por sor maria franco » Lun Oct 27, 2014 8:18 pm
BUENAS NOCHES.
LA IGLESIA MARONITA
Los maronitas eran originalmente cristianos agrupados en torno a Marón, personaje que vivió cerca de Antioquía. En aquellos tiempos la iglesia estaba dividida por cuestiones teológicas referidas a la naturaleza de Cristo: unos afirmaban que el hombre Jesús era Dios, otros sólo reconocían su humanidad; unos veían en él dos voluntades, otros sólo una. La división atravesaba las ciudades, las aldeas e incluso las familias. Marón quiso mantenerse al margen de la polémica y se fue a vivir a la montaña. Tras un tiempo de meditación, formó una comunidad de fieles en torno suyo, que tras su muerte en el 410 tomaron el nombre de maronitas.
En cuanto a las controversias teológicas, los maronitas hicieron radicalmente suya la doctrina del Concilio de Calcedonia (451), que sostenía que Cristo era a la vez Dios y hombre que tenía dos voluntades, humana y divina. Los enemigos de esta doctrina pasaron a ser entonces enemigos de los maronitas, quienes fueron perseguidos y asesinados en gran número. Empezaron entonces a emigrar hacia el Monte Líbano.
Los habitantes de la montaña libanesa eran cristianos, y habían tenido ya contacto con los maronitas anteriormente. La afluencia de exiliados discípulos de san Marón les hizo abrazar la causa maronita. Con la conquista árabe perdieron en gran medida el contacto con Constantinopla y su patriarca, debiendo elegir a su propia autoridad suprema. El primer patriarca maronita fue san Juan Marón (687). El emperador de oriente, acostumbrado a tener bajo su control los asuntos de la iglesia a través de los patriarcas, a quienes designaba, no toleró la independencia maronita y mandó a su ejército a atacarlos. La batalla tuvo lugar en Amiún y la ganaron los maronitas. El patriarcado maronita se consolida y establece su sede en Kfarhay.
En el siglo XII, debido al contacto con los cruzados, la iglesia maronita se aproximó a la iglesia católica, en la que se integró en el siglo XVI.
Las principales comunidades maronitas están hoy en Siria y Líbano, aunque dado que ha sido una comunidad propensa a la emigración, hay numerosos maronitas también en Australia, Francia, Estados Unidos, Brasil, Canadá, México y Argentina. El jefe de la iglesia maronita lleva hoy el título de "patriarca de Antioquía y de todo el Oriente de los maronitas" y tiene su sede en Bkerke (Líbano). El titular actual es Béchara Pedro Raï, nombrado por el Sínodo el 15 de marzo de 2011.
Los maronitas tienen no solo a san Marón, como patrono, sino también es formadora de otros santos libaneses: san Juan Marón, Nimatullah Al-Hardini, Chárbel Makhlouf y Rafka Choboq Ar-Rayes.
LA IGLESIA MARONITA
La Iglesia católica tiene dos raíces. La occidental o romana, y la oriental.
Dentro de esta segunda, cuatro son las sedes patriarcales que han marcado su historia: Jerusalen, Alejandría (Egipto), Antioquía de Siria y Costantinopla. Dentro del grupo de Iglesias que arrancan de Antioquía, existen dos grupos: sirio – occidental y sirio – oriental. La Iglesia Maronita forma parte del grupo sirio – occidental, siendo el siríaco su lengua litúrgica. Se integra, pues, de lleno en la tradición cristiana oriental, siendo su pueblo uno de los de raíces más antiguas de toda la cristiandad.
La Iglesia maronita es la única de todas las orientales que ha permanecido en plena comunión con Roma durante todos estos siglos, pese a las tremendas pruebas sufridas por esta Iglesia por parte monofisitas, bizantinos, mamelucos y turcos.
El nombre de esta Iglesia particular procede de San Marón, monje anacoreta con fama de santidad mencionado por Juan Crisóstomo entre 404 y el 407. Muere en el año 410. Su estilo de vida, desarrollado entre su pueblo, causó profundo impacto, agrupando progresivamente a hombres y mujeres que, impresionados por su vida, originaron diversos monasterios.
Con el transcurso de los años, los monasterios que arrancan de la experiencia de San Marón se federan, asentados la mayoría de ellos en las diócesis de Cyro y Alepo (Siria). Con ocasión de las controversias teológicas generadas en torno a la persona de Cristo, los maronitas se posicionaron a favor del Concilio de Calcedonia, que reconocía la doble naturaleza humana y divina de la persona de Cristo. Los monjes de estos monasterios se enfrentaron, por ello, a los cristianos monofisitas, sufriendo numerosos mártires (los 350 monjes mártires).
A finales del siglo V, los habitantes de la montaña libanesa se convierten al cristianismo merced a la obra misionera de monjes maronitas. Con todo, la más antigua iglesia maronita de Líbano conocida es Mar Mama, del año 749. En los años siguientes, las relaciones con Bizancio se vuelven muy difíciles, llegando al enfrentamiento armado. Entre el 702 y el 705, los monjes de Bet Morún (valle del Oronte), monasterio que preside la federación maronita, eligieron a su primer Patriarca, Juan Marón, consagrando posteriormente obispos en su monasterio. Varios Patriarcas residen en Kfarhay, conservándose el nombre de tres de ellos. El monasterio de Bet Morún será destruido en torno al año 900.
El Patriarca Juan II se instala en Antioquía, regresando a los orígenes de esta Iglesia particular, donde todavía vivía un número importante de maronitas. Pero, dadas las dificultades que encontró, trasladó el patriarcado a Akoura (región de Biblos, en Líbano) hacia el año 938, territorio donde habían emigrado los maronitas en su mayor parte huyendo de las persecuciones musulmanas, si bien todavía permanecían algunas comunidades en Siria. Los Patriarcas, en número de 34 residirán allí hasta el año 1.440, desarrollando una vida austera y sin sede fija. A finales del siglo XIII, un viajero occidental encuentra, incluso, un obispo maronita en Takrit (Mesopotamia).
Durante tres siglos, los maronitas viven aislados del resto del mundo. Cuando llegan los cruzados, se sorprenden al encontrar una comunidad tan numerosa y piadosa, pues se les consideraba extinguidos.
Con las Cruzadas, llega la presencia franca, acogiendo los maronitas del Líbano a los cruzados, iniciándose cierta latinización, construyéndose numerosas iglesias, estableciéndose unas extraordinarias relaciones, en particular a partir del viaje de San Luis de Francia.
En 1.215, el Patriarca Jeremías de Amchite acude al Concilio de Letrán. Pero al ser destruidos los reinos francos, los mamelucos (1.291) traen el desastre. Pese a ello, los franciscanos continuaron, desde 1.246, la comunicación entre Roma y Líbano. Con los mamelucos, se sucedieron varias matanzas entre la población maronita, siendo algunos patriarcas vejados, perseguidos y asesinados. Así, Gabriel de Hjoula es quemado vivo en el año 1.367. Otros numerosos mártires le acompañarán: Abu Karam al Hadathi sería colgado de ganchos de hierro, en el año 1.640, Yunes Abu Risq es empalado en 1.697, Kanaan Daher es asesinado en 1.741. Y junto a ellos, una muchedumbre de mártires anónimos que en esos terribles años, testimoniarán con su vida y su muerte la fidelidad a Cristo. De 1.440 a 1.823, los Patriarcas residirán en Wadi Qannoubine, un profundo e inaccesible valle: un total de 24 patriarcas allí se suceden, residiendo en el Convento de Nuestra Señora. De un milenio de historia maronita, apenas quedan vestigios materiales: unas pocas iglesias, algunos nombres de autores, unos pocos restos históricos y algunos libros litúrgicos. Cuando estallan las luchas entre los mamelucos, sunitas, y los habitantes chiítas de Líbano, los maronitas juegan un papel de intermediación, que proporcionará al pueblo maronita respeto y cierta tolerancia.. En 1.516, Líbano cae, al igual que todo oriente, en manos turcas, prolongándose la ocupación hasta el año 1.918.Bajo dominio turco, los maronitas, aliados de los drusos (una secta herética chiíta establecida en las montañas del Chouf libanés desde el siglo XI), consiguen una cierta autonomía. Las relaciones con Roma persisten, fundándose en 1.548 el Colegio Maronita, que tendrá una enorme importancia en la cultura maronita y en la vida de otras comunidades cristianas de oriente medio. En concreto, en los siglos XVII y XVIII, algunas comunidades de esas iglesias particulares retornan a Roma, creándose patriarcados católicos: el caldeo, melkita, sirio y armenio.
En 1.580 y 1.596 tuvieron lugar dos sínodos muy polémicos, al forzar cierta latinización muy discutida.
En 1.626 llegan los capuchinos a Líbano. En 1.635 lo hacen los carmelitas. Los jesuítas se instalan en 1.656.
El Patriarca Duhaihy (1.630 a 1.704) es la figura más relevante de ese periodo de la historia maronita. Formado en el colegio romano, desarrolla estudios de historia, teología, apologética, liturgia, música. Reformará las órdenes religiosas maronitas, creándose la primera orden maronita en 1.694: los Antoninos. Y a esa tremenda actividad, unirá una santidad modélica. Los años siguientes, traerán una intensa vida religiosa.
El Colegio Romano maronita es destruido por Napoleón en 1.808. En su lugar son creados seminarios en Líbano, como el de Ain Warqa (1.818). En 1.823 el Patriarca se traslada a Dimane en verano y a Bkerké en invierno. Desde entones, nueve han sido los patriarcas que se han sucedido, siendo la independencia de Líbano una de sus preocupaciones principales. A mediados del siglo XIX, el pacto druso – maronita se rompe, iniciándose nuevas persecuciones, que culminarán en 1.860, finalizando con la intervención internacional de Napoleón III. Se inicia, a raíz de la matanza de 1.860, el camino masivo de la emigración.
Con la primera guerra mundial, casi un tercio de la población muere por el hambre causado por el bloqueo y la violencia. A su finalización, la unión entre las 17 comunidades religiosas presentes en Líbano parecía imposible. Sin embargo, dado el prestigio del Patriarcado maronita, todas esas comunidades delegan en el Patriarca Elías Hoayek su presencia en el Congreso de Versalles, donde reclamará la independencia para el Líbano. Finalmente, por acuerdo de la Sociedad de Naciones, Líbano quedará bajo mandato francés.En los años siguientes, la influencia religiosa latina se hace más evidente, lo que provocará cierta reacción en defensa de la identidad maronita. Tras la segunda guerra mundial, llega la independencia, que merced al pacto nacional, consigue cierto equilibrio entre las comunidades religiosas presentes, roto en 1.975 con el inicio de la guerra civil, lo que será causa de nuevo para la emigración de cientos de miles de maronitas. La Iglesia maronita, en la actualidad, se enfrenta a un triple reto: la emigración, la presión musulmana y la secularización, que también está afectando profundamente a esta Iglesia particular.