Los maronitas. Es un pueblo descendiente étnica y biológicamente del pueblo Fenicio-Kananí, eran originalmente cristianos agrupados en torno a San Marón, personaje que vivió cerca de Antioquía. En aquellos tiempos la iglesia estaba dividida por cuestiones teológicas referidas a la naturaleza de Cristo: unos afirmaban que el hombre Jesús era Dios, otros sólo reconocían su humanidad; unos veían en el dos voluntades, otros sólo una. La división atravesaba las ciudades, las aldeas e incluso las familias. Marón quiso mantenerse al margen de la polémica y se fue a vivir a la montaña.
Es así que los Maronitas son los cristianos católicos orientales que deben su nombre a San Marón, santo hombre, rígido defensor de la fe católica en Oriente, monje modelo cuyo ejemplo siguieron numerosos discípulos, un apóstol que la Providencia de Dios eligió para confirmar a los vacilantes en su fe y para organizar el núcleo principal de la nación maronita que será baluarte de la lucha en favor de la fe y en beneficio del triunfo de la verdad sobre la mentira y de la libertad contra la opresión. Marón vivió en el siglo IV, en las cercanías de Antioquía, donde trabó relaciones de amistad con grandes figuras como San Basilio y San Juan Crisóstomo y otros ilustres Doctores de la Iglesia. De joven, siguiendo las enseñanzas del Divino Maestro, dejó su familia, sus bienes y fue a buscar la calma en una montaña, entregándose a la oración la contemplación y el trabajo. Dios le otorgó el don de los milagros, sanando las enfermedades del cuerpo y del espíritu y sus prodigios llegaron a proyectarse en lejanos países.
Muchos jóvenes siguieron su ejemplo, imitando sus virtudes y procurándolo para escuchar sus enseñanzas y adoptar su espiritualidad. Fueron llamados “discípulos de San Marón” y después de su muerte, ocurrida en el año 410, crecieron mucho, y formaron el “Convento de San Marón” que cobijaba a numerosos monjes que se dedicaron a luchar con heroísmo contra los errores doctrinales de su época. En el año 517, los cristianos monofisitas que no aceptaron la fe católica definida en el Concilio Ecuménico de Calcedonia (a.451), mataron a 350 miembros de ellos que son conocidos como ” Mártires, discípulos de San Marón”. El Papa Hermes IV reconoció su martirio y así quedó sellada la fe maronita con su sangre.
Al pueblo que en el Patriarcado de Antioquía siguió la orientación religiosa de San Marón y sus discípulos, se le aplicó el nombre de “Maronitas”. En el siglo VII, por ocasión de la invasión árabe, los maronitas para escapar a la opresión de los conquistadores, tomaron la fuga y se refugiaron en los montes y los valles del Líbano donde formaron la Iglesia Maronita, bajo el liderazgo de San Juan Marón, un monje discípulo de San Marón, reconocido por el Papa como Primer Patriarca Maronita de Antioquía y de todo el Oriente. Hasta hoy, los maronitas tienen un Patriarca que lleva junto a su propio nombre, el nombre de Pedro, el Apóstol de Cristo, primer Obispo de Antioquía y más tarde, primer Obispo de Roma, Vicario de Cristo, Papa de la Iglesia Universal. Actualmente el Patriarca maronita se llama Nasrala Butros Sfeir, y al mismo tiempo es Cardenal de la Iglesia Católica que puede ser elegido Papa.
Los maronitas no, son, pues, una secta cristiana, ni una religión misteriosa, ni una Iglesia disidente, sino una nación católica, un pueblo de origen definido, una Iglesia particular que tiene un destino providencial en el desarrollo de su historia y en la mística de sus santos.
LOS MARONITAS Y ROMA
Si el mundo ignora la lucha de los maronitas contra el error y si los discípulos de San Marón llegasen alguna vez a dudar de su identidad, o si los adversarios tratan de denigrar el papel importante que los maronitas juegan en la vida de la Iglesia, los Papas de Roma, sin embargo, han prestado con sus bondadosas palabras un valioso testimonio que llena de orgullo y de satisfacción a los hijos de San Marón:
Así León X, escribía, en 1515, al Patriarca maronita:” conviene que alabemos y bendigamos la divina clemencia, porque entre las naciones orientales infieles y en los campos del error, haya el Altísimo querido que sean los maronitas casi rosas entre espinos”. Clemente XII en 1735, califica a la nación maronita de “Rosa entre las espinas, de roca solidísima contra la cual se rompen las furias de la infidelidad y de las herejías”. Y San Pío X, entre otras palabras, dice, hablando de los maronitas:” Amamos a todos los cristianos del Oriente, pero los Maronitas ocupan un lugar especial en nuestro corazón porque han sido en todo tiempo la alegría de la Iglesia y el consuelo del Papado…, la fe católica está arraigada en el corazón de los Maronitas como los muy antiguos cedros están hincados por sus potentes raíces en las altas montañas de su patria”. No es necesario extenderse más sobre este sublime aprecio de los Papas a los Maronitas y es muy elocuente la actitud de los últimos Pontífices que convivieron con los recientes dramas que afectaron a los maronitas en la última guerra que castigó cruelmente durante 17 años al Líbano. Las palabras, los gestos , la preocupación casi diaria y la manifestación continua del afecto más puro y sincero del actual papa Juan Pablo II hacia el Líbano, han sido un suave bálsamo para las heridas del pueblo maronita y una fuerte dosis de esperanza para los hijos de San Marón en su ardua lucha por una digna supervivencia .Y la convocación, recientemente, a una Asamblea especial del Sínodo de los Obispos dedicado al Líbano, como también, la visita del Sumo Pontífice a la tierra de los fenicios, no fue sino una prueba a más del amor que tiene el Papa por los cristianos del Líbano, en general, y particularmente por el destino de la Iglesia Maronita en aquel país.
LOS MARONITAS Y EL LIBANO
Perseguidos por causa de su fe, los maronitas se refugiaron en el Líbano, encontrando en él una tierra de libertad y con el espíritu tenaz transformaron su árido suelo en un floreciente y fecundo vergel. Su historia se identificó con la historia del Líbano y no será extraño verlos defender su patria con valentía, sangre y heroísmo. Jamás el Líbano, único baluarte del cristianismo en oriente, se dejó avasallar por sus enemigos, gracias a la lucha de los maronitas y sus hermanos libaneses: “Toda la Siria, escribía Jaled el conquistador árabe, cayó como un camello, el Líbano solo quedó erguido”. ¡Solo Dios sabe cuanta sangre vertió la nación maronita en esas luchas de exterminio que acompañaron su 13 siglos de caro fue el precio que pagó la nación maronita por causa de la ayuda que prestaron sus fuerzas a los cruzados, en su marcha al santo Sepulcro. Finiquitada la conquista europea, todo el odio de sus enemigos cayó sobre el Líbano, ensangrentando sus campos y arrasando su territorio. Esta historia dolorosa no se cerraba sino a cortes intervalos de tiempo, para volver a abrirse más triste y verter más sangre mártir. Tales fueron las matanzas feroces de los años 1834, 1845, 1860, 1914, 1920, 1925 y últimamente en la guerra de 17 años que comenzó el 13 de abril 1975.
Inútil continuar a deplorar los tristes y dramáticos episodios que ya son patrimonio de la historia; pero es necesario advertir que los maronitas se sienten responsables de la vida o de la muerte del Líbano, único territorio donde se sienten dueños de su destino y donde radica la Iglesia madre que organiza su rito y que vela por la integridad de su fe y la sanidad de sus tradiciones. Como es Roma para los católicos, Armenia para el pueblo armenio, Palestina para los palestinos e Israel para el pueblo judío, así es el Líbano para los maronitas. Sin una tierra no se puede asegurar una existencia permanente y digna, y sin el Líbano el maronita se siente desamparado, desorientado y errante. Pero al mismo tiempo los maronitas son conscientes de que no son ellos los únicos dueños de la tierra de los Cedros, por esto siempre extienden sus manos y abren sus corazones a todos los habitantes que integran el territorio libanés para juntos construir un Líbano libre, unido y soberano, donde el perseguido encuentra un refugio seguro y donde existen pacíficamente las diversas comunidades que profesan distintas creencias y siguen diferentes ideologías.
Así pues, no todo libanés es maronita, tampoco cada maronita es libanés, pero sí, todos los maronitas deben defender la soberanía del Líbano, si quieren ser solidarios con su Iglesia madre y sentirse como miembros de una única familia que tiene sus raíces en el Líbano.
Las principales comunidades maronitas están hoy en Siria y Líbano, aunque dado que ha sido una comunidad propensa a la emigración, hay numerosos maronitas también en Australia, Francia, Estados Unidos, Brasil, México y Argentina.
IGLESIA CATOLICA MARONITA
El Patriarca JEREMIAS II Al Amashitti, (1199-1230) fue el primer Patriarca Maronita en visitar Roma, con el objeto de asistir al IV Concilio Lateranense en 1215. Esto marcó el comienzo de una estrecha relación con la Santa Sede y, por otra parte, la de una creciente tendencia a la latinización. En el siglo XVI, se produjo la invasión turca a la tierra natal de los maronitas, y el comienzo de largos siglos de dominación bajo el Imperio Otomano.
Los Maronitas entran en contacto con los Católicos Romanos (latinos) recién en el siglo XII durante las cruzadas, cuando se instauró el Principado Latino de Antioquía. En el año 1182, la totalidad de la Nación Maronita se avino a una cuestionada unión con Roma, dado a que hay una fuerte tradición entre los maronitas, la cual niega la falta de Unión por parte de los Maronitas, con la Santa Sede.
Un Sínodo que traería aparejadas grandes reformas tuvo lugar en el Monte Líbano durante el año 1736, allí se delineó el Código de Cánones de la Iglesia Maronita, creando una estructura diocesana regular por primera vez en su larga historia, dónde se dejó establecido los principales rasgos de la eclesiología maronita actual.
En el siglo XIX, las potencias Occidentales, especialmente Francia, comenzó a ofrecer protección a los Maronitas que estaban dentro del Imperio Otomano. En 1860, una masacre de miles de maronitas provocó la intervención militar de Francia. Después de la I Guerra Mundial, el Líbano y Siria pasaron a estar bajo el control de los franceses.
Cuando Francia otorgó al Líbano su independencia total (1944), los franceses antes de marcharse, intentaron garantizar la seguridad de las comunidades maronitas, es por ello que la constitución libanesa garantizaba que el presidente debería ser siempre un maronita. En 1975, estalla la guerra civil en el Líbano, este hecho dejó al descubierto lo precaria de la situación de esa comunidad en Oriente Medio. Muchos miles de maronitas dejaron el Líbano y se exiliaron en Occidente.
El patriarca maronita tiene su residencia en BKERKE, desde 1790, a 25 millas de Beirut. Actualmente esta Iglesia tiene unas 10 diócesis en el Líbano, con 770 parroquias y otras 7 jurisdicciones más en el Medio Oriente. Esta es la Iglesia más numerosa del Líbano, constituyendo alrededor del 37% de los cristianos, y el 17% de la población total del país.
Hay un Seminario Patriarcal Maronita en Ghazir, y un seminario diocesano en Karm Sadde, cerca de Trípoli. La educación teológica avanzada es dictada en la Universidad del Espíritu Santo en Kaslik. El Colegio Maronita fue fundado en Roma en el año 1584.
La liturgia Maronita es de origen Siriano Occidental, (tradición palestina) pero está influenciada por la Siriana Oriental y tradiciones latinas. La liturgia eucarística es básicamente una variante de la liturgia Siríaca de San Jacobo, aunque originalmente los servicios se celebraban en siríaco, luego de la invasión árabe a esa región, optaron por celebrar los cultos en lengua árabe en la mayoría de los casos.
El éxodo reciente de los maronitas, produjo algunas comunidades florecientes en la diáspora, en los EEUU tienen dos diócesis con un total de 57 parroquias y 102 sacerdotes sirviendo a unos 55.000 seglares. En Canadá, la diócesis de San Marón, cuenta con 12 parroquias para sus 80.000 fieles, y la diócesis de Sydney con 9 parroquias para los alrededor de 150.000 maronitas australianos.
LOCALIZACIÓN: Líbano, Siria, Chipre, Egipto, EEUU, Brasil, Canadá, Australia y Argentina.
CABEZA: Patriarca NASRALLAH Cardenal SFEIR (nac.1920 nombrado en 1986 y en 1994 le fue concedido el solio cardenalicio)
TÍTULO: Patriarca de Antioquía de los Maronitas
RESIDENCIA: Bkerke, Líbano
FIELES: 3.222.000 almas
Patriarca Bechara Boutros Rai
DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
A LOS REPRESENTANTES DE LA IGLESIA MARONITA
Su Santidad Juan Pablo II y Beatitud Nasrallah, Patriarca de los Maronitas
jueves 10 de febrero, 2000
Beatitud; queridos hermanos en el episcopado;
queridos hermanos y hermanas de la Iglesia maronita:
1. Os doy la bienvenida a la casa del Sucesor de Pedro y a la ciudad eterna, que conserva las tumbas de los apóstoles san Pedro y san Pablo, y de tantos otros santos mártires y confesores.
Habéis venido del Líbano, de otros países de Oriente Próximo y de la diáspora, para celebrar durante estos días el gran jubileo con Su Beatitud el cardenal Nasrallah Pierre Sfeir, patriarca de Antioquía, "Padre y cabeza" (cf. Código de cánones de las Iglesias orientales, c. 55) de la Iglesia maronita. Vuestra peregrinación a Roma inaugura la de las Iglesias católicas orientales. En efecto, durante los próximos meses llegarán a Roma los patriarcas, los obispos y los fieles de las demás tradiciones orientales.
2. Queriendo dar una nueva prueba de vuestra adhesión indefectible y plurisecular a la Sede apostólica romana, habéis venido a Roma para la fiesta de san Marón, piedra miliar de vuestra Iglesia, cuya memoria se celebra, según vuestro calendario litúrgico, el 9 de febrero. Ayer, en la basílica de Santa María la Mayor, habéis participado en una solemne celebración eucarística, presidida por vuestro amado patriarca. La celebración de ayer, así como la audiencia de hoy, refuerza el estrecho vínculo que existe entre la Sede de Roma y la de Antioquía, ciudad muy antigua donde "por primera vez los discípulos recibieron el nombre de cristianos" (Hech 11, 26) y donde vivió san Pedro. Por tanto, atraídos por "un imperativo interior", que proviene de vuestra fe, habéis venido a "visitar a Pedro" (cf. Ga 1, 18) para vivir con él la comunión eclesial. En efecto, vuestra comunión plena con la Iglesia de Roma es una manifestación tangible de la conciencia que tenéis de la unidad: ”La unidad es una característica primordial de la Iglesia, y la exige su naturaleza profunda" (Exhortación apostólica postsinodal Una esperanza nueva para el Líbano, 84; cf. Oriéntale lumen, 19). A su vez, esta unidad eclesial, que sentís con fuerza en estos días, os ayudará a comprometeros cada vez más en la evangelización del mundo, dado que la tradición maronita es también "una ocasión privilegiada para reavivar el dinamismo y el impulso misioneros que deben compartir todos los fieles" (Una esperanza nueva para el Líbano, 84).
3. Vuestra Iglesia, hija espiritual de san Marón, consciente y orgullosa de la importancia de su unidad con Roma, ha visto florecer numerosos santos y santas a lo largo de los siglos. El 9 de octubre de 1977, mi predecesor el Papa Pablo VI canonizó a Charbel Maklouf, monje eremita y sacerdote de la Orden libanesa maronita, y yo mismo tuve la alegría de realizar, el 17 de noviembre de 1985, la beatificación de Rafqa (Rebeca), monja maronita de la Orden libanesa maronita, y el 10 de mayo de 1998, la de Nimatullah Al-Hardini, monje y sacerdote de la misma Orden y padre espiritual de san Charbel.
4. La beatificación de Nimatullah Al-Hardini tuvo lugar exactamente un año después de mi peregrinación de 1997 a tierra libanesa. Por eso, me complace evocar aquí las horas que pasé en el Líbano, donde la Iglesia maronita tiene sus raíces y su centro efectivo.
La esperanza nueva para el Líbano, expresada en la exhortación postsinodal, documento fruto de los trabajos de la Asamblea especial para el Líbano del Sínodo de los obispos, fue "mi grito de resurrección y paz" con el que "presenté de nuevo la tierra bíblica de los cedros a la conciencia del mundo". Animo a todos los pastores y fieles de las comunidades católicas del Líbano a acoger y asimilar cada vez más las propuestas y sugerencias de esa exhortación. Me alegra saber que ya se han visto los primeros signos esperanzadores de una aplicación concreta, como resulta también de los trabajos de la última Asamblea de los patriarcas y los obispos católicos del Líbano (A.P.E.C.L.), que se celebró en noviembre del año pasado en Bkerké.
5. Me complace, asimismo, anunciar que ayer, después de un bloqueo muy largo, debido a la segunda guerra mundial y también a la difícil situación del Líbano, el Colegio pontificio maronita ha vuelto a abrir oficialmente sus puertas, sobre todo gracias a los esfuerzos incansables de su excelencia monseñor Emile Ed, procurador patriarcal en Roma. Esta institución, impulsada por el Papa Gregorio XIII, se remonta al siglo XVI. Ha tenido innumerables e ilustres alumnos, entre los cuales los más renombrados fueron el futuro patriarca maronita Stéphane Douaihi y el gran sabio Joseph S. Assemani, primer custodio de la Biblioteca vaticana, célebre orientalista y canonista, que desempeñó, entre otras cosas, un papel importante en el Sínodo libanés maronita de 1736.
Quiera Dios que los jóvenes maronitas que vivan a partir de ahora en ese Colegio histórico contribuyan eficazmente, como sus predecesores, a la vida eclesial maronita, con fidelidad al espíritu de la Iglesia universal.
6. En cuanto a la amada tierra del Líbano, a la que se dirige con nostalgia el corazón de los creyentes, le deseo que siga siendo fiel a su vocación de "mensaje": un lugar donde los cristianos puedan vivir en paz y fraternidad con los seguidores de otras creencias y sean capaces de promover esa convivencia (cf. Una esperanza nueva para el Líbano, 92). También quiero deciros hoy, con la fuerza del amor: ”El Papa está siempre cerca de todos vosotros". Os acompaño como un padre y un hermano en este período en que la intolerancia lleva a veces a reavivar los fantasmas del odio, que creíamos desaparecidos para siempre.
Por intercesión de la Madre de Dios, de los apóstoles san Pedro y san Pablo, de san Marón, de san Charbel, de la beata Rafqa, del beato Nimatullah Al-Hardini y de todos los santos de vuestra tierra, pido al Señor que brote allí el primer fruto del gran jubileo que celebráis en Roma. Os imparto de todo corazón la bendición apostólica.
SANTOS MARONITAS
San Maron
San Marón, patrono, protector e inspirador de la Iglesia maronita, nunca tuvo la idea de formar una Iglesia, a parte; sino, más bien, quiso iniciar dentro de la Iglesia de Antioquía un camino especial de santidad, inspirado en el Evangelio donde Cristo es " el camino, la verdad y la vida". Su vida relatada con pocas líneas por el historiador eclesiástico Teodoreto, obispo de Ciro, se resume en pocas palabras :
fidelidad a Cristo, siguiendo los consejos evangélicos, fidelidad a la Iglesia de Cristo, defendiendo heroicamente a su Cabeza visible el Obispo de Roma y fidelidad a las santas tradiciones de la Iglesia oriental, llevando una vida de asceta en la cumbre de una montaña, cercano al pueblo de Kfar Nabo, donde estaba erigido un templo al dios pagano Nabo, que él transformó en un templo cristiano para adorar al verdadero Dios.
San Marón cultivó heroicamente en su vida cenobítica las virtudes evangélicas, retirado del mundo, entregándose, día y noche, en oraciones, ayunos y mortificaciones. La fama de su santidad fue reconocida por San Juan Crisóstomo, en una carta dirigida a Marón, en 405, desde su exilio en el Cáucaso. Me permito reproducir el texto resumido de esta carta llena de emoción espiritual, para la edificación nuestra: " A Marón, presbítero y solitario: Unidos por los lazos de amor, lo tenemos presente,
entre nosotros. Los ojos de la caridad son de tal vigor que las distancias lejanas son impotentes de debilitarlos, con el pasar del tiempo. Desearíamos escribirte con frecuencia pero por varias dificultades se nos hace difícil. Mismo así le escribiremos cuantas veces se nos está permitido para decirle que nosotros nunca te olvidamos y donde estemos tú estás en nuestra alma. Tú, procura notificarnos sobre tu salud, para que aun separados por el cuerpo, tengamos el consuelo de saber que estás bien y esto nos fortifica en nuestra soledad. Ante todo te ruego que reces a Dios por mí”.
El mérito de San Marón no fue solamente en haber llevado una vida de perfección individual, sino, también, por haber atraído hacia él a muchos jóvenes que imitaron su ejemplo de santidad y después de su muerte, acontecida en 410, continuaron llevando una vida monástica comunitaria en una montaña de Siria, en el famoso Convento de San Marón, cuna de la formación de la futura Iglesia Maronita, jerárquicamente instituida en el Líbano (685) por San Juan Marón su primer patriarca
"El ejemplo arrastra y la santidad se difunde. En vida de San Marón y después de su muerte, se incrementó la vida contemplativa en la Iglesia. Eran muchos los que, buscando la intimidad profunda con Dios e imitando la vida de Cristo, se aislaban por todas esas montañas, viviendo en pequeñas comunidades como monjes o como ermitaños solitarios". El mismo historiador Teodoreto escribía exclamando: Marón embelleció el coro divino de los santos. Fue quien plantó para Dios el jardín que hoy florece en la región de Ciro" (Cfr. Vida de S. Charbel, Juan Antonio Flores Santana, Arzobispo de Santiago de los Caballeros, Rep. Dominicana, 1997). (La Fiesta de san Marón, es 9 de febrero)
San Charbel monasterio Maronita de annaya (libano)
San Charbel Mucho se puede hablar de este santo monje libanés, un ermitaño, discípulo y auténtico reflejo de San Marón, gloria del Líbano y noble bandera de la Iglesia maronita que tiene en él un privilegiado protector. Pero en esta pequeña misiva pastoral poco podemos decir sobre las maravillas de este extraordinario taumaturgo del siglo XX que impacta a quien contempla su abnegada vida.
Nacido, el 8 de mayo de 1828, a los pies de los cedros eternos de la montaña libanesa, se educó dentro de una familia muy humilde pero de una intachable conducta cristiana. De pequeño quedó huérfano de padre, cuando este fue obligado sin piedad a alistarse en el ejército turco dominador y opresor, simplemente porque poseía un burro para el transporte de la provisión militar. Atraído a la vida religiosa por influencia de sus tíos maternos, dos ermitaños que él a menudo visitaba, a los 23 años de edad, dejó furtivamente su humilde casa de Bekacafra y entró a ser monje en la Orden Maronita Libanesa que sigue la santa Regla de San Antonio Abad ", astro del desierto" y "Padre de los monjes". En esta Orden fundada en el Líbano, el año 1695, el Joven "Yosef" que adoptó el nombre Charbel, un mártir del siglo II, buscó el camino de la perfección en la cima del monte de Anaya, donde durante 23 años vivió una rigurosa vida de ermitaño. Alcanzando la cumbre de su santidad en la tierra, el 24 de diciembre de 1898, cerró sus ojos al mundo, valle de lágrimas, para abrirlos en el alto cielo, el día en que su Maestro Jesús nacía en la tierra.
En este año proclamado por la Iglesia maronita como el "año charbeliano", por ser el primer centenario de la muerte de San Charbel, me satisface como pastor, destacar a los ojos de los fieles que tienen una admiración por el ermitaño libanés, los siguientes puntos que nos inspira la ejemplar vida del santo :
CHARBEL EJEMPLO DE VIDA CRISTIANA PARA LOS FIELES
La vocación a la santidad, siendo un llamado para todos los fieles cristianos, la Iglesia al canonizar los santos, no pretende solamente usar su autoridad para afirmar que ellos ya están con certeza en el cielo, sino más bien, la idea de la Iglesia es presentarlos, principalmente, como modelos de vida que es conveniente imitar. Así no pensemos que la vida de un ermitaño atañe solo a los monjes, todos los fieles pueden imitar su espiritualidad inspirada en el Evangelio. Queridos hermanos, a quienes dirijo estas palabras, les pido entrañablemente , que lean con atención y seriedad estas reflexiones del pastor que se refieren a la íntima relación que existe entre la vida de San Charbel y la vida cristiana de toda familia.
En el último encuentro del Santo Padre con la familia, realizado en Río de Janeiro se destaca el papel de la familia, como don y compromiso, como don para la sociedad, el hijo en la familia como el don más excelente y la familia, esperanza de la humanidad. La familia pues, resume toda la realidad de la humanidad, es por sí misma toda una sociedad completa.
No cabe la menor duda que, en su vocación monacal, Charbel debe mucho a su familia, modelo de la modesta familia cristiana de la época , compuesta de padre y madre, esposos ejemplares y cinco hijos que llevaban una vida de santidad, en su aldea humilde , dedicándose al trabajo sagrado y a la oración asidua. La familia del santo nos recuerda, junto a muchas familias en nuestra tierra libanesa, la familia de Pío X, simple, modesta y pobre, pero llena de nobleza, de grandeza moral y de auténtica santidad, características que prepararon José Sarto a ser el futuro Papa San Pío X. Es muy significativo lo que un día dijo la madre del Papa a su hijo cuando este llegó a ser obispo y fue a visitarla, mostrándola con cierto legítimo orgullo su anillo episcopal : mi hijo, este anillo tú lo tienes porque yo llevo en mi dedo este otro anillo; cuidado, hijo, ahora su responsabilidad aumentó. ¡Qué sabiduría de una madre que sabe el valor del anillo, como símbolo del compromiso matrimonial y de la alianza entre la familia y Dios; y cuanta responsabilidad encierra su advertencia al hijo para que no se deje llevar por la vanagloria de este mundo y que tome en serio la dignidad del ministerio eclesial.
En otro cuadro de realidad, una charla de San Charbel con su familia nos ofrece el mismo sentido místico y espiritual de la familia cristiana como lo entendía la familia del papa santo. Ante los reclamos de Briyita, la madre de Yosef y de Tanios, su tío, que vinieron a visitarlo en el Convento de Maifuk donde iba a consagrarse por los votos religiosos, reprochándole la manera, poco usual, de haberlos dejado sin despedirse de ellos, en momentos en que ellos más necesitaban de su ayuda en la familia, Yosef en su respuesta al mismo tiempo firme y respetuosa parecía un Jesús que respondía a María y José cuando lo perdieron y lo encontraron en el templo : " ¿Por qué me buscaban?. ¿No sabían que debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?". Ellos añaden el evangelista Lucas, no entendieron lo que los decía. (Lc 2, 49-50).
- Querida mamá, querido tío, no ignoro lo que les debo, ni la pena que involuntariamente les he causado...pero puesto que el Señor me quiere todo para El, no puedo...ustedes no pueden...decirle que no. Mientras el tío Tanios no le gustaban nada estas palabras, pensando que Yosef, monje, está perdido para su familia, su madre, inspirada por Dios y dominando su dolor maternal, se acercó de su hijo y tomando sus manos en las suyas, le dice como una verdadera madre cristiana: "Si no fueras a ser un buen religioso te diría ¡Regresa a la casa! ¡Pero ahora sé que el Señor te quiere a su servicio. Y en mi dolor al estar separada de ti, le digo resignada: Que Él te bendiga, hijo mío y que haga de ti un santo!"...(Charbel hombre ebrio de Dios del Paul Daher)
¡Cuántas familias necesitan tener este comportamiento ante la vocación de sus hijos que quieren consagrarse a Dios! La Iglesia de Cristo tiene su riqueza espiritual gracias a estas familias que entienden la voluntad de Dios y la cumplen, armadas con la fe del padre de los creyentes, Abraham, que no vacilaba en sacrificar a su hijo Isaac, si la voluntad de Dios así lo exigía.
Padres, no sean egoístas, dejen sus hijos seguir el camino que Dios traza para ellos. Hijos, no duden en imitar el ejemplo de San Charbel. Jóvenes, tengan el coraje de decir sí a Dios cuando los convoca para su servicio y nunca desistan, de seguir el camino que emprendieron, ante las dificultades y las dudas que puedan surgir a lo largo de su vida. Pues Dios merece toda nuestra generosidad y Él es infinitamente más generoso que nosotros. Familias cristianas sepan que siendo "células originales de la vida social" la sociedad humana necesita de su fe, de su generosidad, de su desprendimiento y de la estricta fidelidad a sus compromisos. No olviden que la santidad de la familia es el pilar principal que sustenta nuestra sociedad actual, proclive, en su compleja estructura ideológica, a vivir sin ideales, guiada por la oscura luz del materialismo, sumergida en el pantano del hedonismo y corroída y minada por el apego a los bienes de este mundo que solo pueden conducirnos a la ruina espiritual. Pongámonos, todos, hermanos, bajo la protección de San Charbel y por su intercesión Dios hará de la familia cristiana comprometida con los valores evangélicos, la eficaz "esperanza de la humanidad".
CHARBEL EJEMPLO DE VIDA CONSAGRADA PARA LOS SACERDOTES
Charbel, con 25 años de edad, en 1853 se consagró al Señor por los tres votos religiosos de Obediencia, pobreza y castidad, y tuvo su plena consagración, recibiendo, a la edad de 31 años, el sacramento del sacerdocio, el 23 de julio de 1859 en la sede patriarcal de Bkerke, por la imposición de las manos de Mons. Yosef El-Marid.
En su vida sacerdotal, San Charbel no hizo más que poner en práctica lo que había aprendido de su maestro espiritual y profesor de Teología, el actual Beato Nemtala El Hardini, cuando le dijo : "Ser sacerdote , hijo mío, es ser otro Cristo. Para llegar a serlo no hay más que un camino: ¡el del Calvario! Comprométase sin decaimiento. Él lo ayudará". Así Charbel vivió su consagración religiosa y sacerdotal, imitando a Cristo el sacrificado y haciendo de su misa el centro alrededor del cual va a cristalizarse su existencia como sacerdote ermitaño.
Dios llama al sacerdote como llamó a Abraham: "Deja tu tierra natal y la casa de tu padre, y ve al país que yo te mostraré. Yo te bendeciré. Engrandeceré tu nombre y serás una bendición y por ti se bendecirán todos los pueblos de la tierra" (Gen 12, 1-3). Así Charbel entendió la misión del sacerdote y dejó atrás su casa, su familia y su tierra para dedicarse a ejercer su ministerio dentro de los límites de su vocación monacal. Puede ser que no entendamos su desprendimiento, total y extraño, llegando al punto máximo de ser mal interpretado su comportamiento, cuando recusaba ir a su aldea para celebrar una misa en presencia de su madre vieja que no pudo asistir a su ordenación sacerdotal. Pero el espíritu que lo determinó a tomar esta decisión, como otras tantas decisiones similares, será siempre el secreto de su mística espiritual y el misterio de su santidad. Lo importante es que el sacerdote debe ejercer su ministerio librándose de las ataduras de la sangre para unirse a los lazos de la gracia y así ser dócil a la acción del Espíritu Santo.
San Nemtala Kassab
San Nemtala
El Padre Nemtala Kassab nació el año 1808 en Hardín, aldea maronita de la montaña libanesa, a unos mil metros de altitud, en el distrito de Batrún, Líbano Norte. Sus padres eran Girges Salhab Kassab de Hardín, su madre Miriam hija de José Ra´d párroco de Tannurín. Ambos eran hijos de familias profundamente cristianas, fieles tanto a la Iglesia como a sus tradiciones.
En el bautismo, Nemtala recibió el nombre de Yosef, en honor a su abuelo. Era el cuarto hijo de una familia formada de cuatro varones y dos niñas. De esta familia surgieron muchas vocaciones.
En este ambiente de fe, piedad y honestidad, creció el “pequeño José”, quien desde temprana edad mostró una gran inclinación a la devoción y asistencia a la Santa Misa. Era muy discreto y huía de la compañía de otros niños. Por falta de escuela en Hardín, su padre lo envío a la del monasterio de San Antonio de Hub, cerca de Tannurín, pueblo natal de su madre.
Jamás fue travieso ni provocó problemas. Todo el mundo lo amaba y él amaba la oración. Cuando llevaba las vacas a pastar en compañía de sus camaradas, les pedía que se ocuparan un poco de las suyas y se ausentaba durante un tiempo; y ahí en pleno campo visitaba la gruta en la que había una especie de capillita dedicada a San Juan, en donde se arrodillaba y rezaba.
Desde su infancia, Yosef se sintió llamado a la vida monástica y lejos de sofocar su vocación, la estimulaba. En 1828, cuando tenía 20 años, el llamado del Señor se hizo tan determinante que abandonó definitivamente la casa de sus padres para ingresar en la vida monástica. Fue recibido en el noviciado del monasterio de San Antonio de Qozhaya y tomó el nombre de “Hermano Nemtala” (gracia de Dios). Cuando terminó los dos años de noviciado, recibió el hábito monacal y el 14 de noviembre de 1830 hizo su profesión solemne y se consagró definitivamente a Dios. Como se le consideró apto para los estudios e idóneo para el sacerdocio, fue enviado al seminario de la Orden Libanesa, en el monasterio de San Cipriano de Kfifan, distrito de Batrún. Estudió Filosofía y Teología convencido de que dichos estudios lo ayudarían a unirse más al Señor y a cumplir mejor su misión religiosa de sacerdote. Fue siempre el primero entre sus condiscípulos y cumplía, a la perfección sus deberes de monje y estudiante. En 1833, al terminar sus estudios eclesiásticos que cursó con gran éxito, fue ordenado sacerdote, tenía entonces 25 años.
El Padre Nemtala pasó toda su vida en el monasterio en comunicada y desempeñando los cargos que la orden le confiaba. Enseñó a los niños en las escuelas de Bhorsaf y Kfifan, cercanas a los monasterios de estas dos aldeas. Posteriormente en el monasterio de Kfifan fue director de los seminaristas de la Orden y profesor de teología moral. Antes de su ordenamiento sacerdotal confeccionaba los hábitos para la comunidad, aunque se dedicaba sobre todo a la encuadernación de libros; había aprendido este oficio en el monasterio de Qozhaya cuando era novicio.
Jamás conoció la ociosidad; su vida cotidiana se dividía entre la oración y el trabajo intelectual, manual o ministerial. En tres ocasiones fue elegido asistente general y esto lo obligaba a vivir en el monasterio de Nuestra Señora de Tamish, que, en aquellos años, era la Casa Generaliza de la Orden. Sin embargo, viajaba regularmente, al monasterio de San Cipriano de Kfifan, sea para encuadernar libros o enseñar teología moral a los seminaristas.
En diciembre de 1858, cuando se encontraba en ese convento se enfermó de pleuresía debido a la inclemencia del invierno. En la última de las tres crisis que se produjeron y al décimo día de su enfermedad, murió el 4 de diciembre de 1858, a la edad de 50 años.
La muerte no le infundía temor. Antes de entregar su alma, quiso levantarse del lecho y con profundos suspiros, volviéndose a la imagen de la Santísima Virgen que sostenía en las manos exclamó: “Oh, María os confió mi alma”.
Fue sepultado en el monasterio de San Cipriano de Kfifan y su cuerpo se conservó intacto. El Padre Nemtala Kassab El-Hardini fue profesor de teología moral de San Charbel y su maestro en el camino de la santidad. Fue también promotor del renacimiento cultural de la Orden Libanesa Maronita; aunque era monje asceta y austero, se mostró muy abierto a las ciencias y a todo género de cultura.
Su vida de monje piadoso y virtuoso y la conservación de su cuerpo fueron causas de reputación de santidad. En nuestros días, los fieles, ricos y pobres, personas notables o sencillas, acuden a su tumba a solicitar un favor o pedir una curación.
ALGUNOS MILAGROS
Durante su vida, el Padre Nemtala realizó muchos milagros debido a su profunda espiritualidad, sus grandes virtudes y su alma radiante por estar unida a su creador a través de la oración.
Curación del Monaguillo
Una vez, el Padre Nemtala quiso celebrar una misa diaria pero su monaguillo acostumbrado no llega a tiempo. Entonces el padre Nemtala fue a la habitación del muchacho y le pidió levantarse para ayudar a misa. El monaguillo no podía porque tenía una fiebre muy alta, entonces el padre Nemtala, mandó al chico levantarse y al mismo tiempo increpó a la enfermedad, “dejarlo” inmediatamente el acólito quedó curado y fue a servirle a la misa con alegría y viveza.
La Despensa del Convento
En cierta oportunidad, el padre Nemtala, rezó sobre el depósito de víveres, donde se guardaba el trigo y otros comestibles, del monasterio de El Kattára y lo bendijo. Era una época de bastante escasez. Al poco rato la despensa fue colmada hasta desbordarse.
Todo el mundo se quedó maravillado y glorificaba a Dios por lo que había visto.
Durante su vida el Padre Nemtala, era considerado como santo por sus compañeros religiosos y por el pueblo. A menudo, muchos venían a pedirle rezar por ellos y hasta bendecía el agua para ser usada en sus terrenos y sobre su ganado, su presencia imponía un especial respeto, reverencia y solemnidad.
Musa Saliba
Después de su muerte, Dios otorgó muchas sanaciones y milagros por la intersección del “Santo de Kfifan”. Musa Saliba, un hombre ciego del pueblo de Btegrin(El Maten), visitó la tumba del padre Nemtala, rezando y pidiendo por su curación. Un profundo sueño vino sobre Musa, entonces el Padre Nemtala se le apareció y sanó sus ojos, habilitándole ver claramente.
Miguel Kfury
Otro milagro ocurrió a Miguel Kfury del pueblo de Watta El Mrouge. Una enfermedad incurable atacó sus dos pies, volviéndolos secos, desprovistos de carne y torcidos hasta el punto de dejarlo tullido. Sus médicos perdieron toda esperanza de curación. Habiendo oído de los milagros que operaba el Padre Nemtala, este hombre decidió visitar su tumba en Kfifan y pedir por su sanación. Durmió una noche en el monasterio, y mientras estaba en profundo sueño se le apareció un viejo monje diciéndole: “levántate y vete a ayudar a los monjes a trasladar las uvas del viñedo”. Miguel respondió inmediatamente: “¿no me ve paralizado, como puedo andar y llevar las uvas?”. El monje replicó: “toma este par de zapatos, póntelos y anda”. Entonces el enfermo tomó los zapatos e intentó extender su pie derecho y a su sorpresa se encontró capaz de hacerlo. Se levantó y comenzó a sentir que sus pies estaban llenos de sangre y cubiertos de carne.
El 16 de Mayo de 2004 el Beato Nemetallah El Hardini (1808 - 1858), sacerdote de la Orden Maronita del Líbano, quién fue declarado beato el 10 de mayo de 1988, va a ser elevado al honor de los Santos de la Basílica de San Pedro. Es un motivo de alegría para la Iglesia universal y para la Iglesia del Oriente que un hijo de San Maron sea proclamado Santo en estos tiempos de guerra y odio.
El Santo de Kfifan
Él estaba todavía vivo cuando la gente que lo conocía le llamó " el Santo de Kfifan ". Su santidad era evidente a ellos por su vida monástica, sus acciones cristianas, y sus actividades normales diarias.
La gente le aprobó la santidad antes de Roma. Roma la aprobó después de estudiar a fondo su vida y sus manifestaciones extraordinarias.
Youssef Girgis Kassab Al-Hardini decidió entrar en la vida monástica de la Orden Maronita libanesa, después del ejemplo de su hermano el Padre ermitaño Alisha.
Él decidió en aquel momento seguir el camino a la santidad. Él nunca dejó de buscar la cara de Dios hasta que él se hiciera uno con Dios en su vida.
La santidad extraordinaria de Kassab Nimatullah Al-Hardini era única debido a sus cualidades ordinarias cristianas. Él mantuvo sus deberes normales diarios monásticos y humildemente aceptó todas las dificultades afrontadas en una vida de una comunidad monástica.
Él buscó a Dios en un continuo y lo hallaba en las caras de sus hermanos y él se humilló en el cariño.
Lo alimentaron en la Eucaristía como la mejor alimentación.
Él honró a María como una madre, sin cuya intercesión no hay ninguna salvación para él.
Además de toda esta su santidad fue ejemplificada por la realización de sus deberes diarios, humildemente respetando tanto a jóvenes como a viejos.
Realizando sacrificios y con responsabilidad de aceptación de las situaciones difíciles.
El Padre Nimatullah Kassab Al-Hardini fue un hombre extraordinario, santo a través de las acciones normales de su vida.
Santa Rafka
Santa Rafka
Nació en Himlaia, Líbano, en 1832, su nombre era Butrsie (Petrita). Ella, antes de morir, contó la historia de su niñez a su superiora Úrsula: "No hay en mi vida nada importante que merezca ser mencionado... Cuando tenía 7 años, mi madre murió y mi padre se casó de nuevo". "Cuando llegué a la edad de 14, mi madrastra quiso arreglar mi casamiento con el hermano de ella, y mi tía materna quería que lo hiciera con su hijo. Eso me impresionó mucho... y pedí a Dios que me liberara de estos malos pasos. Rápidamente me la idea de hacerme religiosa y me dirigí al convento de Nuestra Señora de la Liberación en Bikfaia, que parecía a las religiosas Mariamitas, conocidas por el pueblo como jesuitas". Abandonó la casa paterna cuando fue mayor de edad. "Por la calle encontré tres muchachas a las cuales dije: voy al convento, queréis seguirme? Dos de ellas aceptaron y la tercera dijo que me seguiría si yo perseveraba en el convento. Nos dirigimos los tres al convento, y cuando entre en la iglesia, sentía una gran alegría interior, escuché como una voz intima que me decía: tú serás religiosa. Cuando entramos en el locutorio del convento, la superiora me dijo: seas bienvenida, me tomó por la mano y me introdujo en el convento. A las dos otras muchachas dijo: volved después y seréis recibidas. Me sorprendió la actitud de la superiora y procuré ver en esto la intercesión de la Virgen del Socorro que vi en la iglesia.
En tiempo de Rafka no había en el Líbano instituciones religiosas dedicadas exclusivamente a la educación femenina. En Bikfaia, un sacerdote de mucha generosidad, padre José Gemaiel, fundó para esta finalidad un nuevo instituto que tomó el nombre de Mariamat (Hijas de María). El primero de Enero en 1853, el P. Gemaiel anotaba en su cuaderno el nacimiento del instituto y el nombre de 4 postulantes. La ultima era Butrsie que tenía 21 años. El 9 de Febrero de 1855, fiesta de San Maron, Butrsie entró en el noviciado en el convento de Ghazir y en el año siguiente obtuvo sus votos temporarios, tomando el nombre de Anisa. Sor Anisa se ocupaba de la cocina y también estudiaba, para poder ser docente. Enseñó por dos años en Deir El-Kamar, un año en byblos y siete años el pueblo de Maad. Después de la fusión de su congregación Las Mariamitas con la del Sagrado Corazón en sola congregación llamada Los Sagrados Corazones, en 1971, Anisi vio en sueño un monje diciéndola: "entra en la Orden de las libanesas Maronitas" (Baladitas). El día siguiente muy contenta se dirijo al monasterio de San Simón en Aytou, al Norte del Líbano, en donde hozo un ano de noviciado, y se llamó como su madre Rafka. El 25 de Agosto de 1872 tomo el velo.
El primer domingo de octubre fiesta del Rosario en 1885, Rafka rezaba delante del Santísimo: Dios mío te alejaste de mí y me abandonaste? Porque no me has visitado con una enfermedad? Te habrás olvidado de tu esclava?" Esa misma noche, cuando se disponía a dormir, sintió un tremendo dolor de cabeza que se prolongaba hasta los ojos. Un médico de Trípoli le hizo una punción introduciéndole una sonda de un oído a otro, y Rafka repetía: "En con los sufrimientos de Cristo ".Un médico americano en Byblos opino que era necesaria una operación en el ojo derecho, y ella rechazo que la anestesiaran. Pero cuando la estaban operando, el médico le arranco el ojo y este cayo palpitante delante de ella; y Rafka decía: "Con la Pasión de Cristo; que Dios bendiga sus manos; que Dios lo recompense". En ese momento sintió como chispas que le brotaban de los ojos y un dolor tan intenso como si la tierra girara a su alrededor. Un médico militar en Batrun habiéndola examinado dijo: "El dolor de ojo que esta pobre monja padece, es indescriptible y es imposible su curación ya que le afecto el nervio óptico”. Cuando el dolor se agudizaba, ella repetía: "Por la gloria de Dios, en comunión con la pasión de Cristo... con la corona de espinas en Tu cabeza; Oh mi Señor”. El 3 de noviembre de 1817, el Patriarca Hage autorizo la transferencia de seis monjas quienes querían vivir una vida en comunidad bajo la protección de San José, del monasterio de San Simón El-Karn al nuevo monasterio de San José el Dahr en Yrabta. Una de ellas era Rafka .
Al cabo de dos años de la llegada al monasterio San José, Rafka quedo totalmente ciega, y le vino después un dolor atroz en los dedos de los pies y tuvo que guardar cama. Tuvo varios dolores en la pierna derecha, la rótula, la rodilla, el hombro y el brazo. Le quedo el cuerpo enjuto y tieso, se adelgazo a tal punto que aprecia un esqueleto descarnado, con todos los miembros dislocados. No tenía ningún miembro sano excepto las articulaciones de las manos, las cuales utilizaba para tejer calcetines de lana... Según la opinión de los médicos, Rafka padecía de tuberculosis osteoarticular que la dejo por siete años en cama, acostada solamente del lado derecho sin que su hombro tocara las sabanas, con cabeza apoyada en la almohada. La mañana del Jueves Santo, Rafka dijo a su superiora "si pudiera asistir a la misa, en este día de tan noble fiesta", las hermanas trataron de llevarla asiendo las cuatro puntas de la sabana, pero al tratar de llevarla, le dolió la cadera izquierda, entonces la dejaron en su cama. Cuando la misa empezó y las monjas estaban en el oratorio, Rafka entro arrastrándose en la Iglesia! Las monjas se sorprendieron y se emocionaron, la superiora se levantó para ayudarla, pero Rafka le hizo una seña con la cabeza que la dejara entrar sola. Cuando entró la sentaron en un cojín. Más tarde, la madre superiora le preguntó: "Como pudiste ir a la Iglesia"? Rafka respondió: "No sé nada; le pedí a Jesús que me ayudara, y de repente sentí que los pies se resbalaban de la cama, pude bajarme y me arrastré hasta la Iglesia".
Un día, la madre Úrsula DOUMIT preguntó a Rafka: - "No desearías ver nuestro nuevo monasterio y sus alrededores, como la montaña, el bosque y la belleza? “Si, desearía la vista al menos una hora para verte". - "Una hora solamente y volver a estar ciega? “Sí". Al momento, se resplandeció la cara de Rafka y dijo sonriente: "Veo! Bendito sea Dios!" "Que hay sobre este armario?" preguntó la superiora, para asegurarse. Y Rafka volteando la cara sobre el armario dijo: - "La Santa Biblia y el prefacio" y señalaba las diferentes manchas que había en su cubrecama.
MUERTE DE RAFKA Rafka vivio 82 años de los cuales fueron 29 de sufrimiento, y profundo amor a Cristo. El 22 de marzo de 1914, Rafka le digo a su superiora: me gustaria despedirme de mis hermanas y oir sus voces antes de morir. La mañana del 23 de marzo de 1914, pidio la santa comunion diciendo dejenme llevar conmigo mi provision y sus ultimas palabras fueron “ o Jesus¡ o Maria¡ o san Jose¡ les entrego mi corazon, mi alma;” entre sus manos pongo mi espiritu”.