1. De los monjes a los frailes. 17 noviembre 2014

En este curso, haremos un viaje en el tiempo para situarnos en los orígenes del monacato cristiano. Conoceremos las distintas órdenes monásticas, a sus fundadores, sus monasterios, su arte, cultura, forma de vida y su importancia para la civilización a través de la historia hasta la actualidad.

Fecha de inicio:
11 de agosto de 2014

Fecha final:
27 de octubre de 2014

Responsable: Hini Llaguno

Moderadores: Catholic.net, Ignacio S, hini, Betancourt, PEPITA GARCIA 2, rosita forero, J Julio Villarreal M, AMunozF, Moderadores Animadores

Re: 1. De los monjes a los frailes. 17 noviembre 2014

Notapor Dorys Bencomo » Mié Nov 26, 2014 5:07 pm

Hola compañeros publicaron el tema numero 2 del curso? No logro verlo, avísenme como puedo abrirlo si es que esta publicado gracias
Dorys Bencomo
 
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Re: 1. De los monjes a los frailes. 17 noviembre 2014

Notapor Pachelli1960 » Jue Nov 27, 2014 5:39 pm

1.- De los Monjes a los Frailes


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Los monjes dieron a la Iglesia un contingente de misioneros de primera clase para la conversión de Europa. No solamente predicaban los evangelios, sino que rellenaban pantanos, fundaban escuelas, experimentaban con nuevas técnicas agrícolas y construían monasterios alrededor de los cuales crecían ciudades pequeñas como la de York o grandes como la de París.

En los "scriptoriums" (el término monástico equivalente a bibliotecas de investigación), escribieron copias perdurables de los libros griegos y romanos, conservando esta herencia del saber para todos nosotros. Hicieron todo esto convencidos de que la voluntad del Espíritu de Dios era la civilización del mundo.

San Benito fue el padre de los monjes de Occidente. Fundó su primer monasterio, Monte Casino, a mediados del siglo VI. La Regla de san Benito fue y sigue siendo una guía monástica hasta hoy.

En el mundo medieval, los monasterios hacían la función de «ciudades de Dios», al igual que las villas, los pueblos y las aldeas eran las ciudades de los hombres. Eran microcosmos en los que los hombres y mujeres allí reunidos se entregaban al trabajo y la oración; en un mundo oscuro y bárbaro fueron los que preservaron la cultura clásica para los siglos venideros

Desde hace miles de años han existido hombres que voluntariamente han abandonado la sociedad para retirarse a meditar y orar en soledad, son los ermitaños y anacoretas. En algunos casos, prefirieron agruparse en pequeñas comunidades en las que trataron de alcanzar estos mismos objetivos; de esta manera surgieron los monasterios, pequeños microcosmos autosuficientes, que se regían por sus propias reglas. Pronto, el resto de la sociedad, deseosa de lavar sus pecados y de ser incluida en las oraciones de los monjes, fue ofreciendo a los monasterios donaciones destinadas a ennoblecer los edificios monacales.


El origen del monacato

Los orígenes del monacato se sitúan en el siglo III en el Mediterráneo oriental, donde, partiendo de la necesidad de un mayor compromiso religioso, numerosos eremitas y anacoretas decidieron llevar una vida ascética en solitario, siguiendo el modelo de santos como Elias o Juan. Sin embargo, también se desarrollaron formas de vida religiosa en comunidad; fue el caso de los cenobitas, que querían imitar a los apóstoles.

En Occidente, resulta difícil hablar de una homogeneidad monástica, ya que cada centro era independiente de los demás, aunque los objetivos de la orden fuesen comunes. Las reglas monásticas más antiguas fueron redactadas por San Agustín (354-430); en ellas reguló las horas canónicas y dispuso las obligaciones de los monjes respecto al orden teológico y moral. Consiguió, ya en el siglo y, que más de veinte monasterios africanos las practicaran, lo que contribuyó al conocimiento de la regla en Europa. Desgraciadamente no se conserva ningún resto de los primitivos monasterios africanos, por lo que desconocemos cómo fueron las construcciones que acogieron a estos primeros monjes.

Durante los siglos V a VIII, en Europa destacaron dos corrientes monásticas: los monjes celtas irlandeses, comunitarios y fuertemente ascéticos, y los que seguían la regla de san Benito de Nursia. Las órdenes irlandesas estaban muy relacionadas con las reglas monásticas orientales; san Columbano, en el siglo VI, fue su principal impulsor. Fue un rígido monje que exigía a sus comunidades que vivieran con descanso y alimentación mínimos, sometiendo sus cuerpos a terribles castigos para evitar la sensualidad. Este ascetismo y mortificación de la carne impulsaba a los monjes a buscar refugio en lugares inhóspitos, donde su existencia resultara aun mas extrema. Se conserva una descripción del monasterio más importante fundado por san Columbano, en la isla de ona. Se trataba de una pequeña aldea, rodeada de un rudimentario muro más o menos circular, en la cual los monjes habitaban en doce minúsculas celdas de madera y tierra prensada; en el centro, una celda algo mayor era ocupada por el abad. Al parecer, todos los monasterios de esta orden siguieron el mismo esquema, con iglesias muy pequeñas y oscuras ubicadas en una posición central. Estaban construidos con materiales muy pobres, piedras sin labrar o un entretejido de ramas y cañas. Sin embargo, pese a esta pobreza, en estos monasterios se desarrolló un maravilloso arte ornamental, fundamentalmente orfebrería e iluminación de manuscritos.

La regla de san Benito

El monasterio benedictino fue el germen de la arquitectura monástica occidental. Benito de Nursia se retiró a los veinte años para llevar una vida de ermitaño. Muy pronto, imitaron su ejemplo numerosos discípulos, atraídos por su santidad. Refugiado con algunos de ellos en Monte Cassino, en la comarca italiana de Campania, el santo escribió la Regula Sancti Benedicti, la norma que gobernó la vida monástica de todo el medioevo, según la cual los monjes debían rezar y trabajar (ora et labora) de manera equilibrada. Para ello se prestaba especial atención a la organización del horario, lo que determinó un mejor aprovechamiento de la luz y de las condiciones climáticas.

Carlomagno mandó hacer una copia de la regla y ordenó su disposición en todos los monasterios del Imperio, hecho que contribuyó a la rápida extensión del benedictismo por toda Europa. Aunque la regla no específica las características de los edificios monásticos, en época carolingia se definió su esquema. Hasta la actualidad ha llegado el plano del monasterio suizo de Saint Gallen, conservado en el reverso de una biografía de san Martín. Gracias a él sabemos cÓmo era la distribución planimétrica de un monasterio del siglo IX, muy parecida a la de los posteriores centros cluniacenses. Al igual que sucede con todos los monasterios medievales, el emplazamiento de Saint Gallen no se eligió al azar, estaba en un lugar protegido y bien abastecido de agua, con una buena cantera, un bosque frondoso y unas ruinas romanas en sus cercanías...

Los cluniacenses

En el año 910, Guillermo, duque de Aquitania, fundó el monasterio de Cluny en tierras de Borgoña, que donó a los benedictinos, otorgándoles amplios privilegios. Éstos decidieron reformar la regla, ya que para entonces se encontraba muy alejada en la práctica de sus propósitos iniciales. La reforma restó importancia al trabajo manual e intelectual frente a los oficios divinos. Este renovado espíritu religioso propició un nuevo estilo artístico más místico; la austeridad del régimen de vida condujo a la creación de un nuevo espacio arquitectónico.

El esquema de la edificación no quedaba al puro arbitrio de la agrupación conventual, se regía por estrictas normas constructivas, en función de la vida cotidiana de los monjes; en lo fundamental, se tomaba como modelo la villa romana de explotación rural. En síntesis, este plano básico del monasterio constaba de cuatro conjuntos arquitectónicos diferenciados por su funcionalidad. El complejo quedaba articulado en torno al claustro, un área cuadrangular con un jardín en su centro. En él, los monjes gozaban dé un rincón de paz donde podían recogerse dentro de la comunidad, reflexionar sobre temas espirituales y realizar sus plegarias. El claustro estaba rodeado por una galería cubierta desde la que se accedía a las diferentes estancias, que comunicaban frecuentemente con la iglesia, el refectorio y la sala capitular. En el segundo piso se situaban los dormitorios de los monjes.

Esta distribución podía variar en función de diversos elementos, como las características o el clima del territorio. La presencia de otras estancias, como las dedicadas a la vida económica, estaba supeditada a la importancia o la riqueza de cada centro. Los amplios campos de explotación agrícola y el considerable número de monjes dependientes del monasterio hacían necesaria la edificación de almacenes, bodegas, establos, despensas, locales administrativos, etc. El palacio del abad podía ser también testigo del prestigio adquirido por el monasterio.

Un tercer conjunto arquitectónico estaría asociado a la vida cultural desarrollada en el monasterio, cuyo eje se centra en la biblioteca y el scriptorium, además de en la escuela de novicios.

Por último, otras dependencias servían para relacionar al monasterio con el exterior. La hospedería daba cobijo a los peregrinos que se hallaban de paso, aunque en muchas ocasiones albergaba a visitantes de renombre. También era importante la labor de beneficencia del monasterio, donde se socorría a pobres, enfermos y desheredados en hospitales o lazaretos.

En suma, el monasterio estaba concebido fundamentalmente como lugar de plegaria más que de trabajo, pero, sobre todo, era un ámbito donde los monjes se dedicaban por completo al servicio de Dios. Alejados, pues, de una vida dependiente del trabajo manual, era necesario que el recinto fuese un remanso de paz que procurase un agradable retiro y aislamiento a sus moradores. Las edificaciones debían tener una medida justa y apropiada para la comunidad y, en cualquier caso, debían facilitar la vida litúrgica, los oficios y las oraciones.

Cluny, tomado como modelo de monasterio por antonomasia, contribuyó decisivamente a la difusión por toda Europa de las soluciones del estilo románico empleadas en su construcción. Sus abades se empeñaron en convertirlo en una segunda Roma, una aspiración a la que no era ajena la idea de lo bello al servicio de la liturgia, ya que se consideraba que el esplendor y la pureza de las formas externas eran sumamente importantes para honrar a Dios debidamente.

Los cistercienses

El poder y la opulencia que hablan alcanzado los monjes de Cluny —la iglesia de la casa madre, tras sucesivas ampliaciones, llegó a ser la más grande de la cristiandad— rompía con la máxima benedictina del “ora et labora”; durante todo el siglo XI se sucedieron los intentos de restaurar los principios fundamentales de la regla. Finalmente, lo consiguió el monje Roberto, que en 1089 se retira al bosque de Citeaux, en Borgoña, en compañía de otros hermanos. En la nueva orden del Císter se prohibió el lujo, tanto en el vestido, como en la comida y en la vivienda, por lo que los monasterios se construyeron siguiendo líneas extremadamente austeras. Esta austeridad propició la creación de edificios desprovistos de decoración, en los que lo principal era la estructura arquitectónica en sí misma. Un nuevo estilo, el gótico, se ajustó perfectamente a los deseos expresados por estos monjes; la fundación de los monasterios cistercienses favoreció la expansión del estilo por todos los rincones del continente.

PARA SABER MAS...
¿Dónde se construían los monasterios?
Los monjes buscaban lugares aislados situados en las proximidades de elevaciones montañosas poco frecuentadas, en lo más profundo de valles baldíos o en parajes muy arbolados, lejos de las rutas recorridas por los comerciantes y hombres de armas. La primera ley que rige el monaquisino es la soledad; la segunda, el desapego. Sin embargo, y con frecuencia, el monasterio se establecía en lugares en los que habían encontrado abrigo cultos anteriores al cristianismo, como si hubiese localizaciones predestinadas.

¿Cómo era la vida cotidiana?
El empleo del tiempo de cada jornada presenta una cierta diversidad según las diferentes órdenes monásticas, pero, por regla general, hay tres actividades esenciales en la vida de la comunidad: el oficio divino, que comprende múltiples liturgias diurnas y nocturnas, y en el que el canto ocupa un lugar de privilegio; el trabajo manual, que suministra a la comunidad sus medios de subsistencia, pero que es también una forma de oración; y, por último, la lectura y la meditación solitaria en el silencio de la celda, que proveen a los monjes de su alimento espiritual y la profundización de su fe.

¿En qué se ocupaban los monjes?
Desempeñaban desde las tareas más humildes a las actividades más complejas, y, en la medida de la capacidad de cada cual, debían dedicarse a todas ellas con idéntica aplicación. La comunidad vivía en régimen de autarquía. Debía producir todos los medios para su subsistencia y, por consiguiente, cultivar la tierra, fabricar las herramientas y las vestiduras, y construir y reparar los edificios. Después venían las labores intelectuales, y en particular la copia e ilustración de manuscritos, y la decoración, a base de pintura y escultura, de los inmuebles religiosos.

¿De dónde procedían los monjes?
Pertenecían a todas las clases sociales. Algunos provenían de medios aristocráticos, y se hacían monjes para huir de la corrupción y, sobre todo, de las violencias de un mundo dominado por la barbarie guerrera. Otros procedían del ámbito agrícola y, gracias a la vida monástica, encontraban el medio de acceder a la cultura. Otros, por fin, habían formado parte de la multitud errante característica de la Edad Media, época de extremada movilidad, en la que gran número de jóvenes se lanzaban a los caminos con la esperanza de encontrar en algún sitio su destino verdadero. Para muchos de éstos, el monasterio, remanso de paz, constituía el término de su viaje.

¿De qué tipo era su influencia?
En primer término, era espiritual, puesto que su existencia representaba la puesta en práctica de las enseñanzas evangélicas, fundadas sobre la fraternidad y la negación de la violencia. Pero en la inmensa labor cultural realizada en los monasterios, el cristianismo encontraría los cimientos de su influencia intelectual. Influencia que se da también en el terreno de lo económico, pues los monjes contribuyen ampliamente a que se utilicen mejor las tierras cultivables y a que se renueve el utillaje del mundo rural, lo que permitirá efectuar grandes desmontes.

2.- Frailes

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Fraile
m. Nombre dado a los religiosos de ciertas órdenes.
Doblez hacia fuera que se hace en el borde de un vestido talar.
fraile
sustantivo masculino
fray, religioso, monje.
Como tratamiento antepuesto al nombre, úsase la forma apocopada fray: Fray Luis de León. En el habla corriente, fraile no se circunscribe a determinadas órdenes, sino que es sinónimo de religioso, monje.
Diccionario Manual de Sinónimos y Antónimos de la Lengua Española Vox. © 2007 Larousse Editorial, S.L.
Gracias
Dios nos bendiga a todos

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Re: 1. De los monjes a los frailes. 17 noviembre 2014

Notapor AMunozF » Jue Nov 27, 2014 8:59 pm

Dorys Bencomo escribió:Hola compañeros publicaron el tema numero 2 del curso? No logro verlo, avísenme como puedo abrirlo si es que esta publicado gracias


Dorys Bencomo

Hola !

En respuesta a tu duda te comento que aún no se publica el Tema 2.

En cambio te recomiendo, si es que tienes Problemas para subir fotos, que veas ese "Aviso". Está publicado dentro de los Avisos y con ese nombre.

Que Dios te Bendiga
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Re: 1. De los monjes a los frailes. 17 noviembre 2014

Notapor MECHA1 » Jue Nov 27, 2014 10:20 pm

Hola peregrinantes. Pude terminar la actividad. Bendiciones paraa todos.
SIGNIFICADO E IMPLICANCIA DE SER MENDICANTE
El término Mendicante es un adjetivo que significa “Que mendiga” y proviene del lat. mendicare. Se aplica a la orden religiosa cuyos miembros y conventos no pueden poseer bienes, y que vive únicamente de la limosna de los fieles y del trabajo.
En el siglo XII comienza un cauce religioso cultural y social de donde surgen las Órdenes Mendicantes formadas por discípulos o seguidores de Jesús, Hijo del Padre con signos externos de pobreza personal y comunitaria y con voz profética de mensajeros o apóstoles que se hacen presentes en ciudades y aldeas, en mercados y plazas, en aulas y en púlpitos. Lo hacen a título de ‘mendicantes’, es decir, contraponiendo social y visiblemente, a relajación moral la austeridad, a la riqueza o al poder del dinero la pobreza, a la soberbia, ostentación y lujo la humildad, a la autosuficiencia y dependencia la mendicidad.
Mediante ese esquema simplificado, elemental, de contraste moral y espiritual con estos cuatro rasgos, se destaca algunas piedras básicas del edificio general de las Órdenes Mendicantes, dejando que en cada una de ellas haya matices diferenciadores muy saludables.
Por ejemplo la Austeridad dominicana alude a una actitud general no relajada en personas y comunidades, relejada en el material de edificios y otros bienes. La austeridad general es como el primer nivel de una vida en espíritu mendicante, pobre. Fija o exige un mínimo indispensable para poder hablar de seguimiento de Cristo en la vida de los frailes predicadores. Quien no aprecie la austeridad como un valor climático indispensable para poder cultivar otro, no puede ser dominico.
De acuerdo con esa idea, la Regla de San Agustín, enseña que no debe tener acceso a la profesión de Fraile Predicador quien pretenda mantener en el convento una vida regalada. Quien se considere rico en bienes materiales o culturales, en prestigio o dignidad social, ha de moderarse y controlar su autoestima y no ‘vanagloriarse’ de lo que dejó; y quien se vea pobre no se engañará con el señuelo de satisfacer en el convento una autoestima soñada con vanaglorias.
Austeridad es moderación. En la filosofía de la vida dominicana, tomista, ningún exceso es bueno, salvo el exceso de Amor y Caridad. Por eso sus moralistas repiten con frecuencia, a reformadores y a relajados que cuando se quiebra el nivel saludable de austeridad de vida, ya sea rebajando o aflojando la tensión en las costumbres de moderado bienestar, o sea elevando los rigores ascéticos a niveles que deterioran a la persona y la convivencia, la calidad de la comunidad dominicana queda desvirtuada. El santo, ¡bendito sea!, el que viva en extremos heroicos, pero que no exija heroísmos; y el
Mediocre que salga de su mezquindad y aspire a una vida más digna.
El ideal es Ser santos prudentes.
La Pobreza dominicana. Este rasgo, cultivable en clima de austeridad, tiene varios matices y grados: 1) el primer grado equivale a moderación general en personas, comunidades y edificios, y comienza por el cumplimiento del voto que prescribe no tener peculio propio y entregar en la caja común todo lo honestamente alcanzado o recibido; 2) el segundo grado se alcanza viviendo con alegre conformidad las jornadas o tiempos de carestía, sintiendo el hambre por falta de trabajo o de limosnas; 3) el tercer grado supone cierta elevación habitual de espíritu y cultivo gradual del desposeimiento virtuoso de todo afán de posesión o comodidad, tratando de que ningún apego a intereses materiales enfríe la relación con Dios y con la salvación de los hombres; 4) el cuarto nivel se alcanza en el amor y gozo de ser pobre, es decir, en el vaciamiento de todo apetecer, ambición, angustia del hoy o del mañana. Felicidad de vivir en Dios y de sustentarse de pura caridad o limosna. Quien llega al cuarto grado irradia, casi insensiblemente, gratuidad, amor, solicitud por los demás. Todo en él es pobreza. Santo Domingo Predicador mendicante, tiene una particularidad, no imponía su rigor de desapego total; simplemente lo sugería, proponía, animaba a cultivarlo y se entristecía ante la falta en algunos frailes de magnanimidad en su entrega personal confiando en Dios. El ‘amor a la pobreza’ en santo Domingo era proverbial. Estaba al nivel del amor a la ‘señora pobreza’ en san Francisco de Asís. Por esa grandeza de santo Domingo pobre, admirable pero no imitable, desde el inicio de la Orden la ‘pobreza dominicana mendicante’ sufrió muchos matices. Santo Domingo decía ‘Haced lo que me veáis hacer’.
Humildad dominicana. Este término alude a una actitud virtuosa y a una calidad humana de sencillez de vida y convivencia que viene a ser también piedra angular de todo el edificio de la ‘mendicidad’. Sin humildad y sencillez no se sobrelleva religiosamente la pobreza de mendicidad, viajando, por ejemplo, de Roma a París o Bolonia a pie y pidiendo como limosna el pan al mediodía y refugio en la noche. Esto se sufre o soporta, si no hay humildad. En la persona de santo Domingo la actitud de humildad y sencillez es una joya de precio incalculable que está en boca de todos los testigos. Domingo es un pobre entre los pobres por su humildad. La expresión más frecuente de la humildad en la mentalidad dominicana es ‘la humildad es la verdad’, entendiendo que la verdad del hombre es saber y reconocer vitalmente que ‘no es por sí mismo sino por Otro’, dando así cauce a una ‘humildad de dependencia’ entre nosotros y ante Dios.
La Espiritualidad dominicana de dependencia mendicidad se basa en el reconocimiento de una realidad antropológica, social y religiosa innegable, y puede extenderse, como signo de pobreza, hasta el extremo de ‘mendigar’ a otro el pan de cada día. En efecto, la
escala o grados en la dependencia es muy alargada. Comienza en el reconocimiento de
que no somos autocreadores sino criaturas de Dios, pues venimos de Él y volveremos a Él; continúa en la conciencia y experiencia de que no somos autosuficientes sino necesitados de la familia en que nacemos, de la Sociedad en que nos formamos y vivimos, de la empresa en que trabajamos, o del subsidio que recibimos por jubilados o inválidos. Y al final, puede aparecer un grado de humildad dependencia que es la voluntaria profesión de un género de vida, servicio y trabajo, en que, careciendo de ellas o renunciando a posesiones y otros bienes materiales como base de subsistencia,
ser mendiga de puerta en puerta o de boca en boca y se recibe ‘como limosna’ el pan de cada día
Esto se apostilla con una prudente cautela moral: no malogremos el espíritu de mendicidad haciendo del ‘mendicante’ un esclavo de señores donantes ni tampoco asegurando con las dádivas nuestra comodidad y vida regalada. El dominico, al emitir sus votos se compromete a vivir en tensión siempre, es decir, a estar libremente
Disponible para el servicio de misión y para gastar su vida en favor de los demás.
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Re: 1. De los monjes a los frailes. 17 noviembre 2014

Notapor Marieliux » Vie Nov 28, 2014 12:51 am

Hola Hini!!

Estoy muy contenta de iniciar un curso más que nos permite la continuidad con el de Rutas Monásticas.

No recibí correo de esto, sino que al ingresar al foro vi tu aviso con el primer tema (de los monjes a los frailes).

Parece que no han subido otro tema. ¿Si vamos a seguir verdad?

Por otro lado, no he tenido noticias sobre los diplomas del curso de Rutas Monásticas. ¿Me podrías ayudar?
Me interesa obtenerlo.

Te mando un cordial saludo y mis mejores deseos para este nuevo curso.

Que Dios nos ilumine en este camino.

Mil gracias por tu empeño, asesoría y acompañamiento.
Bendiciones
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Re: 1. De los monjes a los frailes. 17 noviembre 2014

Notapor AMunozF » Sab Nov 29, 2014 2:07 pm

thelmigu2014 escribió:Esta es una imagen de San Francisco de Asís :[img]http://picasion.com/i/27E7r/][IMG]http://i.picasion.com/pic78/8f3d0cfe4eeb2db968ec0e54c2ef7e23/{{FRAME}}.gif[/img][/URL]http://picasion.com[/img]


Hola thelmigu2014

Tu imagen so sale en el foro porque se excede de los 300 pixeles de tamaño.

Si gustas, trata de reducirla con el picasin y luego trata de ponerla de nuevo.

Que Dios te Bendiga
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Re: 1. De los monjes a los frailes. 17 noviembre 2014

Notapor Dorys Bencomo » Dom Nov 30, 2014 2:21 pm

Hola gracias por la informacion, si he hecho lo que dice la publicacion parà Bajar las fotos però mi computadora no se porque razon no lo hace, voy a buscar asesoria...
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Re: 1. De los monjes a los frailes. 17 noviembre 2014

Notapor Marieliux » Mié Dic 03, 2014 11:39 pm

¡Buenas noches hermanos! Espero en Dios que todos estén bien y disfrutando como yo de esta nueva oportunidad para seguir aprendiendo.


El término Fraile (del latín frater, 'hermano') es el nombre utilizado en la Iglesia católica para referirse a los miembros de las órdenes mendicantes nacidas en el siglo XIII que predican la renuncia a las riquezas materiales y la acción apostólica y evangelizadora.

El significado de hermano implica la existencia de relaciones de fraternidad entre los integrantes de la comunidad. Es común utilizar el término «fray» como prefijo (como 'fray Bartolomé de las Casas') en los agustinos, los capuchinos, los carmelitas, los dominicos, los franciscanos, los mercedarios (de nuestra Señora de las Mercedes), los servitas (Siervos de María). Algunas órdenes grandes recibieron nombres populares, derivados por lo general del color u otro signo distintivo de sus hábitos, como Frailes Negros (dominicos), frailes Grises (franciscanos), y los hermanos Blancos (Carmelitas).

El término Monje (del prov. ant. monge, del lat. tardío monăchus, anacoreta, y este del gr. μοναχός, único, solo). Es el nombre utilizado para referirse al individuo de una de las órdenes religiosas sujeto a una regla común y que vive en un monasterio. Es el Religioso de una de las órdenes monacales.

Un fraile se diferencia de un monje en dos aspectos:
• El ministerio y apostolado de un fraile lo lleva a trabajar por el Reino de Dios fuera del convento o de la ermita, mientras que, tradicionalmente, el monje no sale de su monasterio, donde se dedica a la oración y las labores internas.
• El fraile suele ser cambiado de lugar según la necesidad de los superiores, mientras que el monje se identifica con su monasterio.

Por lo tanto, fraile y monje NO son términos sinónimos, aunque monje en el uso popular se utilice a menudo como un término genérico para todos los miembros de órdenes religiosas.

Frailes Mendicantes

Los Frailes mendicantes (mendicare América, "a pedir") son miembros de órdenes religiosas de la iglesia católica romana, que toman un voto de pobreza por el que renuncian a toda propiedad personal y comunitaria. Viven sobre todo por la caridad. Después de superar la inicial oposición del clero establecido, fueron autorizadas en el siglo XIII.

Ellos incluyen:
• Frailes Menores, franciscanos (con la aprobación papal en 1209);
• Frailes Predicadores o dominicos (1216);
• Carmelitas (1245), y
• Agustinos (1256).
Una quinta orden, los Siervos de María, fundada en 1233, fue reconocido como una orden mendicante en 1424.

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La orden de los Dominicos o Frailes Predicadores, antes conocidos como Frailes Negros por la capa o manto negro que llevan sobre su hábito blanco, fue fundada por Santo Domingo en 1215 y aprobada solemnemente por Honorio III, en diciembre de 1216. Se convirtieron en una orden mendicante en 1221.

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La orden de los Franciscanos o Hermanos Menores (hermanos Grises), fue fundado por San Francisco de Asís, que es justamente considerado como el patriarca de las órdenes mendicantes. Su gobierno fue aprobada oralmente por Inocencio III en 1209 y solemnemente confirmada por Honorio III en 1223 (Const. "Solet").

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La orden de los Carmelitas, o hermanos Blancos, por el manto blanco que cubre su hábito marrón, se fundó como un orden puramente contemplativa pero se convirtió en mendicante en 1245. Recibieron la aprobación de Honorio III (Const. "Ut vivendi", 30 de enero 1226) y más tarde de Inocencio IV (Const. "Quae honorem", 1247).

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Los Agustinos o Ermitaños de San Agustín, deben su origen al ilustre obispo de Hipona. Las distintas ramas que se unieron posteriormente, constituyen a partir de los diversos órganos de ermitaños una orden mendicante aprobada por el Papa Alejandro IV (Const. "iis, quae", 31 de julio de 1255, y Const. "Licet" 4 de mayo, 1256).
Bendiciones
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Re: 1. De los monjes a los frailes. 17 noviembre 2014

Notapor Pachelli1960 » Vie Dic 05, 2014 5:25 pm

De los Monjes a los Frailes

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En el catolicismo, el término "fraile" se refiere a un miembro de una de las órdenes religiosas mendicantes. Los frailes tienen diferentes votos y restricciones a las de los monjes, y pasan más tiempo en el exterior en lugar de estar recluidos en un monasterio.

El término
El término "fraile" viene de la palabra latina "frater", que significa "hermano". En la Iglesia primitiva, los cristianos usaban el término para describir a cualquiera de sus hermanos en la fe. No fue sino hasta el siglo XIII que "fraile" comenzó a referirse a los miembros de determinadas órdenes religiosas.

Mendicantes
Frailes se clasifican como "mendicantes", que es el nombre que reciben los miembros de las órdenes religiosas católicas que toman votos de pobreza extrema. A los mendicantes les está prohibida la propiedad. Ellos se sostienen con su propio trabajo y gracias a la generosidad de los demás. El aumento de los mendicantes fue el resultado de los sentimientos negativos hacia la iglesia y su vasta propiedad durante el siglo XIII.


Monje
"monje", significado, sinónimos, antónimos, glosarios y busquedas afines

Significado de "monje":

monje
m. Religioso que pertenece a una orden monacal cuyos integrantes viven en comunidad en monasterios:
los monjes budistas viven en comunidades.

Anacoreta,individuo que vive retirado,dedicado a la oración y la penitencia:
el monje le bendijo en su camino.

Palabras con "monje" en significado:
benedictino, bonzo, cáliga, chartreuse, cogulla, contemplación, copista, cristianizar, decano, espartano, franciscano, misticismo, místico, monacal, monacato, refacción, san bernardo, taoísta, trapense,


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Re: 1. De los monjes a los frailes. 17 noviembre 2014

Notapor Betancourt » Mar Dic 09, 2014 8:38 am

Diferencia entre monje y fraile

Que los monjes son de vida contemplativa y los frailes de vida activa, pero ambos viven los consejos evangélicos cada cual según su carisma.

Y de convento y monasterio...

Pues convento es el lugar a donde viven los frailes aunque al principio este término tenía que ver con la reunión de los que vivían un mismo carisma se le llamaba conventualidad a las reuniones que celebrada, con el tiempo pasó a llamarse convento a la casa que en realidad el nombre original es monasterios.
Yariana Betancourt
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Re: 1. De los monjes a los frailes. 17 noviembre 2014

Notapor wyseen » Lun Dic 22, 2014 10:58 pm

Evangelii nuntiandi

Fue escrita por el Papa Pablo VI el 8 de diciembre de 1975 es un documento de referencia para la comprensión y la dinamización de la acción evangelizadora de la Iglesia.

El tema central es la Evangelización en el mundo contemporáneo

Recoge las líneas fundamentales trazadas por el Vaticano II, así como las aportaciones de la asamblea del Sínodo de obispos celebrada un año antes sobre el tema.

En sus siete capítulos trata sobre el paso del Cristo evangelizador a la Iglesia evangelizadora, el concepto de evangelización, su contenido, medios, destinatarios, agentes y espíritu con que debe realizarse.

Su importancia estriba en el ensanchamiento que realiza del concepto de evangelización. Frente a lo que algunos pensaban, la evangelización no se reduce al anuncio explícito del Evangelio, sino que asume la transformación de toda la persona humana y de la sociedad, por lo que debe integrar también la promoción humana, la lucha por la justicia y el diálogo interreligioso.

Los medios abarcan la totalidad de la persona (palabra, testimonio, acciones) y los agentes son todos los bautizados desde su carisma y ministerio propio, ya que evangelizar constituye «la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda. Ella existe para evangelizar» (n. 14).
wyseen
 
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