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126. Continencia periódica y virtud conyugal

NotaPublicado: Vie Jul 04, 2014 5:35 pm
por pilar calva
Conviene recordar que los grandes clásicos del pensamiento ético (y antropológico), tanto pre-cristianos como cristianos (Tomás de Aquino), ven en la virtud de la continencia no sólo la capacidad de «contener» las reacciones corporales y sensuales, sino t

1. Continuemos el análisis de la virtud de la continencia a la luz de la doctrina de la Encíclica “Humanæ vitæ”.
Conviene recordar que los grandes clásicos del pensamiento ético (y antropológico), tanto pre-cristianos como cristianos (Tomás de Aquino), ven en la virtud de la continencia no sólo la capacidad de “contener” las reacciones corporales y sensuales, sino todavía más la capacidad de controlar y guiar toda la esfera sensual y emotiva del hombre. En el caso en cuestión, se trata de la capacidad de dirigir tanto la línea de la excitación hacia su desarrollo correcto, como también la línea de la emoción misma, orientándola hacia la profundización e intensificación interior de su carácter “puro” y, en cierto sentido, “desinteresado”.

2. Esta diferencia entre la línea de la excitación y la línea de la emoción no es una contraposición. No significa que el acto conyugal, como afecto de la excitación, no comporte al mismo tiempo la conmoción de la otra persona. Ciertamente es así, o de todos modos, no debería ser de otra manera.
En el acto conyugal, la unión íntima debería comportar una particular intensificación de la emoción, más aún, la conmoción de la otra persona. Esto está contenido también en la Carta a los Efesios, bajo forma de exhortación, dirigida a los esposos: “Sujetaos los unos a los otros en el temor de Cristo” (Ef 5, 21).

La distinción entre “excitación” y “emoción”, puesta de relieve en este análisis; sólo comprueba la subjetiva riqueza reactivo-emotiva del “yo” humano; esta riqueza excluye cualquier reducción unilateral y hace que la virtud de la continencia pueda realizarse como capacidad de dirigir las manifestaciones tanto de la excitación como de la emoción, suscitadas por la recíproca reactividad de la masculinidad y feminidad.

3. La virtud de la continencia, entendida así, tiene una función esencial para mantener el equilibrio interior entre los dos significados, el unitivo y el procreador, del acto conyugal (cf. Humanæ vitæ, 12), con miras a una paternidad y maternidad verdaderamente responsables.
La Encíclica “Humanæ vitæ” dedica la debida atención al aspecto biológico del problema, es decir, al carácter rítmico de la fecundidad humana. Aunque esta ”periodicidad” pueda llamarse, a la luz de la Encíclica, índice providencial para una paternidad y maternidad responsables, sin embargo, no se resuelve sólo a ese nivel un problema como éste, que tiene un significado tan profundamente personalista y sacramental (teológico).

La Encíclica enseña la paternidad y maternidad responsables “como verificación de un maduro amor conyugal” y, por esto, contiene no sólo la respuesta al interrogante concreto que se plantea en el ámbito de la ética de la vida conyugal, sino, como ya se ha dicho, indica además un trazado de la espiritualidad conyugal que deseamos, al menos, delinear.

4. El modo correcto de entender y practicar la continencia periódica como virtud (o sea, según la “Humanæ vitæ”, n. 21, el “dominio de sí”), decide también esencialmente la “naturalidad” del método, llamado también “método natural”: se trata de “naturalidad” a nivel de la persona. No se puede pensar, pues, en una aplicación mecánica de las leyes biológicas. El conocimiento mismo de los “ritmos de fecundidad” -aun cuando indispensable- no crea todavía esa libertad interior del don, que es de naturaleza explícitamente espiritual y depende de la madurez del hombre interior. Esta libertad supone una capacidad tal que dirija las reacciones sensuales y emotivas, que haga posible la donación de sí al otro “yo”, a base de la posesión madura del propio “yo” en su subjetividad corpórea y emotiva.

5. Como es sabido por los análisis bíblicos y teológicos hechos anteriormente, el cuerpo humano, en su masculinidad y feminidad, está interiormente ordenado a la comunión de las personas (communio personarum). En esto consiste su significado nupcial.

Precisamente el significado nupcial del cuerpo ha sido deformado, casi en sus mismas bases, por la concupiscencia (en particular de la concupiscencia de la carne, en el ámbito de la “triple concupiscencia”). La virtud de la continencia, en su forma madura, desvela gradualmente el aspecto “puro” del significado nupcial del cuerpo. De este modo la continencia desarrolla la comunión personal del hombre y de la mujer, comunión que no puede formarse y desarrollarse en la plena verdad de sus posibilidades, únicamente en el terreno de la concupiscencia. Esto es lo que afirma precisamente la Encíclica “Humanæ vitæ”. Esta verdad tiene dos aspectos: el personalista y el teológico.

Pregunta: ¿En qué sentido se ha deformado el significado nupcial del cuerpo?

Re: 126. Continencia periódica y virtud conyugal

NotaPublicado: Lun Ago 25, 2014 11:26 am
por lindoro50
¿En qué sentido se ha deformado el significado nupcial del cuerpo?

A raíz de la concupiscencia. Ésta, trae consigo la pérdida de la libertad interior del don. El significado nupcial del cuerpo humano está ligado precisamente a esta libertad. El hombre puede convertirse en don -es decir, el hombre y la mujer pueden existir en la relación del recíproco don de sí- si cada uno de ellos se domina a sí mismo. La concupiscencia, que se manifiesta como una “constricción ‘sui generis’ del cuerpo”, limita interiormente y restringe el autodominio de sí y, por eso mismo, en cierto sentido, hace imposible la libertad interior del don. Además de esto, también sufre confusión la belleza, que el cuerpo humano posee en su aspecto masculino y femenino, como expresión del espíritu. Queda el cuerpo como objeto de concupiscencia y, por tanto, como “terreno de apropiación” del otro ser humano. La concupiscencia, de por sí, no es capaz de promover la unión como comunión de personas. Ella sola no une, sino que se adueña.

Re: 126. Continencia periódica y virtud conyugal

NotaPublicado: Lun Ago 25, 2014 6:18 pm
por sanaquino
Por la concupiscencia. La virtud de la continencia, en su forma madura, desvela gradualmente el aspecto “puro” del significado nupcial del cuerpo. De este modo la continencia desarrolla la comunión personal del hombre y de la mujer, comunión que no puede formarse y desarrollarse en la plena verdad de sus posibilidades, únicamente en el terreno de la concupiscencia. Esto es lo que afirma precisamente la Encíclica “Humanæ vitæ”. Esta verdad tiene dos aspectos: el personalista y el teológico.

Re: 126. Continencia periódica y virtud conyugal

NotaPublicado: Lun Ago 25, 2014 7:39 pm
por Mary Jo
¿En qué sentido se ha deformado el significado nupcial del cuerpo?
Se ha deformado casi en su misma base por la concupiscencia, en especial por la concupiscencia de la carne, en el que se pierden el verdadero sentido del acto conyugal: el unitivo y procreativo.

Re: 126. Continencia periódica y virtud conyugal

NotaPublicado: Lun Ago 25, 2014 11:35 pm
por yaluz
Pregunta: ¿En qué sentido se ha deformado el significado nupcial del cuerpo?
R:
El significado nupcial del cuerpo se ha deformado precisamente por la concupiscencia.
Y ésta, se presenta por la inmadurez interior del hombre y la mujer, al no desarrollar su libertad interior que es de naturaleza espiritual para dominarse así mismo, libertad interior del don de si, que permite el dominio de las reacciones corpóreas. El no poseer la capacidad de dominio ha ido deformando el significado nupcial del cuerpo, transformándolo en objeto, lo que trae como consecuencia la concupiscencia.

Re: 126. Continencia periódica y virtud conyugal

NotaPublicado: Mar Ago 26, 2014 9:32 am
por Maria 2
¿En qué sentido se ha deformado el significado nupcial del cuerpo?

Conviene recordar que los grandes clásicos del pensamiento ético (y antropológico), tanto pre-cristianos como cristianos (Tomás de Aquino), ven en la virtud de la continencia no sólo la capacidad de “contener” las reacciones corporales y sensuales, sino todavía más la capacidad de controlar y guiar toda la esfera sensual y emotiva del hombre. Se trata de la capacidad de dirigir tanto la línea de la excitación hacia su desarrollo correcto, como también la línea de la emoción misma, orientándola hacia la profundización e intensificación interior de su carácter “puro” y, en cierto sentido, “desinteresado”.

No significa que el acto conyugal, como afecto de la excitación, no comporte al mismo tiempo la conmoción de la otra persona. Ciertamente es así, o de todos modos, no debería ser de otra manera.
En el acto conyugal, la unión íntima debería comportar una particular intensificación de la emoción, más aún, la conmoción de la otra persona. Esto está contenido también en la Carta a los Efesios, bajo forma de exhortación, dirigida a los esposos: “Sujetaos los unos a los otros en el temor de Cristo” (Ef 5, 21).

La distinción entre “excitación” y “emoción”, puesta de relieve en este análisis; sólo comprueba la subjetiva riqueza reactivo-emotiva del “yo” humano; esta riqueza excluye cualquier reducción unilateral y hace que la virtud de la continencia pueda realizarse como capacidad de dirigir las manifestaciones tanto de la excitación como de la emoción, suscitadas por la recíproca reactividad de la masculinidad y feminidad.

La virtud de la continencia, entendida así, tiene una función esencial para mantener el equilibrio interior entre los dos significados, el unitivo y el procreador, del acto conyugal (cf. Humanæ vitæ, 12), con miras a una paternidad y maternidad verdaderamente responsables.


La Encíclica enseña la paternidad y maternidad responsable “como verificación de un maduro amor conyugal” y, por esto, contiene no sólo la respuesta al interrogante concreto que se plantea en el ámbito de la ética de la vida conyugal, sino, como ya se ha dicho, indica además un trazado de la espiritualidad conyugal que deseamos, al menos, delinear.

El modo correcto de entender y practicar la continencia periódica como virtud (o sea, según la “Humanæ vitæ”, n. 21, el “dominio de sí”), decide también esencialmente la “naturalidad” del método, llamado también “método natural”: se trata de “naturalidad” a nivel de la persona. No se puede pensar, pues, en una aplicación mecánica de las leyes biológicas. El conocimiento mismo de los “ritmos de fecundidad” -aun cuando indispensable- no crea todavía esa libertad interior del don, que es de naturaleza explícitamente espiritual y depende de la madurez del hombre interior. Esta libertad supone una capacidad tal que dirija las reacciones sensuales y emotivas, que haga posible la donación de sí al otro “yo”, a base de la posesión madura del propio “yo” en su subjetividad corpórea y emotiva.

COMENTARIO: El significado nupcial del cuerpo se ha ido deformado, casi en sus mismas bases, por la concupiscencia (principalmente en la concupiscencia de la carne). La virtud de la continencia, en su forma madura, desvela gradualmente el aspecto “puro” del significado nupcial del cuerpo. De este modo la continencia desarrolla la comunión personal del hombre y de la mujer, comunión que no puede formarse y desarrollarse en la plena verdad de sus posibilidades, únicamente en el terreno de la concupiscencia. Esto es lo que afirma precisamente la Encíclica “Humanæ vitæ”. Esta verdad tiene dos aspectos: el personalista y el teológico.

Un abrazo y hasta pronto.-

Re: 126. Continencia periódica y virtud conyugal

NotaPublicado: Mar Ago 26, 2014 9:34 am
por NELSON
¿En qué sentido se ha deformado el significado nupcial del cuerpo?
El significado nupcial del cuerpo ha sido deformado, casi en sus mismas bases, por la concupiscencia (en particular de la concupiscencia de la carne, en el ámbito de la “triple concupiscencia”). La virtud de la continencia, en su forma madura, desvela gradualmente el aspecto “puro” del significado nupcial del cuerpo. De este modo la continencia desarrolla la comunión personal del hombre y de la mujer, comunión que no puede formarse y desarrollarse en la plena verdad de sus posibilidades, únicamente en el terreno de la concupiscencia. Esto es lo que afirma precisamente la Encíclica “Humanæ vitæ”. Esta verdad tiene dos aspectos: el personalista y el teológico.

Re: 126. Continencia periódica y virtud conyugal

NotaPublicado: Mar Ago 26, 2014 10:31 am
por patricio
¿En qué sentido se ha deformado el significado nupcial del cuerpo?
Nosotros hemos aprendido que el cuerpo humano, en su masculinidad y feminidad, está interiormente ordenado a la comunión de las personas. En esto consiste su significado nupcial.
A través de continencia se tiene la capacidad de dirigir tanto la línea de la excitación hacia su desarrollo correcto, como también la línea de la emoción misma, orientándola hacia la profundización e intensificación interior de su carácter “puro” y, en cierto sentido, “desinteresado”. En el acto conyugal, la unión íntima debería comportar una particular intensificación de la emoción, más aún, la conmoción de la otra persona. Esto está contenido también en la Carta a los Efesios, bajo forma de exhortación, dirigida a los esposos: “Sujetaos los unos a los otros en el temor de Cristo”.
Este significado nupcial del cuerpo ha sido deformado, casi en sus mismas bases, por la concupiscencia, en particular de la concupiscencia de la carne, en el ámbito de la “triple concupiscencia”. La virtud de la continencia, en su forma madura, desvela gradualmente el aspecto “puro” del significado nupcial del cuerpo.
De este modo la continencia desarrolla la comunión personal del hombre y de la mujer, comunión que no puede formarse y desarrollarse en la plena verdad de sus posibilidades, únicamente en el terreno de la concupiscencia.

Re: 126. Continencia periódica y virtud conyugal

NotaPublicado: Mar Ago 26, 2014 11:04 am
por carranri
Pregunta: ¿En qué sentido se ha deformado el significado nupcial del cuerpo?

El significado nupcial del cuerpo ha sido deformado, casi en sus mismas bases, por la concupiscencia (en particular de la concupiscencia de la carne, en el ámbito de la “triple concupiscencia”).

En el acto conyugal, la unión íntima debería comportar una particular intensificación de la emoción, más aún, la conmoción de la otra persona. Esto está contenido también en la Carta a los Efesios, bajo forma de exhortación, dirigida a los esposos: “Sujetaos los unos a los otros en el temor de Cristo”

La virtud de la continencia, en su forma madura, desvela gradualmente el aspecto “puro” del significado nupcial del cuerpo. De este modo la continencia desarrolla la comunión personal del hombre y de la mujer, comunión que no puede formarse y desarrollarse en la plena verdad de sus posibilidades, únicamente en el terreno de la concupiscencia. Esto es lo que afirma precisamente la Encíclica “Humanæ vitæ”. Esta verdad tiene dos aspectos: el personalista y el teológico.

Re: 126. Continencia periódica y virtud conyugal

NotaPublicado: Mar Ago 26, 2014 5:20 pm
por virginia castro
Virginia CASTRO # 126

EN QUE SENTIDO SE HA DEFORMADO EL SIGNIFICADO NUPCIAL DEL CUERPO?

En la base de donarse uno al otro en cuerpo y alma como Pablo explica en las relaciones jerarquicas de la Familia que sean sumisos, marido y mujer padre e hijos, senor y esclavos, asi se podra decir sometanse el uno al otro, en el temor de Cristo.
La concupiscencia de la carne o major dicho la triple concuspicencia afecta mucho la union conyugal de la pareja.
La falta de la continencia es la parte importante que esta siendo olvidada y es la communion personal del hombre y de la mujer, que afirma precisamente la Enciclica Humane Vitae, que tiene 2 aspectos el personal y el teologico.

Re: 126. Continencia periódica y virtud conyugal

NotaPublicado: Mié Ago 27, 2014 10:34 am
por Silviamaria
¿En qué sentido se ha deformado el significado nupcial del cuerpo?

Se ha deformado principalmente por la concupiscencia, perdiendo el sentido esencial de acto conyugal que es la unión íntima plena apoyada en Dios.

Re: 126. Continencia periódica y virtud conyugal

NotaPublicado: Jue Ago 28, 2014 10:27 pm
por MA SOCORRO A REYES L
Se ha deformado en particular de la concupiscencia de la carne, en el ámbito de la triple concupiscencia. La virtud de la continencia, en su forma madura, desvela gradualmente el aspecto puro del significado nupcial del cuerpo. La Encíclica enseña la paternidad y maternidad responsables “como verificación de un maduro amor conyugal", en un trazado de la espiritualidad conyugal que deseamos.

Re: 126. Continencia periódica y virtud conyugal

NotaPublicado: Mié Sep 10, 2014 1:05 pm
por maguie
Se ha deformado el significado nupcial del cuerpo, casi en sus mismas bases, al separar las dos dimensiones del acto conyugal, y poniendo como objetivo de la unión interpersonal, el placer sexual y no la complementariedad total de los cónyuges; es decir se busca el placer por el placer aun dentro del matrimonio, sin tomar en cuenta la forma en que está constituída la persona:
Para que la unión sexual sea plena debe comprender toda la objetividad y toda la subjetividad de las personas, respetando el significado integral del acto conyugal en sus dos dimensiones, la unitiva y la procreativa.

Re: 126. Continencia periódica y virtud conyugal

NotaPublicado: Mié Sep 10, 2014 1:08 pm
por maguie
Se ha deformado el significado nupcial del cuerpo, casi en sus mismas bases, al separar las dos dimensiones del acto conyugal, y poniendo como objetivo de la unión interpersonal, el placer sexual y no la complementariedad total de los cónyuges; es decir se busca el placer por el placer aun dentro del matrimonio, sin tomar en cuenta la forma en que está constituida la persona:
Para que la unión sexual sea plena debe comprender toda la objetividad y toda la subjetividad de las personas, respetando el significado integral del acto conyugal en sus dos dimensiones, la unitiva y la procreativa.

Re: 126. Continencia periódica y virtud conyugal

NotaPublicado: Lun Oct 06, 2014 3:20 pm
por Alejandra S
¿En qué sentido se ha deformado el significado nupcial del cuerpo?
El cuerpo humano sexuado está orientado a la comunión de las personas y ahí reside su significado nupcial. El sentido unitivo y procreador van juntos. Ese significado ha sido deformado por la concupiscencia y el pecado. Se ve claramente en el hedonismo.