por armelio parga lira » Mar Nov 02, 2010 8:09 pm
1. ¿Qué actitudes bloquean la construcción de la cultura vocacional no sólo en el mundo, sino también en la Iglesia y en la Congregaciones religiosas?
a) El derrotismo: No podemos hacer nada. Puesto que las vocaciones son un don del Espíritu Santo, no cabe sino esperar pasivamente las vocaciones que al Espíritu le plazca enviar. Si Dios quiere, ya enviará vocaciones... Es malentender la confianza en Dios no cooperar con El.
b) El abatimiento: Hacemos lo que podemos y, sin embargo... Consiste en creer que hacemos todo lo que podemos: ya dedicamos energías a la pastoral juvenil, a ejercicios para jóvenes, a experiencias de verano. Curiosamente, los grupos con más vocaciones son los que más energías invierten y los que están más convencidos de que deberíamos hacer más, en cantidad y calidad: Mejorar sus ofertas pastorales y adaptarlas; implicar en ellas a más gente; evaluarlas a fondo y regularmente; mantener en formación continua a quienes las dirigen; hacer más equipo entre los miembros de la congregación; ampliar el espectro de publicaciones y materiales de orientación vocacional, elaborando algunos para cada edad específica...
c) La excusa: Ya tenemos un (equipo) encargado. La animación de vocaciones es de toda la congregación. Es la comunidad entera y la congregación en su totalidad la que atrae o repele las vocaciones. No es exclusivo de un equipo o encargado.
d) La edad: Eso es cosa de las más jóvenes; a mi edad... Es verdad que las/los jóvenes pueden aportar más cercanía y espontaneidad pero las encuestas realizadas entre religiosos que han entrado en los últimos años demuestran que para muchos, el contacto con religiosos/as adultos que vivían la plenitud del trabajo apostólico, fue determinante.
e) Es la hora de los laicos. El tema es muy complejo. No cabe duda que una eclesiología actual saluda con entusiasmo la mayoría de edad del laicado, en cuyo logro efectivo nos faltan muchos pasos. Sin embargo, la misma eclesiología del concilio valora sobremanera toda la diversidad de carismas y ministerios en la Iglesia, al servicio de la edificación de la misma y para el cumplimiento de su misión. Juan Pablo ha resaltado tanto el laicado (Christifideles laici) como el ministerio ordenado (Pastores dabo vobis) y la vida consagrada (Vita consecrata). No podemos concebir una pugna entre las diversas vocaciones, ni considerar que la valorización del laicado ha de ser en detrimento del valor, la necesidad y la identidad de los otros carismas.
2. Menciona los desafíos de la pastoral vocacional según Robinson González H. Dos son los factores en que el trabajo vocacional se está viendo afectado y es el papel del promotor vocacional y el vocacionado, éstos están atravesados por algunos desafíos que presenta el mundo de hoy y del cual ellos están envueltos, por eso se hace necesario profundizar en algunos de ellos con el fin de crear conciencia a aquellos que hoy trabajan por y para las vocaciones para que puedan realizar la misión de pescar al estilo de Jesucristo buen Pastor, Maestro y promotor vocacional por excelencia.
1. Individualismo exacerbado: el mundo de hoy está cada vez más incentivado al individualismo. Mostrando que el sujeto no debe hacer las cosas con otras personas. El debe pensar solamente en él mismo y nada más. Existe la tentación cada vez más de la privatización, de reducir todo en el ámbito de lo privado, sin la obligación de prestar cuentas a los demás seres humanos. Se llega también a la privatización de la fe y lo más cuestionante hoy la privatización de la vocación, del ejercicio de la misión.
2. Arrogancia y eficiencia: el individualismo al ser un sistema que trabaja por la exclusión, lucha, como vimos antes, por la sobrevivencia de los más “fuertes”, de los más “eficientes”, estos dos conceptos encerrados en unas comillas grandes, pues se cree que ser fuerte es sobrepasar por encima del otro y acaparar todo para mí, y ser eficiente es querer hacerlo todo volviéndonos autosuficientes. Se promueve así el carrerismo y la adulación, cuyos métodos son la transgresión, la violación de todo lo posible, desde que eso facilite la llegada al tope de uno, entonces aquellos que no están en condiciones de correr o competir son eliminados, sin importar su ser, sus ideales y propósitos.
3. La concurrencia: esto es lo que se conoce más común con el movimiento de masas, para algunos la concurrencia debe ser el motor de la sociedad porque solo ella genera el aumento de la eficiencia, en este clima no hay espacio para la solidaridad, aquí prima la cantidad y no la calidad.
4. Sensación de impotencia: delante de la crueldad del sistema las personas y los grupos sociales van teniendo la sensación de la impotencia, o sea, de que no es posible hacer nada más, mismo porque no es posible mudar más nada. Se comienza a no creer en nada y en nadie. Todo esfuerzo emprendido por alguien o por algún grupo es considerado inútil, no vale la pena luchar.
5. Irresponsabilidad colectiva: por estas razones se va estableciendo un sentimiento de irresponsabilidad colectiva, donde nadie se siente más responsable por nada, hay desprecio por las instituciones y la personas públicas.
la pastoral vocacional está siendo afectada por la crisis que padecen muchas comunidades religiosas, ya que muchas han perdido la etapa del enamoramiento, del encanto pasaron al desencanto y por ende se debe luchar por un re-encanto, solo en la medida en que los que ya somos consagrados volvamos a la esencia del carisma, fijemos la mirada en la misión que nos legó el fundador, la pastoral podrá ser realizada más que de la palabra desde el testimonio.
“Encanto”, “des-encanto” y “re-encanto”
La palabra “encanto” es todo aquello que produce alegría contagiosa, fuerte atractivo, suave frescor y estimulante optimismo. Aquello que despierta gracia y simpatía, imaginación y fantasía. Por su naturaleza, hace brotar fuerza, entusiasmo e ilusión.
Por oposición a “encanto”, hablamos de “des-encanto”. Es todo aquello que produce frustración, monotonía, desilusión y de pérdida de algo significativo. Lleva a la tumba las grandes y sanas ilusiones. Puede producir hasta amargura. Quien está o se siente de alguna forma afectado por él desencanto, adopta una actitud de “dejar pasar”, hasta poner en manos de otro decisiones que se deben tomar personalmente. El “des-encanto” produce fastidio, cansancio, es como la tumba de las ilusiones y lleva en ocasiones al arrepentimiento por la opción que un día se hizo. La persona desencantada pierde norte y la admiración que tenía y ponía en la VIDA. Siembra desánimo en torno. Deja el camino emprendido y desde luego no motiva a que otros asuman el que ella vive aburridamente.
3. Según el mismo autor, ¿cuáles son las nuevas actitudes que hay que tomar para reactivar el compromiso vocacional? lo perdido se puede recuperar. El desencanto puede desaparecer y superarse. Es posible devolverlo a las personas, las instituciones, la Iglesia, la VIDA CONSAGRADA. Para ello hay que retornar al amor primero. Se precisa reavivar el fuego de la fe, de la esperanza y de la caridad. Algunos aspectos que pueden contribuir a que la VIDA CONSAGRADA recupere su “encanto”, para que sea “anuncio de un modo de vivir alternativo para el mundo y la cultura dominante”, pues La VIDA CONSAGRADA ha dejado de ser una forma de vida cristiana alternativa. No acierta, tampoco, a ofrecer una alternativa válida en la concepción y puesta en marcha de una sociedad post-secularizada que podría estar a las puertas. En torno a la VIDA CONSAGRADA hoy no falta empeño, sacrificio, búsqueda, se ha sembrado mucho y se ha recogido poco. Es urgente “discernir lo que el Espíritu de Dios está haciendo surgir entre nosotros para responder a los desafíos y construir el Reino de Dios”, reforzar esa novedad y convertirla en punto de partida de etapa nueva.
¿Qué se puede refundar?
I. lo perdido se puede recuperar pero hay que hacer:
1. Examen de la situación social, eclesial, de la vida consagrada.
2. Regresar a las fuentes.
3. Reformulación de los aspectos fundamentales del carisma y de la espiritualidad.
4. Esfuerzos de inculturación.
5. Aceptación de la unidad en la diversidad.
Y Analizar modos de vida de:
1. Relaciones comunitarias, a nivel general.
2. Cursos de formación permanente sobre el carisma y espiritualidad.
3. Creación de Institutos de espiritualidad. Espiritualidad encarnada, liberadora e inculturalizada.
4. Reuniones periódicas comunitarias
5. Congresos Regionales, Nacionales e internacionales sobre diversos aspectos del carisma y de la espiritualidad.