Conventos Agustinos en México El arte plateresco en los Conventos Agustinos, se desarrolló en España en la primera etapa del renacimiento. Llega a México y tiene su máxima expresión en los Conventos Agustinos del Siglo XVI. Es un arte arquitectónico español y se encuentra en las edificaciones. El plateresco es una arquitectura de estado, es un elemento ideológico de los Reyes Católicos: Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla, y de los Reyes Carlos V y Felipe II.
En México se encuentran los Conventos Agustinos que tienen como característica su apariencia de fortalezas y almenas.
Fachada principal y fachada lateral de la iglesia de Actopan.-Junto con las naves de Cristóbal Colón arriba al Nuevo Mundo el Arte Plateresco. En 1510 los maestros canteros Juan de Herrera, Ortuño de Bretendón, varios oficiales obreros. El maestro de la Catedral de Sevilla, Alonso Rodríguez, se compromete a dirigir las obras que realicen los obreros. El plateresco, a pesar de su difusión por América lo opacaba el barroco, en los siglos XVII y XVIII la riqueza y el poder de los colonos españoles les permite construir un sinnúmero de edificios barrocos sobre las ruinas de muchos edificios platerescos. Del renacimiento español se conservan algunos en América, los primeros Conventos de los Monjes Agustinos en México.
Fachada del Convento de Ocuituco, en el Edo. de Morelos.- .-Fue primer Convento Agustino de América; su construcción se inició en el año 1533 a la llegada de los Agustinos a México.
El arte plateresco es un arte decorativo de la primera etapa del renacimiento español y fue el arte ideológico de la creciente monarquía de los Reyes Católicos y parte del reinado de Carlos V, impulsaron al plateresco como un Arte de Estado. Son tres fuentes y tres partes integrantes del plateresco: la sobriedad del románico, la monumentalidad de las ojivas y los arcos quebrados del gótico y el clasicismo renacentista italiano.
Arquería plateresca de influjo renacentista italiano en el portal del Convento de Actopan.-Algunos edificios de México tienen algún influjo del plateresco: la Catedral Metropolitana de México, las Catedrales de Puebla y de Mérida, la Casa de Montejo en Mérida, el Convento Franciscano de Tepeapulco en Puebla, el Convento Dominico en Yanhuitlán, Oaxaca. Todos ellos son como fragmentos que están dispersos y no es fácil encontrarles el estilo.
Los Conventos Agustinos del Siglo XVI conservan una gran unidad arquitectónica en torno al plateresco; es probable que los Frailes constructores se lo propusieran y aplicar los principios ideológicos de los Reyes. Los Agustinos construyeron sus primeros Conjuntos Conventuales con esa misma temática, estructural, arquitectónica y estilística. La semejanza entre ellos es mucha; la iglesia de una nave, sin capillas, los techos con bóveda, sin cúpula y almenas como cresterías; fachadas sobrias, renacentistas, con algunos elementos platerescos claramente definidos, las columnas platerescas, balaustres; espadañas que rematan las fachadas, en lugar de torres campanarios; interiores pintados a la grisalla, con fuerte presencia de los grutescos; importante influjo de lo gótico en los arcos quebrados, nervaduras de las bóvedas, rosetones y gran altura de los templos; lo románico en los arcos achaparrados de medio punto y la poca altura de los claustros; las celdas del convento ocultas al claustro a través de un muro; contrafuertes en las esquinas de las fachadas; grandes, impresionantes, atrios; cresterías que decoran balaustradas, techos, columnatas, capillas abiertas…; cuatro columnas en las fachadas con nichos en medio de cada par, con San Pedro y San Pablo en los mismos; contra fuertes de las fachadas de los templos rematados con cresterías en forma de almena.
Fachada del Templo de Yecapixtla, Morelos, con su rosetón a la altura del coro, sus cuatro columnas labradas en cantera y decoraciones en altorrelieve con grutescos.
La característica más destacada del plateresco, es la estructura gótica en la mayor parte de los monumentos, especialmente en los templos. El elemento en nuestros edificios religiosos platerescos es la bóveda gótica de crucería, de formas muy diversas. Generalmente se continúa en ellas la normal evolución de la crucería flamígera con dibujos más complicados. La estrella se presta a tales fantasías en la lineación de las nervaturas, que casi nunca es repetido el mismo modelo.
Bóveda del sotocoro de la Iglesia de Yecapixtla, Morelos, con su hermosa nervadura gótica flamígera, una de las muy escasas en América.- Siete Frailes Agustinos llegaron a México en 1533, encabezados por el Padre Prior, Fray Francisco de la Cruz.
Segundo cuerpo de la fachada del Templo de San Agustín en la Ciudad de México: los siete primeros misioneros se arrodillan ante su Padre de Hipona. Este conjunto conventual no es el original, que se quemó poco después de ser concluido y se reconstruyó. Actualmente ya no es de estilo plateresco.- Decorados con balaustradas y un nudo central ornamentado. El modelo de balaustre plateresco fue definido por el libro Medidas, de Diego de Sagredo, publicado en Toledo en 1526. Este fue muy popular y los Agustinos se documentaron en él. Los balaustres de cuerpos mixtos; el capitel de orden corintio, la primera parte del fuste liso o estriado, la segunda decorado con motivos florales, la tercera con estrías oblicuas, imitando las columnas salomónicas, la cuarta aparentaba un copón y finalmente podía haber hasta una quinta o sexta parte. Los balaustres tan decorados parecían más trabajo de plateros que de lapidarios, de ahí el nombre de plateresco.
Balaustre del libro Medidas y balaustre de la fachada del Templo de Acolman.-Los 7 Agustinos fueron enviados al Convento de Ocuituco, Morelos, para que evangelizaran a los indígenas. En Totolapan fundan un Convento y es cuando les ordenan que se retiren de la Cd. de México, no obedecen y se quedan 2 en México, 2 en Totolapan y 2 en Guerrero, el séptimo regresa a España en busca de más Agustinos que quieran venir a México. Los Agustinos regresan a su construcción inconclusa y reiniciar su labor evangélica. El primer Convento Agustino de Ocuituco, no se sabe si fue construcción plateresca por las modificaciones que se le han hecho, tiene un cierto aspecto medieval románico en su claustro pequeño y una fuente con leones, labrados en piedra volcánica.
León que decora la fuente del Claustro del Convento de Ocuituco, Morelos.- Los interiores de los edificios religiosos, se crean con fuerte tendencia a la verticalidad que se acentúa en los cruceros, exaltada por la estructura de las bóvedas góticas y sin la cruz griega.
Fachada de la capilla abierta en primer término, fachada de la iglesia y atrás, una torre campanario muy esbelta, en el conjunto arquitectónico de Atlatlahucan, Morelos.- Con un reducido número de religiosos se construyeron 13 fundaciones, la mayoría de ellas en las zonas más inhóspitas del Arzobispado de México y del Obispado de Tlaxcala y Puebla, así como en Tlapa y Chilapa, en Sierra Alta en la Huasteca, fue cimentada en ese tiempo por religiosos realizaron hazañas casi míticas, propias de una Edad Dorada. La falta de Frailes en los primeros años propició la existencia de misioneros que recorrían solos grandes distancias en zonas inhóspitas y cuya labor consistía en congregar a los indígenas en pueblos y administrarles el Bautismo. En esta época se fundaron Conventos y cada uno estaba encargado de extensas zonas que eran administradas por uno o dos religiosos.
Las fundaciones de los Conventos realizadas en 1550 por la escasez de personal eran Prioratos apoyados y ayudados por los virreyes y obispos.
Los encomenderos tenían una participación directa en las fundaciones y el doctrinero que impartía la instrucción religiosa a los indígenas que tenían encomendados, justificaba el trabajo y el tributo que les daban. En los pueblos que pertenecían a la Corona, la fundación de la doctrina era un deber de los gobernadores y oficiales reales. El encomendero o la Corona, se obligaban a construir casa e iglesia, a dar ornamentos para ésta y a sustentar al doctrinero.
-. Arquería del portal del Convento de Totolapan, modificada durante los siglos; hoy es un Convento Franciscano. En segundo plano el almenado del segundo nivel del Claustro, que aún conserva sus formas originales. La Iglesia y el
Convento de esta segunda construcción Agustina, es tan pequeña y baja que se asemeja mucho a la de Ocuituco y como ésta las modificaciones que ha sufrido es difícil reconocer en él el estilo plateresco.
Las direcciones que tomaron los Agustinos para realizar su evangelización: a) Avance meridional; al oriente del Estado de Guerrero, unida a México a través de Morelos y Puebla.
b) Avance septentrional; se dirigió a los otomíes en el Estado de Hidalgo y se continuó hacia la Huasteca.
c) Avance occidental; lo forman casas en Michoacán y se enlaza con la Cd. de México por las casas de Toluca: Malinalco, Ocuilan y Chalma.La fundación de la misión del sur se inició a fines de 1533. Fray Francisco de la Cruz envió ese año a Fray Jerónimo de San Esteban y a Fray Jorge de Ávila a la zona de Tlapa y Chilapa. Los dos misioneros se detuvieron en su camino en los pueblos de Mixquic y Totolapan, en éste último hicieron casa con el fin de adquirir para su Orden el derecho de misionar en este territorio y continuaron hacia Ocuituco, Morelos, su primera fundación meridional. La primera septentrional fue la de Atotonilco el Grande, Hidalgo en 1535 y la primera fundación occidental fue en Ocuilan en el Edo. de México en 1537.
Fachada de la Iglesia Agustina de Atotonilco, con su portada en cantera rosa labrada, sobriedad renacentista del conjunto, cuatro columnas decorando los costados; nichos con rosetones y las imágenes de San Pedro y San Pablo que se encuentran en los medallones laterales que decoran el arco de la puerta.
En 1540 ya se encontraban las tres líneas de influencia Agustina gracias a las primeras fundaciones; y se iniciaba una nueva época para la Orden, la cual multiplicó sus Conventos en forma extraordinaria; y de ese año al 1570, aumentaron los Conventos en pueblos de indígenas. Las fundaciones se reglamentaron teniendo en cuenta la organización interna de la Orden. De 1570 a 1602, surgieron nuevos elementos como el gran crecimiento en el número de religiosos y el aumento de las fundaciones en las villas de españoles.
Entre 1540 y 1570 respondieron a tres necesidades básicas: a) reforzar la misión en los territorios anteriormente adquiridos por medio de nuevos conventos de ocupación; b) entrar hacia las zonas abandonadas por las otras órdenes, siguiendo las direcciones marcadas por las fundaciones de la época anterior; c) intercomunicar todas las zonas mediante misiones de enlace.
El primer tipo de fundaciones, las de ocupación se realizaron con el fin de formar una intensa red de conventos alrededor de un centro para poder llevar a cabo la administración de los indígenas de un determinado territorio con buen éxito. Ejemplos claros en el área Agustina fueron los de la zona de Hidalgo y Michoacán. El segundo tipo, las fundaciones de penetración, se creaban para abrir a la evangelización territorios de difícil acceso y no pacificados del todo, por lo cual eran esporádicos y casi siempre precedían a la conquista militar.
Uno de los conjuntos conventuales más importantes de esta segunda etapa es el de Metztitlán, comenzado a construir en 1543. Éste se encuentra en la serranía otomí de Hidalgo. Se puede ver la inmensa fortaleza, custodiada por las montañas.El plateresco concibe las fachadas como una totalidad decorativa que cubre el
paramento frontal del edificio, sus temas decorativos se despliegan y repiten como un tapiz.
Fachada del Templo de Acolman.- El convento núcleo de la organización monástica, era la base donde se verificaban cotidianamente los actos y las relaciones que daban existencia a una congregación, la cual, por su medio, se ponía en contacto con el resto de la sociedad. Una clasificación, deberá tener en cuenta estos dos factores de función interna y externa de la unidad conventual que se influían mutuamente.
La importancia de la labor misional y de la existencia en la sociedad de dos “repúblicas” bien diferenciadas, dos tipos de conventos: los situados en pueblos de indios y los erigidos en villas de españoles.
Tenían generalmente un reducido número de frailes, nunca más de cinco, y que este hecho modelaba la vida y funcionamiento de la pequeña comunidad. Los conventos urbanos, situados en las ciudades españolas, eran casi siempre entidades con muchos religiosos, desde 10 hasta 100 y ello los hacía tener una compleja organización. Esta regla tenía una multitud de excepciones. Muchas veces, las casas en pueblos de indios con medios suficientes para sustentar una gran comunidad y con un amplio edificio para alojarla, eran destinadas a noviciado y/o estudio durante un cierto tiempo. En el noviciado se incluían todas aquellas personas que pretendían tomar el hábito de la Orden; en los estudios de gramática, artes y teología, se preparaban para el sacerdocio los religiosos ya profesos, que estudiaban, además, lenguas indígenas. Todos los Conventos Agustinos Platerescos que se conservan son los de tipo rural; los ubicados en las ciudades fueron remodelados o derruidos para construir nuevos y barrocos conjunto conventuales. Uno de estos el Convento cabecera provincial en la Ciudad de México; su construcción fue carísima y se invirtió muchos años en terminarla; al final de su construcción, no funcionó, se quemó y se construyó el actual.
Arquería de Claustro del Convento de Totolapan.- En el primer arco superior se pueden ver las cabezas de dos novicios franciscanos rezando el oficio divino de la tarde, mientras deambulan a lo largo del pasillo.
La columna en todas sus aplicaciones decorativas se la deforma al convertirla en balaustre, con un perfil de candelero. Las constructivas se las dota de un nudo central ornamentado. El pilar pierde su severidad antigua al llenarse de grutescos y concebirse como un elemento decorativo. Los capiteles se complican y enmarañan. Pocas veces se emplean en su pureza los órdenes clásicos: dórico, jónico o corintio. Generalmente se introducen en ellos máscaras, carátulas de niños, tritones, cuerpos humanos desnudos, formándose fragantes y caprichosas composiciones. Los capiteles de las columnas del claustro de Epazoyucan tienen claramente este tipo de remates platerescos.
La vida de la Comunidad Agustina se desenvolvía entre la práctica de la oración y la labor evangelizadora. El centro de la actividad dentro del Convento era la oración en común que se hacía varias veces al día en el coro: laudes, vísperas, completas y maitines. En un principio, las casas pequeñas tenían licencia para no llevar coro; su reducido número de miembros y el hecho de que la mayor parte del tiempo se dedicaran a la evangelización y a la administración de las visitas, lo hacía imposible. A medida que fue creciendo la comunidad, se hizo obligatoria la oración comunitaria en todas las casas. Ésta era una de las bases de la observancia y no se podía excusar ya en ningún caso. Como consecuencia del afán reformador de algunos religiosos, que veían que con la misión se enfriaba el cumplimiento de la regla que exigía el rezo en el coro, se comenzaron a dar algunas normas para evitarlo. En 1563, las actas capitulares de Epazoyucan ordenaron que los religiosos no estuvieran fuera de su convento más de tres días y solamente por causa de la administración de las visitas y se les obligaba, además, a no salir de los términos de la zona que abarcaba la doctrina.
Si bien la oración en común era una regla de la comunidad agustina, ésta no perdió en Nueva España su carácter eremítico. En algunos conventos rurales había lugares de recogimiento y soledad para los religiosos que querían, por algún tiempo, una vida de oración retirada del mundo. En el Siglo XVI era famosa la casa de Tzitzicaxtla, que estaba rodeada de ermitas, por lo que se le conocía también por este nombre. En el Siglo XII se destacó el yermo de San Miguel de Chalma.
Los frailes de una cabecera se distribuían para administrar a los indios cercanos a sus conventos y los de sus visitas. En Meztitlán, por ejemplo, estas visitas eran recorridas por dos frailes que iban en direcciones opuestas y que decían misa y administraban los sacramentos. Después de este recorrido, los religiosos regresaban a su convento y salían otros dos a andar el mismo camino. Esta vida, que era la más común en los conventos, provocó que los frailes pasaran largas temporadas solos. Había incluso casos de religiosos, sobre todo los que misionaban en las zonas más inhóspitas y entre chichimecas, que vivían la mayor parte del tiempo fuera de la comunidad y en completa soledad.
Pasillos del Claustro de Metztitlán estaban casi todo el tiempo vacíos; los Frailes nunca pasaron de ocho, tenían que visitar más de 100 pueblos. Una doctrina o pueblo indígena que no tenía Convento era visitado una o dos veces al año por el Fraile.
El garbo nacional de nuestro plateresco, sus inauditas originalidades, provienen de la rapidez en la adopción del temario renacentista, sin tiempo para su normal asimilación. Apenas si en la última década del Siglo XV se encuentra alguna aparición renaciente. Desde 1520 todas las construcciones con excepción de las catedrales e iglesias de recuerdo gótico se conciben con supuestos renacentistas. Esta celeridad en la apasionada aceptación de los temas itálicos motivó su personal interpretación por cada uno de los arquitectos y la increíble variedad y fantasía en la elaboración de las arquitecturas renacientes.
La decoración renaciente varía en España no sólo en sus formas, sino en sus ritmos y composición. Hasta 1540, y muy singularmente en las fachadas de la Universidad de Salamanca y del Ayuntamiento de Sevilla, la ornamentación plateresca se desenvuelve con la tendencia a la cubrición total de los paramentos en un relieve no muy acusado, envolviendo pilastras, muros y columnas, con un sentido fluyente y dinámico. En la segunda etapa, que puede abarcar las dos décadas siguientes, esta decoración se concentra en los puntos nucleares de la construcción, pero manteniendo como en las obras de Rodrigo Gil el mismo tipo de grutescos y la misma fragorosa tensión ornamental allí donde se anda la decoración. La arquitectura plateresca, pudo alcanzar el purismo y severidad vignolescos sin la violencia de El Escorial, termina en una etapa en la cual se conservan algunas gracias ornamentales renacentistas, pero el tono es de una mayor severidad, buscando la imponencia arquitectónica.
El plateresco mexicano se parece mucho más a este plateresco final, de mediados del Siglo XVI, que al plateresco inicial de los Reyes Católicos, aunque la causa de la sobriedad de nuestro plateresco habría que buscarla menos en la influencia italiana y más en las condiciones históricas en las que surge: la conquista, la aculturación y la esclavización y la pobreza material de los indios, que fueron quienes finalmente construyeron estos edificios.
Renacentista y sobria fachada del Conjunto Conventual de Zempoala,Hidalgo. La edificación conventual del Siglo XVI poseía varias dependencias; las principales eran: la iglesia, generalmente de una nave y orientada de este a oeste, un coro alto para los religiosos, baptisterio, confesionarios y presbiterio; el convento, adosado a la parte norte o sur de la iglesia, los pocos conventos situados al norte de la iglesia es el de Tlayacapan, tenía un portal, cubierto, a la entrada y un claustro central, se distribuían las habitaciones destinadas a refectorio, cocina, sala capitular, biblioteca, celdas, situadas en uno o dos pisos, además de las caballerizas, el pajar y la huerta. Algunas adosados a la iglesia las construcciones del hospital y la escuela. El atrio, que se extendía frente a la puerta del templo, y que estaba rodeado generalmente de una muralla, tenía una infinidad de funciones: cementerio, salón para la doctrina y sitio para procesiones, bailes, fiestas o juntas de carácter religioso en las que participaba todo el pueblo. Las capillas abiertas, que tenían varias formas y distribución, eran construcciones o adaptaciones hechas para colocar un altar y oficiar la Misa frente al atrio, con lo cual éste se convertía en una inmensa iglesia al aire libre. Las capillas posas, que se encuentran en algunos conventos, estaban en los cuatro extremos del atrio y servían para posar el Santísimo o las imágenes durante las procesiones, o para celebrar en ellas Misa. Cada barrio tenía a su cargo el cuidado de una de las capillas y podían servir de enterramiento a caciques y principales.
A principios del Siglo XVI la Orden Agustina tuvo fama de hacer las construcciones más grandes y costosas de Nueva España; después, durante el barroco todas las órdenes compitieron para ver cuál podía construir el conjunto más lujoso. Obispos y virreyes se quejaban de su suntuosidad y de los gastos que provocaban. Los mismos religiosos tenían, como a título de gloria, la gran riqueza y monumentalidad de sus iglesias y conventos.
Una de las razones para esta magnificencia era el impactar a los neoconversos para afianzar el cristianismo por medio de los sentidos; los mismos indígenas tenían como orgullo local el poseer un suntuoso convento y una gran iglesia; también influyó la necesidad de dar cabida a muchos frailes en los conventos.
Atrio del Convento de Epazoyucan, Edo. de Hidalgo, visto desde la ventana de una celda. En primer plano la arquería del portal del convento, cuyo techo ya no existe. En segundo plano el atrio con diversos monogramas religiosos, como el de Jesús; alrededor de éstos la muralla perimetral y al costado izquierdo una de las capillas posas. En tercer plano, al fondo, las áridas tierras y montañas de Hidalgo.
Fuentes: Arte plateresco. Diccionario en línea. posted by Ramon Moreno. Arte Plateresco Agustino