2. Orden de los Frailes Menores o Franciscanos. 1 dic. 2014

En este curso, haremos un viaje en el tiempo para situarnos en los orígenes del monacato cristiano. Conoceremos las distintas órdenes monásticas, a sus fundadores, sus monasterios, su arte, cultura, forma de vida y su importancia para la civilización a través de la historia hasta la actualidad.

Fecha de inicio:
11 de agosto de 2014

Fecha final:
27 de octubre de 2014

Responsable: Hini Llaguno

Moderadores: Catholic.net, Ignacio S, hini, Betancourt, PEPITA GARCIA 2, rosita forero, J Julio Villarreal M, AMunozF, Moderadores Animadores

Re: 2. Orden de los Frailes Menores o Franciscanos. 1 dic. 2

Notapor PEPITA GARCIA 2 » Dom Nov 30, 2014 7:37 pm

¿Quién es el Cardenal João Braz de Aviz?


Cardenal João Braz de Aviz.-
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João Braz de Aviz, nació el 24 de abril de 1947, Mafra, Brasil, es un Cardenal Brasileño, y Arzobispo Emérito de Brasilia.

Fue ordenado sacerdote el 26 de noviembre de 1972, por Mons. Romeu Alberti, incardinado en la Diócesis de Apucarana; estudió teología en Roma, donde obtuvo la Licenciatura en la Pontificia Universidad Gregoriana y el Doctorado en la Pontificia Universidad Lateranense.

San Juan Pablo II.-
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S. S. Juan Pablo II, hoy San Juan Pablo II, lo nombró obispo titular de Flenucleta y auxiliar de la Archidiócesis de Vitória el 6 de abril de 1994; recibió la Ordenación Episcopal el 31 de mayo de 1994, por Monseñor Domingos Gabriel Wisniewski. El Santo Padre lo nombró Obispo de Ponta Grossa el 12 de agosto de 1998; fue promovido como Arzobispo Metropolitano de Maringá el 17 de julio de 2002; y lo trasladó a la Sede Metropolitana de Brasilia el 28 de enero de 2004. Su Santidad Benedicto XVI lo nombró Prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica el 4 de enero de 2011.

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Fue nombrado Cardenal en el Consistorio por su Santidad Benedicto XVI, el 18 de febrero de 2012 bajo la Diaconía de Sant'Elena fuori Porta Prenestina.

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Actualmente el Cardenal João Braz de Aviz, continúa como Prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica.

El Movimiento de los Focolares u Obra de María es un movimiento dentro de la Iglesia Católica, que promueve la unidad y la fraternidad universal, por lo que sobresale su fuerte vocación al ecumenismo y al diálogo con personas de diversas convicciones.

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Participó en el Cónclave de 2013 en el que fue elegido el S. S. el Papa Francisco.

El Cónclave de 2013 se inició el 12 de marzo, tras la 5ª- votación, a las 19:05 horas del 13 de marzo, los miembros del Colegio Cardenalicio eligieron como el Papa número 266 de la Iglesia Católica a S. S. el Papa Francisco, Jorge Mario Bergoglio, sucesor de S. S. Benedicto XVI.

Fuentes: Wikipedia. Diccionario Católico. Google
"No anteponer nada al amor de Dios"

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Re: 2. Orden de los Frailes Menores o Franciscanos. 1 dic. 2

Notapor AMunozF » Dom Nov 30, 2014 11:54 pm

-----------------------------------CARDENAL JOÃO BRAZ DE AVIZ-----------------------------------

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El cardenal João Braz de Aviz, prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, nació en Mafra, en la diócesis de Joinville, en el sur del Brasil, el 24 de abril de 1947.

La espiritualidad de la unidad del movimiento de los Focolares, del que es miembro y que se ha convertido para él como en una «nueva familia», lo fascinó desde su adolescencia, hasta el punto de que gracias a él maduró la decisión de hacerse sacerdote. En  1958 ingresó en el Seminario Menor del Pontificio Instituto de Misiones Extranjeras (PIME) de Assis, en el estado de San Pablo, donde permaneció hasta 1964. Después, acompañado siempre por el Movimiento, pasó al Seminario Mayor Reina de los Apóstoles de Curitiba y frecuentó la Facultad de Palmas.

Sus superiores lo enviaron a Roma para que completara sus estudios teológicos en la Pontificia Universidad Gregoriana, donde obtuvo la licenciatura, y en la Pontificia Universidad Lateranense, donde en 1992 se licenció en Teología Dogmática.
Mientras tanto, en 1972 fue ordenado sacerdote por el obispo de Apucarana, monseñor Romeu Alberti, en cuya diócesis se incardinó y prestó servicio en varias parroquias. Seguidamente fue nombrado rector de los Seminarios Mayores de Apucarana y de Londrina, y enseñó Teología Dogmática en el Instituto Teológico Pablo VI de esta última ciudad. En la diócesis de Apucarana fue miembro del Consejo Presbiteral y del Colegio de Consultores, así como coordinador general de la pastoral diocesana.

El 6 de abril de 1994, Juan Pablo II  lo nombró auxiliar de la diócesis de Vitória, asignándole la sede titular episcopal de Flenucleta. El 31 de mayo siguiente recibió la ordenación episcopal de manos del obispo Domingos Gabriel Wisniewski.
El 12 de agosto de 1998 fue trasladado a Ponta Grossa.

El 7 de julio de 2002 fue promovido a la sede arzobispal de Maringá, en la que permaneció poco más de un año.

El 28 de enero de 2004 fue nombrado arzobispo de Brasilia, la capital de ese inmenso país. Su permanencia en varias diócesis de Brasil se caracterizó por la búsqueda de la unidad de los carismas, de las comunidades, de las asociaciones, en respuesta a las orientaciones indicadas por Juan Pablo II en su Carta apostólica Novo millennio ineunte. En particular, su gobierno pastoral en Brasilia quedó marcado por su compromiso con la población. Atestiguan su actitud de escucha y de atención, entre otros factores, sus numerosas visitas a parroquias, su participación activa en las reuniones vicariales y las iniciativas por él fomentadas, sobre todo con vistas a la juventud. En mayo de 2010 organizó el XVI Congreso Eucarístico Nacional, en coincidencia con el quincuagésimo aniversario de la archidiócesis y de la ciudad de Brasilia.

El 4 de enero de 2011 fue nombrado por Benedicto XVI prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica. Su estilo no ha cambiado al encabezar el dicasterio dedicado a los consagrados. En un primer momento, entabló una honda relación de comunión con el arzobispo redentorista Joseph Tobin, que llevaba unos meses desempeñando su servicio de secretario del dicasterio. La experiencia de monseñor Tubin, quien durante largos años fue superior general de su instituto y mantuvo relaciones con los organismos de coordinación de la vida consagrada en Roma, le fue de mucha ayuda, sobre todo durante esa fase inicial. El amor a la Iglesia y especialmente a la persona del Papa, junto con la experiencia y la competencia de sus colaboradores en sus diferentes cargos, han añadido una valiosa aportación adicional a la vida de la Congregación durante 2012. Sus numerosas visitas a casas generalicias, a capítulos generales y a comunidades, junto con algunos viajes por Europa y por África, le han permitido establecer   una relación directa con muchas familias religiosas, lo que ha surtido el  efecto de instaurar una confianza recíproca y un clima de diálogo y de transparencia, incluso en situaciones de dificultad y de tensión.

Creado y publicado cardenal por Benedicto XVI en el Consistorio del 18 de febrero de 2012, con el título de la diaconía de Santa Elena fuera de la Puerta Prenestina.

Es miembro:
-----de las Congregaciones: para el Clero; para la Educación Católica;
-----del Comité Pontificio para los Congresos Eucarísticos Internacionales.

Fuente | Autor : Original italiano procedente del archivo informático de la Santa Sede; traducción de ECCLESIA DIGITAL


-----CONGREGACIÓN PARA LOS INSTITUTOS DE VIDA CONSAGRADA Y LAS SOCIEDADES DE VIDA APOSTÓLICA-----
 
Fundada por Sixto V el 27 de mayo de 1586 con el título de S. Congregatio super consultationibus regularium y confirmada con la Constitución Immensa (22 de enero de 1588) fue unida en 1601 con la Congregatio pro consultationibus episcoporum et aliorum praelatorum.

San Pio X con la Constitución Sapienti consilio (29 de junio de 1908) separó de nuevo las dos instituciones y, habiendo subordinado a los Obispos a la Consistorial, hizo autónoma la Congregación de Religiosos. Con la Constitución Regimini Ecclesiae Universae del 15 agosto 1967 de Pablo VI, la Congregación de Religiosos fue denominada Congregación para los Religiosos y los Institutos seculares. La Constitución Apostólica Pastor Bonus del 28 de junio de 1988, de Juan Pablo II, cambió el título en Congregación para los Institutos de vida consagrada y las Sociedades de vida apostólica, CIVCSVA. Esta se ocupa de todo lo que se refiere a los Institutos de vida consagrada (Órdenes y Congregaciones religiosas, masculinas o femeninas, Institutos seculares), y a las Sociedades de vida apostólica en cuanto a régimen, disciplina, estudios, bienes, derechos, privilegios.

Es también competente para lo que concierne a la vida eremita, las vírgenes consagradas y las relativas asociaciones y las nuevas formas de vida consagrada.

Su competencia se extiende a todos los aspectos de la vida consagrada: vida cristiana, vida religiosa, vida clerical; es de carácter personal, no tiene límites territoriales; algunas determinadas cuestiones de sus miembros se remiten, sin embargo, a la competencia de otras Congregaciones. Dispensa también del derecho común a aquellos que le están sujetos.
Es competente, además, para las Asociaciones de fieles eregidas con el fin de convertirse en Institutos de vida consagrada o Sociedades de vida apostólica y para las Terceras Órdenes seculares.

Desde el 23 de octubre de 1951, funciona en la Congregación la Escuela Práctica de Teología y Derecho de los Religiosos, y desde mayo de 1975 se edita el Boletín Informationes S.C.R.I.S. que publica artículos en varios idiomas.
Las oficinas están en el Palacio de las Congregaciones, 00193 Roma, Italia, Plaza Pio XII,3.

Teléfonos:
Su Eminencia el Cardenal Prefecto +39. 06. 69884121
Su Excelencia Mons. Arzobispo Secretario +39. 06. 69884584
Información: +39. 06. 69884128; +39. 06. 69892511
Fax: +39. 06. 69884526
E-mail: civcsva.pref@ccscrlife.va (Prefecto)
civcsva.segr@ccscrlife.va (Secretario)
vati059@ccscrlife.va (Información)


-------------------------INSTITUTOS DE VIDA CONSAGRADA SOCIEDADES DE VIDA APOSTÓLICA

Los Institutos religiosos y los Institutos seculares son las dos categorías que componen principalmente el estado de la vida consagrada por la profesión de los consejos evangélicos en la Iglesia; en algunos aspectos las Sociedades de vida apostólica (can. 731 § 1) tienen una legislación canónica semejante a la de los Institutos de vida consagrada, aunque formando categoría aparte.

Son consagrados aquellos laicos o clérigos que profesan los consejos evangélicos por medio de un vínculo sagrado, llegando a ser miembros de un Instituto de vida consagrada (can. 573 § 2).

Los Institutos de vida consagrada son sociedades eclesiásticas erigidas, aprobadas y competentemente organizadas por la Iglesia a través de una adecuada legislación general y particular (Reglas, Constituciones, Estatutos) para que pueda en ellas suficiente y oficialmente profesarse el estado de vida de consagración (can. 576).

Los Institutos de derecho pontificio son aquellos erigidos o aprobados por la Santa Sede mediante decreto formal. Los Institutos de derecho diocesano son aquellos erigidos por los Obispos y que no han recibido de la Sede Apostólica el decreto de aprobación (can. 589). El Anuario Pontificio registra solamente los Institutos de derecho pontificio.

------------------------------------INSTITUTOS RELIGIOSOS

El estado religioso es un estado público y completo de vida consagrada. A los preceptos comunes para todos los fieles se añaden los tres consejos evangélicos de castidad, pobreza y obediencia, obligatorios por medio de los votos perpetuos o temporales que se han de renovar al vencer el plazo (can. 607 § 2), pero siempre públicos, es decir, aceptados como tales por la Iglesia (can. 1192 § 1). Este estado religioso comporta la vida fraterna en comunidad y un apartamiento del mundo que sea propio del carácter y la finalidad de cada Instituto (can. 607 § 2 y 3).

Se llaman Ordenes (Ordenes regulares) aquellos Institutos en los que según la propia historia e índole o naturaleza, se emiten votos solemnes, al menos por una parte de sus miembros. Todos los miembros de las Ordenes se llaman Regulares, y si son de sexo femenino, Monjas. Los demás Institutos religiosos se llaman Congregaciones o Congregaciones religiosas y sus miembros Religiosos de votos simples (can. 1192 §2). Las Ordenes preceden históricamente a las Congregaciones.
En el Código de Derecho Canónico se denominan Institutos clericales aquellos que, según el proyecto del fundador, o bien en virtud de una legítima tradición, se hallan bajo la dirección de clérigos, asumen el ejercicio del orden sagrado y como tales están reconocidos por la Iglesia (can. 588 § 2). Si, por el contrario, el patrimonio propio del Instituto no incluye el ejercicio del orden sagrado y es reconocido como tal por la Iglesia, se llama Instituto laical (can. 588 § 3).
En el Código los Institutos Religiosos están regulados por una disciplina común. Subsisten, no obstante, las diversas categorías que responden a las varias formas que la vida religiosa ha asumido en el curso de la historia.

De cada una de estas formas se da a continuación un brevísimo perfil histórico respetando el orden cronológico.
Los Canónigos Regulares, que unen el estado y oficio clerical con la observancia de la vida comunitaria religiosa y de los consejos evangélicos, toman su propio origen de la comunidad clerical que vivía junto al Obispo. Fue San Agustín, a finales del s. IV y principios del s. V, quien dió a esta forma de vida religiosa los trazos más característicos.

Los monjes, desde el punto de vista histórico, son los primeros religiosos que vivían en comunidad. En la primera mitad del s. IV las zonas desérticas de Egipto septentrional se poblaron de colonias de eremitas, cuyos dichos se recogieron en los Apophtegmata Patrum. Algunos de estos eremitas reunieron en torno a sí grupos de discípulos, que dieron origen al cenobitismo egipcio o pacomiano, caracterizado por una disciplina fuerte, a veces ruda. Durante el mismo s. IV, surgió en Asia Menor, bajo la guía doctrinal de S. Basilio, un cenobitismo basado en la noción de comunidad-Iglesia-cuerpo de Cristo.
En Occidente el monacato aparece con matices diversos en casi todos los países, durante el mismo s. IV. Prevalece empero desde el s. VI el monacato benedictino.

Aunque frecuentemente en el curso de los siglos se ha unido de hecho a la vida monástica el sacerdocio y el apostolado en sus varias formas, sin embargo monacato como tal no comporta ninguna unión necesaria con la vida clerical y con el apostolado individual en manera alguna.

En la actualidad la organización monástica tiene la característica de ser autónoma es decir no centralizada, siendo autónomas (sui iuris) cada una de las Abadías o Prioratos conventuales: ello comporta una mayor amplitud en los poderes del Superior local (Abad, Prior), y una menor dependencia del Superior General, si existe, y además cada casa tiene el propio noviciado.

El monacato actual puede reducirse a cinco tipos: dos occidentales (benedictino y cartujo) y tres orientales (paulino, antoniano y basiliano).

Las Ordenes Mendicantes, que a partir de primeros del s. XIII se unieron a los Monjes, toman el nombre de la pobreza corporativa que completa la pobreza individual y comporta la incapacidad de poseer también como entidad. Además de este severo carácter de la pobreza, al que para casi todas las Ordenes fue después, por las circunstancias de los tiempos, más o menos ampliamente derogado, los Mendicantes tienen otro carácter común, es decir la unión de la vida regular al ministerio sacerdotal, apostólico, misionero, o caritativo en diversas formas. Es además característica común de los Mendicantes, por ellos introducido y después transmitido a las formas religiosas posteriores, la centralización del régimen que tiene como cabeza a un Superior supremo con plenos poderes, y la organización en Provincias.

Los Clerigos Regulares aparecen en el s. XVI y en los primeros años del s. XVII. Tienen como fundamento del apostolado sacerdotal, en el sentido más pleno de la palabra, la vida regular que acomodan a las diversas necesidades de los tiempos, sin hacerla menos severa.

A finales del s. XVI y en el s. XVII aparecen en la Iglesia las Congregaciones Religiosas Clericales. Son algunas pias asociaciones de clérigos, y después también de laicos, que viven en comunidad y sin querer llegar a ser verdaderas Ordenes religiosas, se dedican, además, a la propia perfección, al apostolado o a obras de caridad.

A finales del s. XVII surgen las Congregaciones Religiosas Laicales; se trata de diversas comunidades de laicos dedicados principalmente a la instrucción (enseñanza y catequesis) de los niños y de los jóvenes; persiguen también otras finalidades, p. ej. el cuidado de los enfermos, encarcelados, desocupados. De hecho excluyen formalmente los propios miembros del sacerdocio; alguna vez, sin embargo, admiten que algunos de ellos reciban el orden sacerdotal para desarrollar la labor de capellanes de la comunidad laical. Desde mitad del s. XIX, las Congregaciones religiosas laicales son mayormente femeninas.

-----------------------------------INSTITUTOS SECULARES

Los precedentes históricos de estos Institutos se remontan a finales del s. XVI, aunque el reconocimiento jurídico y el propio encuadramiento entre los estados de vida consagrada aprobados por la Iglesia ha tenido lugar solamente el 2 de febrero de 1947, con la Constitución Apostólica Provida Mater Ecclesia.

Los fieles consagrados a Dios en los Institutos seculares practican la "sequela Christi", mediante la profesión de los tres consejos evangélicos obligatorios por un vínculo sagrado, y entregan la propia vida a Cristo y a la Iglesia, comprometiéndose en la santificación del mundo sobre todo trabajando desde dentro de él (can. 710).

Con el apelativo de seculares se ha querido subrayar que la persona que profesa este estado de vida consagrada no modifica la condición que tiene en el siglo y que continúa viviendo y actuando en medio del pueblo de Dios sin salir del propio ambiente social (can. 711; can. 713 § 2) según el modo de vida secular que les es propio.

Los Institutos seculares pueden ser clericales o laicales, masculinos o femeninos.

-----------------------------------SOCIEDADES DE VIDA APOSTÓLICA

Las Sociedades de vida apostólica, llamadas primero, en el Código de derecho canónico del 1917 "Sociedades de hombres o de mujeres que viven en común sin votos", han sido definidas así en el can. 731 § 1 y 2 del Código promulgado en 1983:
"A los Institutos de vida consagrada se asemejan las sociedades de vida apostólica, cuyos miembros, sin votos religiosos, buscan el fin apostólico propio de la sociedad y, llevando vida fraterna en común, según el propio modo de vida, aspiran a la perfección de la caridad por la observancia de las constituciones. Entre éstas existen sociedades cuyos miembros abrazan los consejos evangélicos mediante un vínculo determinado por las constituciones".

San Felipe Neri puede ser considerado como el padre de las Sociedades de vida apostólica masculinas, tal y como nosotros hoy las conocemos, y San Vicente de Paúl el de las Sociedades femeninas.

Las Sociedades de vida apostólica pueden ser clericales o laicales, masculinas o femeninas.

---------------FEDERACIONES DE LOS INSTITUTOS DE VIDA CONSAGRADA Y DE LAS SOCIEDADES DE VIDA APOSTÓLICA

El primer Congreso general de los Estados de perfección, reunido en Roma los primeros días de diciembre del Año Santo 1950, invitó a los Institutos religiosos y seculares, masculinos y femeninos de las distintas Naciones a unirse en Federaciones, o Conferencias, o Consejos de Superiores Mayores. Tales organizaciones de Derecho Pontificio, se extendieron bien pronto en casi todas las Naciones (can. 708). Estas conferencias de Superiores Mayores tienen sus propios estatutos aprobados por la Santa Sede, a la que corresponde erigirlas (can. 709). Existen, además, aprobadas por la Sede Apostólica, Uniones mundiales (de Superiores y de Superioras Generales) y Continentales (en América Latina y en Europa).
Con fecha 23 de mayo 1974, la Congregación ha atribuído personalidad jurídica a la Conferencia Mundial de los Institutos seculares (CMIS).

Fuente | Autor : Página Oficial de la Santa Sede.
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Re: 2. Orden de los Frailes Menores o Franciscanos. 1 dic. 2

Notapor thelmigu2014 » Lun Dic 01, 2014 9:43 pm

Buenas noches HIni y buenas noches a todos los peregrinos:
En relación a la propuesta de cambiar el nombre al curso , por supuesto, hay que despertar, me parece fantástico.
Que se mande los temas cada dos semanas nos dará la oportunidad para que quien no puede por razones de tiempo, trabajo y cuanta cosa nos pudiera impedir continuar, tenga un poco de más tiempo para hacerlo.
Lo de las fotos me gusta, no utilizo las redes sociales, pero aliento a quienes sí lo hacen a lanzarse y usarlas con este buen propósito.
Los cambios son buenos y seguro nos van a beneficiar a todos. Ánimo y animo a todos a seguir adelante.
Saludos. :lol:
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Re: 2. Orden de los Frailes Menores o Franciscanos. 1 dic. 2

Notapor thelmigu2014 » Lun Dic 01, 2014 9:57 pm

FRANCISCANOS Y FRANCISCANAS


Primera Orden: Frailes o Hermanos Menores

Franciscanos o Hermanos Menores (OFM), Menores Conventuales(OFMConv.), Menores Capuchinos (OFMCap.).

Segunda Orden: Hermanas contemplativas (Clarisas, Capuchinas, Concepcionistas...)

Hermanas Franciscanas Clarisas (OSC), Clarisas Capuchinas, Franciscanas Concepcionistas, Anunciadas o Franciscanas de la Virgen María.

Tercera Orden: Franciscanos Seglares, Regulares y Jufra

Orden Franciscana Seglar (OFS), Regla de la OFS, Terciarios Regulares (Congregaciones TOR), Regla de la TOR, Institutos Seculares Franciscanos

.Franciscanos Menores
Ofm

Hermanos Menores "de la Unión Leonina"

El 4 de octubre de 1897 el papa León XIII, por la Constitución Apostólica "Felcitate quadam", reunía cuatro reformas franciscanas: Observantes, Reformados, Descalzos o Alcantarinos y Recoletos, con la simple denominación de "Hermanos Menores", título que comparten con los Hermanos Menores Conventuales y los Hermanos Menores Capuchinos.


Origen de la Observancia

La reforma Observante o de la Regular Observancia, versión moderada del movimiento de los frailes Espirituales o Fraticelli, comenzó en Italia en 1368, por obra del beato fr. Paoluccio Trinci de Foligno, en la ermita de Brogliano, entre Foligno y Camerino. A su muerte en 1391, las ermitas y conventitos bajo su jurisdicción eran ya 16, todos ellos en el centro de Italia, entre las regiones de Umbria y Marcas. El beato Paoluccio, sin embargo, sólo fundó el de San Bartolomé de Marano (Foligno); los demás se los había cedido la Orden, es decir, los llamados Conventuales, a cuyos superiores legítimos estaban sujetos.
Las reformas observantes se extendieron enseguida por Italia, Francia, España y Portugal, y fueron reconocidas por el Concilio de Constanza, con la Constitución apostólica "Supplicationibus personarum" del 23 de septiembre de 1415. Con las bulas "Vinea Domini" del 15 de marzo de 1431 y "Ut sacra" del 11 de enero de 1446, el papa Eugenio IV separó prácticamente a la Observancia de los Conventuales, y la transformó en una especie de orden dentro de la orden, ya que la dependencia de los ministros generales conventuales era simplemente nominal.

La nueva familia franciscana quedó organizada, desde entonces, en dos Vicarías generales, autónomas entre sí: una Cismontana (Italia) y otra Ultramontana (el resto de Europa), ambas divididas en Vicarías provinciales. Los cuatro pilares que organizaron y consolidaron la reforma observante fueron san Bernardino de Siena, fray Alberto de Sarteano, san Juan de Capistrano y san Jaime de la Marca, animados todos ellos por una sincera voluntad de adaptar genuinamente los ideales de san Francisco a su tiempo. Con el ejemplo, y en virtud de su enérgico y acertado gobierno, la reforma creció y se extendió rápidamente, y empezó a abandonar los eremitorios y a volver a los estudios, imprescindibles para el apostolado popular, misionero, caritativo y social, en el que se distinguieron no pocos Santos y Beatos.


Difícil convivencia

Las relaciones con el resto de la Orden no fueron siempre ejemplares. Frente a los Franciscanos Conventuales o Claustrales, que defendían a ultranza una vida estable de observancia de la Regla con mitigaciones pontificias, sin las cuales pensaban que no podrían hacer frente al cúmulo de actividades que la misma Iglesia les encomendaba, muchos Observantes no veían más solución que la radical supresión de los mismos, cosa que consiguieron en España y en sus reinos con el poderoso apoyo de los Reyes Católicos y de Felipe II. La misma intransigencia excluyente mostraron frente a las otras reformas (Villacrecianos, Amadeitas, Alcantarinos, frailes del Capucho, etc.), que defendían su legítimo derecho a observar la regla sin tener que romper la comunión con la Orden. Tampoco ayudaron a mejorar las relaciones los mil y un litigios surgidos en torno a la posesión de los conventos, ya que los Observantes, cuyo crecimiento era imparable, en ciertos lugares, tendían a apropiarse de las casas conventuales, antes que fundar otras nuevas.


Bajo el signo de las divisiones

En ese ambiente de discordia, todos los esfuerzos por reunificar a la Orden fracasaron, de modo que el 29 de mayo de 1517, con la bula "Ite vos", el papa León X terminó de romper il hilo simbólico que aún mantenía unidas a ambas familias, concediendo a los frailes de la Regular Observancia el primado jurídico de la Orden, que hasta ese momento tenían los Conventuales. En cuanto a las otras reformas, el mismo papa las obligó a unirse a una u otra Orden. En ese momento, los Observantes eran ya 30.000, repartidos en 1.500 conventos. Los conventuales eran otros tantos.

En el siglo XVI, la Observancia ya no es la de antes: no rehuye los estudios, construye grandes conventos e iglesias enormes sin mayores escrúpulos de conciencia. Nada tiene, pues, de extraño que, apenas un año después de la división, se segregaran de ellos los Frailes Menores Reformados de la Estricta Observancia, aprobada por Clemente VII el 16 de noviembre de 1532, con la bula "In suprema". El mismo papa, cuatro años antes, había aprobado también la reforma de los Frailes Menores Capuchinos, desgajados igualmente de la Observancia. Los Alcantarinos, Reformados y Recoletos, aún dependiendo del ministro general observante, gozaban de amplia autonómía, con aprobación de la Iglesia.

Tantas divisiones podrían ser motivo de escándalo para algunos, pero no dejan de ser, en realidad, un signo de la gran vitalidad del árbol plantado por San Francisco, cuyos hijos nunca han dejado de competir -no siempre de la manera más apropiada- por alcanzar la meta de la perfección evangélica, estimulados siempre por los ejemplos y las palabras del santo fundador.

Excepto los Capuchinos, que lograron conquistar y mantener su independencia, las otras familias franciscanas reformadas siguieron formando parte de la familia Observante, compartiendo con ellos un mismo ministro general y los esfuerzos apostólicos y misioneros, distinguiéndose, de manera especial, en Hispanoamérica, donde aún son muy numerosos y constituyen una fuerza importante de la Iglesia Católica.


Crisis y reunificación

Las distintas ramas Observantes también fueron víctimas del ciclón revolucionario europeo de los siglos XIX y XX, pero su fuerte vitalidad interna, la rápida fundación de nuevos seminarios y del Colegio Internacional Romano (1890) para los estudios superiores, la erección de nuevas provincias, la creación de nuevos conventos y la recuperación de los antiguos les aseguró una fuerte recuperación y una presencia aún más numerosa y prestigiosa que antes.

La reunificación de León XIII del 4 de octubre de 1897 puso fin a la secular división de la familia observante, aunque aún tendrá que intervenir Pío XII en 1940, para hacer frente a ciertas resistencias, debidas, sobre todo, a motivos políticos y nacionales.


Presencia y actividades hoy en el mundo

Hoy, los Hermanos Menores están en todo el mundo y son la fuerza misionera más importante de la Iglesia católica. El 31 de diciembre de 1991 eran 16.008 profesos solemnes (6 cardenales, 9 arzobispos, 92 obispos, 12.492 sacerdotes, 69 diáconos permanentes, 684 clérigos y 2856 hermanos legos). Los profesos simples eran 2153 (1475 estudiantes de teología y 678 hermanos legos) y los novicios, 577, que sumaban en total 18.738 religiosos (ver estadísticas actualizadas).

Los Hermanos Menores tienen a su cargo importantes santuarios del franciscanismo primitivo, como San Damián, Las Cárceles y la Porciúncula en Asís, la Verna, Araceli en Roma y los santuarios del valle de Rieti. También tienen bajo su custodia los Santos Lugares de Tierra Santa. El "Ateneo Antoniano" de Roma, con sus facultades de teología, filosofía y derecho desarrolla una amplia actividad científica y cultural. El Colegio S. Buenaventura de Quaracchi (ahora Grottaferrata) es célebre por sus ediciones monumentales de autores y documentación franciscana. Dignos de mención son también la Comisión Escotista y el Instituto Bíblico de Jerusalén, los centros Angelicum de Milán y Antoniano de Bolonia. Pero no todo es cultura. Los Menores también desarrollan una intensa labor misionera y pastoral en multitud de parroquias, iglesias y santuarios de todo el mundo.

El grupo franciscano más numeroso se caracterizan por el hábito marrón o café, que sustituyó al gris tradicional en el siglo XIX, un capucho corto que no baja de los hombros y las típicas sandalias.

La curia general, después del derribo del convento de Araceli para la construcción del gigantesco monumento a Víctor Manuel II, se trasladó al convento de Santa María Mediadora, en la colina del Gelsomino de Roma.

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Franciscanos Menores Conventuales
OfmConv.


Conventuales

Los Franciscanos Conventuales son el tronco original de la Orden, del que brotaron las distintas reformas. Ya el 5 de abril de 1250, el papa Inocencio IV quiso tutelar la eficaz labor pastoral de los Menores, declarando "conventuales" sus iglesias, es decir, concediéndoles la misma prerrogativa que las colegiatas. Los frailes, sin embargo, no recibieron tal denominación hasta la segunda mitad del siglo XIV, para distinguirlos de quienes se retiraban en los eremitorios, en busca de una mejor "observancia" de la Regla.

Los religiosos que seguían viviendo en los eremitorios, como en los tiempos heroicos de san Francisco, eran muy pocos. La gran mayoría, es decir los frailes "de la Comunidad" estaban en las ciudades, dedicados a la predicación, los sacramentos y la enseñanza. Ello supuso la construcción y ampliación de grandes conventos, como los de Asís, Padua, Venecia, Florencia, Bolonia, Ferrara, Piacenza, Parma, Arezzo, Siena, Pisa, Palermo, Viterbo, Nápoles, Vicenza, Friburgo, Cracovia, Colonia, Würzburg, Viena, Praga, Barcelona, Valencia, Sevilla, París, Oxford, etc. La Orden fundada por san Francisco estaba formada, en gran parte, por hermanos legos, pero, un siglo después de su muerte era una Orden docta y clerical, con decenas de miles de religiosos que servían a la Iglesia en múltiples actividades: pastorales, misioneras, diplomáticas, ecuménicas, universitarias, llegando muchos de ellos a ocupar cátedras episcopales, cardenalicias e incluso papales.


Mitigaciones y tensiones

El mantenimiento de grandes conventos no permitía la observancia de la pobreza absoluta, mas los papas, interesados en mantener los beneficios pastorales que aportaban a la Iglesia, mitigaron con privilegios y declaraciones la observancia de la Regla. A ello se opusieron grupos de frailes Celantes, Espirituales o Fraticelli, partidarios de una pobreza más radical, sin interpretaciones pontificias, hasta el extremo de acusar a la Orden de relajación en el Concilio de Viena (1311-1312) y de negar al Papa el derecho a interpretar la Regla. Fue por ese motivo por lo que el que el papa Juan XXII (1317-1318) acabó condenando a los fraticelli por herejes.

En la misma línea de los Fraticelli, pero con actitudes y comportamientos más ortodoxos, en 1368 nacieron los Hermanos Menores Observantes o de la Regular Observancia, por obra del beato Paoluccio Trinci. Éstos tuvieron más éxito y fueron creciendo y distinguiéndose cada vez más del resto de la Orden, a veces entre fuertes tensiones, hasta su total independencia (1517). Los Conventuales, mientras tanto, ante la presión de la Observancia, trataron de eliminar los evidentes abusos, pero defendieron y continuaron aquella forma de vida que les permitía desarrollar dignamente las actividades tradicionales que la complejidad de la Orden y la Iglesia requerían. Conviene recordar que, aparte de Nicolás IV (Jeronimo Masci, 1288-1292) que era Minorita, fueron Conventuales los papas Alejandro V (Pitros Philargis, 1409-1410), Sixto IV (Francisco della Rovere1471-1484), Sixto V (Félix Peretti de Montalto, 1585-1590) y Clemente XIV (Lorenzo Ganganelli, 1769-1774).

El imparable crecimiento y separación de los frailes de la Observancia provocó no pocas tensiones entre ambas corrientes de la Orden, ya que éstos, no conformándose con los eremitorios, empezaron a ocupar también los grandes conventos urbanos de los Conventuales y a absorber todas aquellas reformas que preferían seguir sometidas al Ministro General Conventual, como signo de unidad y de comunión con la Orden. En España, los frailes Conventuales o Claustrales fueron suprimidos, a instancias de los Observantes, por los Reyes Católicos a principios del siglo XVI, y por Felipe II en 1568.


Separación y renovación

Cincuenta años antes, el 29 de mayo de 1517, el papa León X, con la bula "Ite vos", había dividido definitivamente la Orden en dos , obligando a las reformas menores a unirse a los Observantes o a los Conventuales. Fue un duro golpe para los Conventuales, que se vieron obligados a ceder la primacía y el título de Hermanos Menores a los Observantes. No obstante, en el siglo XVII y parte del XVIII, los Conventuales, purificados por las pruebas de siglos anteriores, demostraron una gran vitalidad, como demuestra el testimonio de algunos santos y beatos de aquel periodo. Por desgracia, el franco crecimiento de la Orden fue frenado bruscamente por la Revolución francesa, las desamortizaciones napoleónica y de los gobiernos masónicos del siglo XIX y la supresión comunista de las órdenes religiosas en varios países del este europeo. Todo ello puso en peligro la existencia misma de la Orden. Muchos religiosos se vieron obligados a secularizarse y gran parte de los conventos fueron transformados en cuarteles, hospitales, escuelas, asilos, cárceles, oficinas, etc. Los casi 30.000 miembros con que contaba la Orden Conventual en el siglo XV quedaron reducidos, en 1883, a sólo 1481. Sin embargo, desde entonces no ha dejado de crecer y extenderse, sobre todo, ultimamente, en los continentes americano y asiático y en el este europeo, hasta alcanzar el número actual de 4.500 religiosos. Es la rama menos numerosa de la Orden, pero están presentes en todo el mundo.



El Ministro General de la Orden franciscana conventual con algunos religiosos establecidos recientemente en Cuba.

Presencia y actividad hoy en el mundo

La Orden Conventual está actualmente comprometida con la Iglesia en las más variadas tareas de apostolado, que son expresión de su propia razón de ser. Centenares de iglesias y 19 basílicas -las más antiguas de la Orden- son el campo de acción de una intensa actividad litúrgica y pastoral. La curia general OFM Conv. y los organismos directivos tienen su sede en la Basílica romana de los Santos Doce Apóstoles, confiada a la Orden por Pío II en 1463, después de que la sede anterior, Santa María de Araceli, fuese entregada por Eugenio IV a los Observantes (1445). El corazón de la Orden es, sin embargo, la Basílica de San Francisco en Asís, con el anejo Sacro Convento, declarado "Cabeza y Madre" de la Orden por el fundador de la iglesia Gregorio IX en 1230, en vísperas de la traslación del cuerpo de San Francisco a la misma.

Los Conventuales tienen también a su cargo la Basílica de San Antonio en Padua, meta de peregrinos de todo el mundo y centro de intensa actividad litúrgica, pastoral, cultural, editorial y caritativa; y la Basílica de la Santa Cruz de Florencia, verdadera joya del arte italiano, Santa María Gloriosa "dei Frari" de Venecia; y las iglesias de San Lorenzo de Nápoles y de San Francisco de Bolonia y de Rávena (con la tumba de Dante Alighieri). Ejercen, además, como Penitenciarios Pontificios en la Basílica de San Pedro del Vaticano y regentan la Pontificia Facultad de Teología de San Buenaventura en el Colegio "Seraphicum" de Roma, con su filial de Pádua, el Instituto de Teología "San Antonio Doctor" o Colegio San Máximo. A ello hay que añadir el Instituto Teológico de Asís, agregado a la Facultad de Sagrada Teología de la Pontificia Universidad Lateranense. En las últimas décadas la Orden Conventual he redescubierto su vocación misionera, abriendo nuevas Provincias y Custodias en todo el mundo.

El hábito conventual es el tradicional: túnica y capucho gris con la cuerda. En época napoleónica se cambió al negro, pero hoy se viste de gris en varios países de Europa y en el resto del mundo.

© - fratefrancesco.org - Fr. Tomás Gálvez - Creada el 22-5-2002


Franciscanos Menores Capuchinos
OfmCap.

Los "frailes de la vida eremítica" o Capuchinos

La tercera gran familia franciscana surgió del tronco de los Hermanos Menores Observantes en 1525, apenas 8 años después de que éstos obtuvieran la total separación y el primado jurídico sobre los Conventuales. Para entonces los Observantes eran ya varias decenas de miles en todo el mundo y la evolución interna y los fines apostólicos los habían llevado a una situación nueva, muy diferente de los humildes comienzos en eremitorios y pequeños conventos. Era, por tanto, inevitable que alguien, desde dentro, reivindicase el derecho de observar la Regla a la letra, con todo su rigor. Eso es lo que hicieron el joven sacerdote Mateo Serafini de Bascio (1495-1552) y los hermanos Ludovico y Rafael Tenaglia, de la misma familia observante, la cual hizo todo cuanto pudo por reabsorberlos y contener la hemorragia. De nada sirvieron cárcel, fugas y otras peripecias de los primeros tres años: el 3 de julio de 1528, por mediación de la duquesa de Camerino Catalina Cybo, sobrina del papa, Clemente VII les concedió la bula "Religionis zelus", que marca el nacimiento de la familia Capuchina. Entre otras cosas, el papa les concedió vestir el hábito con capucho piramidal y llevar barba, como signo de pobreza, sencillez y austeridad.

Recibida la bula papal, otros frailes de la Observancia se unieron a ellos, tales como Juan de Fano, Bernardino de Asti y Bernardino de Ochino. En 1536, los "Hermanos o frailes menores de la vida eremítica", que así se llamaban entonces, ya eran 500 y, sorprendentemente, 3.300 en 1571. Ni la obstinada oposición de la familia de origen, ni la clamorosa defección de su vicario general Bernardino Ochino, que se pasó a la herejía protestante, impidieron que la nueva reforma siguiera creciendo a la sombra de los Frailes Menores Conventuales, a cuya jurisdicción se acogieron antes de conseguir de Pablo V, en 1619, la facultad de disponer de Ministro General propio, con plena autonomía. Para entonces eran ya un ejército de 14.000 religiosos comprometidos en todos los campos del apostolado católico, principalmente en la asistencia a los apestados y en el ministerio de la predicación popular.


Evolución de la Orden

También para ellos, como era previsible, la entrada en masa en el apostolado activo misionero, caritativo-social y -más lentamente- científico, supuso una evolución interna; sin embargo, a lo largo de la historia franciscana, los Capuchinos han representado siempre la línea más rígida y austera. Es más, para evitar fáciles concesiones y contradicciones con la pobreza en cuestión de iglesias y conventos, ellos son los únicos que se dotaron enseguida de una legislación concreta y minuciosa, prescribiendo que "las iglesias sean pequeñas, pobres y honestas... según la santísima pobreza... Y para este fin se ha hecho un pequeño modelo, según el cual se construirán".

Por su apostolado caritativo y social, los frailes Capuchinos han sido siempre bien acogidos por el pueblo, como bien refleja el escritor italiano Alejandro Manzoni, que en su célebre novela "Los novios" alabó admirablemente su capacidad de penetrar en el corazón de las clases más humildes. Por su afabilidad y disponibilidad y por el modo de trabajar y de vivir son conocidos también como "frailes del pueblo".

La Orden de los Hermanos Menores Capuchinos, pese a su notable difusión en todo el mundo (ver estadísticas) y en tierras de misión, no escapó a los movimientos revolucionarios y a las desamortizaciones de los últimos siglos. Sin embargo, una rápida reorganización de los colegios y una providencial expansión misionera les ha permitido, como a las demás familias franciscanas, una vigorosa recuperación. Además, son numerosos los beatos y santos capuchinos, el último de los cuales, y el más popular de todos, es el P. Pío de Pietrelcina, canonizado recientemente por Juan Pablo II.


Presencia y actividad hoy en el mundo

Hoy los Capuchinos desarrollan también una intensa labor científica y cultural a través del colegio Internacional San Lorenzo de Bríndisi, que es como su ciudadela de los estudios superiores y universitarios. En su nueva sede se encuentra también ahora el Instituto Histórico de la Orden, que edita los "Monumenta Historica" la "Bibliotheca Seeraphica-Capucina", la "Colectanea Bibliographica Franciscana" y otras obras de excelente calidad científica. En el mismo complejo se ha instalado también la rica biblioteca central de la Orden y un museo franciscano único en su género, con más de 20.000 piezas (pinturas, esculturas, cerámicas, monedas, medallas, sellos, grabados, etc.) que dan testimonio de la multisecular historia franciscana en todos sus aspectos.

Los Capuchinos presiden también el Instituto de Espiritualidad promovido por ellos en el Ateneo Antoniano, son Penitenciarios Pontificios en la Santa Casa de Loreto y en la Basílica de San Lorenzo extramuros de Roma y dirigen el Pontificio Colegio Etíope en el Vaticano. Su curia general tiene la sede en Roma, en Vía Piemonte, 70.

Los capuchinos se distinguen por el capucho largo, del que les viene el nombre, por la barba y las sandalias, además de la cuerda característica de todos los franciscanos. El color marrón o café del hábito fue adoptado en los comienzos del siglo XX.
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Re: 2. Orden de los Frailes Menores o Franciscanos. 1 dic. 2

Notapor ++00 » Mar Dic 02, 2014 12:16 pm

Hola hermanos en Cristo Jesús, los saluda Evelyn:

CARDENAL JOAO BRAZ DE AVIZ:
Juan Pablo II lo nombró obispo titular de Flenucleta y auxiliar de la Archidiócesis de Vitória el 6 de abril de 1994; recibió la ordenación episcopal el 31 de mayo del mismo año. El Santo Padre lo nombró obispo de Ponta Grossa el 12 de agosto de 1998; posteriormente lo promovió a arzobispo metropolitano de Maringá el 17 de julio de 2002; y lo trasladó a la sede metropolitana de Brasilia el 28 de enero de 2004. Benedicto XVI lo nombró Prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica el 4 de enero de 2011.

Cardenal

Benedicto XVI lo proclamó cardenal en el Consistorio del 18 de febrero de 2012 bajo la Diaconía de Sant'Elena fuori Porta Prenestina.

Participó en el cónclave de 2013 en el que fue elegido el papa Francisco.


FRANCISCANOS Y FRANCISCANAS



Primera Orden: Frailes o Hermanos Menores

Franciscanos o Hermanos Menores (OFM), Menores Conventuales(OFMConv.), Menores Capuchinos (OFMCap.).

Segunda Orden: Hermanas contemplativas (Clarisas, Capuchinas, Concepcionistas...)

Hermanas Franciscanas Clarisas (OSC), Clarisas Capuchinas, Franciscanas Concepcionistas, Anunciadas o Franciscanas de la Virgen María.

Tercera Orden: Franciscanos Seglares, Regulares y Jufra

Orden Franciscana Seglar (OFS), Regla de la OFS, Terciarios Regulares (Congregaciones TOR), Regla de la TOR, Institutos Seculares Franciscanos.

Santa Clara de Asís

Cronología de la vida de Santa Clara, Espiritualidad de Santa Clara, Privilegio de Pobreza, Carta del card. Hugolino a Clara, La Navidad de Santa Clara, Bula de canonización, VIII Centenario de su nacimiento (1993), 750 aniversario de su muerte (2003).

Conferencia de la Familia Franciscana

Conferencia de la Familia Franciscana (CFF).

Historia Franciscana

Movimientos religiosos en tiempos de San Francisco, Menores-La minoridad franciscana, Franciscanos Minoritas, Celantes, Espirituales, Fraticelli, Alejandro de Alejandría y los espirituales, Pablo Trinci y los orígenes de la Observancia, Otras reformas, Gráfico de las reformas, División definitiva de la Orden, Ministros generales antes de la división, Ministros generales OFMConv, Vicarios y Ministros generales de la Observancia y OFM.

Santos y Beatos de las tres órdenes franciscanas

Todos los Santos y Beatos de las tres órdenes franciscanas.

Biografías y testimonios de franciscanos de las tres órdenes

Ada Falcón, Tomás de Celano, Miguel de Cervantes, Conventuales en Cuba, Francisco Eximenis, José Mogica, Ada Falcón, Magdalena de Spello, Juan de Montecorvino, Nicolás IV, Padre Pateras, Fray Romeo, Fray Zenón, Juan de Zumárraga.

Franciscanismo, Arte y Cultura

El "Cántic" de Joan Miró, Miguel Angel Buonaroti, Franz Liszt, Madre Angélica y la EWTN, Messiaen, José Segrelles.

San Francisco y los Franciscanos en el Cine

San Francisco en la historia del Cine, fichas de todas las películas sobre San Francisco y los Franciscanos: Hermano Sol, Hermana Luna, Francisco Juglar de Dios, Marcelino Pan y Vino, el Nombre de la Rosa, etc.

CARISMA FRANCISCANA:

La espiritualidad de los franciscanos (menores, clarisas, regulares y seglares) es idéntica a la del fundador en lo fundamental, y la podemos encontrar resumida en estas palabras de San Francisco: "La Regla y vida de los Hermanos Menores es esta: observar el santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo, viviendo en obediencia, sin nada propio y en castidad"

Observar el Evangelio y los consejos evangélicos es algo que los franciscanos tienen en común con las demás órdenes religiosas, pero el nombre de "Hermanos Menores" pone el acento en que este ideal hay que vivirlo en humildad y fraternidad: "Ninguno de los hermanos tenga poder o dominio entre ellos, como dice el Señor en el Evangelio: Los jefes de las naciones las dominan y los grandes las oprimen. No ha de ser así entre los hermanos. El que quiera ser mayor entre ellos se haga como el menor"

Menor y sometido a todos, tal debe ser la actitud de todo franciscano, a imitación de Jesucristo, el cual, a pesar de ser el Hijo de Dios, nos ha dejado un ejemplo encarnándose en María la Virgen, naciendo pobre en Belén, viviendo pobre y peregrino en este mundo y humillándose hasta la muerte en cruz, en obediencia perfecta a la voluntad del Padre.

Los franciscanos están llamados a conservar "el espíritu de la santa oración y devoción" sobre todas las demás cosas o actividades, que deben realizarse "fiel y devotamente".

La pobreza, al contrario que en las ordenes precedentes, debe ser absoluta, individual y colectivamente. Los hermanos deben vivir del propio trabajo y, en caso de necesidad, pueden recurrir a la "mesa del Señor", o sea a la mendicación, sin avergonzarse, porque también Cristo se hizo pobre y peregrino en este mundo.

La caridad entre los hermanos y entre ellos y sus superiores debe ser más "materna" que fraterna.

La más heroica forma de caridad y de obediencia para aquellos que sintieran esa especial vocación o "divina inspiración" es el espíritu apostólico y misionero, consistente en anunciar la paz y la salvación de Jesucristo a cristianos y a personas de otras creencias.

La predicación por parte de los frailes capacitados y autorizados debe ser, según el ejemplo del Señor, con discursos útiles y edificantes y "brevedad de palabras". Y debe ir acompañada por el buen ejemplo, "sirviendo al Señor en pobreza y humildad", mostrándose ante todos en el mundo como hombres "mansos, pacíficos, modestos y humildes", sin discusiones, contiendas o juicios, soportando con humildad y paciencia las persecuciones y enfermedades y orando por los enemigos.

Los hermanos legos o "trabajadores", aunque no tengan parte en la actividad apostólica o misionera de la orden, colaboran eficazmente con ella con la oración y las buenas obras.

Tales actitudes van acompañadas además por el espíritu de caballerosidad y vida juglaresca, tan típicos de la Edad Media, para manifestar la alegría del servicio divino y atraer a todos al amor del Señor.

En resumen, las notas características de la espiritualidad franciscana en sus diferentes versiones (masculina, femenina y seglar) se encierran en estas pocas palabras: minoridad, pobreza, fraternidad-caridad y obediencia a Dios y a toda criatura por amor a él. Eso en cuanto a las actitudes. En lo referente a la actividad San Francisco quiso una orden donde convivieran los hermanos "orantes" los hermanos "trabajadores" y los hermanos "predicadores".

La posterior clericalización de la orden, aparte de las mitigaciones en cuestión de pobreza, redujo el número de hermanos legos hasta hacerlos casi desaparecer, y dejó vacíos de orantes los eremitorios. Eso no cambia, sin embargo, lo esencial de la espiritualidad de la orden franciscana, siempre en tensión, por gracia del Espíritu, hacia la renovación del espíritu primitivo en formas nuevas de vida más acordes con los tiempos. De ahí las reformas del pasado, tendentes a recuperar el aspecto de la contemplación o la pobreza, y algunas experiencias recientes como la del conventual San Maximiliano Kolbe, que puso de manifiesto la importancia y el valor incluso apostólico de los hermanos legos o trabajadores en la Orden. Ese es el secreto de la vitalidad del franciscanismo, antiguo y siempre nuevo, que hace que lo encontremos presente en cualquier lugar del mundo y en los ambientes más inimaginables.
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Re: 2. Orden de los Frailes Menores o Franciscanos. 1 dic. 2

Notapor PEPITA GARCIA 2 » Mar Dic 02, 2014 2:09 pm

-----------------La Divina Comedia-----------------

Imagen***Imagen

La Divina Comedia es un poema escrito por Dante Alighieri.
Dante Alighieri.- Imagen

Breve biografía de Dante Alighieri

Nació el 29 de mayo en el año 1265 en la provincia de Toscana, cuya capital era Florencia y murió en Ravena el 14 de septiembre de 1321; fue un poeta italiano. Su obra maestra, la Divina comedia, es una de las obras fundamentales de la transición del pensamiento medieval al renacentista. Es considerada la obra maestra de la literatura italiana y una de las cumbres de la literatura universal. Es conocido como il Sommo Poeta «el Poeta Supremo».

Cuando Dante nació había dos partidos políticos en ese entonces en Florencia: los güelfos y los gibelinos. Dante y su familia pertenecían al partido político de los güelfos.

La musa de Dante fue Beatriz, que la conoció cuando el tenía 9 años y ella 8 años; la dejo de ver por más de 9 años, y en la Divina Comedia Dante coloco a Beatriz en el Paraíso.

Dante y Beatriz a orillas del Leteo 1889.- Imagen -.obra del pintor venezolano Cristóbal Rojas

Síntesis de la obra

La Divina Comedia es una obra monumental que se divide en 3 partes: El Infiero con 34 cantos, El Purgatorio con 13 y el Paraíso con 33 que suman un total de 100 cantos, y el argumento central de la Divina Comedia es el viaje que realiza el poeta Dante al más allá, visitando: el Infierno, el Purgatorio y el Paraíso.

Dante Alighieri y el universo de la Divina Comedia.-
Imagen-. representados por Domenico di Michelino en la Catedral de Florencia.

La primera parte narra el descenso del Dante al Infierno, acompañado por el poeta latino Virgilio, autor de la Eneida, a quien Dante admiraba. Dante describe que había una especie de palacio en el cual se hallaban los que traicionaban a sus bienhechores y allí se encontraba Lucifer.

Detalle de infierno: Mosaico que representa el Juicio Final.- Imagen-. por Coppo di Marcovaldo, Museo Baptisterio de San Juan. El poeta Dante Alighieri fue bautizado en este lugar.

Infierno, Canto I (por Gustave Doré).- Imagen

La bestia que vigilaba la entrada al Infierno era el “Can Cerbero”, un perro enorme de 3 cabezas.

El Infierno está dividió en 9 círculos y en forma de embudo. Es una selva obscura, que en el vestíbulo están los negligentes, aquellos que vivieron sin virtudes ni vicios, y a quienes sin cesar son aguijoneados por multitud de insectos. Siguen avanzando y llegan a la triste ribera del Río Aqueronte = Río de Dolor, en griego, por el cual pasan las almas para ir al Infierno.

Carón, es el barquero encargado de pasar las almas de una orilla a la otra del rio, se acerca y vocifera en contra de los poetas diciéndole que jamás lograran pasar el río, pues el paso de los vivos no eta permitido. Virgilio le habla con energía y le indica que de allá, de donde todo se puede, viene la disposición de que crucen en su barcaza. Los admite y los lleva a la otra orilla.

El primer círculo del embudo es el Limbo, en ese lugar se encuentra las almas que murieron sin haber sido bautizadas y Dante encuentra en el Limbo a: Homero, Ovidio, Lucano, Sócrates, Platón, Aristóteles y Demócrito.

En el segundo círculo Dante encontró a los Lujuriosos.

En el tercer circulo los Golosos y las almas de los "espíritus amantes", Principati.

En el cuarto circulo, los Avaros y Pródigos, "espíritus sabios", Potestà.

En el quinto circulo, los Iracundos, "espíritus militantes" de los combatientes por la fe, Virtù.

En el sexto circulo, los Herejes, los "espíritus gobernantes justos", Dominazioni.

Canto XIV, 85-87. El cielo de Marte.-
Imagen

Abismo

En el séptimo circulo, los Violentos. Alli Beatriz deja de sonreír, como lo había hecho hasta entonces. Desde ese punto en adelante su sonrisa desaparece, pues por la cercanía de Dios su luminosidad resultaría imposible de contemplar. En este último cielo residen los "espíritus contemplativos".

Desde allí Beatriz eleva a Dante hasta el cielo del las estrellas fijas, donde no están más repartidos los beatos, sino las "almas triunfantes", que cantan en honor a Cristo y María, a quien Dante alcanza a ver. Desde ese cielo, además, el poeta observa el mundo debajo de sí, los siete planetas, sus movimientos, y la Tierra, muy pequeña e insignificante en comparación con la grandeza de Dios, Cherubini. Antes de continuar Dante debe sostener una especie de "examen" de Fe, Esperanza, Caridad, por parte de tres profesores particulares:San Pedro, Santiago y San Juan. Después de un último vistazo al planeta, Dante y Beatriz ascendieron al cielo, el Primo Mobile o Cristallino, el cielo más externo, origen del movimiento y del tiempo universal, Serafini.

En el octavo circulo, los Engañadores.

Canto XXXI. Llegada del protagonista al Empíreo. Por Gustave Doré.- Imagen

El último círculo del Infierno es el noveno,
los Traidores. El peor pecado para Dante era la traición, y para él los traidores mas grandes de la historia fueron; Bruto, Casio y Judas.

Después de salir del Infierno Dante y Virgilio se dirigieron al Purgatorio, que estaba formado por una enrome montaña, dividida en círculos, laderas escalonadas y redondas, simétricamente al Infierno. En cada escalón se redime un pecado, pero los que lo redimen están contentos porque poseen esperanza, y en la montaña cuando alma se purifica, se produce un fuerte temblor y se escuchan caticos.

Dante y la montaña del Purgatorio.-
Imagen

Al llegar a la cima del Purgatorio, había un río que se dividía en dos y había que pagar una cuota para poder cruzar esta agua, la cuota era el arrepentimiento.

En el poema Dante simboliza el alma humana y Beatriz simboliza la teología.

Paraíso III, 16. Dante y Beatriz en el cielo de la Luna.- Imagen-.Grabado de la serie de Gustave Doré.

El Paraíso está dividido en varios cielos, acordes a los 7 planetas. El primero es la Luna, el segundo es Mercurio, el tercero Venus, el cuarto el Sol, el quinto Marte, el sexto Júpiter, el séptimo Saturno. Dante logra subir hasta el noveno cielo.

Por la grandiosa luz del último cielo, Dante queda ofuscado, concluyendo así la Divina Comedia. En el fondo de este cielo hay un punto inmensamente brillante, Es Dios.

El simbolismo que se encuentra en la Divina Comedia es muy profundo. El Paraíso para Dante simboliza la Ciudad de Dios: la Iglesia en todo su esplendor.

Fuentes: La Divina Comedia. Wikipedia. Apuntes escolares.
"No anteponer nada al amor de Dios"

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Re: 2. Orden de los Frailes Menores o Franciscanos. 1 dic. 2

Notapor marce685 » Mar Dic 02, 2014 2:37 pm

Buena tarde me acojo a tan maravillosa propuesta, y este es mi aporte:

João Braz de Aviz (24 de abril de 1947, Mafra), es un cardenal brasileño, arzobispo emérito de Brasilia y actual Prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica. Pertenece al movimiento de los Focolares.

Recibió la ordenación sacerdotal el 26 de noviembre de 1972, incardinado en la diócesis de Apucarana. Estudió teología en Roma, donde obtuvo la licenciatura en la Pontificia Universidad Gregoriana y el doctorado en la Pontificia Universidad Lateranense.

Obispo y Arzobispo
Juan Pablo II lo nombró obispo titular de Flenucleta y auxiliar de la Archidiócesis de Vitória el 6 de abril de 1994; recibió la ordenación episcopal el 31 de mayo del mismo año. El Santo Padre lo nombró obispo de Ponta Grossa el 12 de agosto de 1998; posteriormente lo promovió a arzobispo metropolitano de Maringá el 17 de julio de 2002; y lo trasladó a la sede metropolitana de Brasilia el 28 de enero de 2004. Benedicto XVI lo nombró Prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica el 4 de enero de 2011.

Cardenal
Benedicto XVI lo proclamó cardenal en el Consistorio del 18 de febrero de 2012 bajo la Diaconía de Sant'Elena fuori Porta Prenestina.


Participó en el cónclave de 2013 en el que fue elegido el papa Francisco.
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LA DIVINA COMEDIA

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La Divina Comedia (en italiano: Divina Commedia) es un poema escrito por Dante Alighieri. Se desconoce la fecha exacta en que fue escrito aunque las opiniones más reconocidas aseguran que el Infierno pudo ser compuesto entre 1304 y 1307 o 1308, el Purgatorio de 1307 o 1308 a 1313 o 1314 y por último, el Paraíso de 1313 o 1314 a 1321, fecha del fallecimiento del poeta. Libro más famoso de su autor, es una de las obras fundamentales de la transición del pensamiento medieval (teocentrista) al renacentista (antropocentrista). Es considerada la obra maestra de la literatura italiana y una de las cumbres de la literatura universal. Se considera por tanto que la redacción de la primera parte habría sido alternada con la redacción del Convivium y De Vulgari Eloquentia, mientras que De Monarchia pertenecería a la época de la segunda o tercera etapa, a la última de las cuales hay que atribuir sin duda la de dos obras de menor empeño: la Cuestión del agua y la tierra y las dos églogas escritas en respuesta a sendos poemas de Giovanni del Virgilio.

Características
Dante Alighieri llamó sencillamente Commedia a su libro, pues, de acuerdo con el esquema clásico, no podía ser una tragedia, ya que su final es feliz. Fue el escritor y humanista Giovanni Boccaccio quién añadió el adjetivo "divina" durante la época en la que se encargó de leerla y comentarla públicamente por diferentes ciudades italianas. El libro suele presentarse actualmente con un gran cuerpo de notas que ayudan a entender quiénes eran los personajes mencionados. Estos comentarios incluyen interpretaciones de las alegorías o significados místicos que contendría el texto, que otros prefieren leer como un relato literal. Esta tendencia se acentuó en el siglo XX entre los exégetas y críticos de la Divina comedia, muchos de los cuales sostienen que Dante narró una historia en el mundo material de ultratumba tal como se lo concebía en su tiempo.[cita requerida] Miguel Asín Palacios, por otra parte, destacó la importancia de la escatología musulmana en la estructura del Infierno dantesco.1

La Divina Comedia se considera una de las obras maestras de la literatura italiana y universal. Numerosos artistas de todos los tiempos crearon ilustraciones sobre ella; destacan entre ellas las de Botticelli, Gustave Doré, Dalí, William Adolphe Bouguereau y Miquel Barceló. Dante Alighieri la escribió en dialecto toscano, matriz del italiano actual el cual se usó entre los siglos XI y XII.

Estructura

Detalle de infierno: Mosaico que representa el Juicio Final por Coppo di Marcovaldo, Museo Baptisterio de San Juan.2 El poeta Dante Alighieri fue bautizado en este lugar.
Cada una de sus partes, o cánticas (Infierno, Purgatorio y Paraíso), está dividida en cantos, a su vez compuestos de tercetos.

El poema se ordena en función del simbolismo del número tres, que evoca la Trinidad Sagrada, el Padre, el Hijo y Espíritu Santo, el equilibrio y la estabilidad, y el triángulo. El poema cuenta con tres personajes principales: Dante, que personifica a la humanidad, Beatriz, que personifica la Fe, y Virgilio, que hace otro tanto con la razón. La estrofa por su parte está compuesta por tres versos, y cada una de las cánticas cuenta con treinta y tres cantos, excepto el Infierno que tiene treinta y cuatro, de manera que la obra completa se compone de cien cantos. Se usa un tipo de rima original, la "terza rima"
Dante también utiliza el número diez como cabalístico como número pitagórico, que vemos en los cien cantos de la comedia, compuestos por los treinta y tres de cada reino, más el de introducción. También se puede apreciar la importancia decimal en los diez niveles del infierno, que son nueve círculos más el anteinfierno, donde se encuentran los ignavi, es decir, los indiferentes.

La estructura matemática de la Divina comedia, por otra parte, es mucho más compleja de lo que aquí se esboza. El poema puede leerse según los cuatro significados que se atribuyen a los textos sagrados: literal, moral, alegórico y anagógico. En este poema, Dante hace gala además de un gran poder de síntesis que es característico de los grandes poetas.

La estructura también afecta a los registros lingüísticos: en el infierno se utiliza un lenguaje vulgar, el texto del "Purgatorio" está lleno de citas bíblicas y el del "Paraíso", de himnos y cantos litúrgicos.

Antes de emprender el viaje hacia los tres mundos, Dante despierta en una selva oscura sin saber por qué llegó ahí. Cuando hablamos de selva oscura nos referimos a algo malo, a lo contrario a Dios, esa selva era oscura, era mala. En esa selva se describe un paisaje inicial en el cual vemos el sol, las estrellas, la playa y la colina. El sol en representación de la divinidad, de Dios, la colina es el camino que debe subir para llegar a Dios, Dante no puede llegar a esa luz porque en el camino se encuentra con 3 fieras que son obstáculos para él. Cada fiera representa un pecado... Ahí se encuentra con Virgilio y después de una conversación con éste, comienza su viaje.

Infierno
Artículo principal: Infierno (La Divina Comedia)

Infierno, Canto I (por Gustave Doré).
La primera parte narra el descenso del autor al Infierno, acompañado por el poeta latino Virgilio, autor de la Eneida, a quien Dante admiraba. Acompañado por su maestro y guía, describe al infierno que tenía una forma de un cono con la punta hacia abajo y los nueve círculos que poseía en los que los condenados son sometidos a castigo, según la gravedad de los pecados cometidos en vida, en el último círculo "judesco", Dante describe que había una especie de palacio en el cual se hallaban los que traicionaban a sus bienhechores y allí se encontraba Lucifer. Él lo describe como un demonio de tres cabezas y dentro de la boca de la principal se hallaba Judas, al cual mordía con sus filosos colmillos como un juguete, mientras este gritaba de dolor.

Dante encuentra en el Infierno a muchos personajes antiguos, pero también de su época, y cada uno de ellos narra su historia brevemente a cambio de que Dante prometa mantener vivo su recuerdo en el mundo; cada castigo se ajusta a la naturaleza de su falta y se repite eternamente. Es particularmente recordada la historia de Paolo y Francesca, amantes adúlteros que se conocieron al leer en el libro de Lanzarote, los amores de la reina Ginebra y esta persona, que fue motivo de inspiración y homenaje por poetas románticos y contemporáneos, así como la historia del conde Ugolino da Pisa, el último viaje de Ulises, tránsito por el bosque de los suicidas, la travesía del desierto donde llueve el fuego y la llanura de hielo de los traidores, estos últimos, considerados los peores pecadores entre todos.

Purgatorio
Artículo principal: Purgatorio (La Divina Comedia)
En esta segunda parte, Dante y Virgilio atraviesan el Purgatorio, una montaña de cumbre plana y laderas escalonadas y redondas, simétricamente al Infierno. En cada escalón se redime un pecado, pero los que lo redimen están contentos porque poseen esperanza. Dante se va purificando de sus pecados en cada nivel porque un ángel en cada uno le va borrando una letra de una escritura que le han puesto encima. Allí encuentra a famosos poetas, entre ellos a Publio Papinio Estacio, autor de la Tebaida.


El primer canto del Purgatorio ilustrado por Gustave Doré.
Esta parte comienza propiamente con la salida Infierno a través de la natural burella. Dante y Virgilio llegan así al hemisferio sur terrestre (que se creía por completo bajo las aguas), donde en medio de las aguas se halla la montaña del Purgatorio, creada con la tierra utilizada para crear el abismo del Infierno, cuando Lucifer fue expulsado del Paraíso tras rebelarse contra Dios. Tras salir del túnel llegan a una playa, donde encuentran a Catón el Joven, que se desempeña como guardián del Purgatorio. Teniendo que emprender el ascenso de la empinada montaña, que resulta imposible escalar, es tan empinada que Dante tiene que preguntar a algunas almas cuál es el pasaje más cercano; pertenecen al grupo de los negligentes, los muertos en estado de excomunión, que viven en el Ante-purgatorio. Un personaje notable de este lugar es Manfredo de Sicilia. Junto a los que por pereza tardaron en arrepentirse, los muertos violentamente y a los principios negligentes, de hecho, esperan el tiempo de purificación necesario para poder acceder al Purgatorio propiamente dicho. En la entrada del valle donde se encuentran los principios negligentes, Dante, siguiendo las indicaciones de Virgilio, pide indicaciones a un alma que resulta ser el guardián del valle, un compatriota de Virgilio, Sordello, que será su guía hasta la puerta del Purgatorio.

Tras llegar al final del Antepurgatorio, tras un valle florecido, los dos cruzan la puerta del Purgatorio, que custodia un ángel con una espada de fuego, que parece tener vida propia. Está precedido por tres jardines, el primero de mármol blanco, el segundo de una piedra oscura y el tercero y último de pórfido rojo. El ángel, sentado en el solio de diamante y apoyando los pies en el escalón rojo, marca siete "p" en la frente de Dante y abre la puerta con dos llaves, una de plata y otra de oro, que San Pedro le dio, y los dos poetas se adentran en el segundo reino.


Dante y la montaña del Purgatorio.
El Purgatorio se divide en siete cornisas, donde las almas expían sus pecados para purificarse antes de entrar al Paraíso. Al contrario del Infierno, donde los pecados se agravan a medida que se avanza en los círculos, en el Purgatorio la base de la montaña, es decir la cornisa I, alberga a quienes padecen las culpas más graves, mientras que en la cumbre, cerca del Edén, se encuentran los pecadores menos culpables. Las almas no son castigadas para siempre, ni por una sola culpa, como en el primer reino, pero expían una pena equivalente a los pecados durante la vida.

En la primera cornisa, Dante y Virgilio encuentran a los orgullosos, en la segunda a los envidiosos, en la tercera a los iracundos, en la cuarta a los perezosos, en la quinta a los avaros y a los pródigos. En esta encuentran el alma de Cecilio Estacio tras un terremoto y un canto Gloria in excelsis Deo. En vida este personaje fue en exceso pródigo. Tras años de expiación siente el deseo de guiarlos hasta la cumbre, a través de la sexta cornisa, donde expían sus culpas los golosos, que lucen delgadísimos, y la séptima, donde se encuentran los lujuriosos, envueltos en llamas. Dante recuerda que Estacio se convirtió gracias a Virgilio y a sus obras, en particular la Eneida y las Bucólicas, que le mostraron la importancia de la fe cristiana y el error de su vicio. En ese sentido, Virgilio lo iluminó permaneciendo él en la oscuridad. Virgilio fue un profeta sin saberlo, pues llevó a Estacio a la fe pero él, pudiendo tan solo entreverla, no pudo salvarse, y deberá habitar hasta la eternidad en el Limbo. En la séptima cornisa, los tres tienen que atravesar un muro de fuego, tras la cual hay una escalera, por la que se entra al Paraíso terrestre. Dante se muestra asustado y es confortado por Virgilio. Allí, donde vivieron Adán y Eva prima del pecado, Virgilio y Dante tienen que despedirse, porque el poeta latino no es digno de conducirlo en el Paraíso. Pero Beatriz sí.

Aquí Dante se encuentra con Santa Matilde, la personificación de la felicidad perfecta, precedente al pecado original, que le muestra los dos ríos, Lete, que hace olvidar los pecados, y Eunoe, que devuelve la memoria del bien realizado, y se ofrece a reunirlo con Beatriz, que pronto llegará. Beatriz le llama severamente la atención a Dante y después le propone verla sin el velo. El poeta, por su parte, busca a su maestro Virgilio, que ya no se encuentra con él. Tras beber las aguas del Lete y del Eunoe, que hacen olvidar las cosas malas y recordar las buenas, el poeta sigue a Beatriz hacia el tercer y último reino, el del Paraíso.

Paraíso
Artículo principal: Paraíso (La Divina Comedia)

Paraíso III, 16. Dante y Beatriz en el cielo de la Luna. Grabado de la serie de Gustave Doré.
Libre de todo pecado, Dante puede ascender al Paraíso, lo que hace junto a Beatriz en condiciones que desafían las leyes físicas, encadenando milagros, lo cual es más bien natural dado el lugar en el cual se desarrolla el poema. Dentro del recorrido será de hecho de gran importancia que el nombre de Beatriz signifique "dadora de felicidad" y "beatificadora", pues en esta sección de la Comedia ella releva a Virgilio en la función de guía. En efecto, a través de este personaje, el autor expresa en los treinta y tres cantos de la sección varios razonamientos teológicos y filosóficos de gran sutileza.

Sin embargo, el poeta expresa desde un principio la gran dificultad que significa transmitir el recorrido emocional y físico de trashumanar, es decir ir más allá de las condiciones de la vida terrena. Sin embargo, confía en el apoyo del Espíritu Santo (el buen Apolo) y en el hecho de que pese a sus falencias, su esfuerzo descriptivo será emulado y continuado por otros (canto I, 34). En la introducción del canto II, el autor reitera que para entender las alegorías de la obra es indispensable tener de antemano muy amplios conocimientos en las materias que se van a tratar (II, 1-15).

El Paraíso está compuesto por nueve círculos concéntricos, en cuyo centro se encuentra la tierra. En cada uno de estos cielos, en donde se encuentra cada uno de los planetas, se encuentran los beatos, más cercanos a Dios en función de su grado de beatitud. Pero las almas del Paraíso no están mejor unas que otras, y ninguna desea encontrarse en mejores condiciones que las que le corresponden, pues la caridad no permite desear más que lo que se tiene (II, 70-87). De hecho, a cada alma al nacer Dios le dio cierta cantidad de gracia según criterios insondables, en función de los cuales gozan aquellas de los diferentes grados de beatitud. Antes de llegar al primer cielo el poeta y Beatriz atraviesan la Esfera de fuego.


Canto XIV, 85-87. El cielo de Marte.
En el primer cielo, que es el de la Luna, se encuentran quienes no cumplieron con sus promesas (Angeli), como la madre de Federico II, Constanza I de Sicilia. En el segundo, el de Mercurio, residen quienes hicieron el bien para obtener gloria y fama, pero no dirigiéndose al bien divino (Arcangeli). En el tercero, de Venus, se encuentran las almas de los "espíritus amantes" (Principati). En el cuarto, del Sol, los "espíritus sabios" (Potestà). En el quinto, de Marte, los "espíritus militantes" de los combatientes por la fe (Virtù). En el sexto, de Júpiter, los "espíritus gobernantes justos" (Dominazioni).

En el séptimo cielo, de Saturno, de los "espíritus contemplativos" (Troni), Beatriz deja de sonreír, como lo había hecho hasta entonces. Desde ese punto en adelante su sonrisa desaparece, pues por la cercanía de Dios su luminosidad resultaría imposible de contemplar. En este último cielo residen los "espíritus contemplativos". Desde allí Beatriz eleva a Dante hasta el cielo del las estrellas fijas, donde no están más repartidos los beatos, sino las "almas triunfantes", que cantan en honor a Cristo y María, a quien Dante alcanza a ver. Desde ese cielo, además, el poeta observa el mundo debajo de sí, los siete planetas, sus movimientos, y la Tierra, muy pequeña e insignificante en comparación con la grandeza de Dios (Cherubini). Antes de continuar Dante debe sostener una especie de "examen" de Fe, Esperanza, Caridad, por parte de tres profesores particulares: San Pedro, Santiago y San Juan. Por lo tanto, después de un último vistazo al planeta, Dante y Beatriz ascendieron al cielo, el Primo Mobile o Cristallino, el cielo más externo, origen del movimiento y del tiempo universal (Serafini).


Canto XXXI. Llegada del protagonista al Empíreo. Por Gustave Doré.
En este lugar, tras levantar la mirada, Dante ve un punto muy luminoso, rodeado por nueve círculos de fuego, girando alrededor de ella; el punto, explica Beatriz, es Dios, y a su alrededor se mueven los nueve coros angelicales, divididos por cantidad de virtud. Superado el último cielo, los dos ascienden a el Empíreo, donde se encuentra la "rosa de los beatos", una estructura en forma de anfiteatro, en el cual, sobre la grada más alta está la Virgen María. Aquí, en la inmensa multitud de los beatos, están los más grandes de los santos y las figuras más importantes de la Biblia, como San Agustín, San Benito de Nursia, San Francisco, y también Eva, Raquel, Sara y Rebeca.

Desde aquí Dante observa finalmente la luz de Dios, gracias a la intervención de María a la cual San Bernardo (guía de Dante de la última parte del viaje) había pedido ayuda para que Dante pudiese ver a Dios y sostener la visión de lo divino, penetrándola con la mirada hasta que se une con él, y viendo así la perfecta unión de toda la realidad, la explicación de toda la grandeza. En el punto más central de esa gran luz Dante ve tres círculos, las tres personas de la Trinidad, el segundo del cual tiene imagen humana, signo de la naturaleza humana, y divina al mismo tiempo, de Cristo. Cuando trata de penetrar aún más el misterio su intelecto flaquea, pero en un excessus mentis3 su alma es tomada por la iluminación, la armonía que se da la visión de Dios, en el canto XXXIII (145), del amor que mueve el sol y las otras estrellas (L'amor che move el sole e l'altre stelle). Por la grandiosa luz del último cielo, Dante queda ofuscado, concluyendo así la Divina Comedia.

FRESCOS DE SAN FRANCISCO DE ASIS

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SAN BUENAVENTURA
Juan da Fidanza, conocido como San Buenaventura (Bagnoregio, Toscana, Italia; 1218 - Lyon; 15 de julio de 1274) fue un santo y místico franciscano, obispo de Albano y cardenal italiano que participó en la elección del papa Gregorio X. Fue discípulo de Alejandro de Hales, y llegó a ser General de la Orden franciscana. Es Doctor de la Iglesia Católica.
Biografía
Formación y primeros años
Juan de Fidanza, que luego adoptó el nombre de Buenaventura, nació alrededor del año 1218. Algunos datan su nacimiento en este año y otros en 1221.

Se formó en la Orden de los Frailes Menores e impartió enseñanzas en la Universidad de París, en la cual estudió. Aunque rechazó ser arzobispo de York, hubo de aceptar la diócesis de Albano. En 1274 fue nombrado legado pontificio al concilio de Lyon. Participó activamente en los concilios de la época y destacó en los ataques a las herejías y en las críticas a los cismáticos. San Buenaventura representa a la escuela franciscana que, inspirándose en San Agustín, se opone al aristotelismo de los Dominicos, y sostiene que la filosofía y la razón no se encuentran en la base de la teología ni en la culminación del conocimiento de la divinidad, pero sí en el camino que conduce el alma hacia Dios.

Estudió filosofía y teología en París y, habiendo obtenido el grado de maestro, enseñó esas disciplinas a sus compañeros de la Orden franciscana. Fue elegido ministro general de su Orden.

Fue cardenal obispo de la diócesis de Albano, y murió en Lyon el año 1274. Escribió numerosas obras filosóficas y teológicas. Conocido como el «Doctor Seráfico» por sus escritos encendidos de fe y amor a Jesucristo.

Erudito y hombre de gran espiritualidad, de entre sus obras destacan un estudio sobre Pedro Lombardo (Comentario sobre las sentencias de Pedro Lombardo) y el Itinerarium mentis in Deum (Itinerario del alma hacia Dios). También escribió la vida de San Francisco.

Buenaventura, a quien la historia debía conocer con el nombre de «el doctor seráfico», enseñó teología y Sagrada Escritura en la Universidad de París, de 1248 a 1257. A su genio penetrante unía un juicio muy equilibrado, que le permitía ir al fondo de las cuestiones y dejar de lado todo lo superfluo para discernir todo lo esencial y poner al descubierto los sofismas de las opiniones erróneas. Nada tiene, pues, de extraño que el santo se haya distinguido en la filosofía y teología escolásticas. Buenaventura ofrecía todos los estudios a la gloria de Dios y a su propia santificación, sin confundir el fin con los medios y sin dejar que degenerara su trabajo en disipación y vana curiosidad.

Elección como superior general de los Franciscanos
En 1257, Buenaventura fue elegido superior general de los Frailes Menores. No había cumplido aún los treinta y seis años y la orden estaba desgarrada por la división entre los que predicaban una severidad inflexible y los que pedían que se mitigase la regla original. Naturalmente, entre esos dos extremos, se situaban todas las otras interpretaciones. Los más rigoristas, a los que se conocía con el nombre de «los espirituales», habían caído en el error y en la desobediencia, con lo cual habían dado armas a los enemigos de la orden en la Universidad de París. El joven superior general escribió una carta a todos los provinciales para exigirles la perfecta observancia de la regla y la reforma de los relajados, pero sin caer en los excesos de los espirituales.

El primero de los cinco capítulos generales que presidió San Buenaventura, se reunió en Narbona en 1260. Ahí presentó una serie de declaraciones de las reglas que fueron adoptadas y ejercieron gran influencia sobre la vida de la orden, pero no lograron aplacar a los rigoristas. A instancias de los miembros del capítulo, San Buenaventura empezó a escribir la vida de San Francisco de Asís.

La manera en que llevó a cabo esa tarea, demuestra que estaba empapado de las virtudes del santo sobre el cual escribía. Santo Tomás de Aquino, que fue a visitar un día a Buenaventura cuando éste se ocupaba de escribir la biografía del «Pobrecillo de Asís,» le encontró en su celda sumido en la contemplación. En vez de interrumpirle, Santo Tomás se retiró, diciendo: «Dejemos a un santo trabajar por otro santo». La vida escrita por San Buenaventura, titulada La Leyenda Mayor, es una obra de gran importancia acerca de la vida de San Francisco, aunque el autor manifiesta en ella cierta tendencia a forzar la verdad histórica para emplearla como testimonio contra los que pedían la mitigación de la regla.

Nombramiento como cardenal
San Buenaventura gobernó la orden de San Francisco durante diecisiete años y se le llama, con razón, el segundo fundador. En 1265, a la muerte de Godofredo de Ludham, el Papa Clemente IV trató de nombrar a San Buenaventura arzobispo de York, pero el santo consiguió disuadirle de ello. Sin embargo, al año siguiente, el Beato Gregorio X le nombró cardenal obispo de Albano, ordenándole aceptar el cargo por obediencia y le llamó inmediatamente a Roma. Los legados pontificios le esperaban con el capelo y las otras insignias de su dignidad. Según se cuenta, fueron a su encuentro hasta cerca de Florencia y le hallaron en el convento franciscano de Mugello, lavando los platos. Como Buenaventura tenía las manos sucias, rogó a los legados que colgasen el capelo en la rama de un árbol y que se paseasen un poco por el huerto hasta que terminase su tarea. Sólo entonces San Buenaventura tomó el capelo y fue a presentar a los legados los honores debidos.

Gregorio X encomendó a San Buenaventura la preparación de los temas que se iban a tratar en el Concilio ecuménico de Lyon, acerca de la unión con los griegos ortodoxos, pues el emperador Miguel Paleólogo había propuesto la unión a Clemente IV. Los más distinguidos teólogos de la Iglesia asistieron a dicho Concilio. Como se sabe, Santo Tomás de Aquino murió cuando se dirigía a él. San Buenaventura fue, sin duda, el personaje más notable de la asamblea. Llegó a Lyon con el Papa, varios meses antes de la apertura del Concilio. Entre la segunda y la tercera sesión reunió el capítulo general de su orden y renunció al cargo de superior general. Cuando llegaron los delegados griegos, el santo inició las conversaciones con ellos y la unión con Roma se llevó a cabo. En acción de gracias, el Papa cantó la misa el día de la fiesta de San Pedro y San Pablo. La epístola, el evangelio y el credo se cantaron en latín y en griego y San Buenaventura predicó en la ceremonia.

Muerte
El Doctor Seráfico murió durante las celebraciones, la noche del 14 al 15 de julio. Ello le ahorró la pena de ver a Constantinopla rechazar la unión por la que tanto había trabajado. Pedro de Tarantaise, el dominico que ciñó más tarde la tiara pontificia con el nombre de Inocencio V, predicó el panegírico de San Buenaventura y dijo en él: «Cuantos conocieron a Buenaventura le respetaron y le amaron. Bastaba simplemente con oírle predicar para sentirse movido a tomarle por consejero, porque era un hombre afable, cortés, humilde, cariñoso, compasivo, prudente, casto y adornado de todas las virtudes.»

Doctrina
La oración
No contento con transformar el estudio en una prolongación de la plegaria, consagraba gran parte de su tiempo a la oración propiamente dicha, convencido de que ésa era la clave de la vida espiritual. Porque, como lo enseña San Pablo, sólo el Espíritu de Dios puede hacernos penetrar sus secretos designios y grabar sus palabras en nuestros corazones.

Tan grande era la pureza e inocencia del santo que su maestro, Alejandro de Hales, afirmaba que «parecía que no había pecado en Adán». El rostro de Buenaventura reflejaba el gozo, fruto de la paz en que su alma vivía. Como el mismo santo escribió, «el gozo espiritual es la mejor señal de que la gracia habita en un alma».

El santo no veía en sí más que faltas e imperfecciones y, por humildad, se abstenía algunas veces de recibir la comunión, por más que su alma ansiaba unirse al objeto de su amor y acercarse a la fuente de la gracia. Pero un milagro de Dios permitió a San Buenaventura superar tales escrúpulos. Las actas de canonización lo narran así: «Desde hacía varios días no se atrevía a acercarse al banquete celestial».

Pero, cierta vez en que asistía a la Misa y meditaba sobre la Pasión del Señor, Nuestro Salvador, para premiar su humildad y su amor, hizo que un ángel tomara de las manos del sacerdote una parte de la hostia consagrada y la depositara en su boca.

A partir de entonces, Buenaventura comulgó sin ningún escrúpulo y encontró en la santa Comunión una fuente de gozo y de gracias. El santo se preparó a recibir el sacerdocio con severos ayunos y largas horas de oración, pues su gran humildad le hacía acercarse con temor y temblor a esa altísima dignidad. La Iglesia recomienda a todos los fieles la oración que el santo compuso para después de la misa y que comienza así: Transfige, dulcissime Domine Jesu...

Celo por las almas
Buenaventura se entregó con entusiasmo a la tarea de cooperar a la salvación de sus prójimos, como lo exigía la gracia del sacerdocio. La energía con que predicaba la palabra de Dios encendía los corazones de sus oyentes; cada una de sus palabras estaba dictada por un ardiente amor. Durante los años que, pasó en París, compuso una de sus obras más conocidas, el Comentario sobre las Sentencias de Pedro Lombardo, que constituye una verdadera suma de teología escolástica. El Papa Sixto IV, refiriéndose a esa obra, dijo que «la manera como se expresa sobre la teología, indica que el Espíritu Santo hablaba por su boca».

Defensa de la doctrina franciscana
Los violentos ataques de algunos de los profesores de la Universidad de París contra los franciscanos perturbaron la paz de los años que Buenaventura pasó en esa ciudad. Tales ataques se debían, en gran parte, a la envidia que provocaban los éxitos pastorales y académicos de los hijos de San Francisco ya que la santa vida de los frailes resultaba un reproche constante a la mundana existencia de otros profesores. El líder de los que se oponían a los franciscanos era Guillermo de Saint Amour, quien atacó violentamente a San Buenaventura en una obra titulada Los peligros de los últimos tiempos.

Éste tuvo que suspender sus clases durante algún tiempo y contestó a los ataques con un tratado sobre la pobreza evangélica, con el título de Sobre la pobreza de Cristo. El Papa Alejandro IV nombró a una comisión de cardenales para que examinasen el asunto en Anagni, con el resultado de que fue quemado públicamente el libro de Guillermo de Saint Amour, fueron devueltas sus cátedras a los hijos de San Francisco y fue ordenado el silencio a sus enemigos. Un año más tarde, en 1257, San Buenaventura y Santo Tomás de Aquino recibieron juntos el título de doctores.

Escritos
San Buenaventura escribió un tratado Sobre la vida de perfección, destinado a la Beata Isabel, hermana de San Luis IX de Francia y a las Clarisas Pobres del convento de Longchamps. Otras de sus principales obras místicas son el Soliloquio y el tratado Sobre el triple camino. Es conmovedor el amor que respira cada una de las palabras de San Buenaventura.

Juan Gerson, el erudito y devoto canciller de la Universidad de París. escribe a propósito de sus obras:

A mi modo de ver, entre todos los doctores católicos, Eustaquio (porque así podemos traducir el nombre de Buenaventura) es el que más ilustra la inteligencia y enciende al mismo tiempo el corazón. En particular, el Breviloquium Itinerarium mentis in Deum están compuestos con tanto arte, fuerza y concisión, que ningún otro escrito puede aventajarlos.
Y en otro libro, comenta:

Me parece que las obras de Buenaventura son las más aptas para la instrucción de los fieles, por su solidez, ortodoxia y espíritu de devoción. Buenaventura se guarda cuanto puede de los vanos adornos y no trata de cuestiones de lógica o física ajenas a la materia. No existe doctrina más sublime, más divina y más religiosa que la suya.
Estas palabras se aplican sobre todo, a los tratados espirituales que reproducen sus meditaciones frecuentes sobre las delicias del cielo y sus esfuerzos por despertar en los cristianos el mismo deseo de la gloria que a él le animaba.

Como dice en un escrito, «Dios, todos los espíritus gloriosos y toda la familia del Rey Celestial nos esperan y desean que vayamos a reunirnos con ellos. ¡Es imposible que no se anhele ser admitido en tan dulce compañía! Pero quien en este valle de lágrimas no haya tratado de vivir con el deseo del cielo, elevándose constantemente sobre las cosas visibles, tendrá vergüenza al comparecer a la presencia de la corte celestial.» Según el santo, la perfección cristiana, más que en el heroísmo de la vida religiosa, consiste en hacer bien las acciones más ordinarias.

He aquí sus propias palabras: «La perfección del cristiano consiste en hacer perfectamente las cosas ordinarias. La fidelidad en las cosas pequeñas es una virtud heroica». En efecto, tal fidelidad constituye una constante crucifixión del amor propio, un sacrificio total de la libertad, del tiempo y de los afectos y, por ello mismo, establece el reino de la gracia en el alma. El mejor ejemplo que puede darse de la estima en que San Buenaventura tenía la fidelidad en las cosas pequeñas, es la anécdota que se cuenta de él y del Beato Gil de Asís (23 de abril).

Casi quinientos sermones de Benaventura se han conservado, la mayor parte de ellos anotados por sus oyentes.1

La autoridad al servicio
Se cuenta que, como superior general, fue un día a visitar el convento Foligno. Cierto frailecillo tenía muchas ganas de hablar con él, pero era tímido para atreverse. Pero, en cuanto partió San Buenaventura, el frailecillo cayó en la cuenta de la oportunidad que había perdido y echó correr tras él y le rogó que le escuchase un instante. El santo accedió inmediatamente y tuvo una larga conversación con él, a la vera del camino.

Cuando el frailecillo partió de vuelta al convento, lleno de consuelo, San Buenaventura observó ciertas muestras de impaciencia entre los miembros de su comitiva y les dijo sonriendo:

Hermanos míos, perdonadme, pero tenía que cumplir con mi deber, porque soy a la vez superior y siervo y ese frailecillo es, a la vez, mi hermano y mi amo. La regla nos dice:
«Los superiores deben recibir a los hermanos con caridad y bondad y portarse con ellos como si fuesen sus siervos, porque los superiores, son, en verdad, los siervos de todos los hermanos».
Así pues, como superior y siervo, estaba yo obligado a ponerme a la disposición de ese frailecillo, que es mi amo, y a tratar de ayudarle lo mejor posible en sus necesidades».
Tal era el espíritu con que el santo gobernaba su orden. Cuando se le había confiado el cargo de superior general, pronunció estas palabras:

Conozco perfectamente mi incapacidad, pero también sé cuán duro es dar coces contra el aguijón. Así pues, a pesar de mi poca inteligencia, de mi falta de experiencia en los negocios y de la repugnancia que siento por el cargo, no quiero seguir opuesto al deseo de mi familia religiosa y a la orden del Sumo Pontífice, porque temo oponerme con ello a la voluntad de Dios. Por consiguiente, tomaré sobre mis débiles hombros esa carga pesada, demasiado pesada para mí. Confío en que el cielo me ayudará y cuento con la ayuda que todos vosotros podéis prestarme.
Estas dos citas revelan la sencillez, la humildad y la caridad que caracterizaban a San Buenaventura. Y, aunque no hubiese pertenecido a la orden seráfica, habría merecido el título de Doctor por las virtudes angélicas que realzaban su saber.

Buenas noches marce685:

Las imágenes no salieron por que miden mas de 300 pixeles, no olvides que debes de colocar en el link esto: [img][img] en el centro de estas siglas, colocas el link. Ver vista previa y así saldrá la imágen.

Dios te bendiga. ¡ Ánimo !
marce685
 
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Re: 2. Orden de los Frailes Menores o Franciscanos. 1 dic. 2

Notapor AMunozF » Mié Dic 03, 2014 1:24 am

--------------------------------------------------------DANTE ALIGHIERI---------------------------------------------

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Imagen...PINTURA POR SANDRO BOTICELLI

Nombre de nacimiento..............................Dante Alighieri
Nacimiento............................................c. 29 de mayo de 1265 en Florencia
Defunción.............................................14 de septiembre de 1321 (56 años)en Rávena
Ocupación.............................................Política, poesía, teoría de la lengua
Obras notables.......................................Divina comedia
Cónyuge...............................................Gemma, hija de Messer Manetto Donati
Influido por...........................................Platón, Aristóteles, Cicerón, Virgilio, Ovidio, Boecio, Averroes, Agustín
.........................................................de Hipona, Tomás de Aquino

Dante Alighieri (Florencia, c. 29 de mayo de 1265 – Rávena, 14 de septiembre de 1321) fue un poeta italiano. Su obra maestra, la Divina comedia, es una de las obras fundamentales de la transición del pensamiento medieval al renacentista. Es considerada la obra maestra de la literatura italiana y una de las cumbres de la literatura universal. En italiano es conocido como il Sommo Poeta («el Poeta Supremo»). A Dante también se le considera el «padre del idioma» italiano (llamado volgare en aquella época). Su primera biografía fue escrita por Giovanni Boccaccio (1313–1375), en el Trattatello in laude di Dante.

Participó activamente en las luchas políticas de su tiempo, por lo que fue desterrado de su ciudad natal. Fue un activo defensor de la unidad italiana. Escribió varios tratados en latín sobre literatura, política y filosofía. A su pluma se debe el tratado en latín De Monarchia, de 1310, que constituye una exposición detallada de sus ideas políticas, entre las cuales se encuentran la necesidad de la existencia de un Sacro Imperio Romano y la separación de la Iglesia y el Estado. Luchó contra los gibelinos de Arezzo. La fecha exacta del nacimiento de Dante es desconocida, aunque generalmente se cree que está alrededor de 1265. Esto puede deducirse de las alusiones autobiográficas reflejadas en la Vita nuova.

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INFANCIA

Se desconoce en qué año nació Dante, aunque suele datarse su nacimiento en torno a 1265, tomando en cuenta algunas alusiones autobiográficas en la Vita Nova y en el Infierno (que se inicia «en medio del camino de nuestra vida», cuando se sabe por otras de sus obras que, siguiendo una tradición bien conocida, Dante consideraba que la mitad de la vida de un hombre eran los 35 años, por lo que, si el viaje imaginario se inicia en 1300, debería haber nacido hacia 1265). Algunos versos del Paraíso informan que nació bajo el signo de Géminis, es decir, entre el 21 de mayo y el 21 de junio.

L'aiuola che ci fa tanto feroci,
volgendom' io con li etterni Gemelli, tutta m'apparve dà colli a le foci;
poscia rivolsi li occhi a li occhi belli.
Paraíso, canto XXII, 151–154.

Según esto, suele situarse el nacimiento de Dante Alighieri entre el 21 de mayo y el 21 de junio de 1265.
Pudo haber sido bautizado con el nombre de «Durante» en el Baptisterio de Florencia, y Dante podría ser la versión hipocorística de tal nombre. Su familia era una gran familia florentina cuyo verdadero nombre era Alaghieri, favorable al partido güelfo. Su padre, Alighiero de Bellincione, era un güelfo blanco, pero no sufrió la venganza de los gibelinos, después de su victoria en la batalla de Montaperti. Esta salvación le dio un cierto prestigio a la familia.

La madre de Dante era Bella degli Abat y falleció cuando Dante tenía sólo 5 ó 6 años. Poco después su padre Alighiero se volvió a casar con Lapa di Chiarissimo Cialuffise (existe controversia en cuanto a esa boda, proponiendo que los dos se hayan unido sin contraer matrimonio, debido a las dificultades levantadas, en la época, a la boda de viudos). El padre de Dante tuvo con ella dos hijos: Francesco y Tana (Gaetana).

Mientras estudiaba en su ciudad natal en 1278, fue discípulo de Brunetto Latini, quien hace aparición en Infierno (canto XV), y fue amigo del poeta Cavalcanti. Cuando Dante tuvo 12 años, se comprometió con Gemma, hija de Messer Manetto Donati, con la que se casó en 1291. Los matrimonios negociados a edades tan precoces eran entonces frecuentes y constituían una ceremonia importante, que exigía actos oficiales firmados delante de notario. Dante tuvo varios hijos con Gemma. Como es frecuente, algunas personas se hacen llamar hijos naturales de algún personaje célebre, lo mismo ocurrió con Dante, y es probable que Jacopo, Pietro o Antonia fueran sus hijos reales. Antonia se hizo monja con el nombre de Hermana Beatrice.

EDUCACIÓN Y POESÍA

Muy poco se sabe de la educación de Dante. Se presume que se educaba en casa y que estudió poesía toscana de Guittone de Arezzo y Bonagiunta Orbicciani. En ese momento, la Escuela Siciliana (Scuola poetica siciliana), un grupo cultural de Sicilia, cautivó a Dante. Sus centros de interés lo llevaron a conocer juglares de Provenza y la cultura latina. También se hacía evidente su admiración hacia Virgilio. Además estudió la lengua vernácula italiana, el latín (el idioma franco de esa época), el provenzal, y de hecho insertó algunos versos en este idioma en el Purgatorio.

Hay que señalar que en la Edad Media la caída del Imperio romano dejó una docena de pequeños Estados, de modo que Sicilia estaba alejada cultural y políticamente de la Toscana, como ésta lo estaba de Provenza: las regiones no compartían la misma lengua ni la misma cultura y los medios de comunicación eran difíciles.

Cuando tenía 9 años encontró a Beatriz Portinari, hija de Folco Portinari, de la cual se enamoró «a primera vista», y al parecer sin aún haberse hablado. Él la vio con frecuencia después de los 18 años, a menudo intercambiaban saludos en la calle, pero nunca llegó a conocerla bien, él mismo con eficacia propuso el ejemplo para el amor cortés.
Es difícil entender lo que este amor comprendía en realidad, pero algo sumamente importante para la cultura italiana . Era en nombre de este amor que Dante dio su impresión al Dolce stil nuovo que influenciaría a escritores y poetas a descubrir el tema del «Amor», que nunca antes había sido tan acentuado. El amor por Beatriz, al parecer, era la razón de su poesía y de su vida, junto con sus pasiones políticas.
Cuando Beatriz murió en 1290, Dante trató de encontrar un refugio en la literatura latina. Entonces se dedicó a estudios filosóficos en escuelas religiosas, como Santa Maria Novella.
Esta pasión «excesiva» por la filosofía sería criticada más tarde por el personaje de Beatriz en el Purgatorio, el segundo libro de la Divina comedia.

POLÍTICA

Dante, como muchos florentinos de aquellos días, estuvo involucrado en el conflicto de los güelfos y gibelinos. Luchó en la batalla de Campaldino (el 11 de junio de 1289), con los Caballeros Florentinos Güelfos contra los Gibelinos de Arezzo, luego en 1294 estuvo entre los caballeros que escoltaron a Carlos Martel de Anjou-Sicilia (el hijo de Carlos I de Sicilia) mientras él estaba en Florencia. En junio de 1290, se sitúa la fecha de la presunta muerte de Beatrice, a la edad de 24 años.

Más adelante en su carrera política, se hizo doctor y farmacéutico. Se propuso no ejercer estas profesiones, pero una ley emitida en 1295 «el efecto de las reglas de Giano del Bella» requirió que la nobleza que pretendía ocupar cargos públicos debían alistarse en uno de los gremios de Corporazioni di Arti e Mestieri, entonces Dante obtuvo una rápida admisión en el gremio de los boticarios. La profesión que escogió no era completamente inepta, vendía sus libros en las tiendas de los boticarios. Como político, logró un poco de importancia.

Después de derrotar a los Gibelinos, los Güelfos se dividieron en dos facciones: Güelfos Blancos (Guelfi Bianchi), el partido de Dante, liderados por Vieri dei Cerchi, y los Güelfos Negros (Guelfi Neri), conducidos por Corso Donati. Los «colores» fueron escogidos cuando Vieri dei Cerchi dio su protección a la familia Grandi en Pistoia, aquella zona fue llamada La parte bianca («La parte blanca»); Corso Donati por consiguiente había protegido al rival (Parte negra), y estos colores se hicieron los colores distintivos de los partidos en Florencia. Es miembro del Consejo Especial del Pueblo entre 1295 y 1296 y posteriormente formó parte del consejo que elegía los priores. De 1296 a 1297 fue miembro del Consejo de los Ciento. En el año 1300 fue designado como embajador en San Gimignano. En 1300 Dante es elegido como uno de los seis magistrados más altos en la ciudad de Florencia.

La situación política en Florencia no era fácil, porque el Papa Bonifacio VIII planificaba una ocupación militar de la ciudad, y esto dificultó su labor como funcionario político. En 1301, Carlos de Valois, hermano del rey Felipe IV de Francia, visitó Florencia porque el Papa lo había designado pacificador de Toscana. Pero el gobierno de la ciudad ya había reaccionado negativamente a la llegada de los embajadores del Papa algunas semanas antes, buscando así la independencia de las influencias papales.

Para resolver el problema, Dante fue designado como embajador y jefe de una delegación para proponer un tratado de paz, pero al llegar a Roma fue retenido por el Papa Bonifacio VIII que pretendía tomar Florencia, para que, de acuerdo con los güelfos negros, la ciudad se anexara a los Estados Pontificios. Corzo Donati, jefe de los güelfos negros desató una persecución en contra de los güelfos blancos, después de que el pontífice tomó la ciudad por la fuerza en 1301.

CONDENA, EXILIO Y MUERTE

Bonifacio VIII pidió a la delegación volver a Florencia y obligó a Dante a permanecer en la ciudad. Al mismo tiempo (el 1 de noviembre de 1301) Carlos de Valois entraba en Florencia con los Güelfos negros, y en los seis días posteriores destruyeron todo y mataron a la mayor parte de sus enemigos. Después del nombramiento de Cante dei Gabrielli da Gubbio como podestà (alcalde) de Florencia (9 de noviembre de 1301), Dante fue condenado por él a exilio durante dos años, y a pagar una gran suma de dinero (sentencia de 27 de enero de 1302). El poeta no podía pagar su multa y finalmente fue condenado a exilio perpetuo (10 de marzo de 1302) al igual que a otros 600 güelfos blancos, partidarios de la independencia y le fue negada toda participación política. El podestà declaró que si alguna vez Dante hubiese sido atrapado por soldados florentinos habría sido ejecutado (igne comburatur sic quod moriatur). Gemma, la esposa de Dante permaneció en Florencia con el fin de evitar la total confiscación de los bienes conyugales.

El poeta participó en varias tentativas de los güelfos blancos para recuperar el poder que habían perdido, pero fallaron entre otras cosas debido a traiciones. Dante, disgustado por el trato que recibió de las manos de sus enemigos, también se molestó por las luchas internas y la ineficacia de sus aliados, y de hecho votó a hacer un partido de uno. Llegado a este punto comenzó a bosquejar las ideas para la Divina Comedia.

Fue a Verona como invitado de Bartolomeo Della Scala, entonces se trasladó a Sarzana (Liguria), y es después de esto que, como se supone, vivió un tiempo en la ciudad de Lucca, en donde estuvo tranquilo con Madame Gentucca (más tarde y, como señal de gratitud, fue mencionada en el Purgatorio, XXIV, 37). Algunas fuentes especulativas dicen que Dante permaneció en París entre los años 1308 y 1310. Otras fuentes, de menor fiabilidad, lo sitúan en Oxford.

En 1310 Enrique VII de Luxemburgo, Rey de los Romanos, invadió Italia; Dante vio en él la ocasión de la venganza, así que le escribió varias cartas (y a otros príncipes italianos) en las que le incitaba a destruir violentamente a los güelfos negros. Mezclando la religión y preocupaciones privadas, invocó la peor cólera de Dios contra su ciudad, sugiriendo varios blancos particulares que coincidían con sus enemigos personales.

En Florencia, Baldo d'Aguglione perdonó a la mayor parte de güelfos blancos del exilio, y les permitió volver; sin embargo, Dante había ido al margen de la sociedad en sus violentas cartas a Enrique VII, y por ello no fue perdonado. En 1310, Enrique VII, emperador de Alemania, fue coronado en Milán, como rey de Italia. En 1312, Enrique VII asaltó Florencia y derrotó a los güelfos negros, pero no hay ninguna prueba de que Dante estuviese implicado. Unos dicen que rechazó participar en el asalto sobre su ciudad; los otros sugieren que su nombre se hubiera hecho desagradable para los güelfos blancos y también que cualquier rastro de su paso por la ciudad había sido quitado cuidadosamente. Dante buscó entrevistarse con Enrique VII y aunque no pretendía deber su regreso al ejército alemán, sí quería ver una Florencia libre de la codicia pontifical. Los deseos de Dante cambiaron a raíz de enterarse de que Enrique VII había fallecido envenenado; y con él cualquier esperanza para que Dante volviera a ver Florencia otra vez. Así que regresó a Verona, donde Cangrande della Scala le permitió vivir con cierta seguridad, por lo visto, en una cantidad justa de prosperidad. Cangrande fue admitido al Paraíso de Dante.

En 1315, Florencia fue forzada por Uguccione della Faggiuola (el oficial militar que controla la ciudad) a conceder una amnistía a los exiliados. Dante estaba en la lista de ciudadanos perdonados. Pero Florencia requirió que, aparte del pago de una suma del dinero, estos ciudadanos estuvieran de acuerdo con ser tratados como delincuentes en una ceremonia religiosa y someterse a un consejo público en el que se les reconocería como delincuentes públicos. Dante rechazó este vergonzoso requerimiento y prefirió permanecer en el exilio.

Cuando Uguccione finalmente derrotó a Florencia, la pena de muerte de Dante se convirtió en el confinamiento, con la condición única de que volviera a Florencia a jurar que nunca iba a entrar a la ciudad otra vez. Confirmaron su condena a muerte y la ampliaron a sus hijos. Mucho tiempo esperó Dante ser invitado a volver a Florencia en términos honorables. Para él, el exilio era casi una forma de muerte porque le despojaba de la mayor parte de su identidad. Desde luego, nunca regresó.

El príncipe Guido Novello da Polenta lo invitó a Rávena en 1318 y él aceptó. Terminó el Paraíso, y finalmente murió en 1321 (a la edad de 56 años) cuando regresaba a Rávena de una misión diplomática en Venecia, quizás por la malaria. Dante fue enterrado en la Iglesia de San Pier Maggiore (llamada más tarde San Francisco de Asís). Bernardo Bembo, pretor de Venecia, mostró preocupación en 1483 por sus restos y organizó su traslado a una tumba mejor.

Finalmente, Florencia lamentó el exilio de Dante. En 1829, se construyó una tumba para él en Florencia en la Basílica de Santa Cruz. Esa tumba ha estado siempre vacía y el cuerpo de Dante permanece en su tumba en Rávena. El frente de su tumba en Florencia se lee Onorate l'altissimo poeta («Honrad al más alto poeta»).

OBRAS

Vita nuova
La Vita nuova ('Vida nueva') es la primera obra conocida de Dante Alighieri; escrita entre 1292 y 1293, poco después de la muerte de su amada Beatriz. En la obra se alternan 31 poemas líricos y 42 capítulos en prosa. El sentido del título viene dado por la renovación vital que experimenta el poeta al enamorarse de su amada. La parte en prosa sirve como explicación de los sonetos, escritos según los cánones del dolce stil nuovo, y escogidos entre los que Dante había compuesto desde 1283, en honor de diversas mujeres y de la propia Beatriz. Destacan algunos, como Donne ch'avete intelletto d'amore (capítulo V), o Tanto gentile e tanto onesta pare (capítulo XXVI). Las explicaciones en prosa se escribieron después, con el objeto de dar un marco narrativo a los poemas. La Vita Nuova es la máxima expresión del sentido del Dolce Stil Novo.

El tema de la obra es el amor platónico de Dante por su amada Beatriz. Dante encuentra por primera vez a Beatriz a los nueve años y se enamora de ella en el acto. Vuelve a encontrarla nueve años después, a los dieciocho de edad, y compone un soneto en su honor. Desde ese momento, siente por Beatriz un amor platónico, y su mayor felicidad es ser saludado por ella. Sin embargo, oculta cuidadosamente el amor que tiene por Beatriz cortejando abiertamente a otra dama.
Llegado esto a oídos de Beatriz, ella le niega el saludo. Se le aparece el Amor, y en su discurso, que el poeta no comprende, profetiza la muerte de Beatriz Portinari. Dante toma como objetivo de su vida expresar a través de la poesía su amor por Beatriz. Muere el padre de Beatriz y, poco después, Dante cae gravemente enfermo. Durante su enfermedad tiene una pesadilla que es un presagio de la muerte de Beatriz, que se relaciona con el número 9.
Dante se cree enamorado de otra dama, pero vence esta falsa pasión, y una visión le muestra a Beatriz, vestida de rojo, en la gloria de los cielos, por lo cual el poeta decide no amar a otra mujer y consagrar su vida al recuerdo de su amada, aunque no escribirá sobre ella hasta que no sea capaz de encontrar la forma adecuada de hacerlo.

En el ámbito universal se conoce a Beatriz como una de las más grandes musas de la historia. Fue esta mujer quien inspiró a Dante para escribir una de las más grandes obras de la literatura mundial.

De vulgari eloquentia
De vulgari eloquentia (acerca del habla popular) es el título de un ensayo de Dante Alighieri, escrito en latín e inicialmente iba a consistir en cuatro libros, pero Dante desechó la idea después del segundo. Fue probablemente escrito en los años que precedieron el destierro de Dante de su natal Florencia, entre 1303 y 1305. Los ensayos latinos eran muy populares en la Edad Media, pero Dante hizo algunas innovaciones en su trabajo. Primero: el tema, la lengua vernácula, que era una opción rara en ese momento. Secundariamente, la manera en que Dante se acercó a este tema, dando a la lengua vernácula la misma dignidad que se le otorgaba al latín. Finalmente, Dante escribió este ensayo para analizar el origen y la filosofía de lengua vernácula, porque, en su opinión, este idioma no era algo estático, sino algo que evolucionaba y necesitaba una contextualización histórica.

Al principio, Dante enfrentó la evolución histórica del idioma que él pensaba que nació unitario y luego fue separado en modismos diferentes debido a la vanidad demostrada por la humanidad en la Torre de Babel. Compiló un mapa de la posición geográfica de los idiomas que él conocía, mientras dividió el territorio europeo en tres partes: uno al este, con los idiomas griegos, uno al norte, con los idiomas germánicos, y al sur los idiomas del Romance, separado en tres ramas, identificadas por el adverbio de afirmación, el idioma del oc, el idioma del oïl y el idioma del sì. Rebatió la idea de que la gramática es un idioma estático que consiste en reglas inmutables. Dante necesitó recuperar los idiomas naturales.
Entre los capítulos diez y quince del primer libro, Dante escribe sobre su investigación para una lengua vernácula ilustre, entre las catorce variedades encontradas en la región italiana. Directamente o indirectamente, Dante leyó los trabajos de San Agustín, los de Tomás de Aquino y algunos diccionarios enciclopédicos como el Etymologiae de Isidoro de Sevilla y Li livres dou trésor de Brunetto Latini. Él también se inspira en la filosofía Aristotélica, y en el trabajo de Dante se pueden identificar algunas referencias en los textos a representantes de lo que a veces se ha llamado Aristotelismo Radical.

Divina Comedia

La Divina comedia es una epopeya alegórica en tercetos encadenados escrita entre 1304 y su muerte, considerada como una de las obras maestras de la literatura italiana y mundial. Numerosos pintores de todos los tiempos crearon ilustraciones sobre ella, destacan Botticelli, Gustave Doré y Dalí. Dante la escribió en el dialecto toscano, matriz del italiano actual, que se utilizó entre los ss. XI y XII. La obra se divide en tres partes: Infierno, Purgatorio y Paraíso.
Cada una de sus partes está dividida en 33 cantos, a su vez compuestos de tercetos. La composición del poema se ordena según el simbolismo del número tres (número que simboliza la trinidad sagrada, Padre, Hijo y Espíritu Santo, así como también, el número tres simboliza el equilibrio y la estabilidad en algunas culturas, y que también tiene relación con el triángulo): tres personajes principales, Dante, que personifica al hombre, Beatriz, que personifica a la fe, y Virgilio, que personifica a la razón; la estrofa tiene tres versos y cada una de las tres partes cuenta con treinta y tres cantos. El poema puede leerse según los cuatro significados que se atribuyen a los textos sagrados: literal, moral, alegórico y anagógico. En este poema, Dante hace gala de un gran poder de síntesis que es característico de los grandes poetas.

Dante Alighieri llamó comedia a su libro pues, de acuerdo con el esquema clásico, no podía ser una tragedia, ya que su final era feliz. El libro suele presentarse actualmente con un gran cuerpo de notas que ayudan a entender quiénes eran los personajes mencionados. Estos comentarios incluyen interpretaciones de las alegorías o significados místicos que contendría el texto, que otros prefieren leer como un relato literal. Esta tendencia se acentuó en el siglo XX entre los exégetas y críticos de La divina comedia, muchos de los cuales sostienen que Dante narró una historia en el mundo material de ultratumba tal como se lo concebía en su tiempo. Miguel Asín Palacios, por otra parte, destacó la importancia de la escatología musulmana en la estructura del Infierno dantesco , y en particular de la obra Escala de Mahoma, en la que Mahoma, guiado por el arcángel Gabriel, recorre el Cielo y el Infierno, dividido este último en siete estancias.

DANTE EN LA CULTURA MODERNA

La vida y obra de Dante ha tenido una influencia decisiva en la construcción de la identidad italiana y en general en la cultura moderna. Muchos escritores e intelectuales han utilizado y lo siguen haciendo la Divina Comedia y otras obras de Dante como una fuente de inspiración temática, lingüística y expresiva.

LITERATURA

La Sociedad Dante Alighieri, que se dedica a difundir la lengua italiana, nació en Roma en 1889 mediante el Real Decreto Nº 347. Cartas a los años de nostalgia (1997), (Natsukashii e no tegami) es una novela del Premio Nobel de Literatura de 1994, Kenzaburo Oe, la cual relata la historia de los sucesos acaecidos desde antes de su entrada a la universidad hasta los ulteriores años como celebridad. Utiliza como plataforma de fondo a La Divina Comedia. El párrafo final de Deus caritas est primera encíclica escrita por el Papa Benedicto XVI, está inspirado en la Divina Comedia de Dante Alighieri (particularmente en el último canto de Paraíso, el cual finaliza en la Luz interminable que es Dios mismo, la Luz que es al mismo tiempo el Amor que mueve al Sol y a las otras estrellas), concluyendo al considerar el ejemplo de los santos y al elevar una oración a la Virgen María. En el álbum Nº 28 de Superlópez titulado El Infierno, Juan López nos muestra a su más famoso «hijo» atravesando el infierno de Dante en versión cómic. El poeta guatemalteco Luis Cardoza y Aragón utiliza a Dante como personaje en su largo poema en prosa Pequeña sinfonía del nuevo mundo; en esta obra el poeta vaga por Nueva York guiado por un niño. En la obra poética de Eugenio Montale es frecuente los términos y las fórmulas del Dante lírico y del Dante de la Comedia. El poeta Thomas Stearns Eliot se inspirá en Dante en el poema La tierra yerma donde traduce literalmente los versos 56-57 del tercer canto del Infierno. El poeta argentino Jorge Luis Borges, escribió Nueve ensayos dantescos y realizó numerosas conferencias en relación con el sagrado poema. Su trabajo refleja muy a menudo las claves de la Comedia que incluye en sus poemas como en Poema conjetural que incorpora el episodio en el Purgatorio. En la novela de Matilde Asensi, El Último Catón, aparece involucrado con la sociedad de los Staurofilakes, ya que el revela la ubicación de la Vera Cruz al mundo cuando redacta la ruta de iniciación de la sociedad en la estructura del Purgatorio en la Divina Comedia.

ARTES PLÁSTICAS

En Italia, el diseño de la cara nacional de la moneda de 2 euros muestra el retrato de Dante Alighieri realizado por Rafael Sanzio que se conserva en el ala del papa Julio II del Palacio del Vaticano. En el año 2007, científicos italianos de la Universidad de Bolonia recrearon la cara «real» de Dante. Se cree que es el más parecido a su verdadera apariencia. Un retrato pintado por Botticelli fue usado como base junto al cráneo. * Dante cuenta con numerosas representaciones gráficas ya desde tiempos contemporáneos al personaje, como la que realizó Giotto en la Capilla del Bargello. Célebre es el Dante y su Divina Comedia (1465), obra de Domenico di Michelino conservada en el Duomo de Florencia. o el retrato que incluyó Andrea del Castagno entre su colección de Florentinos ilustres (Uffizi, hacia 1450)

Numerosos artistas de todos los tiempos crearon ilustraciones sobre Dante y sus obras, destacan Botticelli, Gustave Doré, Salvador Dalí, Miguel Ángel, el inglés William Blake, el italiano Gioacchino Antonio Rossini y el alemán Robert Schumann, entre otros. La escultura conocida como El Pensador de Rodin fue bautizada originariamente por Rodin como Dante pensando en las puertas del infierno. Aunque se conoce popularmente como El Pensador. La iconografía de Las Puertas del Infierno obra de Auguste Rodin está basada en La Divina Comedia de Dante y en los poemas de Baudelaire de su obra Las flores del Mal, tratando de realizar una gran alegoría del amor y la condena. También Rodin nos presenta en su obra El beso (Le Baiser), en un principio llamada Francesca de Rimini. a uno de los personajes del Infierno de Dante que se enamoró del hermano de su marido, quién les descubrió y asesinó.[

Fuente | Autor : http://www.wikipedia.org
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Re: 2. Orden de los Frailes Menores o Franciscanos. 1 dic. 2

Notapor AMunozF » Mié Dic 03, 2014 1:08 pm

---------VIDA DE SAN FRANCISCO EN PINTURAS POR EL GIOTTO (1a. Parte)---------

ESTAS PINTURAS SE ENCUENTRAN EL TEMPLO SUPERIOR DE LA BASÍLICA PAPAL DE SAN FRANCISCO DE ASÍS EN ASÍS, ITALIA.
A CONTINUACIÓN LA PRIMER FOTOGRAFÍA ES EL INTERIOR DEL TEMPLO, SE VEN UN POCO CÓMO ESTÁN COLOCADAS LAS PINTURAS A AMBOS LADOS A LO LARGO DE LA NAVE.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Imagen

Imagen.....Imagen.....Imagen
FRANCISCO SUEÑA CON SER UN GRAN PRÍNCIPE
................................................REGALA SUS MEJORES ROPAS A UN CABALLERO POBRE
...............................................................................EL SEÑOR LE PROMETE RIQUEZAS Y UN GRAN EJÉRCITO


Imagen.....Imagen.....Imagen

EL SEÑOR LO INVITA A REPARAR SU IGLESIA
..............................................RENUNCIA A SU FAMILIA Y A TODOS SUS BIENES
................................................................................EL PAPA SUEÑA QUE FRANCISCO SOSTENDRÁ LA IGLESIA


Imagen.....Imagen..... Imagen
INOCENCIO III APRUEBA LA REGLA DE LOS HERMANOS MENORES
..............................................VISIÓN DE LOS PRIMEROS HERMANOS DE RIVOTORTO
....................................................................................VISIÓN DE FRAY MASSEO EN LA IGLESIA DE BOVARA


Imagen.....Imagen.....Imagen
FRAY SILVESTRE ARROJA LOS DEMONIOS DE AREZZO
................................................ANUNCIA A JESUCRISTO ANTE EL SULTÁN DE EGIPTO
.................................................................................................ÉXTASIS DE SAN FRANCISCO


Imagen......................................................Imagen
FRANCISCO REPRESENTA LA NAVIDAD EN GRECCIO
..................................................................SACIA LA SED DE UN CAMPESINO CAMINO DE LA VERNA


EXPLICACIÓN A LOS CUADROS SEGÚN LA LEYENDA MAYOR DE SAN BUENAVENTURA

1. Un hombre simple extiende su capa a los pies de Francisco (Leyenda Mayor, I,1)
2. Francisco regala su capa a un caballero pobre (Leyenda Mayor, I,2). El color blanco del caballo y de las columnas se ha convertido en negro por efecto de la oxidación del color debida a la humedad.
3. El sueño de las armas (Leyenda Mayor, I,3)
5. Francisco renuncia a la herencia paterna (Leyenda Mayor, II,1). Las personas están divididas en dos grupos bien definidos, representando el pasado y el futuro de Francisco. El joven está retratado con las manos alzadas hacia la mano de Dios, que aparece en lo alto.
6. El sueño del papa Inocencio III en Letrán (Leyenda Mayor, III,10). Durante un sueño, el Papa vio al humilde Francisco dirigiendo la Basílica de San Juan de Letrán.4. Francisco escucha al crucifijo de San Damián (Leyenda Mayor, II,1)
7. El Papa aprueba la Regla (Leyenda Mayor, III,10)
8. Francisco, como un nuevo Elías, aparece sobre un carro de fuego (Leyenda Mayor, IV,4)
9. Un ángel muestra a fray Pacífico el trono preparado para san Francisco (Leyenda Mayor, VI,6)
10. Expulsión de los demonios de Arezzo (Leyenda Mayor, VI,9)
11. Francisco ante el Sultán de Egipto (Leyenda Mayor, IX,8). Francisco se expone a la prueba de fuego; delante de él los preciosos regalos entregados por el sultán Melek el Kamel que, sin embargo, el fraile rechaza.
12. Éxtasis de Francisco (Leyenda Mayor, X,4)
13. La noche de Navidad en Greccio (Leyenda Mayor, X,7). Aunque las fuentes indican que el hecho sucedió en Greccio, la ambientación recuerda la basílica inferior de Asís.
14. El milagro de la fuente (Leyenda Mayor, VII,12)
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Re: 2. Orden de los Frailes Menores o Franciscanos. 1 dic. 2

Notapor AMunozF » Mié Dic 03, 2014 2:13 pm

-------------VIDA DE SAN FRANCISCO EN PINTURAS POR EL GIOTTO (2a. Parte)-------------

.................................................Imagen
.................................................BASÍLICA PAPAL DE SAN FRANCISCO DE ASÍS


Imagen............Imagen..........Imagen
PREDICA A LAS AVES ENTRE CANNARA Y BEVAGNA
...............................................PREDICE LA MUERTE REPENTINA DE UN CABALLERO EN CELANO
....................................................................MEMORABLE PREDICACIÓN ANTE HONORIO II Y LOS CARDENALES


Imagen........Imagen........Imagen
APARECE EN ARLÉS MIENTRAS PREDICA SAN ANTONIO
....................................................RECIBE LOS ESTIGMAS DE LA PASIÓN EN EL MONTE ALVERNA
......................................................................MUERTE DE FRANCISCO, LA NOCHE DEL 3 DE OCTUBRE DE 1226

Imagen..........Imagen..........Imagen
ANUNCIA SU MUERTE A FRAY AGUSTÍN Y AL OBISPO DE ASÍS
....................................................MESSER JERÓNIMO METE SUS DEDOS EN LA LLAGA DEL COSTADO
...............................................................................EL LLANTO DE CLARA Y SUS HERMANAS EN SAN DAMIÁN

Imagen.......Imagen.......Imagen
GREGORIO IX LO PROCLAMA SANTO EL 16 DE JULIO DE 1228
...................................................EN SUEÑOS, FRANCISCO MUESTRA SU COSTADO AL PAPA
......................................................................FRANCISCO CURA A UN SEÑOR DE LÉRIDA GRAVEMENTE HERIDO

Imagen.....................................................Imagen
DEVUELVE LA VIDA A UNA DIFUNTA PARA QUE SE CONFIESE
......................................................................LIBERA A UN PRESO DETENIDO INJUSTAMENTE POR UN OBISPO


EXPLICACIÓN A LOS CUADROS SEGÚN LA LEYENDA MAYOR DE SAN BUENAVENTURA

15. El sermón a las aves (Leyenda Mayor, XII,3)
16. Francisco predice la muerte del caballero de Celano (Leyenda Mayor, XI,4)
17. Francisco predica delante del papa Honorio III (Leyenda Mayor, XII,7)
18. Aparición de Francisco durante el Capítulo de Arlés (Leyenda Mayor, IV,10)
19. Francisco recibe los estigmas (Leyenda Mayor, XIII,3)
20. Muerte y funerales de Francisco (Leyenda Mayor, XIV,6)
21. Visión del hermano Agustín y del Obispo de Asís. (Leyenda Mayor, XIV,6)
22. El caballero Jerónimo verifica los estigmas (Leyenda Mayor, XV,4)
23. El dolor de Clara y de las hermanas de San Damián (Leyenda Mayor, XV,5)
24. La canonización de san Francisco (Leyenda Mayor, XV,7; julio de 1228, bula papal “Mira circa nos”)
25. Francisco se aparece al papa Gregorio IX (Leyenda Mayor, Mir. II,1)
26. Curación de un hombre llamado Juan (Leyenda Mayor, Mir. I,5)
27. La mujer que resucita para confesarse (Leyenda Mayor, Mir. II,1)
28. Pedro de Alife recobra la libertad (Leyenda Mayor, Mir. V,4)

Fuente | Autor : http://www.fratefrancesco.org/01.htm
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Re: 2. Orden de los Frailes Menores o Franciscanos. 1 dic. 2

Notapor AMunozF » Mié Dic 03, 2014 2:24 pm

--------------------------------------------------GIOTTO--------------------------------------------------


La obra de Giotto para la iglesia Franciscana de Asís y su participación en los frescos que representan episodios del Antiguo y Nuevo testamento ha involucrado a los estudiosos en un complejo y largo debate, el resultado del cual, para muchos de ellos, es que su participación en la obra marcó el comienzo de su carrera como artista.

Muchos eruditos están de acuerdo en reconocer en Giotto sus primeras intervenciones en el fresco del segundo tramo de la iglesia superior retratando los dos últimos relatos de Isaac.

La excelente calidad de estos dos frescos muestra que Giotto mismo pintó cada detalle, algo que es bastante obvio si uno considera que la contratación del pintor Florentino en lugar de los maestros que ya trabajaban en la Basílica dependía de los resultados de estas dos obras.

En este punto, dada la vastedad de la compleja decoración, es natural pensar que el pintor decidió obtener ayuda de aquellos que habían trabajado con él en la Basílica. Esta ayuda, sin duda de los artistas con mucha más experiencia que Giotto, es visible en todos los frescos en el primer lapso, la Bóveda de los Médicos y debajo del arco, las historias del Antiguo y Nuevo testamento. Esto es suficiente para explicar la caída de la calidad, no en un nivel inventivo, sino solamente en la pintura con respecto a las historias de Isaac y el ciclo de historias de San Francisco.

Para dar un orden cronológico a los frescos, el movimiento lógico del techo a menudo se ha seguido desde la cima hasta el fondo donde los primeros frescos de Giotto después de las historias de Isaac  pueden ser identificados en el primer lapso con las Bóvedas de los Médicos.

A favor de esta sucesión temporal es la colocación espacial de estos últimos frescos, no respetando las reglas de la perspectiva, sin embargo, siguen una ley de convergencia hacia el centro de la bóveda. Todo esto demuestra que detrás de las Bóvedas de los Médicos estaba una mente innovadora que experimentó y enfrentó nuevos problemas, obviamente tratando de resolverlos.

La única ayuda para dar un nombre al artista es la de Mimmo di Filippuccio de Siena, cuya mano ciertamente es reconocida como un participante consistente en la pintura de las Bóvedas de los Médicos en el relativo bajo-arco y en el Pentecostés.

Todo esto conduce de manera lógica al más grande trabajo de arte de Giotto dentro de la Basílica: las Historias de San Francisco, ilustrando la leyenda franciscana.

La atribución de las obras a Giotto, incluso en este caso, causó oposición por parte de los críticos que continúa hasta hoy.

Existen numerosas imitaciones del ciclo de Asís en la pintura de principios del s. XIII y esto hace más fácil atribuir este ciclo a él porque es difícil pensar que, en ese periodo de tiempo, existiera otro artista de su genio e innovación trabajando junto a él.

Por lo tanto, no parece existir una razón válida para rechazar la tradición, dictada por Vasari, donde las Historias de San Francisco fueron encargadas por Giovanni da Murro, el General de los monjes franciscanos de 1296 - 1305.

Un reciente descubrimiento ha establecido que se necesitaron 272 días para decorar las 272 piezas del fresco durante todo el ciclo de trabajo. También fue posible identificar el orden en que fueron pintados, confirmar la orden de la narración de la leyenda con la excepción de la primera que, según su estilo, probablemente fue la última en ser pintada.
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Re: 2. Orden de los Frailes Menores o Franciscanos. 1 dic. 2

Notapor ma_allegretti » Mié Dic 03, 2014 2:52 pm

LA PORCIUNCULA

INDULGENCIA DE LA PORCIUNCULA
Después del mediodía del 1° de agosto y hasta la medianoche del día 2 del mismo mes se puede ganar la indulgencia plenaria de la “Porciúncula”. Las condiciones prescriptas para ganar dicha indulgencia son:
1. Piadosa visita de una iglesia parroquial en la cual se rezaran la oración dominical (Padre Nuestro) y el símbolo de la fe (Credo)
2. Se debe agregar la confesión sacramental, la comunión eucarística y una oración según las intenciones del Papa.
3. Esta indulgencia se puede ganar una sola vez.

¿QUÉ ES UNA INDULGENCIA?
El Catecismo de la Iglesia Católica nos proporciona una definición precisa:
“La indulgencia es la remisión ante Dios de la pena temporal por los pecados, ya perdonados, en cuanto a la culpa, que un fiel dispuesto y cumpliendo determinadas condiciones consigue por mediación de la Iglesia, la cual, como administradora de la redención, distribuye y aplica con autoridad el tesoro de las satisfacciones de Cristo y de los santos”.
“La indulgencia es parcial o plenaria según libere de la pena temporal debida por los pecados en parte o totalmente”
“Todo fiel puede lucrar para sí mismo o aplicar por los difuntos, a manera de sufragio, las indulgencias tanto parciales como plenarias" (Catecismo, 1471)
A fin de facilitar la explicación, puede ser provechoso comenzar por esclarecer que NO es una indulgencia. No es un permiso para pecar, ni un perdón para pecados futuros: ninguna de estas dos cosas pueden ser concedidas por poder alguno. No es tampoco el perdón de la culpa del pecado, y supone que el pecado ha sido ya perdonado con anterioridad. No es una excepción que exima de alguna ley o precepto, ni mucho menos de una obligación contraída por algún pecado, como por ejemplo, la restitución de la cosa robada; al contrario, significa una satisfacción más completa de la deuda que el pecador tiene ante Dios. No confiere ninguna inmunidad con respecto a posibles tentaciones ni elimina la posibilidad de subsecuentes caídas en el pecado. Y de ninguna manera la indulgencia puede entenderse como la compra del perdón de los pecados que aseguraría la salvación al comprador.
Una indulgencia es una remisión extra-sacramental de la pena temporal debida -según la justicia de Dios- por el pecado que ha sido ya perdonado, remisión que es otorgada por la Iglesia, mediante la aplicación de los méritos sobreabundantes de Cristo y de los santos.
Cuando uno peca gravemente de manera libre y consciente, se separa de Dios y le quedan cerradas las puertas del cielo. Según la doctrina de la Iglesia el pecado entraña una doble consecuencia: lleva consigo una “pena eterna” y una “pena temporal”.
Con el Sacramento de la Confesión, uno recibe el perdón de Dios y recupera la unión con El. Este perdón Dios nos lo da gratis y supone que tendremos un cambio real en nuestra vida. Pero aunque el perdón del pecado por el Sacramento de la Penitencia entraña la remisión de la “pena eterna”, subsiste aún la llamada “pena temporal”. La “pena temporal” es el sufrimiento que comporta la purificación del desorden introducido en el hombre por el pecado, aquello que ha descompuesto con su pecado. El pecado aunque ya esté perdonado en la confesión, nos deja como una mancha. Esta “pena temporal” ha de purgarse en esta vida o en la otra (en el purgatorio), para que quedemos libres de los rastros que el pecado ha dejado en nuestras vidas.
La indulgencia ofrece al pecador arrepentido la posibilidad de saldar o aligerar esta deuda durante su vida en la tierra.
La indulgencia, presuponiendo el Sacramento de la Penitencia, hace que el penitente, después de recibir el perdón sacramental de la culpa de su pecado, se libera también, por la indulgencia, del castigo temporal
Para entender esto mejor, podemos usar un ejemplo muy sencillo: el pecado es como un clavo que penetra en la madera. La confesión saca el clavo, pero deja un agujerito en la madera. La indulgencia es como el resanador que tapa el agujero y deja la madera como nueva.
Podemos también imaginar una intervención quirúrgica: un trasplante de corazón, por ejemplo. El nuevo corazón salva la vida del paciente. Se ve así liberado el enfermo de una muerte segura. Pero, cuando ya la operación ha concluido exitosamente, e incluso cuando está ya fuera de peligro, subsiste la necesidad de una total recuperación. Es preciso sanar las heridas que el mal funcionamiento del corazón anterior y la misma intervención han causado en el organismo. Pues de igual modo, el pecador que ha sido perdonado de sus culpas, aunque está salvado; es decir, liberado de la “pena eterna” merecida por sus pecados, tiene aún que reestablecerse por completo, sanando las consecuencias del pecado; es decir, purificando la “pena temporal” merecida por él. La indulgencia es como un indulto, un perdón gratuito, de esta pena temporal. Es como si, tras la intervención quirúrgica y el trasplante del nuevo corazón, se cerrasen de pronto todas las heridas y el paciente se recuperase de una manera rápida y sencilla.

ORIGEN E HISTORIA DE LA INDULGENCIA DE LA PORCIUNCULA
El nombre “porciúncula” significa “pequeña porción de tierra” y es el nombre de una pequeña capilla o iglesia incluida hoy dentro de la Basílica de Santa María de los Ángeles, ubicada en Italia en el municipio de Asís, a 4 km. de la Capital Municipal, y es el lugar donde comenzó el movimiento franciscano.
Según la tradición, esta capilla había sido construida por cuatro ermitaños que venían de Tierra Santa trayendo una reliquia del sepulcro de la Santísima Virgen que les había regalado San Cirilo. Sea de esto lo que fuere, el nombre de la capilla, Santa María de los Ángeles, antiquísimo también, venía de un cuadro que había en el altar y que representaba la Asunción de María en medio de multitud innumerable de ángeles. Por lo que respecta al nombre de Porciúncula, «pequeña porción» o «porcioncilla», lo emplearon primero los benedictinos del monte Subasio, a quienes perteneció la capilla a contar del año 576, y en la que habían residido provisoriamente cuando para el buen cumplimiento de sus obligaciones monásticas se les asignara esa “pequeña porción de tierra”. El edificio vino arruinándose con los años, hasta que, en el de 1075, los monjes que la habitaban se vieron forzados a abandonarla y se refugiaron en su abadía de la cima de la montaña.
A principios del siglo XIII San Francisco de Asís, que había entrado en un proceso de conversión, asume, luego del llamado que le hiciera el Señor a reparar la capilla de San Damián, una vida eremítica, abandonando la condición de hijo de un próspero mercader, ruptura a la que en su testamento se referirá diciendo: “Y salí del mundo”. Mendigando su alimento, alternando con leprosos y mendigos una vez terminada la restauración de San Damián, hallándose en las proximidades de la ciudad de Asís, puso mano a la reedificación de otra ermita muy deteriorada y semiderruida, la de San Pedro. De allí pasó a otro lugar en la zona del monte Subasio, donde encuentra una capillita totalmente abandonada, casi devorada por las plantas trepadoras, propiedad de los monjes Benedictinos que tenían su monasterio en lo alto de dicho monte, justamente la ya mencionada capilla de Santa María de los Ángeles, a la que decide reparar con sus propias manos. Durante el tiempo que le lleva el trabajo pernocta en la ermita y entra en un íntimo y profundo contacto con la naturaleza en los bosques aledaños, todo ello sin abandonar sus encuentros con sus predilectos, los mendigos y leprosos del lugar.
Cuando acabó de repararla, Francisco -que se encontraba ya en el tercer año de su conversión-, les informa a los Benedictinos de la finalización de su trabajo y de la conveniencia de una celebración eucarística para instaurar de nuevo el culto. Esta celebración tiene lugar al día siguiente, el 24 de febrero de l208. Durante la misma se leyó el Evangelio que narra cómo el Señor había enviado a sus discípulos a predicar. Francisco necesito que le clarificaran las palabras evangélicas por lo que, terminada la misa, le pidió humildemente al sacerdote que le explicase el Evangelio. Como el sacerdote le fue explicando todo ordenadamente, al oír que los discípulos de Cristo no debían poseer ni oro, ni plata, ni dinero; ni llevar para el camino alforja, ni bolsa, ni pan, ni bastón; ni tener calzado, ni dos túnicas, sino predicar el reino de Dios y la penitencia, al instante quedo iluminado por esas palabras del capítulo décimo del evangelio según san Mateo. Le parecía que durante tres años llevaba ante sus ojos una cortina oscura y de repente el Evangelio descorrió la cortina y apareció ante sus ojos un horizonte interminable, lleno de claridad. Era como si el sacerdote Benedictino se hubiera esfumado y fuera Jesús mismo el que pronunciaba las palabras. Allí mismo decidió abandonar su precedente experiencia eremita, se despojó de su ropa y de su calzado, tomó un rudo saco, lo cortó y lo confeccionó en forma de cruz con capuchón, a semejanza del vestido de los pastores del Subasio, se ciñó una vulgar cuerda y descalzo, santiguándose, salió al mundo para dedicarse a la predicación en medio de la gente, «con palabra sencilla y corazón generoso», como testimonia su primer biógrafo, Tomás de Celano (1 Cel 23). Así inicia su singular ministerio, y al decir de su Santidad Juan Pablo II “El hombre nuevo Francisco, en ese edificio sagrado restaurado con sus manos, escuchó la invitación de Jesús a modelar su vida «según la forma del santo Evangelio», y a recorrer los caminos de los hombres, anunciando el reino de Dios y la conversión, con pobreza y alegría. De este modo, ese lugar santo se había convertido para san Francisco en «tienda del encuentro» con Cristo mismo, Palabra viva de salvación”
Trataremos de abreviar este relato ya que no se trata de revivir la hermosa historia del Hermano de Asís, sino de ir puntualmente al origen de la indulgencia que nos ocupa. Por tanto, obviando tramos de aquella, diremos que Francisco y los hermanos que se le habían ido uniendo, consiguieron del abad del monasterio de San Benito del monte Subasio la pequeña iglesia de Santa María de la Porciúncula. Los monjes quisieron cederla en propiedad con tal que hicieran de ella la iglesia madre de esta nueva familia religiosa, pero Francisco no quiso recibirla en propiedad ya que buscaba que su comunidad viviera recordando que eran extranjeros en este mundo y ciudadanos de otra patria y para que lo tuvieran siempre presente prescribió que todos los años se llevara a los Benedictinos como pago del alquiler, una canasta de peces, pescados en el río.
Con la iglesia recibieron también el terreno circundante y allí, junto a ella, construyeron una cabaña con ramas de árboles que cubrieron de hojas y revocaron con barro, la misma donde morirá el Santo el 4 de octubre de 1226, transformada luego en Capilla del Tránsito. Por camas tenían sacos de paja tendidos en el suelo, y la desnuda tierra les servía también de mesa y de silla. Un simple seto era toda la muralla del convento. Tal fue el primer lugar franciscano, el que, según voluntad expresa de Francisco, debía servir de modelo para todas las demás moradas de la naciente comunidad.
El Santo amó este lugar sobre todos los demás, y mandó que los hermanos tuviesen veneración especial por él, y quiso que se conservase siempre como espejo de la Religión en humildad y pobreza altísima. Por eso, decía muchas veces a los hermanos: “Mirad, hijos, no abandonéis nunca este lugar; si os echan por una parte, entrad por otra, pues este lugar es, en verdad, santo y morada de Cristo y de la Virgen, su Madre. Cuando éramos pocos, fue aquí donde el Altísimo nos hizo crecer en número; aquí, con la luz de su sabiduría, iluminó las almas de sus pobres; aquí encendió nuestros corazones en el fuego de su amor. Aquí, todo el que orare con devoto corazón, alcanzará lo que pide, y quien pecare contra este lugar, será más gravemente castigado...”
Tanto la humilde iglesita benedictina, la Porciúncula, como la cabaña del Tránsito, están hoy conservadas como capillas dentro de la Basílica de Nuestra Señora de los Ángeles; la primera ubicada en el centro del templo y la segunda detrás, a su derecha.
En julio de 1216, mientras Francisco se hallaba en oración en la pequeña iglesia de la Porciúncula, tiene una visión en la que se le aparece Jesús en su gloria, con la Virgen María a su derecha y muchos ángeles a su alrededor y le dice que expresara un deseo, y Francisco imploró un "perdón amplio y generoso" para todos aquellos que "arrepentidos y confesados" visitaran aquella iglesia, a lo que el Señor accedió. Es luego de este suceso que se traslada a Perusa a pedirle al Papa Honorio III que todo el que, contrito y confesado, entrara en la iglesita de la Porciúncula, ganara gratuitamente una indulgencia plenaria, como la ganaban quienes se enrolaban en las Cruzadas, y otros que sostenían con sus ofrendas las iniciativas de la Iglesia. De ahí el nombre de Indulgencia de la Porciúncula o Perdón de Asís.
Antes de la institución de la Indulgencia de la Porciúncula, no se reconocía en la Iglesia otra indulgencia plenaria que la otorgada a los que tomaban la cruz e iban a combatir por la Tierra Santa. Todo cruzado, con sólo confesarse, obtenía remisión completa, no sólo de todas las penas eclesiásticas, sino también de todas las del purgatorio, de modo que su alma podía pasar inmediatamente de su envoltura corporal a la gloria del paraíso. Esta indulgencia de la cruzada, que se llamaba indulgencia de Tierra Santa, fue después extendida a los que, impedidos por alguna causa grave, no podían ir a la guerra santa, pero contribuían a ella con dinero o con tropas armadas.
En vano el Papa le hizo presente que la Curia romana no tenía costumbre de conceder tan amplia indulgencia a ninguna iglesia; en vano se esforzó por persuadir a Francisco de que debía contentarse con una de las indulgencias ordinarias. Francisco se mantuvo inflexible y declaró al Papa que era Dios quien le había enviado allí a pedir esta indulgencia. Entonces Honorio cedió de repente, como alumbrado por divina inspiración; pero a continuación tomaron la palabra los Cardenales para hacer presente a Honorio el gran perjuicio que semejante excesivo favor acarrearía a la indulgencia de Tierra Santa, con lo que lograron restringir la nueva indulgencia de manera que no fuese permanente, sino que se pudiese ganar un solo día al año, desde el mediodía del 1° de agosto hasta la medianoche del día siguiente, es decir, treinta y seis horas. Francisco entonces se retiró todo satisfecho. Preguntado luego por el Papa si no deseaba alguna confirmación por escrito, respondió que tal documento era superfluo, porque «Dios mismo se encargaría de propagar y recomendar su propia obra».
La concesión, por voluntad de Francisco, nunca estuvo avalada por ninguna bula, de ahí que, años más tarde, algunos dudaran de la misma, y fue por ese motivo por el que frailes y asisienses se vieron obligados a recoger testimonios jurados de los pocos testigos directos e indirectos que aún vivían. Sin embargo, ningún Papa se manifestó nunca contrario, más bien la confirmaron y, poco a poco, la fueron haciendo extensiva a otras muchas iglesias, teniendo hoy la vigencia y extensión referida al comienzo de este escrito.
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Re: 2. Orden de los Frailes Menores o Franciscanos. 1 dic. 2

Notapor AMunozF » Mié Dic 03, 2014 3:00 pm

-----------------SAN BUENAVENTURA: LEYENDA MAYOR DE SAN FRANCISCO----------------

.................................................................Introducción
.......................................................por Lázaro Iriarte, o.f.m.cap.

Buenaventura de Bagnoregio nació hacia el 1217. A la edad de once o doce años fue curado milagrosamente por intercesión de San Francisco, recién canonizado. Educado por los hermanos menores como puer oblatus, debió de iniciar el noviciado a la edad de veintiún años. En 1242 fue enviado al estudio general de París; en el ambiente de aquel centro del saber fue formándose intelectual y espiritualmente hasta obtener el grado de maestro. El capítulo general de 1257 le eligió ministro general. Gobernó la Orden por espacio de diecisiete años, hasta su elevación al cardenalato. Murió durante el segundo concilio de Lyón, el 15 de julio de 1274.

Por su formación y por su talla intelectual, Buenaventura se sitúa en la línea de los que, admirando y venerando a San Francisco y amantes de su ideal evangélico, no recelan de una aceptación serena de la evolución de la Orden. Siendo general, se hizo respetar y amar de todos, aun de los celantes, por sus dotes humanas y por su profunda espiritualidad, no menos que por el prestigio que daba a la Orden.

La «Leyenda mayor» (1262)

Entre los puntos que formaban el programa de gobierno del nuevo general, expuestos por él en la circular de 23 de abril de 1257, uno era el de establecer una observancia común de la Regla. Para ello no bastaban las declaraciones de autoridad obtenidas de la Sede Apostólica. San Francisco continuaba siendo la Regla viva, forma minorum, pero cada cual trataba de tener al Fundador por su parte. La Vida segunda de Celano había servido en realidad para avivar el interés por las «intenciones» del Santo, pero no para aproximar los espíritus. Era preciso dar a la Orden una interpretación oficial y única de la vida y del pensamiento de Francisco.

A esto se debió el encargo dado a San Buenaventura por el capítulo general de 1260 de reducir a una sola biografía definitiva cuanto se había escrito hasta entonces o se había transmitido por tradición oral sobre el Fundador. En 1263 pudo presentar al capítulo el fruto de su trabajo: la Leyenda mayor. El capítulo de 1266 le dio carácter oficial e impuso por obediencia a todos los religiosos la destrucción de todas las biografías anteriores.

En el prólogo afirma Buenaventura que se pone a escribir el libro movido del afecto a los hermanos y de las instancias del capítulo general, pero también, y aun principalmente, por la especial devoción que personalmente profesa al Santo desde que, siendo niño, fue librado de la muerte por su intercesión (Pról. 3). Y por lo que hace a las fuentes de información, añade: «Con el fin de adquirir un conocimiento más completo y seguro, fui a los lugares donde el Santo nació, vivió y murió, y me informé detenidamente hablando con los compañeros suyos todavía en vida, en especial con los que tuvieron una experiencia mayor de su santidad y mejor le han imitado» (Pról. 4)

La verdad es que, desde el punto de vista informativo, la Leyenda apenas añade nada nuevo; sigue la trilogía de Celano. Quizá la única novedad son los numerosos milagros -unos quince- que sólo conocemos por Buenaventura. De ciertos episodios, como la visita de Francisco al sultán de Egipto, recoge pormenores que no se hallan en las fuentes anteriores (LM 9,7)

Pero ha sabido ofrecer una elaboración totalmente nueva. Lo que principalmente se propone es trazar en toda su grandeza la personalidad de Francisco como santo predestinado, el «ángel del sexto sello». Pone de relieve su trayectoria espiritual, su vida de oración, sus ascensiones místicas, y no tanto sus ideales como fundador. En esa dimensión ascensional hay un núcleo particularmente caro a Buenaventura: la configuración con Cristo crucificado. No pierde ocasión de introducir este elemento místico como componente de la vocación personal del Santo y de su misión en la Iglesia. Con ello, el sabio general no sólo entona con su propia manera de ver la vida interior, sino que responde a otra finalidad perseguida con fina destreza: la de sustraer la persona del Fundador a la polémica de los partidos internos de la Orden, eliminando en el relato cuanto pudiera alentar a los celantes en su desacuerdo con la evolución. Más tarde, Ubertino de Casale le acusará de haber omitido calculadamente muchas cosas y de haber orillado muchas opiniones del Fundador que contenían las antiguas biografías.

Y no le faltaba razón al corifeo de los «espirituales». En la Leyenda mayor no aparece nada, por ejemplo, de la prevención de Francisco contra los estudios, de sus preferencias por la vida sencilla e itinerante, de sus reacciones ante una posible desviación del espíritu de la Regla. Buenaventura selecciona hechos y expresiones de Francisco, pero no falsea la historia. En lo que refiere es leal.

La biografía de Buenaventura se impuso no sólo por la fuerza del decreto capitular, sino aun por su perfección de estilo y de contenido. Se revela, sí, el hombre de escuela, con sus conceptos teológicos a veces estereotipados, pero se manifiesta más el predicador acostumbrado a redondear el período. Y no falta el efectismo retórico en los juegos de conceptos y de vocablos, muy del gusto de los latinistas del tiempo. Ello hace que la traducción, si quiere ser fiel al original, ofrezca a nuestros oídos la impresión de algo afectado y convencional. Hay que saber ir más allá de la envoltura retórica.

La Leyenda mayor sirvió de texto a Giotto para la galería de frescos de la basílica superior de Asís, que relatan la vida de San Francisco. Durante siglos fue la vida del Santo más divulgada, si bien las comunidades franciscanas preferían los relatos más fantaseados de las crónicas barrocas. Hoy, muy pocos de los estudiosos de San Francisco la citan como fuente de información; prefieren alegar las fuentes anteriores de las que depende. Pero queda siempre la caracterización que nos ha dejado del Santo, al que amaba sinceramente y con cuyos ideales fundamentales, como el de la pobreza interior, estaba totalmente identificado; y queda su visión teológica de la historia, aspecto al que han dado gran importancia estudios recientes.

El libro está estructurado en quince capítulos, cuatro de los cuales narran la conversión de Francisco y los orígenes de la Orden; los ocho siguientes le presentan como modelo en varias virtudes evangélicas, en la experiencia de oración, en el anhelo del martirio, en la penetración del sentido de la Escritura, don de profecía y milagros; los tres últimos describen la estigmatización, la muerte y la canonización. El libro se cierra con un apéndice de milagros.

La «Leyenda menor» (1263)

Poco después de la composición de la obra principal, la Leyenda mayor, redactó San Buenaventura la llamada Leyenda menor, un resumen destinado a uso coral, que debía sustituir al que había compuesto, con la misma finalidad, Tomás de Celano a raíz de la canonización. Se leía en el oficio nocturno de maitines durante la octava de la fiesta de San Francisco; por esto consta de siete capítulos, simétricamente distribuidos en nueve párrafos. Es obra maestra de concisión y de densidad histórica y teológica, y aun de belleza de dicción.


--------------------------------------------------------LA LEYENDA MAYOR---------------------------------------------------

Estructura del Libro :

. . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . Capítulo 1. Vida de Francisco en el siglo.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Capítulo 2. Perfecta conversión a Dios y restauración de tres iglesias.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Capítulo 3. Fundación de la Religión y aprobación de la Regla.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Capítulo 4. Progreso de la Orden durante el gobierno del Santo y confirmación de la
-----------------------------------------------------Regla ya aprobada.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Capítulo 5. Austeridad de vida y consuelo que le daban las criaturas.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Capítulo 6. Humildad y obediencia del Santo y condescendencia divina a sus deseos.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Capítulo 7. Amor a la pobreza y admirable solución en casos de penuria.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Capítulo 8. Sentimiento de piedad del Santo y afición que sentían hacia él los seres
-----------------------------------------------------irracionales.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Capítulo 9. Fervor de su caridad y ansias de martirio.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Capítulo 10. Vida de oración y poder de sus plegarias.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Capítulo 11. Inteligencia de las Escrituras y espíritu de profecía.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Capítulo 12. Eficacia de su predicación y don de curaciones.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Capítulo 13. Las sagradas llagas.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Capítulo 14. Paciencia del Santo y su muerte.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Capítulo 15. Canonización. Traslado de su cuerpo.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Apéndice. Milagros.


Fuente :
San Buenaventura:
LEYENDA MAYOR DE SAN FRANCISCO
Introducción: Lázaro Iriarte, o.f.m.cap.
Traducción: Jesús Larrínaga, o.f.m.
Texto tomado de:
San Francisco de Asís.
Escritos. Biografías. Documentos de la época.
Edición preparada por José Antonio Guerra, o.f.m.
Biblioteca de Autores Cristianos (BAC 399)
Madrid, 1998, 7ª edición (reimpresión), págs. 377-500.
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Re: 2. Orden de los Frailes Menores o Franciscanos. 1 dic. 2

Notapor Adriana Espinoza » Mié Dic 03, 2014 3:01 pm

Buenas tardes,
Quería compartirles un ensayo sobre la relación entre la obra La Divina Comedia y el Catolicismo, es una crítica literaria del sacerdote: John McCloskey.

Dante Alighieri: Divina Comedia Y Espiritualidad Divina


Poco antes de comenzar un partido de "Squash" hace poco en el siglo pasado, mi contrincante, que también es autor y crítico, mencionó una encuesta realizada por el prestigioso Suplemento Literario del Times en la cual, se les preguntó a los críticos literarios prominentes que citaran las más grandes obras de literatura del milenio recién pasado. "Adivina quien ganó", me dijo mi amigo. Yo le contesté sin la menor vacilación "La Divina Comedia del Dante". Tenía razón. Si tan sólo los juegos de "Squash" me hubieran salido tan bien.

Si dicha encuesta hubiera sido sobre libros espirituales, La Divina Comedia hubiera salido igualmente bien. Esa es la opinión que sostiene Robert Royal, ex vicepresidente del Centro de Políticas Públicas y Etica y actualmente presidente del recién fundado Instituto de Fé y Razón, en su libro "Dante Alighieri, Divina Comedia y Espiritualidad Divina" (Crossroad, New York, 1999). Este libro que es el más importante que ha escrito su autor, refleja claramente la labor de años de lectura del Dante, y también de su dedicación a la vida interior. Es parte de la excelente serie de Crossroad, Legado Espiritual, editada por John Farina. El Dante calza perfectamente bien con otros autores que se estudian en la serie, tales como Benito, Agustín, Francisco de Asís, C.S. Lewis y Tomás de Aquino.

Como guía propia nuestra, a la guía espiritual de la Divina Comedia, Royal comienza con un resumen: "La Comedia relata cómo, en medio de su vida, el poeta se encuentra perdido en una selva oscura de error y pecado. En su desesperación, busca el regreso a la senda correcta y a la vida verdadera en Dios. Su búsqueda lo lleva a cruzar los reinos del Infierno, Purgatorio y Paraíso hasta llegar a la Visión Beatífica. Por el camino, el Dante va encontrando pecadores, penitentes, almas que se han salvado -algunos grandes y reconocidos personajes de la historia o de su propia época, otros espíritus humildes, desconocidos más allá de sus pequeños círculos de amistades y conocidos".

Luego Royal traza el itinerario espiritual del Dante a través de los Novísimos del Purgatorio y del Infierno hasta alcanzar la cumbre de la Visión Beatífica en el cielo, explicando las circunstancias históricas, teológicas, filosóficas y personales tanto del autor como de su era. Sin embargo, siempre el énfasis principal está en la "espiritualidad divina" que satura a este gran poema y lo hace "Divino", un título escogido por poetas posteriores impresionados de su logro. Utiliza una técnica que normalmente se aplica a la Sagrada Escritura, para explicar los diversos "sentidos" del texto: literal, alegórico, moral y anagógico.

Los cristianos serios deben vivir en este mundo de forma tal que estén preparados para el próximo. El Dante nos permite echarle un vistazo. Al leer el libo, llegué a pensar que Royal cree que el itinerario espiritual del poema puede no haber sido imaginario sino real. Dice Royal: "El significado literal de este poema puede muy bien ser el de un viaje que realizó el Dante más allá de nuestro mundo ordinario". De ser así, entonces el Dante es un verdadero místico, que podría incluirse entre los más grandes autores y sintetizadores espirituales de la Alta Edad Media, tales como Santo Tomás y San Buenaventura.

El quid de la cosa está en saber si uno vive para esta vida o para la próxima. Si uno cree y vive para la vida venidera con sus premios prometidos por Dios, entonces uno se vuelve inconquistable en esta vida. Se da cuenta que es pasajera y que al final, después del Juicio Final, sólo quedarán Dios, cielo e infierno: "Vivir es Cristo; y morir es ganancia". En parte, esta es la razón por qué La Divina Comedia y la interpretación que le da Royal son tan importantes. Si toda nuestra vida no es más que una preparación para la próxima, que es eterna, necesitamos desesperadamente guías que nos ayuden a alcanzar nuestra meta. Como el propio Dante lo afirma en lo que probablemente es el inicio más famoso de una obra literaria cristiana "En medio del camino de la vida, perdido me encontré en selva oscura". (Traducción al Inglés de Longfellow). Como guías encuentra primero a Virgilio y luego a Beatriz. Nosotros contamos con muchas guías, siendo la principal, por supuesto, la Iglesia de Cristo.

En este nuevo siglo plagado de promesas, pero cada vez más manipulado por las élites, y después de haber sobrevivido varios sustos del milenio, a los ciudadanos del mundo se les presenta una serie de alternativas binarias: Pro Dios, contra Dios; la vida como don de sí misma o la vida como egocentrismo; creencia en la verdad objetiva a la cual se somete el hombre o el juicio privado para crear nuestra propia "verdad"; a favor de Cristo y su Iglesia o en contra. Y así sucesivamente. Sabemos que el Papa prevé "una nueva evangelización" y "una civilización del amor y la verdad". Por otra pare, después de un siglo de matanzas y genocidio, los distribuidores del mal que quisieran ser dioses han dado el paso final de la rebelión. Quieren interferir con la propia creación de Dios por medio de la manipulación genética para revertir los efectos del pecado original, principalmente la muerte, al margen de la ayuda de Dios.

La ciencia teológica de la escatología, el estudio de las Ultimas Cosas, no ha recibido mucho énfasis en los últimos cuarenta años. En los documentos del Concilio Vaticano II se hace muy escasa mención a la muerte, juicio, infierno, gloria y purgatorio, aunque sí se les da más espacio en el Catecismo de la Iglesia Católica. Recientemente sin embargo, Juan Pablo II examinó estos temas en una serie de catequesis de los miércoles, causando no poca controversia por la mala interpretación que se hizo de sus palabras de que "el infierno es más que simplemente un lugar".

En última instancia, lo que es importante acerca de este poema y de este excelente libro, es el énfasis que se da al libre albedrío y lo importantes que son nuestras decisiones morales. Con la gracia de Dios, somos nosotros los que determinamos nuestro propio destino. La directriz espiritual esencial que imparte La Divina Comedia, a juicio de Royal es el significado que el Dante sacó para aplicar a su vida normal después de su viaje sobrenatural: "el amor que llena el universo y cómo nosotros, o encontramos armonía en ese amor o nos oponemos al amor de Dios dañando la creación, a nosotros mismos y a los que nos rodean".

Al comienzo de una nueva era cristiana y de lo que esperamos será "la nueva primavera de la Iglesia", el Dante y Royal nos recuerdan una vez más, la hermosura de las verdades cristianas y su aplicación a nuestras vidas, tanto la temporal como la eterna. Sólo mediante de una vida llena de oración, basada en los Sacramentos, podemos alcanzar un día esa visión cara a cara del "amor que mueve el sol y las estrellas".

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Re: 2. Orden de los Frailes Menores o Franciscanos. 1 dic. 2

Notapor mariagselva » Mié Dic 03, 2014 5:30 pm

Hola! aqui les dejo algo sobre La Porciúncula

La Porciúncula (en latín, Portiuncula; en italiano, Porziuncola), es una pequeña iglesia incluida dentro de la Basílica de Santa María de los Ángeles, en la frazione de Santa Maria degli Angeli (municipio de Asís), ubicada aproximadamente a 4 km de la capital municipal, en Umbría (Italia). Es el lugar donde comenzó el movimiento franciscano.

El nombre Porciúncula significa «pequeña porción de tierra» y fue mencionado por vez primera en un documento que data de 1045, actualmente en los archivos de la Catedral de San Rufino, en Asís.

Con este nombre también se denomina a la indulgencia plenaria que pueden ganar los fieles católicos el 2 de agosto (u otro día que designe el ordinario local para aprovechamiento de los fieles).


Historia

Según una leyenda, cuya existencia se puede seguir con certeza sólo hasta 1645, la pequeña capilla de la Porciúncula fue erigida con el papa Liberio (352-66) por los eremitas del valle de Josafat, quienes habrían llevado al lugar reliquias de la tumba de la Virgen. La misma leyenda relata que la capilla pasó a poder de san Benito en 516. Se conoció como Nuestra Señora del Valle de Josefat o de los Ángeles, refiriéndose esta segunda advocación, según algunos, a la Asunción de la Virgen a los cielos acompañada por ángeles; según otra opinión, se atribuye el nombre al canto de los ángeles que allí se escuchó con frecuencia.

Esta pequeña iglesia fue entregada, alrededor del año 1208 a san Francisco por el abad de san Benito de monte Subasio, con la condición de hacer de ella la iglesia madre de su familia religiosa. Estaba en malas condiciones, abandonada en un bosque de robles. La restauró con sus propias manos. En esta iglesia, el 24 de febrero de 1208, san Francisco oyó la llamada de Jesús para que eligiera una vida de absoluta pobreza según el discurso misionero del evangelio de san Mateo, 10, 5.15.

Esta pequeña iglesia se convirtió en el hogar de san Francisco y pronto de sus primeros discípulos. En esta iglesia san Francisco fundó la orden de hermanos menores y desde ese momento nunca la han abandonado los frailes. El domingo de ramos de 1211 san Francisco recibió en esta iglesia a Clara de Asís y la dedicó al Señor. Los capítulos generales, las reuniones anuales de los frailes, se celebraban en esta iglesia normalmente en Pentecostés, que cae en mayo o junio.

Sintiendo que se acercaba su final, san Francisco regresó a la Porciúncula en septiembre de 1226. En su lecho de muerte, san Francisco recomendó la capilla a la leal protección y cuidado de sus hermanos. Murió en el ocaso del sábado, 3 de octubre de 1226. Después de la muerte de san Francisco, el valor espiritual y carisma de la Porciúncula se hizo aun mayor. El propio san Francisco había indicado que la Porciúncula fue la fuente original de inspiración y el modelo para todos sus seguidores.
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Re: 2. Orden de los Frailes Menores o Franciscanos. 1 dic. 2

Notapor sorines » Mié Dic 03, 2014 8:19 pm

hini escribió:Queridos Peregrinos: Seguimos adelante con el curso con la guía de las catequesis del Papa Benedicto XVI en 2010.

Antes del entrar en el tema, aprovecho para hacer algunos avisos. Ya sé que me van a regañar por ir atrasada en los temas, pero ya saben, en este curso parece que vamos cuesta arriba desde el inicio. Por algo será que Dios permite estos obstáculos para que hagamos las cosas mejor.

- En primer lugar quiero compartirles el enlace para solicitar los diplomas de Rutas monásticas: https://es.catholic.net/tenecesitamos/cursorutas.php

- En segundo lugar, ya sirven las listas de correos (por lo menos de momento). Espero poder enviar puntualmente cada tema!

- Hoy fue la apertura del Año de la Vida Consagrada en la Basílica de San Pedro en el Vaticano. Les cuento un poco como fue: La noche del sábado hubo una vigilia de oración en Santa María la Mayor y hoy la Santa Misa presidida por el cardenal brasileño João Braz de Aviz , Prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, ya que Papa Francisco se encontraba en su viaje apostólico a Turquía y envió una carta: http://es.catholic.net/op/laiglesiahoy/ ... -papa.html

¡Despierten al mundo! Dice el Papa, y me sorprende una coincidencia que les voy a contar: La semana pasada "tuve un sueño". Soñé que todos estos atrasos eran providenciales, ya que nos habían llevado a enlazar con el siguiente curso, haciendo coincidir nuestra peregrinación por conventos y monasterios, con el Año de la Vida Consagrada. Y mi sueño me decía, ¡hay que aprovechar esta circunstancia! ¡hay que llenar los conventos de nuevas vocaciones! y hoy, me encuentro con que el Papa alienta mis sueños, que quisiera hacerlos los sueños de todos vosotros durante este curso:
¡Despierten al mundo!

Tan ilusionada estoy que quiero hacer varias propuestas:

1. Seguir enlazando los cursos, con sus debidas vacaciones, durante todo el año de la Vida Consagrada

2. Como no quisiera que por falta de tiempo, nadie se baje de este barco uno de los moderadores, amuñoz, me propuso hacer un tema cada dos semanas. Así tendremos mas tiempo para comentar el tema y compartirlo

3. Cambiar el nombre del curso por ¡Despierten al mundo!

4. Abrir redes sociales, Facebook y twitter, de ¡Despierten al mundo!, para compartir los distintos carismas y cosas interesantes relacionadas con el curso y de esta manera apoyar los objetivos del año y tratar de llenar los conventos con nuevas vocaciones.

5. Hemos abierto un tema para ayudar a subir fotos y abriremos otro de cómo unirse y utilizar redes sociales, para los que necesiten asesoría (no se asusten, todo se puede si se quiere!)

¿Qué les parece? Espero sus comentarios y gracias por su cariño y paciencia.


Ahora sí, entramos en el tema:


Queridos hermanos y hermanas:

En una catequesis reciente ilustré ya el papel providencial que tuvieron la Orden de los Frailes Menores y la Orden de los Frailes Predicadores, fundadas respectivamente por san Francisco de Asís y por santo Domingo de Guzmán, en la renovación de la Iglesia de su tiempo. Hoy quiero presentaros la figura de san Francisco, un auténtico "gigante" de la santidad, que sigue fascinando a numerosísimas personas de todas las edades y religiones.

"Naciole un sol al mundo". Con estas palabras, el sumo poeta italiano Dante Alighieri alude en la Divina Comedia (Paraíso, Canto XI) al nacimiento de Francisco, que tuvo lugar a finales de 1181 o a principios de 1182, en Asís. Francisco pertenecía a una familia rica —su padre era comerciante de telas— y vivió una adolescencia y una juventud despreocupadas, cultivando los ideales caballerescos de su tiempo. A los veinte años tomó parte en una campaña militar y lo hicieron prisionero. Enfermó y fue liberado. A su regreso a Asís, comenzó en él un lento proceso de conversión espiritual que lo llevó a abandonar gradualmente el estilo de vida mundano que había practicado hasta entonces. Se remontan a este período los célebres episodios del encuentro con el leproso, al cual Francisco, bajando de su caballo, dio el beso de la paz, y del mensaje del Crucifijo en la iglesita de San Damián. Cristo en la cruz tomó vida en tres ocasiones y le dijo: "Ve, Francisco, y repara mi Iglesia en ruinas". Este simple acontecimiento de escuchar la Palabra del Señor en la iglesia de san Damián esconde un simbolismo profundo. En su sentido inmediato san Francisco es llamado a reparar esta iglesita, pero el estado ruinoso de este edificio es símbolo de la situación dramática e inquietante de la Iglesia en aquel tiempo, con una fe superficial que no conforma y no transforma la vida, con un clero poco celoso, con el enfriamiento del amor; una destrucción interior de la Iglesia que conlleva también una descomposición de la unidad, con el nacimiento de movimientos heréticos. Sin embargo, en el centro de esta Iglesia en ruinas está el Crucifijo y habla: llama a la renovación, llama a Francisco a un trabajo manual para reparar concretamente la iglesita de san Damián, símbolo de la llamada más profunda a renovar la Iglesia de Cristo, con su radicalidad de fe y con su entusiasmo de amor a Cristo. Este acontecimiento, que probablemente tuvo lugar en 1205, recuerda otro acontecimiento parecido que sucedió en 1207: el sueño del Papa Inocencio III, quien en sueños ve que la basílica de San Juan de Letrán, la iglesia madre de todas las iglesias, se está derrumbando y un religioso pequeño e insignificante sostiene con sus hombros la iglesia para que no se derrumbe. Es interesante observar, por una parte, que no es el Papa quien ayuda para que la iglesia no se derrumbe, sino un pequeño e insignificante religioso, que el Papa reconoce en Francisco cuando este lo visita. Inocencio III era un Papa poderoso, de gran cultura teológica y gran poder político; sin embargo, no es él quien renueva la Iglesia, sino el pequeño e insignificante religioso: es san Francisco, llamado por Dios. Pero, por otra parte, es importante observar que san Francisco no renueva la Iglesia sin el Papa o en contra de él, sino sólo en comunión con él. Las dos realidades van juntas: el Sucesor de Pedro, los obispos, la Iglesia fundada en la sucesión de los Apóstoles y el carisma nuevo que el Espíritu Santo crea en ese momento para renovar la Iglesia. En la unidad crece la verdadera renovación.

Volvamos a la vida de san Francisco. Puesto que su padre Bernardone le reprochaba su excesiva generosidad con los pobres, Francisco, ante el obispo de Asís, con un gesto simbólico se despojó de sus vestidos, indicando así que renunciaba a la herencia paterna: como en el momento de la creación, Francisco no tiene nada más que la vida que Dios le ha dado, a cuyas manos se entrega. Desde entonces vivió como un eremita, hasta que, en 1208, tuvo lugar otro acontecimiento fundamental en el itinerario de su conversión. Escuchando un pasaje del Evangelio de san Mateo —el discurso de Jesús a los Apóstoles enviados a la misión—, Francisco se sintió llamado a vivir en la pobreza y a dedicarse a la predicación. Otros compañeros se asociaron a él y en 1209 fue a Roma, para someter al Papa Inocencio III el proyecto de una nueva forma de vida cristiana. Recibió una acogida paterna de aquel gran Pontífice, que, iluminado por el Señor, intuyó el origen divino del movimiento suscitado por Francisco. El "Poverello" de Asís había comprendido que todo carisma que da el Espíritu Santo hay que ponerlo al servicio del Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia; por lo tanto, actuó siempre en plena comunión con la autoridad eclesiástica. En la vida de los santos no existe contraste entre carisma profético y carisma de gobierno y, si se crea alguna tensión, saben esperar con paciencia los tiempos del Espíritu Santo.

En realidad, en el siglo XIX y también en el siglo pasado algunos historiadores intentaron crear detrás del Francisco de la tradición, lo que llamaban un Francisco histórico, de la misma manera que detrás del Jesús de los Evangelios se intenta crear lo que llaman el Jesús histórico. Ese Francisco histórico no habría sido un hombre de Iglesia, sino un hombre unido inmediatamente sólo a Cristo, un hombre que quería crear una renovación del pueblo de Dios, sin formas canónicas y sin jerarquía. La verdad es que san Francisco tuvo realmente una relación muy inmediata con Jesús y con la Palabra de Dios, que quería seguir sine glossa, tal como es, en toda su radicalidad y verdad. También es verdad que inicialmente no tenía la intención de crear una Orden con las formas canónicas necesarias, sino que, simplemente, con la Palabra de Dios y la presencia del Señor, quería renovar el pueblo de Dios, convocarlo de nuevo a escuchar la Palabra y a obedecer a Cristo. Además, sabía que Cristo nunca es "mío", sino que siempre es "nuestro"; que a Cristo no puedo tenerlo "yo" y reconstruir "yo" contra la Iglesia, su voluntad y sus enseñanzas; sino que sólo en la comunión de la Iglesia construida sobre la sucesión de los Apóstoles se renueva también la obediencia a la Palabra de Dios.

También es verdad que no tenía intención de crear una nueva Orden, sino solamente renovar el pueblo de Dios para el Señor que viene. Pero entendió con sufrimiento y con dolor que todo debe tener su orden, que también el derecho de la Iglesia es necesario para dar forma a la renovación y así en realidad se insertó totalmente, con el corazón, en la comunión de la Iglesia, con el Papa y con los obispos. Sabía asimismo que el centro de la Iglesia es la Eucaristía, donde el Cuerpo de Cristo y su Sangre se hacen presentes. A través del Sacerdocio, la Eucaristía es la Iglesia. Donde sacerdocio y Cristo y comunión de la Iglesia van juntos, sólo aquí habita también la Palabra de Dios. El verdadero Francisco histórico es el Francisco de la Iglesia y precisamente de este modo habla también a los no creyentes, a los creyentes de otras confesiones y religiones.

Francisco y sus frailes, cada vez más numerosos, se establecieron en "la Porziuncola", o iglesia de Santa María de los Ángeles, lugar sagrado por excelencia de la espiritualidad franciscana. También Clara, una joven de Asís, de familia noble, se unió a la escuela de Francisco. Así nació la Segunda Orden franciscana, la de las clarisas, otra experiencia destinada a dar insignes frutos de santidad en la Iglesia.

También el sucesor de Inocencio III, el Papa Honorio III, con su bula Cum dilecti de 1218 sostuvo el desarrollo singular de los primeros Frailes Menores, que iban abriendo sus misiones en distintos países de Europa, incluso en Marruecos. En 1219 Francisco obtuvo permiso para ir a Egipto a hablar con el sultán musulmán Melek-el-Kâmel, para predicar también allí el Evangelio de Jesús. Deseo subrayar este episodio de la vida de san Francisco, que tiene una gran actualidad. En una época en la cual existía un enfrentamiento entre el cristianismo y el islam, Francisco, armado voluntariamente sólo de su fe y de su mansedumbre personal, recorrió con eficacia el camino del diálogo. Las crónicas nos narran que el sultán musulmán le brindó una acogida benévola y un recibimiento cordial. Es un modelo en el que también hoy deberían inspirarse las relaciones entre cristianos y musulmanes: promover un diálogo en la verdad, en el respeto recíproco y en la comprensión mutua (cf. Nostra aetate, 3). Parece ser que después, en 1220, Francisco visitó la Tierra Santa, plantando así una semilla que daría mucho fruto: en efecto, sus hijos espirituales hicieron de los Lugares donde vivió Jesús un ámbito privilegiado de su misión. Hoy pienso con gratitud en los grandes méritos de la Custodia franciscana de Tierra Santa.

A su regreso a Italia, Francisco encomendó el gobierno de la Orden a su vicario, fray Pietro Cattani, mientras que el Papa encomendó la Orden, que recogía cada vez más adhesiones, a la protección del cardenal Ugolino, el futuro Sumo Pontífice Gregorio IX. Por su parte, el Fundador, completamente dedicado a la predicación, que llevaba a cabo con gran éxito, redactó una Regla, que fue aprobada más tarde por el Papa.

En 1224, en el eremitorio de la Verna, Francisco ve el Crucifijo en la forma de un serafín y en el encuentro con el serafín crucificado recibe los estigmas; así llega a ser uno con Cristo crucificado: un don, por lo tanto, que expresa su íntima identificación con el Señor.

La muerte de Francisco —su transitus— aconteció la tarde del 3 de octubre de 1226, en "la Porziuncola". Después de bendecir a sus hijos espirituales, murió, recostado sobre la tierra desnuda. Dos años más tarde el Papa Gregorio IX lo inscribió en el catálogo de los santos. Poco tiempo después, en Asís se construyó una gran basílica en su honor, que todavía hoy es meta de numerosísimos peregrinos, que pueden venerar la tumba del santo y gozar de la visión de los frescos de Giotto, el pintor que ilustró de modo magnífico la vida de Francisco.

Se ha dicho que Francisco representa un alter Christus, era verdaderamente un icono vivo de Cristo. También fue denominado "el hermano de Jesús". De hecho, este era su ideal: ser como Jesús; contemplar el Cristo del Evangelio, amarlo intensamente, imitar sus virtudes. En particular, quiso dar un valor fundamental a la pobreza interior y exterior, enseñándola también a sus hijos espirituales. La primera Bienaventuranza en el Sermón de la montaña —Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos (Mt 5, 3)— encontró una luminosa realización en la vida y en las palabras de san Francisco. Queridos amigos, los santos son realmente los mejores intérpretes de la Biblia; encarnando en su vida la Palabra de Dios, la hacen más atractiva que nunca, de manera que verdaderamente habla con nosotros. El testimonio de Francisco, que amó la pobreza para seguir a Cristo con entrega y libertad totales, sigue siendo también para nosotros una invitación a cultivar la pobreza interior para crecer en la confianza en Dios, uniendo asimismo un estilo de vida sobrio y un desprendimiento de los bienes materiales.

En Francisco el amor a Cristo se expresó de modo especial en la adoración del Santísimo Sacramento de la Eucaristía. En las Fuentes franciscanas se leen expresiones conmovedoras, como esta: "¡Tiemble el hombre todo entero, estremézcase el mundo todo y exulte el cielo cuando Cristo, el Hijo de Dios vivo, se encuentra sobre el altar en manos del sacerdote! ¡Oh celsitud admirable y condescendencia asombrosa! ¡Oh sublime humildad, oh humilde sublimidad: que el Señor del mundo universo, Dios e Hijo de Dios, se humilla hasta el punto de esconderse, para nuestra salvación, bajo una pequeña forma de pan!" (Francisco de Asís, Escritos, Editrici Francescane, Padua 2002, p. 401).

En este Año sacerdotal me complace recordar también una recomendación que Francisco dirigió a los sacerdotes: "Siempre que quieran celebrar la misa ofrezcan purificados, con pureza y reverencia, el verdadero sacrificio del santísimo Cuerpo y Sangre de nuestro Señor Jesucristo" (ib., 399). Francisco siempre mostraba una gran deferencia hacia los sacerdotes, y recomendaba que se les respetara siempre, incluso en el caso de que personalmente fueran poco dignos. Como motivación de este profundo respeto señalaba el hecho de que han recibido el don de consagrar la Eucaristía. Queridos hermanos en el sacerdocio, no olvidemos nunca esta enseñanza: la santidad de la Eucaristía nos pide ser puros, vivir de modo coherente con el Misterio que celebramos.

Del amor a Cristo nace el amor hacia las personas y también hacia todas las criaturas de Dios. Este es otro rasgo característico de la espiritualidad de Francisco: el sentido de la fraternidad universal y el amor a la creación, que le inspiró el célebre Cántico de las criaturas. Es un mensaje muy actual. Como recordé en mi reciente encíclica Caritas in veritate, sólo es sostenible un desarrollo que respete la creación y que no perjudique el medio ambiente (cf. nn. 48-52), y en el Mensaje para la Jornada mundial de la paz de este año subrayé que también la construcción de una paz sólida está vinculada al respeto de la creación. Francisco nos recuerda que en la creación se despliega la sabiduría y la benevolencia del Creador. Él entiende la naturaleza como un lenguaje en el que Dios habla con nosotros, en el que la realidad se vuelve transparente y podemos hablar de Dios y con Dios.

Querido amigos, Francisco fue un gran santo y un hombre alegre. Su sencillez, su humildad, su fe, su amor a Cristo, su bondad con todo hombre y toda mujer lo hicieron alegre en cualquier situación. En efecto, entre la santidad y la alegría existe una relación íntima e indisoluble. Un escritor francés dijo que en el mundo sólo existe una tristeza: la de no ser santos, es decir, no estar cerca de Dios. Mirando el testimonio de san Francisco, comprendemos que el secreto de la verdadera felicidad es precisamente: llegar a ser santos, cercanos a Dios.

Que la Virgen, a la que Francisco amó tiernamente, nos obtenga este don. Nos encomendamos a ella con las mismas palabras del "Poverello" de Asís: "Santa Virgen María, no ha nacido en el mundo entre las mujeres ninguna semejante a ti, hija y esclava del altísimo Rey sumo y Padre celestial, Madre de nuestro santísimo Señor Jesucristo, esposa del Espíritu Santo: ruega por nosotros... ante tu santísimo Hijo amado, Señor y maestro" (Francisco de Asís, Escritos, 163).


1. ¿Quién es el cardenal João Braz de Aviz?
2. La Divina Comedia
3. Los frescos de San Francisco en la Basílica Papal de San Francisco en Asís
4. San Buenaventura: Leyenda mayor de San Francisco
5. Las tres órdenes franciscanas
6. El carisma franciscano
7. Comunidades de franciscanos y franciscanas en el mundo
8. La Porciúncula (Porzioncola en italiano)
9. La indulgencia
10. Recomendación de libros y películas

¡Buen Camino!



SALUDOS HINI, ME PARECE MUY BIEN LO QUE DICES. SERA UN TIEMPO HERMOSO. GRACIAS POR TANTAS COSAS HERMOSAS Y BUENAS.
NADA TE TURBE, NADA TE ESPANTE. SOLO DIOS BASTA. QUIEN A DIOS TIENE NADA LE FALTA.
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Re: 2. Orden de los Frailes Menores o Franciscanos. 1 dic. 2

Notapor PEPITA GARCIA 2 » Mié Dic 03, 2014 8:49 pm

Los frescos de San Francisco en la Basílica Papal de San Francisco en Asís

La Basílica Papal de San Francisco en Asís, se encuentra en la región italiana de Umbría, es Patrimonio de la Humanidad, desde el año 2000. Es un lugar de la glorificación de San Francisco de Asís, y se distinguen en ella dos partes interpretadas de manera simbólica: la Basílica inferior, baja y oscura, que representaría la vida de penitencia, y la Basílica superior, espaciosa y luminosa que simbolizaría la gloria.

*********Imagen**********

La Basílica Papal de San Francisco forma parte de un complejo monumental Franciscano. Enfrente del atrio que precede el ingreso de la Basílica Inferior se encuentra el ex Oratorio de San Bernardino, construido para la Tercera Orden de San Francisco. Tras el portal, se entra en el Sacro Convento que, además de la comunidad de Frailes Menores Conventuales, encargados de la custodia de la Basílica, aloja actualmente el Instituto Teológico de Asís (ITA), el Instituto de Ciencias Religiosas (ISSRA), un Centro de documentación y un importante fondo de documentos y libros especializados en temas Franciscanos.

Basílica de San Francisco nave central.- Imagen

La Basílica tiene gran importancia, tanto religiosa como artística, por ser sede de la Orden Franciscana, es visitada por muchos peregrinos y por contar con obras pictóricas de La vida de San Francisco relazados en frescos de Giotto di Bondone, un notable pintor, escultor y arquitecto italiano del Trecento.

Giotto di Bondone.-
Imagen

Basílica Inferior

Portada de entrada a la Basílica Inferior.-
Imagen

Rosetón de la entrada de la Basílica Inferior.- Imagen

El interior de la Basílica Inferior tiene planta con forma de Tau, símbolo Franciscano, en la bóveda del presbiterio está destinada al culto Eucarístico y a las celebraciones de la Santa Misa. En el presbiterio esta el solemne Altar Papal de estilo gótico, situado en donde está la tumba de San Francisco.

Altar mayor de la basílica inferior.- Imagen

La decoración fue encomendada a grandes pintores italianos: Cimabue, Giotto y su taller, Simone Martini y el senés Pietro Lorenzetti.

Virgen en majestad con Niño, cuatro ángeles y San Francisco.- Imagen -.Fresco del pintor Cimabue

Se encuentran 9 capillas con frescos de los pintores italianos y una cripta en donde se custodia el cuerpo de San Francisco, es el lugar, más pobre en cuanto a obras de arte; así como la Capilla de las reliquias, el Claustro del Papa Sixto IV y el Museo en la que se encuentra una colección de pinturas y reliquias conocido como Tesoro de la Basílica de San Francisco.

Tumba de San Francisco.- Imagen

Bendición a Fray León, una de las reliquias de San Francisco que se conservan.-
Imagen

La Basílica superior de una fachada simple “de cabaña”. La parte alta está decorada con un grandioso rosetón central, que a los lados tiene los símbolos de los 4 Evangelistas en relieve.

Fachada.- Imagen

El interior de estilo gótico, en el centro del ábside el marmóreo altar mayor del Siglo XIII, restaurado en 1942, el coro, compuesto por 102 sillas; conserva una de las colecciones de vidrieras medievales más completas de Italia que representan nueve escenas con analogías entre la vida de Jesús y acontecimientos del Antiguo Testamento; escenas de la vida de San Francisco, San Antonio de Padua, la Virgen y otros santos.

Frescos
Terminada la construcción de la iglesia superior se iniciaron las decoraciones al fresco, que tenía la finalidad de exaltar la figura de San Francisco. Los frescos parten desde el presbiterio en el cual se representan Historias de María al centro e Historias del Apocalipsis y de los Apóstoles en los brazos. Las figuras por las cuales San Francisco sentía máxima veneración están ampliamente representadas: el Cristo crucificado, la Virgen María, los Apóstoles, San Pedro y San Pablo, los Ángeles, el Arcángel Miguel. Las Historias del Antiguo y del Nuevo Testamento, y las Historias de la vida de San Francisco con 28 escenas de su vida.

Muerte y funerales de Francisco.- Imagen

El Papa aprueba la regla.- Imagen

Expulsión de los demonios de Arezzo.- Imagen

El dolor de Santa Clara y de las hermanas de San Damián.-
Imagen

Representación de San Francisco de Asís.- Imagen -.en un fresco de Cimabue en la Basílica de Asís, se cree que es la imagen más fiel del santo.

Altar mayor de la Basílica inferior.-
Imagen

Virgen en majestad con Niño, cuatro ángeles y San Francisco.-
Imagen -.El fresco de Cimabue

San Martín deja la vida militar y renuncia al ejército.- Imagen -.Simone Martini


Madonna dei Tramonti.- Imagen -.Pietro Lorenzetti

Estigmatización de San Francisco.- Imagen

Estigmatización de San Francisco, por Giotto.- Imagen

"Natividad", en crucero norte.-
Imagen -.Giotto Di Bondone - frescos – 1311

Fuentes: Wikipedia. Wikimedia. Google
"No anteponer nada al amor de Dios"

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Re: 2. Orden de los Frailes Menores o Franciscanos. 1 dic. 2

Notapor Al+100cia » Jue Dic 04, 2014 12:14 am

JMJ

¡Feliz Adviento! mis buenos amigos, compañeros de camino, en este peregrinar, guiados por la "Estrella de la Esperanza", me reencuentro con ustedes nuevamente.

Apoyo estusiasmada las propuestas de Hini y los moderadores de este "viaje"...

Así, que por razones de mi tarea docente -que está en su punto culminante en esta época- luego haré mis aportes sobre el tema específico; mas deseo de corazón, compartir este momento en oración gozosa, ahí van enlaces que ¡me están despertando!

PRIMERA VELA DE ADVIENTO "LLAMADA A LA VIGILANCIA"

"Encendemos, Señor, esta luz, como aquel que enciende su lámpara para salir, en la noche, al encuentro del amigo que ya viene. En esta primer semana de Adviento queremos levantarnos para esperarte preparados, para recibirte con alegría. Muchas sombras nos envuelven. Muchos halagos nos adormecen. Queremos estar despiertos y vigilantes, porque tú traes la luz más clara, la paz más profunda y la alegría más verdadera. ¡Ven, Señor Jesús!. ¡Ven, Señor Jesús!"

PREPARA EL CORAZÓN...

fuente:http://vocacionesfranciscanasmisioneras.blogspot.com.ar/

Logo "Año dedicado a la Vida Consagrada"
https://www.youtube.com/watch?v=B-uD2NR7EnE

Oh mi Dios y mi todo!!!
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Re: 2. Orden de los Frailes Menores o Franciscanos. 1 dic. 2

Notapor juaman2003 » Jue Dic 04, 2014 10:13 am

Investigando el tema encontré una relacion de milagros de san francisco por ser demaciada la informacion seleccione algunos casos espero les interese.
Relación de algunos milagros de San Francisco
después de su muerte
1. Milagros de las sagradas llagas
1. Al disponerme a narrar, para honor de Dios omnipotente y gloria del bienaventurado padre Francisco después de su glorificación en los cielos, algunos de los milagros aprobados (1), he pensado que es obligado dar comienzo por aquel en que de modo particular se pone de relieve el poder de la cruz de Jesús y se renueva su gloria.
Porque este hombre nuevo Francisco resplandeció con un nuevo y estupendo milagro, apareció distinguido con un privilegio singular no concedido en tiempos pasados, es decir, fue condecorado con las sagradas llagas y su cuerpo -cuerpo de muerte- fue configurado al cuerpo del Crucificado (Flp 3,10.21). Todo lo que sobre esto se diga quedará siempre por bajo de la alabanza que se merece.
Ciertamente, todo el interés del varón de Dios, lo mismo pública que privadamente, se centró en la cruz del Señor. Y para que el cuerpo quedara marcado exteriormente con el signo de la cruz, impreso ya en su corazón desde el principio de su conversión, envolviéndose en la misma cruz, adoptó un hábito de penitencia con forma de cruz, y así quiso que, como su alma se había revestido interiormente de Cristo crucificado, su Señor, del mismo modo su cuerpo quedara revestido de la armadura de la cruz, y que al igual que Dios había abatido a los poderes infernales con este signo, con él militara su ejército para el Señor.
Desde los primeros tiempos en que comenzó a militar en servicio del Crucificado resplandecieron en torno a su persona diversos misterios de la cruz, como más claramente se pone de manifiesto al que considera el desarrollo de su vida: cómo, en efecto, a través de siete manifestaciones de la cruz del Señor, fue totalmente transformado, mediante la virtud de su amor extático, tanto en sus pensamientos como en sus afectos y acciones, en la efigie del Crucificado.
Justamente, pues, la clemencia del sumo Rey, condescendiendo generosamente en favor de sus amantes en medida que supera todo lo que el hombre puede pensar, imprimiéndola en su cuerpo, lo hizo portador de la insignia de la cruz, para que aquel que había sido previamente distinguido con un prodigioso amor a la cruz, fuera también glorificado con el prodigioso honor de la misma (2).
2. A corroborar la firmeza indestructible de este estupendo milagro de las llagas y a alejar de la mente toda sombra de duda, no sólo contribuyen los testimonios, dignos de toda fe, de aquellos que las vieron y palparon, sino también las maravillosas apariciones y milagros que resplandecieron después de su muerte.
El señor papa Gregorio IX, de feliz memoria, a quien el varón santo había anunciado proféticamente que sería sublimado a la dignidad apostólica, antes de inscribir al portaestandarte de la cruz en el catálogo de los santos, llevaba en su corazón alguna duda respecto de la llaga del costado.
Pero una noche, según lo refería con lágrimas en los ojos el mismo feliz pontífice, se le apareció en sueños el bienaventurado Francisco con una cierta severidad en el rostro, y, reprendiéndole por las perplejidades de su corazón, levantó el brazo derecho, le descubrió la llaga del costado y le pidió una copa para recoger en ella la sangre que abundante manaba de su costado. Ofreció le el sumo pontífice en sueños la copa que le pedía, y parecía llenarse hasta el borde de la sangre que brotaba del costado.
Desde entonces sintiese atraído por este sagrado milagro con tanta devoción y con un celo tan ardiente, que no podía tolerar que nadie con altiva presunción tratase de impugnar y oscurecer la espléndida verdad de aquellas señales sin que fuese objeto de su severa corrección (3).
3. Había un hermano, menor por su orden, predicador de oficio, distinguido por su virtud y fama, firmemente persuadido de las llagas del Santo. Como quisiera penetrar humanamente las razones de este milagro, comenzó a ser agitado por las molestias de una cierta duda. Durante largos días sufrió él la lucha interior, a la par que la curiosidad natural iba tomando cuerpo; cierta noche, mientras dormía, se le apareció Francisco con los pies enlodados; presentaba un rostro humildemente severo y pacientemente airado; y le dijo: « ¿Qué clase de dudas y conflictos y qué sucias perplejidades traes dentro de ti? Mira mis manos y mis pies». Observa el hermano las manos traspasadas, pero no ve las llagas en los pies enlodados. «Aparta -le dijo el Santo- el lodo de mis pies y reconoce el lugar de los clavos».
Habiendo tomado devotamente los pies entre sus manos, le parecía que limpiaba el lodo en que estaban envueltos y que con sus manos tocaba el lugar de los clavos. Al despertar se deshace en lágrimas, y con un copioso llanto y una confesión pública limpia aquellos sentimientos anteriores, en cierto modo manchados con el lodo de las dudas.
2. Muertos resucitados
1. En la población de Monte Marano, cerca de Benevento, murió una mujer particularmente devota de San Francisco.
Durante la noche, reunido el clero para celebrar las exequias y hacer vela cantando salmos, de repente, a la vista de todos, se levantó del túmulo la mujer y llamó a un sacerdote de los presentes, padrino suyo, y le dijo: «Quiero confesarme, padre; oye mi pecado. Ya muerta, iba a ser encerrada en una cárcel tenebrosa, porque no me había confesado todavía de un pecado que te voy a descubrir. Pero rogó por mí San Francisco, a quien serví con devoción durante mi vida, y se me ha concedido volver ahora al cuerpo, para que, revelando aquel pecado, merezca la vida eterna. Y una vez que confiese mi pecado, en presencia de todos vosotros marcharé al descanso prometido».
Habiéndose confesado, estremecida, al sacerdote, igualmente estremecido, y, recibida la absolución, tranquilamente se tumbó en el lecho y se durmió felizmente en el Señor.
2. En Pomarico, castro situado en las montañas de la Pulla, vivía con sus padres una hija única de corta edad, querida tiernísimamente por ellos. Muerta a consecuencia de grave enfermedad, sus padres, que no tenían ya esperanza de sucesión, se consideraban como muertos con ella.
Reunidos los parientes y amigos para asistir a aquel tristísimo funeral, yacía la desgraciada madre oprimida por indecible dolor y sumergida en suprema tristeza, sin darse cuenta en absoluto de lo que sucedía a su alrededor.
En esto, San Francisco, acompañado de un solo compañero, se dignó aparecer y visitar a la desconsolada mujer, a la que reconocía como devota suya. Dirigiéndose a ella, le dijo estas consoladoras palabras: «No llores, porque la luz de tu antorcha que crees se ha apagado, te será devuelta por mi intercesión».
Se levantó al instante la mujer, y, manifestando a todos lo que el Santo le había dicho, no permitió que se llevaran el cuerpo muerto de su hija, sino que, invocando con gran fe a San Francisco, tomó a su hija muerta y, viéndolo todos y admirándolo, la levantó viva y completamente sana.
3. Los hermanos de Nocera necesitaban por algún tiempo un carro, y se lo pidieron a un hombre llamado Pedro. En vez de acceder a la petición, neciamente se desató en palabras ofensivas, y, en lugar de prestar lo que en honor de San Francisco de él se solicitaba, hasta vomitó una blasfemia contra el nombre del Santo. En seguida le pesó su necedad y le dominó un terror divino, temiendo que se descargara sobre su persona la ira de Dios, como efectivamente bien presto sucedió: enfermó súbitamente su hijo primogénito y después de breve tiempo falleció.
El desgraciado padre se revolvía por tierra, e, invocando sin cesar al santo de Dios Francisco, exclamaba entre lágrimas: «Yo soy el que he pecado, yo el que he hablado inicuamente; debiste haber cargado sobre mi persona tus azotes. Devuelve, ¡oh santo!, al arrepentido lo que arrebataste al blasfemo impío. Yo me consagro a ti, me pongo para siempre a tu servicio; en tu honor ofreceré de continuo a Cristo un devoto sacrificio de alabanza».
¡Maravilloso! A estas palabras resucitó el niño, y, pidiendo que dejaran de llorar, aseguró que al morir, después de salido del cuerpo, fue acogido por el bienaventurado Francisco y que por él mismo había sido devuelto a la vida.
3. Salvados de peligros de muerte
1. En los alrededores de la ciudad de Roma, cierto varón noble, por nombre Rodolfo, a una con su devota mujer hospedó en su casa a unos hermanos menores tanto por espíritu de hospitalidad como por reverencia y amor a San Francisco.
En aquella noche, estando dormido el centinela del castro en lo alto de la torre, tumbado sobre un armazón de maderos en el mismo estribo del muro, suelta la trabazón de los mismos, se precipitó sobre la techumbre del palacio, y de allí al pavimento.
Toda la familia se despertó al estruendo de la caída, y, enterados de la desgracia del centinela, acudieron a auxiliarle el señor del castillo, su señora y los hermanos. Pero el centinela, que había caído de lo alto, estaba sumergido en un sopor tan profundo, que no se despertó ni a los golpes de la caída ni al estrépito de la familia que acudía gritando.
Despertado por fin a fuerza de agitarlo, se puso a quejarse de que le hubiesen privado de un dulce descanso, asegurando que se hallaba plácidamente dormido entre los brazos de San Francisco. Siendo informado de la propia caída por los demás y viéndose en tierra cuando se sabía acostado en lo alto, estupefacto de lo sucedido sin haberse dado cuenta, prometió delante de todos que haría penitencia por reverencia de Dios y del bienaventurado Francisco.
2. En el castro de Pofi, en la Campania, un sacerdote llamado Tomás fue a reparar un molino que era propiedad de la iglesia. Caminando sin precaución por el borde del canal, por el que corrían aguas profundas y abundantes, de improviso vino a caer y ser atrapado de forma extraña en el rodezno que movía el molino. Prendido por el rodezno, quedó allí boca arriba, recibiendo el impetuoso torrente de las aguas.
Ya que no podía con la lengua, interiormente invocaba gimiendo la ayuda de San Francisco. Mucho tiempo permaneció en aquella situación, que sus compañeros consideraban ya completamente desesperada.
En un extremo intento de salvación, movieron con violencia la muela en sentido contrario, logrando que dicho sacerdote fuera despedido a las aguas, donde se revolvía agitado en la corriente. Fue entonces cuando un hermano menor, vestido de túnica blanca y ceñida con un cordón, tomándole por el brazo con mucha suavidad, lo sacó del río, diciendo: «Yo soy Francisco, a quien tú invocaste». Liberado de esta forma y fuera de sí por el estupor, quería besar las huellas de sus pies; ansioso, discurría de una a otra parte, preguntando a los compañeros: « ¿Dónde está? ¿Adónde fue el Santo? ¿Por qué camino desapareció?»
Y aquellos hombres, asustados, se postraron en tierra, glorificando las grandezas del Dios excelso y los méritos y virtudes de su humilde siervo.
3. Unos jóvenes de Celano [provincia de Foggia] salieron a cortar hierba en unos campos. Había allí un viejo pozo oculto, cubierto en su boca con hierbas verdes. Tenía este pozo cerca de cuatro pasos en profundidad. Estando los jóvenes trabajando separadamente por el campo, uno de ellos cayó de improviso en el pozo; mientras las profundidades del pozo engullían el cuerpo, su alma se elevaba buscando la ayuda de San Francisco y exclamando fiel y devotamente durante la misma caída: «¡San Francisco, ayúdame!» Los compañeros van de aquí para allá, y, comprobando que el otro joven no comparece, lloran y lo buscan llamándolo a gritos y recorriendo el campo de un extremo a otro. Descubrieron al fin que había caído al pozo; apresuradamente se dirigieron al pueblo, comunicaron lo acontecido y pidieron auxilio. De retorno al pozo en unión de muchos hombres, uno de ellos, atado a una cuerda, fue bajado pozo adentro, y vio al joven sentado en la superficie de las aguas y sin que hubiera sufrido lesión alguna.
Extraído del pozo, dijo el joven a todos los presentes: «Cuando súbitamente caí, invoqué la ayuda de San Francisco; mientras me iba sumergiendo, se me hizo él presente, me alargó la mano, me sujetó suavemente y no me abandonó en ningún momento hasta que, juntamente con vosotros, me sacó del pozo».
4. Mientras el señor obispo de Ostia, luego sumo pontífice con el nombre de Alejandro (4), predicaba en la iglesia de San Francisco de Asís en presencia de la curia romana, una grande y pesada piedra dejada descuidadamente en el púlpito, que era alto y de piedra, vino a caer, a consecuencia de un fuerte empujón, sobre la cabeza de una mujer.
Creyendo los circunstantes que había quedado muerta y con la cabeza del todo aplastada, la cubrieron con el manto que ella misma llevaba puesto, para sacar el cadáver de la iglesia una vez terminado el sermón. Más ella se encomendó fielmente a San Francisco, ante cuyo altar se encontraba. Y he aquí que, acabada la predicación, la mujer se levantó ante todos totalmente sana, hasta el punto de que no se veía en ella el más leve vestigio de lesión.
Pero hay todavía algo que es más admirable. Durante largo tiempo había sufrido ella dolores casi continuos de cabeza, y -según confesión propia posterior-, a partir de aquel momento, se vio libre de toda molestia de enfermedad.
4. Náufragos salvados
1. Unos navegantes se encontraban en gran peligro de naufragio distantes diez millas del puerto de Barletta. Arreciando la tempestad y dudando ya de poder salvarse, echaron anclas. Pero, agitándose furiosamente el mar por la fuerza del huracán, rotas las amarras y perdidas las anclas, eran juguete de las olas, navegando sin rumbo fijo por las aguas.
Por fin, amainada la tempestad por designio divino, se dispusieron con todo esfuerzo a recobrar las anclas, cuyos cabos flotaban en la superficie de las aguas. No logrando su intento con sus propias fuerzas, acudieron a la ayuda de muchos santos; pero, agotados por el sudor, no consiguieron durante todo el día recuperar siquiera una sola de las anclas.
Había un marinero, Perfecto de nombre e imperfecto en las costumbres; con aire de burla dijo a sus compañeros: «Mirad, habéis invocado el auxilio de todos los santos y, lo estáis viendo, no hay ninguno que nos socorra. Invoquemos a ese Francisco, santo nuevo. Veamos si se sumerge en el mar y nos recupera las anclas perdidas».
Accedieron los otros marineros, no en plan de bulla, sino de verdad a la sugerencia de Perfecto, y, reprendiéndole por sus palabras burlonas, concertaron espontáneamente un voto con el Santo. Al momento, sin otra ayuda, nadaron las anclas sobre las aguas, como si la naturaleza del hierro hubiera adquirido la ligereza de la madera.
2. A bordo de una nave venía de ultramar un peregrino, del todo extenuado por el agotamiento de su cuerpo a causa de unas altísimas fiebres que había padecido. Se sentía atraído al bienaventurado Francisco por un gran afecto de devoción y le había elegido por abogado suyo delante del Rey del cielo.
Todavía no estaba repuesto perfectamente de la enfermedad; angustiado por los ardores de la sed y faltando ya el agua, comenzó a gritar a grandes voces: «Id con confianza; dadme de beber, que San Francisco ha llenado de agua mi vaso».
¡Qué sorpresa cuando encontraron lleno de agua el recipiente que antes había quedado vacío!
Otro día se desencadenó una tempestad, y la nave era cubierta por las aguas y hasta tal punto era azotado por olas gigantescas, que temieron ya el naufragio. Entonces aquel enfermo comenzó a gritar por la nave: «Levantaos todos y salid al encuentro de San Francisco que viene a nosotros. Está aquí presente para salvarnos». Y, postrándose en tierra entre grandes voces y lágrimas, le rindió culto.
Al instante, con la visión del Santo, recobró del todo la salud y se hizo la tranquilidad en el mar.
3. El hermano Jacobo de Rieti, atravesando en una pequeña barca un río juntamente con otros hermanos, desembarcaron primero éstos en la orilla y, por último, se dispuso a hacerlo él. Pero infortunadamente, dio vuelta el pequeño bote, y nadando el que lo dirigía, el hermano Jacobo se hundió en lo profundo de las aguas.
Invocaban los hermanos que se hallaban en la orilla al bienaventurado Francisco con súplicas nacidas del corazón y pedían con gemidos y lágrimas que socorriese a aquel hijo suyo.
También el hermano sumergido en aquellas aguas profundas imploraba como le era posible con el corazón, ya que no podía hacerlo con la boca, el auxilio del piadoso Padre. De pronto, San Francisco se le hizo presente, y con su ayuda caminaba por las profundidades de las aguas como por tierra seca; y, tomando la barca hundida, llegó con ella sano y salvo a la orilla.
¡Oh extraña maravilla! Sus vestidos no estaban mojados y ni siquiera una gota de agua se posó en su túnica.
5. Presos y encarcelados puestos en libertad
1. Sucedió en Romania que un griego que servía a un señor fue falsamente acusado de hurto. El dueño de la tierra mandó que fuera encerrado en una estrecha cárcel y cargado de cadenas.
Más la señora de la casa, compadecida del siervo, a quien consideraba inocente del delito que se le imputaba, insistía ante el señor con ardientes súplicas para que fuera liberado. Obstinado en su dureza, el marido no accedió a los ruegos. Entonces, la señora recurrió humildemente a San Francisco, y, haciendo un voto, encomendó a su piedad al inocente. Pronto acudió el abogado de los desgraciados y visitó en la cárcel misericordiosamente al siervo castigado. Rompió las cadenas, abrió la cárcel y, tomando de la mano al inocente, lo sacó fuera y le dijo: «Yo soy aquel a quien tu señora te ha encomendado devotamente». Sobrecogido por un gran temor el siervo y teniendo que bajar de una altísima roca bordeando la sima, en un momento, por el poder de su libertador, se encontró en el llano.
Volvió a su señora, y, contándole por su orden el suceso milagroso, encendió con renovado fervor en la devota señora el amor a Cristo y la veneración a su siervo Francisco.
2. En Massa de San Pedro [Arezzo], un pobrecillo debía una cantidad de dinero a un caballero. No pudiendo pagarle de momento por su gran pobreza, apresado por el caballero, le rogaba suplicante que tuviese misericordia y que por amor a San Francisco le diese un plazo de espera.
El soberbio caballero desechó las súplicas del pobre y desconsideradamente despreció lo del amor del Santo como algo inútil y vano. Altivamente le contestó: «Te encerraré en tal lugar y te recluiré en tal cárcel que ni San Francisco ni ningún otro te podrán ayudar». Procuró cumplir lo que dijo. Encontró una cárcel oscura, donde encadenado encerró al pobre.
Poco después se presentó San Francisco y, abriendo la cárcel y rompiendo los grillos de los pies, lo devolvió, sin ningún daño, a su casa.
Así, el poder de Francisco conquistó al soberbio caballero, libertó de su desgracia al cautivo que se había confiado a su valimiento, y, mediante un admirable milagro, convirtió la protervia del caballero en mansedumbre.
3. Alberto de Arezzo, puesto en durísima prisión a causa de deudas que injustamente le reclamaban, humildemente encomendó su inocencia a San Francisco. Amaba de modo extraordinario a la Orden de los hermanos menores, y entre los santos veneraba con especial afecto a San Francisco.
Su acreedor, con palabras blasfemas, afirmó que ni San Francisco ni Dios le podrían librar de sus manos. Sucedió que el encarcelado no probó bocado la vigilia de San Francisco y por su amor dio el alimento a un indigente; anocheciendo ya y estando en vela, se le apareció San Francisco; a su entrada en la cárcel se desprendieron los cepos de sus pies y cayeron las cadenas de sus manos, se abrieron por sí las puertas, saltaron las tablas del techo, y, libre ya el preso, volvió a su casa.
Cumplió desde entonces el voto de ayunar la vigilia de San Francisco, y en testimonio de su creciente devoción al Santo fue añadiendo cada año una onza al cirio que solía ofrecer anualmente.
6. Mujeres salvadas en su alumbramiento
1. Había en Eslavonia una condesa que, tan ilustre por su nobleza como eminente por su virtud, se distinguía por su férvida devoción a San Francisco y por su piadosa solicitud por los hermanos.
Presa de acerbos dolores en la hora de su alumbramiento, hasta tal punto estaba agobiada por la angustia, que el inminente nacimiento de la prole hacía temer la muerte de la madre. No parecía que pudiera alumbrar la prole a la vida sin perder ella misma la suya. El esfuerzo del alumbramiento, más que a dar a luz parecía conducirle a morir.
Recordó entonces la fama, el poder y la gloria de San Francisco, y con ello se excitó su fe y se encendió su devoción. Se volvió al que es auxilio eficaz, amigo fiel, consuelo de sus devotos, refugio de los afligidos, y dijo: «San Francisco, todos mis huesos imploran tu misericordia y prometo en el corazón lo que no puedo explicar». ¡Admirable presteza de la misericordia! El fin de la plegaria fue el fin de los dolores, el término de la gestación y el principio del alumbramiento. Al punto, cesando toda angustia, dio a luz felizmente.
No se olvidó de su voto ni soslayó el cumplimiento de su compromiso. Hizo construir una preciosa iglesia, y, una vez construida, la encomendó a los hermanos para honor del Santo.
2. Había en las cercanías de Roma, una mujer llamada Beatriz que, próxima al alumbramiento y llevando en su seno el feto muerto hacía cuatro días, era atormentada por terribles angustias y dolores mortales. El feto muerto arrastraba a la muerte la madre, y antes de que saliera a la luz originaba un peligro evidente a la que le había engendrado.
Probaba la ayuda de los médicos, pero los esfuerzos humanos resultaban inútiles. Así, la primera maldición recaía sobre la pobre con mayor dureza, porque convertida en sepulcro del fruto de sus entrañas, ella misma pronto, sin remedio, sería devorada por el sepulcro.
Por último, confiándose, mediante intermediarios, con profunda devoción a los hermanos menores, humildemente y llena de fe pidió una reliquia de San Francisco. Sucedió que por voluntad divina se halló un pedacito de cuerda con la que el Santo alguna vez se había ceñido.
Apenas fue puesta la cuerda sobre la doliente, con sorprendente facilidad desapareció el dolor, y, expulsado el feto muerto, causa de muerte, quedó perfectamente restablecida en su salud.
3. La mujer de un noble varón de Calvi, llamada Juliana, durante años tenía el alma sumida en lúgubre tristeza a causa de la muerte de sus hijos, y continuamente estaba lamentando estos desventurados hechos; todos los hijos que sufridamente había llevado en sus entrañas, al poco tiempo, con dolor más agudo, los había tenido que entregar a la sepultura. Como llegase ahora en el seno un nuevo fruto de cuatro meses y viviese más preocupada de la muerte de la nueva prole que de su nacimiento a causa del historial pasado, confiadamente rogaba al padre San Francisco por la vida del nuevo fruto de sus entrañas que no había nacido todavía.
Y he aquí que una noche se le apareció en sueños una mujer que llevaba en sus brazos un hermoso niño y se lo ofreció con extrema alegría. Recusando ella recibirlo, porque temía que pronto lo había de perder, aquella mujer le dijo: «Recíbelo sin temor; el santo Francisco, compadecido de tu tristeza, te envía este niño, que vivirá y gozará de excelente salud».
Despertando al punto la mujer, comprendió por la visión celestial contemplada que le asistía el apoyo del bienaventurado Francisco. Desde aquel momento, llena de más intensa alegría, multiplicó sus plegarias y promesas para recibir la prole prometida. Por fin llegó el tiempo de dar a luz, y alumbró un niño varón, que, al crecer lleno de vigor juvenil, como si por méritos de San Francisco estuviera recibiendo el aliento de la vida, resultaba para sus padres estímulo para una devoción más viva a Cristo y al Santo.
Algo semejante realizó el bienaventurado Padre en la ciudad de Tívoli. Una mujer que había tenido numerosas hijas ardía en deseos de un niño varón. Acudió a San Francisco, redoblando sus plegarias y promesas. Por los méritos del Santo concibió la mujer y dio a luz no ya el niño varón que había pedido, sino dos niños gemelos.
7. Ciegos que recuperan la vista
1. En el convento de hermanos menores de Nápoles vivió ciego durante muchos años un hermano llamado Roberto. Se extendió sobre sus ojos una excrecencia carnosa que le impedía el movimiento y el uso de los párpados.
Habiéndose reunido en aquel convento muchos hermanos forasteros que se dirigían a diversas partes del mundo, el bienaventurado padre Francisco, espejo de santa obediencia, para animarlos al viaje con la novedad de un milagro, ante la presencia de todos curó a dicho hermano del modo siguiente.
Una noche en que el mencionado hermano estaba postrado en el lecho enfermo y en trance de muerte, hasta el punto de habérsele hecho la recomendación del alma, de pronto se le presentó el bienaventurado Padre junto con otros tres hermanos, perfectos en toda santidad, a saber, San Antonio, el hermano Agustín (cf. LM 14,6) y el hermano Jacobo de Asís (cf. 2 Cel 217), que así como le habían seguido perfectamente mientras vivieron en la tierra, así también le seguían fielmente después de la muerte.
Tomando San Francisco un cuchillo, cortó la excrecencia carnosa, le devolvió la visión primitiva y le arrancó de las fauces de la muerte, diciéndole: «Hijo mío Roberto, esta gracia que te he dispensado es para los hermanos que parten a lejanos países señal de que yo iré delante de ellos y guiaré sus pasos. Vayan, pues, contentos, y cumplan con ánimo gozoso la obediencia que se les ha impuesto».
2. Había una mujer ciega en Tebas, en Romania [Grecia], que, habiendo ayunado a pan y agua en la vigilia de la fiesta de San Francisco, en la mañana de la fiesta fue conducida por su marido a la iglesia de los hermanos menores. Al tiempo que se celebraba la misa, en el momento de la elevación del cuerpo de Cristo, abrió los ojos, vio claramente y adoró devotísimamente. En este momento de la adoración exclamó en alta voz y dijo: «Gracias a Dios y a su santo, porque veo el cuerpo de Cristo». Y todos prorrumpieron en aclamaciones de alegría.
Concluida la sagrada función, volvió la mujer a su casa embargada espiritualmente por el gozo y con la luz en los ojos. Gozase aquella mujer no sólo por haber recobrado la vista material, sino también porque, antes de nada, por los méritos de San Francisco y en virtud de la fe, había merecido contemplar aquel admirable sacramento que es la luz viva y verdadera de las almas.
3. Un muchacho de catorce años de Pofi, en la Campania, atacado súbitamente por una angustiosa dolencia, perdió del todo el ojo izquierdo. Por la violencia del dolor salió el ojo de su lugar; y, debido a la relajación del nervio, el ojo estuvo durante ocho días colgado sobre las mejillas con la largura de un dedo y quedó casi seco. Como sólo restaba la amputación y para los médicos resultaba un caso desesperado, el padre del joven se dirigió con toda el alma al bienaventurado Francisco para implorar su auxilio. El incansable abogado de los desgraciados no defraudó las plegarias del suplicante. Porque con maravilloso poder colocó de nuevo el ojo seco en su lugar, le devolvió el primitivo vigor y lo iluminó con los rayos de la apetecida luz.
4. En la población de Castro, en la misma provincia, se desprendió de lo alto una viga de gran peso, y, golpeando muy gravemente la cabeza de un sacerdote, éste quedó ciego del ojo izquierdo. Derribado en tierra, el sacerdote comenzó a llamar angustiosamente a grandes voces a San Francisco, diciendo: «Socórreme, Padre santísimo, para que pueda ir a tu fiesta, como lo prometí a tus hermanos». Era la vigilia de la festividad del Santo.
A continuación de sus palabras se levantó rápidamente, totalmente restablecido, prorrumpiendo en voces de alabanza y de gozo. Todos los circunstantes, que se condolían de su desgracia, fueron embargados por el estupor y el júbilo. Acudió a la fiesta contando a todos la clemencia y el poder del Santo, que había experimentado en sí mismo.
8. Enfermos curados de varias enfermedades
1. En Città della Pieve vivía un joven mendigo sordo y mudo de nacimiento que tenía la lengua tan corta y delgada, que a muchos que la habían examinado muchas veces les parecía que estaba completamente cortada.
Un hombre llamado Marcos lo acogió en su casa por amor de Dios. El joven, notando que aquel hombre le favorecía, comenzó a vivir con él de un modo permanente. Cenando una tarde dicho señor con su mujer en presencia del joven, dijo el marido a ésta: «Consideraría como el mayor milagro si el bienaventurado Francisco consiguiera para este joven el habla y el oído». Y añadió: «Hago voto a Dios que, si San Francisco se digna realizar esto, por amor suyo daré a este joven todo lo que necesite mientras viva».
¡Ciertamente maravilloso! Inmediatamente creció la lengua del joven y éste habló diciendo: «Gracias a Dios y a San Francisco, que me ha proporcionado el habla y el oído».
2. Siendo niño y viviendo todavía en su casa el hermano Jacobo de Iseo, se le produjo una hernia muy grave. Movido por el Espíritu Santo, aunque joven y enfermo, ingresó con ánimo devoto en la Orden de San Francisco, sin descubrir a nadie la enfermedad que le aquejaba. Sucedió que al tiempo de la traslación del cuerpo de San Francisco al lugar en que ahora está depositado el precioso tesoro de sus huesos sagrados, tomó parte también dicho hermano en las alegres funciones de la traslación para rendir el debido honor al santísimo cuerpo del Padre glorificado.
Acercándose al sagrado túmulo en que fueron colocados los santos restos, se abrazó al mismo movido por la devoción del espíritu, y de repente, de modo maravilloso, se sintió curado. Tornó a su lugar la víscera dislocada y desapareció toda lesión. Se desprendió del cinto con que se protegía, y desde entonces se vio libre de todos los dolores pasados.
Por la misericordia de Dios y los méritos de San Francisco, se vieron libres milagrosamente de un mal semejante el hermano Bartolo de Gubbio, el hermano Ángel de Toddi, Nicolás, sacerdote de Ceccano; Juan de Sora, un habitante de Pisa y otro del castro de Cisterna, lo mismo que Pedro de Sicilia y un hombre de Spello, junto a Asís, y muchísimos más.
3. Una mujer de Maremma sufrió durante cinco años de enajenación mental. A esto se añadió la pérdida de la vista y del oído. Arrebatada por la locura, se rasgaba los vestidos con los dientes, y no temía el peligro del fuego y del agua, y era víctima de extremados y horribles ataques de epilepsia.
Pero una noche, disponiendo la divina misericordia compadecerse de ella, iluminada por intervención celestial con los rayos de una luz salvadora, vio que San Francisco se sentaba en un trono sublime, y que ella, postrada ante él, le pedía humildemente la salud. Como el Santo no atendiera todavía a su demanda, la mujer prometió con voto que no negaría limosna a los que se la pidiesen por amor de Dios y del Santo, siempre que tuviera algo que darles. Entonces, el Santo reconoció en esta promesa aquella que él mismo había formulado de modo semejante en otro tiempo, y, haciendo sobre ella la señal de la cruz, le devolvió íntegramente la salud.
Consta también por testimonios dignos de crédito que San Francisco curó misericordiosamente de una dolencia semejante a una niña de Nursia, y al niño de un noble señor y a otro más.
4. En cierta ocasión, Pedro de Foligno se dirigía a visitar en peregrinación el santuario de San Miguel [en el monte Gargano]. No habiéndose comportado en ella con el debido respeto, al gustar agua de una fuente fue poseído de los demonios. A partir de entonces quedó poseso durante tres años; se desgarraba el cuerpo, hablaba cosas nefandas y realizaba acciones horrendas. Tenía a veces momentos de lucidez; en uno de ellos acudió humildemente al poder del Santo, de cuya eficacia para ahuyentar demonios había oído hablar, y fue a visitar el sepulcro del misericordioso Padre. Tan pronto como tocó el sepulcro con su mano, prodigiosamente quedó libre de los demonios que tan cruelmente le atormentaban.
De igual modo, la misericordia de San Francisco vino en ayuda de una mujer de Narni que estaba endemoniada, y de otros muchos. Pero sería largo de contar en sus circunstancias y detalles los tormentos y las vejaciones de que fueron objeto y los modos de curación.
9. Profanadores de la fiesta del santo
y enemigos de su gloria
1. En la villa de Le Simon, en la región de Poitiers, un sacerdote llamado Reginaldo, devoto del bienaventurado Francisco, había ordenado a sus parroquianos que la fiesta de San Francisco debía ser celebrada con toda solemnidad.
Pero uno de los feligreses, que no conocía el poder del Santo, menospreció el mandato de su párroco. Salió, pues, fuera al campo a cortar leña; y, cuando se preparaba ya para el trabajo, oyó por tres veces una voz que decía: «Hoy es fiesta; no es lícito trabajar».
Como la terca temeridad de aquel hombre no se dejase frenar ni por el mandato del sacerdote ni por la voz del cielo, para gloria de Francisco se manifestó sin tardanza el poder divino mediante un milagro y el azote de un castigo. Porque, apenas había tomado con una mano la horca y había elevado la otra con el instrumento de hierro para iniciar el trabajo, de tal modo quedaron adheridos los dedos a ambos instrumentos, que no le era posible soltarlos de los mismos.
Lleno de estupor por ello y no sabiendo qué hacer, se dirigió corriendo a la iglesia, reuniéndose muchos de todas partes para ver el prodigio.
El hombre, profundamente arrepentido en su corazón, por consejo de uno de los sacerdotes allí presentes -eran muchos los que invitados habían acudido a la fiesta-, puesto ante el altar, se consagró humildemente al bienaventurado Francisco, y así como por tres veces había oído la voz del cielo, se comprometió con tres votos, que fueron: primero, celebrar siempre su fiesta; segundo, venir el día de su fiesta a la iglesia en que se hallaba en aquel momento; tercero, visitar personalmente el sepulcro del Santo.
¡Prodigio maravilloso! En presencia del gran gentío reunido, que imploraba devotísimamente la clemencia del Santo, cuando el hombre hizo el primer voto quedó libre uno de los dedos; al emitir el segundo voto, se soltó otro, y, pronunciado el tercer voto, se libertó el tercero, y en seguida también una de las manos, y, por último, la otra.
Libre ya del todo, por sí mismo pudo desprenderse de los instrumentos, mientras todos alababan a Dios y el poder prodigioso del Santo, que tan admirablemente podía castigar y sanar. En recuerdo del hecho, los instrumentos del trabajo están todavía hoy pendientes delante del altar levantado allí en honor del bienaventurado Francisco.
Muchos milagros realizados allí y en los lugares vecinos muestran que el Santo es glorioso en el cielo y que en la tierra ha de celebrarse su fiesta con veneración.
2. En la ciudad de Le Mans, una mujer se disponía a trabajar en la festividad de San Francisco; extendió sus manos en la rueca y cogió con sus dedos el huso. En el mismo momento, sus manos quedaron yertas y un intenso ardor comenzó a atormentarle en los dedos.
Amaestrada con el castigo, reconociendo el poder del Santo y arrepentida de corazón, se fue corriendo a los hermanos. Implorando los devotos hijos la clemencia del Padre en favor de la salud de la mujer, se vio al instante curada, sin que quedase en ella más que la huella de una quemadura en memoria del hecho.
Cosa semejante sucedió con una mujer de Campania Mayor, y con otra de Valladolid (6), y con una tercera de Piglio; negándose ellas, por menosprecio, a celebrar la fiesta del Santo, primero fueron castigadas de un modo sorprendente por su desacato, y luego, arrepentidas, fueron, de un modo más admirable todavía, liberadas de sus males por los méritos de San Francisco.
3. Un caballero de Borgo, en la provincia de Massa, denigraba con descarada impudencia las obras y milagros del bienaventurado Francisco. Se desataba en insultos contra los peregrinos que venían a celebrar la memoria del Santo y propalaba cosas absurdas contra los hermanos (7).
Combatiendo una vez la gloria del Santo, acumuló sobre sus pecados esta detestable blasfemia: «Si es verdad que este Francisco es un santo, que muera yo hoy atravesado por una espada. Pero, si no es santo, que permanezca sin ningún daño».
No tardó la ira de Dios en darle su merecido castigo al convertirse su oración en pecado; Al poco, este blasfemo injurió a un sobrino suyo, y éste tomó una espada y con ella atravesó las entrañas de su tío.
Aquel mismo día murió el malvado, esclavo del infierno e hijo de las tinieblas. Provechosa enseñanza para que todos aprendieran no a blasfemar las obras maravillosas del Santo, sino a honrarlas con devotas alabanzas.
10. Otros milagros de diversa índole
1. En el castro de Gagliano, de la diócesis de Valva, había una mujer llamada María, dedicada al devoto servicio de Cristo Jesús y de San Francisco. Un día de verano salió a ganarse el alimento necesario con sus propias manos.
Con el exagerado calor que hacía comenzó a desfallecer por los ardores de la sed. Sola en un árido monte y privada del alivio de toda bebida, casi exánime, caída en tierra, invocaba con encendido afecto del corazón a su abogado San Francisco. Mientras la mujer permanecía en humilde y ardiente súplica, extenuada por el trabajo, la sed y el calor, se durmió un poco. He aquí que, viniendo San Francisco a ella y llamándola por su nombre, le dijo: «Levántate y bebe el agua que por regalo de Dios se te brinda a ti y a otros muchos».
Al oír aquella voz despertó la mujer del sueño muy confortada; y, tirando de un helecho que había junto a ella, lo arrancó de raíz. Cavando luego alrededor con un palito, encontró agua viva, que al principio parecía sólo destilar como un hilo cristalino, y súbitamente se convirtió, por el poder de Dios, en una fuente.
Bebió, pues, la mujer hasta saciarse y lavó los ojos, que tenía antes oscurecidos por el largo penar, y que desde aquel momento sintió inundados de luz. Con paso ligero se dirigió la mujer a su casa, comunicando a todos, para gloria de San Francisco, tan estupendo milagro.
Concurrieron muchos al lugar atraídos por la fama del prodigio, y comprobaron por la experiencia el admirable poder de aquella agua; muchísimos, previa la confesión de sus pecados, al contacto de la misma, han quedado libres de las consecuencias desastrosas de varias enfermedades.
Persiste todavía visible aquella fuente, y junto a ella ha sido construida una pequeña ermita en honor a San Francisco.
2. En Sahagún, villa de España, el Santo hizo reverdecer milagrosamente, contra toda esperanza, un cerezo que, estando completamente seco, se cubrió de hojas, flores y frutos. También a los habitantes de Villasilos, de modo milagroso, los liberó de una peste de gusanos que corroían los viñedos de sus confines.
Junto a Palencia, atendiendo a las confiadas súplicas de un sacerdote, limpió completamente un hórreo, que le pertenecía, de los gusanos del grano que todos los años lo infestaban.
En las tierras de cierto señor de Petramala, en la Pulla, confiadas humildemente al cuidado del Santo, hizo éste desaparecer completamente la peste de la langosta; con la particularidad de que todas las otras tierras colindantes fueron devoradas por dicha plaga.
3. Un hombre llamado Martín había llevado sus bueyes a pastar lejos del castro. Uno de los bueyes se accidentó con tan mala fortuna, que se rompió una pata. Como no había ninguna esperanza de remedio para el caso, resolvió desollarlo. Al no tener a mano instrumento adecuado para hacerlo, retornó a su casa, dejando el buey al cuidado del bienaventurado Francisco. Se lo encomendó a su fiel custodia para que no fuese devorado por los lobos antes de su regreso.
A la mañana siguiente, muy temprano, volvió con el desollador al lugar donde dejó el buey, y lo encontró paciendo tan por completo curado que no se distinguía en él ninguna diferencia entre una y otra pata.
Dio el hombre gracias al buen pastor San Francisco, que tan diligente cuidado tuvo de su buey proveyéndole de medicina.
El humilde Santo sabe socorrer a todos los que le invocan y no se desdeña en atender las más pequeñas necesidades de los hombres.
Así, a un hombre de Amiterno le devolvió un asno que le habían robado. A una mujer de Antrodoco le reintegró, perfectamente compuesto, un plato nuevo que se había caído y se había hecho añicos. A otro hombre de Montolmo, en la Marca de Ancona, le reparó un arado que quedaba inservible por habérsele roto.
4. En la diócesis de Sabina vivía una viejecita octogenaria, cuya hija dejó al morir un niño de pecho. La pobrecita anciana, sin recursos económicos y falta de leche, no podía encontrar mujer alguna que diese de mamar al sediento pequeñito tal como lo exigía la necesidad. La anciana no sabía a dónde dirigirse en aquel trance.
Debilitado el nietecito, una noche en que se hallaba desprovista de todo posible recurso humano, bañada en lágrimas, se dirigió con todo su corazón al bienaventurado Francisco para implorar auxilio. En seguida acudió el amante de los inocentes y le dijo: «Mujer, yo soy Francisco, a quien con tantas lágrimas invocaste. Pon tu pecho a la boca del niño, porque el Señor te dará leche en abundancia».
Cumplió la abuelita el mandato del Santo, y al momento los pechos de la octogenaria dieron leche abundante. Se hizo manifiesto a todo el don admirable del Santo, y muchos hombres y mujeres se dieron prisa para verlo. Y como lo que veían los ojos no podía negarlo la lengua, todos se movían a alabar a Dios por el poder prodigioso y por la dulce misericordia del Santo.
5. Había en Scoppito [provincia de Aquila] un matrimonio que, no teniendo sino un solo hijo, todos los días lo deploraba como oprobio de la familia. Tenía el pequeño los brazos como encadenados al cuerpo; las rodillas, pegadas al pecho, y los pies, a las nalgas. Más que una persona humana, parecía un monstruo. La mujer, a quien afectaba más profundamente esta desgracia, clamaba con continuos gemidos a Cristo, invocando el auxilio de San Francisco y pidiéndole se dignase socorrerla en aquella desgracia y librarla de aquel oprobio.
Una noche en que por esta desgracia estaba sumida en tristeza, se abandonó a un triste sueño. Se le apareció San Francisco, y, hablándole con dulces palabras, la persuadió a que llevase el niño a un lugar próximo consagrado a su nombre. Le anunció que el niño recibiría una completa curación si era rociado en nombre de Dios con el agua del pozo que había en aquel lugar.
Ante la negligencia de la madre en cumplir lo prescrito por el Santo, volvió éste a renovar su mandato. Por tercera vez se le apareció el Santo, y, haciendo él mismo de guía, condujo a la madre con el niño hasta la puerta del dicho lugar. Llegaron a él, movidas por la devoción, algunas nobles matronas, a quienes la mujer expuso diligentemente la visión que había tenido. Estas, a una con la madre, presentaron al niño a los hermanos. Sacaron agua del pozo, y la más noble entre las matronas lavó con sus propias manos al niño. Al punto, éste recuperó la posición natural de todos sus miembros y apareció totalmente curado.
Todos quedaron impresionados de admiración por la grandeza de este milagro.
* * * * *
Notas:
1) Se trata de la aprobación que precedió a la canonización, y de la que se habla en esta Leyenda 15,6 (cf. 1 Cel 123). En consecuencia, los milagros hubieron de tener lugar entre el 3 de octubre de 1226 y el 16 de julio de 1228. Pero aparecen también algunos obrados después de la canonización. En este elenco, San Buenaventura, invirtiendo algunas partes, sigue el Tratado de los milagros, escrito anteriormente por Tomás de Celano. Celano presenta en los capítulos 1-7 también los milagros realizados por San Francisco en vida; San Buenaventura se ciñe a los ocurridos sólo después de su muerte.
2) Los estigmas, como «sello» de identificación con Cristo: es el tema constante de la primitiva literatura franciscana.
3) En el BF (1 p. 211-14) aparecen tres bulas del mismo papa, del año 1237, en que se defienden las llagas contra quienes las impugnan.
4) Reinaldo dei Conti di Segni, nepote de Gregorio IX, fue papa, con el nombre de Alejandro IV, de 1254 a 1261.- El episodio que aquí se narra, y que no lo refiere Celano, hace sospechar que todavía no estaba concluida la iglesia y ni siquiera el púlpito.
5) Esta apreciación hace pensar en algún juglar que recitaba ya sea la Legenda versificada, de Enrique d'Avranches (AF 10 p. 405-91), o la rítmica, de Julián de Espira (ibid., p. 372-88), o alguna otra, de carácter popular, que no ha llegado a nosotros. En todo caso, estamos documentados acerca de que en el repertorio juglaresco había entrado también la leyenda de San Francisco; acaso sea así como se inició la redacción de los Actus-Fioretti, como también la primitiva iconografía franciscana.
6) El texto dice «in Valle Oleti», que puede corresponder a Valladolid, donde había un convento de la custodia palentina perteneciente a la provincia de Castilla, o también a Olite, donde había un convento franciscano de la custodia de Navarra en la provincia de Aragón (cf. AF 4 p. 536-37).
7) Santo Sepolcro, en Massa Trabaria, se encuentra en el camino de Asís al Alverna. Es el motivo de frecuentes grupos de peregrinos, que dan ocasión a Gineldo (el nombre lo conocemos por 3 Cel 129) de hablar contra San Francisco y sus hermanos.
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juaman2003
 
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Re: 2. Orden de los Frailes Menores o Franciscanos. 1 dic. 2

Notapor AMunozF » Jue Dic 04, 2014 2:40 pm

----------------------------- LA PORCIÚNCULA (Porzioncola en italiano) -----------------------------

---------------Iglesia de la Porciúncula y la Basílica de Santa María de los Ángeles

"Francisco rodeaba de un amor indecible a la Madre de Jesús, por haber hecho hermano nuestro al Señor de la majestad. Le tributaba peculiares alabanzas, le multiplicaba oraciones, le ofrecía afectos, tantos y tales como no puede expresar lengua humana. Pero lo que más alegra es saber que la hizo abogada de la Orden, y puso bajo sus alas, para que los nutriera y protegiese hasta el final, a los hijos que estaba a punto de abandonar"
..............................................................................................Fr. Tomás de Celano, Vida segunda, 198

----------DE RIVOTORTO A LA PORCIÚNCULA

Entre 1210 y 1211, no pudiendo permanecer más tiempo en Rivotorto, por falta de espacio y de una capilla donde rezar, San Francisco y sus once primeros compañeros consiguieron del abad del monasterio de San Benito del monte Subasio, Don Teobaldo, la pequeña iglesia de Santa María de la Porciúncula, que estaba en ruinas. Los monjes nada pidieron, pero Francisco se comprometió a pagarles con un cestillo de pescado cada año, para dejar bien claro a quién pertenecía el lugar.

Con la iglesia recibieron también el terreno circundante y allí, junto a ella, construyeron una casita pobre y pequeña, de barro y madera, la misma donde morirá el Santo el 4 de octubre de 1226, transformada luego en Capilla del Tránsito.
Por varios testimonios sabemos que la casita estaba dividida en celdas con tabiques de mimbre y barro. Cerca de ella y de la iglesia había un pozo. El bosque adyacente estaba donde, mucho después, se edificó el convento actual. Tal vez fue allí donde montaban los cobertizos de esteras que dieron nombre a los primeros capítulos generales de la Orden. Un simple seto delimitaba el recinto. En la parte trasera, junto al camino, plantaron un huerto, en el lugar que ahora ocupa el famoso Roseto o rosaleda. Junto a él hicieron una celda o choza de ramaje para Francisco. Màs tarde fue transformada en capilla, que hoy se conoce como Capilla de las Rosas o Gruta de San Francisco. Por último, en 1221 se edificó la polémica casa del Comune, cuyos cimientos son ahora visibles en la cripta, debajo del altar mayor de la actual basílica.

----------ORIGEN DE LA IGLESIA DE SANTA MARÍA

Narra una antigua leyenda que la iglesia fue fundada en el año 352, con permiso del papa Liberio, por cuatro ermitaños de Palestina que la dedicaron a Santa María de Josafat, y consagraron el altar en honor de la Virgen de la Asunción. La misma tradición añade que los benedictinos la hicieron más grande en el s. VI, dándole el nombre de Santa María de los Ángeles.
El lugar de la Porciúncula aparece documentado por primera vez en el año 1045, y la iglesia hacia el 1150. Su estado era de total abandono. Fray Tomás de Celano creía que Francisco la reparó antes de tener compañeros, pero se equivoca, porque la Leyenda de Perusa, después de explicar que la iglesia era muy pobre, que estaba semi-caída de puro vieja, y que la gente de la comarca le había tenido gran devoción; también añade que "cuando los hermanos empezaron a restaurarla" y su fama empezó a difundirse por la región, empezaron de nuevo a frecuentarla y a llamarla por su viejo nombre, diciendo: "Vamos a Santa María de los Ángeles". De hecho, la iglesia no se dedicó de nuevo al culto hasta el 2 de agosto de 1215.

----------IGLESIA PREDILECTA DE SAN FRANCISCO

Escribe San Buenaventura que fue por el nombre, y por ser frecuentes las visitas angélicas, por lo que el Santo se instaló allí, para vivir "de continuo". Porque, según los Tres Compañeros, Francisco y sus compañeros habían estado ya allí, "algunas veces". Y así debió de ser, pues un cierto fray Morico de Asís, allá por el s. XIII, contaba que un campesino oyó una noche en la Porciúncula cantos de ángeles y que Francisco, al saberlo, tomó devoción al lugar y empezó a ir allá con sus compañeros los domingos, desde Rivotorto, a veces con velas encendidas.

Era la iglesia más pobre de la comarca. El nombre de Porciúncula se puede traducir por "porcioncilla" o parcela de terreno. Y Francisco, no pudiendo servir al Señor sin un lugar donde vivir, como dice su primer biógrafo, "escogió para sí y los suyos esta pequeña porción del mundo". Explicaba el Santo que el Señor no quiso que les dieran ninguna otra iglesia, ni permitió que los hermanos construyesen o recibieran una nueva, porque esta era como una profecía, que se cumplió con la llegada de los Menores.

Hay muchos testimonios de la predilección de Francisco por el lugar. Aún sabiendo que el reino de Dios se encuentra en todas partes y que el Señor concede sus gracias en cualquier lugar, había experimentado que en la Porciúncula eran más abundantes, y que eran frecuentes las visitas de ángeles. Sus propios compañeros le oyeron decir que sabía, por revelación, que la Virgen la amaba de manera especial entre las demás iglesias dedicadas a ella, y que, por eso, él también la prefería. Y para que los hermanos no lo olvidasen, antes de morir recomendó el lugar a su vicario fray Elías y a todos los hermanos, como el más querido de la Virgen, y quiso que constara en testamento. A sus compañeros les decía muchas veces: "Mirad de no abandonar nunca este lugar. Si os echan por un lado, volved a entrar por otro. Porque este lugar es realmente santo y morada de Dios. Aquí fue donde, siendo aún pocos, nos multiplicó el Altísimo, aquí iluminó el corazón de sus pobres con la luz de su sabiduría, aquí enardeció nuestras voluntades con el fuego de su amor. Quien ore aquí con corazón devoto obtendrá lo que pide y quien profane este lugar será castigado con rigor. Por tanto, hijos, mantened dignamente este lugar donde Dios habita y cantadle a Él de corazón, con voces de júbilo y alabanza". También quiso que se conservara siempre en humildad y altísima pobreza, como espejo de la Orden, limitándose al simple uso y dejando la propiedad a otros.

En cuanto a la Virgen Madre de Jesús, ésta aparece con frecuencia en los escritos del Santo como Madre del Verbo Encarnado, Mujer "pobrecilla" y Discípula, que comparte con Cristo su peregrinar y pobreza.

----------LA BASÍLICA DE SANTA MARÍA DE LOS ÁNGELES

La célebre Indulgencia de la Porciúncula que Francisco consiguió para la iglesia de Santa María en julio de 1216, atraía año tras año a decenas de miles de peregrinos, obligando a la apertura de tiendas y alojamientos. Ese es el origen de Santa María de los Ángeles, la pedanía más poblada de Asís, que se extiende en la llanura, a tres kilómetros de la ciudad, alrededor de la Basílica del mismo nombre.

La pequeña capilla de la Porciúncula se encuentra ahora bajo la cúpula la Basílica de Santa María de los Ángeles. En 1569, a fin de protegerla mejor, se derribaron las construcciones añadidas en los siglos anteriores y se empezó a edificar la gran Basílica, proyectada por Galeazzo Alessi. Todo ello se hizo en medio de desacuerdos y polémicas, pues algunos frailes no aceptaban la grandiosidad del proyecto ni la eliminación de los primitivos edificios. Las obras se terminaron en 1679. Un devastador terremoto en 1832 derrumbó la nave central y entre 1924 y 1930 se añadió la monumental fachada actual, rematada con una gigantesca estatua dorada de la Virgen de los Ángeles. La gran plaza que tiene delante es del año 1950.
Con sus 126 metros de longitud y los 75 de altura de la cúpula, la Basílica es uno de los mayores templos de la cristiandad. La nave principal y el presbiterio son de una austera sencillez, pero las grandes capillas laterales, costeadas por familias ricas de Asís, llaman la atención por su abundante decoración barroca. Lo que más atrae la atención, sin embargo, es la pequeña iglesia de la Porciúncula en medio del crucero, bajo la alta y luminosa cúpula, con sus puertas siempre abiertas para el recogimiento y la oración. En el interior hay restos de frescos posteriores a San Francisco, y una tabla o políptico pintada por Hilario de Viterbo en 1393, con la escena de la Anunciación y otras relativas a la Indulgencia. Un fresco del s. XIX en la fachada representa la leyenda de las rosas.

Detrás de la Porciúncula, a la derecha, está la capilla del Tránsito, donde murió San Francisco el 3 de octubre de 1226. En las paredes del interior están representados sus primeros compañeros, y él mismo, reproducido en terracota por Andrea de la Robbia, Una leyenda de mal gusto asegura que allí están enterrados "el corazón y las entrañas" del Santo. Aparte de que nunca los han encontrado, hay que recordar que ya en el s. XIII las autoridades asisanas salieron al paso de quienes aseguraban tener reliquias suyas, declarando que el cuerpo de San Francisco se conservaba "íntegro" en Asís, en lugar bien seguro, es decir, en la Basílica de San Francisco. 

Recientes excavaciones bajo el ábside sacaron a la luz la casa construida por el Comune para el capítulo general de 1221, que no agradó al Santo. El lugar es ahora una cripta o capilla, presidida por un políptico de terracota de Andrea de la Robbia.

Otra leyenda sin fundamento es la de las rosas sin espinas que crecen en el "Roseto", la rosaleda que fue huerto en tiempos de San Francisco. Tal creencia se basa en una leyenda del s. XIV sobre la Indulgencia, llena de errores y de fenómenos prodigiosos, que nada tienen que ver con la historia verdadera (ver Indulgencia de la Porciúncula). Al final del claustro está la Capilla de las Rosas, edificada sobre el lugar donde estuvo la celda de San Francisco. Desde aquí se puede visitar el antiguo convento observante, la Biblioteca y el museo del santuario, con algunas cosas interesantes, como el crucifijo de Giunta Pisano, un retrato de San Francisco de Cimabúe y otro del maestro de San Francisco.


--------------------------------------- INDULGENCIA DE LA PORCIÚNCULA ----------------------------------------

En la segunda mitad de julio de 1216, cuando faltaba poco para el 2 de agosto, primer aniversario de la consagración de Santa María de la Porciúncula, Francisco se presentó con fray Maseo ante el papa, y le pidió "una indulgencia para el aniversario de la consagración, sin necesidad de limosnas". El papa se sorprendió, pues la ayuda económica era imprescindible en estos casos. Con todo le ofreció un año, más de lo habitual, pero al Santo le pareció poco uno, dos, tres o siete años, y replicó: "Plazca a vuestra santidad concederme almas, no años". Y, ante la extrañeza del pontífice, le explicó: "Quiero, si place a vuestra santidad, por los beneficios que Dios ha hecho y aún hace en aquel lugar, que quien venga a dicha iglesia confesado y arrepentido quede absuelto de culpa y pena, en el cielo y en la tierra, desde el día de su bautismo hasta el día y hora de su entrada en ella "

La perplejidad del papa estaba más que justificada: el Concilio Lateranense IV, pocos meses antes había limitado a un año la indulgencia para la dedicación de una iglesia, y a sólo cuarenta días para el aniversario, con el fin de favorecer la única indulgencia plenaria que existía entonces, la de Ultramar, establecida por el Concilio de Clermont (1095) con motivo de la Primera Cruzada. En un principio estaba reservada a los peregrinos de Tierra Santa y a los cruzados, pero el Concilio acababa de hacerla extensiva a quienes colaboraran materialmente con la Cruzada. Por tanto, una indulgencia plenaria sin riesgo físico ni coste económico, con la sola condición de acudir a la Porciúncula sinceramente arrepentidos, era algo inconcebible; de ahí que el papa respondiera: "Mucho pides, Francisco. La Iglesia no suele conceder tales indulgencias". A lo que él replicó: "Messer, lo que pido no viene de mí, es el Señor quien me envía". Entonces el pontífice exclamó, por tres veces: "¡Me agrada que la tengas!"

Pero los cardenales, temiendo el golpe que tal indulgencia podía suponer para la Quinta Cruzada que se estaba organizando, hicieron notar enseguida al pontífice que tal concesión echaba por tierra la de Ultramar, mas él argumentó: "Se la hemos concedido y no podemos echarnos atrás, pero la limitaremos a un solo día natural", y así se lo comunicó a Francisco, quien, por respuesta, hizo una reverencia y se dispuso a marcharse, pero el Papa lo detuvo, diciéndole: "¡Simple! ¿A dónde vas sin documento alguno?" "Me basta vuestra palabra -replicó él, alérgico como era a los privilegios-. Si es de Dios, ya se encargará de manifestarla. No quiero documentos. Que la Virgen sea el papel, Cristo el notario y los ángeles, testigos"

Logrado su objetivo, Francisco regresó, contento, a Asís. Al llegar a Collestrada se detuvo a descansar y a orar junto a la leprosería. Poco después llamó a Maseo y le dijo: "De parte de Dios te digo que la indulgencia concedida por el papa ha sido confirmada en el cielo"

Los biógrafos más antiguos no mencionan expresamente esta importante concesión pontificia, pero cuentan que un hermano muy espiritual, a quien Francisco quería mucho (probablemente fray Silvestre), antes de su conversión soñó que en torno a la iglesita de la Porciúncula había una multitud de personas ciegas, de rodillas, con el rostro y las manos levantadas al cielo y pidiendo a Dios, con lágrimas, luz y misericordia. Y, de repente, un gran resplandor del cielo los envolvió y les devolvió la vista.

La referencia explícita más antigua y autorizada sería una carta de San Buenaventura, ministro general entre 1257 y 1273, hoy desaparecida, inventariada en 1375 en la biblioteca papal de Aviñón bajo el título: "De indulgentia Beate Marie Portuensi (léase Portiunculae) Assisii". Pero los testimonios más importantes fueron los recogidos por fray Ángel de Perusa, ministro de la provincia umbra de San Francisco (1276-7), que sirvieron de base para el Diploma del obispo Teobaldo de Asís (1310), que es el relato más completo y autorizado.

Entre los testigos estaba Pedro de Zalfano, presente el 2 de agosto de 1216 en la Porciúncula, donde "oyó predicar a San Francisco en presencia de siete obispos, y llevaba un papel en la mano, y dijo: Os quiero llevar a todos al paraíso, y os anuncio una indulgencia que tengo de boca del sumo pontífice. Y todos los que vengan hoy, y los que vendrán cada año, este mismo día, con corazón bueno y contrito, tendrán la indulgencia de todos sus pecados. Yo la quería para ocho días, pero sólo pude conseguir uno". Aunque Pedro de Zalfano hace coincidir la proclamación con "la consagración", según una nota del Sacro Convento de Asís, de la primera mitad del s. XIII, y el testimonio de Giacomo Coppoli, que se lo oyó decir a fray León, lo que se celebraba ese día era el primer aniversario de la consagración.

La concesión, por voluntad de Francisco, nunca estuvo avalada por ninguna bula, de ahí que, años más tarde, algunos dudaran de la misma, y fue por ese motivo por el que frailes y asisanos se vieron obligados a recoger testimonios jurados de los pocos testigos directos e indirectos que aún vivían. Sin embargo, ningún papa se manifestó nunca contrario, más bien la confirmaron y, poco a poco, la fueron haciendo extensiva a otras muchas iglesias. Además, la ignorancia sobre el tema unos siglos después llevó a creer que la Indulgencia se podía obtener en la Porciúncula todos los días del año, y también esto fue aceptado por diversos pontífices, no sólo para Santa María, sino también para la Basílica de San Francisco. En cierto modo se han cumplido las palabras del Santo, cuando dijo: "Si es obra de Dios, ya se encargará él de manifestarla"

Fuente | Autor : http://www.fratefrancesco.org/01.htm | Fr. Tomás Gálvez
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