2. La Orden Benedictina. 18 agosto 2014

En este curso, haremos un viaje en el tiempo para situarnos en los orígenes del monacato cristiano. Conoceremos las distintas órdenes monásticas, a sus fundadores, sus monasterios, su arte, cultura, forma de vida y su importancia para la civilización a través de la historia hasta la actualidad.

Fecha de inicio:
11 de agosto de 2014

Fecha final:
27 de octubre de 2014

Responsable: Hini Llaguno

Moderadores: Catholic.net, Ignacio S, hini, Betancourt, PEPITA GARCIA 2, rosita forero, J Julio Villarreal M, AMunozF, Moderadores Animadores

Re: 2. La Orden Benedictina. 18 agosto 2014

Notapor Idamis Sanchez » Dom Ago 24, 2014 8:33 pm

Esta parte del prologo me hace recordar el libro del Deuteronomio, el capitulo 6,4..... el prologo dice: PROLOGO

1 ESCUCHA, hijo, los preceptos del Maestro, e inclina el oído de tu corazón; recibe con gusto el consejo de un padre piadoso, y cúmplelo verdaderamente. 2 Así volverás por el trabajo de la obediencia, a Aquel de quien te habías alejado por la desidia de la desobediencia. 3 Mi palabra se dirige ahora a ti, quienquiera que seas, que renuncias a tus propias voluntades y tomas las preclaras y fortísimas armas de la obediencia, para militar por Cristo Señor, verdadero Rey.

4 Ante todo pídele con una oración muy constante que lleve a su término toda obra buena que comiences, 5 para que Aquel que se dignó contarnos en el número de sus hijos, no tenga nunca que entristecerse por nuestras malas acciones. 6 En todo tiempo, pues, debemos obedecerle con los bienes suyos que Él depositó en nosotros, de tal modo que nunca, como padre airado, desherede a sus hijos, 7 ni como señor temible, irritado por nuestras maldades, entregue a la pena eterna, como a pésimos siervos, a los que no quisieron seguirle a la gloria.
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Re: 2. La Orden Benedictina. 18 agosto 2014

Notapor Idamis Sanchez » Dom Ago 24, 2014 8:40 pm

Me gusto mucho leer esto del nombre de ABBA, en los monjes, la relación que hace con el nombre de ABBA-PADRE. Ese tener muy presente la figura de Dios padre en el momento de ejercer la autoridad. Esto invita a los Abades a ser muy misericordiosos. Me gusto esto: PROLOGO

1 ESCUCHA, hijo, los preceptos del Maestro, e inclina el oído de tu corazón; recibe con gusto el consejo de un padre piadoso, y cúmplelo verdaderamente. 2 Así volverás por el trabajo de la obediencia, a Aquel de quien te habías alejado por la desidia de la desobediencia. 3 Mi palabra se dirige ahora a ti, quienquiera que seas, que renuncias a tus propias voluntades y tomas las preclaras y fortísimas armas de la obediencia, para militar por Cristo Señor, verdadero Rey.

4 Ante todo pídele con una oración muy constante que lleve a su término toda obra buena que comiences, 5 para que Aquel que se dignó contarnos en el número de sus hijos, no tenga nunca que entristecerse por nuestras malas acciones. 6 En todo tiempo, pues, debemos obedecerle con los bienes suyos que Él depositó en nosotros, de tal modo que nunca, como padre airado, desherede a sus hijos, 7 ni como señor temible, irritado por nuestras maldades, entregue a la pena eterna, como a pésimos siervos, a los que no quisieron seguirle a la gloria.
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Re: 2. La Orden Benedictina. 18 agosto 2014

Notapor Idamis Sanchez » Dom Ago 24, 2014 8:50 pm

En lo particular no sabia que esto de los salmos en el oficio de lectura estaba ordenado por la regla de San Benito, para mi todo esto es un aprendizaje. COMO HAN DE CELEBRARSE LOS LAUDES
EN LOS DIAS ORDINARIOS

1 En los días ordinarios, en cambio, celébrese la solemnidad de Laudes de este modo: 2 Dígase el salmo 66 sin antífona, demorándolo un poco, como el domingo, para que todos lleguen al 50 que se dirá con antífona. 3 Luego díganse otros dos salmos, como es de costumbre, esto es: 4 el lunes, el 5 y el 35; 5 el martes, el 42 y el 56; 6 el miércoles, el 63 y el 64; 7 el jueves, el 87 y el 89; 8 el viernes, el 75 y el 91; 9 y el sábado, el 142 y el cántico del Deuteronomio que se dividirá en dos "Glorias". 10 Pero en los demás días se dirá un cántico de los Profetas, cada uno en su día, como salmodia la Iglesia Romana. 11 Sigan después los "Laudate", luego una lectura del Apóstol que se ha de recitar de memoria, el responsorio, el himno, el verso, el cántico del Evangelio, la letanía, y así se concluye.

12 Los oficios de Laudes y Vísperas no deben terminar nunca sin que el superior diga íntegramente la oración del Señor, de modo que todos la oigan. Esto se hará, porque como suelen aparecer las espinas de los escándalos, 13 amonestados por la promesa de la misma oración que dice: "Perdónanos así como nosotros perdonamos", se purifiquen de este vicio. 14 En las otras Horas, en cambio, se dirá la última parte de esta oración, para que todos respondan: "Mas líbranos del mal. "
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Re: 2. La Orden Benedictina. 18 agosto 2014

Notapor Idamis Sanchez » Dom Ago 24, 2014 8:53 pm

Escucha, hijo, los preceptos del Maestro, e inclina el oído de tu corazón. Mi palabra se dirige ahora a ti, quienquiera que seas, que renuncias a tus propias voluntades y tomas las preclaras y fortísimas armas de la obediencia, para militar por Cristo Señor, verdadero Rey.

La Regla, escrita a principios del siglo VI por S. Benito, Abad de Monte Cassino (Italia), es una guía espiritual y práctica para vivir el Evangelio. Es el texto fundacional del monacato cristiano occidental.

Besides the downloads on this page, versions of the Rule in other languages may be found at:

DE: http://www.kloster-ettal.de/regel/index.html
EN: http://www.osb.org/rb/text/toc.html#toc
IT: http://www.ora-et-labora.net/RSB_italiano.html
NL: http://www.intratext.com/X/DUT0023.htm
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Re: 2. La Orden Benedictina. 18 agosto 2014

Notapor Idamis Sanchez » Dom Ago 24, 2014 9:01 pm

No se sabe ni el año ni el lugar exacto en los que San Benito escribió su Regla, ni siquiera puede determinarse si la Regla tal y como hoy la conocemos, fue redactada como un conjunto orgánico o si fue tomando forma gradualmente en función de las necesidades de sus monjes. Sin embargo, puede considerarse como fecha aproximada el año 530 y en Montecasino con más probabilidades que en Subiaco, ya que la Regla es, con certeza, el reflejo de la madurez monástica y sabiduría espiritual de San Benito.

Los primeros cronistas señalan que cuando Montecasino fue destruido por los lombardos en el 581, los monjes huyeron a Roma llevando consigo, entre otros tesoros, una copia de la Regla "que el santo Padre había escrito". A mediados del siglo VIII había en la Biblioteca del Papa una copia que se tenía por el autógrafo de San Benito. Muchos eruditos o estudiosos aceptan que esta era la copia que se trajo desde Montecasino pero, a pesar de ser bastante probable, no existe certeza absoluta. De acuerdo con esta teoría, esto posible, este manuscrito de la Regla fue donado por el Papa Zacarías a Montecasino a mediados del siglo VIII, poco tiempo después de la reconstrucción del monasterio. Carlomagno la encontró allí cuando visitó Montecasino a finales del siglo IX, y a petición suya se le hizo una copia muy cuidada, y se repartió un ejemplar con el texto a todos los monasterios del imperio. Muchas copias de la Regla se hicieron a partir de ella, una de las cuales ha sobrevivido hasta nuestros días. Por tanto, no cabe duda que el actual Códice 914 de la Biblioteca de Saint Gall fue copiado directamente de la copia de Carlomagno de la Abadía de Reichenau. Una reimpresión paleográfica exacta (no en facsímil) de este códice fue editada en Montecasino en 1900, de tal manera que el texto de este manuscrito, con certeza el mejor texto individual de la Regla existente, puede ser estudiado sin dificultad. Algunos otros manuscritos se remontan al manuscrito de Carlomagno o a su original de Montecasino, que resultó destruido por el fuego en 896, y de esta forma, el texto del denominado autógrafo puede ser reconstruido mediante métodos críticos probados con desacostumbrada certeza, y si pudiéramos estar seguros de que realmente fuera el autógrafo, entonces no habría más que hablar.

Pero como señalamos con anterioridad, no está bastante claro que este sea el autógrafo de San Benito, y la cuestión se complica por que existe en este campo otro tipo de texto, representado por el manuscrito más antiguo conocido, el manuscrito Oxford Hatton 42, y por otras autoridades muy tempranas, que con certeza se trata del texto más ampliamente difundido en los siglos VII y VIII. Si este texto era la primera redacción y el "autógrafo" su ultima revisión, o si la primera es una versión corrupta de la última, es una cuestión que se discute todavía aunque la mayoría de los críticos se inclinan por la segunda alternativa. Sin embargo, en cualquier caso, el texto "autógrafo" es el que debe ser seleccionado. Los manuscritos, desde el siglo X en adelante, y las ediciones impresas corrientes, dan los textos mezclados, elaborados a partir de de los dos primeros tipos. De esta forma el texto normal en uso es, desde el punto de vista crítico, deficiente pero muy pocas de las lecturas establecen alguna diferencia sustancial.
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Re: 2. La Orden Benedictina. 18 agosto 2014

Notapor AMunozF » Dom Ago 24, 2014 9:03 pm

----------------------------------------MUCHA ATENCIÓN A TODOS, POR FAVOR !!!!!!! -------------------------

A Todos los Foristas:

Hemos notado que con cierta frecuencia se están repitiendo sus respuestas y no una sino hasta cuatro veces.

Esto se debe principalmente que al darle click al botón de "ENVIAR" ven Uds. que no aparece su respuesta; la situación es que en veces el tráfico es demasiado y se pone un poco lento el sistema.

Para evitar esto, procuren primero, hacer una "VISTA PREVIA" y así cargar su respuesta en el sistema. Tendrán además oportunidad de revisar su respuesta en busca de errores de dedo u de otro tipo. Al mismo tiempo le dan oportunidad al sistema de que desocupe un poco y responda más rápidamente.

Así al darle click al botón de "ENVIAR", responderá más rápido y nos evitaremos dobles o triples respuestas de una sola persona.

Se requiere que seamos un poco pacientes y cuidadosos al darle "ENVIAR", solo una sola vez, por favor.

Que Dios los Bendiga.

Gracias

AMunozF
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Re: 2. La Orden Benedictina. 18 agosto 2014

Notapor Idamis Sanchez » Dom Ago 24, 2014 9:04 pm

Interesanta esta investigación sobre el habito Benedictino.
ancris99 escribió:Por: Angelica Romero Vega

Escogi el tema del habito benedictino, espero que aprendan y adjunto una pagina web con mucha informacion confiable. No hay mucho en el habito benedictino pero esto es lo que logre encontrar.

- El hábito benedictino
En la Edad Media los monjes benedictinos llevaban una camisa de lana y escapulario. El hábito o vestidura superior es negro, por lo que el pueblo los llamó los monjes negros, en oposición a los cistercienses, que llevan túnica y escapulario blanco, denominados los monjes blancos.
Alston, G. C. (n.d.). Benedictinos, San Benito. Retrieved 8 24, 2014, from http://mb-soft.com/believe/tso/benedic.htm
“Con ligeras modificaciones de forma en algunas congregaciones el hábito de la orden consiste en una túnica, confinado a la cintura por una faja de cuero o de tela, un escapulario, la anchura de los hombros y llegaba hasta las rodillas o la tierra, y una capucha para cubrir la cabeza.En el coro, en el capítulo, y en ciertos momentos ceremoniales, un vestido largo completo con grandes mangas que fluyen, llamada "la capucha", se coloca sobre el hábito común.El color no está especificado en el artículo, pero se conjetura que los primeros benedictinos se vestían de blanco o gris, como el color natural de la lana sin teñir.Durante muchos siglos, sin embargo, el negro ha sido el color predominante, de ahí el término "monje negro" ha llegado a significar un benedictino que no pertenecen a una de las congregaciones independientes que ha adoptado un color distintivo, por ejemplo, los cistercienses Camaldulenses, y Olivetana, que visten de blanco, o el Sylvestrines, cuyo hábito es de color azul.Las únicas diferencias en el color dentro de la federación benedictinos son las de los monjes de Monte Vergine, quien aunque ahora pertenece a la congregación de la Primitiva Observancia Casinense, aún conservan el hábito blanco adoptado por su fundador en el siglo XII, y los de la congregación de Santa Otilia, que llevan una faja de color rojo para significar su carácter misionero especial.”
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Re: 2. La Orden Benedictina. 18 agosto 2014

Notapor R G Morales Torres » Dom Ago 24, 2014 10:30 pm

A continuación va mi trabajo sobre la Regla de San Benito.

La Orden de San Benito

San Benito de Nursia, o como se lo conoce popularmente San Benito Abad, fundó varios monasterios, el principal de los cuales es el de Montecassino (aun hoy existente). Escribió una "Regla para monjes" cuya amplísima difusión e influencia hasta el día de hoy ha hecho que se lo llame Patriarca de los monjes de Occidente. Es el Patrono principal de Europa.

El Papa San Gregorio Magno dedicó todo el Capítulo II del Libro de los Diálogos (unos 40 años después de su muerte) a San Benito. Si bien San Gregorio Magno tuvo acceso a discípulos directos del santo, en rigor de verdad dicha biografía es más una colección de anécdotas y hechos de su vida que un relato pormenorizado de la misma. Su estilo es coloquial, ya que se presenta como un diálogo entre Gregorio y el diácono Pedro (personaje ficticio) en el cual va relatando distintos hechos, profecías y milagros acontecidos a nuestro Santo.

El hecho de que, según la Regla de San Benito, cada comunidad monástica sea como una familia de hermanos guiados por un Abad (de Abba, padre), unido a la separación del mundo circundante y a las distancias y escasas comunicaciones, hicieron que a lo largo de 1500 años cada monasterio, cada Congregación de monasterios, y cada Orden monástica, adquiera su estilo propio. No obstante los lazos que unen a los discípulos de San Benito alrededor del mundo son numerosos y profundos, lo que hace que se reconozcan como hermanos. Los monjes benedictinos, sin importar a que comunidad pertenezcan, escriben la sigla OSB (Ordo Sancti Benedicti) junto a su nombre, como símbolo de pertenencia a la Orden de San Benito.

Sin embargo, desde la perspectiva histórica, también se usa el término Confederación Benedictina. Durante siglos el monacato fue la única forma de vida religiosa en la Iglesia, mucho antes de que comenzara a utilizarse el término "Orden religiosa". Las abadías y monasterios surgieron independientes, y se fueron uniendo formando Congregaciones. A finales del siglo XIX las distintas Congregaciones Benedictinas se reunieron en una Confederación de congregaciones, llamada hoy Confederación Benedictina. Dentro de esta Confederación, cada Congregación Benedictina conserva sus propias normas (llamadas Constituciones) y su forma propia de llevar a la práctica la Regla de San Benito.

La Orden Benedictina es canónicamente una Confederación de Congregaciones, formada por las siguientes Congregaciones Benedictinas (entre paréntesis los países donde poseen monasterios):

1. Congregación Casinense (Italia)
2. Congregación Inglesa (Gran Bretaña, EEUU, Perú, Zimbabwe)
3. Congregación Húngara (Hungría, Brasil, Austria)
4. Congregación Helvética (Suiza, Camerún)
5. Congregación Austriaca (Austria)
6. Congregación Bávara (Alemania)
7. Congregación Brasilera (Brasil)
8. Congregación Solesmense (Francia, EEUU, España, Lituania, Gran Bretaña, Canadá, Holanda, Senegal)
9. Congregación Americano-Casinense (EEUU, China, Japón, Bahamas, Brasil, Colombia, Canadá, México, Puerto Rico)
10. Congregación Sublacense (Provincias: Italiana, Inglesa, Holandesa, Francesa, Española, Alemana, de África y Madagascar, Filipina, Vietnamita)
11. Congregación Beuronense (Alemania, Austria)
12. Congregación Helvético-Americana (EEUU, Belice, México, Guatemala, Canadá)
13. Congregación Otiliense (Alemania, Corea del Sud, Tanzania, EEUU, Venezuela, Austria, Suiza, Sudáfrica, Kenya, Colombia, Filipinas, Uganda, India, China)
14. Congregación de la Anunciación (Bélgica, Ruanda, Zaire, Trinidad y Tobago, Guyana, Irlanda, Nigeria, Polonia, Alemania, EEUU, Perú, India, Francia)
15. Congregación Eslava (República Checa, Eslovaquia, Hungría)
16. Congregación Olivetana (Italia, Francia, Brasil, EEUU, Gran Bretaña, Israel, Guatemala, Corea del Sud, México)
17. Congregación Vallumbrosana (Italia, Brasil)
18. Congregación Camaldulense (Italia, EEUU, Brasil)
19. Congregación Silvestrina (Italia, Sri Lanka, EEUU, Australia, India)
20. Congregación del Cono Sur (Argentina, Chile, Paraguay, Uruguay)

Esta estructura se encuentra formada por:

Monasterios benedictinos masculinos: 335 monasterios (270 abadías, 15 prioratos y 50 casas dependientes) con alrededor de 8000 monjes. Los mismos se agrupan formando las 20 Congregaciones Benedictinas enumeradas. Todas juntas forman la Confederación Benedictina u Orden Benedictina.

Monasterios benedictinos femeninos: 840 abadías y monasterios femeninos, con alrededor de 16000 monjas y hermanas. Forman 61 Congregaciones y Federaciones asociadas a la Confederación Benedictina.

Abades Presidentes: cada una de las Congregaciones Benedictinas masculinas elige un Abad Presidente

Sínodo de Abades Presidentes: reunión anual de los Abades Presidentes de todas las Congregaciones Benedictinas

Congreso de Abades: reunión cuatrienal de los Abades de todos los monasterios pertenecientes a la Confederación Benedictina

Abad Primado: elegido por el Congreso de Abades, representa a toda la Confederación Benedictina.


La Regla de San Benito

La Regla de los Monjes escrita por San Benito hacia el final de su vida, es un conjunto de Normas dirigidas a ordenar la vida en los monasterios y ha sido guía espiritual de innumerables comunidades durante 15 siglos. Reconoce su raíz en las Sagradas Escrituras y en la Tradición de la Iglesia. Fue escrita, según creen la mayoría de los estudiosos, en forma gradual. Se encuentra redactada en latín, si bien ha sido traducida a todas las lenguas, y consta de un Prólogo y 73 Capítulos, divididos a su vez en versículos

Prólogo

Es una exhortación, dirigida en términos de un Padre a un hijo (como ya dijimos la palabra Abad proviene del vocablo Abba, Padre) en la que invita “a ti, quienquiera que seas, que renuncias a tus propias voluntades y tomas las preclaras y fortísimas armas de la obediencia, para militar por Cristo Señor, verdadero Rey” a recorrer el camino del arrepentimiento y la conversión, ciñendo “nuestra cintura con la fe y la práctica de las buenas obras”, para seguir los “caminos guiados por el Evangelio, para merecer ver en su reino a Aquel que nos llamó”.

La Comunidad

Los capítulos 1 a 3 nos describen las características de aquellos que forman la Comunidad, esto es los Monjes, el Abad y el Consejo.
Divide a los monjes en cuatro clases. Las dos primeras son apreciadas: cenobitas (viven en un monasterio o cenobio) y anacoretas o ermitaños (viven solos en el desierto), mientras que las dos últimas son despreciadas: sarabaítas (viven en pequeñas comunidades de dos o tres, sin regla ni pastor, haciendo lo que a ellos les gusta) y giróvagos (errantes y dados a la gula y la satisfacción de sus deseos). Obviamente declara que la Regla va dirigida a la organización de los primeros de la lista.
El abad debe ser “Cristo en el monasterio”, actuando según las circunstancias con “rigor de maestro o afecto de padre piadoso”. Debe señalarse que (ubiquémonos en la época) el rigor que plantea incluye los castigos corporales a aquellos que desobedezcan alguna norma.
El consejo lo forma la Comunidad, convocada por el Abad para tratar casos de importancia.

Arte Espiritual

Los capítulos 4 a 7 nos muestran las virtudes que deben poner en práctica los monjes como formas de elevar el espíritu.
El primero de estos capítulos da una extensa serie de normas a seguir como Instrumento de las buenas obras, esto es:
1 Primero, amar al Señor Dios con todo el corazón, con toda el alma y con todas las fuerzas;
2 después, al prójimo como a sí mismo.
3 Luego, no matar;
4 no cometer adulterio,
5 no hurtar,
6 no codiciar,
7 no levantar falso testimonio,
8 honrar a todos los hombres,
9 no hacer a otro lo que uno no quiere para sí.
10 Negarse a sí mismo para seguir a Cristo.
11 Castigar el cuerpo,
12 no entregarse a los deleites,
13 amar el ayuno.
14 Alegrar a los pobres,
15 vestir al desnudo,
16 visitar al enfermo,
17 sepultar al muerto.
18 Socorrer al atribulado,
19 consolar al afligido.
20 Hacerse extraño al proceder del mundo,
21 no anteponer nada al amor de Cristo.
22 No ceder a la ira,
23 no guardar rencor.
24 No tener dolo en el corazón,
25 no dar paz falsa.
26 No abandonar la caridad.
27 No jurar, no sea que acaso perjure,
28 decir la verdad con el corazón y con la boca.
29 No devolver mal por mal.
30 No hacer injurias, sino soportar pacientemente las que le hicieren.
31 Amar a los enemigos.
32 No maldecir a los que lo maldicen, sino más bien bendecirlos.
33 Sufrir persecución por la justicia.
34 No ser soberbio,
35 ni aficionado al vino,
36 ni glotón
37 ni dormilón,
38 ni perezoso,
39 ni murmurador,
40 ni detractor.
41 Poner su esperanza en Dios.
42 Cuando viere en sí algo bueno, atribúyalo a Dios, no a sí mismo;
43 en cambio, sepa que el mal siempre lo ha hecho él, e impúteselo a sí mismo.
44 Temer el día del juicio,
45 sentir terror del infierno,
46 desear la vida eterna con la mayor avidez espiritual,
47 tener la muerte presente ante los ojos cada día.
48 Velar a toda hora sobre las acciones de su vida,
49 saber de cierto que, en todo lugar, Dios lo está mirando.
50 Estrellar inmediatamente contra Cristo los malos pensamientos que vienen a su corazón, y manifestarlos al anciano espiritual,
51 guardar su boca de conversación mala o perversa,
52 no amar hablar mucho,
53 no hablar palabras vanas o que mueven a risa,
54 no amar la risa excesiva o destemplada.
55 Oír con gusto las lecturas santas,
56 darse frecuentemente a la oración,
57 confesar diariamente a Dios en la oración, con lágrimas y gemidos, las culpas pasadas,
58 enmendarse en adelante de esas mismas faltas.
59 No ceder a los deseos de la carne,
60 odiar la propia voluntad,
61 obedecer en todo los preceptos del abad, aun cuando él - lo que no suceda - obre de otro modo, acordándose de aquel precepto del Señor: "Hagan lo que ellos dicen, pero no lo que ellos hacen".
62 No querer ser llamado santo antes de serlo, sino serlo primero para que lo digan con verdad.
63 Poner por obra diariamente los preceptos de Dios,
64 amar la castidad,
65 no odiar a nadie,
66 no tener celos,
67 no tener envidia,
68 no amar la contienda,
69 huir la vanagloria.
70 Venerar a los ancianos,
71 amar a los más jóvenes.
72 Orar por los enemigos en el amor de Cristo;
73 reconciliarse antes de la puesta del sol con quien se haya tenido alguna discordia.
74 Y no desesperar nunca de la misericordia de Dios.
75 Estos son los instrumentos del arte espiritual. 76 Si los usamos día y noche, sin cesar, y los devolvemos el día del juicio, el Señor nos recompensará con aquel premio que Él mismo prometió: 77 "Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni llegó al corazón del hombre lo que Dios ha preparado a los que lo aman". 78 El taller, empero, donde debemos practicar con diligencia todas estas cosas, es el recinto del monasterio y la estabilidad en la comunidad.

Los capítulos 5, 6 y 7 se refieren, en este orden, a la Obediencia, el Silencio y la Humildad. La primera de ellas “será entonces agradable a Dios y dulce a los hombres, si la orden se ejecuta sin vacilación, sin tardanza, sin tibieza, sin murmuración o sin negarse a obedecer, porque la obediencia que se rinde a los mayores, a Dios se rinde”.
De la segunda nos dice que “si a veces se deben omitir hasta conversaciones buenas por amor al silencio, con cuanta mayor razón se deben evitar las palabras malas por la pena del pecado”. En dable aclarar que en este capítulo se condena a “todo lo que haga reír”, lo que hizo que hasta la llegada de San Francisco de Asís todas las Ordenes existentes se negaran, en lo que puede interpretarse como un error, a expresar la alegría evangélica.
Por último exalta la Humildad como pérdida de la voluntad propia en aras de la voluntad del Señor.

Oración Litúrgica

Los capítulos 8 a 18 regulan cómo debe ser rezado el Oficio divino, parte principal de la vida del monasterio, detallando en cada caso cómo y en qué forma deben ser celebradas las distintas Horas del mismo o sea Laudes, Prima, Tercia, Sexta, Nona, Vísperas y Completas.
En los capítulos 19 y 20 se refiere al respeto y la actitud a tener en el rezo del Oficio, recordado “cómo conviene estar en la presencia de la Divinidad y de sus ángeles” que “seremos escuchados, no por hablar mucho, sino por la pureza de corazón y compunción de lágrimas”.

Organización

Los capítulos 21 al 53 son aquellos que regulan la organización en sí del monasterio.
En el 21 se permite la división del mismo en decanías, cuando su población es demasiado numerosa, para una mejor administración. En el 22 se estipula como deben dormir los monjes. En lo posible deben hacerlo todos juntos en un mismo dormitorio, vestidos y ceñidos con cintos o cuerdas, y listos para levantarse a la menor señal a rezar el Oficio.

Los capítulos 23 a 30 estipulan la rígida disciplina a la que son sometidos los monjes, como deben ser reconvenidos por sus faltas y las sanciones a aplicarse. En el caso de los mayores estas llegan a la excomunión, aunque en el caso de los menores (o de aquellos que no lleguen a comprender el alcance de esta sanción) deberán “ser sancionados con rigurosos ayunos o corregidos con ásperos azotes”.
Aquél monje que se decida irse del monasterio puede ser, en caso de que demuestre su arrepentimiento, vuelto a recibir en el mismo hasta una tercera vez.

Los capítulos 31 a 34 regulan la Administración del Monasterio, cómo debe ser el Mayordomo “sabio, maduro de costumbres, sobrio y frugal, que no sea ni altivo, ni agitado, ni propenso a injuriar, ni tardo, ni pródigo, 2 sino temeroso de Dios”. Asimismo el cuidado que debe darse a los elementos comunes, la distribución de los mismos y la prohibición para los monjes de tener algo propio.

Los capítulos 35 a 42 nos dicen cómo debe ser la vida diaria en el cenobio. Cómo debe ser la rotación semanal de los servidores (35), el trato dado a los enfermos (36), ancianos y niños (37), y el oficio de lector semanal durante la comida (38).

El capítulo 39 nos dice cómo debe ser la comida en cantidad e ingredientes. No se debe comer carne de cuadrúpedos a excepción de los enfermos. En el 40 nos habla de la bebida, permitiendo hasta una hemina (unos 250 c3) de vino al día, aunque felicita a aquellos que pueden abstenerse.

A continuación se nos indican los horarios en que se debe comer en los distintos tiempos del año (41), como así también en qué días se debe guardar ayuno. Por último se prohíbe terminantemente el hablar luego del rezo de Completas (42), debiendo someterse a severo castigo a quien quiebre esta regla.

Los capítulos 43 al 46 organizan las diferentes penitencias por las distintas faltas en que incurran los monjes, como llegar tarde al Oficio o a la mesa, equivocarse en los salmos u otras faltas menores.

Por último los capítulos 47 al 52 regulan el Trabajo y la Oración, el “Ora et Labora”, indicando como debe realizarse el llamado al Oficio (47), los horarios de trabajo y lectura en los diferentes tiempos del año (48), y la observancia de la Cuaresma (49). En esta última se invita a añadir “en estos días algo a la tarea habitual de nuestro servicio, como oraciones particulares o abstinencia de comida y bebida, de modo que cada uno, con gozo del Espíritu Santo, ofrezca voluntariamente a Dios algo sobre la medida establecida, esto es, que prive a su cuerpo de algo de alimento, de bebida, de sueño, de conversación y de bromas, y espere la Pascua con la alegría del deseo espiritual”

El capítulo 50 se refiere a aquellos hermanos que, por razones del trabajo o de viaje, no pueden asistir al oratorio. Deberán orar allí donde se encuentren “doblando las rodillas con temor de Dios”. En el 51 indica que, si el viajero espera volver al monasterio en el mismo día, deberá abstenerse de comer fuera salvo indicación en contrario del Abad.

Finalmente el 52 regula el uso del Oratorio diciendo que “no se lo use para otra cosa, ni se guarde nada allí”. Si alguno de los monjes desea orar fuera de los horarios establecidos deberá hacerlo en silencio.

Monasterio y Mundo

Los capítulos 53 a 57 regulan las relaciones del Monasterio con el mundo. En el 53 se refiere a los huéspedes que lleguen a alojarse, los que deben ser bien recibidos en virtud de la frase de Jesucristo "Huésped fui y me recibieron". En especial con “pobres y peregrinos se tendrá el máximo de cuidado y solicitud, porque en ellos se recibe especialmente a Cristo”.

Los monjes no deben recibir regalos del exterior, ni siquiera de sus padres, sin autorización del Abad (54).

El capítulo 55 estipula como ha de ser el vestido y calzado del monje. El mismo, cuando recibe ropa nueva debe devolver los vestidos viejos, a efectos de cortar el vicio de la propiedad. Asimismo el Abad debe revisar que no oculten en su cama nada que pueda ser considerado propio. A continuación se regla quienes deben sentarse a la mesa del Abad (56).

Por último, en el 57, se permite a aquellos de los hermanos que posean un arte u oficio ejercerlo, en tanto lo realicen con humildad. Si su conocimiento es causa de engreimiento será removido del oficio.

Renovación y comunidad

En los capítulos 58 al 66 se regulan diferentes aspectos de la vida comunitaria. Comienza en el 58 con las normas para el ingreso a la comunidad y las pruebas a las que debe someterse a los novicios para su aceptación (entre ellas la lectura y promesa de observación de la Regla). En el 59 se trata del ingreso de los niños ofrecidos a Dios para que vivan en el monasterio, práctica que en esa época era habitual en todas las clases sociales.

La admisión de sacerdotes está regulada en el capítulo 60, debiéndose tomar las mismas precauciones que con los novicios y haciéndole saber que deberá observar toda la disciplina de la Regla. No obstante una vez aceptados se les debe dar un lugar intermedio en atención a su carácter de sacerdotes. En cuanto a los monjes peregrinos (61) se les recibirá como huéspedes todo el tiempo que deseen si no perturba al monasterio con exigencias. Si desea incorporarse y tuviese buenas cualidades se lo recibirá.

El abad elegirá aquellos que sean dignos de ejercer el sacerdocio de entre sus propios monjes (62), debiendo éste someterse mucho más a la disciplina. Si obrase de otro modo deberá ser reconvenido juzgándoselo como rebelde, y “si amonestado muchas veces no se corrige, tómese por testigo al mismo obispo”, pudiendo llegarse a la expulsión del Monasterio.

El capítulo 63 nos habla del orden interno que debe mantenerse en el Monasterio, ocupando cada uno su lugar conforme a su rango y respetando a los mayores. Al Abad, por considerárselo representante de Cristo, se le deberá decir “Señor” o “Abad”.

La elección del Abad (64) deberá ser realizada por toda la comunidad o, en su caso, por aquel grupo que tenga “más sano criterio”. Esto deja abierta la posibilidad de que el Monasterio se suma en rencillas internas, pero en esos casos deberá intervenir el obispo de esa diócesis. A continuación nos indica cuales son las cualidades y méritos que debe tener aquel a quien se ordena Abad. Asimismo se destacan los problemas a que puede dar lugar la elección de un Prior (65) en el caso de que el mismo tenga criterios opuestos a los del Abad. El primero deberá cumplir con reverencia lo que mande el segundo, dado que el alto puesto que se le ha conferido hace que deba respetar con mayor rigidez la Regla.

Por último, en el capítulo 66, se establece la necesidad de contar con un portero, cuya celda estará junto a la puerta. Asimismo se indica que se intentará construir el monasterio “de modo que tenga todo lo necesario, esto es, agua, molino, huerta, y que las diversas artes se ejerzan dentro del monasterio, para que los monjes no tengan necesidad de andar fuera, porque esto no conviene en modo alguno a sus almas”, en orden a mantener la clausura monástica.
Al final de este capítulo se expresa “que esta Regla se lea muchas veces en comunidad, para que ninguno de los hermanos alegue ignorancia” lo que nos hace pensar que, en origen esta era su conclusión y que los capítulos 67 al 73 fueron agregados con posterioridad.

Complementos

Los complementos regulan situaciones particulares, como puede ser el comportamiento de los monjes que salen de viaje (67) durante el mismo y a su regreso, estando prohibido salir de la clausura sin permiso del Abad.

El capítulo 68 explica qué actitud debe tomar aquel monje al que se le ordena realizar algo imposible o que supera sus fuerzas.

En el 69 se prohíbe defender o proteger a otro monje, aún en casos de consanguinidad.

El capítulo 70 prohíbe golpear a arbitrariamente a alguno de los hermanos cuando estos superan la edad de 15 años en forma enardecida contra uno menor. Si bien esto hoy en día puede ser considerado aberrante recordemos que nos encontramos en el siglo VI.

El capítulo 71 norma la obediencia dentro del Monasterio, no solo respecto del Abad sino entre los mismos hermanos, “sabiendo que por este camino de la obediencia irán a Dios”. A continuación nos habla del celo (72) que deben tener los monjes en su comportamiento y el amor mutuo que debe unirlos.

Epílogo de la Regla

Por último en el capítulo 73 se nos ofrece el epílogo de la Regla, la que termina diciendo “Quienquiera, pues, que te apresuras hacia la patria celestial, practica, con la ayuda de Cristo, esta mínima Regla de iniciación que hemos delineado, 9 y entonces, por fin, llegarás, con la protección de Dios, a las cumbres de doctrina y virtudes que arriba dijimos. Amén”.
R G Morales Torres
 
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Re: 2. La Orden Benedictina. 18 agosto 2014

Notapor Maria 2 » Lun Ago 25, 2014 10:36 am

Iconografía:

Hacia el año 480 nació San Benito en la población de Nursia, aún niño fue llevado a Roma para que estudiase las artes liberales, cosa que abandonó. Luego marchó al desierto. Estuvo tres años escondido en una cueva, siendo alimentado por un monje llamado Román, que le suministraba el pan.

Al haber fallecido el abad de un monasterio cercano al lugar donde se encontraba y dada su fama de santidad, los monjes fueron en su busca, él intentó persuadirlos pues su vida exigía una estricta observancia, los monjes lograron convencerlo y marchó con ellos al monasterio. Al poco tiempo los religiosos y ante la suprema observancia que obligaba a cumplir, idearon un sistema para envenenarlo y librarse de él, adquiriendo así una mayor libertad. Descubierto el plan, Benito los abandonó y marchó nuevamente al desierto.

Su fama fue en aumento y fueron muchos los que acudieron a él. Al crecer el número de sus discípulos comenzó a fundar monasterios y a alojarlos en ellos.

Fundó una abadía en Montecasino, con una nueva forma de vida monástica que basó fundamentalmente en la oración y el trabajo (ora et labora). San Benito es considerado el fundador del monacato occidental. Una enormidad de leyendas salpican la vida del monje, habiendo sido tratadas ampliamente por el arte.
Su representación. Comentarios a los retablos cerámicos de la web:

En la figura 0136 (VER) se muestra la figura del Santo en pie, en actitud de bendecir, mientras sostiene en el regazo una maqueta de monasterio (se le considera fundador del monacato occidental) y lleva sujeto con la mano el libro de reglas basadas fundamentalmente como hemos visto en el trabajo y la oración.

Más rica en simbología es la figura 0711 (VER), que muestra varios objetos símbolos de distintos episodios. San Benito está rezando ante un libro abierto y un crucifijo, es decir, como hemos visto se encuentra en pleno cumplimiento de la Regla de su Orden. Abajo a nuestra izquierda, encontramos una campanilla rota, este símbolo hace referencia al momento en que se encuentra como eremita en su cueva, que se hallaba en un lugar inaccesible. Un monje llamado Román le suministra diariamente el pan. Como clave para saber cuando llegaba, Benito disponía de una soga en cuyo extremo se encontraba un cencerro, de forma que al llegar el monje ataba el pan al extremo de la cuerda y el instrumento sonaba. El demonio, según la leyenda, habría roto el cencerro de un certero golpe esperando que el santo no pudiera alimentarse, a pesar de ello, el santo no dejó de recibir el alimento. A nuestra derecha está representado un cuervo que lleva un trozo de pan en el pico. El episodio que quiere reflejar es uno de los que ideó Florencio, un sacerdote que intentó matar al santo. En este caso envía un pan envenenado a Benito, haciéndole creer que se trataba de un pan bendito, pero el santo reconoce el engaño y se lo entrega desmenuzado a un cuervo que lo visitaba asiduamente, haciéndole el encargo de que lo llevase a un lugar donde ningún hombre lo encontrase jamás. El cuervo no lo confunde con su ración diaria de comida y así lo hace, volviendo a los tres días con total normalidad.

San Benito es un personaje crucial en la historia cultural de Europa.

En resumen a San Benito se le representa habitualmente con el libro de la Regla, una copa rota, y un cuervo con un trozo de pan en el pico, en memoria del pan envenenado que recibió Benito de parte de un sacerdote de la región de Subiaco que le envidiaba. San Gregorio cuenta que, por orden del santo, el cuervo se llevó el pan adonde no pudiera ser encontrado por nadie.

Patronazgos, devociones y tradiciones:

Devoción

Algunos creyentes invocan a san Benito para protegerse contra las picaduras de las ortigas, el veneno, la erisipela, la fiebre y las tentaciones.

Es patrono de los archiveros, agricultores, ingenieros, curtidores, moribundos, granjeros, de la villa Heerdt cerca de Düsseldorf en Alemania, de enfermedades inflamatorias, de los arquitectos italianos, de los que padecen enfermedades de riñón, de los monjes, de la villa de Nursia (su ciudad natal), de Italia, de los religiosos (entiéndase pertenecientes a congregaciones religiosas), de los escolares, de los criados, de los espeleólogos.

Las reliquias de San Benito están conservadas en la cripta de la abadía de Saint-Benoît-sur-Loire (Fleury), cercana a Orleans y de Germigny-des-Prés, donde se encuentra una iglesia carolingia, en el centro de Francia.
Se creó un galardón con su nombre, que fue recibido por el entonces cardenal Joseph Ratzinger (conocido posteriormente como Benedicto XVI) el 1 de abril de 2005.

Leyendas y creencias

He aquí algunos de los muchos milagros relatados por San Gregorio, en su biografía de San Benito

El muchacho que no sabía nadar. El joven Plácido cayó en un profundo lago y se estaba ahogando. San Benito mandó a su discípulo preferido Mauro: "Láncese al agua y sálvelo". Mauro se lanzó enseguida y logró sacarlo sano y salvo hasta la orilla. Y al salir del profundo lago se acordó de que había logrado atravesar esas aguas sin saber nadar. La obediencia al santo le había permitido hacer aquel salvamento milagroso.

El edificio que se cae. Estando construyendo el monasterio, se vino abajo una enorme pared y sepultó a uno de los discípulos de San Benito. Este se puso a rezar y mandó a los otros monjes que removieran los escombros, y debajo de todo apareció el monje sepultado, sano y sin heridas, como si hubiera simplemente despertado de un sueño.

La piedra que no se movía. Estaban sus religiosos constructores tratando de quitar una inmensa piedra, pero esta no se dejaba ni siquiera mover un centímetro. Entonces el santo le envió una bendición, y enseguida la pudieron remover de allí como si no pesara nada. Por eso desde hace siglos cuando la gente tiene algún grave problema en su casa que no logra alejar, consigue una medalla de San Benito y le reza con fe, y obtiene prodigios. Es que este varó de Dios tiene mucho influjo ante Nuestro Señor.
Panes que se multiplican.

Muertes anunciadas. Un día exclamó: "Se murió mi amigo el obispo de Cápua, porque vi que subía al cielo un bello globo luminoso". Al día siguiente vinieron a traer la noticia de la muerte del obispo. Otro día vio que salía volando hacia el cielo una blanquísima paloma y exclamó: Seguramente se murió mi hermana Escolástica". Los monjes fueron a averiguar, y sí, en efecto acababa de morir tan santa mujer. El, que había anunciado la muerte de otros, supo también que se aproximaba su propia muerte y mandó a unos religiosos a excavar……..

BIBLIOGRAFIA

Butler; Vida de los Santos
Sálesman, P. Eliécer, "Vidas de los Santos"
Sgarbossa, Mario; Giovannini, Luigi, "Un santo para cada día"

Cualquier otra cosa que les llame la atención de la Orden Benedictina:

Indulgencias

El 12 de marzo de 1742 el Papa Benedicto XIV otorgó indulgencia plenaria a la medalla de San Benito si la persona se confiesa, recibe la Eucaristía, ora por el Santo Padre en las grandes fiestas y durante esa semana reza el santo rosario, visita a los enfermos, ayuda a los pobres, enseña la Fe o participa en la Santa Misa. Las grandes fiestas son Navidad, Epifanía, Pascua de Resurrección, Ascensión, Pentecostés, la Santísima Trinidad, Corpus Christi, La Asunción, La Inmaculada Concepción, el nacimiento de María, todos los Santos y fiesta de San Benito.
Número de indulgencias parciales: por ejemplo:

1) 200 días de indulgencia, si uno visita una semana a los enfermos o visita la Iglesia o enseña a los niños la Fe.
2) 7 años de indulgencia, si uno celebra la Santa Misa o esta presente, y ora por el bienestar de los cristianos, o reza por sus gobernantes.
3) 7 años si uno acompaña a los enfermos en el día de todos los Santos.
4) 100 días si uno hace una oración antes de la Santa Misa o antes de recibir la sagrada Comunión.
5) Cualquiera que por cuenta propia por su consejo o ejemplo convierta a un pecador, obtiene la remisión de la tercera parte de sus pecados.
6) Cualquiera que el Jueves Santo o el día de Resurrección, después de una buena confesión y de recibir la Eucaristía, rece por la exaltación de la Iglesia, por las necesidades del Santo Padre, ganará las indulgencias que necesita.
7) Cualquiera que rece por la exaltación de la Orden Benedictina, recibirá una porción de todas las buenas obras que realiza esta Orden.

Quienes lleven la medalla de San Benito a la hora de la muerte serán protegidos siempre que se encomienden al Padre, se confiesen y reciban la comunión o al menos invoquen el nombre de Jesús con profundo arrepentimiento.

Votos monásticos

Un aspecto esencial de las reglas son los denominados votos monásticos. Los más usuales son la tríada de pobreza, obediencia y castidad; aunque algunas órdenes religiosas añaden algún otro; por ejemplo, en la Compañía de Jesús la obediencia especial al Papa (que fue la razón esgrimida para su disolución según lo previsto en la Constitución de la Segunda República Española de 1931);3 en otras ocasiones se añadía un voto de silencio. El voto de secreto que tenían los Legionarios de Cristo ha sido objeto de particular polémica

Un abrazo y hasta pronto.-
Maria 2
 
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Re: 2. La Orden Benedictina. 18 agosto 2014

Notapor pedroharvey54 » Lun Ago 25, 2014 10:39 am

Hola a todos un poquito tarde pero al fin algo saque de lo que me propuse
COMO VIVEN LOS MONJES Benedictos
Viven el día a día consagrados el mayor tiempo a la oración al trabajo y a la Lectio divina en el trabajo mediante diferentes artes manuales tallados etc, oficios varios en la cocina, limpieza panadería y agricultura, son muy ordenados disciplinados y obedientes sobretodo en la oración según el lema “ora et labora”, todas sus actividades son una liturgia. El refectorio es uno de los lugares más sagrados del monasterio, Desde hace mas de 15 siglos los monjes Benedictas se levantan por la noche para alabar a Dios. Los ocho oficios de la jornada monasterio según los salmos 118, siete veces al día y me levantare a media noche para alabarte lejos de la agitación en el silencio de la noche, según San Benito los monjes solo se dedican a la alabanza a Dios en sus celdas realizan la lectio divina, la meditación solicitaría en intimidad con Cristo y las santas escrituras siguiendo a San Antonio Abad y San Pacomio en los desiertos de Palestina y Egipto. Las misas se leen el Latín un rito tradicional es el sacrificio de Cristo en la cruz. En el monasterio se vive la vida contemplativa solo claustral desde las cuatro de la madrigada practican la vigilia, la lectio divina y todas las personas del monasterio son de diferentes orígenes. San Benito de origen Romano constituyo las reglas del monasterio su vestimenta oscura es mostrar el luto al mundo y consagración a Cristo, toda la vida de un monje es una oración a Dios mediante sus distintos votos de consagración al monasterio y su liturgia es el cielo en la tierra
Dios los Bendiga
pedroharvey54
 
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Re: 2. La Orden Benedictina. 18 agosto 2014

Notapor nataly14 » Lun Ago 25, 2014 1:40 pm

SAN BENITO
Primer Fundador de Religiosos
Año 517

Benito significa: "Bendecido".

En 1980 el Santo Padre Juan Pablo II nombró a San Benito como patrono de toda Europa, en el XV Centenario de su nacimiento, porque ha sido el santo que más in- fluencia ha tenido quizás en ese continente, por medio de la Comunidad religiosa que fundó, y por medio de sus maravillosos escritos y sabias enseñanzas.



SU VIDA Y OBRA
San Benito nació en Nursia (Italia, cerca de Roma) en el año 480. De padres acomodados, fue enviado a Roma a estudiar filosofía y letras, y se nota que aprendió muy bien el idioma nacional (que era el latín) porque sus escritos están redactados en muy buen estilo.

Todos los datos de su biografía los tomamos de la Vida de San Benito, escrita por San Gregorio Magno, que fue monje de su comunidad benedictina.

SU PRIMERA HUIDA. La ciudad de Roma estaba habitada por una mezcla de cristianos fervorosos, cristianos relajados, paganos, ateos, bárbaros y toda clase de gentes de diversos países y de variadas creencias, y el ambiente, especialmente el de la juventud, era espantosamente relajado. Así que Benito se dio cuenta de que si permanecía allá en medio de esa sociedad tan dañada, iba a llegar a ser un tremendo corrompido. Y sabía muy bien que en la lucha contra el pecado y la corrupción resultan vencedores los que en apariencia son "cobardes", o sea, los que huyen de las ocasiones y se alejan de las personas malvadas. Por eso huyó de la ciudad y se fue a un pueblecito alejado, a rezar, meditar y hacer penitencia.

PEQUEÑO PERCANCE. Segunda huida. Pero sucedió que en el pueblo a donde llegó, obtuvo un milagro sin quererlo. Vio a una pobre mujer llorando porque se le había partido un precioso jarrón que era ajeno. Benito rezó y le dio la bendición, y el jarrón volvió a quedar como si nada le hubiera pasado. Esto conmovió mucho a las gentes del pueblo y empezaron a venerarlo como un santo. Entonces tuvo que salir huyendo hacia más lejos.

SUBIACO. Principios heroicos. Se fue hacia una región totalmente deshabitada y en un sitio llamado "Subiaco"(que significa: debajo del lago, porque había allí cuevas debajo del agua) se retiró a vivir en una roca, rodeada de malezas y de espinos, y a donde era dificilísimo subir. Un monje que vivía por los alrededores lo instruyó acerca de cómo ser un buen religioso y le llevaba un pan cada día, el cual amarraba a un cable, que Benito tiraba desde arriba. Su barba y su cabellera crecieron de tal manera y su piel se volvió tan morena en aquella roca, que un día unos pastores que buscaban unas cabras, al encontrarlo, creyeron que era una fiera. Más luego al oírle hablar, se quedaron maravillados de los buenos consejos que sabía dar. Contaron la noticia y mucha gente empezó a visitarlo para pedirle que les aconsejara y enseñara.

SUPERIOR CONTRA SU VOLUNTAD. Y sucedió que otros hombres, cansados de la corrupción de la ciudad, se fueron a estos sitios deshabitados a rezar y a hacer penitencia, y al darse cuenta de la gran santidad de Benito, aunque él era más joven que los otros, le rogaron que se hiciera superior de todos ellos. El santo no quería porque sabía que varios de ellos eran gente difícil de gobernar y porque personalmente era muy exigente con los que querían llegar a la santidad y sospechaba que no le iban a hacer caso. Pero tanto le rogaron que al fin aceptó el cargo de superior. Con todos ellos fundó allí 12 pequeños conventos de religiosos, cada uno con un superior o abad. El tenía la dirección general de todo.

PRIMER ATENTADO. Cuando algunos de aquellos hombres se dieron cuenta de que Benito como superior era exigente y no permitía "vivir prendiéndole un vela a Dios y otra al diablo", que no permitía vivir en esa vida de retiro tan viciosamente como si se viviera en el mundo, dispusieron deshacerse de él y matarlo. Y echaron un fuerte veneno en la copa de vino que él se iba a tomar. Pero el santo dio una bendición a la copa, y esta saltó por los aires hecha mil pedazos. Entonces se dio cuenta de que su vida corría peligro entre aquellos hombres, y renunció a su cargo, se alejó de allí.

Icono de San BenitoTERRIBLES TENTACIONES. Al joven Benito le llegaron espantosas tentaciones impuras. A su imaginación se le presentaban escenas más corruptas y le llegaba el recuerdo de cierta mujer que él había visto hacía tiempo y sentía toda la fuerza de la pasión. Rezaba y pedía ayudas al cielo, y al fin cuando sintió que ya iba a consentir, se lanzó contra un matorral lleno de punzantes espinas y se revolcó allí hasta que todo su cuerpo quedó herido y lastimado. Así, mediante esas heridas corporales logró curar las heridas de su alma, y la tentación impura se alejó de él.

SU FUNDACIÓN MÁS FAMOSA. Con unos discípulos que le habían sido siempre fieles (San Mauro, San Plácido y otros) se dirigió hacia un monte escarpado, llamado Monte Casino. Allá iba a fundar su famosísima Comunidad de Benedictinos. Su monasterio de Monte Casino ha sido famoso durante muchos siglos.

En el año 530, después de ayunar y rezar por 40 días, empezó la construcción del convento, en la cima del Monte. En ese sitio había un templo pagano, dedicado a Apolo; lo hizo derribar y en su lugar construyó una capilla católica. Luego con sus discípulos fue evangelizando a todos los paganos que vivían en los alrededores, y enseguida sí empezó a levantar el edificio, del cual por tantos siglos han salido santos misioneros a llevar la santidad a pueblos y naciones.

MILAGROS A MONTÓN. San Gregorio en su biografía de San Benito, narra muchos hechos interesantes de entre los cuales vamos a recordar algunos.

EL MUCHACHO QUE NO SABÍA NADAR. El joven Plácido cayó en un profundo lago y se estaba ahogando. San Benito mandó a su discípulo preferido Mauro: "Láncese al agua y sálvelo". Mauro se lanzó enseguida y logró sacarlo sano y salvo hasta la orilla. Y al salir del profundo lago se acordó de que había logrado atravesar esas aguas sin saber nadar. La obediencia al santo le había permitido hacer aquel salvamento milagroso.

EL EDIFICIO QUE SE CAE. Estando construyendo el monasterio, se vino abajo una enorme pared y sepultó a uno de los discípulos de San Benito. Este se puso a rezar y mandó a los otros monjes que removieran los escombros, y debajo de todo apareció el monje sepultado, sano y sin heridas, como si hubiera simplemente despertado de un sueño.

LA PIEDRA QUE NO SE MOVÍA. Estaban sus religiosos constructores tratando de quitar una inmensa piedra, pero esta no se dejaba ni siquiera mover un centímetro. Entonces el santo le envió una bendición, y enseguida la pudieron mover de allí como si no pesara nada. Por eso desde hace siglos cuando la gente tiene algún grave problema en su casa que no logra alejar, consigue una medalla de San Benito y le reza con fe, y obtiene prodigios. Es que este varón de Dios tiene mucho influjo ante Nuestro Señor.

EL DISFRAZADO. El terrible rey Totila, pagano, estaba invadiendo a Italia, y oyó ponderar la santidad del famoso fundador. Entonces mandó al jefe de su guardia que se vistiera de rey y fuera con los ministros, a presentarse ante el santo, como si él fuera Totila. San Benito, apenas lo vio le dijo: "Quítate esos vestidos de rey que no son los tuyos". El otro volvió a contarle al rey lo sucedido y este se fue a visitarlo con gran respeto. El venerable anciano le anunció que lograría apoderarse de Roma y de Sicilia, pero que poco después de llegar a esa isla moriría. Y así le sucedió, tal cual.

PANES QUE SE MULTIPLICAN. Hubo una gran escasez en esa región y San Benito mandó repartir entre los pobres todo el pan que había en el convento. Solamente dejó cinco panes, y los monjes eran muchos. Al verlos aterrados ante este atrevimiento les dijo: "Ya verán que el Señor nos devolverá con la misma generosidad con la que hemos repartido". A la mañana siguiente, llegaron a las puertas del monasterio 200 bultos de harina, y nunca se supo quién los envió.

MUERTES ANUNCIADAS. Un día exclamó: "Se murió mi amigo el obispo de Cápua, porque vi que subía al cielo un bello globo luminoso". Al día siguiente vinieron a traer la noticia de la muerte del obispo. Otro día vio que salía volando hacia el cielo una blanquísima paloma y exclamó: "Seguramente se murió mi hermana Escolástica". Los monjes fueron a averiguar, y sí, en efecto acababa de morir tan santa mujer. El, que había anunciado la muerte de otros, supo también que se aproximaba su propia muerte y mandó a unos religiosos a excavar en el suelo su sepultura. Duraron seis días haciéndola, y apenas la terminaron, empezó él a sentir las altísimas fiebres, y poco después murió.

UN DÍA EN LA VIDA DE SAN BENITO. Icono de San BenitoSe levantaba a las dos de la madrugada a rezar los salmos. Pasaba horas y horas rezando y meditando. Jamás comía carne. Dedicaba bastantes horas al trabajo manual, y logró que sus seguidores se convencieran de que el trabajo no es un rebajarse, sino un ser útil para la sociedad y un modo de imitar a Jesucristo que fue un gran trabajador, y hasta un método muy bueno para alejar tentaciones. Ayunaba cada día, y su desayuno lo tomaba en las horas de la tarde. La mañana la pasaba sin comer ni beber. Atendía a todos los que le iban a hacer consultas espirituales, que eran muchos, y de vez en cuando se iba por los pueblos de los alrededores, con sus monjes a predicar y a tratar de convertir a los pecadores. Su trato con todos era extremadamente amable y bien educado. Su presencia era venerable.

SU FAMOSO REGLAMENTO: LA SANTA REGLA. Inspirado por Dios, escribió nuestro santo un Reglamento para sus monjes que llamó "Santa Regla". Es un documento que se ha hecho famoso en todo el mundo, y en el cual se han basado los Reglamentos de todas las demás Comunidades religiosas en la Iglesia Católica. Allí recomienda ciertos detalles como estos:

La primera virtud que necesita un religioso (después de la caridad) es la humildad.
La casa de Dios es para rezar y no para charlar.
Todo superior debe esforzarse por ser amable como un padre bondadoso.
El ecónomo o el que administra el dinero no debe humillar a nadie.
Nuestro lema debe ser: Trabajar y rezar.
Cada uno debe esforzarse por ser exquisito y agradable en su trato.
Cada comunidad debe ser como una buena familia donde todos se aman.
Evite cada individuo todo lo que sea rústico y vulgar. Recuerde lo que decía San Ambrosio: "Portarse con nobleza es una gran virtud".
Y los que vivieron con él afirmaban que todo lo bueno que recomienda en su Santa Regla, lo practicaba él en su vida diaria. Con estos principios, su Comunidad de Benedictinos ha hecho inmenso bien en todo el mundo en 15 siglos.

MORIR DE PIE, COMO LOS ROBLES. El 21 de marzo del año 543, estaba el santo en la Ceremonia del Jueves Santo, cuando se sintió morir. Se apoyó en los brazos de dos de sus discípulos, y elevando sus ojos hacia el cielo cumplió una vez más lo que tanto recomendaba a los que lo escuchaban: "Hay que tener un deseo inmenso de ir al cielo", y lanzando un suspiro como de quien obtiene aquello que tanto había anhelado, quedó muerto.

Dos de sus monjes estaban lejos de allí rezando, y de pronto vieron una luz esplendorosa que subía hacia los cielos y exclamaron: "Seguramente es nuestro Padre Benito, que ha volado a la eternidad". Era el momento preciso en el que moría el santo.
nataly14
 
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Re: 2. La Orden Benedictina. 18 agosto 2014

Notapor iCristinai » Lun Ago 25, 2014 3:01 pm

2. La Orden Benedictina: "Ora et labora".
Ora y labora. La vida de los monjes benedictinos es la manifestación de la humildad y el servicio a Dios; la separatividad con el mundo que los rodea. Vida de oración, canto y trabajo; vida de contemplación y amor a Dios. Misericordia y fraternidad (amar al otro, reverenciarlo). Creo que la vida de los monjes pueden verla mas que leerla, e interiorizarla a traves de este enlace, asi como yo lo hice, mas que un momento para la asignación, es un momento para Dios, para entender el amor de Dios. En el Espiritu. Paz y bien. Cristina
https://www.youtube.com/watch?v=FzyrE8x-wy8

Si no pueden encontrarlo no duden en avisarme.
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Re: 2. La Orden Benedictina. 18 agosto 2014

Notapor iCristinai » Lun Ago 25, 2014 3:37 pm

3. La Orden Clumy: Cantos Gregorianos
El nombre de canto gregoriano proviene del papa Gregorio I (590-604), quien introdujo importantes modificaciones en la música eclesiástica utilizada hasta ese momento para la liturgia del rito romano. La música en la liturgia cristiana existente hasta entonces tenía su origen en las sinagogas judías, por lo que fue, al principio, exclusivamente vocal, sin la utilización de instrumentos musicales . un cantor solista, generalmente el sacerdote, dirigía los rezos, que eran contestados por los asistentes a la celebración mediante la utilización de sencillos motivos. Apareció a finales del siglo VII un pequeño grupo de cantores elegidos que asumió el papel del solista, la "schola".
La utilización del latín como lengua principal obligó a traducir los salmos utilizados hasta entonces a prosa latina
La Iglesia Romana empezó a considerar como excesivo el empleo de los himnos en las funciones litúrgicas, y se buscó más el carácter improvisatorio de los cánticos, de forma que fuesen más la expresión libre de los sentimientos de los celebrantes.
Es en este marco donde encaja el Canto Gregoriano, como fuente de inspiración para la música eclesiástica occidental, sobre todo en ciertas partes de la celebración eucarística, como el Introito, el Ofertorio y la Comunión. Son muy escasos los ejemplos de cantos escritos que han llegado hasta nosotros de los primeros siglos del cristianismo, pero hay que destacar el Códice Alejandrino, un salterio del siglo V que contiene trece de los cánticos empleados en el desarrollo de la liturgia.
Pasó a conocerse como Canto Gregoriano, en centros como Corbie, Metz o Sankt Gallen, y ello permitió su rápida divulgación por el norte de Europa. Los ritos anteriores eran, básicamente, el céltico, el ambrosiano, el galicano y el mozárabe o visigótico; todos ellos, enfrentados al rito romano tradicional, fueron desapareciendo paulatinamente tras la aparición de la liturgia Gregoriana, aceptada definitivamente a finales del siglo X. Sufrió muchas variaciones y pasó por una etapa de declive hasta que con la instalación de los benedictinos en la abadía de Solesmes en 1835, se produjo su resurgimiento, reforzado con la creación de una escuela para organistas y maestros cantores laicos, gracias a Luís Nierdermeier en 1853. Poco a poco, el Canto Gregoriano se ha ido recuperando y, desde la citada abadía, se ha ido extendiendo a otras, como Silos, Montserrat o María Laach, recuperándose gran número de manuscritos de los siglos X al XIII. En las abadías, el monje se identifica con la vida monástica a través de la oración, recitada siempre según el Canto Gregoriano, siete veces al día: maitines, laudes, tercia, sexta, nona, vísperas y completas.
El Canto gregoriano esta extendido en el mundo entero. En Venezuela hay una página en Facebook: Canto Gregoriano en Venezuela. Particularmente es uno de los géneros que mas me gusta escuchar y sentir. Puedes encontrar mas información sobre la notación neumática que es el sistema de notación musical usado a partir del siglo XI para indicar los desarrollos melódicos del repertorio de canto de la Liturgia romana.
El espiritu del monje benedictino abraza el canto y se eleva hasta alcanzar a Dios coeur a coeur (corazón a corazón).
Les envio el enlace de Cantos Gregorianos. Paz y bien. Cristina
https://www.youtube.com/watch?v=sQ-98Cv68bg
iCristinai
 
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Re: 2. La Orden Benedictina. 18 agosto 2014

Notapor AMunozF » Lun Ago 25, 2014 4:17 pm

----------------------------------------------ICONOGRAFÍA DE SAN BENITO----------------------------------------------

Imagen...▲ TALLA DE LA HORNACINA CENTRAL DEL ANTIGUO RETABLO DE SAN BENITO EL REAL DE VALLADOLID, DE ALONSO DE BERRUGUETE (HOY EXHIBIDO EN PIEZAS EN EL MUSEO NACIONAL DE ESCULTURA) - ESPAÑA.

Imagen...▲ ESTATUA DE SAN BENITO EN EL RETABLO ATRIBUIDO A JOSÉ RAMÍREZ DE ARELLANO EN LA CAPILLA DE SAN BENITO DE NURSIA DE LA CATEDRAL DEL SALVADOR EN ZARAGOZA, ESPAÑA.

Imagen...▲SAN BENITO ESCRIBIENDO LA REGLA - IGLESIA DE LA ABADÍA DE HEILIGENKREUZ.

Imagen...▲SAN BENITO DE NURSIA EN LA PLAZA DE SU NOMBRE EN NURSIA, ITALIA.

Imagen...▲ESTATUA DE SAN BENITO A LA ENTRADA DE LA ABADÍA DE MONTECASSINO - MONTECASSINO, ITALIA.

Imagen...▲ SAN BENITO - PINTURA ANTIGUA - SE DESCONCE LA PROCEDENCIA.

Imagen...▲SAN BENITO - ICONO ANTIGUO - SE DESCONOCE LA PROCEDENCIA.

Imagen...▲SAN BENITO DE NURSIA - DEL BEATO FRA ANGÉLICO (c. 1400-155) BASÍLICA DE SAN MARCOS - FLORENCIA, ITALIA.

Imagen...▲SAN BENITO - ESTAMPA - CONSUELO DE LOS AFLIGIDOS.

Imagen...▲SAN BENITO - PORTADA DE LIBRO. (EDITADO POR LA COMUNIDAD BENEDICTNA ANGLICANA DE LA ABADÍA DE ALTON, U.S.A.)

Imagen...▲SAN BENITO - ESTAMPA - NOVENARIO.

Imagen...▲SAN BENITO - DIBUJO EN LA PÁGINA WEB DE UNA COMUNIDAD BENEDICTINA.

Imagen...▲SAN BENITO ABAD DE CASTILBLANCO - ESPAÑA.

Imagen...▲SAN BENITO - DE ANDREA MANTEGNA.

Imagen...▲SAN BENITO DE ANIANE Y SAN BENITO DE NURSIA.


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Re: 2. La Orden Benedictina. 18 agosto 2014

Notapor AMunozF » Lun Ago 25, 2014 4:35 pm

------------------------------PATRONAZGOS, DEVOCIONES Y OTROS----------------------------------------------

Festividad: 11 de julio.
Fundador de las ordenes monásticas de occidente.
Nacionalidad: italiana.

------------------------------------------------------PATRONAZGOS--------------------------------------------------

Europa, erupciones cutáneas, sarpullidos, envenenamientos, trabajadores agrícolas, granjeros, forjadores y fundidores del cobre, moribundos, eripsela facial, contra la fiebre, piedras en órganos, enfermedades inflamatorias, enfermedades del riñón, monjes, personas en órdenes religiosas, intoxicaciones, escolares, espeleólogos, tentaciones.

--------------------------------------------------------DEVOCIONES---------------------------------------------------

ORACIÓN PARA PEDIR SU PROTECCIÓN

Santísimo confesor del Señor; Padre y jefe de los monjes, interceded por nuestra santidad, por nuestra salud del alma, cuerpo y mente.
Destierra de nuestra vida, de nuestra casa, las asechanzas del maligno espíritu. Líbranos de funestas herejías, de malas lenguas y hechicerías.
Pídele al Señor, remedie nuestras necesidades espirituales, y corporales. Pídele también por el progreso de la santa Iglesia Católica; y porque mi alma no muera en pecado mortal, para que así confiado en Tu poderosa intercesión, pueda algún día en el cielo, cantar las eternas alabanzas. Amén.
Jesús, María y José os amo, salvad vidas, naciones y almas.
Rezar tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias.

ORACIÓN PARA EL 11 DE JULIO

San Benito, Padre y Protector nuestro, tu no te antepusiste a nada ante Cristo desde que lo hallaste en la oración. Intercede para que también nosotros podamos encontrarlo y así vivamos en el amor del Eterno Padre y en la victoria de la Cruz de su Hijo.Que unamos nuestros sufrimientos a los de la para la redención de nuestros pecados. Amen.

NOVENA BREVE PARA PEDIR UNA GRACIA

Rezar durante nueve días consecutivos la siguiente oración:
OH San Benito, mi protector bondadoso y de cuantos van a ti en sus apuros. Intercede por mí a Dios para que alivie mis sufrimientos y dificultades que ahora me agobian
(pídase aquí la gracia que se desea obtener)
Te lo pido con toda confianza.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria

ORACIÓN PARA PEDIR UNA GRACIA

Señor Dios Nuestro, que hiciste al abad Benito, esclarecido maestro del Divino Servicio, concédeme por su intercesión la gracia que te pido. También te pido, que prefiriéndote a a ti sobre todos los lujos, avancemos por la senda de tus mandamientos con el corazón contrito, y rezando y trabajando con amor como él hizo. Por Cristo Nuestro Señor. Amen.

-------------------------------------------A PRAYER OF ST BENEDICT (480-547)-------------------------------------------

Gracious and holy Father,..............................................................Padre Santo y Clemente,,
please give me:..........................................................................por favor dame:
intellect to understand you;...........................................................intelecto para entenderte;
reason to discern you;..................................................................razón para discernirte;
diligence to seek you; ..................................................................diligencia para buscarte;
wisdom to find you;.....................................................................sabiduría para encontrarte;
a spirit to know you;....................................................................espíritu para conocerte;
a heart to meditate upon you;........................................................corazón para meditar sobre vosotros;
ears to hear you;........................................................................oídos para escucharte;
eyes to see you;.........................................................................ojos para verte;
a tongue to proclaim you;.............................................................lengua para proclamarte;
a way of life pleasing to you;.........................................................un forma de vida agradable a tí;
patience to wait for you;..............................................................paciencia para esperarte;
and perseverance to look for you....................................................Y perserverancia por tí.

Grant me:................................................................................Concédeme:
a perfect end,...........................................................................un final perfecto;
your holy presence.....................................................................Tu santa presencia.
A blessed resurrection,................................................................Una resurrección bendecida,
And life everlasting....................................................................Y la vida eterna.

Comunidad Benedictina Anglicana de la Abadía de Alton.

(Aclaro que la traducción de la anterior Oración la realicé yo y les pido disculpas si existen errores en la misma)

Fuente | Autor : Se tomaron de páginas Web de diversas organizaciones religiosas tanto Católicas como Anglicanas.

------------------------------------------------------------------OTROS------------------------------------------------

CATEQUESIS de S.S.Benedicto XVI en la audiencia general de este miércoles dedicada a san Benito de Nursia, fundador del monaquismo en occidente, patrono de este pontificado.

Queridos hermanos y hermanas:
Hoy quisiera hablar de san Benito, fundador del monaquismo occidental, y patrono de mi pontificado. Comienzo citando una frase de san Gregorio Magno, que al escribir sobre san Benito dice: «Este hombre de Dios que brilló sobre esta tierra con tantos milagros no resplandeció menos por la elocuencia con la que supo exponer su doctrina» (Diálogos II, 36). El gran Papa escribió estas palabras en el año 592; el santo monje había muerto 50 años antes y todavía estaba vivo en la memoria de la gente y sobre todo en la floreciente orden religiosa que fundó. San Benito de Nursia, con su vida y su obra, ejerció una influencia fundamental en el desarrollo de la civilización y de la cultura europea.

La fuente más importante sobre su vida es el segundo libro de los Diálogos de san Gregorio Magno. No es una biografía en el sentido clásico. Según las ideas de su época, quiso ilustrar mediante el ejemplo de un hombre concreto --precisamente san Benito-- la ascensión a las cumbres de la contemplación, que puede realizar quien se abandona en Dios. Por tanto, nos ofrece un modelo de vida humana como ascensión hacia la cumbre de la perfección. San Gregorio Magno narra también, en este libro de los Diálogos, muchos milagros realizados por el santo, y también en este caso no quiere simplemente contar algo extraño, sino demostrar cómo Dios, advirtiendo, ayudando e incluso castigando, interviene en las situaciones concretas de la vida del ser humano. Quiere demostrar que Dios no es una lejana hipótesis situada en el origen del mundo, sino que está presente en la vida del hombre, de cada hombre.

Esta perspectiva del «biógrafo» se explica también a la luz del contexto general de su tiempo: entre los siglos V y VI, el mundo estaba trastornado por una tremenda crisis de valores y de instituciones, provocada por el derrumbamiento del Imperio Romano, por la invasión de los nuevos pueblos y por la decadencia de las costumbres. Al presentar a san Benito como «astro luminoso», Gregorio quería indicar en esta tremenda situación, precisamente aquí, en esta ciudad de Roma, la salida de la «noche oscura de la historia» (Cf. Juan Pablo II, Insegnamenti, II/1, 1979, p. 1158). De hecho, la obra del santo, y de manera particular su Regla, ofrecieron una auténtica levadura espiritual, que cambió con el pasar de los siglos, mucho más allá de los confines de su patria y de su época, el rostro de Europa, suscitando tras la caída de la unidad política creada por el Imperio Romano una nueva unidad espiritual y cultural, la de la fe cristiana compartida por los pueblos del continente. De este modo nació la realidad que nosotros llamamos «Europa».

El nacimiento de san Benito es fechado alrededor del año 480. Procedía, según dice san Gregorio, «ex provincia Nursiae», de la región de Nursia. Sus padres, acomodados, le enviaron a estudiar a Roma. Él, sin embargo, no se quedó mucho tiempo en la ciudad eterna. Como explicación totalmente creíble, Gregorio menciona el hecho de que el joven Benito estaba disgustado por el estilo de muchos de sus compañeros de estudios, que vivían de manera disoluta, y no quería caer en los mismos errores. Sólo quería agradar a Dios: «soli Deo placere desiderans» (II Diálogo, Prólogo 1).

De este modo, antes de concluir sus estudios, Benito dejó Roma y se retiró en la soledad de los montes que se encuentran al Este de esta ciudad. Después de una primera permanencia en el pueblo de Effide (hoy Affile), en el que se asoció durante un cierto período de tiempo a una «comunidad religiosa» de monjes, se hizo eremita en la cercana Subiaco. Allí vivió durante tres años completamente solo, en una gruta, que a partir del Alta Edad Media constituye el «corazón» de un monasterio benedictino llamado «Sacro Speco» («gruta sagrada»). El período que pasó en Subiaco, período de soledad con Dios, fue para Benito un momento de maduración. Allí debía soportar y superar las tres tentaciones fundamentales que todo ser humano: la tentación de autoafirmarse y el deseo de ponerse a sí mismo en el centro; la tentación de la sensualidad; y, por último, la tentación de la ira y de la venganza.

Benito estaba convencido de que sólo después de haber vencido estas tentaciones habría podido dirigir a los demás una palabra útil para sus situaciones de necesidad. De este modo, tras pacificar su alma, era capaz de controlar plenamente los impulsos de su ego para ser creador de paz a su alrededor. Sólo entonces decidió fundar sus primeros monasterios en el valle de Anio, cerca de Subiaco.

En el año 529, Benito dejó Subiaco para asentarse en Montecasino. Algunos han explicado que esta mudanza fue una manera de huir de las intrigas de un eclesiástico local envidioso. Pero esta explicación se ha revelado poco convincente, pues su muerte improvisa no llevó a Benito a regresar (II Diálogos 8). En realidad, tomó esta decisión pues entró en una nueva fase de su maduración interior y de su experiencia monástica. Según Gregorio Magno, el éxodo del remoto valle de Anio hacia el Monte Casio --lugar elevado que domina la llanura circunstante, visible desde lejos--, tiene un carácter simbólico: la vida monástica en el escondimiento tiene una razón de ser, pero un monasterio tiene también una finalidad pública en la vida de la Iglesia y de la sociedad: tiene que dar visibilidad a la fe como fuerza de vida. De hecho, cuando el 21 de marzo de 547 Benito concluyó su vida terrena, dejó con su Regla y con la familia benedictina que fundó un patrimonio que ha dado frutos a través de los siglos y que los sigue dando en todo el mundo.

En todo el segundo libro de los Diálogos, Gregorio nos muestra cómo la vida de san Benito estaba sumergida en una atmósfera de oración, fundamento de su existencia. Sin oración no hay experiencia de Dios. Pero la espiritualidad de Benito no era una interioridad alejada de la realidad. En la inquietud y en el caos de su época, vivía bajo la mirada de Dios y precisamente de este modo no perdió de vista nunca los deberes de la vida cotidiana ni al hombre con sus necesidades concretas.

Al contemplar a Dios comprendió la realidad del hombre y su misión. En la Regla califica la vida monástica de «escuela del servicio del Señor» (Prólogo 45) y pide a sus monjes que «nada se anteponga a la Obra de Dios» (43,3), es decir, al Oficio Divino o Liturgia de las Horas. Subraya sin embargo que la oración es, en primer lugar, un acto de escucha (Prólogo 9-11), que después debe traducirse en la acción concreta. «El Señor espera que respondamos diariamente con obras a sus santos consejos», afirma (Prólogo 35). De este modo, la vida del monje se convierte en una armonía fecunda entre acción y contemplación «para que en todo sea Dios glorificado» (57, 9). En contraste con una autorrealización fácil y egocéntrica, hoy exaltada con frecuencia, el primer e irrenunciable compromiso del discípulo de san Benito es la sincera búsqueda de Dios (58, 7) sobre el camino trazado por Cristo, humilde y obediente (5,13), el amor al que no debe anteponer nada (4, 21; 72, 11), y precisamente de este modo, en el servicio al otro, se convierte en hombre de servicio y de paz. En el ejercicio de la obediencia vivida con una fe animada por el amor (5,2), el monje conquista la humildad (5,1), a la que dedica todo un capítulo de la Regla (7). De este modo, el hombre se conforma cada vez más con Cristo y alcanza la auténtica autorrealización como criatura a imagen y semejanza de Dios.

A la obediencia del discípulo le tiene que corresponder la sabiduría del abad, que en el monasterio «hace las veces de Cristo» (2, 2; 63, 13). Su figura, descrita sobre todo en el segundo capítulo de la Regla con un perfil de belleza espiritual y de compromiso exigente, puede considerarse como un autorretrato de Benito, pues --como escribe Gregorio Magno-- «el santo no podía de ninguna manera enseñar algo diferente de lo que vivía» (Diálogos II, 36). El abad tiene que ser al mismo tiempo un padre tierno y también un maestro severo (2, 24), un verdadero educador. Inflexible contra los vicios, sin embargo está llamado sobre todo a imitar la ternura del Buen Pastor (27,8), a «servir más que a mandar» (64, 8), a «enseñar todo lo bueno y lo santo más con obras que con palabras» (2,12). Para ser capaz de decidir con responsabilidad, el abad también tiene que escuchar «el consejo de los hermanos» (3,2), porque «muchas veces el Señor revela al más joven lo que es mejor» (3,3). ¡Esta actitud hace sorprendentemente moderna una Regla escrita hace casi quince siglos! Un hombre de responsabilidad pública, al igual que en los ámbitos privados, debe ser siempre un hombre que sabe escuchar y que sabe aprender de lo que escucha.

Benedicto califica a la Regla como «mínima», delineada para la «iniciación» (73, 8); en realidad, sin embargo, ofrece indicaciones útiles no sólo para los monjes, sino también para todos los que buscan una guía en su camino hacia Dios. Por su moderación, su humanidad y su sobrio discernimiento entre lo esencial y lo secundario en la vida espiritual, ha podido mantener su fuerza iluminadora hasta hoy. Pablo VI, al proclamar el 24 de octubre de 1964 a san Benito patrono de Europa pretendía reconocer la obra maravillosa desempeñada por el santo a través de la Regla para la formación de la civilización y de la cultura europea. Hoy Europa, que acaba de salir de un siglo profundamente herido por dos guerras mundiales y por el derrumbe de las grandes ideologías que se han revelado como trágicas utopías, se encuentra en búsqueda de la propia identidad. Para crear una unidad nueva y duradera, ciertamente son importantes los instrumentos políticos, económicos y jurídicos, pero es necesario también suscitar una renovación ética y espiritual que se inspire en las raíces cristianas del continente, de lo contrario no se puede reconstruir Europa. Sin esta savia vital, el hombre queda expuesto al peligro de sucumbir a la antigua tentación de querer redimirse por sí mismo, utopía que de diferentes maneras, en la Europa del siglo XX, ha causado, como ha revelado el Papa Juan Pablo II «un regreso sin precedentes en la atormentada historia de la humanidad» (Insegnamenti, XIII/1, 1990, p. 58). Al buscar el verdadero progreso, escuchemos también hoy la Regla de san Benito como una luz para nuestro camino. El gran monje sigue siendo un verdadero maestro del que podemos aprender el arte de vivir el verdadero humanismo.

[Al final de la audiencia, el Papa saludo a los peregrinos en varios idiomas. En español, dijo:]
Queridos hermanos y hermanas:
San Benito de Nursia, padre del monacato occidental, ejerció un influjo fundamental en el desarrollo de la civilización y cultura europea. La fuente más importante para conocer su biografía es el segundo libro de los Diálogos, escrito por San Gregorio Magno, y en el que se presenta a San Benito como astro luminoso frente a la crisis de valores e instituciones que se vivía en su tiempo. San Benito nació en torno al año cuatrocientos ochenta en una familia acomodada. Estudió en Roma y, queriendo solamente agradar a Dios, marchó a Effide, en donde se asoció a una comunidad de monjes. Vivió luego durante tres años como eremita en Subiaco y de allí se estableció en Montecasino. Antes de morir, en marzo del año quinientos cuarenta y siete, escribió una Regla para la familia monástica que fundó, en la que se contienen indicaciones útiles no sólo para sus monjes, sino para todos los que buscan una guía en su camino hacia Dios. En mil novecientos sesenta y cuatro, Pablo Sexto proclamó a san Benito Patrón de Europa.
Saludo cordialmente a los fieles de lengua española, en particular, a los miembros del Curso de actualización sacerdotal del Pontificio Colegio Español de Roma, al grupo de Lleida con su Obispo, Monseñor Javier Salinas, a la Institución "Padre Rubinos" de A Coruña, y a los demás peregrinos venidos de España, Argentina, Ecuador y otros países latinoamericanos. Os exhorto a que, siguiendo las huellas de San Benito, no antepongáis nada al amor de Cristo. Muchas gracias.

Fuente | Autor : ZENIT.ORG | PAPA BENEDICTO XVI | Traducción del original italiano por Jesús Colina.| 09 ABR 2008


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Re: 2. La Orden Benedictina. 18 agosto 2014

Notapor Angelopolis65 » Lun Ago 25, 2014 5:10 pm

[color=#008040]La Medalla de San Benito es un signo sagrado muy difundido entre los fieles católicos.
Presenta de un lado la Cruz de Cristo, y del otro la imagen de San Benito Abad.
Sobre la Cruz y a su alrededor, se leen las iniciales de una oración ó exorcismo.
[color=#008040]
La Medalla de San Benito recuerda a los fieles que la llevan consigo la presencia constante de Dios y su protección. El significado de las iniciales es el siguiente (texto latino y traducción):

Crux Sancti Patris Benedicti Cruz del Santo Padre Benito
Crux Sancta Sit Mihi Lux
Non Draco Sit Mihi Dux
Vade Retro Satana
Numquam Suade Mihi Vana
Sunt Mala Quae Libas
Ipse Venena Bibas La Santa Cruz sea mi luz,
no sea el demonio mi guía.
¡Apártate, Satanás!
no sugieras cosas vanas,
maldad es lo que brindas,
bebe tú mismo el veneno.[/color][/color]
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Re: 2. La Orden Benedictina. 18 agosto 2014

Notapor sanaquino » Lun Ago 25, 2014 7:34 pm

La regla de San Benito
La regla benedictina es una regla monástica que Benito de Nursia escribió a principios del siglo VI destinada a los monjes. Cuando le destinaron al norte de Italia como abad de un grupo de monjes, éstos no aceptaron la Regla y además hubo entre ellos un conato de conspiración para envenenarle. Benito se trasladó entonces al monte Cassino, al noroeste de Nápoles, donde fundó el monasterio que sería conocido más tarde como Montecassino. Allí le siguieron algunos jóvenes, formando una comunidad que acató y siguió la Regla, conocida por las generaciones futuras como Regula Sancti Benedicti, de 73 capítulos, algunos añadidos y modificados después por sus seguidores. Esta regla benedictina fue acogida por la mayoría de los monasterios fundados durante la Edad Media.
El principal mandato es el ora et labora, con una especial atención a la regulación del horario. Se tuvo muy en cuenta el aprovechamiento de la luz solar según las distintas estaciones del año, para conseguir un equilibrio entre el trabajo (generalmente trabajo agrario), la meditación, la oración y el sueño. Se ocupó San Benito de las cuestiones domésticas, los hábitos, la comida, bebida, etc. Una de las críticas que tuvo esta regla al principio fue la "falta de austeridad" pues no se refería en ningún capítulo al ascetismo puro sino que se imponían una serie de horas al trabajo, al estudio y a la lectura religiosa, además de la oración.
La regla daba autoridad de patriarca al abad del monasterio que al mismo tiempo tenía la obligación de consultar con el resto de la comunidad los temas más importantes. Los discípulos de Benito se encargaron de difundir la Regla por toda Europa y durante siglos (hasta la adopción de la regla de San Agustín por los premostratenses en el siglo XII y los dominicos en el siglo XIII), fue la única ordenanza a seguir por los distintos monasterios que se fueron fundando.
Siguiendo los preceptos, el hábito benedictino debía estar formado por una túnica y un escapulario, cubiertas ambas piezas por una capa con capucha. No se dice el color que deban llevar dichas prendas, aunque se cree que seguramente serían de la coloración de la lana sin teñir, que era lo más fácil en los primeros tiempos. Después, el color negro fue el predominante hasta que llegó la reforma de los cistercienses, que volvieron a adoptar el blanco; de ahí la diferencia que se hace entre monjes negros y monjes blancos, ambos descendientes y seguidores de la orden benedictina.
Carlomagno en el siglo VIII encargó una copia e invitó a seguir esta regla a todos los monasterios de su imperio. Dio orden de que los monjes se aprendiesen de memoria todos los capítulos para estar siempre listos a recitar cualquiera de ellos cuando así se lo demandasen.
De la Santa Regla
Capítulo I: De los diversos géneros de monjes.
Cap II: De cuál debe ser el abad.
Cap III: De cómo los monjes han de ser llamados a Consejo.
Cap IV: De los instrumentos de las buenas obras.
Cap V: De la obediencia.
Cap VI: Del silencio.
Cap VII: De la humildad.
Cap VIII: De los oficios divinos por la noche.
Cap IX: Cuántos salmos se han de decir en la hora de la noche.
Cap X: Cómo debe celebrarse el oficio nocturno en tiempo de estío.
Cap XI: Cómo se han de decir las Vigilias en los domingos.
Cap XII: Cómo se han de celebrar Laudes.
Cap XIII: Cómo se han de celebrar las Laudes en días feriales.
Cap XIV: Cómo han de celebrarse las viligias en las fiestas de los santos.
Cap XV: En qué tiempo se ha de decir Aleluya.
Cap XVI: Cómo se han de celebrar los oficios divinos durante el día.
Cap XVII: Cuántos salmos se han de decir cada hora del día.
Cap XVIII: Con qué orden se han de decir los salmos.
Cap XIX: Del modo del que se han de cantar.
Cap XX: De la reverencia en la oración.
Cap XXI: De los decanos del monasterio.
Cap XXII Cómo se han de dormir los monjes.
Cap XXIII: De la excomunión por las culpas.
Cap XXIV: Qué modo se ha de guardar en la excomunión.
Cap XXV: De las culpas más graves.
Cap XXVI: De los que sin orden del abad se juntan con los excomulgados.
Cap XXVII: De la solicitud con la que debe cuidar el abad de los excomulgados.
Cap XXVIII: De los que muchas veces corregidos no se enmiendan.
Cap XXIX: Si deben volverse a recibir a los monjes que han salido del monasterio.
Cap XXX: Cómo han de ser corregidos los de menor edad.
Cap XXXI: Del mayordomo del monasterio.
Cap XXXII: De las herramientas y demás del monasterio.
Cap XXXIII: Si deben los monjes tener alguna cosa propia.
Cap XXXIV: Si todos deben recibir igualmente lo necesario.
Cap XXXV: De los semaneros de cocina.
Cap XXXVI: De los monjes enfermos.
Cap XXXVII: De los viejos y de los niños.
Cap XXXVIII: Del lector semanero.
Cap XXXIX: De la tasa de la comida.
Cap XL: De la tasa de la bebida.
Cap XLI: A qué horas deben comer los monjes.
Cap XLII: Que nadie hable después de completas.
Cap XLIII: De los que llegan tarde al Oficio Divino o al Refectorio.
Cap XLIV: Cómo han de satisfacer los excomulgados.
Cap XLV: De los que yerran en el coro.
Cap XLVI: De los que caen en otras cualesquiera faltas.
Cap XLVII: Del que ha de hacer señal para el Oficio Divino.
Cap XLVIII: Del trabajo de manos.
Cap XLIX: De la observancia de la Cuaresma.
Cap L: De los monjes que trabajan lejos del monasterio o van de camino.
Cap LI: De los monjes que no van muy lejos.
Cap LII: Del oratorio del monasterio.
Cap LIII: Cómo se han de recibir a los huéspedes.
Cap LIV: Que no debe el monje recibir cartas ni presentes.
Cap LV: Del vestido y calzado de los monjes.
Cap LVI: De la mesa del Abad.
Cap LVII: De los artifices del monasterio.
Cap LVIII: Del modo de recibir a los novicios.
Cap LIX: Del modo de recibir los niños, así de nobles como de pobres.
Cap LX: De los sacerdotes que quisieren ser monjes.
Cap LXI: Cómo han de ser recibidos los monjes extranjeros.
Cap LXII: De los sacerdotes del monasterio.
Cap LXIII: Del orden de la comunidad.
Cap LXIV: De la elección del abad.
Cap LXV: Del prior del monasterio.
Cap LXVI: Del portero del monasterio.
Cap LXVII: De los monjes que van de camino.
Cap LXVIII: Qué deben hacer los monjes si les mandan cosas imposibles.
Cap LXIX: Que ninguno se atreva en el monasterio a defender a otro.
Cap LXX: Que ninguno se atreva a castigar a otro.
Cap LXXI: Que los monjes se obedezcan unos a otros.
Cap LXXII: Del buen celo que deben tener los monjes.
Cap LXXIII: Que no se incluye en esta Regla la práctica de todas las virtudes.
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Re: 2. La Orden Benedictina. 18 agosto 2014

Notapor Carlos M L » Lun Ago 25, 2014 7:48 pm

Un saludo en el Señor..., a continuación mi aporte de esta semana

San Benito, monje y fundador (Años 480-547 dC)

El papa San Gregorio Magno (540-604 dC) narra la vida de San Benito. A finales del siglo V dC, un joven estudiante decide seguir el llamado del Señor. Imitando a los antiguos monjes, va a vivir con Dios en la soledad de una cueva en la región de Subiaco, no lejos de Roma. Su nombre era Benito, nacido hacia el año 480 en Nursia (Umbria, Italia). Luego de tres años de vida solitaria, funda con sus discípulos varios monasterios en la región de Subiaco. Basándose en el Evangelio, en la sabiduría de los antiguos monjes y en su propia experiencia, organiza la vida de los monasterios. Alrededor del año 529 se traslada a Montecassino, donde funda un nuevo - y célebre - monasterio. Allí vive hasta su muerte, ocurrida en el 547. En Montecassino ejerce gran influencia sobre numerosos discípulos y sobre toda la región circundante. Y también allí escribe la Regla para monjes, que será llamada la Santa Regla, maestra del monacato occidental.

Difusión de la Regla (Siglos VI-X)
Según el relato de su vida, San Benito es fundador y abad del monasterio de Montecassino. De acuerdo a la tradición, el papa Gregorio Magno es quien encomienda hacia el año 597 a un grupo de monjes de la región vecina a Roma la evangelización de los anglosajones en la provincia romana de Inglaterra. Allí el líder de este grupo, San Agustín de Canterbury, habría propagado la vida benedictina fundando varios monasterios. En el S. VIII, desde Inglaterra parte la misión de otro monje-obispo: San Bonifacio, quien predica el Evangelio especialmente en la provincia de Germania, funda monasterios, y corona su vida con el martirio, acaecido en la Galia en 754. La difusión de la Regla benedictina por toda Europa fue realizándose gradualmente, siendo adoptada en los monasterios ya existentes y en los nuevos monasterios que se van fundando. Otro monje de nombre Benito, más tarde conocido como San Benito de Aniano (750-821), es el primer gran reformador monástico. Estudia y recopila las diversas Reglas monásticas existentes, y promueve la implantación de la Regla de San Benito en los monasterios del imperio carolingio. En el año 910 surge en la Galia el monasterio de Cluny, cuyos primeros santos abades buscaron manifestar por medio de la liturgia, el trabajo manual y la caridad, su búsqueda de la Belleza de Dios. La alabanza se convirtió en el centro de su vida monástica. Cluny formó una gran Congregación de monasterios, y fué durante varios siglos un foco de irradiación para toda la cristiandad. Algunos de sus monjes, entre ellos Hildebrando - luego San Gregorio VII -, ocuparon la cátedra de Pedro.

Congregaciones y Ordenes (Siglos XI-XVII)
En toda Europa continuaron surgiendo monasterios, y nacieron nuevas familias monásticas inspiradas en la Regla de San Benito: Camaldoli, Valleumbrosa, los Silvestrinos, Monte Oliveto, el Cister. Esta última tuvo un papel preponderante. Fundado por San Roberto en 1098, se afianza y expande con San Bernardo de Claraval (1090-1153), quien le da su contenido doctrinal y su cohesión como Orden monástica, extendiéndose rápidamente por toda Europa. El IV Concilio Lateranense (1215) prescribe reuniones trienales a los abades de los monasterios de una misma región, y visitas periódicas para velar por la observancia. El papa Benedicto XII reagrupa los monasterios en provincias. Así surgen las primeras Congregaciones Benedictinas: Melk (Austria), Sta. Justina de Padua (Italia), Bursfeld (Alemania), Valladolid (España), Pannonhalma (Hungria). El Concilio de Trento (1563) dió a estas Congregaciones un carácter canónico, y estableció normas para el noviciado y las visitas canónicas. Entretanto llega el monacato a tierras americanas por medio de la Congregación Benedictina de Portugal, primera en establecer monasterios en el nuevo mundo. En 1581 se funda el primer monasterio de toda América: São Sebastião do Bahia (nordeste del Brasil), y le siguen fundaciones en Rio de Janeiro (1586), Olinda (1590), Paraiba do Norte (1596) y São Paulo (1598). En 1596 se constituye la Provincia brasilera de la Congregación Benedictina de Portugal. En Francia, en 1618 surge la Congregación de San Mauro. El trabajo intelectual de sus monjes dió a la "lectio divina" y al estudio un lugar importante en la vida de los monasterios. En esta misma época comienza una nueva reforma dentro del Cister: el abad Rancé, del monasterio de La Trappe (Francia), impulsa un retorno a la letra de la Regla de San Benito, en espíritu de penitencia, oración y trabajo manual. Nace así la Orden Cisterciense Reformada ó de la Estricta Observancia, más conocida como Trapenses.

Restauración benedictina (Siglos XVIII-XIX)
Hacia finales del s. XVIII y comienzos del s. XIX, es llevada a cabo en toda Europa, por motivos políticos, la sistemática supresión de las órdenes religiosas. Pero a mediados del s. XIX comienza la restauración de la vida benedictina. En 1833 Dom Prosper Gueranger restaura la abadía de Saint Pierre de Solesmes (Francia); en 1850 Dom Jean Baptiste Muard funda La-Pierre-qui-Vire (Francia); en 1863 los hermanos Plácido y Mauro Wolter reinician la vida benedictina en Beuron (Alemania). Junto con las restauraciones de los monasterios se van creando nuevas Congregaciones. En Italia, Dom Pedro Casaretto realiza la reforma de los monasterios que le encomendara el papa Pio IX, y da origen de la Congregación de Subiaco. En Brasil, los monasterios constituyen en 1827 la Congregación Benedictina Brasilera. Decenios más tarde dicha congregación necesitaría un nuevo impulso, que se concretó con la llegada en 1895 de monjes de Beuron (Alemania). Entre 1841 y 1881 se realizan las fundaciones de benedictinos y cistercienses en los Estados Unidos de Norteamérica. En 1884 surge en Alemania la Congregación de Santa Otilia. Ya en el s. XX, las monjas del monasterio de Stanbrook (Inglaterra) fundan en 1911 el primer monasterio benedictino femenino de América Latina en São Paulo (Brasil). El papa León XIII contribuye a dar fuerza al movimiento expansivo de las diversas Congregaciones benedictinas con la creación de la Confederación Benedictina en el año 1893, a cuyo frente coloca al Abad Primado, elegido como signo visible de unidad entre todos los abades de la Orden. Dicho Papa restaura también la Abadía de San Anselmo en Roma, que había sido fundada por Inocencio XI en 1687. Este monasterio comienza a ser desde entonces sede del Abad Primado y casa de estudios para toda la Confederación Benedictina.

La Confederación Benedictina (Siglo XX)
La Orden Benedictina es canónicamente una Confederación de Congregaciones, formada por las siguientes Congregaciones Benedictinas (entre paréntesis los países donde poseen monasterios):
Congregación Casinense (Italia)
Congregación Inglesa (Gran Bretaña, EEUU, Perú, Zimbabwe)
Congregación Húngara (Hungría, Brasil, Austria)
Congregación Helvetica (Suiza, Camerún)
Congregación Austriaca (Austria)
Congregación Bavara (Alemania)
Congregación Brasilera (Brasil)
Congregación Solesmense (Francia, EEUU, España, Lituania, Gran Bretaña, Canadá, Holanda, Senegal)
Congregación Americano-Casinense (EEUU, China, Japón, Bahamas, Brasil, Colombia, Canadá, México, Puerto Rico)
Congregación Sublacense (Provincias: Italiana, Inglesa, Holandesa, Francesa, Española, Alemana, de Africa y Madagascar, Filipina, Vietnamita)
Congregación Beuronense (Alemania, Austria)
Congregación Helvetico-Americana (EEUU, Belice, México, Guatemala, Canadá)
Congregación Otiliense (Alemania, Corea del Sud, Tanzania, EEUU, Venezuela, Austria, Suiza, Sudáfrica, Kenya, Colombia, Filipinas, Uganda, India, China)
Congregación de la Anunciación (Bélgica, Ruanda, Zaire, Trinidad y Tobago, Guyana, Irlanda, Nigeria, Polonia, Alemania, EEUU, Perú, India, Francia)
Congregación Eslava (República Checa, Eslovaquia, Hungría)
Congregación Olivetana (Italia, Francia, Brasil, EEUU, Gran Bretaña, Israel, Guatemala, Corea del Sud, México)
Congregación Vallumbrosana (Italia, Brasil)
Congregación Camaldulense (Italia, EEUU, Brasil)
Congregación Silvestrina (Italia, Sri Lanka, EEUU, Australia, India)
Congregación del Cono Sur (Argentina, Chile, Paraguay, Uruguay)

Estructura de la Confederación Benedictina
Monasterios benedictinos masculinos: 335 monasterios (270 abadías, 15 prioratos y 50 casas dependientes) con alrededor de 8000 monjes
Congregaciones Benedictinas: los monasterios masculinos forman 20 Congregaciones Benedictinas (enumeradas arriba). Todas juntas forman la Confederación Benedictina (llamada tradicionalmente: Orden Benedictina)
Monasterios benedictinos femeninos: 840 abadías y monasterios femeninos, con alrededor de 16000 monjas y hermanas. Forman 61 Congregaciones y Federaciones asociadas a la Confederación Benedictina.
Abades Presidentes: cada una de las Congregaciones Benedictinas masculinas elige un Abad Presidente
Sínodo de Abades Presidentes: reunión anual de los Abades Presidentes de todas las Congregaciones Benedictinas
Congreso de Abades: reunión cuatrienal de los Abades de todos los monasterios pertenecientes a la Confederación Benedictina
Abad Primado: elegido por el Congreso de Abades, representa a toda la Confederación Benedictina.



Vida de San Benito Abad. por San Gregorio Magno

Presentación
Entre las obras del papa San Gregorio Magno (540-604 dC) se encuentra el Libro de los Diálogos, donde relata la vida de varios santos de la península itálica venerados en su época. El segundo capítulo lo dedica enteramente a San Benito, nacido en Nursia (Umbria) hacia el año 480 dC. San Gregorio pudo informarse sobre la vida del monje y abad Benito a través de varios discípulos directos. Siendo Benito un joven estudiante en Roma, decide cambiar radicalmente su vida y se hace monje. Una hermana suya, de nombre Escolástica, ya había sido consagrada a Dios desde su infancia. Al inicio de su nueva vida, Benito habita en una cueva de la región montañosa de Subiaco, donde más tarde establecerá varios monasterios con sus discípulos. Años después se traslada a la región de Montecassino, donde funda un nuevo monasterio, en el cual reside hasta su muerte. Allí aumenta su irradiación espiritual, y escribe la conocida Regla de los monjes ("Regula monachorum"), que a lo largo de los siglos tendría amplísima difusión. El abad Benito muere santamente rodeado de sus discípulos alrededor del año 547 dC.
El texto que narra la Vida de San Benito corresponde al Libro Segundo de los Diálogos, escrito aproximadamente 40 años después de la muerte del santo. Tuvo amplísima difusión e influencia a lo largo de toda la Edad Media, y fué luego traducido a todas las lenguas modernas. Está redactado usando la forma de un diálogo entre el autor del libro y un personaje ficticio: el diácono Pedro. Al abordar un texto tan antiguo, es importante tener presente no solo el género literario utilizado: la narración de una serie de hechos milagrosos que jalonan la vida del santo, sino también su intención: escribir no una biografía en el sentido moderno de la palabra, sino más bien mostrar a los fieles la imagen de un verdadero santo, un hombre de Dios, que por serlo participa de los dones divinos de poder y de ciencia (milagros, profecías). El autor dice que no se informó de todos los detalles de la vida de Benito, y que tampoco refiere todo lo que sabía acerca de él. San Benito representa para Gregorio el ideal del monje perfecto, y su biografía es como un programa de vida presentado a los lectores de su época.

Texto de la VIDA DE SAN BENITO en: http://www.sbenito.org/vidasb/vida01.htm


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Re: 2. La Orden Benedictina. 18 agosto 2014

Notapor sor maria franco » Lun Ago 25, 2014 8:40 pm

buenas noches:

LA MEDALLA DE SAN BENITO

La medalla de San Benito es un sacramental reconocido por la Iglesia con gran poder de exorcismo. Como todo sacramental, su poder está no en si misma sino en Cristo quien lo otorga a la Iglesia y por la fervorosa disposición de quién usa la medalla.

Descripción de la medalla:

En el frente de la medalla aparece San Benito con la Cruz en una mano y el libro de las Reglas en la otra mano, con la oración: "A la hora de nuestra muerte seamos protegidos por su presencia". (Oración de la Buena Muerte).

El reverso muestra la cruz de San Benito con las letras:

C.S.P.B.: "Santa Cruz del Padre Benito"
C.S.S.M.L. : "La santa Cruz sea mi luz" (crucero vertical de la cruz)
N.D.S.M.D.: "y que el Dragón no sea mi guía." (crucero horizontal)

En círculo, comenzando por arriba hacia la derecha:
V.R.S. "Abajo contigo Satanás"
N.S.M.V. "para de atraerme con tus mentiras"
S.M.Q.L. "Venenosa es tu carnada"
I.V.B. "Trágatela tu mismo".
PAX "Paz"

Bendición de la medalla de San Benito
(deber ser hecha por un sacerdote)

Exorcismo de la medalla
-Nuestra ayuda nos viene del Señor
-Que hizo el cielo y la tierra.
Te ordeno, espíritu del mal, que abandones esta medalla, en el nombre de Dios Padre Omnipotente, que hizo el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en ellos se contiene.
Que desaparezcan y se alejen de esta medalla toda la fuerza del adversario, todo el poder del diablo, todos los ataques e ilusiones de satanás, a fin de que todos los que la usaren gocen de la salud de alma y cuerpo.
En el nombre del Padre Omnipotente y de su Hijo, nuestro Señor, y del Espíritu Santo Paráclito, y por la caridad de Jesucristo, que ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos y al mundo por el fuego.

Bendición
-Señor, escucha mi oración
-Y llegue a tí mi clamor

Oremos:
Dios omnipotente, dador de todos los bienes, te suplicamos humildemente que por la intercesión de nuestro Padre San Benito, infundas tu bendición sobre esta sagrada medalla, a fin de que quien la lleve, dedicándose a las buenas obras, merezca conseguir la salud del alma y del cuerpo, la gracia de la santificación, y todas la indulgencias que se nos otorgan, y que por la ayuda de tu misericordia se esfuerce en evitar la acechanzas y engaños del diablo, y merezca aparecer santo y limpio en tu presencia.

Te lo pedimos por Cristo, nuestro Señor.
Amén

Indulgencias
El 12 de marzo de 1742 el Papa Benedicto XIV otorgó indulgencia plenaria a la medalla de San Benito si la persona se confiesa, recibe la Eucaristía, ora por el Santo Padre en las grandes fiestas y durante esa semana reza el santo rosario, visita a los enfermos, ayuda a los pobres, enseña la Fe o participa en la Santa Misa. Las grandes fiestas son Navidad, Epifanía, Pascua de Resurrección, Ascensión, Pentecostés, la Santísima Trinidad, Corpus Christi, La Asunción, La Inmaculada Concepción, el nacimiento de María, todos los Santos y fiesta de San Benito.

Número de indulgencias parciales: por ejemplo: 1) 200 días de indulgencia, si uno visita una semana a los enfermos o visita la Iglesia o enseña a los niños la Fe. 2) 7 años de indulgencia , si uno celebra la Santa Misa o esta presente, y ora por el bienestar de los cristianos, o reza por sus gobernantes. 3) 7 años si uno acompaña a los enfermos en el día de todos los Santos. 4) 100 días si uno hace una oración antes de la Santa Misa o antes de recibir la sagrada Comunión. 5) Cualquiera que por cuenta propia por su consejo o ejemplo convierta a un pecador, obtiene la remisión de la tercera parte de sus pecados. 6) Cualquiera que el Jueves Santo o el día de Resurrección, después de una buena confesión y de recibir la Eucaristía, rece por la exaltación de la Iglesia, por las necesidades del Santo Padre, ganará las indulgencias que necesita. 7) Cualquiera que rece por la exaltación de la Orden Benedictina, recibirá una porción de todas la buenas obras que realiza esta Orden.

Quienes lleven la medalla de San Benito a la hora de la muerte serán protegidos siempre que se encomienden al Padre, se confiesen y reciban la comunión o al menos invoquen el nombre de Jesús con profundo arrepentimiento.

El Crucifijo con medalla de San Benito

El Crucifijo de la Buena Muerte y la Medalla de San Benito han sido reconocidos por la Iglesia como una ayuda para el cristiano en la hora de tentación, peligro, mal, principalmente en la hora de la muerte. Le ha dado al Crucifijo con la medalla Indulgencia Plenaria.

La indulgencia plenaria de la Cruz de la Buena Muerte, quien realmente crea en la santa Cruz, no será apartado de El, ganará indulgencia plenaria en la hora de la muerte. Si este se confiesa, recibe la Comunión o por lo menos con el arrepentimiento previo de sus pecados, llamando el Santo nombre de Jesús con devoción y aceptando resignadamente la muerte como venida de las manos de Dios. Para la indulgencia no basta la Cruz, debe representarse a Cristo crucificado. Esta cruz también ayuda a los enfermos para unir nuestros sufrimientos a los de Nuestro Salvador.

Hábito de San Benito:

En la Edad Media los monjes benedictinos llevaban camisa de lana y escapulario. El hábito o vestidura superior es negro, por lo que el pueblo los llamó los monjes negros, en oposición a los cistercienses, que llevan túnica blanca y escapulario negro, denominados los monjes blancos.

Así también existen monjes que usan el hábito blanco no por contraposición sino por inspiración tal es el caso de los monjes benedictinos olivetanos según cuenta la tradición la Santísima Virgen le ofreció el habito blanco y la regla de San Benito a su fundador San Bernardo Tolomei.

Hay también otras congregaciones que conjugan el habito blanco con el escapulario negro.

Pero todos observan la regla de San Benito, en sus diferentes carismas

servidora en Cristo Jesús
sor maria franco
 
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Re: 2. La Orden Benedictina. 18 agosto 2014

Notapor fcofdzm » Lun Ago 25, 2014 8:50 pm

Buenas noches, es interesante el encontrar las fuentes más antiguas que retratan la semblanza de un Santo, tanto si es una leyenda edificante y apartada de la realidad, o una historia más verídica igualmente edificante.

De aqui que el tema del Flos Sanctorum me parece muy interesante, como un compendio de las vidas de los Santos y Santas buscando demostrarnos el ejemplo de vida cristiana que debemos tomar en la veneración a ellos.

Flos sanctorum
Se denomina en latín Flos sanctorum a las traducciones y ediciones hispanas de la famosa Legenda Sanctorum o Legenda Aurea, llamada también Historia Longobardica, de Jacobo de Vorágine (1230-1298), que en español es usual pero impropiamente llamada Leyenda dorada, una colección hagiográfica de vidas de santos que fue muy importante para la iconografía del Arte cristiano en general, y llegó a configurar un subgénero biográfico característico, el legendario.

Historia
La Leyenda áurea de Jacopo da Varazze, compuesta alrededor de 1260, fue ampliándose incesantemente actualizada con vidas de santos propios de cada país. Pero cabe hablar de dos épocas distintas: la pretridentina y la postridentina.

Legendario pretridentino o medieval y renacentista
La Leyenda áurea se tradujo dos veces al español configurando dos tradiciones distintas según Thompson y Walsh, una más antigua, la compilación A, y otra más reciente, la B.

La tradición más antigua arranca de una compilación del siglo XIV y dio lugar, por un lado, a una versión en que un autor anónimo, probablemente entre los años 1475 y 1480, antepuso al texto narrativo de cada vida la curiosa, a veces estrafalaria, etimología del nombre dando lugar al incunable Flos sanctorum con sus ethimologías y sus derivados. Por otro lado, dio lugar al incunable Leyenda de los santos que vulgarmente flossantorum llaman, sin estos añadidos, impresa entre al menos 1490 y 1579.

La tradición más moderna arranca de una compilación del siglo XV que dio lugar al Flos sanctorum renacentista de entre los años 1516 a 1580, atribuido indistintamente a Gonzalo de Ocaña, a Pedro de la Vega o a ambos.

Legendario postridentino
Tras el Concilio de Trento estas leyendas piadosas quedaron profundamente desacreditadas y tuvieron que someterse a un control histórico más fiel. Esta tercera tradición es la del legendario postridentino. La primera colección sometida a estas consideraciones críticas fueron las Vitae sanctorum (1575) de Lipomano y Surio, que fueron el germen de todas las demás, incluidas, ya en el siglo XVII, el célebre Flos sanctorum nuevo de Alonso de Villegas y el no menos leído Flos sanctorum en tres volúmenes el jesuita padre Pedro de Ribadeneyra.

En el siglo XVIII se impuso el Año cristiano del padre Jean Croisset, traducido al español por el padre José Francisco de Isla, también jesuita. Una obra similar española fue la de Joaquín Lorenzo Villanueva, el Año cristiano de España en 19 volúmenes (Madrid, 1791-1803). En el siglo XX apareció el Año cristiano del padre Justo Pérez de Urbel y el Año cristiano de la Biblioteca de Autores Cristianos (BAC), todas ellas obras importantes para interpretar la iconografía cristiana antigua.

Bibliografía incompleta de los legendarios en español
Flos Sanctorum, Zaragoza: Jorge Cocci, 1516.
Alonso de Villegas, Fructus Sanctorum y Quinta Parte del Flos Sanctorum, Cuenca, 1594.
Jerónimo de Aldovera y Monsalve, Discursos en las Fiestas de los santos... Çaragoça, 1625
Eudaldo Corriols, Vidas de santos y beatos, canonizados y beatificados ... Barcelona, 1791, 3 vols.
Pedro de Ribadeneyra, Flos Sanctorum de la vidas de los santos. Barcelona, 1790, 3 vols.
Joaquín Lorenzo Villanueva, Año cristiano de España, en 19 volúmenes (Madrid, 1791-1803)

Fuentes
Wikipedia
Damián Iguacen Blorau, Diccionario de patrimonio cultural de la Iglesia. Madrid: Encuentro Ediciones S. A., 1991.
José Aragüés Aldaz, «El santoral castellano en los siglos XVI y XVII. Un itinerario hagiográfico», en Analecta Bollandiana, CXVIII (2000), pp. 329-386.
Fernando Baños Vallejo, Las Vidas de Santos en la Edad Media, Madrid: Ediciones del Laberinto, 2003
Félix Juan Cabasés, S. J. (ed.), B. Iacopo da Varazze, O. P., Leyenda de los santos (que vulgarmente Flos Santorum llaman), Universidad Pontificia de Comillas-Institutum Historicum Societatis Iesu, Madrid, 2007.
Marcos Cortés Guadarrama, El «Flos Sanctorum con sus ethimologías». Estudio y edición, tesis doctoral dirigida por F. Baños Vallejo, Universidad de Oviedo, 2010.
Vanesa Hernández Ámez, «Censo bibliográfico de la hagiografía medieval castellana», en Boletín Bibliográfico de la AHLM, cuaderno bibliográfico 26 (2004), pp. 369-439.
Marc Vitse (ed.), Homenaje a Henri Guerreiro. La hagiografía entre historia y literatura en la España de la Edad Media y del Siglo de Oro, Iberoamericana, Madrid, 2005.
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