por Angelica Vargas » Jue Dic 10, 2015 7:58 am
Sacramentos al servicio de la comunidad: Matrimonio y Orden Sagrado
1.- El matrimonio es una sabia institución de Dios Creador para realizar su designio de amor en la humanidad. Por medio de él, los esposos se perfeccionan, crecen mutuamente y colaboran con Dios en la procreación de nuevas vidas. Cristo lo elevó a la dignidad de sacramento.
El matrimonio para los bautizados es un sacramento que va unido al amor de Cristo su Iglesia, lo que lo rige es el modelo del amor que Jesucristo le tiene a su Iglesia (Cfr. Ef. 5, 25-32).
El matrimonio se define como la alianza por la cual, - el hombre y la mujer - se unen libremente para toda la vida con el fin de ayudarse mutuamente, procrear y educar a los hijos. Esta unión, basada en el amor, que implica un consentimiento interior y exterior, estando bendecida por Dios, al ser sacramental hace que el vínculo conyugal sea para toda la vida. Nadie puede romper este vínculo. (Cfr. CIC can. 1055).
2.- El matrimonio es verdadero sacramento porque en él se encuentran los elementos necesarios. Es decir, el signo sensible, que en este caso es el contrato, la gracia santificante y sacramental, por último que fue instituido por Cristo.
El signo externo de este sacramento es el contrato matrimonial, que a la vez conforman la materia y la forma.
La materia remota: son los mismos contrayentes.
La materia próxima: es la donación recíproca de los esposos, se donan toda la persona, todo su ser.
La forma: es el Sí que significa la aceptación recíproca de ese don personal y total.
3.- Los esposos cristianos están llamados a encontrar en su matrimonio y su familia el camino del Cielo, y el sacramento les da para ello un aumento de la gracia santificante.
Cuando los novios salen del templo, sus almas se encuentran más fuertes y más bellas espiritualmente que cuando, unos minutos antes, entraron a él. Es, por tanto, muy conveniente que los contrayentes reciban este sacramento libres de pecado mortal.
El Matrimonio da su propia gracia específica, llamada gracia sacramental. Ésta consiste en el derecho a recibir de Dios todas las ayudas necesarias para que los esposos puedan amarse en Cristo sin infidelidad y para siempre, así como el derecho a recibir todos los auxilios materiales y espirituales exigidos para la fundación de su hogar.
Esta gracia sacramental acompaña a los esposos durante toda su vida. Cuando el mal rato del esposo (o de la esposa), decaído ante las dificultades cotidianas, le lleva a sentirse víctima y a pensar que casarse fue un error, ése es el momento de recordar que él (o ella) tiene la garantía de recibir todas las gracias necesarias en esa situación, la garantía de recibir toda ayuda divina que pueda requerir para fortalecer su flaqueza y superar la dificultad.
La gracia especial del Matrimonio otorga así la generosidad y la responsabilidad para engendrar y educar a los hijos; la prudencia y la discreción en los innumerables problemas que la vida familiar lleva consigo; capacita a los esposos para acomodarse el uno a los defectos del otro y sobrellevarlos. Hay que dar a Dios la oportunidad para mostrar su grandeza.
Proporciona a los esposos y a los padres todas las gracias de Nazaret, modelo de los hogares cristianos. Es, podríamos decir a modo de resumen, el sacramento de la vida familiar en Cristo.
Entre los efectos: los cónyuges son fortalecidos y quedan como consagrados por un sacramento peculiar para los deberes y la dignidad de su estado”. Se ayudan mutuamente a santificarse con la vida matrimonial y con la acogida y educación de los hijos”.
4.- El Sacramento del Orden consta de diversos grados y por ello se llama orden.
La Iglesia, tomando como fundamento la Sagrada Escritura, llama desde los tiempos antiguos con el nombre de taxeis (en griego), de ordines (en latín) a diferentes cuerpos constituidos en ella. En la actualidad se designa con la palabra ordinatio al acto sacramental que incorpora al orden de los obispos, de los presbíteros y de los diáconos, que confiere en don del Espíritu Santo que les permite ejercer un poder sagrado que sólo viene de Cristo, por medio de su Iglesia. La "ordenación” también es llamada consecratio.
Cristo es la fuente del ministerio de la Iglesia. Él lo ha instituido, le ha dado la autoridad, la misión, la orientación y la finalidad.
5.- Por la Sagrada Escritura, podemos conocer como Jesús escogió de manera muy especial a los Doce Apóstoles (Cfr. Mc. 3, 13-15; Jn. 15, 16). Y es a ellos a quienes les otorga Sus poderes de perdonar los pecados, de administrar los demás sacramentos, de enseñar y de renovar, de manera incruenta, el sacrificio de la Cruz hasta el final de los tiempos. Les concedió estos poderes con la finalidad de continuar Su misión redentora y para ello, Cristo les dio el mandato de transmitirlos a otros. Desde un principio así lo hicieron, imponiendo las manos a algunos elegidos, nombrando presbíteros y obispos en las diferentes localidades para gobernar las iglesias locales.
6.- Los presbíteros - palabra que viene del griego y significa anciano – no poseen la plenitud del Orden y están sujetos a la autoridad del Obispo del lugar para ejercer su potestad. Sin embargo, tienen los poderes de:
o Consagrar el pan y el vino.
o Perdonar los pecados.
o Ayudar a los fieles, transmitiendo la doctrina de la Iglesia y con obras.
• Pueden administrar cualquier sacramento en el cual el ministro no sea un Obispo.
Los sacerdotes o presbíteros son los que ayudan a los Obispos en diferentes funciones. Por ello, cuando un sacerdote llega a una diócesis tiene que presentarse ante el Obispo, y éste será quien le otorgue los permisos necesarios.
Los presbíteros, a pesar de no poseer la plenitud del Orden y dependan de los Obispos, están unidos a ellos en el honor del sacerdocio y, en virtud del Sacramento del Orden, quedan consagrados como verdaderos sacerdotes de la Nueva Alianza, a imagen de Cristo, sumo y eterno Sacerdote. (Cfr. Hb.5, 1-10; 7,24; 11, 28). Además, por el Sacramento del Orden, los presbíteros participan en la universalidad de la misión confiada por Cristo a los Apóstoles.