8. La Orden de San Basilio. Semana del 6 de octubre

En este curso, haremos un viaje en el tiempo para situarnos en los orígenes del monacato cristiano. Conoceremos las distintas órdenes monásticas, a sus fundadores, sus monasterios, su arte, cultura, forma de vida y su importancia para la civilización a través de la historia hasta la actualidad.

Fecha de inicio:
11 de agosto de 2014

Fecha final:
27 de octubre de 2014

Responsable: Hini Llaguno

Moderadores: Catholic.net, Ignacio S, hini, Betancourt, PEPITA GARCIA 2, rosita forero, J Julio Villarreal M, AMunozF, Moderadores Animadores

Re: 8. La Orden de San Basilio. Semana del 6 de octubre

Notapor Pachelli1960 » Dom Oct 05, 2014 6:15 pm

La orden de San Basilio

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La orden basiliana fue fundada por el obispo Basilio el Grande, Magno de Cesárea de Capadocia en el siglo IV. Fue el primer legislador de la vida religiosa organizada como comunidad Consagrada a la oración, contemplación y acción o trabajo pastoral.

Con el correr del tiempo, la orden negó a Kiuw (Ucrania), luego a Lvow (Ucrania Occidental). Dicha orden, que se extendía tanto en la rama femenina como masculina se dedicó siempre a la educación de la niñez y la juventud. Las Hermanas Basilianas, aunque antes de la segunda guerra mundial, guardaban una clausura bastante estricta, tenían escuelas primarias, secundarias y hogares internados.

Desde principios del siglo XX, los Padres Basilianos estaban establecidos en Argentina para servir a los fieles de rito ucranio, como muy celosos y sacrificados misioneros. Solicitaron en reiteradas oportunidades ayuda en la acción pastoral mediante la presencia de las religiosas, pero sin éxito, porque la Orden no era misionera y visitar a América en aquella época era toda una hazaña. Hasta que por intermedio del obispo de rito ucranio de Yugoslavia, Monseñor Dionisio Nariadí, se ofreció para esta misión la Madre Sofronia Erdely, religiosa ejemplar y de grandes méritos. Fue ella, junto a la Madre Margarita Fendio, pionera de la Santa Orden de San Basilio Magno, que se introdujo en el país en 1939.

En Bowen, el Padre Basilio Wynnyczuk vio la necesidad imprescindible de la ayuda de las Hnas. Basilianas para orientar a sus fieles, tanto de rito oriental como de rito romano. Este pedido fue concedido en 1962, después de la muerte de la Madre Sofronia.

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Las primeras voluntarias que llegaron a estas zonas fueron la Madre Miguelina Teresa Ostrowski como responsable del grupo, Sor Macrina Gregoraz y la Hermana Verónica Rotchyn. Llegaron en diciembre del 1962 y se establecieron en el Chalet de La Montilla, propiedad del Dr. Salvador Calafat, vivienda cedida gentilmente por el nombrado y que ayudaron a amueblarla algunos fieles generosos, entre ellos, Clemira de Vistuer por entonces Directora de la Escuela de La Montilla. Durante las vacaciones de 1962-63, el chalet se convirtió en un activo centro de evangelización, de cultura ucrania con clases de idioma, canto y danzas. Para los niños que vivían lejos se transformó en un hogar de internos. Monseñor Sapelak, recién nombrado para Argentina, visitó y aprobó la obra hecha. En enero de 1963 llegaron dos hermanas más para colaborar en la organización del Centro de Vacaciones Útiles: Dionisia Seuchuk y la Hna. Gabriela Husulak Se radicaron en la Escuela Pedro Pascual Segura, donde impartían catequesis y formaron, coros y un teatro infantil.

Poco después el P. Basilio consiguió que las religiosas quedaran en forma definitiva en nuestro pueblo. La Madre Teresa Ostrowski fue designada Superiora de la nueva comunidad y la acompañaron las Hnas. Miguela Feyeka, Tenobia Angeluk y Laurentia Atamañuk.

La comunidad religiosa vivió en la casa parroquial que el padre Basilio acababa de construir. Poco a poco se construye la escuela de San Cayetano. En 1966, se incorporan dos docentes religiosas, las Hermanas Mónica Malañuk y Gabriela Husulak. A la par, la Madre Teresa trabajaba sin descanso para amueblar la escuela y el hogar que se destinó a los niños con problemas. Daba además clases de música y labores para ayudar en las necesidades materiales. En 1968 se trasladan al edificio donde hoy funciona la Guardería. También se trasladó el hogar.

En 1975 la Madre Teresa, en nombre de la Orden Basiliana, habilita una Guardería infantil relacionada a la Dirección Provincial del Menor. Debemos recordar que María Mondejas de Rubio donó las propiedades con este fin como asimismo la insistencia de la Dra. Mustoni durante largo tiempo, desde el Centro Materno Infantil, para la realización de esta obra pues constataba la necesidad de un lugar adecuado para albergar a los niños desamparados.

MADRE TERESA OSTROWSKI:

Nació en Azara, Provincia de Misiones, el 26 de diciembre de 1922. Sus padres fueron Jorge Ostrowzki y María Babi, pertenecía a una familia numerosa, de condición humilde y cristiana.

Miguelina Teresa realizó estudios primarios y aprendió manualidades y labores. Desde niña se sintió inclinada por la contemplación espiritual, el canto encendió aún más su vocación religiosa y a los 18 años inicia su noviciado en el convento del pueblo de Apóstoles, en el Colegio Cristo Rey.

Por orden de sus superiores, parte junto a dos hermanas a iniciar actividades en un nuevo colegio en Berisso, La Plata y prosigue sus estudios de música en el Conservatorio de Wagner. Diez años pasó en Berisso donde levantan un hermoso colegio, luego seis en el Colegio de Cristo Rey y desde allí la trasladarán nuevamente otros seis años al Colegio de Berisso.

En 1962, la destinan a Bowen, donde se radicará durante nueve años. Es nombrada Superiora de la comunidad de religiosas. En 1971 la designan otra vez en Berisso, donde permanece un año. En 1972 es enviada por los superiores como Representante y Consejera General a Roma. Una vez cumplida su misión en Roma, la envían a Brasil para hacer una nueva fundación de la misma congregación de Hnas. Basilianas. Poco después la destinaron en una misión Norte América, Nueva York, Yoyyi City y Filadelfia.

De regreso a Argentina, alterna su esfuerzo en la prosecución de la obra de San Pedro del Atuel y de Bowen, donde parte una vez más a Roma. En 1976-77, de nuevo en estas tierras concluye la obra de San Pedro del Atuel y se abre un centro de salud, una capilla, un salón y viviendas para las Hermanas. La Madre Teresa se preocupó por la electrificación de la Colonia de San Pedro del Atuel, el asfalto de los caminos, pensiones y jubilaciones de los colonos, etc. Aún en este año 1995, pese a su edad, permanece activa y laboriosa, conducta valorada por la comunidad entera del Departamento de Gral. Alvear, que al igual que al P. Basilio, los han premiado y han recogido múltiples elogios por su abnegada acción.


BREVE RESEÑA DE LA VIDA Y ESCRITOS DE SAN BASILIO

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Nació Basilio el año 329, de una noble y rica familia del Ponto, ilustre no menos por la erudición, que por los cargos, obtenidos en la administración pública y, por la constancia en la fe cristiana.

Su abuelo había dado una prueba eximia de fe, en la persecución de Diocleciano, que le valió la confiscación de los bienes, y una vida errante en las desmesuradas montañas de su provincia.

El padre de nuestro Basilio, llamado también él Basilio, ejercía la profesión de abogado en Cesarea de Capadocia, capital de la vasta provincia del Ponto. Al mismo tiempo tenía a su cargo una escuela de retórica. Al referir esta circunstancia, San Gregorio Nazianzeno, no deja de reprender a aquellos que entre los cristianos despreciaban la literatura.

Más tarde Basilio abandonó Cesarea y se trasladó a Neocesarea del Ponto con el fin de estar más cerca de las vastas posesiones de su familia y poder atender con mayor comodidad y dedicación a la educación de sus hijos. El primero de éstos, Basilio, había nacido en el año 329, cuando aún estaban en Cesarea.

Basilio aprendió gramática en la escuela de su padre. Las conversaciones con la abuela, S. Macrina, hicieron germinar en su alma de niño la piedad, la fe y la admiración por los campeones de Cristo, que sellaban su fe con la propia sangre. A no pocos de éstos, Macrina los había conocido personalmente.

Para estudiar retórica y filosofía, fue primeramente a Cesarea de Capadocia. Pasó luego a Constantinopla y de allí a Atenas, donde se detuvo cuatro o cinco años, perfeccionándose en la retórica griega y en la filosofía, de la que aún florecían en aquella ciudad, varias escuelas. Allí, en compañía de unos pocos amigos igualmente enamorados de la virtud, de la religión y del saber, llevó una vida muy retirada, no conociendo otro camino sino el que conducía a la iglesia y el que llevaba a la escuela.

Al terminar sus cursos y después de visitar a sus padres, Basilio se trasladó a Cesarea, donde enseñó Retórica con grandes aplausos, del que no se mostró insensible.


El monje fundador

Las amonestaciones de Macrina, su hermana, que heredó el nombre de su abuela, le hicieron reflexionar sobre las vanidades del mundo. De ahí que concibió el designio de seguir los consejos evangélicos. Recibió ante todo el bautismo. Visitó después los monasterios de Egipto, de Palestina, de Celesiria y de Mesopotamia, para estudiar las prácticas de la vida monástica. Instruido de esta manera, se retiró a un pequeño valle que formaba parte de los bienes paternos, no lejos del lugar, donde hacía ya un tiempo se habían retirado su hermana y su madre con muchas mujeres de servicio, llegando a ser las esclavas, compañeras y hermanas.

Pronto creció la comunidad de Basilio y el amigo Gregorio, después Obispo de Nazianzo, no tardó en condividir con él la soledad, el estudio sagrado y el trabajo de la tierra.

Haciendo tesoro de lo que durante los viajes había observado,dictó sus reglas, de las que hizo dos ediciones, una más resumida (Regulae brevius tractatae) y otra más extensa (Regulae fusius tractatae).

Basilio prefirió la vida cenobítica a la anacorética, pero quiso también que los monasterios no fuesen demasiado numerosos, a fin de que el superior pueda consagrarse mejor a sus súbditos.

La ocupación del monje, es la divina alabanza, la lectura espiritual y el trabajo manual, de tal manera, sin embargo, que no ocasione disturbio a la vida en comunidad y a las normas de las reglas.

Ya desde el comienzo admitía Basilio en sus monasterios a jovencitos confiados por sus padres para que fuesen educados e instruidos en las disciplinas profanas y sagradas, inaugurando así un ramo proficuo de la acción de las órdenes religiosas: el colegio.

El fustigador de la herejía y el consejero del Obispo

Cuál fuese la estima de que ya desde entonces gozaba Basilio, nos la demuestra el hecho de Dianeo, Obispo de Cesarea. Este, más por debilidad de carácter que por malignidad, a las tantas rendiciones llevadas a cabo por los arrianos, había añadido también la de suscribir la fórmula de fe compuesta por los arrianos en Nice (Tracia) y sancionada en Rimini (359). Entonces Basilio, si bien era sólo lector en la jerarquía eclesiástica, se separó de la comunión eclesiástica del primado del Ponto. El Obispo, habiendo caído enfermo y presintiendo la muerte, llamó a Basilio y le confesó a él mismo su debilidad, profesando no haber tenido jamás intención de apartarse de la fe de Nicea. De ahí que no es de maravillar que el sucesor de Dianeo, Eusebio, lo admitiese a formar parte entre los sacerdotes de su ciudad. Sin embargo, la fama popular de que gozaba Basilio, turbó la buena armonía entre él y el Obispo. Por esta razón, el Santo, para precaver y cortar una situación escabrosa, volvió a su amada soledad. Pero muy pronto, las insistencias del Obispo, y más aún las de Gregorio, Obispo de Nazianzo, padre del amigo de Basilio, lo indujeron a volver a Cesarea, que había llegado a ser lugar de combate. Valente, Emperador de Oriente, estaba del todo entregado a las manos de los arrianos extremistas, llamados anomeos. Su secta debía triunfar, y con este fin envió a disposición de ellos toda la fuerza de su Gobierno. Basilio fue entonces el fiel consejero del Obispo; se debió a su vigilancia, a su doctrina, a su prudencia el haberse evitado hechos inconsiderados y el haber logrado que la misma presencia de Valente no pudiese apartar a la población de la adhesión a la verdadera fe.

Al mismo tiempo, secundando la autoridad del Obispo, reformó la liturgia, sea abreviándola, sea introduciendo en ella nuevos elementos tomados de la liturgia antioquena. En una palabra, el verdadero Obispo de Cesarea era Basilio.

El sucesor en el Episcopado


Muerto, pues, Eusebio (370), no podía caber duda sobre quién le debía suceder. No faltaba, sin embargo, una fuerte oposición, especialmente de parte de los Obispos de la Capadocia, que temían un primado del temple de Basilio.

Tampoco los magistrados civiles no disimulaban su aversión para aquel que había sido el alma de la defensa de la fe ortodoxa contra el Emperador.

Nuevamente el Obispo de Nazianzo fue quien, no obstante la vejez agravada por la enfermedad, se hizo llevar a Cesarea y obtuvo que se elegiese a Basilio, a quien él mismo confirió la consagración episcopal.

Celo y virtudes del Obispo

En el nuevo cargo, tocaba a Basilio la ardua tarea de resistir a la prepotencia del Emperador Valente que en todo el imperio Oriental pretendía hacer triunfar el arrianismo.

En ocasión del viaje de este Emperador a través de la Capadocia, tanto el Prefecto del Pretorio, Domicio Modesto, como el mismo príncipe, experimentaron la constancia adamantina del Santo, quien logró tanta estima con la doctrina y la firmeza, que en Capadocia el Emperador, avisado también de la muerte de su hijo, ahorraba a los católicos las persecuciones con que había vejado la Tracia y que seguidamente debía infligir a la Siria y a la Mesopotamia.

Con cuánto empeño vigilase Basilio sobre la disciplina del Clero y del pueblo, no sólo en su propia diócesis, sino en toda la vasta provincia eclesiástica a él confiada, aún hoy día lo vemos por su epistolario.

Mas no se preocupaba menos de las varias necesidades temporales de ciudades enteras o clases de personas o también de algunos particulares. Debemos mencionar sobre todo los institutos de caridad surgidos por obra suya en varios puntos de la diócesis, y aquel gran complejo de obras piadosas erigido por él fuera de la ciudad de Cesarea en medio del cual quiso también estuviese la residencia del Obispo. Tal complejo de instituciones en las que Basilio puso de manifiesto su saber práctico y su talento de organizador, formaba como una ciudad y el pueblo la llamaba Basiliade. La ciudad que hoy día se llama Kaisarí, se encuentra situada no en el lugar de la antigua Cesarea, sino más bien en el lugar de Basiliade.

Su inquebrantable adhesión a la Sede de Pedro

No debemos olvidar su inquebrantable adhesión a la Sede de S. Pedro y, en general, a toda la Iglesia de Occidente, de la que esperaba y pedía su estimable ayuda para la extinción de la herejía de Oriente, mientras que los arrianos eran precisamente los primeros que habían manifestado aversión contra los occidentales en general. Sobre todo hubiera querido que los occidentales indujesen al Emperador Valentiniano I a tutelar ante su hermano a los católicos de Oriente. Pero las cosas fueron lentamente y la repentina muerte de Valentiniano (375) impidió que su rescripto en favor de los católicos de Oriente fuese puesto en vigor. Más aún, entonces recrudeció por el contrario la persecución, transportada también a Capadocia. Pero Basilio tuvo también el consuelo de ver el fin definitivo de la persecución arriana, que cesó con la muerte de Valente (378).

Poco después, en enero del año 379, expiró a la edad de 49 años.

Sus escritos

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Los escritos de Basilio son, o de índole dogmático-polémica (Adversus Eúñómium. De Spiritu Santo, Adversus Maniqueos), o son homilías entre las que comprendemos también sus trabajos exegéticos (In Hexaémeron, in Psalmos, etc.), de las demás homilías las primeras 24 están reconocidas como pertenecientes al Santo, mientras las otras están sujetas a duda. De la regla de San Basilio ya hemos hablado. De las 365 cartas que se conservan y que constituyen una preciosa fuente para la Historia Eclesiástica de la época, las tres que se denominan canónicas, escritas a Anfiloquio, Obispo de Iconio, tuvieron en la Iglesia griega autoridad de ley general.

Con sus homilías San Basilio inaugura dignamente la ilustre corona de los oradores sagrados de la Iglesia Oriental.

El despertar de la vida intelectual y literaria verificado bajo Constantino fue para provecho del cristianismo mismo.

En las homilías de San Basilio encontramos reunidas, verdad de la sustancia y belleza de la forma, requisitos de toda producción artística. Además la belleza de la forma, no se sobrepone exteriormente a la sustancia, sino que es como un esplendor que emana naturalmente de la verdad. No hay en ellas nada de rebuscado.

Finalmente, las controversias suscitadas por el arrianismo, y que tanto apasionaban los ánimos, habían creado una atmósfera de reflexión, que permitía aún a aquellos que no habían hecho estudios profundos, seguir con interés y con inteligencia un raciocinio especulativo, siempre que procediese con claridad y orden. Y estas son las dotes de Basilio.

En sus homilías, además, insiste Basilio principalmente sobre los deberes de la vida cristiana. Más aún, la mayor parte de éstas, tiene un móvil concreto que la provocaron y esta circunstancia da a las mismas un precio del todo especial. Nos revelan al Pastor solícito por el bien de sus ovejas en las contingencias reales de la vida
Gracias
Dios nos bendiga a todos

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Re: 8. La Orden de San Basilio. Semana del 6 de octubre

Notapor PEPITA GARCIA 2 » Dom Oct 05, 2014 6:30 pm

Los íconos bizantinos

Los iconos son la representación de la Santísima Virgen, Jesucristo y los santos que veneran y reverencian en la iglesia ortodoxa, de los países del este de Europa, esencialmente Grecia y Rusia.

Los iconos se hallan asociados indisolublemente a la oración y la liturgia de la religión de dichos países, pero a causa de los incesantes cambios en los usos y costumbres, así como en las formas de adoración, durante el recorrer de los tiempos se han producido gran número de iconos de muy distintos géneros.

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El elemento tal vez más importante de la iglesia ortodoxa es la iconostasia que en ella figuran. La iconostasia es la separación entre la nave de un templo, accesible libremente a la comunidad, y el espacio que rodea el altar abierto, con salas a uno y otro lado, donde solamente puede entrar la clerecía.

Mosaico bizantino.-
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Como imagen, el icono se halla situado ente lo que se puede ver y lo trascendente.

La pintura del icono
desconoce el espacio tridimensional que fue como una ilusión óptica en Occidente después del Renacimiento mediante la perspectiva central. Se encuentra un espacio de la imagen que se abre hacia atrás y se extiende poco en profundidad donde los personajes representados sin relieve alguno están engrandecidos o empequeñecidos en función de su rango honorífico y de su significado interno.

Los iconos son alegorías, dueñas de un lenguaje especial, como lengua de la imagen y en agua del símbolo. Los iconos datan de los mismos orígenes del cristianismo. Sus inicios se remontan a las imágenes conmemorativas del final de la antigüedad, del Siglo I al IV después de Cristo.

Los iconos más antiguos, entre los que se conservan, son de los Siglos VI y VII, y casi todos ellos se guardan en el Monasterio de Santa Catalina ó Monasterio de la Transfiguración, en el Sinaí.

Vista del Monasterio.- Imagen***Imagen

Para la mentalidad bizantina los iconos eran mucho más que una simple pintura, como ocurre en el arte occidental; más que una representación, eran la divinidad misma hecha materia, una teofanía = una revelación de lo divino, que se aproxima mucho a lo que significaban las reliquias en el mundo occidental, como restos de santos, objetos que estuvieron en contacto con Cristo, como la madera de la cruz o la Virgen María y sus lágrimas o las propias gotas de su leche. Esta característica hará que cambie todo, desde su creación hasta su propia contemplación, siendo incluso la causa de una sangrienta guerra que duró casi dos siglos.

En los iconos bizantinos ortodoxos,
se ha empleado la técnica al temple con dorado al mixtión sobre soporte de madera.

Icono de la imagen: La Theotokos de Vladimir.-Imagen -. Icono bizantino del Siglo XII. De la Galería Tretyakov. Moscú

Icono de la Madre de Dios de Kazan.- Imagen


Los colores de los iconos bizantinos tienen un significado teológico:


- El oro es brillante, refleja el resplandor de Dios en el que son bañados los elegidos. Con el oro se delimitan los bordes de los vestidos de las imagenes: Dios Padre, Jesucristo, Niño Dios, la Santísima Virgen, los arcángeles y los santos.

- El blanco es reflejo de la luz. Sus trazos subrayan los retratos para significar iluminación interior. Es el color que se aplica a la túnica de Cristo en la resurrección, la transfiguración y en sus descensos a los infiernos y para los rostros de algunos ángeles y elegidos.

- El azul cuando es marino resalta una participación de la divinidad, transparencia impalpable, simboliza la infinitud del cielo. Cuando el azul es celeste simboliza la sabiduría y realeza. Es un color relacionado con la divinidad. Ofrece una transparencia que se verifica en el vació del agua, del aire o del cristal.

- El rojo es el color de la sangre y del fuego, color terrestre y humano, expresa el amor, el sacrificio y la belleza, incluso el poder bajo el aspecto humano. Cuando el rojo es el fuego vivo corresponde con el infierno o la venganza pero el fuego anaranjado simboliza el Espíritu Santo. Se usas en mantos de Cristo y en los mártires. Cuando Jesús está en el pretorio lleva una túnica roja que nos dice que es el hijo del hombre preparado para el sacrificio.

- El púrpura azulado es el signo del sumo sacerdote judío. En Bizancio era púrpura el manto del emperador. El púrpura rojizo es símbolo del poder. Aparecerá en mantos y túnicas de Dios y de la Virgen haciendo referencia al poder vivo.

- El verde es el símbolo de lo vegetal, símbolo de la vida y la renovación. Simboliza la regeneración espiritual: túnicas y mantos de profetas, los que nos anuncian la venida de Cristo y la verdad eterna.

- El pardo es el color de la tierra y es usado para los rostros de las imágenes y partes del cuerpo humano. En ocasiones el pardo junto al amarillo simboliza la humildad. Fuera de estos colores no hay ningún otro, en icono o mosaicos, pues no hay mezclas de colores.

- El negro que es la negación de la luz, símbolo del mal, de los condenados, las tinieblas, símbolo de la nada.

El icono bizantino es, una pintura sacra sobre una estructura portátil, de madera, mosaico, metal, etc; cualquiera que sea la técnica de la pintura: colores colocados sobre una preparación de enyesado, cubos de mosaicos, esmaltes, etc.

Fuentes: http://www.terra.com, Aci Prensa. Iconos bizantinos. Arte historia y ciencia. Wikipedia.
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Re: 8. La Orden de San Basilio. Semana del 6 de octubre

Notapor ayga127 » Dom Oct 05, 2014 7:59 pm

Iglesia greco-católica melquita
Un poco de historia
La Iglesia Greco Católica Melquita se origina con el establecimiento del cristianismo en el Medio Oriente. La palabra cristiano comenzó a utilizarse por primera vez en la ciudad de Antioquía, la sede histórica de la iglesia Melquita.
Durante el cuarto Concilio Ecuménico, el Concilio de Calcedonia del año 451, la sociedad cristiana del Medio Oriente se vio profundamente dividida. Los que aceptaron el concilio, eran principalmente greco-hablantes de las ciudades y fueron llamados melquitas, (imperiales) por los anti-calcedonianos. Estos últimos eran predominantemente de habla siríaca, copta y armenia y dieron origen a las iglesias Siria, Copta y Armenia.
Tras la batalla de Yarmuk en el año 636, los árabes expulsaron a los bizantinos de Siria e introdujeron el islam. Aunque la cultura y el lenguaje griego permanecieron, especialmente entre los melquitas de Jerusalén, la tradición melquita se fusionó gradualmente con la lengua y la cultura árabe.

En 1054 el patriarca de Constantinopla Miguel Cerulario y el cardenal Humberto de Silva Candida se excomulgaron mutuamente formalizando el Cisma de Oriente que nunca fue declarado oficialmente.
Las Cruzadas introdujeron prelados latinos en las sedes apostólicas del Oriente, la Cuarta Cruzada estableció el Imperio Latino de Constantinopla por 57 años, muchos orientales fueron convertidos por los misioneros latinos formándose partidos pro-católicos dentro de las iglesias ortodoxas. En 1098 los cruzados tomaron Antioquía y el Patriarca Juan IV huyó, desde ese momento los patriarcas de Antioquía residieron en Constantinopla hasta 1268, año de la captura de Antioquía por el sultán mameluco Baybars I, quien destruyó la ciudad. Luego Antioquía fue reemplazada por la ciudad de Damasco como sede patriarcal, probablemente bajo el Patriarca Pacomio entre 1375 y 1386. Los mamelucos permanecieron en Antioquía hasta la conquista de la ciudad por los otomanos en 1516. Durante el gobierno turco, el Patriarca Ecuménico de Constantinopla recibió completa autoridad sobre los miembros de la jerarquía melquita, confirmando o a veces eligiendo a los obispos. Desde 1534 los patriarcados de Alejandría y de Jerusalén fueron completamente helenizados.
El segundo Concilio de Lyon (1274) y el Concilio de Florencia (1439) en el que el Patriarca de Constantinopla, José II y el emperador Juan VIII Paleólogo aceptaron la unión con el Occidente esperando su ayuda para salvar a Constantinopla. Ninguna de esas uniones prosperaron, aunque los dos últimos emperadores de Constantinopla hicieron profesión de fe católica, no les llegó ninguna ayuda significativa.
Desde 1342 frailes dominicos abrieron misiones en el Medio Oriente, particularmente en Damasco. Sus enseñanzas tuvieron una influencia importante sobre los clérigos melquitas y el pueblo, pero desde 1534 los jesuitas fueron realmente decisivos en la formación del partido católico en el Patriarcado Ortodoxo de Antioquía.


Durante el siglo XVII jesuitas, capuchinos y carmelitas establecieron misiones con el consentimiento de los obispos ortodoxos locales en el Imperio otomano. Los dominicos han estado en Iraq desde 1300.
En 1724 fue electo Cirilo VI por los obispos melquitas ortodoxos de Siria como el nuevo Patriarca de Antioquía. Como Cirilo era un prominente pro-occidental, el Patriarca ortodoxo de Constantinopla, Jeremías III, creyó que su autoridad había sido cuestionada. Jeremías declaró que la elección de Cirilo era inválida, excomulgándolo y nombrando a Silvestre, un monje griego, para la sede patriarcal de Antioquía. Silvestre exacerbó las divisiones con su pesada manipulación del gobierno de la iglesia y muchos melquitas eligieron reconocer a Cirilo VI como Patriarca. Esta dominación griega del Patriarcado Bizantino Ortodoxo de Antioquía duró hasta1899.
Cinco años después de la elección de Cirilo Tanas, en 1729, el papa Benedicto XIII reconoció a Cirilo como el legítimo Patriarca de Antioquía y les dio la bienvenida a él y sus seguidores en plena comunión con la Iglesia Católica Apostólica Romana. Desde ese momento, la Iglesia Greco-Católica Melquita ha existido separadamente en dos jurisdicciones paralelas, aunque a la rama ortodoxa actualmente no se la refiere generalmente como melquita.
Desde 1772 el Patriarca de Antioquía pasó a ser el "administrador de Alejandría de los Melquitas" y "administrador para los melquitas de Jerusalén". A partir de 1838 Máximos III Mazloum fue reconocido ad personam como "Patriarca Católico Greco-Melquita de Antioquía y Todo el Oriente, Alejandría y Jerusalén" y nombró un vicario patriarcal para cada sede: Damasco, Alejandría y Jerusalén. En 1848 el sultán otomano reconoció la existencia de la iglesia Melquita.
La iglesia Melquita y a la cabeza su Patriarca es además Protectora de la Orden Militar y Hospitalaria de San Lázaro de Jerusalén, Belén y Nazaret cuyo Gran Maestre es en la actualidad Francisco de Borbón y Escasany, V Duque de Sevilla.

Fuente:http://es.wikipedia.org/
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Re: 8. La Orden de San Basilio. Semana del 6 de octubre

Notapor PEPITA GARCIA 2 » Dom Oct 05, 2014 8:10 pm

Regla de San Basilio

Se les llama Basilianos a los religiosos que siguen la Regla de San Basilio.

Los monjes Basilianos pertenecen a la orden monástica que siguen la regla creada por San Basilio Magno (330 - 379).

La importante Regula Benedicti, considerada la base de la vida monástica occidental origen de los Benedictinos, y creada por San Benito de Nursia, se inspiró en buena medida en los.- Imagen -.escritos de San Basilio.

Los monasterios de estos religiosos no han tenido la organización jerárquica que existe normalmente en las casas de una orden, solo algunos monasterios estuvieron anteriormente agrupadas en congregaciones. San Basilio preparó esta Regla para los miembros del monasterio que fundó en el año 356 en la ribera del Iris, en Capadocia. Antes de formar la comunidad, San Basilio con San Gregorio Nacianceno visitaron Egipto, Palestina, Celesiria y Mesopotamia para conocer el modo de vida llevada por los monjes en estos países; ayudándolo San Gregorio con sus consejos y su experiencia.

La Regla.

La Regla de Basilio está dividida en dos partes: las “Reglas monásticas mayores” y las “Reglas menores”. San Rufino las tradujo al latín, reunió las dos en una única Regla bajo el nombre de “Regulae sancti Basilii episcopi Cappadociae ad monachos”; Regla fue seguida por algunos monasterios occidentales.

El Escudo de San Basilio Magno.- Imagen-.presenta una columna de fuego, que se alza de la tierra al cielo, rodeada por dos ramas, una de roble y la otra de laurel.

San Basilio seguía un método catequético en su Regla: el discípulo pregunta y el maestro responde, se limita a establecer una serie de principios indiscutibles que guiarán a los superiores y los monjes en su conducta, con esta pedagogía hace que sus monjes sigan y estudien las Sagradas Escrituras; y que la Santa Biblia sea la base de toda la legislación monástica. Las preguntas se refieren generalmente a las virtudes que los monjes deberían practicar y los vicios que deberían evitar. La mayor parte de las respuestas contiene uno o varios versículos de la Biblia acompañados de un comentario. Las cualidades más destacables de la Regla Basiliana son su prudencia y sabiduría. Deja a sus superiores el cuidado de establecer los detalles de la vida diaria local e individual; no determina el material que es ejercicio de la práctica religiosa o de los reglamentos administrativos del monasterio. Pobreza, obediencia, renuncia y abnegación son las virtudes en las que se basa San Basilio para la fundación de la vida monástica.

Cuando dio esta Regla, podría no bastar para alguien que deseara organizar un monasterio, puesto que toma esta obra como un hecho cumplido. La vida de los monjes capadocios no podía ser reconstruida con estas referencias a la naturaleza y el número de comidas o la vestimenta. Los superiores tenían como guía una tradición aceptada por todos los monjes. Esta tradición fue progresivamente enriquecida por las decisiones de los Concilios, por las ordenanzas de los emperadores de Constantinopla y por los reglamentos de algunos Abades, Se formó un conjunto de leyes que regulaban los Monasterios, aceptándola en algunos países, pero había reglamentos que sólo se aplicaban en algunas comunidades. Por lo que el monacato oriental se asemeja al del occidental: es notable la gran variedad de prácticas.

La existencia de la Regla de San Basilio formaba un principio de unidad.

Fuentes: Wikipedia. Aci Prensa
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Re: 8. La Orden de San Basilio. Semana del 6 de octubre

Notapor thelmigu2014 » Dom Oct 05, 2014 10:28 pm

Buenas noches a todos peregrinos:
Ya había enviado parte de este artículo que encontré, pero no funcionó, ahora envío el artículo completo. Espero que esta vez lo logre mandar.
Dije también: " Gracias Hini por compartir con nosotros tan agradable noticia.


Melquitas

Información Católica
(Melquitas).

ORIGEN Y NOMBRE

Melquitas son el pueblo de Siria, Palestina y Egipto, que se mantuvo fiel al Concilio de Calcedonia (451) cuando la mayor parte se volvió monofisita. El significado original del nombre por lo tanto es una oposición a Monophysism. Los nestorianos y sus comunidades en el este de Siria hasta que el emperador Zenón (474-491) cerró su escuela en Edesa en el 489, y les obligaron a más de la frontera de Persia. El Pople del oeste de Siria, Palestina y Egipto eran melquitas que aceptaron Calcedonia, o monofisitas (también llamados jacobitas en Siria y Palestina, los coptos en Egipto), que lo rechazó, hasta que la herejía Monothelite en el siglo VII complica aún más la situación. Pero melquita se mantuvo el nombre de aquellos que fueron fieles a la gran Iglesia, católica y ortodoxa, hasta el Cisma de Focio (867) y Cerulario (1054) de nuevo dividido.

Desde ese momento ha habido dos tipos de melquitas en estos países, los melquitas católicos que mantienen la comunión de Roma, y ​​cismáticos melquitas (Ortodoxo) que siguieron a Constantinopla y la gran masa de los cristianos orientales en el cisma. Aunque el nombre ha sido y aún se utiliza ocasionalmente para estos dos grupos, ahora se aplica únicamente a los católicos de rito oriental. En aras de la claridad, es mejor mantener a este uso, el nombre Ortodoxa es suficiente para los demás, mientras que entre los muchos grupos de católicos, América y Oriente, de diversos ritos, necesitamos un nombre especial para este grupo. Sería, en efecto, aún más conveniente si pudiéramos llamar a todos los católicos de rito bizantino "melquita". Pero este uso de la palabra nunca ha obtenido. No se podía llamar con cualquier propiedad rutenos, los católicos orientales del sur de Italia o Rumanía, melquitas. Uno por lo tanto debe mantener el nombre de los de Siria, Palestina y Egipto, todos los cuales hablan el árabe. Se define un melquita entonces como cualquier cristiano de estas tierras en comunión con Roma, Constantinopla, y la gran Iglesia del Imperio antes del cisma de Focio, o como un cristiano de rito bizantino en comunión con Roma desde entonces.

Como la palabra implica la oposición a los monofisitas originalmente, por lo que ahora marca la distinción entre estas personas y todos los cismáticos, por una parte, entre ellos y los latinos o los católicos de otros ritos (maronitas, armenios, sirios, etc) por el otro. El nombre se explica fácilmente filológicamente. Se trata de un semita (presumiblemente siríaco) de la raíz con un final griego, es decir, imperialista. Melk es siríaco para el rey (melek en hebreo, árabe. Malik). La palabra se utiliza en todas las lenguas semíticas por el emperador romano, como el "basileus" griego. Al añadir la terminación griega - itas tenemos la melquitas forma, igual a basilikos. Cabe señalar que el radical tercera parte de la raíz semítica es caf: no hay guturales. Por lo tanto la forma correcta de la palabra es melquita, en lugar de la habitual forma melquita. La pura palabra siríaca es malkoyo (malakiyyu del árabe; vulgar, milkiyyu).




II. HISTORIA antes del cisma

Los decretos del IV Concilio General (Calcedonia, 451) eran populares en Siria y más aún en Egipto. Monophysism comenzó como una exageración de las enseñanzas de San Cirilo de Alejandría (d.444), el héroe nacional de Egipto, en contra de Nestorio. En el Concilio de Calcedonia los egipcios y sus amigos en Siria vio una traición de Cirilo, una concesión a Nestorianismo. Aún más hizo oposición nacional, el sentimiento causa anti-imperialista a la misma. El emperador Marciano (450-457) hizo la fe de Calcedonia la ley del imperio. Las leyes aprobadas el 27 de febrero y de nuevo el 13 de marzo, 452, cumplir los decretos del consejo y amenazó fuertes sanciones contra los disidentes. A partir de ese momento Dyophysism era la religión de la corte, identificado con la lealtad al emperador. A pesar de las concesiones commpromising de los emperadores más tarde, la fe de Calcedonia fue tenido siempre por la religión del estado, exigió y se aplica a todos los temas de César. Así que la deslealtad a largo humeantes de estas dos provincias se desató en forma de rebelión contra Calcedonia. Durante siglos (hasta la conquista árabe) Monophysism era el símbolo del patriotismo nacional de Egipto y Siria. La raíz de la cuestión es siempre política.

El pueblo de Egipto y Siria, manteniendo su propia lengua y su conciencia de ser carreras por separado, nunca había sido realmente amalgamada con el Imperio, originario de América, ahora está convirtiendo rápidamente en griego. No tenían ninguna posibilidad de independencia política, su odio de Roma se encuentran una salida en esta cuestión teológica. El grito de la fe de Cirilo, "una sola naturaleza en Cristo", sin la traición de Éfeso, significaba realmente no submissoin al tirano extranjero en el Bósforo. Así que la gran mayoría de la población en estas tierras se volvió monofisitas, se levantó en rebelión constante contra la religión del Imperio, cometieron atrocidades salvajes contra los obispos de Calcedonia y los funcionarios, y en cambio fueron perseguidos ferozmente.

El inicio de estos problemas en Egipto fue la deposición de la Dioscur Monophysite Patriarca, y la elección por parte del gobierno de Proterius como su sucesor, inmediatamente después del Concilio. La gente, especialmente las clases más bajas y la gran multitud de monjes egipcios, se negó a reconocer Proterius, y comenzó a hacer tumultos y motines que 2000 soldados enviados desde Constantinopla no podía dejar de leerlo. Cuando murió en 454 Dioscur cierto Timoteo, llamado el gato o comadreja (ailouros), fue ordenado por los monofisitas como su sucesor. En 457 fue asesinado Proterius; Timoteo expulsó a los sacerdotes de Calcedonia y así comenzó la organización coptos (monofisitas) Iglesia de Egipto. En Siria y Palestina no fue la misma oposición al consejo y el gobierno. El pueblo y los monjes llevó a cabo el Patriarca Ortodoxo de Antioquía, Martirio, y establecer un Pedro el Dyer (gnapheus, fullo), un monofisita como su sucesor. Juvenal de Jerusalén, una vez que un amigo de Dioscur, renunció a su herejía en Calcedonia. Cuando regresó a su patriarcado nuevo se encontró con todo el país en rebelión contra él. Él también fue expulsado y un monje Teodosio monofisita se creó en su lugar.

Así que comenzó a las iglesias monofisitas nacionales de estas provincias. Su oposición a la corte y la rebelión duró dos siglos, hasta la conquista árabe (Siria, 637; Egipto, 641). Durante este tiempo el gobierno, al darse cuenta del peligro de la desafección de las provincias fronterizas, alternó la feroz persecución de los herejes con los vanos intentos de conciliación por los compromisos (Henotikon Zenón en 482, el cisma de Acacio, 484-519, etc) Hay que se dio cuenta de que Egipto era mucho más consistente monofisita de Siria o de Palestina. Egipto estaba mucho más cerca de tejer como una tierra que las otras provincias, y así quedó de manera más uniforme en el lado de la parte nacional. (Para todo esto Monophysism ver.)

Mientras tanto, en contra del partido nacionalista estaba la minoría en el lado del gobierno y el consejo. Estos son los melquitas. ¿Por qué estaban los llamados es obvia: eran los imperiales leales, el partido del emperador. El nombre aparece por primera vez en una forma pura griego como basilikos. Evagrio dice de Timothy Sakophakiolos (El Patriarca ortodoxo de Alejandría, creada por el gobierno cuando Timoteo el Gato fue expulsado en el 460) que algunos le llamaban el imperialista (en basilikon oi ekaloun hombres) (HE, II, 11). Estos eran, naturalmente, melquitas en su mayor parte los funcionarios del
gobierno, en Egipto, casi en su totalidad así, mientras que en Siria y Palestina una parte de la población nativa fue melquita también. Pequeños en número, fueron hasta la conquista árabe fuerte gracias al apoyo del gobierno y el ejército. El contraste entre monofisitas y melquitas (nacionalistas e imperialistas) se expresó en su idioma. Los monofisitas hablaban el idioma nacional del país (coptos en Egipto, siríaco en Siria y Palestina), melquitas en su mayor parte eran extranjeros enviados desde Constantinopla que habla griego.

Durante mucho tiempo la historia de estos países es el de una disputa continua entre los melquitas y los monofisitas, a veces el gobierno es fuerte, los herejes son perseguidos, el patriarcado es ocupado por un melquita, a continuación, de nuevo la gente consigue la ventaja, expulsar a los obispos melquitas, creado monofisitas en su lugar y el asesinato de los griegos. En el momento de la conquista árabe, las dos Iglesias existir como rivales con las líneas rivales de los obispos. Pero los monofisitas son mucho la parte más grande, especialmente en Egipto, y la forma de la religión nacional del país. La diferencia por el nuevo se expresa en gran medida en el lenguaje litúrgico. Ambas partes utilizan la misma liturgia (San Marcos en Egipto, St. James en Siria y Palestina), pero mientras los monofisitas hecho un punto de la utilización de la lengua nacional en la iglesia (copto y sirio) los melquitas utiliza generalmente griego. Parece, sin embargo, que esto era menos cierto que se ha pensado, los melquitas, también, utilizar la lengua vulgar en gran medida (Caronte, Le rito bizantino, 26-29).

Cuando los árabes llegaron en el siglo VII, los monofisitas, fiel a su política anti-imperial, en lugar de verse impedido ayudó a los invasores. Pero ganaron poco a su traición, ambas iglesias recibido las condiciones habituales concedidas a los cristianos, sino que se convirtieron en dos sectas de Rayas en el Khalifa musulmanes, ambos fueron perseguidos por igual durante los repetidos estallidos de fanatismo musulmán, de los cuales el reinado de Al-Hakim en Egipto (996-1021) es el mejor ejemplo conocido. En el siglo X, parte de Siria fue conquistada de nuevo por el imperio (Antioquía reconquistada en 968 a 969, perdió de nuevo a los turcos selyúcidas en 1078-81). Esto hizo que durante un tiempo un resurgimiento de los melquitas y un aumento del entusiasmo por todo lo griego de Constantinopla y entre ellos.

Bajo los musulmanes las notas características de ambas iglesias se convirtió, de ser posible, más fuerte. Los monofisitas (los coptos y los jacobitas) se hundió en aislados sectas locales. Por otra parte, las minorías melquita se aferró aún más a su unión con la gran iglesia que reinaba libre y dominante en el imperio. Esto se expresa principalmente en la lealtad a Constantinopla. Roma y el Occidente estabais lejos, el objeto inmediato de su devoción era la corte del emperador y el patriarca del emperador. Los patriarcas melquitas bajo el dominio musulmán se convirtió en la gente insignificante, mientras que el poder de la Patriarach de Constantinopla creció en forma sostenida. Así, mirando siempre a la capital para la orientación, poco a poco aceptado la posición de ser a su cargo, casi sufragantes.

Cuando el obispo de Constantinopla asumió el título de "Patriarca Ecuménico" no era su hermanos melquita que protestaron. Esta actitud explica su participación en su cisma. Las disputas entre Focio y el Papa Nicolás I, entre Miguel Cerulario y León IX no fueron su aventura, que apenas entendía lo que estaba sucediendo. Pero, naturalmente, casi inevitablemente, cuando estalló el cisma, a pesar de algunas protestas [Pedro III de Antioquía (? 1.053 a 1.076) protestaron con vehemencia contra el cisma de Cerulario; Fortescue ver, la Iglesia Ortodoxa Oriental, 189-192], los melquitas seguido su órdenes de líder, y cuando venía de Constantinopla a la huelga el nombre del Papa de sus dípticos que obedeció en silencio.
gobierno, en Egipto, casi en su totalidad así, mientras que en Siria y Palestina una parte de la población nativa fue melquita también. Pequeños en número, fueron hasta la conquista árabe fuerte gracias al apoyo del gobierno y el ejército. El contraste entre monofisitas y melquitas (nacionalistas e imperialistas) se expresó en su idioma. Los monofisitas hablaban el idioma nacional del país (coptos en Egipto, siríaco en Siria y Palestina), melquitas en su mayor parte eran extranjeros enviados desde Constantinopla que habla griego.

Durante mucho tiempo la historia de estos países es el de una disputa continua entre los melquitas y los monofisitas, a veces el gobierno es fuerte, los herejes son perseguidos, el patriarcado es ocupado por un melquita, a continuación, de nuevo la gente consigue la ventaja, expulsar a los obispos melquitas, creado monofisitas en su lugar y el asesinato de los griegos. En el momento de la conquista árabe, las dos Iglesias existir como rivales con las líneas rivales de los obispos. Pero los monofisitas son mucho la parte más grande, especialmente en Egipto, y la forma de la religión nacional del país. La diferencia por el nuevo se expresa en gran medida en el lenguaje litúrgico. Ambas partes utilizan la misma liturgia (San Marcos en Egipto, St. James en Siria y Palestina), pero mientras los monofisitas hecho un punto de la utilización de la lengua nacional en la iglesia (copto y sirio) los melquitas utiliza generalmente griego. Parece, sin embargo, que esto era menos cierto que se ha pensado, los melquitas, también, utilizar la lengua vulgar en gran medida (Caronte, Le rito bizantino, 26-29).

Cuando los árabes llegaron en el siglo VII, los monofisitas, fiel a su política anti-imperial, en lugar de verse impedido ayudó a los invasores. Pero ganaron poco a su traición, ambas iglesias recibido las condiciones habituales concedidas a los cristianos, sino que se convirtieron en dos sectas de Rayas en el Khalifa musulmanes, ambos fueron perseguidos por igual durante los repetidos estallidos de fanatismo musulmán, de los cuales el reinado de Al-Hakim en Egipto (996-1021) es el mejor ejemplo conocido. En el siglo X, parte de Siria fue conquistada de nuevo por el imperio (Antioquía reconquistada en 968 a 969, perdió de nuevo a los turcos selyúcidas en 1078-81). Esto hizo que durante un tiempo un resurgimiento de los melquitas y un aumento del entusiasmo por todo lo griego de Constantinopla y entre ellos.

Bajo los musulmanes las notas características de ambas iglesias se convirtió, de ser posible, más fuerte. Los monofisitas (los coptos y los jacobitas) se hundió en aislados sectas locales. Por otra parte, las minorías melquita se aferró aún más a su unión con la gran iglesia que reinaba libre y dominante en el imperio. Esto se expresa principalmente en la lealtad a Constantinopla. Roma y el Occidente estabais lejos, el objeto inmediato de su devoción era la corte del emperador y el patriarca del emperador. Los patriarcas melquitas bajo el dominio musulmán se convirtió en la gente insignificante, mientras que el poder de la Patriarach de Constantinopla creció en forma sostenida. Así, mirando siempre a la capital para la orientación, poco a poco aceptado la posición de ser a su cargo, casi sufragantes.

Cuando el obispo de Constantinopla asumió el título de "Patriarca Ecuménico" no era su hermanos melquita que protestaron. Esta actitud explica su participación en su cisma. Las disputas entre Focio y el Papa Nicolás I, entre Miguel Cerulario y León IX no fueron su aventura, que apenas entendía lo que estaba sucediendo. Pero, naturalmente, casi inevitablemente, cuando estalló el cisma, a pesar de algunas protestas [Pedro III de Antioquía (? 1.053 a 1.076) protestaron con vehemencia contra el cisma de Cerulario; Fortescue ver, la Iglesia Ortodoxa Oriental, 189-192], los melquitas seguido su órdenes de líder, y cuando venía de Constantinopla a la huelga el nombre del Papa de sus dípticos que obedeció en silencio.


III. DESDE EL CISMA EN EL INICIO DE LA UNIÓN

Así que todos los melquitas en Siria, Palestina y Egipto rompió con Roma y se fue en el cisma en el símbolo de Constantinopla. Aquí, también, que justifica su nombre de imperialista. A partir de este momento a casi nuestros días, hay poco para hacer la crónica de su historia. Que existía como una "nación" (mijo) en el marco del Khalifa, cuando los turcos tomaron Constantinopla (1453) que hizo el patriarca de la ciudad que la cabeza de esta "nación" (mijo Ron, es decir, la Iglesia Ortodoxa) de los asuntos civiles. Otros obispos, o incluso patriarcas, sólo podía acercarse al gobierno a través de él. Esto aumentó aún más su autoridad e influencia sobre todos los ortodoxos en el Imperio turco. Durante los años oscuros que siguen, el Patriarca Ecuménico se esforzó continuamente (y generalmente administrado) a ejercer la jurisdicción eclesiástica sobre los melquitas (Ch. Ort. Oriental., 240, 285-289, 310, etc.)

Mientras tanto, los tres patriarcas (de Alejandría, Antioquía y Jerusalén), encontrando muy poco que ver entre sus rebaños disminuyeron, por largos períodos de tiempo vino a vivir en Constantinopla, adornos de inactividad del Fanar. Las listas de estos patriarcas se encuentran en Le Quien (loc. cit. Abajo). Poco a poco todo el pueblo de Egipto, Siria y Palestina desde la conquista árabe olvidado su idioma original y sólo hablaba árabe, como lo hacen todavía. Este más afectado sus liturgias. Poco a poco árabe comenzó a ser utilizado en la iglesia. Desde el siglo XVII, a más tardar, los ortodoxos nativos de estos países utilizan el árabe para todos los servicios, aunque el gran número de griegos, entre ellos mantener su propio idioma.

Pero ya es un cambio mucho más importante en la liturgia de los melquitas había tenido lugar. Hemos visto que la nota más característica de estas comunidades era su dependencia de Constantinopla. Esa fue la diferencia entre ellos y sus viejos rivales los monofisitas, mucho después de la disputa sobre la naturaleza de Cristo había sido prácticamente olvidado. Los monofisitas, aislado del resto de la cristiandad, mantienen los ritos antiguos de Alejandría y Antioquía, Jerusalén-pura. Se siguen utilizando estos ritos en los idiomas de edad (copto y sirio). Los melquitas en cambio sometidos a la influencia bizantina en sus liturgias. Las letanías bizantino (Synaptai), el servicio de la Ptoskomide y otros elementos fueron introducidos en el rito alejandrino griego antes de los siglos XII o XIII, así también en Siria y Palestina melquitas la admitió una serie de elementos bizantinos en sus servicios (Caronte, op . Cit., 9-25). Luego, en el siglo XIII fue el último cambio. Los melquitas renunciaron a sus antiguos ritos por completo y adoptó el de Constantinopla. Theodore IV (Balsamon) de Antioquía (1285 / 14?) Marca la fecha de este cambio. Los cruzados celebrada Antioquía en su nombre, por lo que se retiró a Constantinopla, donde vivió bajo la sombra del Patriarca Ecuménico. Mientras estaba allí adoptó el rito bizantino. En 1203, Mark II de Alejandría (1195-c.1210) escribió a Teodoro varias preguntas sobre la liturgia. Teodoro en su respuesta insiste Onn, ambas iglesias recibido las condiciones habituales concedidas a los cristianos, sino que se convirtieron en dos sectas de Rayas en el Khalifa musulmanes, ambos fueron perseguidos por igual durante los repetidos estallidos de fanatismo musulmán, de los cuales el reinado de Al-Hakim en Egipto (996-1021) es el mejor ejemplo conocido. En el siglo X, parte de Siria fue conquistada de nuevo por el imperio (Antioquía reconquistada en 968 a 969, perdió de nuevo a los turcos selyúcidas en 1078-81). Esto hizo que durante un tiempo un resurgimiento de los melquitas y un aumento del entusiasmo por todo lo griego de Constantinopla y entre ellos. Bajo los musulmanes las notas características de ambas iglesias se convirtió, de ser posible, más fuerte. Los monofisitas (los coptos y los jacobitas) se hundió en aislados sectas locales. Por otra parte, las minorías melquita se aferró aún más a su unión con la gran iglesia que reinaba libre y dominante en el imperio. Esto se expresa principalmente en la lealtad a Constantinopla, Roma y el Occidente estabais lejos, el objeto inmediato de su devoción era la corte del emperador de un uso de la de Constantinopla como el derecho único, para todos los ortodoxos, y Mark se comprometió a adoptar (PG , CXXXVIII, 935 sq) Cuando Thheodosius IV de Antioquía (1295 a 1276) fue capaz de establecer su trono de nuevo en su propia ciudad impuso el rito bizantino en todo su clero. En Jerusalén, la liturgia de edad desapareció casi al mismo tiempo. (Caronte, op. Cit., 11-12, 21, 23).

Tenemos entonces para las liturgias de los melquitas estos períodos: en primer lugar los ritos nacionales en griego antiguo, sino también en las lenguas del país, especialmente en Siria y Palestina, poco a poco Byzantinized hasta el siglo XIII. Entonces, el rito bizantino solo en griego en Egipto, en griego y siríaco en Siria y Palestina, con un aumento progresivo uso del árabe en el siglo XVI o XVII. Por último, el mismo rito en árabe por los nativos, en griego por el extranjero (en griego) patriarcas y obispos.

El último desarrollo nos damos cuenta es el aumento constante de esta extranjeros (en griego) elemento en todos los lugares más altos del clero. A medida que el Fanar en Constantinopla se hizo más y más poderosos sobre los melquitas, por lo que lo hizo más y más, el desafío inruthless del sentimiento de la gente, enviarlos patriarcas griegos, metropolitanos y archmandrites de su propio cuerpo. Durante siglos, el bajo clero y los monjes se casó con simples han sido nativos, habla árabe y el uso de árabe en la liturgia, mientras que todos los prelados han sido los griegos, que a menudo ni siquiera saben el idioma del país. Por fin, en nuestro propio tiempo, los ortodoxos nativos se han rebelado contra este estado de cosas. En Antioquia se han logrado en el reconocimiento de su patriarca nativos, Gregorio IV (Hadad) después de un cisma con Constantinopla. Los problemas causados ​​por el mismo movimiento en Jerusalén todavía están frescos en la mente de todos. Lo cierto es que tan pronto como los patriarcas presente griego de Jerusalén (Damianos V) y Alejandría (Focio) mueren, habrá un esfuerzo decidido nombrar a los nativos como sus sucesores. Pero estas disputas afectan a los ortodoxos modernos de estas tierras que no están comprendidas en el límite de este artículo, siempre que estén melquitas no.

IV. Católicos de rito oriental

Hemos dicho que en los tiempos modernos desde la fundación de iglesias bizantinas católicas en Siria, Palestina y Egipto, sólo estos Uniates debería llamarse melquitas. ¿Por qué el nombre antiguo es ahora reservados para ellos es imposible de decir. Es, sin embargo, un hecho que es así. Todavía de vez en cuando en un libro occidental encuentra todos los cristianos de rito bizantino en estos países llamados melquitas, con una nueva distinción entre católicos y ortodoxos melquitas, pero la experiencia del autor de este libro es que esto nunca es el caso entre ellos. El hombre en unión con la gran Iglesia de Oriente en las partes nunca ahora se llama o se deja de ser llamado melquita. Él es simplemente "ortodoxa" en griego o en cualquier idioma occidental, Rumi en árabe. Todo el mundo se entiende por una uniata melquita. Es cierto que incluso para ellos la palabra no es muy común. Son más propensos a hablar de sí mismos como kathuliki rumiantes o en francés Catholiques GRECS, pero el nombre melquita, si se usa en todo, siempre significa para la gente del Este estos católicos. Es conveniente para nosotros también tener un nombre definitivo para ellos menos del todo mal que "Católica Griega" porque son griegos en ningún sentido en absoluto. Una pregunta que ha planteado con frecuencia es si hay alguna continuidad de estos católicos bizantinos desde antes de la gran cisma, si hay comunidades que nunca han perdido la comunión con Roma. Hay comunidades como sin duda en el sur de Italia, Sicilia y Córcega. En el caso de las tierras melquita no hay ninguno. Es cierto que ha habido acercamientos a la reunificación continuamente desde el siglo XI, los obispos individuales han hecho su presentación en varias ocasiones, los sindicatos de corta duración de Lyon (1274) y Florencia (1439) incluye a los ortodoxos de estos países también. Pero no hay una línea continua, cuando la unión de Florencia fue roto todos los cristianos en el Oriente bizantino cayó. La actual Iglesia melquita data del siglo XVIII.

Ya en el siglo XVII esfuerzos siglo provisional en la reunión fueron hechas por algunos de los obispos ortodoxos de Siria. Un tal Eutimio, Metropolitana de Tiro y de Sidón, a continuación, los patriarcas de Antioquía Anastasio IV (1700-1728) y el famoso Cirilo de Berrhoea (muerto en 1724, el rival de Cirilo Lukaris de Constantinopla, que durante un tiempo fue rival de Patriarca de Antioquía) se acercó a la Santa Sede y espera recibir el palio. Sin embargo, las profesiones de fe que presentaron fueron considerados insuffiecient en Roma. La tendencia latinizing de Siria era tan conocida que en 1722 un sínodo se celebró en Constantinopla, que ha elaborado y enviado a los obispos de Antioquía una carta de advertencia con una lista de herejías América (en Assemani, "Bibl. Oriente.", III, 639 ). Sin embargo, en 1724 Tanas Serafín, quien había estudiado en la propaganda romana, fue elegido Patriarca de Antioquía por la parte latinizing. En seguida hizo su presentación a Roma y se envía una profesión de fe católica. Tomó el nombre de Cirilo (Cirilo VI, 1274-1759), con él se inicia la línea de patriarcas melquitas en el nuevo sentido (uniatas). En 1728 los cismáticos elegidos Silvestre, un monje griego de Athos. Fue reconocido por el Fanar y otras iglesias ortodoxas, a través de él la línea ortodoxa sigue. Cirilo VI sufrió persecución considerable de los ortodoxos, y durante un tiempo tuvo que huir a Líbano. Recibió el palio de Benedicto XIV en 1744. En 1760, cansado por la lucha continua en contra de la mayoría ortodoxa, que renunció a su cargo. Ignacio Jauhar fue nombrado para sucederle, pero el nombramiento fue rechazado en Roma y Clemente XIII nombró a Máximo Hakim, Metropolitana de Baalbek, como patriarca (Maximus II, 1760-1761). Atanasio Dahan de Beruit sucedido por elección regular y la confirmación después de la muerte de Máximo y Teodosio se convirtió VI (1761 a 1788). Pero en 1764 Ignacio Jauhar logró ser patriarca reelegidos. El Papa lo excomulgó, y persuadió a las autoridades turcas que lo llevara a cabo. En 1773 Clemente XIV unidos los melquitas dispersas de Alejandría y Jerusalén a la jurisdicción del patriarca melquita de Antioquía. Cuando Teodosio VI murió, Ignacio Jauhar fue elegido de nuevo, esta vez legalmente, y tomó thename Atanasio V (desde 1788 hasta 1794). Luego siguió Cirilo VII (Siage, 1.794 hasta 1796), III Agapius (Matar, ex Metropolitana de Tiro y Sidón, patriarca de 1796 a 1,812). Durante este tiempo hubo un movimiento de josefinismo y jansenismo, en el sentido del sínodo de Pistoia (1786) entre los melquitas, dirigido por Germán Adán, Metropolitana de
Baalbek. Este movimiento por un tiempo invadieron casi toda la Iglesia melquita. En 1806 se celebró un sínodo en el que se aprueba Qarqafe muchos de los decretos Pistoian. Los actos del sínodo fueron publicados sin la autorización de Roma en árabe en 1810; en 1835 fueron censurados en Roma. Pío VII ya había condenado un catecismo y otras obras escritas por Germán de Baalbek. Entre sus errores fue la teoría ortodoxa que la consagración no se efectúa por las palabras de la institución en la liturgia. Finalmente, el patriarca (Agapius) y los otros obispos melquitas fueron persuadidos a renunciar a estas ideas. En 1812 otro sínodo estableció un seminario en Ain-Traz para el melquita "nación". Los patriarcas siguientes fueron Ignacio IV (Sarruf, febrero-noviembre de 1812, asesinado), Atanasio VI (Matar, 1813), Macario IV (Tawil, 1813-1815), Ignacio V (Qattan, 1816-1833). Fue seguido por el famoso Maximus III (Mazlum, 1,833-1,855). Su antiguo nombre era Michael. Él había sido infectado con las ideas de Germán de Baalbek, y había sido elegido Metropolitana de Alepo, pero su elección no había sido confirmado en Roma. Luego renunció a estas ideas y se convirtió en titular metropolitana de Myra, y el procurador de su patriarca en Roma. Durante este tiempo, fundó la iglesia melquita en Marsella (San Nicolás), y adoptó medidas en las cortes de Viena y París para proteger a los melquitas de sus rivales ortodoxos.

Hasta ahora el gobierno turco no ha reconocido la Uniates como el mijo por separado, de modo que todas sus comunicaciones con el Estado, el Berat de darse a sus obispos y demás, tuvo que hacerse a través de los ortodoxos. Todavía estaban oficialmente, a los ojos de la ley, los miembros del mijo ron, que es de la comunidad ortodoxa en el marco del Patriarca de Constantinopla. Esto, naturalmente, dio las oportunidades Ortodoxa sin fin de ellos molestos, que no se perdieron. En 1831 Mazlum regresó a Siria, en 1833 después de la muerte de Ignacio V fue elegido patriarca, y se confirmó en las dificultades espués de muchos en Roma 1836. Su reinado estuvo lleno de controversias. En 1835 leld un sínodo nacional en Ain-Traz, que establece las veinticinco cánones para la regulación de los asuntos de la Iglesia melquita, el Sínodo fue aprobado en Roma y se publica en el Lacensis Collectio (II, 579-592) . Durante su reinado, por fin los melquitas obtenido el reconocimiento como el mijo separada de la Puerta. Maximus III obtenidos a partir de Roma para sí y sus sucesores, los títulos adicionales de Alejandría y Jerusalén, que ve a sus predecesores había administrado desde Teodosio VI. En 1849 se celebró un sínodo en Jerusalén en la que renovó muchos de los errores de Germán Adán. Así se metió en nuevas dificultades con Roma, así como con su pueblo. Pero estas dificultades fueron compuestas gradualmente y el viejo patriarca murió en paz en 1855. Él es el más famoso de la línea de patriarcas melquitas. Fue sucedido por Clemente I (Bahus, 1856-1864), Gregorio II (Yussef, 1,865 a 1,879), Pedro IV (Jeraïjiri, 1897-1902), y VIII Cirilo (Jeha, el patriarca reinante, que fue elegido 27 de junio, 1903, confirmó una vez por telegrama desde Roma, entronizado en la iglesia patriarcal en Damasco, 8 de agosto, 1903). V. CONSTITUCIÓN DE LA IGLESIA melquita

El jefe de la iglesia melquita, bajo la autoridad suprema del Papa, es el patriarca. Su título es "Patriarca de Antioquía, Alejandría, Jerusalén y todo el Oriente." "Antioquía y todo Oriente" es el título de edad utilizados por todos los patriarcas de Antioquía. Es menos arrogante de lo que parece, el "Oriente", la original Prefectura romano de Oriente (praefectura Orentis), que correspondía exactamente al patriarcado antes de la aparición de Constantinopla (Fortescue, Orth Oriental Iglesia, 21.). Alejandría y Jerusalén se han añadido al título en Maximus III. Cabe señalar que estos vienen después de Antioquía, Alejandría, aunque normalmente tiene precedencia sobre ella. Esto se debe a que el patriarca de Antioquía es fundamentalmente sólo, sino que traza su sucesión a través de Cirilo VI de la antigua línea de Antioquía. Es en cierto modo sólo el administrador de Alejandría y de Jerusalén hasta que el número de melquitas en Egipto y Palestina se justifica la construcción de patriarcados separado para ellos. Mientras tanto, las normas por igual en su país en las tres provincias. Hay también un título más grandioso utilizados en Polychronia y para ocasiones especiales solemne en el que está reconocido como "padre de los Padres, Pastor de los Pastores, Sumo Sacerdote de los Sumos Sacerdotes y decimotercer apóstol". El patriarca es elegido por los obispos, y casi siempre es elegido de entre ellos. La elección se presenta a la Congregación para los Ritos Orientales unido a la propaganda, si es canónica del patriarca electo envía una profesión de fe y una petición de confirmación y para el palio de la papa. También debe tomar un juramento de obediencia al Papa. Si la elección no es válida, el nombramiento recae en el Papa. El patriarca no puede renunciar sin el consentimiento del Papa. Él debe hacer su visita ad limina, personalmente o por el diputado, cada diez años. El patriarca tiene jurisdicción ordinaria sobre toda su iglesia. Se confirma la elección de los y consagra todos los obispos, que puede traducir o deponer a ellos, de acuerdo a los cánones. Funda parroquias y (con el consentimiento de Roma) diócesis, y tiene importantes derechos de la naturaleza de la dispensa de ayuno y así sucesivamente. El patriarca reside en la casa junto a la iglesia patriarcal en Damasco (cerca de la Puerta del Este). También ha residencias en Alejandría y Jerusalén, donde pasa por lo menos algunas semanas al año, que es a menudo en el seminario en Ain-Traz, no lejos de Beirut, en el Líbano.

Los obispos son elegidos de acuerdo con el toro Reversurus, 12 de julio de 1867. Lall los otros obispos en el sínodo con el patriarca elegir tres nombres, de los cuales el Papa elige uno. Todos los obispos deben ser célibes, pero no son necesariamente los monjes. Los sacerdotes que se puede mantener notmonks mujeres casadas antes de la ordenación, pero como en todas las iglesias uniatas el celibato es muy común, y los sacerdotes casados ​​son considerados más bien con recelo. Hay seminarios en Ain-Traz, Jerusalén (el Colegio de Santa Ana en Padres Cardenal Lavigerie Blanco), Beirut, etc Muchos estudiantes van a los Jesuitas en Beirut, el Colegio Griego de Roma, o San Sulpice en París. Los monjes siguen la Regla de San Basilio. Se dividen en dos grandes congregaciones, la de San Juan el Bautista en Shuweir en el Líbano y la de San Salvador, cerca de Sidón. Ambos tienen numerosos hija casas. El Shuweirites tienen otra distinción, es decir, entre los de Allepo y la Baladites. También hay conventos de monjas Basiliano.

Prácticamente todos los melquitas son nativos del país, los árabes en la lengua. Su rito es el de Constantinopla, casi siempre se celebra en árabe con versículos uno pocos y exclamaciones (proschomen sophia orthoi, etc) en griego. Pero en ciertas ocasiones solemnes de la liturgia se celebra en su totalidad en griego. Las sedes del patriarcado son: el propio patriarca, al que se une Damasco, administrado por un vicario y luego dos diócesis metropolitana, Tiro y Alepo, arquidiócesis dos, Bosra con Hauran, y Horus con Hama; obispados siete, Sidón, Beirut ( con Jebail), Trípoli, Acre, Furzil (con Zahle), y la Bekaa, Paneas, y Baalbek. Los patriarcados de Jerusalén y Alejandría son administrados por el patriarca de los vicarios. El número total de melquitas se estima en 130.000 (Silbernagl) o 114.080 (Werner).

Publicación de información escrita por Adrian Fortescue. Transcrito por John Looby. La Enciclopedia Católica, Volumen X. Publicado 1911. Nueva York: La empresa Robert Appleton. Nihil obstat, 1 de octubre de 1911. Lafort Remy, STD, Censor. Imprimatur. + Cardenal John Farley, arzobispo de Nueva York

Bibliografía

Por el origen y la historia veo ninguna historia de la herejía monofisita. Neale, Historia de la Santa Iglesia del Este (Londres, 1848-1850), IV y V: La Patriaarchate del volumen de Alejandría complementaria: El Patriarcado de Antioquía, ed. Williams (Londres, 1873), Caronte, Histoire des Patriarcats melquitas (Roma, en curso de publicación), una obra muy valiosa; Rabbath, Inédits Documentos pour l'histoire SERVIR uno del Cristianismo en Oriente (. 3 vols, París, 1907) ; Le Quien, Christianus Oriens (París, 1740), II, 385-512 (Patriarcas de Alejandría), 699-730 (Antioquia), III, 137-527).

Para la actual Constitución: Silbernagl, Verfassung u. gegenwartiger Bestand samtlicher Kirchen des Orienta (Ratisbona, 1904), 334-341; WERNER, Orbis Terrarum Catholicus (Friburgo, 1890), 151-155;. Echos d'Orient (París, desde 1897), artículos de Caronte y otros; Kohler , Die-des-Morgenlands Katholischen Kirchen (Darmstadt, 1896), 124-1128, Caronte, Le rito bizantino dans les Patriarcats melquitas (Extrait de chrysostomika) du dans l'Eglise Canto Grecque (París, 1906)
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Re: 8. La Orden de San Basilio. Semana del 6 de octubre

Notapor thelmigu2014 » Dom Oct 05, 2014 10:34 pm

Hola otra vez:
Les pido disculpas, pudo más mi impaciencia. Pensé que no había pegado la primera respuesta pero veo que sí.
Lo bueno es que la segunda vez el artículo lo mandé completo.
Gracias por su comprensión.


;)
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Re: 8. La Orden de San Basilio. Semana del 6 de octubre

Notapor leoo_torres » Lun Oct 06, 2014 8:04 am

Buenos días hermanos peregrinos, un gusto saludarlos nuevamente.
No tenía ningún conocimiento de esta Orden, espero aprender mucho de ustedes, el punto que elegí es el siguiente...

Un poco de historia de la Iglesia Greco-Católica Melquita

La Iglesia greco-católica melquita es una iglesia oriental católica en plena comunión con la Santa Sede, como parte de la Iglesia Católica en todo el mundo. Los melquitas católicos de rito bizantino, de origen griega y mediterránea mezclada oriental, remontan su historia a los primeros cristianos de Antioquía, Turquía, en el siglo primero dC, donde el cristianismo fue introducido por San Pedro.

La Iglesia melquita tiene un alto grado de homogeneidad étnica y los orígenes de la iglesia se encuentran en el Cercano Oriente, pero los católicos griegos melquitas están presentes en todo el mundo debido a la migración. Fuera del Cercano Oriente, la Iglesia Melquita también ha crecido a través de los matrimonios mixtos con, y la conversión de la gente de diversas herencias étnicas. En la actualidad hay un número de miembros en todo el mundo de aproximadamente 1,6 millones. Raíces bizantinas de la Iglesia Católica Melquita y prácticas litúrgicas tienen sus raíces en las de la ortodoxia oriental, mientras que la Iglesia ha mantenido la comunión con la Iglesia católica de Roma desde una escisión de la Iglesia Griega Ortodoxa de Antioquía en 1729.

Historia

Los orígenes de la Iglesia Católica Melquita se remontan al establecimiento del cristianismo en el Cercano Oriente. Cuando el cristianismo comenzó a extenderse, los discípulos predicaron el Evangelio en toda la región y fueron por primera vez llamó "cristianos" en la ciudad de Antioquía, consulte el histórico del Patriarcado Católico Melquita. Los estudiosos atribuyen la redacción actual de los evangelios en griego koiné a la población cristiana helenizado de Antioquía, con autores como San Lucas y otros. En el siglo segundo, el cristianismo se había extendido en Antioquía y en Siria. El crecimiento de la iglesia no se detuvo durante los periodos de persecución, y para el final del siglo cuarto el cristianismo se convirtió en la religión oficial del estado.

La Iglesia greco-católica melquita tiene sus orígenes en las comunidades cristianas del Levante y Egipto. El liderazgo de la iglesia fue ejercido por los tres patriarcados Apostólicas de los antiguos patriarcados: Alejandría, Antioquía y Jerusalén. La historia y la relación con otras iglesias de la Iglesia se pueden resumir en cuatro momentos decisivos.

Tradiciones de la Iglesia

La Iglesia católica melquita está en plena comunión con la Santa Sede, sino que sigue plenamente las tradiciones y costumbres del cristianismo bizantino. Los lenguajes tradicionales de culto son el árabe o griego, pero hoy en día, los servicios se llevan a cabo en una variedad de idiomas, dependiendo del país donde se encuentra la Iglesia.

Organización

El actual Patriarca griego melquita católico de Antioquía y Todo el Oriente, y Alejandría y Jerusalén es Gregorio III Laham. El patriarcado se basa en la capital siria, Damasco. En el mundo árabe, la iglesia tiene diócesis en:
El patriarcado es administrado por un sínodo permanente que incluye el patriarca y cuatro obispos, el tribunal ordinario del patriarca para asuntos jurídicos, los Economos patriarcales que se desempeña como administrador financiero, y una cancillería. El Sínodo de los obispos melquitas, integrado por todos los obispos de la Iglesia, se reúne cada año para examinar cuestiones administrativas, teológica y que afectan a toda la Iglesia.

También hay varias organizaciones patriarcales con oficinas y capítulos en todo el mundo. Estos incluyen el orden patriarcal de la Santa Cruz de Jeruselem, que promueve las obras religiosas, culturales, caritativas y sociales que preocupan a la Iglesia, la Asociación Global melquita, un grupo que las redes eparquías, monasterios, escuelas y asociaciones melquitas, y Amigos de la Tierra Santa, una organización caritativa laicos activos en la diáspora, que ofrece ropa, medicinas y objetos litúrgicos para las iglesias y las comunidades en Israel, Palestina, Líbano, Jordania, Egipto y Siria.


Dios los bendiga y la Virgen del Carmen los cuide.
Leopoldo Torres
Fundador de Cruz Católica
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Re: 8. La Orden de San Basilio. Semana del 6 de octubre

Notapor Maria 2 » Lun Oct 06, 2014 10:16 am

Queridos hermanos y hermanas:

Hoy queremos recordar a uno de los grandes padres de la Iglesia, san Basilio, definido por los textos litúrgicos bizantinos como una «lumbrera de la Iglesia» Fue un gran obispo del siglo IV, por el que siente admiración tanto la Iglesia de Oriente como la de Occidente por su santidad de vida, por la excelencia de su doctrina y por la síntesis armoniosa de capacidades especulativas y prácticas.

Nació alrededor del año 330 en una familia de santos, «verdadera Iglesia doméstica», que vivía en un clima de profunda fe. Estudió con los mejores maestros de Atenas y Constantinopla. Insatisfecho por los éxitos mundanos, al darse cuenta de que había perdido mucho tiempo en vanidades, él mismo confiesa: «Un día, como despertando de un sueño profundo, me dirigí a la admirable luz de la verdad del Evangelio…, y lloré sobre mi miserable vida» (Cf. Carta 223: PG 32,824a).

Atraído por Cristo, comenzó a tener ojos sólo para él y a escucharle solo a él (Cf. «Moralia» 80,1: PG 31,860bc). Con determinación se dedicó a la vida monástica en la oración, en la meditación de las Sagradas Escrituras y de los escritos de los Padres de la Iglesia y en el ejercicio de la caridad (Cf. Cartas. 2 y 22), siguiendo también el ejemplo de su hermana, santa Macrina, quien ya vivía el ascetismo monacal. Después fue ordenado sacerdote y, por último, en el año 370, consagrado obispo de Cesarea de Capadocia, en la actual Turquía.

Con la predicación y los escritos desarrolló una intensa actividad pastoral, teológica y literaria. Con sabio equilibrio supo unir al mismo tiempo el servicio a las almas y la entrega a la oración y a la meditación en la soledad. Sirviéndose de su experiencia personal, favoreció la fundación de muchas «fraternidades» o comunidades de cristianos consagrados a Dios, a las que visitaba con frecuencia (Cf. Gregorio Nacianceno, «Oratio 43,29 in laudem Basilii»: PG 36,536b). Con la palabra y los escritos, muchos de los cuales todavía hoy se conservan (Cf. «Regulae brevius tractatae», Proemio: PG 31,1080ab), les exhortaba a vivir y a avanzar en la perfección. De esos escritos se valieron después no pocos legisladores de la vida monástica, entre ellos, muy especialmente, San Benito, que considera a Basilio como su maestro (Cf «Regula» 73, 5).

En realidad, san Basilio creó un monaquismo muy particular: no estaba cerrado a la comunidad de la Iglesia local, sino abierto a ella. Sus monjes formaban parte de la Iglesia local, eran su núcleo animador que, precediendo a los demás fieles en el seguimiento de Cristo y no sólo de la fe, mostraba su firme adhesión a él, el amor por él, sobre todo en las obras de caridad.

Estos monjes, que tenían escuelas y hospitales, estaban al servicio de los pobres y de este modo mostraron la vida cristiana de una manera completa. El siervo de Dios Juan Pablo II, hablando del monaquismo, escribió: «muchos opinan que esa institución tan importante en toda la Iglesia como es la vida monástica quedó establecida, para todos los siglos, principalmente por san Basilio o que, al menos, la naturaleza de la misma no habría quedado tan propiamente definida sin su decisiva aportación» (carta apostólica «Patres Ecclesiae» 2).

Como obispo y pastor de su extendida diócesis, Basilio se preocupó constantemente por las difíciles condiciones materiales en las que vivían los fieles; denunció con firmeza el mal; se comprometió con los pobres y los marginados; intervino ante los gobernantes para aliviar los sufrimientos de la población, sobre todo en momentos de calamidad; veló por la libertad de la Iglesia, enfrentándose a los potentes para defender el derecho de profesar la verdadera fe (Cf. Gregorio Nacianceno, «Oratio 43,48-51 in laudem Basilii»: PG 36,557c-561c). Dio testimonio de Dios, que es amor y caridad, con la construcción de varios hospicios para necesitados (Cf. Basilio, Carta 94: PG 32,488bc), una especie de ciudad de la misericordia, que tomó su nombre «Basiliade» (Cf. Sozomeno, «Historia Eclesiástica». 6,34: PG 67,1397a). En ella hunden sus raíces las los modernos hospitales para la atención de los enfermos.

Consciente de que «la liturgia es la cumbre a la cual tiende la actividad de la Iglesia y al mismo tiempo la fuente de donde mana toda su fuerza» («Sacrosanctum Concilium» 10), Basilio, si bien se preocupaba por vivir la caridad, que es la característica de la fe, fue también un sabio «reformador litúrgico» (Cf. Gregorio Nacianceno, «Oratio 43,34 in laudem Basilii»: PG 36,541c). Nos dejó una gran oración eucarística [o anáfora] que toma su nombre y que ha dado un orden fundamental a la oración y a la salmodia: gracias a él, el pueblo amó y conoció los Salmos e iba a rezarlos incluso de noche (Cf. Basilio, «In Psalmum» 1,1-2: PG 29,212a-213c). De este modo, podemos ver cómo liturgia, adoración, oración están unidas a la caridad, se condicionan recíprocamente.

Con celo y valentía, Basilio supo oponerse a los herejes, quienes negaban que Jesucristo fuera Dios como el Padre (Cf. Basilio, Carta 9,3: PG 32,272a; Carta 52,1-3: PG 32,392b-396a; «Adversus Eunomium» 1,20: PG 29,556c). Del mismo modo, contra quienes no aceptaban la divinidad del Espíritu Santo, afirmó que también el Espíritu Santo es Dios y «tiene que ser colocado y glorificado junto al Padre y el Hijo» (Cf. «De Spiritu Sancto»: SC 17bis, 348). Por este motivo, Basilio es uno de los grandes padres que formularon la doctrina sobre la Trinidad: el único Dios, dado que es Amor, es un Dios en tres Personas, que forman la unidad más profunda que existe, la unidad divina.

En su amor por Cristo y su Evangelio, el gran capadocio se comprometió también por sanar las divisiones dentro de la Iglesia (Cf. Carta 70 y 243), tratando siempre de que todos se convirtieran a Cristo y a su Palabra (Cf. «De iudicio» 4: PG 31,660b-661a), fuerza unificadora, a la que todos los creyentes tienen que obedecer (Cf. ibídem 1-3: PG 31,653a-656c).

Concluyendo, Basilio se entregó totalmente al fiel servicio a la Iglesia en el multiforme servicio del ministerio episcopal. Según el programa que él mismo trazó, se convirtió en «apóstol y ministro de Cristo, dispensador de los misterios de Dios, heraldo del reino, modelo y regla de piedad, ojo del cuerpo de la Iglesia, pastor de las ovejas de Cristo, médico piadoso, padre y nodriza, cooperador de Dios, agricultor d Dios, constructor del templo de Dios» (Cf. «Moralia» 80,11-20: PG 31,864b-868b).

Este es el programa que el santo obispo entrega a los heraldos de la Palabra, tanto ayer como hoy, un programa que él mismo se comprometió generosamente por vivir.

En el año 379, Basilio, sin haber cumplido los cincuenta años, agotado por el cansancio y la ascesis, regresó a Dios, «con la esperanza de la vida eterna, a través de Jesucristo, nuestro Señor» («De Bautismo» 1, 2, 9). Fue un hombre que vivió verdaderamente con la mirada puesta en Cristo, un hombre del amor por el prójimo. Lleno de la esperanza y de la alegría de la fe, Basilio nos muestra cómo ser realmente cristianos.

[Traducción del original italiano realizada por Zenit.

Vida De San Basilio

BASILIO nació en Cesarea, la capital de Capadocia, en el Asia Menor, a mediados del año 329. Por parte de padre y de madre, descendía de familias cristianas que habían sufrido persecuciones y, entre sus nueve hermanos, figuraron San Gregorio de Nicea, Santa Macrina la Joven y San Pedro de Sebaste. Su padre, San Basilio el Viejo, y su madre, Santa Emelia, poseían vastos terrenos y Basilio pasó su infancia en la casa de campo de su abuela, Santa Macrina, cuyo ejemplo y cuyas enseñanzas nunca olvidó. Inició su educación en Constantinopla y la completó en Atenas. Allá tuvo como compañeros de estudio a San Gregorio Nacianceno, que se convirtió en su amigo inseparable y a Juliano, que más tarde sería el emperador apóstata.

Basilio y Gregorio Nacianceno, los dos jóvenes capadocios, se asociaron con los más selectos talentos contemporáneos y, como lo dice éste último en sus escritos, “sólo conocíamos dos calles en la ciudad: la que conducía a la iglesia y la que nos llevaba a las escuelas”. Tan pronto como Basilio aprendió todo lo que sus maestros podían enseñarle, regresó a Cesárea. Ahí pasó algunos años en la enseñanza de la retórica y, cuando se hallaba en los umbrales de una brillantísima carrera, se sintió impulsado a abandonar el mundo, por consejos de su hermana mayor, Macrina. Esta, luego de haber colaborado activamente en la educación y establecimiento de sus hermanas y hermanos más pequeños, se había retirado con su madre, ya viuda, y otras mujeres, a una de las casas de la familia, en Annesi, sobre el río Iris, para llevar una vida comunitaria.

Fue entonces, al parecer, que Basilio recibió el bautismo y, desde aquel momento, tomó la determinación de servir a Dios dentro de la pobreza evangélica. Comenzó por visitar los principales monasterios de Egipto, Palestina, Siria y Mesopotamia, con el propósito de observar y estudiar la vida religiosa. Al regreso de su extensa gira, se estableció en un paraje agreste y muy hermoso en la región del Ponto, separado de Annesi por el río Iris, y en aquel retiro solitario se entregó a la plegaria y al estudio. Con los discípulos, que no tardaron en agruparse en torno suyo, entre los cuales figuraba su hermano Pedro, formó el primer monasterio que hubo en el Asia Menor, organizó la existencia de los religiosos y enunció los principios que se conservaron a través de los siglos y hasta el presente gobiernan la vida de los monjes en la Iglesia de oriente. San Basilio practicó la vida monástica propiamente dicha durante cinco años solamente, pero en la historia del monaquismo cristiano tiene tanta importancia como el propio San Benito.

Lucha contra la herejía arriana

Por aquella época, la herejía arriana estaba en su apogeo y los emperadores herejes perseguían a los ortodoxos. En el año 363, se convenció a Basilio para que se ordenase diácono y sacerdote en Cesárea; pero inmediatamente, el arzobispo Eusebio tuvo celos de la influencia del santo y éste, para no crear discordias, volvió a retirarse calladamente al Ponto para ayudar en la fundación y dirección de nuevos monasterios. Sin embargo Cesárea lo necesitaba y lo reclamó. Dos años más tarde, San Gregorio Nacianceno, en nombre de la ortodoxia, sacó a Basilio de su retiro para que le ayudase en la defensa de la fe del clero y de las Iglesias. Se llevó a cabo una reconciliación entre Eusebio y Basilio; éste se quedó en Cesárea como el primer auxiliar del arzobispo; en realidad, era él quien gobernaba la Iglesia, pero empleaba su gran tacto para que se diera crédito a Eusebio por todo lo que él realizaba. Durante una época de sequía a la que siguió otra de hambre, Basilio echó mano de todos los bienes de todos los bienes que le había heredado su madre, los vendió y distribuyó el producto entre los más necesitados; mas no se detuvo ahí su caridad, puesto que también organizó un vasto sistema de ayuda, que comprendía a las cocinas ambulantes que él mismo, resguardado con un delantal de manta y cucharón en ristre, conducía por las calles de los barrios más apartados para distribuir alimentos a los pobres.
Obispo de Cesárea

El año de 370 murió Eusebio y, a pesar de la oposición que se puso de manifiesto en algunos poderosos círculos, Basilio fue elegido para ocupar la sede arzobispal vacante. El 14 de junio tomó posesión, para gran contento de San Atanasio y una contrariedad igualmente grande para Valente, el emperador arriano. El puesto era muy importante y, en el caso de Basilio, muy difícil y erizado de peligros, porque al mismo tiempo que obispo de Cesárea, era exarca del Ponto y metropolitano de cincuenta sufragáneos, muchos de los cuales se habían opuesto a su elección y mantuvieron su hostilidad, hasta que Basilio, a fuerza de paciencia y caridad, se conquistó su confianza y su apoyo.

Antes de cumplirse doce meses del nombramiento de Basilio, el emperador Valente llegó a Cesárea, tras de haber desarrollado en Bitrina y Galacia una implacable campaña de persecuciones. Por delante suyo envió al prefecto Modesto, con la misión de convencer a Basilio para que se sometiera o, por lo menos, accediera a tratar algún compromiso.

Varios habían renegado por miedo, pero nuestro santo le respondió:

¿Qué me vas a poder quitar si no tengo ni casas ni bienes, pues todo lo repartí entre los pobres? ¿Acaso me vas a atormentar? Es tan débil mi salud que no resistiré un día de tormentos sin morir y no podrás seguir atormentándome. ¿Qué me vas a desterrar? A cualquier sitio a donde me destierres, allá estará Dios, y donde esté Dios, allí es mi patria, y allí me sentiré contento . . .

El gobernador respondió admirado: “Jamás nadie me había contestado así”. Y Basilio añadió: “Es que jamás te habías encontrado con un obispo”.

El emperador Valente se decidió en favor de exilarlo y se dispuso a firmar el edicto; pero en tres ocasiones sucesivas, la pluma de caña con que iba a hacerlo, se partió en el momento de comenzar a escribir. El emperador quedó sobrecogido de temor ante aquella extraordinaria manifestación, confesó que, muy a su pesar, admiraba la firme determinación de Basilio y, a fin de cuentas, resolvió que, en lo sucesivo, no volvería a intervenir en los asuntos eclesiásticos de Cesárea.
Pero apenas terminada esta desavenencia, el santo quedó envuelto en una nueva lucha, provocada por la división de Capadocia en dos provincias civiles y la consecuente reclamación de Antino, obispo de Tiana, para ocupar la sede metropolitana de la Nueva Capadocia. La disputa resultó desafortunada para San Basilio, no tanto por haberse visto obligado a ceder en la división de su arquidiócesis, como por haberse malquistado con su amigo San Gregorio Nacianceno, a quien Basilio insistía en consagrar obispo de Sasima, un miserable caserío que se hallaba situado sobre terrenos en disputa entre las dos Capadocias. Mientras el santo defendía así a la iglesia de Cesárea de los ataques contra su fe y su jurisdicción, no dejaba de mostrar su celo acostumbrado en el cumplimiento de sus deberes pastorales. Hasta en los días ordinarios predicaba, por la mañana y por la tarde, a asambleas tan numerosas, que él mismo las comparaba con el mar. Sus fieles adquirieron la costumbre de comulgar todos los domingos, miércoles, viernes y sábados. Entre las prácticas que Basilio había observado en sus viajes y que más tarde implantó en su sede, figuraban las reuniones en la iglesia antes del amanecer, para cantar los salmos. Para beneficio de los enfermos pobres, estableció un hospital fuera de los muros de Cesárea, tan grande y bien acondicionado, que San Gregorio Nacianceno lo describe como una ciudad nueva y con grandeza suficiente para ser reconocido como una de las maravillas del mundo. A ese centro de beneficencia llegó a conocérsela con el nombre de Basiliada, y sostuvo su fama durante mucho tiempo después de la muerte de su fundador.

A pesar de sus enfermedades crónicas, con frecuencia realizaba visitas a lugares apartados de su residencia episcopal, hasta en remotos sectores de las montañas y, gracias a la constante vigilancia que ejercía sobre su clero y su insistencia en rechazar la ordenación de los candidatos que no fuesen enteramente dignos, hizo de su arquidiócesis un modelo del orden y la disciplina eclesiásticos.

No tuvo tanto éxito en los esfuerzos que realizó en favor de las iglesias que se encontraban fuera de su provincia. La muerte de San Atanasio dejó a Basilio como único paladín de la ortodoxia en el oriente, y éste luchó con ejemplar tenacidad para merecer ese título por medio de constantes esfuerzos para fortalecer y unificar a todos los católicos que, sofocados por la tiranía arriana y descompuestos por los cismas y la disensiones entre sí, parecían estar a punto de extinguirse. Pero las propuestas del santo fueron mal recibidas, y a sus desinteresados esfuerzos se respondió con malos entendimientos, malas interpretaciones y hasta acusaciones de ambición y de herejía. Incluso los llamados que hicieron él y sus amigos al Papa San Dámaso y a los obispos occidentales para que interviniesen en los asuntos del oriente y allanasen las dificultades, tropezaron con una casi absoluta indiferencia, debido, según parece, a que ya corrían en Roma las calumnias respecto a su buena fe. “¡Sin duda a causa de mis pecados, escribía San Basilio con un profundo desaliento, parece que estoy condenado al fracaso en todo cuanto emprendo!"”

Sin embargo, el alivio no había de tardar, desde un sector absolutamente inesperado. El 9 de agosto de 378, el emperador Valente recibió heridas mortales en la batalla de Adrianópolis y, con el ascenso al trono de su sobrino Graciano, se puso fin al ascendiente del arrianismo en el oriente. Cuando las noticias de estos cambios llegaron a oídos de San Basilio, éste se encontraba en su lecho de muerte, pero de todas maneras le proporcionaron un gran consuelo en sus últimos momentos. Murió el 1º de enero del año 379, a la edad de cuarenta y nueve años, agotado por la austeridad en que había vivido, el trabajo incansable y una penosa enfermedad. Toda Cesárea quedó enlutada y sus habitantes lo lloraron como a un padre y a un protector; los paganos, judíos y cristianos se unieron en el duelo.

San Gregorio Nacianceno, Arzobispo de Constantinopla, en el día del entierro: “Basilio santo, nació entre santos. Basilio pobre vivió pobre entre los pobres. Basilio hijo de mártires, sufrió como un mártir. Basilio predicó siempre con sus labios, y con sus buenos ejemplos y seguirá predicando siempre con sus escritos admirables”.
Setenta y dos años después de su muerte, el Concilio de Calcedonia le rindió homenaje con estas palabras: “El gran Basilio, el ministro de la gracia quien expuso la verdad al mundo entero indudablemente que fue uno de los más elocuentes oradores entre los mejores que la Iglesia haya tenido; sus escritos le han colocado en lugar de privilegio entre sus doctores.

Se conserva una extensa colección de sus cartas:

En una de ellas nos cuenta que él pedía un cumplimiento estricto de la disciplina, lo mismo entre clérigos que entre laicos, y que cierto diácono, que no era malo, pero sí rebelde y un poco alocado y que solía presentarse en medio de un grupo de muchachas que cantaban himnos y bailaban, tuvo que vérselas con él; con igual determinación combatió la simonía en los puestos eclesiásticos y la admisión de personas indignas entre el clero; luchó contra la rapacidad y la opresión de los funcionarios y llegó a excomulgar a todos los complicados en la “trata de blancas”, una actividad muy difundida en Capadocia. Podía reconvenir con temible severidad, pero prefería las maneras suaves y gentiles; como un ejemplo, están sus cartas a una muchacha descarriada y a un clérigo colocado en un puesto de gran responsabilidad, que se estaba mezclando en política; muchos ladrones que solo aguardaban ser entregados a los jueces para sufrir un castigo terrible, fueron amparados por el santo y devueltos a sus casas en completa libertad, pero con una imborrable amonestación sobre sus conciencias. Pero tampoco se quedaba callado Basilio cuando eran los acaudalados y poderosos quienes quebrantaban sus deberes. “¡Os negáis a dar con el pretexto de que no tenéis lo suficiente para vuestras necesidades!”, exclamó en uno de sus sermones. “Pero en tanto que vuestra lengua os excusa, vuestra mano os acusa: ¡Cuántos deudores podrían ser rescatados de la prisión con uno de esos anillos! ¡Cuántas pobres gentes ateridas por el frío se cubrirían con uno solo de vuestros guardarropas! ¡Y sin embargo, vosotros dejáis ir a los pobres de vuestras puertas, con las manos vacías!” No era únicamente a los ricos a quienes imponía la obligación de dar. “¿Dices que tú eres pobre? Bien; pero siempre habrá otros más pobres que tú. Si tienes lo bastante para mantenerte vivo diez días, aquel hombre no tiene suficiente para vivir uno . . . No tengáis temor de dar lo poco que tengáis. No coloquéis nunca vuestros propios intereses antes que la necesidad común. Dad vuestro último mendrugo de pan al mendigo que os lo pide y confiad en la misericordia de Dios”.

San Basilio el Grande: ¡rogad por nosotros!

Un Abrazo y hasta pronto.-
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Re: 8. La Orden de San Basilio. Semana del 6 de octubre

Notapor betyruta51 » Lun Oct 06, 2014 11:24 am

Buen día y buena semana en Cristo Jesús y María nuestra Madre. Me permito acompañar mi aporte para el tema de esta semana:


Icono de San Basilio
Arzobispo y Padre de la Iglesia Griega.
Proclamado Doctor de la Iglesia el 20 de septiembre de 1568 por el papa San Pío V

Nombre Βασίλειος
Apodo Magno o Grande
Nacimiento 329
Cesarea, Imperio bizantino

Fallecimiento 379
Cesarea, Imperio bizantino

Venerado en Iglesia Católica e Iglesia Ortodoxa

Festividad 1 de enero (Oriente), 2 de enero (Occidente)
Atributos Vestiduras de obispo griego
Patronazgo Cappadocia, administradores de Hospital, Padres Basilianos
San Basilio de Cesarea (ca. 330 -1 de enero, 379), llamado Basilio el Magno (en griego: Μέγας Βασίλειος), fue obispo de Cesarea y preeminente clérigo del siglo IV. Es santo de la Iglesia Ortodoxa y uno de los cuatro Padres de la Iglesia Griega, junto con San Atanasio, San Gregorio Nacianceno y San Juan Crisóstomo. Basilio, Gregorio Nacianceno y Gregorio de Nisa (hermano de Basilio) son denominados Padres Capadocios. Es santo y doctor de la Iglesia Católica.
San Basilio es el nombre que en la tradición griega lleva Papá Noel. Es él quien se cree que visita a los niños el primero de enero (cuando tiene Basilio su festividad). Se corresponde con San Nicolás que aparece el día de Navidad, o con los Reyes Magos, que llegan el 6 de enero.
Biografía
Basilio nació alrededor del año 330 en Cesarea, Capadocia. Provenía de una familia acomodada y piadosa en la que hubo varios santos, entre ellos están su padre, también llamado Basilio, su madre Emelia, su abuela Macrina la Mayor, hermana Macrina la Joven y hermanos Gregorio de Nisa y Pedro de Cesarea, que llegó a ser obispo de Sebaste. Algunos historiadores de la Iglesia han sugerido que Teosebia –que también es santa para la Iglesia Ortodoxa Oriental– fue su hermana menor.
Cuando aún era un niño su familia se trasladó a Ponto, pero pronto volvieron a Capadocia, a vivir con familiares de su madre, y según parece estuvieron al cuidado de su abuela Macrina. Ávido de saber, se trasladó a Constantinopla.

Orden de San Basilio de los melquitas de Alepo
De Wikipedia, la enciclopedia libre

La Orden de San Basilio de los melquitas de Alepo (en latín: Ordo Basilianus Aleppensis Melkitarum) es un instituto de vida consagrada en la Iglesia greco-católica melquita. Son comúnmente llamados Alepinos y sus iniciales son B.A.
Historia
Fue fundada en 1824 por un grupo de monjes que se separaron de la Orden Basiliana de San Juan Bautista y fue aprobado por la Santa Sede en 1832.
A 31 de diciembre de 2005 la orden contaba con ocho monasterios y 29 religiosos, de los cuales 26 son sacerdotes.
Obispos de la orden
Hilarion Capucci
Orden Basiliana de San Juan Bautista
De Wikipedia, la enciclopedia libre

La Orden Basiliana de San Juan Bautista (en latín. Ordo Sancti Basilianus Iohannis Baptistae) es un instituto de vida consagrada en la Iglesia greco-católica melquita. Los monjes de esta orden monástica, llamados Baladi o Soar, presentan las iniciales C.B..
Historia[editar]
Fue fundada en 1696 por dos monjes de Alepo, Gerasimos y Salomón, deseando la soledad y el silencio para observar mejor la regla de San Basilio.
Su constitución fue aprobada por el Papa Benedicto XIV en 1757 y la Santa Sede aprobó la orden en 1772.
El 31 de diciembre de 2005 la orden contaba con ocho monasterios y 53 religiosos, 41 de ellos sacerdotes.
Regla de San Basilio
De Enciclopedia Católica
I.Bajo el nombre de Basilianos están incluidos todos los religiosos que siguen la Regla de San Basilio. Los monasterios de estos religiosos no han tenido nunca la organización jerárquica que existe normalmente en las casas de una orden propiamente dicha. Sólo unas pocas casas estuvieron anteriormente agrupadas en congregaciones o están combinadas de este modo hoy en día. San Basilio preparó esta Regla para los miembros del monasterio que fundó hacia el año 356 en la ribera del Iris, en Capadocia. Antes de formar esta comunidad, San Basilio visitó Egipto, Palestina, Celesiria y Mesopotamia para ver por sí mismo el modo de vida llevada por los monjes en estos países. San Gregorio Nacianceno, que compartió el retiro, ayudó a Basilio con sus consejos y su experiencia. La Regla de Basilio está dividida en dos partes: las “Reglas monásticas mayores” (Regulae fusius tractatae, Migne, P.G., XXXI, 889-1052) y las “Reglas menores” (Regulae brevius tractatae, ibid., 1051-1306). Rufino, que las tradujo al latín, reunió las dos en una única Regla bajo el nombre de “Regulae sancti Basilii episcopi Cappadociae ad monachos” (P.L., CIII, 483-554); esta Regla fue seguida por algunos monasterios occidentales. Durante mucho tiempo, se sostuvo que fue el obispo de Cesarea el autor de una obra sobre el monacato llamada “Contitutiones monasticae” (P.G., XXXI, 1315-1428). En esta Regla, San Basilio seguía un método catequético: el discípulo pregunta y el maestro responde. Él se limita a establecer una serie de principios indiscutibles que guiarán a los superiores y los monjes en su conducta. Envía a sus monjes a las Sagradas Escrituras; a sus ojos, la Biblia es la base de toda la legislación monástica, la verdadera Regla. Las preguntas se refieren generalmente a las virtudes que los monjes deberían practicar y los vicios que deberían evitar. La mayor parte de las respuestas contiene uno o varios versos de la Biblia acompañados de un comentario que define el significado. Las cualidades más destacables de la Regla Basiliana son su prudencia y su sabiduría. Deja a sus superiores el cuidado de establecer los muchos detalles de la vida diaria local e individual; no determina el material que es ejercicio de la práctica religiosa o de los reglamentos administrativos del monasterio. Pobreza, obediencia, renuncia y abnegación son las virtudes en las que se basa San Basilio para la fundación de la vida monástica.
Cuando dio esta Regla, podría no bastar para alguien que deseara organizar un monasterio, puesto que toma esta obra como un hecho cumplido. La vida de los monjes capadocios no podía ser reconstruida con estas referencias a la naturaleza y el número de comidas o la vestimenta. Los superiores tenían como guía una tradición aceptada por todos los monjes. Esta tradición fue progresivamente enriquecida por las decisiones de los concilios, por las ordenanzas de los emperadores de Constantinopla y por los reglamentos de algunos abades reverenciados. Así pues, se formó un conjunto de leyes que regulaban los monasterios. Algunas de éstas fueron aceptadas por todos, otras sólo por las casas de algunos países, mientras que había reglamentos que sólo se aplicaban en algunas comunidades. En este aspecto, el monacato oriental se asemeja al del occidental: es notable la gran variedad de prácticas. La existencia de la Regla de San Basilio formaba un principio de unidad.
II. LOS MONASTERIOS ORIENTALES
Los monasterios de Capadocia fueron los primeros en aceptar la Regla de San Basilio; después se fue extendiendo gradualmente a todos los monasterios del Este. Los de Armenia, Caldea y Siria prefirieron en general, en lugar de la Regla de San Basilio, las prácticas que eran conocidas como la Regla de San Antonio. Ni las autoridades eclesiásticas ni las imperiales se esforzaron en universalizar la conformidad con la Regla de San Basilio. Es por tanto imposible decir en qué época adquirió la supremacía de las comunidades religiosas del mundo griego, pero la fecha es probablemente muy temprana. El desarrollo del monacato fue, por decirlo brevemente, la causa de su difusión. Protegidos por los emperadores y los patriarcas, los monasterios aumentaron rápidamente. En 536, la diócesis de Constantinopla tenía no menos de sesenta y ocho, la de Calcedonia cuarenta, y estos números aumentaron continuamente. Aunque el monacato no fue capaz de extenderse por todas las partes del imperio con igual rapidez; esto es lo que debe inferirse de estas cifras. Estos monjes fueron parte activa de la vida eclesiástica de su tiempo: participaban en todos los desacuerdos, tanto teológicos como de otro tipo, y se asociaron con todas las obras de caridad. Sus monasterios fueron lugar de refugio de estudiosos. Muchos de los obispos y patriarcas fueron elegidos de entre sus rangos. Su historia está entretejida, además, don la de las Iglesias Orientales. Dieron a la predicación del Evangelio sus más grandes apóstoles. Como resultado, la vida monástica consiguió establecerse al mismo tiempo que el Cristianismo se expandió entre todas las razas. La posición de los monjes en el Imperio fue de gran poder, y su riqueza ayudó a aumentar su influencia. Por ello, su desarrollo siguió un ritmo paralelo al de sus hermanos occidentales. Los monjes, como regla general, siguieron las vicisitudes teológicas de los emperadores y patriarcas, y no mostraron una notable independencia excepto durante la persecución iconoclasta; las posición que tomaron en esta generó la ira de los controversialistas imperiales. Hubo mártires entre ellos; muchos fueron condenados al exilio y algunos aprovecharon esta condena para reorganizar su vida religiosa en Italia.
De todos los monasterios de este período, el más célebre fue el de San Juan Bautista de Studium, fundado en Constantinopla en el siglo V. Adquirió fama en la época de la persecución iconoclasta mientras estuvo bajo el gobierno del santo Hegumenos (abad) Teodoro, llamado el Estudita. En ningún otro lugar encontraron los emperadores heréticos una resistencia más valiente. Al mismo tiempo, el monasterio era un activo centro de la vida intelectual y artística y un modelo que ejerció una considerable influencia en las prácticas monásticas orientales. Se pueden ver más detalles sobre esto en "Prescriptio constitutionis monasterii Studii" (Migne, P.G., XCIX, 1703-20) y en "Canones de confessione et pro peccatis satisfactione" (ibid., 1721-30) del monasterio. Teodoro atribuyó las prácticas seguidas por los monjes a su tío, San Platón abad, que las introdujo en primer lugar en el monasterio de Saccudium. Los demás monasterios las adoptaron uno tras otro, y son todavía seguidas por los monjes del Monte Athos. El monasterio del Monte Athos fue fundado hacia el final del siglo X con la ayuda del emperador Basilio el Macedonio y se convirtió en el más grande y célebre de todos los monasterios de Oriente; es en realidad una provincia monástica. El Monasterio del Monte Olimpo, en Bitinia, merece ser mencionado, aunque nunca fue tan importante como aquel. El monasterio de Santa Catalina, en el Monte Sinaí, que se retrotrae a los comienzos del monacato, tuvo gran fama y aún es ocupado por monjes. Nos limitaremos a citar aquí los monjes que han dejado su huella en la literatura eclesiástica: Leoncio de Bizancio (muerto en 543), autor de un tratado contra los nestorianos y los eutiquianos; San Sofronio, patriarca de Jerusalén, uno de los más vigorosos adversarios de la herejía monotelita (P.G., LXXXVII, 3147-4014); San Máximo el Confesor, abad de Crisópolis (muerto en 662), el representante más brillante del monacato bizantino del siglo VII; en sus escritos y letras, San Máximo combatió firmemente a los partidarios de las erróneas doctrinas del monotelismo (Id., XC y XCI); San Juan Damasceno, que quizá podría incluirse entre los basilianos; San Teodoro el Estudita (muerto en 829), el defensor de la veneración de imágenes sagradas; sus obras incluyen escritos teológicos, ascéticos, hagiográficos, litúrgicos e históricos (P.G., XCIX). Los monasterios bizantinos proporcionan un gran número de historiadores que también eran monjes: Juan Malalas, cuya “Monographia” (P.G., XCVII, 9-190) sirvió de modelo para los cronistas orientales; Jorge Pinceló, que escribió una “Selected Chronographia”; su amigo y discípulo San Teófanes (muerto en 817), abad del “Gran terreno” cerca de Cícico, autor de otra “Chronographia” (P.G., CVIII); el patriarca Nicéforo, que escribió (815-829) un histórico “Breviarium” (una historia bizantina) y una cronografía abreviada (P.G., C, 879-991); Jorge el Monje, cuya crónica se para en el 842 d.C. (P.G. CX). Hubo además un gran número de monjes, hagiógrafos, himnologistas y poetas que participaron activamente en el desarrollo de la liturgia griega. Entre los autores de himnos podrían citarse a: San Máximo el Confesor, San Teodoro el Estudita, San Romano el Melodista, San Andrés de Creta, San Juan Damasceno, Cosme de Jerusalén y San José el Himnógrafo. La caligrafía y la copia de manuscritos eran muy estimadas entre los basilianos. Entre los monasterios que sobresalieron en el arte de la copia se encuentran el Studium, el del Monte Athos, el monasterio de la Isla de Patmos y el de Rossano (Sicilia); la tradición continuó más tarde en el monasterio de Grottaferrata, cerca de Roma. Estos monasterios, y también otros, fueron estudios de arte religioso donde los monjes trabajaban arduamente para producir miniaturas en los manuscritos, pinturas y obras de orfebrería. El triunfo de la ortodoxia sobre la herejía iconoclasta infundió un extraordinario entusiasmo en esta parte de sus trabajos.
Desde el principio, las Iglesias Orientales tomaron a menudo a sus patriarcas y obispos de los monasterios. Más tarde, cuando el clero seglar fue reclutado ampliamente de entre los hombres casados, esta costumbre se hizo casi universal, pues como el oficio episcopal no podía ser dado a hombres que estuvieran casados, se desarrolló de algún modo en un privilegio de los religiosos que habían hecho el voto de castidad. Debido a esto, los monjes formaban una clase aparte, correspondiente al clero superior de las Iglesias Occidentales; esto dio y aún sigue dando una influencia preponderante a los propios monasterios. En algunos de ellos, se enseña Teología tanto a clérigos como a laicos. Mientras el espíritu de proselitismo existió en el este, los monasterios proporcionaban a la Iglesia todos sus misioneros. Los nombres de dos de ellos están inscritos en el calendario de las festividades de Roma: San Cirilo y San Metodio, los apóstoles de los eslavos. El cisma bizantino no cambió notablemente la posición de los monjes basilianos y sus monasterios. Sus sufrimientos comenzaron con la conquista mahometana. Para una gran parte de ellos, la conquista fue su completa ruina, especialmente para aquellos de lo que hoy es Turquía, Asia y la región de alrededor de Constantinopla. En el Este, los conventos de mujeres adoptaron la Regla de San Basilio y tenían constituciones copiadas de las de los monjes basilianos.
III. BASILIANOS CISMÁTICOS
Los monasterios de basilianos cismáticos más conocidos son el del Monte Athos y el del Monte Sinaí. Aparte de estos, hay todavía muchos monasterios en Turquía y en Asia, de los cuales 10 en Jerusalén, 1 en Belén y 4 en Jericó. Son también numerosos en las islas del mar Egeo: 3 en Quíos, 6 en Samos, unos 50 en Creta y 11 en Chipre. En el Viejo Cairo está el monasterio de San Jorge. En Grecia, donde hubo anteriormente hasta 400 monasterios, había en 1832 solamente 82, que aumentaron hasta 169 en 1904; 9 conventos basilianos para mujeres existe actualmente en Grecia. En Rumanía, hay 22 monasterios; 44 en Serbia, con sólo unos 118 monjes; en Bulgaria 78, con 193. Montenegro tiene 11 monasterios y unos 15 monjes; Bosnia 3 y Herzegovina 11. En Dalmacia hay 11 monasterios y en Bucovina 3. Hungría tiene 25 monasterios y 5 ramas distintas. Los monjes cismáticos son mucho más numerosos en Rusia; además, es en este país donde tienen mayor influencia y tienen los monasterios más ricos. En ningún otro sitio ha estado la vida monástica tan conectada con la existencia nacional. Los monasterios más célebres son Pescherskoi, en Kieff, y Troïtsa (Trinidad, Nota del Traductor), en Moscú; cabe mencionar asimismo los monasterios de Solovesk, Nóvgorod, Pskof, Tver, and Vladmir. Rusia tiene unos 9000 monjes y 429 monasterios. No hay diócesis que no tenga al menos una casa religiosa. Los monasterios están divididos entre los que tienen subvenciones estatales y los que no reciben este tipo de ayudas. IV. BASILIANOS CATÓLICOS Cierto número de monasterios basilianos estuvieron siempre en comunión con la Santa Sede. Entre estos estaban las casas fundadas en Sicilia, en Italia. El monasterio de Rossano, fundado por San Nilo el Joven, siguió siendo fiel durante mucho tiempo a las mejores tradiciones literarias de Constantinopla. Cabe mencionar los monasterios de San Salvatore de Mesina y San Salvatore de Otranto; también fue célebre el monasterio de Grottaferrata. La emigración de los griegos al oeste tras la caída de Constantinopla y la unión con Roma, concluida en el Concilio de Florencia, dio un cierto prestigio a estas comunidades. El cardenal Bessarion, que fue abad de Grottaferrata, luchó para estimular la vida intelectual de los basilianos por medio de los tesoros literarios que contenían sus bibliotecas.
Un buen número de comunidades católicas siguió existiendo en el Este. La Santa Sede las animó a unirse en congregaciones, a saber: San Salvador, fundada en 1715, que incluye 8 monasterios y 21 hospicios con unos 250 monjes; la congregación de Aleppo, con 4 monasterios y 2 hospicios; la de los Baladitas (Valaditas), con 4 monasterios y 3 hospicios. Estas dos últimas congregaciones tienes sus casas en el distrito del Monte Líbano. San Josafat y el padre Rutsky, que trabajaron para devolver a las Iglesias rutenas a la unidad católica, reformaron a los basilianos de Lituania. Comenzaron con el monasterio de la Santísima Trinidad en Vilna (1607). El monasterio de Byten, fundado en 1613, fue la ciudadela de la unión en Lituania. Otros monjes adoptaron la reforma o fueron fundados por monjes reformados. El 19 de julio de 1617, los monasterios reformados se organizaron en una congregación bajo un proto-archimandrita, y conocido como la congregación de la Santísima Trinidad o de Lituania. La congregación aumentó con la unión. El número de casas se había elevado hasta treinta en tiempos del capítulo general de 1636. Tras el concilio de Zamosc, los monasterios fuera de Lituania que no se habían incorporado a la congregación de la Santísima Trinidad se integraron en una congregación que llevaba el título de “Patrocinium [Protección] B.M.V.” (1739). Benedicto XIV deseó en 1744 formar una sola congregación de estas dos, dándole el nombre de Orden Rutena de San Basilio y dividiéndola en las dos provincias de Lituania y Curlandia. Tras la supresión de la Compañía de Jesús, estos religiosos se encargaron de los colegios jesuitas. El derrocamiento de Polonia y la persecución llevada a cabo por los rusos contra los uniatos griegos fueron muy desfavorables para el crecimiento de la congregación, y el número de estos monasterios basilianos disminuyó enormemente. León XIII, en su encíclica “Singulare praesidium” del 12 de mayo de 1881, ordenó una reforma de los basilianos rutenos de Galitzia. Esta reforma comenzó en el monasterio de Dabromil; sus miembros han sustituido poco a poco a los no reformados en los monasterios de la región. Se dedican, en conexión con el clero uniato, a las distintas labores de apostolado que demandan la condición moral o las diferentes razas del distrito. V. BASILIANOS LATINOS En el siglo XVI, los monasterios italianos de esta orden fueron decayendo. A instancias del cardenal Sirlet, el Papa Gregorio XIII ordenó en 1573 su unión en una congregación bajo el control de un superior general. Se utilizó la posibilidad de separar los ingresos de las abadías de los de los monasterios. Las casas de los basilianos italianos fueron divididas en las tres provincias de Sicilia, Calabria y Roma. Aunque los monjes siguieron fieles al principio a la liturgia griega, mostraron una inclinación hacia el uso de la liturgia latina; algunos monasterios han adoptado este último de un modo completo. En España, había una congregación basiliana con no tenía ninguna conexión tradicional con los basilianos orientales; sus miembros seguían la liturgia latina. El padre Bernardo de la Cruz y los eremitas de Santa María de Oviedo de la diócesis de Jaén formaban el núcleo de la congregación. Los demás basilianos, que seguían unas prácticas menos rigurosas, mostraban un mayor crecimiento; sus monasterios estaban formados en las dos provincias de Castilla y Andalucía. Estaban gobernados por un vicario general y bajo el control, al menos nominalmente, de un superior general de la orden. Cada una de las provincias tenía su colegio o escolástica en Salamanca y Sevilla. No se abstenían del vino. Como sus hermanos de Italia, llevaban una cogulla similar a la de los benedictinos; esto condujo a recriminaciones y procesos, pero fueron autorizados por Roma para seguir usando esta ropa. Se pueden encontrar algunos escritores entre ellos, como por ejemplo: Alfonso Clavel, el historiógrafo de la orden; Diego Niceno, que ha dejado sermones y escritos ascéticos; Luis de los Ángeles, que escribió una obra sobre las “Instrucciones para novicios” (Sevilla, 1615), y tradujo igualmente al español la exposición del cardenal Bessarion de la Regla de San Basilio; Felipe de la Cruz, que escribió un tratado sobre el dinero prestado con intereses, publicado en Madrid en 1637, y otro sobre diezmos, publicado en Madrid en 1634. Los basilianos españoles fueron suprimidos por otras órdenes en 1833, y no han sido reestablecidos. En Annonay (Francia), se formó una comunidad religiosa masculina en 1822 bajo la Regla de San Basilio, que tiene una rama en Toronto (Canadá)
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Re: 8. La Orden de San Basilio. Semana del 6 de octubre

Notapor ma_allegretti » Lun Oct 06, 2014 2:41 pm

SAN BASILIO MAGNO
(† 379)


San Basilio Magno es uno de los Padres de la Iglesia griega que más brillaron en el siglo IV en Capadocia y en toda la Iglesia primitiva.

Fue admiración de los eruditos por su elocuencia, expectación de los teólogos por su actuación en las controversias dogmáticas. Asceta por vocación, fue el gran legislador de la sociedad monástica. Como jerarca merece un puesto de honor entre los grandes obispos. Hombre de acción por temperamento, gobernó una vastísima provincia eclesiástica; personalidad rica en perfiles espirituales, reformó intrépidamente su pueblo, siendo así el exponente de la misión práctica y pastoral de la Iglesia.

Por su profundidad de pensamiento, su arrebatadora elocuencia y asombroso dinamismo y por su bellísimo estilo, sus compatriotas le llamaron “el Grande".

Nació hacia el año 329 en Cesarea de Capadocia (Asia Menor), donde su padre, aunque oriundo del Ponto, ejercía la abogacía y la retórica. De familia profundamente cristiana, sus abuelos vivieron siete años en el bosque durante la persecución de Diocleciano. Su madre, Enmelia, era hija de mártir y hermana de un obispo. Fueron diez hermanos, de ellos tres obispos, Basilio, Gregorio Niseno, Pedro de Sebaste, y una santa, su hermana Macrina.

Mientras su abuela Macrina, también santa, le educaba en la virtud y en las buenas costumbres, su padre le enseñaba los elementos de las ciencias, que luego amplió con los maestros de Cesarea. Aquí hizo amistad con Gregorio Nacianceno; ambos amigos marchaban siempre juntos, no conociendo más camino que el de la iglesia y el de la escuela. Sus escritos rezuman la cultura clásica recibida en su ciudad natal, y posteriormente perfeccionada en Constantinopla y en Atenas, donde volvió a encontrarse con su entrañable amigo Gregorio.

Basilio, sin embargo, no estaba aún bautizado. La formación adquirida fue un baño de humanismo antes de la inmersión en Cristo. Más tarde la considerará como un resplandor de luz eterna y se esforzará por adaptar la ideología griega al pensamiento cristiano. A los veintiséis años retorna a Capadocia, donde los ejemplos de su hermana Macrina, que vivía en casa como las vírgenes consagradas a Dios, le hicieron despertar de un profundo letargo y, viendo la luz de la verdad evangélica, decidió hacerse cristiano. Recibió el bautismo de manos de Dianios, obispo de Cesarea, y encaminó sus pensamientos hacia la vida monástica.

Para iniciarse bien en ella emprende en 357 un largo viaje de estudio orientador a través de las lauras de Egipto, Palestina, Siria y Mesopotamia. Vuelto a su patria, distribuye sus bienes a los pobres, se retira a Annesi, a la orilla del Iris, en el Ponto, donde, gracias a la experiencia adquirida, organiza y funda un monasterio. Su inspirador en ascetismo era Eustato, obispo de Sebaste, en la pequeña Armenia, iniciador de la vida monástica en Asia.

La oración, la lectura, el trabajo manual, consumían aquellas largas jornadas de soledad, vividas en rigor y dureza extremos. Aquí aprendió la teología y sobre todo el conocimiento de la Sagrada Escritura que respiran sus escritos. Los discípulos empezaron bien pronto a afluir. En 358-359 redacta Basilio para sus monjes unas instrucciones generales, conocidas con el título de Grandes Reglas, notables por su sabiduría y moderación; posteriormente escribió las Pequeñas Reglas o exhortaciones y consejos. Quedaba así consagrada la vida común sobre la eremítica, convirtiéndose Basilio en el legislador de la vida cenobítica en Oriente y padre del monacato oriental. Hacía el año 359 compone igualmente para los monjes la Filocalía, es decir, una antología de Orígenes, al que tomara como modelo en su deseo de compaginar la vida ascética con la formación científica.

Fue, efectivamente, preocupación de los Padres y Doctores de la Iglesia oriental aprovechar al máximo para el cristianismo la estructura y las concepciones helénicas del paganismo, en lo que sobresalió Orígenes. El mismo Basilio aconsejará más tarde a los jóvenes la manera de aprovecharse en cristiano de la lectura de los autores clásicos. Al fin y al cabo, la obra de Dios creador en los pueblos precristianos debía forzosamente de conducir, como "economías" o caminos providenciales, a la obra de Jesucristo Redentor. San Basilio vio clarísima esta verdad y trató de bautizar, por decirlo así, a Platón y su escuela.

Hubiera deseado Basilio pasar en su soledad del Ponto el resto de sus días, pero la Providencia quiso consagrarlo también como activo obrero de su Iglesia. Desde el año 360 le vemos fuera del monasterio, paladín de controversias religiosas en defensa de la Iglesia, amenazada exteriormente por la persecución, e interiormente por los conatos de herejía. Acompaña al obispo armenio de Sebaste, Eustato, a Constantinopla; regresa a Capadocia, retornando a su monasterio del Iris; vuelve nuevamente a Cesarea para asistir en su muerte al obispo Dianios. Como sucesor de éste fue entronizado en el año 362 Eusebio, que será durante ocho años el metropolitano de Basilio.

Basilio era ya “lector", y Eusebio, deseoso de tenerlo a su lado en momentos en que la persecución de Juliano arreciaba contra la Iglesia, le ordenó de sacerdote. Las envidias le obligaron a volverse a su retiro del Ponto, refugio siempre añorado en medio de los vaivenes de la tarea apostólica. Como a la persecución cruenta del Apóstata se añadiese ahora la de Valente en favor del arrianismo, el metropolitano Eusebio, ayudado de Gregorio Nacianceno, consiguió reintegrar a Basilio a su cargo, junto a su obispo. Era el año 365. Cinco años permaneció, ininterrumpidamente como auxiliar de Eusebio. Gregorio traza así la semblanza de Basilio en esta época: "Buen consejero, diestro colaborador, expositor de los libros santos, fiel intérprete de sus obligaciones, báculo de su ancianidad, columna de su fe”.

Durante estos años Basilio desarrolla a velas desplegadas su ministerio apostólico, sin descuidar, sin embargo, su vida de monje; intensifica la lucha contra los arrianos y arrianizantes, se entrega a la reforma del clero y de los monjes y se consagra a la instrucción y servicio del Pueblo cristiano. Durante un período de hambre en Capadocia, por el año 367 ó 368, Basilio, que había ya heredado la fortuna de su madre, entregó sus bienes por segunda vez, recomendó suscripciones, abrió cantinas populares, contribuyendo en gran escala a aminorar los efectos de la desgracia.

Aún encontró tiempo Basilio para reformar la liturgia. No es que él inventara nuevos ritos o compusiera nuevas oraciones; su labor consistió preferentemente, como la de San Juan Crisóstomo, en escoger, entre las plegarias y ceremonias más antiguas, lo mejor y más adecuado, haciendo quizá alguna modificación y aun añadiendo tal vez alguna oración original. Pero esto fue lo suficiente para que se le otorgase a Basilio la paternidad de la liturgia bizantina, que lleva su nombre, y que, por ser más antigua y más larga que la del Crisóstomo, tiene marcado carácter de penitencia, en consonancia con el espíritu ascético de su autor. La liturgia de San Basilio se celebra todos los domingos de Cuaresma y el día 1 de enero, fiesta del Santo en la Iglesia oriental.

Uno de los episodios de esta época fue el viaje del emperador Valente a Cesarea, decidido a implantar el arrianismo; algunos obispos habían suscrito por temor las fórmulas heréticas del concilio de Rímini, y los que no lo hicieron fueron depuestos. El extraordinario prestigio de Basilio en Cesarea alejó el peligro de la guerra religiosa, debiendo marchar el emperador sin intentar siquiera imponer el arrianismo, Basilio era realmente el hombre de Cesarea: diplomacia, administración, caridad... , todo estaba en sus manos.

En esto muere el metropolitano Eusebio. Es natural que la elección de su sucesor recayese en Basilio, alma de la metrópoli. Hubo viva oposición, pero su amigo de siempre, Gregorio Nacianceno, venció todas las dificultades, y Basilio quedó constituido en metropolita de Cesarea de Capadocia. Su misión era harto difícil. Cesarea era una gran sede, cabeza de toda la provincia eclesiástica de Capadocia, y con jurisdicción sobre cincuenta diócesis sufragáneas, repartidas en once provincias; era necesario elegir obispos dignos, vigilar la convocatoria regular de los sínodos, resolver litigios y casos de conciencia.

El primer problema que se le presenta al nuevo metropolita es el del arrianismo, favorecido por el emperador Valente. Este torna por segunda vez a Cesarea con la misma intención de imponer la doctrina de Arrio. Conocida es la respuesta de Basilio al prefecto imperial en Capadocia, cuando éste intentaba ganarlo a los caprichos heretizantes de Valente: "Es que tal vez no te has encontrado nunca con un obispo”. "Nadie ha usado conmigo hasta hoy semejante lenguaje", había dicho el prefecto imperial ante las enérgicas respuestas del metropolita; y es que Valente se hallaba efectivamente por vez primera ante “todo un obispo”. Impresionado Valente y lleno de respetuoso temor, quiso conquistarle con seducciones y amenazas; pero hubo finalmente de ceder, retirándose de Capadocia sin imponerle ninguna firma contraria al concilio de Nicea y encomendándole por añadidura en 372 la dirección de los asuntos eclesiásticos de Armenia.

La paz, ganada contra la herejía, pareció por un momento perturbarse cuando el emperador dividió Capadocia en dos provincias, con Cesarea y Tiana por capitales. El obispo de Tiana, Antimo, aprovechó la oportunidad para rechazar la autoridad de Basilio y constituirse en metropolitano independiente de Cesarea. Basilio obró hábil y enérgicamente, nombrando obispo de Sásima a Gregorio, ciudad por donde pasaban las vías que conducían a Cesarea los tributos debidos a ésta. Así se conjuró la deslealtad de Tiana. Más tarde, sin embargo, por bien de paz, Basilio consintió en ceder al usurpador una parte de los derechos de la "segunda Capadocia".

Basilio se esforzó, por otra parte, en asegurar la paz más allá de las fronteras capadocianas, multiplicando sus conferencias con los obispos orientales, manteniendo contacto epistolar con Atanasio e incluso suplicando la intervención del papa Dámaso y la de los obispos occidentales. Un pequeño incidente sobre el nombramiento de obispo para Antioquía por poco paraliza sus gestiones con Occidente, pero ello nada disminuyó su auténtica ortodoxia católica.

Basilio sabía luchar en todos los frentes a la vez, a pesar de que su salud se resentía cada día más. Los intereses temporales de la diócesis le preocupaban; sus cartas abundan en intervenciones de esta clase. Defendió ante el poder civil las inmunidades eclesiásticas; reclamó para ambos cleros la exención de los impuestos; consiguió para sí la jurisdicción sobre los delitos cometidos en perjuicio de las iglesias. Una de sus obsesiones eran los pobres y los esclavos; pedía a los ricos para dar a los indigentes; multiplicó hospicios y casas de beneficencia, instalándolos sobre todo en las ciudades, atendidas eclesiásticamente por corepíscopos, en la capital de la metrópoli fundó la célebre “Basiliada", establecimiento de inmensas proporciones, hospedería, asilo, hospital y leprosería, todo a la vez, donde centralizó los servicios generales de asistencia a los necesitados. Predicaba frecuentemente sobre la limosna, y a los ricos avaros dirigía los siguientes o, similares reproches: "¿No te sientes ladrón?... No lo olvides; el pan que tú no comes pertenece al que tiene hambre; el vestido que tú no usas pertenece al que va desnudo; el calzado que no empleas es propiedad del descalzo; el dinero, que tú malgastas es oro del indigente; eres un ladrón de todos aquellos a quienes podrías ayudar”.

Valente murió, finalmente, en el año 378. Con ello tornó la paz a la Iglesia, Su sucesor, Graciano, restableció por ley la libertad religiosa, y Basilio pudo dedicarse más intensamente a su labor pastoral. Los habitantes de Constantinopla llamaron a su amigo Gregorio de Nacianzo a ocupar la sede constantinopolitana; la respuesta favorable fue redactada de común acuerdo por ambos amigos, siendo éste tal vez el último acto y la última alegría de su vida. Gregorio escribió que Basilio, aquejado de una grave dolencia de hígado, vivía sin alimentarse y que su piel tocaba inmediatamente los huesos. Extenuado por los trabajos, las preocupaciones y las mortificaciones del asceta, Basilio se consumió prematuramente el 1 de enero de 379. Contaba entonces sólo cuarenta y nueve años de edad.

Cuanto queda dicho es un pálido reflejo de la rica fisonomía espiritual de San Basilio. Sería necesario leer sus innumerables escritos, particularmente su epistolario, donde se halla diseminada la historia de sus crisis interiores, de sus inquietudes apostólicas y de sus dolores espirituales. Junto al asceta y al contemplativo, al pastor infatigable y al defensor de los derechos de la verdad católica, encontramos al insigne polígrafo, que en multitud de cartas, de discursos y tratados dogmáticos, preferentemente ascéticos, iba vertiendo su ciencia y su piedad, encaminadas a llevar las almas a Dios.

Hablando de su oratoria, se ha dicho que Basilio fue el primer orador de la Iglesia; Atanasio arengaba a los soldados de la fe; Orígenes dogmatizaba ante sus discípulos; Basilio hablaba a todas horas y a toda clase de hombres, con un lenguaje a la vez natural y sabio, cuya elegancia no disminuía ni la sencillez ni la valentía. Gregorio fue tal vez más brillante; para Basilio la dicción y el estilo eran no ornato, sino armas, cuyo mango, más o menos labrado, sólo servía para clavarlas más hondas.

Sus cartas reconocidas como auténticas suman unas 365 y, salvo algunas que son de simple cortesía, nos permiten seguir día a día su prodigiosa actividad. El epistolario basiliano brinda al historiador preciosas noticias sobre la vida de los cristianos en época tan turbulenta de la historia de la Iglesia; su estilo es bellísimo y su contenido revela el alma de un gran santo. Unas se refieren a asuntos generales de la Iglesia, otras aluden a la vida monacal, algunas son verdaderos tratados de teología y disciplina canónica, bastantes son cartas de consuelo a familias desgraciadas, algunas están dirigidas a pecadores y a sacerdotes infieles, la mayor parte se refieren a la muchedumbre de negocios confiados a la solicitud pastoral de Basilio.

Pocas en número, pero de altísimo valor doctrinal, fueron sus obras dogmáticas: los tres libros contra el arriano Eunomio, escritos en 363-365, y el tratado sobre el Espíritu Santo, redactado después del año 70. Ambos vienen a ser como la síntesis trinitaria y teológica del doctor de Cesarea. Sobriamente elegantes, ricos de estilo y de elocuencia, estos tratados se mueven dentro de la filosofía metafísica de la antigüedad, de contornos platónicos, peripatéticos, eclécticos; alguien ha llamado a Basilio el Platón cristiano; pero el contenido es netamente niceno.

Basándose en las definiciones del concilio y en la doctrina de su gran apologista San Atanasio, Basilio defendía, contra Sabelio, la distinción de personas divinas; contra los arrianos, su perfecta igualdad, alerta a cortar los brotes renacientes de la herejía y captando a los indecisos semiarrianos a la confesión de fórmulas trinitarias claras. Paladín del omousios, acogía, sin embargo, las expresiones sinónimas, a condición de un acuerdo objetivo. Matizó los términos, aún confusos, de “naturaleza” y "persona" o hipóstasis, entendiendo por aquélla lo que en Dios es común; y por éstas lo que en Dios es especial. Difundió como ningún otro, al par que la acreditó con su autoridad, la fórmula "una sola esencia y tres hipóstasis", estereotipada definitivamente en la doctrina católica del dogma trinitario.

Tiene otro mérito San Basilio en lo relativo al dogma de la Trinidad, y es el haber profundizado la doctrina sobre el Espíritu Santo y preparado así la síntesis dogmática del concilio de Constantinopla relativa a la tercera persona de la Santísima Trinidad. En lo que respecta a la procesión del Espíritu Santo "del Padre y del Hijo", San Basilio defiende la verdadera doctrina, aunque use indistintamente la fórmula de cuño oriental "procede del Padre por el Hijo". Las frases a veces un poco ambiguas, supuesta la imprecisión ideológica de la época, reciben un sentido recto en el conjunto de los escritos trinitarios de Basilio.

No menos importantes fueron sus homilías y escritos exegéticos. Los discursos, unos interpretan a la Sagrada Escritura, otros son parenéticos, dogmáticos algunos, morales bastantes. Se cuentan unos veinticuatro como auténticos de San Basilio. Entre las obras exegéticas se encuentran las nueve homilías sobre el Hexámeron, cortadas en el día quinto, pronunciadas por Basilio durante una semana de Cuaresma; y las trece homilías sobre los Salmos, predicadas, como las anteriores, antes de recibir la consagración episcopal. En el Hexámeron describe brillantemente las obras de Dios creador, pero se extiende juntamente en el planteamiento de los problemas filosóficos o científicos relativos al origen del mundo. En la exégesis de los Salinos, Basilio sigue más bien las directrices alegóricas de la escuela alejandrina, encauzándolas a los variados temas de la mística y de la moral.

Notemos que todos los escritos de San Basilio acusan una tendencia moralizante y pastoral, a que su alma apostólica tan fuertemente le inclinaba; sólo eso permitiría, aun sin tener en cuenta sus escritos especializados, contarlo entre los primeros escritores ascéticos. Pero San Basilio no podía por menos de legarnos tratados especiales sobre la ascesis. Ya han quedado consignadas las Grandes Reglas, divididas en 55 capítulos, y las Pequeñas Reglas, resumen de las anteriores en 313 apartados. Publicó además el libro de los Morales, colección sistemática de textos del Nuevo Testamento, cinco tratados sobre la vida cristiana, y las homilías de contenido moral arriba mencionadas. San Basilio no fue un moralista teórico o doctrinario, ni siquiera un sistematizador de los principios o de las aplicaciones ascético-morales. Pero esto no quiere decir que su doctrina no sea coherente en el fondo, ya que emana de principios filosóficos y teológicos indiscutidos; fue en este terreno donde supo mejor San Basilio, al igual que otros Padres de la Iglesia primitiva, armonizar el helenismo pagano y el cristianismo; de aquél supo conservar el marco y el fondo de eterna sabiduría, de este extrajo la sublimidad de la doctrina y sobre todo el misticismo ardiente de su alma. "Cuando yo tomo sus tratados morales y prácticos —escribe su amigo y panegirista San Gregorio Nacianceno—, mi alma y mi cuerpo se purifican, me transformo en el templo digno de Dios y en instrumento dócil del Espíritu Santo para albergar su gloria y su magnificencia. Su soplo pone en mí un ritmo de armonía, yo me siento otro, metamorfoseado a semejanza de Dios."

La doctrina ascética de San Basilio ha inspirado en todas las épocas familias religiosas que han seguido su regla, han imitado su espíritu y han adoptado su nombre. Se puede afirmar que es la regla monástica por antonomasia del Oriente cristiano. Hasta en nuestra España floreció un tiempo una Congregación de monjes, basilios, esplendor de cultura y santidad.

Sus funerales fueron emocionante testimonio de su popularidad y santidad; asistieron a ellos católicos, paganos y judíos. Cesarea le tributó inmediatamente culto, que la Iglesia universal no tardó en ratificar. El Occidente celebra su fiesta el 14 de junio, mientras que el Oriente lo festeja el día 1 de enero, aniversario de su muerte.

Basilio recibió sepultura en el sepulcro de sus mayores; "cerca de los obispos el obispo; el mártir, cerca de los mártires, junto a los predicadores, la gran voz que sigue vibrando en mis oídos", dijo San Gregorio de Nacianzo en su panegírico sobre su amigo Basilio.
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Re: 8. La Orden de San Basilio. Semana del 6 de octubre

Notapor MECHA1 » Lun Oct 06, 2014 7:41 pm

Hola. Excelentes las reglas de San Basilio. Una profunda vida cristiana. Gracias por todos los aportes y conocimientos. Dios, el Divino NIño Jesús y nuestra Santísima Madre María los bendigan y acompañen en su camino. Saludos.
REGLA DE SAN BASILIO
Bajo el nombre de Basilianos están incluidos todos los religiosos que siguen la Regla de San Basilio. Basilio prefirió la vida cenobítica a la anacorética, pero quiso también que los monasterios no fuesen demasiado numerosos, a fin de que el superior pueda consagrarse mejor a sus súbditos. La ocupación del monje, es la divina alabanza, la lectura espiritual y el trabajo manual, de tal manera, sin embargo, que no ocasione disturbio a la vida en comunidad y a las normas de las reglas. Ya desde el comienzo admitía Basilio en sus monasterios a jovencitos confiados por sus padres para que fuesen educados e instruidos en las disciplinas profanas y sagradas, inaugurando así un ramo proficuo de la acción de las órdenes religiosas: el colegio. Los monasterios de estos religiosos no han tenido nunca la organización jerárquica que existe normalmente en las casas de una orden propiamente dicha. Sólo unas pocas casas estuvieron agrupadas en congregaciones o están combinadas, de este modo, hoy en día. San Basilio preparó esta Regla para los miembros del monasterio que fundó hacia el año 356 en la ribera del río Iris, en Capadocia. Antes de formar esta comunidad visitó Egipto, Palestina, Celesiria y Mesopotamia para ver por sí mismo el modo de vida llevada por los monjes en estos países. San Gregorio Nacianceno, que compartió el retiro, ayudó a Basilio con sus consejos y su experiencia. La Regla de Basilio está dividida en dos partes: las “Reglas monásticas mayores” (Regulae fusius tractatae, Migne, P.G., XXXI, 889-1052) y las “Reglas menores” (Regulae brevius tractatae, ibid., 1051-1306). Rufino, que las tradujo al latín, reunió las dos en una única Regla bajo el nombre de “Regulae sancti Basilii episcopi Cappadociae ad monachos” (P.L., CIII, 483-554); esta Regla fue seguida por algunos monasterios occidentales. Durante mucho tiempo, se sostuvo que fue el obispo de Cesarea el autor de una obra sobre el monacato llamada “Contitutiones monasticae” (P.G., XXXI, 1315-1428). En esta Regla, San Basilio seguía un método catequético: el discípulo pregunta y el maestro responde. Él se limita a establecer una serie de principios indiscutibles que guiarán a los superiores y los monjes en su conducta. Envía a sus monjes a las Sagradas Escrituras; para él la Biblia es la base de toda la legislación monástica, la verdadera Regla. Las preguntas se refieren generalmente a las virtudes que los monjes deberían practicar y los vicios que deberían evitar. La mayor parte de las respuestas contiene uno o varios versos de la Biblia acompañados de un comentario que define el significado. Las cualidades más destacables de la Regla Basiliana son su prudencia y su sabiduría. Deja a sus superiores el cuidado de establecer los muchos detalles de la vida diaria local e individual; no determina el material que es ejercicio de la práctica religiosa o de los reglamentos administrativos del monasterio. Pobreza, obediencia, renuncia y abnegación son las virtudes en las que se basa San Basilio para la fundación de la vida monástica.
Cuando dio esta Regla, podría no bastar para alguien que deseara organizar un monasterio, puesto que toma esta obra como un hecho cumplido. La vida de los monjes capadocios no podía ser reconstruida con estas referencias a la naturaleza y el número de comidas o la vestimenta. Los superiores tenían como guía una tradición aceptada por todos los monjes. Esta tradición fue progresivamente enriquecida por las decisiones de los concilios, por las ordenanzas de los emperadores de Constantinopla y por los reglamentos de algunos abades reverenciados. Así se formaron un conjunto de leyes que regulaban los monasterios. Algunas de éstas fueron aceptadas por todos, otras sólo por las casas de algunos países, mientras que había reglamentos que sólo se aplicaban en algunas comunidades. En este aspecto, el monacato oriental se asemeja al del occidental: es notable la gran variedad de prácticas. La existencia de la Regla de San Basilio formaba un principio de unidad.
Los monasterios de Capadocia fueron los primeros en aceptar la Regla de San Basilio; después se fue extendiendo gradualmente a todos los monasterios del Este. Los de Armenia, Caldea y Siria prefirieron en general, en lugar de la Regla de San Basilio, las prácticas que eran conocidas como la Regla de San Antonio. Ni las autoridades eclesiásticas ni las imperiales se esforzaron en universalizar la conformidad con la Regla de San Basilio. Es por tanto imposible decir en qué época adquirió la supremacía de las comunidades religiosas del mundo griego, pero la fecha es probablemente muy temprana. El desarrollo del monacato fue, por decirlo brevemente, la causa de su difusión. Protegidos por los emperadores y los patriarcas, los monasterios aumentaron rápidamente. El monacato no fue capaz de extenderse por todas las partes del imperio con igual rapidez. Estos monjes fueron parte activa de la vida eclesiástica de su tiempo: participaban en todos los desacuerdos, tanto teológicos como de otro tipo, y se asociaron con todas las obras de caridad. Sus monasterios fueron lugar de refugio de estudiosos. Muchos de los obispos y patriarcas fueron elegidos de entre sus rangos. Su historia está entretejida con la de las Iglesias Orientales. Dieron a la predicación del Evangelio sus más grandes apóstoles. Como resultado, la vida monástica consiguió establecerse al mismo tiempo que el Cristianismo se expandió entre todas las razas. La posición de los monjes en el Imperio fue de gran poder, y su riqueza ayudó a aumentar su influencia. Por ello, su desarrollo siguió un ritmo paralelo al de sus hermanos occidentales. Los monjes, como regla general, siguieron las vicisitudes teológicas de los emperadores y patriarcas, y no mostraron una notable independencia excepto durante la persecución iconoclasta; las posición que tomaron en esta generó la ira de los controversialistas imperiales. Hubo mártires entre ellos; muchos fueron condenados al exilio y algunos aprovecharon esta condena para reorganizar su vida religiosa en Italia.
Desde el principio, las Iglesias Orientales tomaron a menudo a sus patriarcas y obispos de los monasterios. Cuando el clero seglar fue reclutado ampliamente de entre los hombres casados y como el oficio episcopal no podía ser dado a estos, era un privilegio de los religiosos que habían hecho el voto de castidad. Debido a esto, los monjes formaban una clase aparte, correspondiente al clero superior de las Iglesias Occidentales; esto dio y aún sigue dando una influencia preponderante a los propios monasterios. En algunos de ellos, se enseña Teología tanto a clérigos como a laicos. Mientras el espíritu de proselitismo existió en el este, los monasterios proporcionaban a la Iglesia todos sus misioneros. El cisma bizantino no cambió notablemente la posición de los monjes basilianos y sus monasterios. Sus sufrimientos comenzaron con la conquista mahometana. Para una gran parte de ellos, la conquista fue su completa ruina, especialmente para aquellos de lo que hoy es Turquía, Asia y la región de alrededor de Constantinopla. En el Este, los conventos de mujeres adoptaron la Regla de San Basilio y tenían constituciones copiadas de las de los monjes basilianos.
Dice San Basilio “El amor de Dios no es algo que pueda aprenderse con unas normas y preceptos. Así como nadie nos ha enseñado a gozar de la luz, a amar la vida, a querer a nuestros padres y educadores, así también, y con mayor razón, el amor de Dios no es algo que pueda enseñarse, sino que desde que empieza a existir este ser vivo que llamamos hombre es depositada en él una fuerza espiritual, a manera de semilla, que encierra en sí misma la facultad y la tendencia al amor. Esta fuerza seminal es cultivada diligentemente y nutrida sabiamente en la escuela de los divinos preceptos y así, con la ayuda de Dios, llega a su perfección”.
“Por esto, nosotros, dándonos cuenta de vuestro deseo por llegar a esta perfección, con la ayuda de Dios y de vuestras oraciones, nos esforzaremos, en la medida en que nos lo permita la luz del Espíritu Santo, por avivar la chispa del amor divino escondida en vuestro interior”.
“Digamos, en primer lugar, que Dios nos ha dado previamente la fuerza necesaria para cumplir todos los mandamientos que él nos ha impuesto, de manera que no hemos de apenarnos como si se nos exigiese algo extraordinario, ni hemos de enorgullecernos como si devolviésemos a cambio más de lo que se nos ha dado. Si usamos recta y adecuadamente de estas energías que se nos han otorgado, entonces llevaremos con amor una vida llena de virtudes; en cambio, si no las usamos debidamente, habremos viciado su finalidad”.
“En esto consiste precisamente el pecado, en el uso desviado y contrario a la voluntad de Dios de las facultades que él nos ha dado para practicar el bien; por el contrario, la virtud, que es lo que Dios pide de nosotros, consiste en usar de esas facultades con recta conciencia, de acuerdo con los designios del Señor”.
“Siendo esto así, lo mismo podemos afirmar de la caridad. Habiendo recibido el mandato de amar a Dios, tenemos depositada en nosotros, desde nuestro origen, una fuerza que nos capacita para amar; y ello no necesita demostrarse con argumentos exteriores, ya que cada cual puede comprobarlo por sí mismo y en sí mismo. En efecto, un impulso natural nos inclina a lo bueno y a lo bello, aunque no todos coinciden siempre en lo que es bello y bueno; y, aunque nadie nos lo ha enseñado, amamos a todos los que de algún modo están vinculados muy de cerca a nosotros, y rodeamos de benevolencia, por inclinación espontánea, a aquellos que nos complacen y nos hacen el bien”.
Prólogo.
La escucha y vuelta a Dios.
1 Escucha, hijo, la enseñanza del maestro y aplica el oído de tu corazón. Acoge con gusto esta exhortación de un padre entrañable y ponla en práctica, 2 para que por el esfuerzo de la obediencia vuelvas a aquel de quien te apartaste por la dejadez de la desobediencia. 3 Quienquiera que seas, te dirijo mi exhortación a ti que, renunciando a tu voluntad, tomas las ilustres y heroicas armas de la obediencia para militar bajo Cristo Señor y verdadero rey.
Orar para que Dios culmine su obra.
4 Ante todo, al empezar cualquier obra buena, pídele a él con insistente oración que la lleve a término, 5 para que, pues ha querido contarnos ya entre el número de sus hijos, jamás se deba afligir por nuestras malas obras. 6 Pues siempre debemos cuidar los dones que ha puesto en nosotros, no sólo para que, como padre airado, no llegue a desheredar a sus hijos, 7 sino para que, como señor temible irritado por nuestros males, no nos entregue a la pena eterna como a siervos malvados que no le han querido seguir a la gloria.
Levantémonos de una vez.
8 Levantémonos, pues, de una vez, que la Escritura nos despierta diciendo: Ya es hora de espabilarse. 9 Y, abiertos nuestros ojos a la luz divina, oigamos con suma reverencia la voz de Dios que a diario nos dice: 10 Ojalá escuchéis hoy su voz: No endurezcáis el corazón.11 Y también: Quien tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. 12 ¿Y qué dice? Venid, hijos, escuchadme, os instruiré en el temor del Señor.13 Corred mientras tenéis la luz de la vida, antes que os sorprendan las tinieblas de la muerte.
El camino de la vida.
14 Y buscando el Señor su obrero entre la gente a la que dice estas cosas insiste: 15 ¿Hay alguien que ame la vida y desee días de prosperidad? 16 Si tú, oyéndolo, respondes: Yo, te dirá Dios: 17 Si quieres tener una vida feliz y eterna, guarda tu lengua del mal, tus labios de la falsedad. Apártate del mal, obra el bien, busca la paz y corre tras ella. 18 Y cuando obréis así, me fijaré en vosotros y escucharé vuestras súplicas. Antes que me invoquéis, os diré: Aquí estoy. 19 Amadísimos hermanos, ¿encontraremos algo más dulce que esta voz del Señor que nos invita? 20 El Señor mismo, en su bondad, nos enseña el camino de la vida.
¿Quién habitará en tu casa, Señor?
21 Ceñida, pues, la cintura con la fe y la observancia de las buenas obras, sigamos su camino, guiados por el Evangelio, para que merezcamos ver a quien nos ha llamado a su reino. 22 Si queremos habitar en su reino, no llegaremos a él si no adelantamos en buenas obras.23 Pero preguntemos al Señor con el profeta diciéndole: ¿Señor, quién puede hospedarse en tu tienda y habitar en tu monte santo? 24 Y oigamos, hermanos, al Señor que nos responde y nos enseña el camino de su casa 25 diciendo: El que procede honradamente y practica la justicia. 26 El que tiene intenciones leales y no calumnia con su lengua. 27 El que no hace mal a su prójimo ni difama al vecino. 28 El que, cuando el diablo malvado le insinúa algo, considerándole despreciable, rechaza de su corazón al diablo con su insinuación y, agarrando hasta sus más pequeños pensamientos, los estrella contra Cristo. 29 Quienes, temiendo a Dios, no se engríen por su buena conducta sino que, sabiendo que las buenas cualidades en ellos existentes no proceden sino del Señor, 30 ensalzan a Dios que actúa en ellos, diciendo como el profeta: No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu nombre, da la gloria. 31 Igual que el apóstol Pablo no se sobreestimó por su predicación diciendo: Por la gracia de Dios soy lo que soy. 32 E insiste: El que se gloría que se gloríe en el Señor.
El Señor espera una respuesta.
33 Por eso dice el Señor en el Evangelio: El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. 34 Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa. Pero no se hundió porque estaba cimentada sobre roca. 35 Al decir esto el Señor espera que a diario respondamos con hechos a sus santos consejos. 36 Pues se nos dan los días de esta vida como tregua para corregir los vicios, como dice el apóstol: 37 ¿No sabes que la bondad de Dios es para empujarte a la conversión? 38 Pues el Señor, compadecido, dice: No me complazco en la muerte del pecador, sino en que se convierta y viva.
Apresurémonos a poner por obra.
39 Al preguntarle al Señor, hermanos, por el que ha de habitar en su morada, hemos oído sus condiciones: cumplir los deberes del morador de su casa. 40 Por tanto, debemos disponer nuestros corazones y nuestros cuerpos para militar en la santa obediencia de sus preceptos. 41 Roguemos al Señor nos dé la ayuda de su gracia para superar lo que exceda a nuestra naturaleza. 42 Y si, huyendo de las penas del infierno, queremos llegar a la vida eterna, 43 mientras haya tiempo, estemos en este cuerpo y podamos cumplir todas estas cosas a la luz de la vida, 44 debemos apresurarnos y poner por obra lo que eternamente más nos aprovechará.
Una escuela del servicio divino.
45 Vamos a instituir, pues, una escuela del servicio divino. 46 En ella no esperamos establecer nada duro ni penoso. 47 Pero si, cuando sea conveniente, para enmendar los vicios y conservar la caridad, se presenta algo un poco más severo que de ordinario, 48 no abandones en seguida, asustado, el camino de la salvación, que necesariamente ha de iniciarse con un comienzo estrecho. 49 Pues al progresar en la vida monástica y en la fe, dilatado el corazón, se corre con una dulzura de amor indecible por el camino de los mandatos de Dios. 50 Así, pues, no apartándonos nunca de su magisterio y perseverando en su doctrina en el monasterio hasta la muerte, participemos con nuestra paciencia en los sufrimientos de Cristo, para que también merezcamos compartir con él su reino. Amén.
FRAGMENTOS DE LA REGLA DE SAN BASILIO (329-379)
(Cuestión 2)
14 ¿Quién otro puede haber tan bueno como Dios? Más aún, ¿quién otro puede ser bueno, sino el único Dios?
15 ¿Hay (acaso) otra belleza, otro esplendor, otra hermosura que nos incite naturalmente a amar, como la que (sabemos) está, y debemos creer que existe, en Dios?
16 ¿Dónde (encontraremos) semejante gracia? ¿Qué otra llama de amor encenderá lo más escondido e interior del alma, así como el amor de Dios debe inflamar lo arcano de la mente, 17 sobre todo si está purificada de toda mancha, si el alma es pura, y con afecto verdadero dice: Estoy herida por el amor?
18 Siento que el amor de Dios es totalmente inefable, y que es más fácil sentirlo que poder expresarlo, es una cierta luz inenarrable: aunque la palabra lo compare con el rayo o con el relámpago, el oído no lo escuchará.
19 Si tomas los fulgores del lucero, el esplendor de la luna, la misma luz del sol, con su gloria, todas las cosas son tan obscuras y tenebrosas, como si se comparara la noche más negra y sumergida en la oscuridad de una profunda tiniebla con la luz limpidísima del sol de mediodía.
20 Esta hermosura no se puede ver con los ojos corporales, sólo se la percibe con el alma y con la mente; 21 si esta hermosura llega acaso a rozar la mente y el alma de los santos, clava en ellos el llameante aguijón de su amor.
22 Por eso, consumiéndose como por un fuego de amor y teniendo horror a la vida presente, uno de ellos decía: ¿Cuándo iré y me presentaré ante el rostro de Dios?, 23 y nuevamente decía, inflamado con el fuego de este ardor: Mi alma tiene sed del Dios vivo, 24 y ardiendo con un deseo insaciable, oraba para ver la voluntad del Señor y ser protegido en su templo santo; así, pues, deseamos también naturalmente las cosas que son buenas y las amamos.
(Cuestión 3)
1 Considero por muchas razones que es útil llevar vida en común con los que tienen la misma voluntad y el mismo propósito, 2 en primer lugar, porque también para las necesidades materiales y el servicio de los alimentos ninguno de nosotros se basta solo, a sí mismo, y por tanto en lo que se refiere a los servicios mutuos que son indispensables en nuestra vida necesitamos unos de otros para nuestros trabajos.
3 Así como el pie del hombre en ciertos casos utiliza sus propias fuerzas, y en cambio en otros necesita las ajenas, y sin la ayuda de los otros miembros no puede cumplir su obra ni bastarse con sus propias fuerzas, 4 así también me parece que en la vida solitaria se padece (el hecho) de que ni lo que hay en ella puede ser útil (a otros), ni puede adquirirse (de otros) lo que falta.
5 Además el orden de la caridad no permite a nadie buscar su propio interés, como dice el Apóstol: “La caridad no busca su propio interés”.
6 Finalmente, nadie puede discernir con facilidad sus culpas y vicios, pues no hay quien se los reproche; 7 con facilidad le puede suceder a este hombre lo que está escrito: “Pobre del que está solo, pues si cae, no hay nadie que lo ayude a levantarse”.
8 Pero también los mandamientos se cumplen más fácilmente entre muchos, en cambio el que está solo, cuando parece que cumple (un mandamiento), no puede cumplir otro: piensa, por ejemplo, ¿cómo visitará a un enfermo quien está solo?, ¿o cómo recibirá a un peregrino?
9 Si verdaderamente todos somos el cuerpo de Cristo, y somos los unos miembros de los otros, debemos adaptarnos y unirnos los unos a los otros por un trabajo armónico, en el Espíritu Santo, como en un solo cuerpo.
10 Pero si cada uno de nosotros eligiera la vida solitaria, no por una causa o un motivo agradables a Dios o que congregase a todos en una común generosidad, sino para satisfacer las propias voluntades y pasiones, 11 ¿cómo podremos, separados y divididos, alcanzar la recíproca concordia de los miembros?
12 Este tal no se alegra con los que se alegran, ni llora con los que lloran, ya que, separado y dividido de los demás, ni siquiera podrá conocer las necesidades de sus prójimos.
13 Es imposible que uno solo pueda recibir todos los dones del Espíritu Santo, ya que la distribución de los dones espirituales se hace según la medida de la fe de cada uno, 14 de modo que lo que se distribuye parcialmente a cada uno, sé una de nuevo y coopere, como miembros, a la edificación de un único cuerpo.
15 A uno se le dan palabras de sabiduría, a otro palabras de ciencia, a otro de fe, a otro la profecía, a otro el don de curación, y lo que sigue; todos estos dones cada uno los recibe del Espíritu Santo, no tanto para sí cuanto para los otros.
16 Por eso es necesario que la gracia que cada uno recibió del Espíritu de Dios sea de provecho para todos.
17 Puede suceder que quien vive alejado y separado reciba alguna gracia, y esto mismo le será inútil porque no la hace producir, sino que la entierra en sí mismo.
18 Y cuán peligroso sea hacer esto lo saben todos los que han leído el Evangelio.
19 Por el contrario, si comunica la gracia recibida a los demás, mientras él la aprovecha verdaderamente -y ella se multiplica en él al comunicarla a los demás- él mismo saca beneficio de la gracia de los otros.
20 Esta vida en común de los cristianos tiene además muchísimos otros beneficios, que no es posible ahora enumerarlos a todos.
21 Por de pronto, como ya dijimos, es más favorable vivir en comunidad que vivir en soledad para conservar los dones del Espíritu Santo.
22 Pero también contra las insidias del enemigo provenientes del exterior es mucho más segura y útil la compañía de muchos, 23 para que más fácilmente despierte del sueño quien tal vez se hubiese adormecido con aquel sueño que conduce a la muerte.
24 Asimismo su delito le será más patente al delincuente al serle echado en cara o reprochado por muchos, según lo que dice el Apóstol: Bástele: “a ése que así (actúa) la corrección hecha por varios”.
25 Más también se deriva por la oración de muchos no poco provecho cuando oran unánimes y en concordia, de modo que muchos den gracias a Dios en virtud de la gracia que hay en nosotros.
26 La vida solitaria, en cambio, está expuesta a un peligro intrínseco: el primer peligro, que ciertamente es gravísimo, consiste en la autocomplacencia, y no teniendo a nadie que pueda juzgar su obra, le parecerá que (ya) ha llegado a la perfección máxima; 27 entonces, viviendo sin ninguna observancia, no caerá en la cuenta de cuál es su vicio principal ni en qué cosas falta a la virtud; 28 tampoco podrá juzgar acerca de la cualidad de sus obras, pues ha eliminado toda ocasión de poner (las virtudes) por obra.
29 ¿Cómo comprobará su humildad, si no tiene a nadie con quien mostrarse humilde? ¿Cómo demostrará su misericordia el que es ajeno a toda compañía y convivencia?
30 ¿Cómo se ejercitará a sí mismo en la paciencia si no tiene a nadie que ponga obstáculos a sus voluntades?
31 Y si alguno dijera que le basta la doctrina de la Escritura y los preceptos de los Apóstoles para la enmienda de sus costumbres y para la formación (espiritual) de (su) vida, 32 me parece que hace algo semejante a los que siempre están aprendiendo el oficio de fabricar, pero nunca fabrican nada; 33 o bien a los que siempre son instruidos en el arte de los constructores, pero nunca se dedicarán a construir una casa.
(Cuestión 4)
1 Al decir nuestro Señor y Salvador Jesucristo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame”, 2 y de nuevo: “El que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo”,3 (establece) que el que viene con la intención de seguir al Señor, también debe negarse a sí mismo y tomar su cruz; es cierto que ya antes renunció al diablo y a sus obras.
4 Pero esto suelen hacerlo no los que han progresado en la vida o los que ya tienden a la perfección, sino los que están en los primeros pasos de la vida cristiana.
5 La renuncia del hombre a sí mismo, como dijimos más arriba, (consiste) en lo siguiente, a saber: renunciar tanto a sus hábitos anteriores y a su vida (pasada), 6 cuanto a sus costumbres y a los placeres de este mundo, y también a los parentescos según la carne, sobre todo a aquellos que podrían impedir su propósito, 7 considerando más bien como padres suyos a los que lo engendraron en Cristo Jesús mediante el Evangelio, y como hermanos a los que han recibido el mismo Espíritu de adopción, estando convencido de que todas las posesiones no son suyas.
8 Para decirlo brevemente, aquel para quien a causa de Cristo el mundo entero está crucificado y él mismo está crucificado para el mundo, ¿cómo puede hacerse esclavo de los pensamientos y de las solicitaciones del mundo, cuando el Señor le manda que a causa de él renuncie hasta a la vida misma?
9 Una renuncia es perfecta en él si se mantiene totalmente alejado de las pasiones mientras aún vive en el cuerpo, 10 pero comienza a hacer esto ante todo en las cosas exteriores, es decir en las posesiones, en la vanagloria y en otras cosas semejantes, de modo que primero se haga ajeno a ellas.
(Cuestión 8)
16 La llamamos templanza del ayuno, no porque sea una abstinencia absoluta de alimento, lo cual equivale a destruir violentamente la vida, 17 sino porque se conforma no con lo superfluo, sino con lo necesario para la vida, rehuyendo lo que es agradable y dando al cuerpo solamente lo necesario.
18 Y para decirlo brevemente: la virtud de la templanza consiste en abstenerse de todo lo que la pasión de la concupiscencia requiere.
19 Por tanto, la virtud de la templanza se reconoce no sólo en el modo de tomar los alimentos, sino también en la abstención de todas las cosas que dan placer pero dañan nuestra alma.
20 El auténtico temperante no desea la vanagloria; se abstiene de los vicios de la ira, de la tristeza y de todas las cosas que suelen tener ocupadas a las almas incultas y descuidadas.
21 Encontramos que casi todos los mandatos de Dios están relacionados entre sí, y que separados unos de otros es imposible observarlos.
22 Esto es particularmente evidente en el caso de la templanza; ya que será juzgado humilde quien condene y frena la soberbia, 23 y el que renuncia a todos sus bienes según el Evangelio, vende todo lo suyo y lo reparte a los pobres, este sin duda alguna contiene el deseo del dinero; 24 es manso el que contiene la ira y domina el furor.
25 ¿Qué otra (virtud) sino la templanza contiene y modera las miradas de los ojos que vagan de aquí para allá, lo que oye el oído y la intemperancia de la lengua?
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Re: 8. La Orden de San Basilio. Semana del 6 de octubre

Notapor marthe » Lun Oct 06, 2014 9:43 pm

[b]EL CISMA DE ORIENTE[/b]
En el año 1054 finalizó un largo proceso de separación entre las Iglesias cristianas de Oriente y Occidente. El motivo de la ruptura fue la cuestión de la fidelidad al papado de Roma. En Occidente, la autoridad eclesiástica suprema correspondía al Papa, obispo de Roma, quien había sido legitimado a través del apóstol Pedro por boca del mismo Cristo. Por el contrario, en Oriente la autoridad residía en un episcopado integrado por todos los obispos. El conflicto, no obstante, era una diferencia más en una larga cadena de desencuentros que separaban cada vez más a ambas Iglesias.
Las diferencias tenían su raíz más profunda en el carácter cultural diferente de los Imperios romano occidental y oriental, empezando porque el primero era de habla latina y el segundo griega. La división lingüística y cultural se vio acentuada por una larga serie de controversias doctrinales, incluida la discusión sobre la naturaleza dual de Cristo -humana y divina- o la cuestión de la devoción a iconos, es decir, imágenes de Cristo, María o los santos. En el siglo VIII surgió en Oriente un movimiento denominado iconoclastia, es decir, destructores de imágenes, que consideraba una idolatría el culto a las imágenes en las iglesias. Progresivamente este movimiento fue ganando poder, siendo muchas las imágenes destruidas. Sin embargo, sus contrarios, los iconólatras, acabaron por invetir la tendencia, afirmando que las imágenes eran, más que objetos simbólicos, elementos sagrados, capaces por tanto de conferir la gracia divina a los devotos. Esta última actitud no fue aceptada por Occidente.
Estas cuestiones, que separaban a las Iglesias de Occidente y Oriente, forjaron el cisma definitivo del año 1054, cuando la comunidad bizantina del sur de Italia se negó a rendir homenaje al Papa León IX. Este hecho ocasionó una fuerte discusión entre ambas Iglesias, conflicto que finalizó con la excomunión de la Iglesia Oriental, que respondió de la misma forma. Pese a que ha habido varios intentos de reunión.
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Re: 8. La Orden de San Basilio. Semana del 6 de octubre

Notapor LeslyCha » Mar Oct 07, 2014 9:37 am

Basilio el Grande
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Para otros usos de este término, véase San Basilio (desambiguación).

San Basilio de Cesarea (ca. 330 -1 de enero, 379), llamado Basilio el Magno (en griego: Μέγας Βασίλειος), fue obispo de Cesarea y preeminente clérigo del siglo IV. Es santo de la Iglesia Ortodoxa y uno de los cuatro Padres de la Iglesia Griega, junto con San Atanasio, San Gregorio Nacianceno y San Juan Crisóstomo. Basilio, Gregorio Nacianceno y Gregorio de Nisa (hermano de Basilio) son denominados Padres Capadocios. Es santo y doctor de la Iglesia Católica.
San Basilio es el nombre que en la tradición griega lleva Papá Noel. Es él quien se cree que visita a los niños el primero de enero (cuando tiene Basilio su festividad). Se corresponde con San Nicolás que aparece el día de Navidad, o con los Reyes Magos, que llegan el 6 de enero.
Índice
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• 1 Biografía
• 2 Escritos
• 3 Notas
• 4 Enlaces externos
Biografía[editar]
Basilio nació alrededor del año 330 en Cesarea, Capadocia. Provenía de una familia acomodada y piadosa en la que hubo varios santos, entre ellos están su padre, también llamado Basilio, su madre Emelia, su abuela Macrina la Mayor, hermana Macrina la Joven y hermanos Gregorio de Nisa y Pedro de Cesarea, que llegó a ser obispo de Sebaste. Algunos historiadores de la Iglesia han sugerido que Teosebia –que también es santa para la Iglesia Ortodoxa Oriental– fue su hermana menor.
Cuando aún era un niño su familia se trasladó a Ponto, pero pronto volvieron a Capadocia, a vivir con familiares de su madre, y según parece estuvieron al cuidado de su abuela Macrina. Ávido de saber, se trasladó a Constantinopla. Vivió allí y en Atenas unos cuatro o cinco años. En este último lugar tuvo como compañero de estudios a Gregorio Nacianceno, y entabló amistad con el que llegaría a ser emperador Juliano el Apóstata. Ambos estuvieron profundamente influenciados por Orígenes. Entre ambos escribieron una Antología llamada Philokalia.
Fue en Atenas donde comenzó a pensar seriamente en la religión y se decidió a buscar a los más famosos santos eremitas de Siria y Arabia para aprender de ellos el modo de alcanzar un estado de ferviente piedad y de mantener su cuerpo sometido mediante el ascetismo, lo que solía denominar “una vida filosófica”.
Después de esto lo encontramos al frente de un convento cerca de Arnesi en Ponto, donde su madre Emelia, ya viuda, su hermana Macrina y otras mujeres se dedican a una piadosa vida de oración y obras de caridad. Eustacio de Sebaste ya había trabajado en Ponto a favor de una vida anacoreta, y Basilio le reverenciaba por ello, a pesar de que diferían sobre algunos aspectos dogmáticos, lo que poco a poco fue distanciándoles. Tomando partido desde el principio y en el Concilio de Constantinopla con los homoousianos, Basilio coincidió especialmente con los que superaron la aversión al homoousios oponiéndose al arrianismo, y de este modo aproximándose a Atanasio de Alejandría. Al igual que Atanasio, se opuso también a la herejía macedoniana.
Asimismo se distanció de su obispo, Dionisio de Cesarea, que únicamente había suscrito la forma de acuerdo de Nicea, y con el que se reconcilió sólo cuando éste estaba a punto de morir. Fue ordenado presbítero de la Iglesia de Cesarea en 365; su ordenación fue probablemente consecuencia de los ruegos de sus superiores eclesiásticos, que deseaban utilizar su talento contra los arrianos, ya que, en esa parte del país, eran numerosos y gozaban del favor del emperador arriano, Valente, que reinaba en esa época en Constantinopla.
Tuvo una moción interior, que lo dirigió enteramente a Dios, como él mismo explica: Un día, como si despertase de un sueño profundo, volví mis ojos a la admirable luz de la verdad del Evangelio..., y lloré por mi miserable vida.
En 370 muere Eusebio, obispo de Cesarea, y Basilio fue elegido para sustituirle. Fue entonces cuando se pudieron apreciar sus grandes dotes. Cesarea era una importante diócesis, y su obispo era, ex officio, exarca de la gran diócesis de Ponto. Apasionado y un tanto imperioso, Basilio también era generoso y accesible. Su celo por la ortodoxia no le impedía advertir las virtudes de sus adversarios; y por mor de la paz y la caridad renunciaba sin dificultad a utilizar la terminología ortodoxa cuando ello era posible sin sacrificar la verdad. Resistió con todo su poder al emperador Valente, que se esforzó en introducir el arrianismo en su diócesis, e impresionó tanto al emperador, que aunque estuvo tentado a eliminar al intratable obispo, terminó por dejarle tranquilo.
Para salvar a la Iglesia del arrianismo, Basilio inició contactos con Occidente, y mediante la ayuda de Atanasio intentó superar sus recelos hacia los homoiousianos. Las dificultades habían aumentado al plantear la cuestión de la esencia del Espíritu Santo. A pesar de que Basilio había defendido con objetividad la consustancialidad del Espíritu Santo con el Padre y el Hijo, se sumaba aquellos que, fieles a la tradición oriental, no admitían el predicado homoousios al tercero; esto se le había reprochado ya en 371 por los zelotes ortodoxos, que había entre los monjes, y Atanasio lo defendió. Mantuvo su relación con Eustacio a pesar de las diferencias dogmáticas, lo que provocó ciertos recelos. Por otra parte, Basilio fue gravemente ofendido por los defensores del homoousioanismo, que a él le parecían estar reviviendo la herejía sabeliana.
No vivió para ver el final de las desafortunadas controversias entre facciones y el éxito absoluto de sus esfuerzos para mediar entre Roma y Oriente. Sufrió una enfermedad del hígado que le produjo una muerte prematura. Un perdurable monumento a su dedicación episcopal hacia los pobres fue el gran instituto ante las puertas de Cesarea que fue utilizado como casa para los pobres, hospital y hospicio (lo llamó «Basiliades» y se podría decir que fue el germen de los modernos hospitales para enfermos).1
Escritos[editar]
Los principales escritos teológicos de Basilio son su De Spiritu Sancto, una lúcida y edificante reflexión sobre la Escritura y la tradición cristiana primitiva (para probar la dignidad del Espíritu Santo) y su Refutación de la apología del impío Eunomio, escrito en 363 ó 364, tres libros contra Eunomio de Cícico, el máximo exponente del arrianismo anomeo. Los tres primeros libros de la Refutación son obra suya, los libros cuarto y quinto, que suelen también incluirse, no se deben a Basilio ni a Apolinar de Laodicea, sino quizás a Dídimo de Alejandría.
Fue célebre predicador; se han conservado muchas de sus homilías, inclusive una serie de sermones cuaresmales sobre el Hexameron. Algunos, como el dedicado contra la usura y el referido al hambre, de 368, resultan de valor para la historia de la moral; otros muestran los honores que hay que rendir a mártires y reliquias. Sus incitaciones para que los jóvenes estudiaran literatura clásica, muestran que su propia educación tuvo una perdurable influencia sobre él, y que le enseñó a apreciar la importancia propedéutica de los clásicos.
Su inclinación hacia el ascetismo puede verse en las Moralia y Regulae, manuales de ética para utilizar respectivamente en el mundo y en el claustro. De las reglas monásticas atribuidas a Basilio, la más breve de todas es la que más probablemente es obra suya.
Es en los manuales de ética y en los sermones morales donde se ilustran los aspectos prácticos de su teología teorética. Así, por ejemplo, es en su Sermón a los lazicanos donde encontramos que es nuestra naturaleza común la que nos obliga a tratar las necesidades de nuestros vecinos (v.gr.: hambre, sed) como si fueran nuestras, a pesar de que se trate de un individuo diferenciado. Posteriormente los teólogos explican explícitamente que esto es un ejemplo de cómo los santos se convierten en imagen de la naturaleza común de las personas de la Trinidad.
Sus trescientas cartas muestran un carácter rico y observador, que a pesar de los problemas derivados de su endeble salud y de sus vicisitudes eclesiásticas, permaneció optimista, tierno e incluso juguetón. Sus principales esfuerzos como reformador se dirigieron al mejoramiento de la liturgia, y a la reforma de las órdenes monásticas orientales.
La mayor parte de las liturgias que llevan el nombre de Basilio, en la forma presente, no son obra suya; sin embargo, mantienen reminiscencias de su actividad en este campo, al establecer fórmulas para las oraciones de la liturgia y al promover el canto en la misa. Hay una liturgia que puede serle atribuida, se trata de La divina liturgia de Basilio el Grande, una liturgia que es algo más larga que la más celebrada Divina liturgia de Juan Crisóstomo; todavía es utilizada en determinadas festividades en las Iglesias Católicas Bizantinas y en la Iglesia Ortodoxa Bizantina, tales como los domingos de cuaresma.
Todas sus obras, así como unas pocas falsamente atribuidas, están disponibles en Patrologia Graeca, que incluye traducciones latinas de calidad variable. De muy pocas hay una edición crítica.
Lesly Chavarría
Todo lo Puedo en Cristo que me Fortalece. Fil. 4:13
LeslyCha
 
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Re: 8. La Orden de San Basilio. Semana del 6 de octubre

Notapor marce685 » Mar Oct 07, 2014 9:51 am

https://www.youtube.com/watch?v=I1rBkvpztT0 Aquí un video sobre tan interesante tema

[urlhttp://www.ewtn.com/spanish/series/airing/la_iglesia_melquita_catolica_di.asp][/url] más información sobre el tema.
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La Iglesia greco-católica melquita

La Iglesia melquita o grecocatólica es una Iglesia de tradición bizantina en plena comunión con Roma. El nombre melquita viene de melekh que en hebreo significa "Rey". Por mucho tiempo sirvió para designar, en contraposición a las Iglesias que no eran calcedonias, a esas Iglesias fieles a la doctrina del Concilio de Calcedonia del año 451 bajo el mandato del emperador. Los melquitas son los cristianos de rito bizantino que pertenecen a los patriarcas de Alejandría - en Egipto -, de Antioquía – en Siria -, y de Jerusalén - en Palestina -.
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Un artículo sobre la Iglesia Melquita Grecocatólica por el Papa Emérito Benedicto XVI

CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 8 mayo 2008 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha alentado este jueves la tarea evangelizadora de la Iglesia Greco-Melquita Católica, compuesta en su mayoría por fieles de lengua árabe, y su obra de dialogo con ortodoxos y musulmanes en Oriente Medio.

El Papa acogió en la Sala Clementina del Vaticano a más de 300 peregrinos de esta Iglesia, que le fueron presentados por el patriarca de Antioquía de Siria, Su Beatitud Gregorios III Laham, quien llegó acompañado por 14 obispos. Procedían de varios países de Oriente Medio y de la diáspora.

La Iglesia Greco-Melquita, cuya sede se encuentra en Damasco (Siria), es una iglesia oriental de rito bizantino que, si bien formaba parte de las Iglesias orientales que se separaron de Roma en el año 1054, con motivo del Cisma de Oriente, regresó a la plena comunión con la Sede de Pedro en 1724.


«Relaciones fraternas» con los ortodoxos

En el contexto de Oriente Medio, el Santo Padre confesó su alegría al constatar las «relaciones fraternas» que la Iglesia greco-melquita ha establecido con los hermanos ortodoxos.

«El compromiso por la búsqueda de la unidad de todos los discípulos de Cristo es una obligación urgente, que brota del deseo ardiente del mismo Señor», ha subrayado.

«Tenemos que hacer todo los posible para abatir los muros de división y de desconfianza que nos impiden realizarlo», aclaró.

«Ahora bien, no podemos perder de vista que la búsqueda de la unidad es una tarea que afecta no sólo a una Iglesia particular, sino a toda la Iglesia, en el respeto de su misma naturaleza», afirmó.

Recordando que «la unidad no es el fruto de la actividad humana, sino que ante todo es un don del Espíritu Santo», invitó invocar al Espíritu, en particular con motivo de la fiesta de Pentecostés, que tendrá lugar este domingo, «para que nos ayude a trabajar juntos en la búsqueda de la unidad».

En sus palabras de saludo, el patriarca Gregorios III Laham, insistió en el papel que esta Iglesia desempeña en el camino ecuménico hacia la unidad de los cristianos.

«Nuestra Iglesia siempre ha sido consciente de este papel --aseguró--. En particular, tuvo que vivir en las catacumbas durante 130 años para preservar nuestra comunión con la Iglesia de Roma».

«Esta comunión ha sido --y lo sigue siendo-- una opción histórica, existencial, de compromiso, efectivo y afectivo, elemento de gloria y al mismo tiempo de humildad, definitivo y para siempre. Esta comunión con Roma, sin embargo, no nos separa de nuestra realidad eclesial ortodoxa», añadió Su Beatitud Gregorios III.

«Esto quiere decir que queremos vivir en el seno de la Iglesia católica, una vida que podría ser aceptada por la Ortodoxia, vivir nuestra plena y completa tradición oriental, ortodoxa, en plena comunión con Roma. Es el verdadero desafío del diálogo católico-ortodoxo», añadió.


Relaciones con el islam

En su discurso, el Papa apreció además las buenas relaciones que la Iglesia greco-melquita «mantiene con los musulmanes y con sus responsables e instituciones, así como los esfuerzos para resolver los problemas que pueden surgir, en un espíritu de diálogo fraterno, sincero y objetivo».

El Santo Padre constató con alegría que, «en la línea del Concilio Vaticano II, la Iglesia melquita se ha comprometido con los musulmanes en la búsqueda sincera de la comprensión recíproca y en la promoción, para beneficio de todos, de la justicia social, y de los valores morales, de la paz y la libertad».

En su saludo al Papa, Gregorios III Laham, reconoció que al vivir en países de mayoría musulmana, «tenemos, en relación con este mundo, una misión única, irreversible, insustituible, imperativa, casi exclusiva, pues vivimos juntos desde 1.428 años».

«Este papel está garantizado por nuestra presencia y por nuestro testimonio en el mundo árabe, y es un papel importante sobre todo en el Líbano y en Siria», concluyó.

Por Jesús Colina.
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Iglesia Greco-Católica Melquita
(كنيسة الروم الكاثوليك)
Chiesa-melkita-01.JPG
La Divina Liturgia celebrada en la Basílica de Santa María en Cosmedin por Gregorio III.
Fundador(es) Aftimos AL SAIFI
Unión con Roma 1724
Primado actual Patriarca Gregorio III Laham
Sede Damasco, Siria
Territorio principal Oriente Próximo
Rito bizantino
Lenguas litúrgicas árabe
Música litúrgica Psaltique
Calendario gregoriano después de 1857
Población estimada 1 350 000 (2005)
La Iglesia Greco-Católica Melquita, también conocida como Iglesia Católica Greco-Melquita es una iglesia oriental católica de rito bizantino (en su variante griega), es decir, es una iglesia particular (sui iuris) de la Iglesia Católica que goza de autonomía y está en plena comunión con el papa de Roma.
La iglesia Melquita tuvo su origen en el Medio Oriente, pero hoy los católicos melquitas se han dispersado también por otros continentes, contando en la actualidad con 1.500.000 fieles. Esta iglesia presenta la particularidad de su alta homogeneidad, ya que su clero y la mayoría de sus fieles son de lengua árabe.1
Año de separación con Roma: 1054 (Cisma de Oriente)
Año de reunificación con Roma: 1724
Lengua litúrgica: árabe y vernacular, en el pasado se utilizó el griego y el siríaco.
::::::
La Iglesia Greco Católica Melquita se origina con el establecimiento del cristianismo en el Medio Oriente. La palabra cristiano comenzó a utilizarse por primera vez en la ciudad de Antioquía, la sede histórica de la iglesia Melquita.
Durante el cuarto Concilio Ecuménico, el Concilio de Calcedonia del año 451, la sociedad cristiana del Medio Oriente se vio profundamente dividida. Los que aceptaron el concilio, eran principalmente greco-hablantes de las ciudades y fueron llamados melquitas, (imperiales) por los anti-calcedonianos. Estos últimos eran predominantemente de habla siríaca, copta y armenia y dieron origen a las iglesias Siria, Copta y Armenia.
Tras la batalla de Yarmuk en el año 636, los árabes expulsaron a los bizantinos de Siria e introdujeron el islam. Aunque la cultura y el lenguaje griego permanecieron, especialmente entre los melquitas de Jerusalén, la tradición melquita se fusionó gradualmente con la lengua y la cultura árabe.

Iglesia de San Pablo en Harissa.
En 1054 el patriarca de Constantinopla Miguel Cerulario y el cardenal Humberto de Silva Candida se excomulgaron mutuamente formalizando el Cisma de Oriente que nunca fue declarado oficialmente.
Las Cruzadas introdujeron prelados latinos en las sedes apostólicas del Oriente, la Cuarta Cruzada estableció el Imperio Latino de Constantinopla por 57 años, muchos orientales fueron convertidos por los misioneros latinos formándose partidos pro-católicos dentro de las iglesias ortodoxas. En 1098 los cruzados tomaron Antioquía y el Patriarca Juan IV huyó, desde ese momento los patriarcas de Antioquía residieron en Constantinopla hasta 1268, año de la captura de Antioquía por el sultán mameluco Baybars I, quien destruyó la ciudad. Luego Antioquía fue reemplazada por la ciudad de Damasco como sede patriarcal, probablemente bajo el Patriarca Pacomio entre 1375 y 1386. Los mamelucos permanecieron en Antioquía hasta la conquista de la ciudad por los otomanos en 1516. Durante el gobierno turco, el Patriarca Ecuménico de Constantinopla recibió completa autoridad sobre los miembros de la jerarquía melquita, confirmando o a veces eligiendo a los obispos. Desde 1534 los patriarcados de Alejandría y de Jerusalén fueron completamente helenizados.
El segundo Concilio de Lyon (1274) y el Concilio de Florencia (1439) en el que el Patriarca de Constantinopla, José II y el emperador Juan VIII Paleólogo aceptaron la unión con el Occidente esperando su ayuda para salvar a Constantinopla. Ninguna de esas uniones prosperaron, aunque los dos últimos emperadores de Constantinopla hicieron profesión de fe católica, no les llegó ninguna ayuda significativa.
Desde 1342 frailes dominicos abrieron misiones en el Medio Oriente, particularmente en Damasco. Sus enseñanzas tuvieron una influencia importante sobre los clérigos melquitas y el pueblo, pero desde 1534 los jesuitas fueron realmente decisivos en la formación del partido católico en el Patriarcado Ortodoxo de Antioquía.

Iglesia de San Pedro y Pablo en Ottawa (Canadá).
Durante el siglo XVII jesuitas, capuchinos y carmelitas establecieron misiones con el consentimiento de los obispos ortodoxos locales en el Imperio otomano. Los dominicos han estado en Iraq desde 1300.
En 1724 fue electo Cirilo VI por los obispos melquitas ortodoxos de Siria como el nuevo Patriarca de Antioquía. Como Cirilo era un prominente pro-occidental, el Patriarca ortodoxo de Constantinopla, Jeremías III, creyó que su autoridad había sido cuestionada. Jeremías declaró que la elección de Cirilo era inválida, excomulgándolo y nombrando a Silvestre, un monje griego, para la sede patriarcal de Antioquía. Silvestre exacerbó las divisiones con su pesada manipulación del gobierno de la iglesia y muchos melquitas eligieron reconocer a Cirilo VI como Patriarca. Esta dominación griega del Patriarcado Bizantino Ortodoxo de Antioquía duró hasta 1899.
Cinco años después de la elección de Cirilo Tanas, en 1729, el papa Benedicto XIII reconoció a Cirilo como el legítimo Patriarca de Antioquía y les dio la bienvenida a él y sus seguidores en plena comunión con la Iglesia Católica Apostólica Romana. Desde ese momento, la Iglesia Greco-Católica Melquita ha existido separadamente en dos jurisdicciones paralelas, aunque a la rama ortodoxa actualmente no se la refiere generalmente como melquita.
Desde 1772 el Patriarca de Antioquía pasó a ser el "administrador de Alejandría de los Melquitas" y "administrador para los melquitas de Jerusalén". A partir de 1838 Máximos III Mazloum fue reconocido ad personam como "Patriarca Católico Greco-Melquita de Antioquía y Todo el Oriente, Alejandría y Jerusalén" y nombró un vicario patriarcal para cada sede: Damasco, Alejandría y Jerusalén. En 1848 el sultán otomano reconoció la existencia de la iglesia Melquita.
La iglesia Melquita y a la cabeza su Patriarca es además Protectora de la Orden Militar y Hospitalaria de San Lázaro de Jerusalén, Belén y Nazaret cuyo Gran Maestre es en la actualidad Francisco de Borbón y Escasany, V Duque de Sevilla.

Jurisdicciones
El Santo Sínodo de la Iglesia Greco-Católica Melquita encabezado por el Patriarca tiene directa jurisdicción para nombrar obispos y crear diócesis dentro de su territorio canónico, el cual comprende: Siria, Líbano, Jordania, Israel, los territorios Palestinos, Iraq, Egipto, Sudán, Kuwait, Libia y Turquía.
La Iglesia es presidida por el Patriarca que lleva el título de Patriarca de la ciudad de Antioquía, de Cilicia, Siria, Iberia, Arabia Mesopotamia, Pentápolis, Etiopía, y todo el Egipto y el Oriente entero, Padre de los Padres, Pastor de los Pastores, Obispo de los Obispos, el Décimo-tercero de los Santos Apóstoles. Además a título personal el patriarca es también Patriarca de Alejandría y Patriarca de Jerusalén. Se acostumbra a abreviar su título como: Patriarca de Antioquía y Todo el Oriente, de Alejandría y de Jerusalén. Es además el Protector de la Orden Militar y Hospitalaria de San Lázaro de Jerusalén, Belén y Nazaret
La sede propia del Patriarca es la Archieparquía metropolitana de Damasco (en Siria) para la cual nombra un vicario patriarcal que dirige 18 parroquias.
El Patriarca nombra además vicarios para administrar las sedes patriarcales titulares de:
Egipto y Sudán (y nominalmente también Libia) (Patriarcado de Alejandría, con 17 parroquias)
Jerusalén (incluye el sur de Israel y sur de Palestina) (Patriarcado de Jerusalén, con 10 parroquias)
También son nombrados por el Patriarca los titulares de los exarcados patriarcales de:
Irak (1 parroquia)
Kuwait (1 parroquia)
Estambul (vacante desde 1957, sin parroquias)
El resto del territorio canónico de la iglesia Melquita está cubierto por las siguientes diócesis:
Archieparquías metropolitanas:
Alepo (en Siria, con 10 parroquias). El archieparca es a la vez visitador apostólico para los melquitas de Europa Occidental
Beirut y Biblos o Gibail (en el Líbano, con 139 parroquias)
Bosra y Haurán (en Siria, con 42 parroquias)
Homs, Hama y Yabrud (en Siria, con 17 parroquias)
Tiro (en el Líbano, con 9 parroquias). De la cual son sufragáneas las archieparquías de:
Paneas o Baniyas y Mariayoun o Caesarea Philippi (en el Líbano, con 11 parroquias)
Sidón y Deir el Kamar (en el Líbano, con 50 parroquias)
Trípoli (en el Líbano, con 15 parroquias)
Archieparquías:
San Juan de Acre, Haifa, Nazaret y Toda Galilea (norte de Israel , con 32 parroquias)
Baalbek (en el Líbano, con 12 parroquias)
Latakia y el Valle de los Cristianos (en Siria, con 18 parroquias)
Petra, Filadelfia (Ammán) y Toda Transjordania (en Jordania, con 28 parroquias)
Zahleh, Furzol y todo el Bekaa (en el Líbano, con 36 parroquias)
Fuera del territorio canónico el papa ha creado diócesis melquitas que están bajo su directa jurisdicción, aunque los obispos participan del Santo Sínodo Melquita, que envía al papa una terna para que elija de ella al obispo de una sede vacante.
Eparquías:
Nuestra Señora de la Anunciación en Newton (Boston) (en los Estados Unidos, con 35 parroquias)
Nuestra Señora del Paraíso en San Pablo (en Brasil, con 5 parroquias, sufragánea del Arzobispado metropolitano latino de San Pablo)
Nuestra Señora del Paraíso en México (con 1 parroquia)
San Miguel en Sídney (en Australia y Nueva Zelanda, con 13 parroquias)
San Salvador en Montreal (en Canadá, con 4 parroquias)
Exarcados apostólicos:
Argentina (Sede en Córdoba, con 3 parroquias)
Venezuela (Sede en Caracas, con 5 parroquias)
Parroquias en la diáspora: Existen además diversas parroquias dependientes de jurisdicciones latinas y ordinariatos orientales:2
San Juan Crisóstomo en Bruselas, Bélgica
San Julián el pobre en París, Francia, dependiente del Arzobispo de París, ordinario de los fieles de rito oriental en Francia
San Nicolás de Myra en Marsella, Francia, dependiente del Arzobispo de París, ordinario de los fieles de rito oriental en Francia
Meitingen, Alemania
Santa Maria en Cosmedian en Roma, Italia.
Nuestra Señora de Damasco en La Valetta, Malta
San Juan Crisóstomo en Londres, Reino Unido
La Iglesia Católica conserva además el recuerdo de varias diócesis desaparecidas que han sido catalogadas como Sedes Titulares Melquitas y que regularmente son conferidas a obispos auxiliares y de la curia vaticana:
Archieparquías metropolitanas titulares:
Apamea en Siria
Cesarea en Palestina
Edessa en Osrhoena
Myra
Pelusium
Archieparquías titulares:
Cesarea en Capadocia
Damiata
Hierapolis en Siria
Tarso
Eparquías titulares:
Adana
Laodicea en Siria
Palmyra
Órdenes religiosas:
Orden Basiliana Alepiana
Orden Basiliana Chouerita de San Juan Bautista
Orden Basiliana Salvatoriana
Sociedad de Misioneros de San Pablo
Fuente: Annuario Pontificio 20073

Lista de los Patriarcas de la Iglesia Greco-católica Melquita
Los Patriarcas Greco-católicos Melquitas simultáneamente lo son de las sedes de Alejandría, Antioquía y Jerusalén.
Cirilo VI Tanas (1724-1759)
Atanasio IV Jawhar (1759-1760)
Máximo II Hakim (1760-1761)
Teodosio V Dahan (1761-1788)
Atanasio IV Jawhar(1765-1768, antipatriarca)
Atanasio IV Jawhar (1788-1794, como patriarca legítimo)
Cirilo VII Siaj (1794-1796)
Agapios II Matar (1796-1812)
Ignacio IV Sarruf (1812)

Gregorio III.
Atanasio V Matar (1813-1814)
Macario IV Tawil (1814-1815)
Ignacio V Qattan (1816-1833)
Máximo III Mazlum (1833-1855)
Clemente Bahouth (1856-1864)
Gregorio II Youssef-Sayur (1864-1897)
Pedro IV Jaraijiry (1898-1902)
Cirilo VIII Jaha (1902-1916)
Vacante (1916-1919)
Demetrio I Qadi (1919-1925)
Cirilo IX Moghabghab (1925-1947)
Máximo IV Saigh (1947-1967)
Máximo V Hakim (1967-2000)
Gregorio III Laham (2000-)
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Re: 8. La Orden de San Basilio. Semana del 6 de octubre

Notapor betyruta51 » Mar Oct 07, 2014 11:15 am

Buen día para todos los foristas. Bendiciones de Dios Padre, su Hijo Bendito Nuestro Redentor con la intercesión de María Nuestra Madre.
A continuación les comparto lo relacionado con la Orden militar y hospitalaria de San Lázaro de Jerusalén:
Caballeros de San Lázaro
De Wikipedia, la enciclopedia libre

Orden militar y hospitalaria de San Lázaro de Jerusalén

Cruz de la Orden de San Lázaro de Jersusalén
Tipo Orden de caballería
Afiliación religiosa Iglesia Católica, ecuménica

Lema Atavis et armis
Eligibilidad Sólo por invitación
Gran Maestre Carlos Gereda de Borbon, marqués de Almazán.
Establecida en Después de 1098
Estado Actualmente en funcionamiento
Nota Página web: http://www.st-lazarus.net

Se conoce como Caballeros de San Lázaro a los miembros de la Orden militar y hospitalaria de San Lázaro de Jerusalén.
Siglos antes de llevarse a efecto las Cruzadas, ya existían en Tierra Santa instituciones caritativas que cuidaban de la asistencia a los peregrinos que acudían a visitar los lugares testigos de la Pasión de Jesucristo.
La Orden en las Cruzadas
El resultado de la Primera Cruzada fue la toma de Jerusalén el año 1099, los cruzados (al mando de Godofredo de Bouillón) tomaron posesión de la ciudad y la convirtieron en la capital del Reino Cruzado de Jerusalén. Los monjes de San Lázaro, que antes se ocupaban de cuidar a los leprosos, se apresuraron en ofrecer sus servicios a los nuevos reinos.
Curioso es que los Lazaristas acogían a cualquier caballero de otra Orden que contrajera la lepra y era bien recibido entre ellos, siempre que guardara su Regla.
A partir del año 1115 formaron una comunidad independiente entre las Órdenes orientales, ya que algunos caballeros cruzados tomaron el papel de los monjes anteriores, tomando la Regla de San Agustín. Puede citarse una bula de Pascual II, confirmando la Regla y otra en 1255 del Papa Alejandro IV, quien, dos años antes, los había puesto bajo la protección de la Santa Sede. Mientras esto sucedía, los Caballeros de San Lázaro tomaban parte en una batalla, la de Gaza, el 18 de octubre de 1244, en aquella batalla murieron todos los combatientes.
Otros, de la misma Orden, lucharon junto con los Templarios, los Hospitalarios y los Teutónicos, también bajo San Luis, en la desastrosa batalla de Mansura (1250) y también formaron parte de las Cruzadas de San Luis y en las expediciones a Siria (1250 a 1254). Los soldados del Sultán de El Cairo asediaron la fortaleza de San Juan de Acre, que estaba en manos de los cristianos desde la primera cruzada. Al mando de los defensores estaban Los Maestres de las Órdenes del Temple y de San Lázaro. Ambos jefes perecieron en la batalla y después de una heroica resistencia, San Juan de Acre fue tomada por los musulmanes en 1291. Y con este hecho quedó determinada la caída de todo el reino latino de Jerusalén. Antes de que esto sucediera, la Orden de San Lázaro reconocida por varios Pontífices, entre ellos Inocencio IV y Paulo V, tuvo en Palestina grandes posesiones, pero cuando el sultán Saladino ocupó Jerusalén, dio un ańo de plazo a las Órdenes Hospitalarias para abandonar la ciudad.
El rey de Francia Luis VII que había emprendido la Segunda Cruzada por penitencia, al volver a su país, en el ańo 1149 llevó con él a doce hermanos de San Lázaro y en 1154, hizo una donación a la Orden del castillo de Boigny, para que la misma estableciera su encomienda general, así la Orden se extendió por numerosas ciudades de Francia. Por su parte, cierto noble inglés, que admiraba a la Orden, introdujo en Inglaterra a los lazaristas, que fijaron su domiciliación en la ciudad de Burton.
Todos estos acontecimientos provocaron un gran cambio en la Orden porque, protegida por los reyes, llegó un momento en que fue más poderosa en Europa de lo que había sido en Asia.
Pero en las cruzadas no tuvieron tanto éxito, después de la caída de San Juan de Acre, los lazaristas que sobrevivieron fueron a refugiarse a la isla de Chipre. Otros se establecieron en Sicilia, en Capua, lugar del que fueron extendiéndose por toda Italia. La rama francesa de Boigny y la italiana de Capua fueron las más importantes, pero esto no fue óbice para que fundaran prioratos y encomiendas, aparte de la de Burton, en Hungría, Flandes y otros países de Europa.
La Orden después de la Edad Media

Escudo de la Orden de San Lázaro.

Insignia de la Orden.
En el año 1490, el Papa Inocencio VIII tomó la decisión de unir la Orden de San Lázaro a la de San Juan de Jerusalén, sin embargo la rama francesa continuó autónoma, por lo que el Papa León X anuló la unificación ordenada por su predecesor. Por su parte, el rey de Francia Enrique IV, unió a la Orden de San Lázaro la del Carmelo, en vista de que esta última languidecía y era conveniente su unificación con otra más poderosa.
La Orden de San Lázaro no desatendía, ni muchísimo menos, sus obligaciones militares ni su lucha contra el poder turco. En el siglo XVII los lazaristas armaron una flota para luchar contra los corsarios y piratas, eligiendo el puerto y ciudad de Saint Maló como centro de sus operaciones marítimas. La Orden llegó a reunir hasta diez fragatas y luchó valerosamente defendiendo la seguridad de las costas francesas.
Aún en el XVII, el Papa Gregorio XIII dictó una bula por la que mandaba incorporar la Orden de San Lázaro a la de San Mauricio, formándose así la llamada Orden de San Mauricio y San Lázaro, y que se convirtió en una de las más distinguidas de Italia. Ocurrió algo semejante a la ocasión anterior, cuando otro Papa trató de incorporarla a la de San Juan de Jerusalén. El Priorato de Sicilia acató la bula pontificia, pero no sucedió lo mismo con el Gran Maestre de los Lazaristas de Boigny que, con varios prioratos y encomiendas, continuaron su vida independiente. Entre los grandes Maestres del siglo XV están: los marqueses de Nerestang, de Luvois, de Dangeau, el Duque de Berry, después Luis XVI y luego el Conde de Provenza, más tarde rey con el título de Luis XVIII. Como Caballeros de la Orden de San Lázaro en otros países, pueden citarse a los Zares de Rusia, Pablo I y Alejandro I y al Archiduque Leopoldo de Austria, los Duques de Sevilla. El rey Luis XVIII de Francia y más tarde Carlos X, se declararon protectores de esta Orden.
En Francia había tres Órdenes importantes, muy antiguas: la del Espíritu Santo, la de San Luis y la de San Miguel. Junto a las Órdenes anteriores figuraba la de los Lazaristas. Las exigencias que imponía el ingreso a la Orden de San Lázaro: Nueve grados de nobleza, sin principio conocido, o remontándose a fecha incierta.
Pasados los turbulentos tiempos anteriores a la época contemporánea, la Orden de San Lázaro, permaneció, no extinguiéndose como algunas otras Órdenes Militares de Caballería. Actualmente se halla representada en Francia, Alemania, Italia, Polonia, Holanda, Suiza, Portugal y Espańa. Con fecha 26 de junio de 1935 registró la Orden sus Estatutos en Espańa. El 9 de mayo de 1940 fue reconocida con carácter oficial y declarada de utilidad pública en todo el territorio nacional, por orden que se publicó en el Boletín Oficial del Estado el 10 del mismo mes.
Su reglamento de la lucha contra la lepra fue aprobado por el Decreto de 8 de marzo de 1946, que concede y asigna a la Orden Militar y Hospitalaria de San Lázaro de Jerusalén, importantes misiones. Los miembros de esta Orden se dividen en dos grupos: Los miembros y los afiliados. Sólo los primeros y aún entre estos, sólo los Caballeros de Justicia, pueden asistir a los Capítulos de sus respectivos Prioratos. Aparte de los de Justicia hay los de Devoción. Todos pueden ser caballeros, damas o eclesiásticos, pero es absolutamente preciso profesar la religión católica.
Tras la reunificación de las dos Obediencias existentes( Obediencia de Malta y Obediencia de París ) acaecida en la conferencia internacional de la Orden celebrada en Toronto en 2004 y ratificado por una amplia mayoría frente a la candidatura de el príncipe Charles Philippe de Orleans, el actual 48º Gran Maestre de la única Orden Militar y Hospitalaria de San Lázaro de Jerusalén, Belén y Nazaret es Smo. Sr. Don Francisco de Paula de Borbón y Escasany, V Duque de Sevilla, Grande de España.
En solemne sesión de Investidura de la Orden de San Lázaro, celebrada en Mánchester el 12 de septiembre de 2008, fue nombrado 49º Gran Maestre de la Orden Militar y Hospitalaria de San Lázaro de Jerusalén, Belén y Nazaret el Ssmo. Sr. Don Carlos Gereda y de Borbón, Marqués de Almazán.
Los miembros, Caballeros de Justicia, están obligados a probar de manera indubitable, la legitimidad de sus ascendientes hasta el segundo grado civil inclusive, la nobleza de cien años de dos de sus apellidos, uno de los cuales siempre será el primero por la línea paterna y el otro, bien el segundo de la citada línea, o el primero de la materna; esto queda a elección del pretendiente al ingreso. Los Caballeros de Justicia, usan como distintivo una cruz octogonal verde, bordada sobre el frac o el uniforme, así como en sus mantos capitulares. Las categorías son: Gran Collar, Gran Cruz, Comendador y Caballero. Sólo los miembros, no así los afiliados, están autorizados a usar el uniforme de la Orden, de paño azul oscuro, con cuello y bocamangas blancas, charreteras y pantalón galoneado. Sable o espadín, depende de los actos. Sombrero apuntado y botas de charol. La Orden está regida por el Gran Maestre que lo es con carácter vitalicio y queda autorizado a nombrar un coadjutor. También existe un Consejo Supremo Consultivo que orienta al Gran Maestre en aquellas materias en que se solicita su parecer. Los afiliados, aquellos que practican pruebas de nobleza son denominados como "nobles de mérito" y los dispensados de ellas son considerados únicamente como "de mérito". Tanto los primeros como los segundos pueden tener los mismos grados que los miembros, pero no llevan la cruz bordada. Para estos, existe la cruz denominada de "Mérito", dividida en cuatro categorías, así como medallas, concedidas por relevantes servicios. Orden Militar y Hospitalaria de San Lázaro de Jerusalén, Belén y Nazaret.
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Re: 8. La Orden de San Basilio. Semana del 6 de octubre

Notapor PEPITA GARCIA 2 » Mar Oct 07, 2014 11:55 am

Convento de San Basilio Magno

*****Imagen*****

La Orden de los Basilios tiene sus raíces en la figura de San Basilio Magno, Padre de la Iglesia Oriental, quien fue el gran impulsor del cenobitismo en Asia Menor durante el Siglo IV. Diferentes vicisitudes llevaron a su implantación; primero en España en el Siglo XVI, destacando por su espíritu evangélico riguroso; en Alcalá de Henares en 1660-1661, con la finalidad de elevar el nivel cultural y teológico de los Frailes de la Orden.

En el Siglo XVII, la ciudad complutense llega a los límites de su expansión cultural y académica por lo que se proyectan y construyen diversos Colegios Menores, entre ellos el Colegio Menor de San Nicolás de Tolentino en el año 1604, el Colegio Menor de las Santas Justa y Rufina, en 1607, el Colegio Menor de Mercedarios Descalzos, en 1613, el Colegio Menor de San Patricio o los Irlandeses en 1645 y el Colegio Menor de San Basilio Magno.

Este Colegio Menor de San Basilio
, mejor conocido como el Convento de los Padres Basilios, fue construido frente a la Ermita de los Doctrinos. Desde su fundación, en el año 1660, su trayectoria expresa la decadencia de algunas instituciones alcalaínas, coincidiendo con las crisis históricas de la propia ciudad.

Fue adquirido el Colegio de Santa Catalina, que se había trasladado a la calle Libreros, por lo que parece que se utilizó para una construcción previa. El edificio responde a un modelo, planificado por los propios frailes, que se atribuye, sin seguridad, como autor de él, a José Arredondo. El edificio que albergó a los frailes de la Orden de los Basilios, es el conjunto arquitectónico universitario–conventual más completo, propio de los monasterios medievales, que alrededor de un claustro central están: el templo, el refectorio, la sala capitular, la biblioteca y las celdas. Es el último de los grandes edificios construidos en la ciudad universitaria.

El conjunto de colegio e iglesia destaca por la uniformidad del exterior, donde el material predominante es el ladrillo visto o ladrillo cara vista, que es un revestimiento de paredes. La iglesia sobresale en este conjunto arquitectónico y en especial la fachada barroca del Siglo XVIII, de piedra caliza, con una hornacina con la imagen del San Basilio. Su planta con nave rectangular y presbiterio hexagonal, que sustenta una cúpula sobre cinco ábsides, con seis óculos.

Alegóricamente esta peculiar planta central de raíces bizantinas tiende a reflejar el símbolo de la eternidad de Dios.

Algunos de los "frailes negros" ilustres que vivieron en este colegio fueron: Cassiani, Fray Manuel de Alba, Francisco Navarro y Fray Francisco Sánchez.

El Colegio Menor en 1808 debido a la invasión francesa fueron destrozados varios altares. En 1834 lo volvieron a ocupar los frailes, para ser desalojados dos años después cuando fueron exclaustradas las órdenes religiosas.

Durante el Siglo XX ha tenido varios usos: primero como cuartel de caballería y luego como prisión militar hasta 1975, fecha en que el edificio fue abandonado tras un incendio que arrasó tres salas del edificio.

En 1991 se anunció un proyecto reconstrucción, para el Convento; hoy restaurada la iglesia y parte del antiguo colegio alberga la sede del Aula de Música de la Universidad de Alcalá.

Cúpula de la sala de conciertos del Aula de Música de la Universidad.- Imagen

Fuentes: Centro virtual Cervantes. Despace.uah.es
"No anteponer nada al amor de Dios"

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Re: 8. La Orden de San Basilio. Semana del 6 de octubre

Notapor albeitia » Mar Oct 07, 2014 2:25 pm

La vida religiosa comunitaria en la soledad pasa de Egipto a Palestina y Siria y fue sobre todo Basilio el Grande quien mediante su actividad y sus reglas aseguró su victoria definitiva en Oriente frente al ascetismo libre y personal.
Basilio nació en Cesaréa de Capadocia en el año 329 aproximadamente, recibió una educación profundamente cristiana.
En el año 357 inició un viaje a través de Oriente con la intención de visitar a los mas famosos solitarios y estudiar la vida monástica donde quiera que surgiese.
Al regresar a su patria se instala cerca de Neocesarea frente a Annesi, donde en compañía de algunos ascetas agrupados al rededor de él llevo una vida de mortificación.
Durante esos años comprobó y perfecciono las ideas que se había formado a lo largo de sus viajes de investigación sobre la vida monástica.
Basilio luego de su viaje por Oriente logra un conocimiento sino total, parcial de la situación que viven los monjes o mejor dicho los diversos grupos de monjes.
Al no ser Basilio monje de una determinada agrupación mantiene una cierta imparcialidad ante lo que conoce y estudia, por lo tanto sus reformas tienen el peso natural que implica un estudio serio sobre la forma de vida que están llevando los monjes de Oriente.
(15) "Por otra parte, las organizaciones pacomianas exigian,según él, profundas enmiendas. Cada monasterio contenía un numero excesivo de monjes. Excesiva era también la libertad otorgada a las mortificaciones particulares, lo cual favorecía las proezas vanidosas y complicaba terriblemente el común régimen alimenticio. Los praepositi, colocados entre el superior y los monjes acaparaban una porción muy grande de autoridad. Por último, las sanciones que amenazaban a los monjes culpables - el látigo, régimen a pan y agua...- le parecían demasiado brutales."
Así Basilio, al conocer el funcionamiento de los monasterios pacomianos decide hacer cambios para evitar excesos. Por lo tanto se podría decir que Basilio hace lo mismo que Pacomio en el sentido de reorganizar las instituciones existentes. Para Basilio el monje es un cristiano integro, es el cristiano autentico, el monje según Basilio debe practicar la observancia total del Evangelio y cumplir íntegramente los mandamientos, si no es así, ese hombre no puede considerarse un monje.
(16) " Para Basilio la vida monástica era comunal, pues era el marco adecuado para seguir fielmente la vida cristiana perfecta de amor fraterno, junto con el ascetismo propio del servicio y la humildad, y la penitencia por los pecados. Las jornadas se dedicaban al trabajo y a la meditación y estaban enmarcadas por plegarias litúrgicas similares a las ordenadas por Pacomio. Los monjes se dedicaban a la agricultura y a otros oficios, pero también había anexo al monasterio un orfelinato, un hospital y talleres para los pobres sin empleo. Basilio no escribió ninguna regla ni fundó ninguna orden comparable a la de Pacomio. Sus llamadas reglas no son mas que consejos espirituales y comentarios a las Escrituras. Sin embargo, su influencia fue muy grande y duradera. Al separarse de la vida eremítica y de los aspectos individuales del ascetismo, Basilio dio lugar a una vida monástica que encaja perfectamente con el temperamento de las tierras griegas, y todos los monasterios del Imperio Bizantino y todos los monasterios rusos posteriores le consideraron su patriarca, igual que los monjes occidentales consideraron a San Benito."
De esta manera podemos captar la importancia que ha tenido Basilio en el desarrollo de la historia del monacato cristiano.
Sus críticas y aportes perduraron y fueron un sólido ejemplo para las siguientes generaciones de monjes.
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Re: 8. La Orden de San Basilio. Semana del 6 de octubre

Notapor Manuel_Azmitia » Mar Oct 07, 2014 8:34 pm

El Cisma de Oriente

El Cisma de Oriente y Occidente, o el Gran Cisma (usado también para referirse al Cisma de Occidente), o en su menor medida conocido como Cisma de 1054, hace referencia a un evento conflictivo de carácter religioso que ocurrió en el año1054. En dicho conflicto se produjo la mutua separación y excomunión entre el máximo jerarca de la Iglesia católica en Roma, el Papa u Obispo de Roma, — junto con la mayoría de la cristiandad de Occidente, — de los jerarcas eclesiásticos de las Iglesias ortodoxas — junto con la mayoría de la cristiandad de Oriente, — especialmente del principal de ellos, el patriarca ecuménico de Constantinopla.

Europa después del Cisma de Oriente.
Controversia filioque
En el año 589, durante el Tercer Concilio de Toledo, donde tuvo lugar la solemne conversión de los visigodos al catolicismo, se produjo la añadidura del término filioque (traducible como "y del Hijo"), por lo que el Credo pasaba a declarar que el Espíritu Santo procede no exclusivamente del Padre como decía el credo Niceno, sino del Padre y del Hijo al decir:
et in Spiritum Sanctum, dominum et vivificantem, qui ex Patre Filioque procedit ("y en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo")
En el año 568 el nombre del Papa fue retirado de los dípticos del patriarcado de Constantinopla. Se discute todavía entre los historiadores cuál ha sido el motivo de este cambio. Una causa pudo ser el hecho de que el Papa Sergio IV había enviado al patriarca de Constantinopla una profesión de fe que contuviera el filioque y eso habría provocado la incomprensión de parte del patriarca.
Aunque la inserción del Filioque en el credo latino estaba en las diferentes liturgias europeas desde el siglo VI]y sobre todo en la carolingia desde el siglo IX, la liturgia romana no incluía la recitación del credo en la liturgia. En 1014 con motivo de su coronación como emperador del Sacro Imperio, Enrique II solicitó al Papa Benedicto VIII la recitación del Credo. El Papa, necesitado del apoyo militar del emperador, accedió a su petición y lo hizo según la praxis vigente por entonces en Europa: de este modo, por primera vez en la historia el filioque se usó en Roma.
Según cuenta un historiador del tiempo, Rodolfo Glabro, la Iglesia griega quería en aquellos primeros años del milenio encontrar una especie de entendimiento con la Iglesia latina de manera que «con el consenso del Romano Pontífice la Iglesia de Constantinopla fuese declarada y considerada universal en su propia esfera, así como Roma en el mundo entero».1 Esto implicaba una doble forma de ser una sola Iglesia católica. El Papa Juan XIX pareció vacilante ante la propuesta de la iglesia griega lo cual le supuso recibir la recriminación de algunos monasterios que estaban por la reforma eclesial.2
Cisma
Comienzo del conflicto
Un precedente del Cisma tuvo lugar en el año 857 cuando el emperador bizantino Miguel III, llamado el beodo, y su ministro Bardas, expulsaron de su sede de Constantinopolitana al patriarca San Ignacio (conmemorado hoy en día santo, tanto en la Iglesia ortodoxa, como en la Iglesia católica). Lo reemplazaron por un nuevo candidato para dicho puesto, Focio, quien en seis días recibió todas las órdenes de la Iglesia. Focio comenzó a entrar en desacuerdo con el Papa Nicolás, y recibió la entronización.
Hay muchas perspectivas y opiniones referente a la vida de dicho Obispo tanto en pro como en su contra, para los que no lo aprobaban en su primacía, fue descrito como "el hombre más artero y sagaz de su época: hablaba como un santo y obraba como un demonio"; en cuanto en su favor, fue reconocido como un "importante constructor de paz de la época", incluso el Papa Nicolás se refirió a él en sus "grandes virtudes y el conocimiento universal",3 poco tiempo antes de la muerte del Patriarca Ignacio, este había abogado para que Focio fuera restituido como su sucesor después de su segundo período, manifestando su alta estima y favor por este. Pero Focio fue destituido y desterrado a un monasterio en el 887. En todo caso, en su segundo período, obtuvo el reconocimiento formal del mundo cristiano en un concilio convocado en Constantinopla en noviembre de 879. Los legados del Papa Juan VIII asistieron, dispuesto a reconocer Focio como patriarca legítimo, una concesión por la que el Papa fue muy censurado por la opinión latina.
En el año 1054, el Papa León IX quien, amenazado por los normandos, buscaba una alianza con Bizancio, mandó una embajada a Constantinopla encabezada por su colaborador, el cardenal Humberto de Silva Candida, y formada por los arzobispos Federico de Lorena y Pedro de Amalfi. Los legados papales negaron, a su llegada a Constantinopla, el título de ecuménico al Patriarca Miguel I Cerulario y, además, pusieron en duda la legitimidad de su elevación al patriarcado. El patriarca se negó entonces a recibir a los legados. El cardenal respondió publicando su Diálogo entre un romano y un constantinopolitano, en el que se burlaba de las costumbres griegas y, tras excomulgar a Cerulario mediante una bula que depositó el 16 de julio de 1054 sobre el altar de la Iglesia de Santa Sofía, abandonó la ciudad. A su vez, pocos días después (24 de julio), Cerulario respondió excomulgando al cardenal y a su séquito, y quemó públicamente la bula romana, con lo que se inició el Cisma. Alegaba que, en el momento de la excomunión, León IX había muerto y por lo tanto el acto excomunicatorio del cardenal de Silva no habría tenido validez; añade también que se excomulgaron individuos, no Iglesias.
Existen múltiples conjeturas que hacen definir a dicha escisión, y una de ellas pretende suponerse de que el cisma fue más bien resultado de un largo período de relaciones difíciles entre las dos partes más importantes de la Iglesia universal: causas como las pretensiones de suprema autoridad (el título de "ecuménico") del Papa de Roma y las exigencias de autoridad del Patriarca de Constantinopla.
El hecho resaltado fue que, el Obispo de Roma reclamaría autoridad sobre toda la cristiandad, incluyendo a los cuatro Patriarcas más importantes de Oriente. Este tema lleva contrastantes interpretaciones según de lo que viene a ser "la sagrada tradición apostólica" y "las santas escrituras": los Patriarcas y primados en comunión plena con estos, alegaban que, el Obispo de Roma solo podía ser un "primero entre sus iguales" o "Primus inter pares", dejando a la voluntad de Jesucristo la primacía infalible en toda la Iglesia y negar toda estructura piramidal sobre sus Iglesias hermanas. Por su parte, varios de los Papas contemporáneos a sobredicha fecha, pretenderían sostener sus preceptos religiosos, por ejemplo, en los escritos del obispo Ireneo de Lyon (santo padre apostólico), el cual decía que "es necesario que cualquier Iglesia esté en armonía con la Iglesia hermana, por considerarla depositaria primigenia de la Tradición apostólica", dichos pontífices interpretarían como a dicha "Iglesia hermana" a Roma en su caso.
También tuvo gran influencia el Gran Cisma en las variaciones de las prácticas litúrgicas (calendarios y santorales distintos) y disputas sobre las jurisdicciones episcopales y patriarcales.
Reunión Ecuménica
Se puede discutir que ambas iglesias se reunieron en 1274, en el Segundo Concilio de Lyon y en 1439, en el Concilio de Basilea, pero en cada uno de estos eventos, las intenciones conciliares se vieron frustradas por el mutuo repudio posterior.
En años recientes, algunas Iglesias orientales decidieron aceptar la primacía universal del Papa y ahora son denominadas Iglesias orientales católicas. Seis de ellas son patriarcales y todas en conjunto están reunidas en la Congregación para las Iglesias Orientales (Congregatio pro Ecclesiis Orientalibus). Algunas nunca han estado en cisma con la Santa Sede (como la Iglesia maronita y la Iglesia ítalo-albanesa) y otras han surgido de divisiones de las Iglesias ortodoxas o de las antiguas Iglesias nacionales de Oriente.
Con todo, tanto la Iglesia Ortodoxa como la Iglesia católica, reivindican también la exclusividad de la fórmula: "Una, Santa, Católica y Apostólica" implicándose cada una como la única heredera legítima de la Iglesia primitiva o universal y atribuyendo a la otra el haber "abandonado la iglesia verdadera" durante el Gran Cisma. No obstante, tras el Concilio Vaticano II (1962), la Iglesia católica inició una serie de iniciativas que han contribuido al acercamiento entre ambas iglesias, y así el Papa Pablo VI y el Patriarca Ecuménico Atenágoras I decidieron, en una declaración conjunta, el 7 de diciembre de 1965, «cancelar de la memoria de la Iglesia la sentencia de excomunión que había sido pronunciada».
En el siglo VII, como consecuencia de la expansión musulmana, tres de los cuatro Patriarcados orientales cayeron en poder del Islam: Alejandría, Antioquía e Jerusalén. Por eso, el Oriente cristiano se identificó desde entonces con la Iglesia griega o bizantina, es decir, el Patriarcado de Constantinopla y las iglesias nacidas como fruto de su acción misionera, que le reconocían una primacía de jurisdicción o al menos de honor. Estas cristiandades que giraban en la órbita de Constantinopla integraban la Iglesia greco-oriental.
El Cristianismo sufrió la impronta de la contraposición entre Oriente y Occidente, cultura griega y latina. Constantinopla se convirtió en el principal Patriarcado del Oriente cristiano, émulo del Pontificado romano, estrechamente vinculado al Imperio de Bizancio, mientras Roma se alejaba cada vez más de este y buscaba su protección en los emperadores francos o germánicos. En este contexto de creciente frialdad entre las dos Iglesias, las fricciones y enfrentamientos jalonaron un largo proceso de debilitamiento de la comunión eclesiástica.
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Re: 8. La Orden de San Basilio. Semana del 6 de octubre

Notapor FARV » Mié Oct 08, 2014 10:51 am

Muy buen día para tod@s, comparto con ustedes un recuento de la Iglesia Greco-Católica Melquita y su Patriarcado

4. Patriarcado y Patriarca de la Iglesia Greco-Católica Melquita

La Iglesia greco-católica melquita es una iglesia oriental católica en plena comunión con la Santa Sede, como parte de la Iglesia Católica en todo el mundo. Los melquitas católicos de rito bizantino, de origen griega y mediterránea mezclada oriental, remontan su historia a los primeros cristianos de Antioquía, Turquía, en el siglo primero dC, donde el cristianismo fue introducido por San Pedro.

La Iglesia melquita tiene un alto grado de homogeneidad étnica y los orígenes de la iglesia se encuentran en el Cercano Oriente, pero los católicos griegos melquitas están presentes en todo el mundo debido a la migración. Fuera del Cercano Oriente, la Iglesia Melquita también ha crecido a través de los matrimonios mixtos con, y la conversión de la gente de diversas herencias étnicas. En la actualidad hay un número de miembros en todo el mundo de aproximadamente 1,6 millones. Raíces bizantinas de la Iglesia Católica Melquita y prácticas litúrgicas tienen sus raíces en las de la ortodoxia oriental, mientras que la Iglesia ha mantenido la comunión con la Iglesia católica de Roma desde una escisión de la Iglesia Griega Ortodoxa de Antioquía en 1729.

Nombre de la Iglesia

Melquita, de la palabra siríaca malka de "King", era originalmente un término peyorativo para los cristianos de Oriente Medio que han aceptado la autoridad del Concilio de Calcedonia y el emperador bizantino, un término que se aplica a ellos por no Chalcedonians. De las iglesias Calcedonia, católicos griegos siguen utilizando el término, mientras Ortodoxa Oriental no.

El elemento griego significa el patrimonio rito bizantino de la Iglesia, la liturgia utilizado por todas las Iglesias ortodoxas orientales.

El término católico significa el reconocimiento de la autoridad del Papa de la Iglesia e implica la participación de la iglesia en todo el mundo. Según la tradición de la Iglesia, la Iglesia melquita de Antioquía es la "comunidad cristiana más antiguo del mundo."

En árabe, la lengua oficial de la iglesia, se le llama ar-ron al-Kathulik. La palabra árabe "Ron" significa griega de la palabra griega "Romioi" por el cual los griegos bizantinos identificaron, derivado del nombre de su tierra que ellos llamaban Rumania, o Nueva Roma. El nombre significa literalmente "católico", pero esto se refiere a la herencia griega bizantina asociado con la ciudad de "Nueva Roma", es decir, Constantinopla.

Historia

Los orígenes de la Iglesia Católica Melquita se remontan al establecimiento del cristianismo en el Cercano Oriente. Cuando el cristianismo comenzó a extenderse, los discípulos predicaron el Evangelio en toda la región y fueron por primera vez llamó "cristianos" en la ciudad de Antioquía, consulte el histórico del Patriarcado Católico Melquita. Los estudiosos atribuyen la redacción actual de los evangelios en griego koiné a la población cristiana helenizado de Antioquía, con autores como San Lucas y otros. En el siglo segundo, el cristianismo se había extendido en Antioquía y en Siria. El crecimiento de la iglesia no se detuvo durante los periodos de persecución, y para el final del siglo cuarto el cristianismo se convirtió en la religión oficial del estado.

La Iglesia greco-católica melquita tiene sus orígenes en las comunidades cristianas del Levante y Egipto. El liderazgo de la iglesia fue ejercido por los tres patriarcados Apostólicas de los antiguos patriarcados: Alejandría, Antioquía y Jerusalén. La historia y la relación con otras iglesias de la Iglesia se pueden resumir en cuatro momentos decisivos.

Fallout del Cuarto Concilio Ecuménico

El primer momento decisivo fue el acontecimiento sociopolítico en la estela del Cuarto Concilio Ecuménico, el Concilio de Calcedonia, que tuvo lugar en el año 451 - Quinto siglo Oriente Medio sociedad cristiana se convirtió fuertemente dividida entre los que lo hicieron y los que lo hicieron no aceptar el resultado del consejo. Los que aceptaron los decretos del concilio, el Chalcedonians, eran principalmente habitantes de las ciudades de habla griega, y fueron llamados melquitas por el anti-Chalcedonians. Estos últimos eran predominantemente provinciales sirio-árabes o de lengua copta.

Fusión con la lengua y la cultura árabe

El segundo caso es la definición de más de un período de cambio de un movimiento repentino. La batalla de Yarmuk llevó a cabo la patria melquita de control bizantino y lo puso bajo la ocupación de los invasores árabes. Considerando que la lengua y la cultura griega siguieron siendo importantes, especialmente para los melquitas de Jerusalén, la tradición melquita convirtió fusiona con la lengua y la cultura árabe. En realidad no había poesía cristiana árabe antes de la llegada del Islam, pero esto enracination en la cultura árabe llevó a un cierto grado de distanciamiento entre el patriarca de Constantinopla, y los patriarcas melquitas y su gente.

A pesar de la invasión árabe, los melquitas continuaron ejerciendo un papel importante en la Iglesia Universal. Los melquitas jugaron un papel de liderazgo en la condena de la controversia iconoclasta cuando reapareció en el siglo noveno, y estuvieron entre los primeros de las iglesias orientales para responder a la introducción de la cláusula filioque en Occidente.

La comunión con la Iglesia Católica Romana

El tercer momento decisivo fueron los Consejos de la reunión en la que los jerarcas ortodoxos aceptan la comunión con la Sede de Roma después de un largo período de cisma. En 1054, el patriarca Michael Kerularios y el cardenal Humberto de Silva Cándida habían excomulgado a sí, formalizando así un cisma que había estado desarrollando durante muchos años. El patriarca melquita Pedro III de Antioquía rechazó la querella del cardenal Latina y el Patriarca de Constantinopla. En 1965, el Papa Pablo VI y el Patriarca Atenágoras I "consignadas estas excomuniones al olvido."

Sin embargo, durante las Cruzadas, los cruzados introdujeron prelados latinos en las sedes de Oriente apostólica, y la Cuarta Cruzada vio el saqueo de la gran ciudad de Constantinopla y su dominación por los cruzados durante cincuenta y siete años. Estos acontecimientos trajeron el hogar Este-Oeste pelea a todo el mundo, pero no hubo declaración de cisma. Dado que nunca había habido ninguna división formal del East-West Schism estos "conversos" de los misioneros latinos simplemente se convirtió en un partido pro-occidental y pro-católica dentro de la ortodoxia oriental. A lo largo de los jesuitas del siglo 17, capuchinos y carmelitas establecieron misiones con el consentimiento de los obispos ortodoxos locales en el Imperio Otomano. Los dominicanos habían estado en Irak desde el siglo 14.

En el Concilio de Florencia, el Patriarca de Constantinopla y el emperador acepta la unión con el Oeste con la esperanza de ayuda para salvar Constantinopla del Islam. Ninguno de estos sindicatos duró, ni era ninguna ayuda significativa próxima de los reinos combatientes de un pronto a ser devastado-apart Europa.

Desde 1342, los frailes católicos romanos abrieron misiones en el Mediterráneo oriental, en particular en Damasco y su enseñanza tuvo una influencia importante sobre el clero melquita y personas. Sin embargo, en la tradición melquita, fueron los jesuitas, fundada sólo en 1534, que eran realmente decisivo en la formación del partido católico en el Patriarcado Ortodoxo de Antioquía. Los jesuitas no eran frailes, sino algo como los sacerdotes altamente educados de la Cancillería patriarcal, que les hizo más aceptable.

Elección de Cirilo VI

El cuarto momento decisivo fue la elección de Cirilo VI Tanas, en 1724, por los obispos melquitas de Siria como el nuevo Patriarca de Antioquía. Como Cyril se consideró pro-occidental, el patriarca Jeremías III de Constantinopla temía que su autoridad se vería comprometida. Por lo tanto, Jeremías declaró la elección de Cirilo no válida, lo excomulgó, y fue ordenado diácono Sylvester de Antioquía, un monje griego a un sacerdote y obispo, y luego lo designó a la sede patriarcal de Antioquía.

Sylvester exacerbado las divisiones con su gobierno de mano dura de la iglesia como muchos melquitas reconocieron la reclamación de Cyril al trono patriarcal. Era obvio para todos que Cyril había sido legítimamente elegido y consagrado, y que Jeremías había intentado sacarlo sólo para reforzar su propia autoridad sobre el Patriarcado de Antioquía. Jeremias y Sylvester comenzó una campaña de cinco año de persecución contra Cirilo y los fieles melquitas que lo apoyaron, impuesto por las tropas turcas otomanas.

Cinco años después de la elección de Cirilo VI, en 1729, el Papa Benedicto XIII reconoció Cyril como el legítimo Patriarca de Antioquía y reconoció a sus seguidores como estar en plena comunión con la Iglesia Católica Romana. Desde este momento en adelante, la Iglesia Greco-Católica Melquita ha existido por separado de y en paralelo a la iglesia ortodoxa griega de Antioquía en Asia occidental, esta última ya no se denomina melquita.

La Iglesia Católica Melquita griega ha tenido un papel importante en el liderazgo del cristianismo árabe. Siempre ha sido liderado por los cristianos de habla árabe, mientras que su contraparte ortodoxa tenía patriarcas griegos hasta 1899 - En efecto, en el comienzo mismo de su existencia separada, en torno a 1725, uno de sus más ilustres líderes laicos, el erudito y teólogo, Abdallah Zakher de Alepo estableció la primera imprenta en el mundo árabe. En 1835, Maximos III Mazloum, melquita católico griego Patriarca de Antioquía, fue reconocido por el Imperio Otomano como el líder de un mijo, una comunidad religiosa distintiva dentro del Imperio. El Papa Gregorio XVI dio Maximos III Mazloum el triple patriarcado de Antioquía, Alejandría y Jerusalén, un título que aún está en manos de la líder de la Iglesia Católica Melquita.

Expansión de la Iglesia y la participación en el Concilio Vaticano I

En 1847, el Papa Pío IX, restableció el Patriarcado Latino de Jerusalén en la persona de la joven, de 34 años, entusiasta Giuseppe Valerga, a quien los jerarcas indígenas apodado "el carnicero" por su feroz oposición a las iglesias ortodoxas del este de la Santa Land. Cuando llegó a Jerusalén en el año 1847, había 4.200 católicos latinos y cuando murió en 1872, el número se había duplicado.

Bajo la presión de la curia romana para adoptar prácticas de rito latino, Patriarca Clemente Bahouth introdujo el calendario gregoriano utilizado por el rito latino y maronita en 1857; ese acto causó serios problemas dentro de la iglesia melquita, dando lugar a un cisma de corta duración. Los conflictos en la iglesia melquita se intensificaron hasta el punto que Clemente renunció a su posición como patriarca.

El sucesor de Clemente, patriarca Gregorio II Youssef trabajó para restaurar la paz en la comunidad, la curación con éxito el cisma persistente. Él también se centró en la mejora de las instituciones eclesiásticas. Durante su reinado Gregory fundada tanto en el Colegio Patriarcal en Beirut en 1865 y el Colegio Patriarcal de Damasco en 1875 y volvió a abrir el seminario melquita de Ain Traz en 1866. También promovió la creación del Seminario de Saint Ann, Jerusalén, en 1882 por los Padres Blancos para la formación del clero melquita.

Tras el Hatt-i Hmayun de 1856, decretado por el sultán Abdlmecid I, la situación de los cristianos en Oriente Próximo mejorado. Esto permitió a Gregorio para fomentar con éxito una mayor participación de los laicos melquita tanto en administración de la iglesia, así como los asuntos públicos. Gregory también se interesó en el ministerio al creciente número de melquitas que habían emigrado a América. En 1889 se envió el padre Ibrahim Beshawate de la Orden Salvatoriana Basilian en Saida, Líbano a Nueva York con el fin de servir a la comunidad siria en crecimiento allí. Según el historiador Philip Hitte, Beshawate fue el primer sacerdote permanente en los Estados Unidos desde el Cercano Oriente de entre los melquitas, maronitas, y las Iglesias Ortodoxa de Antioquia.

Gregory fue también un defensor prominente de la eclesiología oriental en el Concilio Vaticano II. En los dos discursos que dio en el Consejo el 19 de mayo y 14 de junio 1870, se insistió en la importancia de ajustarse a las decisiones del Concilio de Florencia, de no crear innovaciones tales como la infalibilidad papal, sino aceptar lo que se había decidido de común acuerdo entre los griegos y los latinos en el Concilio de Florencia, en especial con respecto a la cuestión de la primacía papal. Él era muy consciente del impacto desastroso que la definición dogmática de la infalibilidad papal tendría en las relaciones con la Iglesia Ortodoxa Oriental y surgió como un destacado opositor del dogma en el Consejo. También defendió los derechos y privilegios de los patriarcas, de acuerdo a los cánones promulgados por los concilios ecuménicos anteriores. En su intervención en el Consejo el 19 de mayo de 1870, el Patriarca Gregorio afirmó:
Los atributos de la Iglesia de Oriente al Papa el poder más completa y la más alta, sin embargo, de una manera en la plenitud y la primacía están en armonía con los derechos de las sedes patriarcales. Por ello, en virtud del antiguo derecho y fundado en las costumbres, los Romanos Pontífices no, excepto en casos muy importantes, ejercen sobre ellos ve la jurisdicción ordinaria e inmediata que se nos pide ahora para definir sin ninguna excepción. Esta definición podría destruir completamente la constitución de toda la Iglesia griega. Es por eso que mi conciencia como un pastor se niega a aceptar esta Constitución.

Patriarca Gregorio se negó a firmar la declaración dogmática del Consejo sobre la infalibilidad papal. Él y los otros siete obispos melquitas presentes votaron non placet en la congregación general, y salió de Roma antes de la adopción de la constitución dogmática Pastor Aeternus sobre la infalibilidad papal. Otros miembros de la minoría anti-infalibilista, tanto de la Iglesia latina y de otras iglesias orientales católicas, también salieron de la ciudad.

Tras el Concilio Vaticano concluyó un emisario de la Curia Romana fue enviado para asegurar las firmas del patriarca y la delegación melquita. Patriarca Gregorio y los obispos melquitas suscritos a la misma, pero con la cláusula de clasificación de la utilizada en el Concilio de Florencia fijado: "salvo los derechos y privilegios de los patriarcas orientales.". Se ganó la enemistad de Pío IX para esto; durante su próxima visita al Papa Gregorio fue arrojado al suelo a los pies de Pío XII por la guardia papal, mientras que el Papa puso su pie sobre la cabeza del patriarca. A pesar de esto, el patriarca Gregory y la Iglesia Católica Melquita permanecían comprometidos con su unión con la Iglesia de Roma. Las relaciones con el Vaticano mejoraron después de la muerte de Pío IX y la posterior elección de León XIII como pontífice. Orientalium Dignitas encíclica de Leo se refirió a algunas de las preocupaciones de las Iglesias Orientales Católicas 'en latinización y las tendencias centralizadoras de Roma. Leo también confirmó que las limitaciones impuestas en el patriarca armenio-católica de 1867 Reversurus carta de Pío IX no se aplicarían a la Iglesia melquita, además, Leo reconoció formalmente la ampliación de la jurisdicción del Patriarca Gregorio para incluir todos los melquitas en todo el Imperio Otomano.
La Iglesia en los tiempos modernos

Los conflictos por las tradiciones latinas y en la Iglesia Melquita

Patriarca Maximos IV Sayegh participó en el Concilio Vaticano II, donde impulsó la tradición oriental del cristianismo, y ganó un gran respeto por los observadores ortodoxos en el Consejo, así como la aprobación del patriarca ecuménico de Constantinopla, Atenágoras I.

Tras el Concilio Vaticano II, los melquitas se trasladaron a la restauración de la adoración tradicional. Esto implicó tanto la restauración de las prácticas Melquita como la administración de la Eucaristía a los niños después de crismación post-bautismal, así como la eliminación de elementos de rito latino, tales como carriles comunión y confesionarios. En los días pre-conciliares, los líderes de esta tendencia fueron los miembros de "El Cairo Circle", un grupo de jóvenes sacerdotes en torno al Colegio Patriarcal en El Cairo. Este grupo incluye padres George Selim Hakim, José Tawil, Elias Zoghby y ex jesuita Oreste Kerame, que más tarde se convirtieron en obispos, y participó en el Concilio Vaticano II, y vieron sus esfuerzos reivindicados.

Estas reformas dieron lugar a protestas por parte de algunas iglesias Melquita que la de-latinización había ido demasiado lejos. Durante el patriarcado de Maximos IV, algunos melquitas en los Estados Unidos se opusieron al uso de la lengua vernácula en la celebración de la Divina Liturgia, un movimiento que fue encabezado por el futuro arzobispo de Nazaret, el Padre José Raya de Birmingham, Alabama. El tema obtuvo cobertura de noticias nacionales del obispo Fulton Sheen celebró una Santa Misa Pontifical en Inglés en la convención nacional melquita en Birmingham en 1958, parte de las cuales fueron televisados en las noticias nacionales.

En 1960, el tema fue resuelto por el Papa Juan XXIII, a petición del patriarca Maximos IV a favor del uso de las lenguas vernáculas en la celebración de la Divina Liturgia. Juan también consagrado sacerdote melquita, Padre Gabriel Acacio Coussa, como obispo, con el rito bizantino y la tiara papal como una corona. Obispo Coussa se elevó casi inmediatamente al cardenalato, pero murió dos años más tarde. Su causa de canonización fue introducida por su orden religiosa, la Orden Alepian Basilian.

Más protestas contra la de-latinización de la iglesia se produjeron durante el patriarcado de Máximos V Hakim cuando algunos funcionarios de la iglesia que apoyaron tradiciones latinas protestaron en contra de permitir la ordenación de hombres casados como sacerdotes. Hoy en día la iglesia se ve como una iglesia ortodoxa auténtica en comunión con la Iglesia Católica Romana. Como tal, tiene un papel como la voz de este dentro de la iglesia occidental, un puente entre las religiones y los pueblos.

Los intentos de unir a la diáspora melquita

Debido a la fuerte emigración desde el Mediterráneo oriental, que comenzó con las masacres de Damasco de 1860, en la que la mayoría de las comunidades cristianas fueron atacadas, la Iglesia greco-católica melquita hoy se encuentra en todo el mundo y ya no se compone exclusivamente de los fieles del Mediterráneo Oriental origen.

El Patriarcado de Maximos V vio muchos avances en la presencia mundial de la Iglesia Melquita, llamado "la diáspora": se establecieron Eparquías en los Estados Unidos, Canadá, Brasil, Australia, Argentina y México en respuesta al vaciado continuo del Mediterráneo Oriental de sus pueblos cristianos nativos. Algunos historiadores afirman que después de la revolución en Egipto en 1952, muchos melquitas salieron de Egipto debido a las políticas islamistas, nacionalistas y socialistas renovados del régimen de Nasser. En 1950, la comunidad melquita más rico del mundo estaba en Egipto. En 1945, la única diócesis más poblada era Akko, Haifa, Nazaret y toda la Galilea.

En 1967, un egipcio nativo de origen sirio-Aleppin, George Selim Hakim, fue elegido como el sucesor de Maximos IV, y tomó el nombre de Maximos V. Fue a reinar hasta que se retiró a la edad de 92 en el año jubilar de 2000. Él descansaba en la fiesta de los Santos Pedro y Pablo, 29 de junio de 2001 - Fue sucedido por el arzobispo Lutfi Laham, que tomó el nombre de Gregorio III.

Tradiciones de la Iglesia

La Iglesia católica melquita está en plena comunión con la Santa Sede, sino que sigue plenamente las tradiciones y costumbres del cristianismo bizantino. Los lenguajes tradicionales de culto son el árabe o griego, pero hoy en día, los servicios se llevan a cabo en una variedad de idiomas, dependiendo del país donde se encuentra la Iglesia.

Organización

El actual Patriarca griego melquita católico de Antioquía y Todo el Oriente, y Alejandría y Jerusalén es Gregorio III Laham. El patriarcado se basa en la capital siria, Damasco. En el mundo árabe, la iglesia tiene diócesis en:
El patriarcado es administrado por un sínodo permanente que incluye el patriarca y cuatro obispos, el tribunal ordinario del patriarca para asuntos jurídicos, los Economos patriarcales que se desempeña como administrador financiero, y una cancillería. El Sínodo de los obispos melquitas, integrado por todos los obispos de la Iglesia, se reúne cada año para examinar cuestiones administrativas, teológica y que afectan a toda la Iglesia.

También hay varias organizaciones patriarcales con oficinas y capítulos en todo el mundo. Estos incluyen el orden patriarcal de la Santa Cruz de Jeruselem, que promueve las obras religiosas, culturales, caritativas y sociales que preocupan a la Iglesia, la Asociación Global melquita, un grupo que las redes eparquías, monasterios, escuelas y asociaciones melquitas, y Amigos de la Tierra Santa, una organización caritativa laicos activos en la diáspora, que ofrece ropa, medicinas y objetos litúrgicos para las iglesias y las comunidades en Israel, Palestina, Líbano, Jordania, Egipto y Siria.

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Re: 8. La Orden de San Basilio. Semana del 6 de octubre

Notapor AMunozF » Mié Oct 08, 2014 12:57 pm

----------------------------------------------------FILIOQUE-----------------------------------------------------------

Filioque es una fórmula teológica de gran importancia dogmática e histórica. Por una parte, indica la Procesión del Espíritu Santo tanto del Padre como del Hijo como un Principio; por otra, fue la ocasión de un cisma griego. Ambos aspectos de la expresión requieren más explicación.

[ 1 ] - SIGNIFICADO DOGMÁTICO DE FILIOQUE

El dogma de la doble Procesión del Espíritu Santo del Padre e Hijo como un Principio se opone directamente al error de que el Espíritu Santo procede del Padre, no del Hijo. Ni el dogma ni el error crearon muchas dificultades durante el curso de los primeros cuatro siglos. Macedonio y sus seguidores, los llamados pneumatomachi, fueron condenados por el concilio local de Alejandría (362) y por el Papa San Dámaso I (378) por enseñar que el Espíritu Santo deriva su origen solo del Hijo, por creación. Si el credo utilizado por los nestorianos, compuesto probablemente por Teodoro de Mopsuestia, y las expresiones de Teodoreto dirigidas contra el noveno anatema de San Cirilo de Alejandría, niega que el Espíritu Santo deriva su existencia del o a través del Hijo, probablemente intentaron negar solamente la creación del Espíritu Santo por o a través del Hijo, inculcando al mismo tiempo su Procesión de ambos, Padre e Hijo. De todas las maneras la doble Procesión del Espíritu Santo no se discutía durante los primeros tiempos; la controversia estaba restringida al Oriente y duró poco tiempo.

La primera indudable negación de la doble Procesión la encontramos en el siglo VII entre los herejes de Constantinopla cuando Martín I (649-655) en su escrito sinodal contra los monotelitas emplea la expresión “Filioque”. Nada se sabe sobre el desarrollo posterior de esta controversia, que no parece haber adquirido ninguna proporción seria, pues la cuestión no estaba relacionada con las enseñanzas características de los monotelitas.

En la Iglesia occidental la primera controversia sobre la doble Procesión del Espíritu Santo se llevó a cabo con los enviados del emperador Constantino Coprónimo, en el sínodo de Gentilly, cerca de París, que tuvo lugar en tiempo de Pipino (767). No hay actas sinodales ni más información. A principios del siglo IX, Juan, un monje griego del monasterio de San Sabas acusó de herejía a los monjes del monte Olivet, por haber introducido el Filioque en el Credo. En la segunda mitad del mismo siglo, Focio, el sucesor del injustamente despuesto Ignacio, patriarca de Constantinopla (858), negó la procesión del Espíritu Santo del Hijo y se opuso a la inserción del Filioque en el credo de Constantinopla. La misma posición mantuvieron a finales del siglo décimo los patriarcas Sisinio y Sergio y hacia la mitad del XI, el patriarca Miguel Cerulario, que renovó y completó el cisma griego.

El rechazo del Filioque o la doble Procesión del Espíritu Santo del Padre y del Hijo, y la negación de la [[primacía del Romano Pontífice constituyen aún hoy día los principales errores de la Iglesia Griega. Mientras que fuera de la Iglesia la duda sobre la doble procesión se convirtió en una negación abierta, dentro de la Iglesia la doctrina del Filioque se declaró dogma de fe en el Cuarto Concilio de Letrán (1215), el Segundo Concilio de Lyon (1274) y en el Concilio de Florencia (1438-1445). Así la Iglesia propuso de forma clara y con autoridad la enseñanza de la Sagrada Escritura y de la tradición sobre la Procesión de la Tercera Persona de la Santísima Trinidad.

En cuanto a la Sagrada Escritura, los escritores inspirados llaman al Espíritu Santo el Espíritu del Hijo (Gál. 4,6), el Espíritu de Cristo (Rom. 8,9), el Espíritu de Jesucristo (Fil. 1,19), de la misma forma que le llaman Espíritu del Padre (Mt. 10,20) y el Espíritu de Dios (1 Cor. 2,11). De ahí que le atribuyen al Espíritu Santo la misma relación con el Hijo que con el Padre.
Ahora bien, según la Escritura, el Hijo envía al Espíritu Santo (Lc. 24,49; Juan 15,26; 16,7; 20,22; Hch. 2,33; Tito 3,6), de la misma manera que el Padre envía al Hijo (Rom. 3,3) y como el Padre envía al Espíritu Santo (Jn. 14,26)

Ahora, la “misión “ o “envío” de una Divina Persona por otra no significa meramente que la persona enviada, asume un carácter particular, a sugerencia de sí mismo en el carácter del que envía, como afirmaban los Sabelianos; ni implica ninguna inferioridad en la Persona enviada, como enseñaban los arrianos, sino que denota, de acuerdo con los más importantes teólogos y los Padres, la Procesión de la persona enviada de la Persona que envía. La Sagrada Escritura nunca presenta al Padre como siendo enviado por el Hijo ni al Hijo como enviado por el Espíritu Santo. La misma idea del término “misión” indica que la persona enviada sale para un cierto propósito por el poder del que envía, un poder ejercido en la persona enviada por medio de un impulso físico, o de una orden, o de oración, o, finalmente, de producción. Ahora bien, la Procesión, la analogía de producción, es la única manera admisible en Dios. Se sigue que los escritores inspirados presentan al Espíritu Santo como que procede del Hijo, puesto que lo presentan como enviado por el Hijo.

Finalmente San Juan (16,13-15) da las palabras de Cristo: “no hablará por su cuenta, sino que hablara lo que oiga”… recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros… Todo lo que tiene el Padre es mío”. Aquí hay una doble consideración. Primero el Hijo tiene todo lo que tiene el Padre, así que debe parecerse al Padre en ser el Principio del que procede el Espíritu Santo. Segundo, el Espíritu Santo recibirá “de lo mío “, según las palabras del Hijo; pero Procesión es la única forma concebible de recibir que no implica dependencia o inferioridad. En otras palabras, el Espíritu Santo procede el Hijo.

La Enseñanza de la Sagrada Escritura sobre la doble Procesión del Espíritu Santo fue fielmente preservada en la Tradición cristiana. Incluso los griegos ortodoxos conceden que los Padres latinos afirman la Procesión del Espíritu Santo del Hijo. La gran obra de Petavio sobre la Trinidad (Lib. VII, cc. III ss.) desarrolla a fondo la prueba de este asunto. Mencionamos aquí solamente algunos documentos en los que se ha expresado claramente la doctrina patrística:
---la carta dogmática de León I a Toribio, obispo de Astorga Ep. XV, c. I (447);
---el llamado Credo de Atanasio;
---varios concilios efectuados en Toledo en los años 447, 589 (III), 675 (XI), 693 (XVI);
---la carta del Papa San Hormisdas al emperador Justio, Ep. LXXIX (521);
---las declaraciones sinodales del Papa San Martín I contra los monotelitas, 649-655;
---la contestación del Papa Adrián I a los Libros Carolinos, 772-795;
---los sínodos de Mérida (666), Braga (675) y Hatfield (680);
---el escrito del Papa San León III (m. 816) a los monjes de Jerusalén;
---la carta del Papa Esteban V (VI) (m. 891) al rey de Moravia Suentopolcus (Suatopluk), Ep. XIII;
---el símbolo del Papa León IX (m.1054);
---el Cuarto Concilio de Letrán;
---el Segundo Concilio de Lyon, 1274;
---el Concilio de Florencia, 1439.

Algunos de los documentos conciliares citados se pueden ver en Hefele "Conciliengeschichte" (2da. ed.), III, nn. 109, 117, 252, 411; cf. P.G. XXVIII, 1557 ss. Besarión, hablando en el concilio de Florencia, dedujo la tradición de la Iglesia Griega a partir de las enseñanzas de la Latina; puesto que los Padres griegos y latinos, antes del siglo IX, eran miembros de la misma Iglesia, es un antecedente improbable que los Padres Orientales hubieran negado un dogma firmemente mantenido por los Occidentales. Más aún, hay ciertas consideraciones que forman una prueba directa para la creencia de los Padres griegos en la doble Procesión del Espíritu Santo.

Primero, los Padres griegos enumeran a las Divinas Personas en el mismo orden que los Padres latinos; admiten que el Hijo y el Espíritu Santo están lógica y ontológicamente relacionados de la misma manera que el Hijo y el Padre. [[[San Basilio el Grande|Basilio]], Ep. CXXV; Ep. XXXVIII (alias XLIII) ad Gregor. fratrem; "Adv.Eunom.", I, XX, III, sub init.]

Segundo, los Padres griegos establecen la misma relación entre el Hijo y el Espíritu Santo como entre el Padre y el Hijo; como el Padre es la fuente del Hijo, así el Hijo es la fuente del Espíritu Santo. (San Atanasio, Ep. ad Serap. I, XIX, ss.; "De Incarn.", IX; Orat. III, adv. Arian., 24; Basilio, "Adv. Eunom.", V, en P.G.., XXIX, 731; cf. San Gregorio Nacianceno, Orat. XLIII, 9)

Tercero, no faltan pasajes en los escritos de los Padres en los que no se afirme claramente la Procesión del Espíritu Santo del Hijo: San Gregorio Taumaturgo, "Expos. fidei sec.", vers. sc. IV, en Rufino, Hist. Eccl., VII, XXV; San Epifanio., Haer., c. LXII, 4; San Gregorio de Nisa, Hom. in orat. domin. (cf. Mai, "Bibl. nova Patrum", IV, 40 ss.); San Cirilo de Alejandría, "Thes.", ass. XXXIV; el segundo canon de un sínodo de cuarenta obispos efectuado en 410 en Seléucida, Mesopotamia (cf. Lamy, "Concilium Seleuciae et Ctesiphonte habitum a. 410", Louvain, 1869; Hefele, "Conciliengeschichte", II, 102 sqq.); la versión arábiga de los cánones de San Hipólito (Haneberg, "Canones Sti. Hyppolyti", Munster, 1870, 40, 76); la explicación nestoriana del Símbolo (cf. Badger, "The Nestorians", Londres, 1852, II, 79; Cureton, "Ancient Syriac Documents Relative to the Earliest Establishment of Christianity in Edessa", Londres, 1864, 43; "La Doctrina de Addai, el Apóstol", ed. Phillips, Londres, 1876)

La única dificultad bíblica digna de mención se basa en las palabras de Cristo registradas por Juan 15,26, que el Espíritu procede del Padre, sin que se haga mención del Hijo. Pero, en primer lugar, no se puede demostrar que esta omisión sea una negación; y en segundo lugar, la omisión es sólo aparente, puesto que en la primera parte del versículo el Hijo promete “enviar” al Espíritu. La Procesión del Espíritu Santo del Hijo no se menciona en el Credo de Constantinopla, porque este Credo iba dirigido contra el error de los macedonios, contra el bastaba declarar la Procesión del Espíritu Santo del Padre. Las expresiones ambiguas encontradas en algunos de los primeros escritores de autoridad se explican por los principios que se aplican generalmente al lenguaje de los primeros Padres.

[ 2 ] - LA IMPORTANCIA HISTÓRICA DEL FILIOQUE

Hemos visto que el Credo de Constantinopla declaraba al principio solamente la Procesión del Espíritu Santo del Padre, y que iba dirigida contra los seguidores de Macedonio que negaba la Procesión del Espíritu Santo del Padre. En Oriente, la omisión de Filioque no llevó a ningún malentendido. Sin embargo, en España, las condiciones fueron diferentes después de que los ostrogodos renunciaron al arrianismo y profesaron la fe [[católico|católica]} del Tercer Concilio de Toledo (589). No se puede asegurar quién añadió por primera vez el Filioque al Credo, pero parece cierto que la adición se cantó por primera vez en la Iglesia española después de la conversión de los godos. En 796 el patriarca de Aquilea justificó y aceptó la misma adición en el Sínodo de Friaul, y en 809 el concilio de Aquisgrán parece haberlo aprobado.

Los decretos de este concilio fueron examinados por el Papa León III que aprobó la doctrina manifestada por el Filioque, pero aconsejó que se omitiera la expresión en el Credo. La práctica de añadir el Filioque se mantuvo a pesar del consejo papal y a mediados del siglo XI se había instalado firmemente hasta en Roma. Los eruditos no están de acuerdo en qué momento exacto se introdujo en Roma pero la mayoría lo colocan en el pontificado de Benedicto VIII (1014-15)

La doctrina católica fue aceptada por los diputados griegos que estaban presentes en el Segundo Concilio de Florencia en 1439, cuando el credo se cantó en latín y griego con la palabra Filioque incorporada. En cada ocasión se esperaba que el patriarca de Constantinopla y sus súbditos habían abandonado el estado de herejía y cisma en el que habían vivido desde tiempos de Focio, quien en alrededor del año 870 encontró en el Filioque una excusa librarse de toda dependencia de Roma. Pero por muy sinceros que fueran los obispos griegos, no lograron arrastrar con ellos al pueblo y la fosa que separa oriente de occidente continúa hasta ahora.

Es verdaderamente sorprendente que un tema como el de la doble Procesión del Espíritu Santo llamara la atención de la imaginación de la multitud. Pero sus sentimientos nacionales habían sido avivados por el deseo de por otra parte se habían interpuestos los sentimientos nacionales en el deseo de liberación del antiguo rival de Constantinopla; la ocasión de lograrlo legalmente pareció presentarse en la adición del Filioque al Credo de Constantinopla. ¿Acaso Roma no se había excedido en sus derechos al desobedecer el mandato del Concilio de Éfeso (Tercer Concilio General, 431) y del Concilio de Calcedonia (451)?

Es verdad que estos concilios habían prohibido la introducción de otra fe o de otro Credo y habían impuesto la pena de deposición a los obispos y clérigos y la de excomunión a los monjes y laicos que transgredieran esta ley; sin embargo los concilios no habían prohibido explicar la misma fe o proponer el mismo Credo de una forma más clara. Además, los decretos conciliares afectaban a transgresores individuales, como está claro por la sanción añadida, pero no obligaban a la Iglesia como un cuerpo. Finalmente los Concilios de Lyon y Florencia no requirieron a los griegos que introdujeran el Filioque en el Credo, sino sólo que aceptaran la doctrina católica de la doble Procesión del Espíritu Santo ( ver Espíritu Santo y Credo)

Fuente | Autor : ENCICLOPEDIA CATÓLICA | Maas, Anthony. "Filioque." The Catholic Encyclopedia. Vol. 6. New York: Robert Appleton Company, 1909. <http://www.newadvent.org/cathen/06073a.htm>.

Fuente | Autor : Traducido por Pedro Royo.

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