por Esperanza2015 » Sab Ene 09, 2016 7:50 pm
3.2 EUCARISTÍA FUENTE DE VIRTUDES
RESPUESTAS
1. ¿POR QUÉ LLAMAMOS A LA EUCARISTÍA “MISTERIO DE FE”?
Porque la Eucaristía requiere y presupone la fe.
Hay que tener fe para aceptar y creer que es Cristo quien celebra la Eucaristía, cuando vemos a un hombre (sacerdote) subir las gradas del altar, y oímos su voz que es humana y vemos su rostro humano y sus facciones humanas.
Hay que tener fe para aceptar y creer que asistimos al Calvario, al Viernes Santo, y lo que vemos son las paredes frías de la Iglesia, las bancas o sillas.
Hay que tener fe para creer que es Dios quien nos habla en las lecturas, cuando escuchamos una voz humana, masculina o femenina.
Hay que tener fe para creer que todos los ángeles asisten absortos y comparten nuestra Misa alrededor del altar, cuando lo que vemos son unas velas, un mantel, los monaguillos y gente de carne y hueso.
Hay que tener fe para creer que Dios está real y sacramentalmente presente bajo las especies del pan y vino, cuando nuestros ojos no ven nada y tan solo oímos una voz humana.
Hay que tener fe para creer que, después de la consagración, ese trozo de pan que vemos es el Cuerpo de Cristo, cuando nos sabe a pan y solo vemos pan, siendo verdaderamente el Cuerpo de Cristo.
Hay que tener fe para aceptar y creer que somos una comunidad de hermanos, cuando a veces vemos gente extraña que ni siquiera conocemos y con la que no siempre estamos en plena comunión.
Se nos dice que la Misa termina en misión y, sin embargo, volvemos a casa a seguir haciendo lo mismo de siempre, a la misma rutina, a las mismas penas y sufrimientos de siempre.
Por eso se afirma que la Eucaristía es un misterio de fe y, solo quien la tiene, puede entrar en esa tercera dimensión que se requiere para vivirla y disfrutarla.
2. ¿POR QUÉ LA EUCARISTÍA ES UN ACTO DE AMOR?
La Eucaristía es el gesto de amor más sublime que nos dejó Jesús aquí en la Tierra. Ciertamente, la Eucaristía es el Sacramento del amor.
Es un acto de amor porque en la Eucaristía, Dios nos alimenta con el cuerpo y la sangre de su mismo Hijo Jesucristo, para que tengamos vida de Dios y la tengamos en abundancia. Dios no se ahorra nada y nos da todo: cuerpo, sangre, alma y divinidad de su Hijo en la Eucaristía. Es decir que Dios se entrega y se dona completamente a nosotros, porque el amor es entrega y donación.
En la Eucaristía, somos invitados a un banquete, lo cual presupone un gesto de amor.
Ya en el banquete, reina el amor fraterno, porque todos formamos una comunidad, donde nos saludamos, nos damos la paz, compartimos entre todos como una familia.
En la Eucaristía también se manifiesta el amor delicado de Dios, cuando, antes de comenzar el banquete, con el acto penitencial “Yo confieso”, se pone de manifiesto que el Señor lava nuestra alma y nuestro corazón, en gesto de limpiarnos y purificarnos.
En la Eucaristía se manifiesta el amor generoso de Dios, al aceptar, el momento de la presentación de las ofrendas, lo poco que hemos traído al banquete: un trozo de pan, un poco de vino y unas gotas de agua.
La manifestación del amor omnipotente y humilde de Dios, se manifiesta cuando, el momento de la consagración, manda su Espíritu para transformar ese pan y ese vino en el Cuerpo y Sangre de su Hijo y se queda ahí real y sacramentalmente para nosotros, bajo las especies del pan y del vino.
Y, el misterio más grande de su amor, se manifiesta cuando, el momento de la Comunión, se hospeda en nuestra alma y se hace uno con nosotros.
3. POR QUÉ SE HA PERDIDO LA VIRTUD DE LA ESPERANZA ENTRE LOS HOMBRES?
La esperanza es la virtud que nos da alegría, optimismo, ánimo, es la virtud del caminante, que nos hace dirigir la vista al cielo, donde se realizarán todas las promesas.
Sin embargo, esta virtud se está perdiendo por presunción o por desaliento y desesperación.
Por presunción.- Es decir, esperar de Dios el cielo y todas las gracias necesarias para llegar a Él, sin poner de nuestra parte los medios que nos ha mandado. El Señor nos promete la victoria, pero con la condición de que hemos de velar y orar y poner todos los medios de nuestra parte.
Por desaliento y desesperación.- Es decir, por sentirse desanimados, vencidos en la lucha o atormentados por escrúpulos, cuando la esperanza es una de las características de la Iglesia, como pueblo de Dios que camina hacia la Jerusalén celestial. Todo el Antiguo Testamento está centrado en la espera del Mesías. Y también el Nuevo Testamento es un mensaje de esperanza; Cristo mismo es nuestra esperanza porque es la garantía plena para alcanzar los bienes prometidos.
La Eucaristía es un adelanto de esos bienes del cielo que poseeremos después de esta vida, porque la Eucaristía es el Pan bajado del cielo que fortalece nuestra esperanza, despierta nuestro recuerdo, acompaña nuestra soledad, socorre nuestras necesidades y se nos ha dado como testimonio de nuestra salvación y de las promesas contenidas en el Nuevo Testamento.