, y, más precisamente aún, la de la continencia, no está sólo en proteger la importancia y la dignidad del acto conyugal en relación con su significado potencialmente procreador, sino también en tutelar la importancia y la dignidad propias del acto conyugal en cuanto que es expresivo de la unión interpersonal, descubriendo en la conciencia y en la experiencia de los esposos todas las otras posibles «manifestaciones de afecto», que expresan su profunda comunión.
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Re: 124. La virtud de la continencia

Notapor yaluz » Dom Ago 24, 2014 9:03 pm

Cuál es la finalidad de la castidad conyugal y de la continencia?
R:
Así como la función del amor con la fuerza del Espiritu Santo se expresa en el acto conyugal, como lenguaje del cuerpo, también la castidad conyugal y la continencia son expresiones de amor. La abstención del acto conyugal, por motivos justificados, es una muestra de respeto entre los esposos, es un acto de comprensión que se traduce en amor reciproco cuya finalidad, (además del motivo justificado que lo abstiene) es que entre los cónyuges, descubran, experimenten conscientemente, diversas manifestaciones de cariño, amor, afecto que siempre consolidan la unión entre los esposos.
Zulay R. de Álvarez (yaluz)
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Re: 124. La virtud de la continencia

Notapor maguie » Mié Sep 03, 2014 2:22 pm

La finalidad de la castidad conyugal y de la continencia es proteger el acto conyugal para que sea realizado con la disgnidad que le corresponde, puesto que es el medio de expresión de la unión interpersonal de los esposos, respetnado su ponteical significado procreador.
Como consecuencia de la continencia se produce la experiencia de los esposos del descubrimiento de otras manifestaciones de afecto que expresan su profunda comunión y que dan lugar a la espiritualidad conyugal.
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Re: 124. La virtud de la continencia

Notapor Alejandra S » Vie Oct 03, 2014 5:58 pm

¿Cuál es la finalidad de la castidad conyugal y de la continencia?
“La finalidad de la castidad conyugal, y, más precisamente aún, la de la continencia, no está sólo en proteger la importancia y la dignidad del acto conyugal en relación con su significado potencialmente procreador, sino también en tutelar la importancia y la dignidad propias del acto conyugal en cuanto que es expresivo de la unión interpersonal, descubriendo en la conciencia y en la experiencia de los esposos todas las otras posibles «manifestaciones de afecto», que expresan su profunda comunión”.
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