He querido investigar sobre la llegada de la Orden Benedictina a nuestro país y he encontrado que la Abadía Benedictina del Niño Dios ha sido la primera, no sólo de nuestro país, sino de Hispanoamérica.
LA ABADÍA BENEDICTINA DEL NIÑO DIOS
La Abadía del Niño Dios fue fundada el 30 de agosto de 1899 por la Abadía de Belloc, Francia, y es el primer monasterio benedictino de Hispanoamérica.
El obispo de Paraná Mons. Rosendo de La Lastra y Gordillo deseaba una sólida y numerosa comunidad de religiosos para su vasta diócesis que abarcaba las actuales provincias de Entre Ríos, Corrientes y Misiones. Acudió al santuario de Ntra. Sra. de Luján y allí pidió a la Virgen religiosos para su Diócesis. Al salir se encuentra con el P. Arbelbide, sacerdote francés, a quien le cuenta lo que acababa de solicitar a María, y es ese religioso el que pone al Obispo en el camino hacia la Abadía de Belloc. Es por esto que en su primera visita a la Comunidad naciente, un mes después de su radicación, Mons. De La Lastra les dice a los fundadores: "Sois los monjes de María Santísima".
Las autoridades civiles de entonces difícilmente habrían permitido la radicación en el país de una orden o congregación religiosa que no se dedicara a actividades educativas o sociales, de modo que los monjes se vieron urgidos a abrir muy rápidamente un Colegio Agrícola-Industrial. A todo esto se sumaban las expectativas y tratativas con la comunidad victoriense, que desde hacía tiempo deseaba una institución que ofreciera nuevos caminos al progreso a través de la educación cristiana de la juventud. En ese sentido, fueron decisivas las gestiones de la Sociedad Protectora de Enseñanza Cristiana, destacándose particularmente su presidente, don Abrahán Bartoloni.
El 27 de febrero de 1903 el monasterio es elevado a Priorato Conventual alcanzando así la independencia y en 1904 es nombrado como Prior el P. Ignacio Gracy, llegado el año anterior de Francia y que luego sería elegido Abad de Belloc. El 12 de febrero de 1929 es erigido en Abadía y el primer Abad fue el Rmo. P. Salvador Laborde, francés, llegado también en 1903.
En cuanto a las actividades que la Comunidad desarrolló en estos años, tenemos que mencionar la atención pastoral de la ciudad y de todo el departamento de Victoria, desde 1899 hasta 1988, año en que se entregó al Obispo de la diócesis de Gualeguaychú. La Parroquia, cuya patrona es Nuestra Señora de Aránzazu, cuenta, además, con una amplia zona rural e islas, con numerosas capillas y centros religiosos, exclusivamente atendidos en esos años por los monjes sacerdotes de la Comunidad que llevaban una vida comunitaria y monástica adaptada a la situación.
La actividad sacerdotal y misionera no se limitó al departamento de Victoria ni a la provincia de Entre Ríos, sino que también se llevó a cabo una gran tarea evangelizadora en diversos lugares del país. En algunos de ellos permanecieron varios años: en Corrientes atendieron el Santuario de Nuestra Señora de Itatí por espacio de 17 años (desde 1904 hasta 1921); en Azul, provincia de Buenos Aires, tuvieron a su cargo un asilo, una capilla y un colegio (desde 1921 hasta 1934); y en Larramendy, de la misma provincia bonaerense, se ocuparon de una escuela y una capilla de campo (1917-1924).
De la Abadía depende desde 1965 el Instituto Privado John F. Kennedy, situado en la ciudad de Victoria, y en el sector externo del Monasterio funciona desde 1983 el Instituto de Profesorado San Benito, destinado a la formación docente y profesional.
La Comunidad ha promovido la construcción de un barrio de viviendas, cuyo primer grupo fue inaugurado en 1971, y es atendido con mucha dedicación por las Hermanas Dominicas Misioneras. También nació por iniciativa de los monjes el club social y deportivo San Benito, centro de diversos eventos culturales, cuyos antecedentes más remotos se remontan al año 1959. Además, es preciso señalar que la Abadía es una importante fuente de trabajo para el vecindario.
En 1997 luego de 27 años de gobierno dejó su cargo de Abad el P. Eduardo Ghiotto (IV Abad). La Comunidad eligió a su nuevo Abad en la persona del P. Carlos Martín Oberti.
El 29 de agosto de 1998 se consagró la nueva Iglesia abacial. De estilo neo-románico, muy luminosa, refleja así el paso de la luz a lo largo del día y manifiesta también un simbolismo en relación a la celebración de la Liturgia de las Horas. Está dedicada al Misterio del Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo. Con esta celebración se dio apertura al año Jubilar del Centenario de la fundación, a lo largo del cual se recordó con varios actos esta efeméride tan significativa en la historia monástica de Argentina y de toda Hispanoamérica.
UBICACIÓN GEOGRAFICA
La centenaria Abadía del Niño Dios está situada en el sur de la provincia de Entre Ríos, a 350 kms. de la ciudad de Buenos Aires, a 112 kms. de Paraná, a 60 kms. de Rosario (por la conexión vial Rosario-Victoria) y a 3 kms. de Victoria
El paisaje que rodea la Abadía se caracteriza por suaves lomadas, muy pintorescas, coloreadas de todo tipo de verdes. Toda esta zona está regada por arroyos que desembocan en el riacho Victoria, afluente del río Paraná, o en los bañados adyacentes al mismo. En la cima de una de las colinas del lugar se levanta el conjunto de los edificios del Monasterio. El parque circundante tiene una gran variedad de árboles y plantas, incluso especies exóticas y medicinales. Asimismo cobija gran cantidad de aves. El acceso a la Abadía es fácil dado que la misma está situada sobre la ruta provincial nº. 11.
EL ESCUDO DE LA ABADIA
Fue diseñado durante el gobierno del segundo Abad don Lorenzo Balerdi por uno de los monjes artistas. El escudo tiene forma gótica por el origen francés de la Abadía: Belloc, Bajos Pirineos, Francia, y se incluyeron signos a lusivos a su contexto geográfico y patronómico.
Sobre un campo o fondo de gules (azul) se destacan en plata la cruz patriarcal, insignia de Monte Cassino, apoyada sobre unas colinas en oro que designan a Victoria, "ciudad de las siete colinas". Este conjunto se halla entre dos ríos de plata (las rayas onduladas) para recordar que el Monasterio está en Entre Ríos. En la parte superior se destaca la estrella de cinco picos de Navidad que nos lleva a pensar en el Niño Dios. El báculo simboliza el carácter abacial del Monasterio, y el mote PAX quiere significar la paz que se busca y vive en un Monasterio benedictino.
LA VIDA FRATERNA
Como todo monasterio benedictino la Abadía del Niño Dios está gobernada por un abad, que significa padre, y según san Benito hace las veces de Cristo. El abad es elegido por toda la comunidad y su tarea principal es trabajar por el bien espiritual de los monjes y atender la administración de los bienes del monasterio.
La vida fraterna de los hermanos es uno de los rasgos característicos de su estilo de vida, ya que son monjes cenobitas, es decir, viven en comunidad. San Benito en su testamento espiritual desea que exista entre ellos un amor sincero basado en el Evangelio, dice él "un celo bueno" que los impulse a una verdadera vida de hermanos.
La búsqueda de Dios es el objetivo principal de la vocación del monje. Buscan a Cristo que es su paz, dedicándose a la oración, a la lectura de la Sagrada Escritura y al trabajo manual o intelectual
EL TRABAJO
El trabajo para el monje es una manera concreta de colaborar con la obra creadora de Dios, a la vez que posibilita el sostenimiento de la Comunidad: "seremos realmente monjes cuando vivamos del trabajo de nuestras manos", dice san Benito. Gracias al trabajo pueden también ayudar a los necesitados. La Comunidad benedictina realiza una gran variedad de trabajos manuales, entre ellos: tambo con fabricación de dulce de leche y quesos; elaboración de un licor artesanal compuesto de 73 hierbas, apicultura (miel, jalea real, propóleo). El monasterio ha sido pionero en la actividad apícola de la región. Elaboran una amplia gama de fitoterápicos. Todos estos productos se comercializan con la marca Monacal que hoy es símbolo de calidad y prestigio en todo el país. La Abadía tiene también una surtida santería.
Otro ámbito importante del trabajo de la Comunidad son las obras educativas. En la ciudad de Victoria funciona desde 1965 el Instituto Privado John F. Kennedy con un total de 600 alumnos: abarca el nivel inicial (jardín de infantes), los nueve años de la Enseñanza General Básica, obligatoria, y los tres años del Polimodal. Los alumnos egresan con el título de Perito Mercantil. Y en el sector externo del Monasterio funciona desde 1983 el Instituto de Profesorado San Benito, destinado a la formación docente y profesional con diversas carreras, siendo algunas de ellas: Profesorado en Filosofía; en Psicología; en Biología; Técnico Superior en Ciencias Agrícolas y Ganaderas; posgrados. Se extienden títulos de nivel terciario no universitario, de validez nacional. El número de alumnos es de 350. De esta manera contribuyen a la formación integral y cristiana de muchas personas en ese medio.
El empeño en la labor de cada día les permite ser constructores de la espiritualidad y de la cultura del trabajo como una manera concreta de colaborar en el progreso y desarrollo de la bella creación de Dios.
LA HOSPEDERIA
"A todos los huéspedes que se presentan en el Monasterio recíbaselos como al mismo Cristo"
La hospitalidad es otra característica de la vida monástica. Los monjes benedictinos abren su casa para que todo el que sinceramente busca a Dios pueda encontrarse verdaderamente con él y consigo mismo. Sus huéspedes se alojan en un edificio especialmente preparado para ellos y participan libremente en todas sus oraciones. No todos los monjes hablan con ellos, sino los que están especialmente designados por el abad. Esto asegura por un lado la clausura e intimidad que la comunidad necesita para cultivar su propio estilo de vida y, por otro, la necesaria discreción que el huésped pide para realizar su propia búsqueda sin perturbaciones. A todos los que lo solicitan se brinda asistencia espiritual por medio de charlas y confesión sacramental a cargo de los monjes del monasterio.
La amplia hospedería de la Abadía funciona también como Casa de Retiros y con esta actividad se brinda un lugar de paz, silencio y descanso a todas la personas que se acercan, sin importar su credo ni su condición social. El entorno de la Abadía con su magnífico parque brinda una posibilidad excelente para encontrarse con Dios contemplando su hermosa creación, algo que los huéspedes procedentes de todas partes del país y también del extranjero aprecian mucho.