por thaisnu » Sab Oct 24, 2015 7:21 pm
1. ¿Qué dice la Congregación para el Culto Divino sobre que el Cura esté de espaldas?
El texto conciliar no habla de la orientación del altar hacia el pueblo. Se habla de esta cuestión en instrucciones posconciliares (Inter Oecumenici). La más importante de ellas es la Institutio generalis Missalis Romani, la Introducción general al nuevo Misal romano de 1969, donde en el número 262 se lee: «Constrúyase el altar mayor separado de la pared, de modo que se le pueda rodear fácilmente y la celebración se pueda hacer de cara al pueblo [versus populum]». La introducción a la nueva edición del Misal romano de 2002 ha tomado este texto a la letra, pero al final añade lo siguiente: « es deseable donde sea posible».
Las dudas que pudieron surgir en torno a la interpretación del texto en cuestión quedaron resueltas por la autoridad eclesiástica. Así, la Congregación para el Culto Divino explicitó en el año 2000, en respuesta a una pregunta del Cardenal Schönborn, Arzobispo de Viena, que la celebración cara al pueblo “en modo alguno excluye la otra posibilidad”, y añadiendo que “es claro que sea cual sea la posición del celebrante, el sacrificio eucarístico se ofrece a Dios Uno y Trino y que el Sumo Sacerdote es Jesucristo, que actúa a través del ministerio del sacerdote de manera visible como instrumento suyo(…) Si el sacerdote celebra “versus populum” (cara al pueblo), lo que es legítimo y a veces recomendable, su actitud espiritual debe estar siempre orientada “versus Deum per Iesum Christum” (hacia Dios por medio de Jesucristo). Los ritos, los signos, los símbolos y las palabras jamás podrán explicar de manera exhaustiva la realidad misma del misterio de la salvación. Por eso, la Congregación añade una advertencia contra cualquier postura unilateral y rígida en este debate. Es una clarificación importante, porque da a entender lo que en las formas simbólicas externas de la liturgia es puramente relativo, y se opone al fanatismo. Al mismo tiempo, subraya el dinamismo interior de la acción litúrgica, que jamás podrá expresarse en su totalidad por medio de fórmulas puramente externas. Y esa orientación interior es válida tanto para el sacerdote como para el pueblo congregado; es una orientación hacia el Señor.
2. ¿Qué es la Plegaria Eucarística y cuáles son sus principales elementos?
Esta oración se dirige, no a Cristo, sino al Padre. De hecho es un culto de adoración que el propio Cristo ofrece al Padre, tal como lo hizo en el momento de su pasión, muerte y resurrección, pero ahora lo ofrece por intermedio del sacerdote, que actúa “en la persona de Cristo”, junto con todos los que formamos el Cuerpo de Cristo, la Iglesia.
Consta de los siguientes elementos:
La IGMR, en el n. 79, nos presenta los principales elementos de que consta la Plegaria eucarística:
a) Acción de gracias (que se expresa sobre todo en el Prefacio): en la que el sacerdote, en nombre de todo el pueblo santo, glorifica a Dios Padre y le da gracias por toda la obra de salvación o por alguno de sus aspectos particulares, según las variantes del día, de la festividad o del tiempo litúrgico (IGMR 79a).
b) Aclamación: con la que toda la asamblea, uniéndose a las potestades celestiales, canta el Santo. Esta aclamación, que constituye una parte de la Plegaria eucarística, la pronuncia todo el pueblo con el sacerdote (IGMR 79b).
Ante la salvación que se anuncia y se realiza, la Asamblea canta el Santo, palabra que es la expresión y el reconocimiento que el creyente hace de la grandeza y santidad de Dios.
c) Epíclesis: con la que la Iglesia, por medio de determinadas invocaciones, implora el poder del Espíritu Santo para que los dones que han ofrecido los hombres, sean consagrados, es decir, se conviertan en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, y para que la víctima inmaculada que se va a recibir en la Comunión se para salvación de quienes la reciban (IGMR 79c).
Esta invocación va siempre acompañada de un gesto epiclético, la imposición de las manos que el sacerdote extiende sobre las ofrendas.
d) Narración de la institución y consagración: mediante las palabras y acciones de Cristo se lleva a cabo el sacrificio que Cristo mismo instituyó en la Última Cena, cuando bajo las especies de pan y vino ofreció su Cuerpo y su Sangre y se lo dio a los Apóstoles en forma de alimento y bebida, y les dejó el mandato de perpetuar este mismo misterio (IGMR 79d).
El relato de la institución de la Eucaristía dentro de la Plegaria, tiene la función de explicitar las palabras del Señor y su relación con el mandato por El dejado. Expresa el paso del memorial de la salvación pretérita a la realidad de la salvación presente, que realiza la Iglesia sacramentalmente: se repite el gesto, y con él el misterio de la muerte y resurrección, centro del Misterio Pascual y garantía de nuestra futura participación en él.
e) Anamnesis: con la que la Iglesia, al cumplir este encargo que, a través de los Apóstoles, recibió de Cristo Señor, realiza el memorial del mismo Cristo, recordando principalmente su bienaventurada pasión, su gloriosa resurrección y la ascensión al cielo (IGMR 79e).
La anamnesis del Misterio Pascual y el ofrecimiento al Padre de la víctima sacrificial, es otro de los elementos esenciales Se recuerda la Muerte, Resurrección y Ascensión de Cristo, no como una evocación fría de hechos pasados, sino como memorial viviente, realizado en el aquí y ahora de la Asamblea. La Eucaristía celebra y re-presenta (hace presente de nuevo) la fuerza salvadora de esos hechos que nos alcanzaron la reconciliación con Dios. Y por esa razón el sacerdote, en nombre de y representando a todo el pueblo sacerdotal, lo ofrece al Padre como oblación agradable a Él y salvadora para los hombres.
f) Oblación: con la que la Iglesia, sobre todo la reunida aquí y ahora, ofrecen en este memorial al Padre en el Espíritu Santo, la víctima inmaculada. La Iglesia pretende que los fieles no sólo ofrezcan la víctima inmaculada, sino que aprendan a ofrecerse a sí mismos, y que de día en día perfeccionen, con la mediación de Cristo, la unidad con Dios y entre sí, para que, finalmente, Dios lo sea todo en todos (IGMR 79f).
Después de la consagración hay una segunda epíclesis o invocación: se implora de nuevo la presencia del Espíritu Santo para que por una parte haga grata al Padre la ofrenda de la Víctima y por otra, la acción del Espíritu aúne en una sola familia de hermanos a todos los que se alimentan de esta misma Víctima.
g) Intercesiones: con ellas se da a entender que la Eucaristía se celebra en comunión con toda la Iglesia celeste y terrena, y que la oblación se hace por ella y por todos sus miembros vivos y difuntos, miembros que han sido todos llamados a la participación de la salvación y redención adquiridas por el Cuerpo y la Sangre de Cristo (IGMR 79g).
La Eucaristía se ofrece por toda la Iglesia. Por eso en la Plegaria eucarística hay una intercesión explícita por todos ellos: el Papa, el Obispo, la jerarquía, los oferentes, los que están reunidos, los ausentes, los difuntos. Se pide que a todos ellos alcance la salvación de Cristo que la Eucaristía representa y actualiza.
h) Doxología final: con ella se expresa la glorificación de Dios; se concluye y confirma con la aclamación del pueblo: Amén (IGMR 79h).
La doxología final es la bendición trinitaria que corona la Plegaria eucarística. La Asamblea rubrica y asiente con su Amén esta glorificación y toda la acción realizada en la Plegaria eucarística.